Veintisiete
Yuuri había soñado muchas veces con visitar Edimburgo. Le atraía demasiado su aire de misterio, sus callejuelas llenas de leyendas de la época medieval, las gaitas tronando en los rincones.
La cosa es que, a Yuuri, le gustaba cuando todo eso quedaba en leyenda. Y estaba muy claro que nunca había soñado con visitar el verdadero medioevo. Bueno, no era precisamente la Edad Media clásica ya que tenía algunos elementos que se mezclaban con los de distintas eras, a su parecer. Al menos no usaban los ridículos trajes de esos años, sino que parecían más bien de una era victoriana.
Tenía mil cosas en la cabeza. Luego de la muerte de Yuri Plisetsky en Berlín, que aún lo golpeaba en el rostro cuando pensaba en ello, había recibido un montón de información por parte de los Crispino y el agente Altin.
Ahora no podía pensar en ello, no cuando huía con un pañuelo a modo de barbijo para no coger la peste bubónica.
No sabía ni quería saber que hacía un joven japonés en medio de un brote pandémico en el medio de una Escocia estancada en el siglo XIV. A su lado estaban Phichit y Seung-Gil, de los que tampoco podía explicar que hacían allí. Y todavía faltaba que apareciesen dos más.
Comenzó a rememorar un poco los últimos días vividos.
Luego de que Yuri muriese en brazos de Otabek y que Viktor fuese acribillado por su compañero coreano debieron saltar de universo. Todos fueron a la Constantinopla donde su equipo se había reunido por primera vez.
Hasta que las nuevas adhesiones del grupo se reunieron con todos ellos pasaron casi dos días enteros. Yuuri estaba que se moría de los nervios al no obtener todavía ninguna información nueva.
Pero entonces aparecieron Sara y su hermano Michele, seguidos de Otabek Altin. Los dos hermanos explicaron acerca de la forma de viajar sin tener que usar precisamente los cuerpos de versiones alternativas. Podías simplemente invadir a quien quisieras, siempre y cuando conocieras su rostro y nombre. A Yuuri le desagradó esa idea. Si invadir a otro Yuuri ya le parecía una invasión a la privacidad, esto era demasiado.
Así que esa era la forma en que el Príncipe -y sus secuaces, posiblemente- viajaban sin ser detectados. Sus teorías se confirmaban al final.
Para cuando Otabek tomó la palabra todo cambió. Yuuri recordaba borroso la mayoría de aquella confesión ya que se había desmayado en los brazos de su mejor amigo Phichit. La palabra culpable: fragmentado. Viktor estaba desperdigado por todo el multiverso. Y, gracias al comando UV38, Yuri y Otabek habían estado juntando sus piezas.
Era una locura y le revolvía las entrañas pensar en Viktor, su hermosa alma destruida...
No podía perderse en pensamientos tan nefastos y grises. Tenía que erguirse y salvar a Viktor. Por él. Por la memoria del joven Yuri, su pequeño hermano, que lo había dado todo.
La ciudad estaba desértica. Por miedo a los contagios la gente casi no salía de sus hogares y mucho menos andaban por los barrios más marginales como hacían Yuuri y sus dos amigos ahora.
- Ahí está el Mary King's Close -le dijo Phichit hablando sobre la tela.
Yuuri lo observó: era un gran callejón lleno de puestos de vendedores, niños jugando, habitaciones que servían como casas de familia. En su mundo, y en el Triadverso, aquel callejón sería sepultado años más tarde con toda su gente adentro para evitar la propagación del virus de la peste. No sería más que una atracción turística llena de fantasmas del pasado.
Pero ahora, a pesar de la enfermedad, se veía llena de vida.
El olor y el calor sofocante que desprendían los cuerpos hacinados eran insoportables. Seung-Gil parecía a punto de entrar en un ataque de pánico, pero Phichit tomó su mano.
Yuuri también quería que alguien le tomara la mano y le transmitiera un poco de paz. Se tragó un sollozo cuando Phichit tomó su mano también.
- A ti también te quiero -habló sonriéndole. Yuuri intentó devolverle una sonrisa real también.
- ¿Seguro que estará aquí? -inquirió Seung-Gil impaciente. Phichit suspiró.
- Dicen que es un médico de la peste, ¿qué mejor lugar para un doctor que este callejón lleno de muerte?
- Procuren no tocar nada ni acercarse a nadie. Puede que la peste no te mate al instante pero estaríamos condenando a las versiones de nuestro mundo -fue todo lo que Yuuri dijo, antes de acotar-. Y si Chris o Minami no aparecen nos iremos apenas terminemos la tarea. Ellos sentirán la actividad cuántica apenas saltemos y lo harán. No hay tiempo de reunirse.
Yuuri no miraba a sus compañeros, pero sintió el apretón de manos de Phichit.
Intentaba no concentrarse en las personas, especialmente ancianos o niños, moribundos en medio de las calles. De sus cuellos y axilas salían las inmensas protuberancias que le darían el nombre a la enfermedad. Sudaban a causa de las fiebres y sus labios se volvían azulados.
La muerte estaba en todas partes. Y necesitaba olvidarse de ella para no recordar el cuerpo flácido de Yuri Plisetsky cuando Otabek Altin lo levantó en brazos.
Seung-Gil, que por alguna razón se veía más cooperante con la causa, empezó a hacer averiguaciones. Incluso por un par de monedas les consiguió las máscaras del doctor de la peste, con su pico alargado y enormes ojos.
- Me dijeron que el Doctor Ruso seguramente estaría ayudando en el corazón del Mary King's Close. Debo asumir que se trata de nuestro tipo.
- No puede ser otro -dijo Phichit. Estiró la mano de Yuuri al ver que no respondía ni avanzaba-. Vamos, Yuuri. No podemos perderte ahora.
- Estoy bien -quiso mascullar, pero salió más bien como un quejido.
- Sé que ha sido demasiado.
- Lo peor es que no hemos llegado al punto máximo -resopló.
Así, los tres y con la mano del otro protegiéndoles, se adentraron en la parte más oscura de la capital escocesa.
* * * *
- ¡¿Cómo que ya se ha ido?! -ladraba Phichit a un hombre en la entrada de una casa- ¡Nos acaban de decir que estaría aquí!
- Sí, estaba. Y se fue. Te voy a pedir que tengas respeto ya que se perdieron al menos cuatro vidas hoy por aquí -respondió bruscamente el hombre. Phichit dio un respingo, entristecido.
- Yo... De verdad me disculpo por mi comportamiento. Y lamento muchísimo las pérdidas. Es sólo que es urgente encontrarlo.
El hombre suspiró y los miró a los tres a los ojos, que se habían quitado las máscaras. Quizás vio la tristeza en los ojos del mismo Yuuri.
- Dijo que se dirigía a Inverness. Allí también hubo un brote muy grave de peste. Cuando hace esos viajes se queda varios días en el lugar. Si están dispuesto...
- ¡Genial! Muchísimas gracias, Señor.
Entonces asintió y cerró la puerta en sus narices. Seung-Gil chasqueó la lengua.
- ¿Genial? ¿En serio? Sí sabes dónde queda Inverness ¿no? -espetó con el ceño fruncido. Phichit hizo una sonrisa nerviosa.
- Eh, ¿aquí a una hora, tal vez?
- En las Tierras Altas -respondió Yuuri por Seung-Gil-. Supongo que en estas épocas te llevaba más de cuatro horas llegar.
- Sí. Tierras Altas. Lago Ness, ¿te suena? -mascullaba el coreano. Phichit le acarició la mandíbula con el dorso de la mano, tranquilizándolo al instante. Por supuesto, sus mejillas se tiñeron de rubí.
- Buen chico.
- Tenemos que buscar alguien que nos lleve ahora -intervino Yuuri.
Si había otra cosa que no podía tolerar aparte de la muerte, era el amor.
* * * *
La primera mitad del camino a Inverness fue tumultuosa y poco placentera.
Habían logrado pagar una carroza privada que los llevara a ellos solos para así poder planear algunos de sus próximos movimientos. El problema era que Yuuri era una sola bola de depresión, mientras que Phichit lo único que hacía era suspirar por el coreano y dar poca atención a su amigo.
- Yuuri, ¿en serio que está todo bien?
Seguro. Todo está de maravillas, Phichit. Tú sigue mirando a tu noviecito o lo que sea. Yo y mi tristeza estamos muy bien aquí solos.
- Supongo -respondió cabizbajo-. Sé que no debo dejar que todo esto me llegue, pero...
Entonces se calló cuando sintió los brazos de Phichit, rodeándolo y acunándolo como a un niño.
No pudo evitarlo y rompió a llorar.
- Eso, eso -dijo Phichit sobando su espalda-. Llora. Desahogarte te hará bien.
Yuuri no estaba seguro de eso. Pensaba que mientras más llorara se ahogaría aún más profundo en la desolación.
No se dio cuenta cuando Seung-Gil también se cambió de asiento y se sentó a su lado. Le dio unas pequeñas palmadas. En su idioma, probablemente, era el equivalente al abrazo de Phichit.
- No tienes que fingir -lo consolaba Phichit apoyando su cabeza en la suya-. Te prometo que haremos todo lo que esté a nuestro alcance.
¿Y si no es suficiente?
Y en el caso de que lo sea, ¿qué pasará cuando tú, Viktor y los demás deban volver al Triadverso y yo regrese solo a casa?
Pero claro que él no podía airear esos pensamientos. No ahora, cuando los ánimos ya estaban demasiado frágiles.
- Sé que estás desconfiado y crees que no lo lograremos. Te sorprendería saber que tenemos motivos de sobra para recuperar a Viktor, hacer caer a La Tríada y eliminar al Príncipe. Nadie dará menos de lo que es capaz.
- ¿De qué estás hablando?
- De que La Tríada arruinó la economía de mi familia. No nos quedó otra opción que seguir siendo esclavos suyos. Les demostraré lo que un Chulanont puede hacer.
Yuuri se preguntó por qué no había pensado en ello antes. Era un poco obvio imaginarse que sus compañeros de misión seguro tenían motivos ulteriores para ver su objetivo cumplido.
A su lado, Seung-Gil ni siquiera pestañeó. Miraba por la ventana a los verdes campos y colinas de Escocia pero con el ceño tan fruncido que parecía estuviera viendo una masacre más que un bonito paisaje.
Se preguntó qué motivos podría tener él. Seguramente era algo que lo afectaba muy, muy hondo.
Cuando finalmente llegaron a las Tierras Altas, el cochero los dejó en la entrada de una destilería de whisky. A Yuuri ya no le agradaba el alcohol pero ver aquel lugar le hacía pensar en Viktor.
Todo te hace pensar en Viktor, pedazo de obsesivo, se regañó.
El grupo entró a preguntar si había llegado un médico de la capital pero nadie sabía mucho ya que los empleados atendiendo eran del turno noche.
Afuera el frío les pelaba la piel y si no encontraban alguna posada pronto tendrían que verse atrapados entre la niebla, el invierno y las aterradoras leyendas escocesas.
- ¿Qué tal si contamos un cuento para aligerar el ambiente? -propuso Phichit tiritando.
- No -fue todo lo que dijo Seung-Gil. Phichit lo ignoró.
- Bueno, había una leyenda que me contó un amigo escocés mío sobre la historia de los Will o' the wisp o como los conoce el resto del mundo: los fuegos fatuos (1). Son pequeñas luces danzantes, azuladas o amarillentas, que aparecen cerca de las ciénagas, aunque también pueden aparecer sobre carreteras, tumbas o en las mismas colinas. Se dice aquí en el norte de Escocia que son espíritus que te guían en tu camino.
- Que nos guíen a Viktor, entonces. El Viktor ya completo -masculló el coreano. Yuuri no decía nada.
- Bueno, es que depende. Algunos dicen que son espíritus malvados que te guían a una muerte segura. Otros afirman que son los espíritus de personas que te importaron mucho en vida y ya no están con noso-... ¡Ay, no, no! ¡Yuuri, perdón, no llores! -exclamó Phichit al ver los ojos acuosos de su amigo.
- No estoy llorando por eso. Es el frío -se excusó el japonés. Más para sí mismo que los otros.
Una pequeña posada que se les apareció de repente tenía vacantes. Con el poco dinero que les quedaba pudieron rentar un cuarto doble. Yuuri quería encontrar divertido el hecho de que Seung-Gil había tenido que trepar por la ventana así no eran descubiertos pagando de menos por una persona. Pero no podía. Todas las emociones excepto el dolor y el vacío parecían haber sido drenados.
La cama matrimonial no era muy grande pero sí lo suficiente para que los tres pudieran dormir tranquilos sin tener que tocarse innecesariamente.
Phichit se había pedido dormir al medio.
- Yo digo que nos acurruquemos para que entremos en calor -propuso una vez que ya estaban acostados.
- Tú y tus excusas -se quejó el otro chico, pero aún así Yuuri pudo sentir las sábanas moverse.
Cuando escuchó las respiraciones rítmicas de sus compañeros, supo que ya se habían dormido. Y los envidió, porque las voces de su cabeza no le permitirían pegar un ojo en toda la noche.
* * * *
No debían haber sido más de las tres de la madrugada y Yuuri seguía sin poder dormir debidamente. Tenía los ojos cerrados y su cerebro estaba en un estado de consciencia más bien apagado. Hasta que algo lo impulsó a abrir los ojos.
Nervioso inspeccionó la habitación. Phichit y Seung-Gil estaban medianamente acurrucados bajo las mantas, aún en un profundo sueño. Del pasillo no venía ni un solo ruido, por lo que se asomó a la ventana.
A simple vista no podía ver más que el paisaje nocturno y algunas aves sobrevolando el perímetro. No fue hasta que cogió sus anteojos de la mesa de noche que pudo observar claramente lo que desencajaba a la lejanía: era una luz flotante con tintes azulados al pie de las colinas.
Un fuego fatuo, pensó maravillado.
No le tomó ni dos minutos decidir ir a inspeccionar, llevándose consigo solo unas botas, un pesado abrigado y su Pájaro de Fuego. Sus compañeros ni siquiera se removieron cuando lo oyeron partir; incluso el tipo de la recepción no hizo ningún comentario de que su huésped abandonara el hospicio a tremendas horas.
Empezó a correr entre la tenue neblina. Lo único que guiaba su ruta era la espectacular luz danzante que, a pesar de que se acercara, parecía estar más y más lejos, ¿por qué se había lanzado a semejante estupidez? En su corazón sentía que era importante por muy ñoño que aquello sonase.
Cuando llegó al lugar donde el fuego fatuo se suponía que estaba no había ni rastro de luz. Yuuri estaba jadeando luego de tanto correr y se sentía como un idiota importante. El frío le calaba los huesos y en aquel lugar donde las pestes invadían el ambiente no era recomendable conseguir que tus defensas bajasen.
Entonces la luz volvió a aparecer, a varios metros de distancia. Parecía estar indicándole que siguiera una ruta entre las colinas.
- Que me protejan los astros -susurró resignado.
Echó a andar. Al llegar una vez más al punto prometido la luz se esfumó, para posicionarse un poco más alejada.
Yuuri no podía dejar de seguirla. Su camino construido por luces intermitentes no se detuvo hasta que dio contra un enorme y oscuro cuerpo de agua.
El lago Ness, dedujo de repente. Conocía cientos y cientos de leyendas sobre el lago: que tenía un legendario monstruo llamado Nessie, que era imposible medir su profundidad por la negrura del agua, que había unas mitológicas criaturas llamadas kelpies esperando para devorarte.
Era una vista increíble. La luz de luna era lo único que se reflejaba en su superficie tan negra como el universo. Ni siquiera podía ver la otra orilla, solo unas pequeñas colinas que aparecían en algún punto del otro lado.
Fue entonces cuando el fuego fatuo volvió, y ahora Yuuri podía verlo con claridad. Estaba a pocos metros de distancia, sobre el agua. Era una pequeña bola de fuego azul que parecía burlarse de él, bailando sobre el agua como si fuera inalcanzable.
Yuuri tenía que llegar hasta ella. No podía explicar por qué.
No tenía una balsa y poco le importó. Se quitó las botas, las gafas, el abrigo, el Pájaro de Fuego. Suspiró una buena bocanada de aire helado. El fuego fatuo no estaba tan lejos de la orilla, no podía ser tan profundo ¿no?
Metió un pie. Sintió como si mil cuchillas congeladas le rasgaran la piel. Metió el otro pie. Que le arrancasen la epidermis con un par de manos desnudas seguro dolía menos.
El agua estaba un poco profunda. Con la punta de los dedos apenas podía rozar un par de algas, así que se dispuso a nadar.
La luz no parecía estar más cerca. De hecho se alejaba, al igual que todas las que lo habían guiado hasta el lago Ness.
Si me esfuerzo más entonces la alcanzaré.
Pero no la alcanzaba. Y no parecía que lo haría nunca.
Los pulmones empezaban a fallarle. Cada respiro que daba parecía aire raspándole el sistema respiratorio en carne viva. Su corazón latiendo desbocado era lo único que escuchaba además de los chapoteos.
Su pierna empezaba a hormiguear. Vamos, solo un poco más. Ya casi llego.
No llegaría. El hormigueo se extendió hasta su cadera y le consumió la otra pierna. Eso, sumado al frío y el desgaste de sus pulmones comenzaban a cobrarle factura.
Empezó a hundirse en las oscuras aguas que pronto lo devoraron entero.
¡Qué tonto eres, Yuuri! Persiguiendo algo que sabes que no es real.
Quizás Phichit y los demás llegarían a Viktor. O ya no importaba. Su hermano estaba muerto, su familia también. Ahora se moriría Yuuri y nada le quedaría al ex investigador de La Tríada.
Creyó sentir un poco de calor en su mano. Estaba más cálida que el resto de su cuerpo, eso era seguro. Tal vez fuese otra ilusión, hasta que sintió que todo su cuerpo salir del lago.
El frío no se iba, pero ya no lo enroscaba como una serpiente a punto de estrangularlo.
- Te tengo -le dijo alguien que él conocía, sin poder determinar exactamente quien.
Solo tenía la luna como referencia y su luz bañando una mata de cabello plateado antes de desmayarse.
* * * *
Cuando volvió en sí, todo seguía igual de oscuro y neblinoso. La única diferencia es que estaba envuelto en un abrigo de lana de cordero que le había devuelto un poco la temperatura corporal.
De todas formas no podía parar de tiritar. Yuuri estaba seguro que era el terror post experiencia cercana a la muerte.
Escuchó el crepitar de una fogata, y fue entonces apenas que descubrió al hombre que avivaba el fuego.
Su corazón retumbó entre sus costillas. Yuuri conocía muy bien quién era. Lo había tenido bajo sus puños hacía menos de cuatro días, pero era la primera vez que estaba tan cerca de él de una forma pacífica en meses. Él se dio vuelta, observándolo con sorpresa.
- Veo que has despertado -le dijo sonriente-. Me diste un susto de muerte. Casi pensé que iba a tener que sacar un cadáver del agua.
Viktor, quiso decir. Llorarlo. Saborear su nombre en su lengua. Tantas cosas que se veía incapacitado de hacer.
- G-gracias -murmuró-. De verdad.
- No me agradezcas. Yo me dedico a salvar vidas. Ahora... ¿es mucho pedir que me explicaras que hacías dándote un chapuzón en el Lago Ness con el frío y la oscuridad que hace? ¿no has oído la leyenda del monstruo? -bromeó.
- Yo... no sé. No tengo ninguna excusa convincente.
- Será por el fuego fatuo ¿tal vez? -inquirió. Yuuri lo miró animado, como si fuese más que su salvador.
- ¿Lo has visto?
- No, no. Yo suelo venir a las orillas del lago a relajarme de tanta muerte que veo por culpa de la peste negra. Sí he visto varios fuegos fatuos en la lejanía, pero no hoy. La única causa por la que un montón de insensatos se ahogan en el lago es por culpa de ellos.
Yuuri se sonrojó. Sí, era un insensato. Sí, había estado a punto de ahogarse. La vergüenza se le escapaba por todos los poros. Viktor jamás lo había juzgado por nada pero Yuuri era tan miserable y solía odiarse tanto a sí mismo que siempre pensaba que, en el fondo, lo veía como a un imbécil inmaduro.
- ¿Qué esperabas que el fuego fatuo te mostrara, exactamente? -preguntó Viktor de repente.
A ti, quiso decirle. Y lo ha hecho ¿a que sí?
- Alguien de mi vida que está perdido -fue todo lo que dijo.
- No creo que a esa persona le hubiese gustado que te ahogaras por él o ella ¿no es así? ¡Ni a mí me hubiese gustado! -intentó decir burlón- Soy el doctor Viktor Nikiforov, por cierto. Médico de la peste, ¿y tú eres...?
- Yuuri Katsuki -dijo rápidamente-. Y lo sé. He venido con mis amigos hasta Inverness para buscarte a ti.
- ¿A mí? -inquirió con gran sorpresa- ¿es que ese alguien que pretendías que el fuego fatuo te muestre era yo? ¿hay alguien enfermo que necesitas que cure?
- Algo... así. Necesito más bien un consejo.
- Dime. Con todo gusto te ayudaré.
- ¿Cómo haces para sobrevivir luego de que uno de tus pacientes se muere? ¿Cómo haces para seguir luchando por alguien más cuando otro se ha perdido?
¿Cómo luchas por ti mismo? le hubiese gustado saber.
Viktor se veía perplejo.
- ¡Que pregunta complicada! ¿Seguro que no es más fácil que me lleves a que trate a esa persona que necesitas?
- Con el consejo me basta, de verdad.
- Pues supongo que debo cerrar un poco mi corazón a ello. No digo volverte un gólem de piedra que no siente absolutamente nada. Solo debes aprender a que el mundo no para de girar por una, dos, diez o mil personas que mueran. No importa cuántos se pierdan, si tú aún no lo has hecho, tienes que salir adelante y enfrentar el mundo. De otra forma te perderás antes de tiempo ¡E imagina cuántos hubiesen querido tener tu oportunidad!
Yuuri quiso sollozar. No es tan fácil, Viktor.
Pero lo haré. No pienso perderme hasta que te encuentre. Y si no te encuentro entonces saldré a conquistar el mundo. Por ti y por mí.
- Gracias, Doctor Nikiforov -dijo Yuuri-. Intentaré aplicar su consejo. Y otra vez, gracias por salvarme la vida.
- Fue un placer, Yuuri Katsuki -respondió, tendiéndole la mano. Yuuri intentó no suspirar al oír su nombre saliendo de sus labios.
Sacó el Pájaro de Fuego de su cadena y lo preparó para usarlo en Viktor. Phichit y Seung-Gil no lo regañarían tanto por escaparse si regresaba con la misión ya cumplida.
Pronto, muy pronto, se decía a sí mismo. Ya queda poco para encontrarte otra vez.
* * * *
Glosario:
1- Fuego fatuo: es un fenómeno consistente aparentemente en la inflamación de ciertas materias (fósforo, metano, principalmente) que se elevan de las sustancias animales o vegetales en putrefacción, y forman pequeñas llamas que se ven andar por el aire a poca distancia de la superficie, se encuentran en los lugares pantanosos y en los cementerios. Son luces pálidas que pueden verse a veces de noche o al anochecer.
* * * *
IMPORTANTE: estoy teniendo problemas para subir la foto de la tercera parte (veré si más tarde ya puedo y lo edito). Pero les cuento que empieza aquí y se llama DIENTE POR DIENTE. Editado: ¡Lo hice!
Ahora sí, déjenme decirles que por alguna razón este ha sido mi capítulo favorito hasta ahora. Quizás porque Escocia es mi lugar en el mundo y nunca me canso de ella (y que amé poder ambientar un capítulo allí) o porque me emocioné demasiado con la escena Victuuri o porque Seung y Phichit durmieron acurrucados (??) No sé, me gustó mucho y espero que a ustedes también :)
Empiezan a revelarse pequeños detalles ¿acaso todos se unieron a la misión solo para salvar a Viktor? ¿Si Phichit tenía sus motivos, que esconde el resto?
¡Espero también les haya gustado la playlist!
En cuanto a Yuri y cierta escena del capítulo 26... ¡No puedo decir nada! Pero pronto tendremos noticias de un Yuri. Tendrán que adivinar cual de todos es ;)
¡Muchas gracias por seguir comentando y leyendo! ¡Las quiero! Un beso enorme y hasta mañana <3
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