Veinticuatro


Se despertó de golpe. El aterrizaje en el nuevo mundo tomó desprevenido al Yuri de allí y lo hizo dar un brinco tal que lo hizo aporrearse la cabeza contra la pared.

Empezó a sobarse el área herida que de seguro dejaría un bulto cerca de su nuca. Le sorprendió notar que tenía el cabello mucho más largo que de costumbre, prácticamente hasta por debajo de los hombros. Se miró la mano entonces: tenía esmalte color púrpura metalizado.

Una alarma se disparó en su cabeza. Quizás el Yuri de allí fuese un punk o algo por el estilo pero comenzaba a dudarlo al observar a su alrededor. Había un par de peluches, unas sábanas floreadas. Eso no debería haberlo preocupado, después de todo, en su habitación compartida en Shanghái con aquel chico chino también había muchas cosas femeninas.

Se levantó de la cama y apoyó los pies sobre un mullido piso alfombrado. Todo parecía muy cuidado y pulcro, a diferencia de como solía ser en su casa. Un puerco, lo llamaba Viktor cuando se enfadaba por no asear la habitación.

Lentamente se dirigió al armario, aunque Yuri estaba casi seguro lo que encontraría. Aún así lo abrió: vestidos, faldas, sostenes.

Tomó aire para no entrar en pánico. Bien, era transgénero en aquel mundo ¿y qué con eso? Se convenció a sí mismo de que no era nada malo porque realmente no lo era. La Yuri de ese mundo tenía todo el derecho de decidir quién era realmente y debería estar feliz de que estuviese en un mundo dónde podía expresar su verdadero ser.

Se recordó a sí mismo que había estado en situaciones de verdad malas: como cuando rompió su Pájaro en la Rusia Imperial o el mundo anterior, incluso, donde había estado teniendo sexo con Otabek Altin.

Una punzada le hincó en el corazón. La Rusia Imperial todavía lo tenía desestabilizado; habían ocurrido demasiadas cosas. Yuri no sabía si estaba más sensible que nunca debido a que era una mujer o porque finalmente estaba cayendo en cuenta de todo lo que había ocurrido en los últimos días.

- ¡Valya! -lo llamó una voz cantarina desde abajo- ¡A desayunar!

Aquella era la voz de Viktor. No le importaba que no hubiera usado su nombre, él bajó a trompicones igual.

Allí lo estaba esperando con una humeante taza de té y un montón de bollos dulces. Llevaba el pelo con aquel ridículo flequillo de siempre. La escena era tan familiar que le oprimió la garganta.

- Valya, ¿algún día dejarás de ser tan dormilona?

- Soy joven. No jodas -le respondió, con la voz más aguda de lo normal.

Se puso a pensar en cómo lo -la- había llamado: Valya. Era el diminutivo para el nombre Valentina, que significaba valiente. Era un nombre muy adecuado para alguien que se animaba a romper con los roles de género y ser quien su corazón le dictaba.

- ¿Va a venir Beka hoy? -inquirió Viktor con aquel tono de voz que solían usar los hermanos mayores- Yo pienso que deberías invitarlo a salir -le susurró con una risita.

- No creo que yo le guste -dijo siguiéndole el juego. Viktor apoyó su taza con fuerza en la encimera.

- ¿Es esto un chiste? ¡Está muerto por ti! Incluso desde antes de... ya sabes. Eso dice mucho de él. Significa que poco le importa si eres hombre o mujer. Le gusta tu interior.

El corazón empezó a latirle más rápido ¿aquello podría ser cierto?

No podía imaginar a Otabek de esa forma. De hecho nunca lo había pensado de esa forma, hasta que Lord Altin entró en juego. Y luego estaban sus versiones de Buenos Aires, siendo felices y teniendo buen sexo en el jacuzzi.

¿Significaba algo, entonces? ¿Podía haber alguna razón para que se cruzasen tantas veces y que todo terminara en amor? ¿Le tocaría a él esto, aunque no lo quisiera? Ya ni siquiera podía decir que no lo quisiera.

La puerta de entrada se abrió, dando paso a una cabeza rubia y a otra más bien entrecana. Yuri los reconocía muy bien.

Ella se veía tan elegante como siempre, con su cabello perfectamente cortado por debajo de la barbilla. Él vestía uno de sus ridículos sweaters que siempre estaba intentando que Viktor usara. Al menos así era cuando todavía ellos dos estaban.

- ¡Pero si es un milagro! ¡Valya ha despertado antes del mediodía! -rió el hombre. Su esposa le dio un codazo juguetón.

- No nos burlemos demasiado que sino mañana amanecerá para merendar.

Eran Alina e Ivan. Su mamá y su padrastro.

Yuri -Valya- no dudó un segundo y se arrojó a los brazos de la mujer. No le importaba quedar como un(a) tonto(a) por ser tan sentimental. Esperaba que Valya no fuese tan fría y dura como él.

- ¡Aquí hay algo raro, he dicho! -volvió a bromear Ivan. Viktor solo reía balanceando su taza- Hijo, por cierto ¿Cuándo es que llegaba tu novio?

- Dentro de dos días. Mañana sale su vuelo desde Tokio -respondió Viktor con mirada soñadora-. Es tonto que espere que no hagas comentarios inadecuados ¿verdad?

- Me ofende que digas esas cosas, Vitya. Soy tu padre. Es mi obligación hacer comentarios inadecuados. El abuelo y la abuela también llegarán mañana desde San Petersburgo para conocerlo.

- ¡Oh, no! ¡Cuando tú y Nikolai se alían es lo peor!

Mientras los dos Nikiforov hablaban sobre el novio de Viktor, su madre le tomó de la barbilla e hizo que la mirara.

- ¿Otro día sensible? -preguntó con una sonrisa. Yuri asintió- Por suerte mamá ha traído algo que quizás te levante el ánimo.

Orgullosa, le mostró una pequeña bolsita con dibujos adorables en ella. Yuri la tomó y le agradeció con una enorme sonrisa cuando vio un par de labiales dentro de ella. Quizás para él no significaba nada, pero para Valentina lo haría. Yuri nunca había sido consciente de lo que esos detallitos significaban para las personas que se les asignaba al nacer un género que no era el suyo.

La puerta volvió a sonar. Alina se dirigió a recibir al invitado, revelando que era Otabek. Se veía muy confundido y cargaba una orquídea en una maceta con un brazo.

- ¡Otabek! ¡Mi chico favorito ha vuelto! -exclamó Alina. Viktor hizo un gesto ofendido.

- ¿Qué no soy yo tu chico favorito?

- Calla. Tú estás más cerca de ser un abuelo que un chico.

- ¡Alina, luego no te quejes cuando te dejemos el asilo! -bromeaba su hermano.

Otabek se veía un poco mortificado. Se acercó sigilosamente a Yuri y le dijo que aquella orquídea era para una tal Valentina según la tarjeta.

- Soy yo -le dijo-. Esta versión mía de aquí ha decidido ser una mujer. Y por cierto, según Viktor, estás enamorado de ella.

- Vaya. Parece que todos los Otabek caen rendidos ante los ojos de Yuri Plisetsky.

- Valya Plisetskaya, en este caso -le corrigió. Por alguna razón quería respetar y validar las decisiones de la chica de ese mundo. También intentó que su afirmación lo hiciera ruborizar.

- ¡Otabek! ¡Ven a desayunar! -lo llamó Ivan Nikiforov- Podemos molestar un poco a Viktor antes de que llegue su novio.

- Papá, en serio. Luego no llores cuando me mude a Japón y finja que no hay cobertura para no responderte.

Yuri -Valya- y Otabek se miraron cómplices. No había nada de malo en compartir unos minutos con aquella loca familia.

El desayuno fue ameno y divertido. Ivan no paraba de molestar a su hijo, incluso a veces hasta Valentina -Yuri-. Alina charlaba con Otabek y de vez en cuando soltaba lo maravillosa que su hija era.

No pudo evitar sentir un poco de envidia. Yuri sabía que no todo podía ser felicidad en su vida y que seguro su cambio de género le había traído un montón de lágrimas y dolor durante el proceso. Pero ahora se la veía feliz, con sus padres que la aceptaban como era, su hermano, un Otabek que la quería.

Así que apretó la rodilla de Otabek avisándole que era hora de partir. Disimuladamente usó el comando UV38 sobre el tobillo desnudo de Viktor que estaba apoyado sobre las piernas de Valya cariñosamente. No le importaba si había algún mensaje del Príncipe allí.

Yuri no permitiría que nada arruinara el pequeño y hermoso mundo de Valentina. La más suertuda de sus versiones, tal vez. Quería conservar este pequeño recuerdo con dulzura en su corazón, de que no todas sus versiones del Multiverso vivían miserablemente.

* * * *

Cuando llegó al nuevo mundo sintió que todo estaba muy oscuro para su gusto. Tenía un peso en la cintura que estaba molestando que descubrió que era un arma cuando lo tanteó.

Oh, no. No un mundo de zombies otra vez, rogó. Aquel lugar no se veía como una Ciudad Subterránea ni como un refugio sino más bien como una cárcel. Tampoco llevaba ropa militar sino unos simples jeans, botas y una camiseta manchada.

Descubrió que no tenía idea que hacer. No sabía dónde estaba. Probó hablar en voz alta: todo salió en ruso. Buscó en su cabeza si había algún otro indicio y descubrió que también hablaba alemán. En su billetera encontró unos documentos falsos ya que él no se llamaba Lars Bjorn Kviig ni era de Noruega. Si lo fuera debería hablar en noruego y no en ruso ¿verdad?

Unos pasos sonaron por la escalera más cercana. El rostro de la bruja malvada, Georgi, apareció desde arriba.

- ¿Qué tanto te puede tomar traer el cargamento? -espetó en ruso, molesto- Tengo una cita hoy y debo apresurarme.

- ¿Disculpa? -le replicó Yuri más molesto.

- Que te apures -repitió y se fue.

Yuri resopló. No tenía ni la más remota idea que debía llevar, por lo que optó por escabullirse hasta el piso de arriba y evitar a Georgi. Tenía problemas más importantes, como encontrar a Otabek o descubrir qué clase mundo era éste.

La parte de arriba se veía como una vieja casona de abuelos. Tenía unos cuantos lujos, como luces modernas, televisores y otros aparatos electrónicos. El aire olía rancio y a humo, a algo que no le agradaba quemándose.

Georgi estaba discutiendo con alguien más en ruso. No se dio cuenta cuando Yuri se metió por uno de los pasillos en busca de respuestas y se escabulló en una habitación a oscuras. Encendió la luz.

Quedó paralizado del horror. Ahí estaba Viktor, vestido en un traje de látex y acechando a un joven muchacho desnudo. El chico chillaba de dolor pero podía ver el placer en sus ojos, así como el hambre y deseo en los azules de Viktor. La tersa piel del muchacho se veía rojiza e incluso en un muslo se veía una herida en carne viva.

No tuvo tiempo de huir. Viktor lo vio al instante y sonrió.

- ¿Quieres unirte, hermanito? -le preguntó meloso- A mi invitado no le importará.

El "invitado" solo soltó un gruñido. Yuri negó con la cabeza y salió corriendo de allí. Podía escuchar la carcajada burlona que soltó Viktor, seguido de un material de cuero golpeando piel humana.

Gemidos, risas, olor a drogas y alcohol lo amenazaban de cada puerta por la que pasaba. No tenía idea de que mundo lunático era aquel. Deseaba no tener que averiguarlo, pero muchas opciones no le quedaban.

Necesitaba desaparecer por un momento.

* * * *

Al final terminó llegando a la azotea de la vieja casa. Era casi el atardecer y Yuri pasó esas horas mirando como el sol se ponía por el horizonte, iluminando de un tono anaranjado las bellas construcciones de la ciudad de Berlín. Yuri podía divisar las ruinas del viejo muro a poca distancia de la casa donde se alojaban.

Al cabo de media hora, Viktor apareció. Yuri lo supo por su forma de caminar: decidido, firme y también por el leve taconeo que hacían los zapatos que le gustaba usar.

- Creo que entiendo que es lo que te relaja de este lugar -le dijo, tomando asiento a su lado. Ya no vestía de látex, sino unos simples pantalones y una camisa mal abotonada-. No sabes lo que te has perdido.

- Me tiene sin cuidado -respondió Yuri rodando los ojos.

- Deberías dejar de ser tan marica a veces. Yo mismo he oído de primera mano lo que dicen tus amantes luego de las noches contigo, para que después salgas con estas escenas. Es sexo. Deja de hacer tanto drama.

Yuri se contuvo de soltar un bufido. No podía determinar del todo lo que estaba pasando allí. Viktor se levantó, dándole una palmada a la muñeca de Yuri. Notó, entonces, el tatuaje grabado en ella.

O los tatuajes en realidad porque lo que parecía empezar en su muñeca no era más que la punta de un inmenso dibujo que no encontraba fin.

- ¿Qué ha dicho tu amante de que lo dejaras tan pronto? -preguntó intentando parecer casual. Al menos lo ayudaba a no concentrarse en mirarse los tatuajes.

- No ha dicho nada. Ya ha partido a dónde van todos los juguetes luego de que son usados.

- ¿A qué te refieres? -inquirió al ver la oscuridad en los ojos del más grande.

- La Bratva no perdona, hermanito -recitó Viktor risueño antes de partir, ante la mirada aturdida de Yuri.

Se sacó así los guantes, la camiseta y todo lo que llevaba puesto. Su piel era más tinta que blancura, cubriendo todos los puntos que podía. Solo se salvaban sus manos, cuello y rostro.

En el omóplato izquierdo había una estrella de diez puntas. No necesitaba sacar conclusiones. Viktor ya le había dicho que estaba en la Bratva, la mafia rusa.

Pero la estrella de diez puntas indicaba su rango: pronto sería el líder de ellos.

* * * *

Los dos días que pasó con la mafia fueron los peores que había tenido que sobrevivir hasta ahora. Lo habían presionado a fumar, tomar pastillas, aspirar cocaína. Le habían traído amantes con los pies encadenados. Había tenido que clasificar un montón de cargamentos de armas de todo tipo. Armas de guerra, bombas.

Era aterrador. Era un universo de verdad peligroso. Y quería encontrar a Otabek más que a nada. Yuri no era tan idiota como para escaparse en sus propias narices.

Luego de un agotador almuerzo cargado de drogas -y un montón de comida carísima-, Georgi lo envió a revisar unas celdas.

No podía entender como Georgi le diera órdenes al futuro jefe, pero quizás es que tenía permiso. Deseó volver cuando tuviera su puesto solo para darle un puñetazo en el centro de la cara.

Las celdas eran bastante apestosas. Cuando empezó a bajar los cautivos se alborotaron. Yuri sintió un nudo en la garganta al ver los rostros abatidos de aquellos encarcelados allí. No tenía idea que hacía la Bratva con ellos pero seguro que no era nada bueno.

Su corazón se detuvo de repente, para empezar a latir más rápido. Había alguien en la celda del fondo. Yuri lo reconoció a pesar de que tenía un lado de la cara destrozado, morado y estaba todo sucio.

Se apoyó contra los barrotes para no caer hasta el suelo. El chico no lo había visto aún. No tenía el Pájaro de Fuego alrededor de su cuello pero aún así sabía que era él.

Sigiloso y con cuidado estiró la mano adentro de la jaula. Soltó todo el aire que había estado conteniendo, llamando la atención del chico que lo miró con renovadas esperanzas.

- ¿Otabek?

* * * *

¡Se acerca el momento de la verdad! ¿Qué pasará en Berlín con la Bratva? ¿Y cuándo se reúnan la squad (como JJ la llama) junto con Yuri y Otabek? ¿Saldrán todos ilesos y, lo más importante, juntos? ¡Hagan apuestas! ¡Solo quedan dos capítulos antes de que esta segunda parte acabe!

Me alegra muchísimo que les gustara el universo en Argentina :D yo disfruté mucho escribiéndolo. Se vienen más países y ambientaciones diferentes, así como también más personajes cobrarán importancia.

Por cierto, sí. El padre de Viktor se llama Iván en honor a Rusia de Hetalia <3

Lamentablemente aún no avanzo mucho con el AU de la Bella y la Bestia </3 pero espero poder sentarme a escribir al menos dos capítulos pronto. Tengo el prólogo y puedo subirlo si gustan; aunque luego habrá que estar más tiempo con intriga jeje ¡Ustedes deciden!

Muchísimas gracias por leer, votar, teorizar y comentar <3 ¡Nos vemos mañana!

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