Veinticinco
Se levantó de golpe. Había estado tomando una siesta luego de aquellos aburridos días de reconocimiento, hasta que el calor empezaba a concentrarse en el centro de su pecho.
Era el Pájaro de Fuego, que ardía como mil soles.
- Está aquí -murmuró para sí mismo. Saltó de la cama y tropezó con sus propios zapatos a causa de la oscuridad- ¡Está aquí!
Para cuando Yuuri llegó a abrir su puerta, todos estaban en posiciones, aunque no se veían exactamente como amenaza: Seung-Gil con su rostro apenas deshinchándose, Minami que lo amenazaba con una manzana, Mila con el cabello a medio peinar y JJ aún en sus pijamas desde la mañana.
- ¡¿Dónde?! ¿La mafia está aquí? No serán problema para mis habilidades -dijo JJ concentrado. Seung-Gil le dio un codazo en el estómago y suspiró abatido.
- Podrías habernos avisado como una persona normal. Casi haces que se me salga el corazón -masculló el coreano llevándose una mano al pecho. Mila se cruzó de brazos y sonrió.
- Mira de lo que me vengo a enterar, ¡No sabía que tú tenías un corazón!
- ¡Basta! Basta, basta, basta -intervino Phichit, que aparecía por el marco de la puerta y los apuntaba a todos con una espátula-. Por culpa de todas sus peleas se me ha quemado la cena. Y es claro que Yuuri se refería a que el otro Yuri ha llegado, ¿nadie tiene sus Pájaros de Fuego encima?
Todos hicieron un gesto culpable. Phichit suspiró ante tal irresponsabilidad y los iba a reprimir, pero Chris lo detuvo.
- Yo lo he detectado -dijo calmado-. Y teníamos un acuerdo que usaríamos los nuestros por turnos. Me tocaba a mí avisarles de cualquier actividad cuántica.
Yuuri notó que les guiñaba el ojo a sus compañeros; estaba dispuesto a soportar que lo regañaran por ellos.
- Perdón -sollozó Minami avergonzado- ¡Me preocupé que Yuuri haya estado en peligro!
- Sí, por eso tanto revuelo -agregó la pelirroja alisándole el cabello. JJ le quitó la mano y empezó a trenzarlo un poco, para sorpresa de Mila.
El equipo entonces se reunió en la habitación de Yuuri. Algunos se arrojaron a la cama y otros se despatarraron por la alfombra. A Yuuri se le hinchó el corazón al ver la familiaridad que nacía entre ellos a pesar de las peleas.
Y tú no eres más que un intruso, se dijo. Ahuyentó aquellos pensamientos.
Phichit tomó la palabra:
- Como bien hemos podido sentir, Yuri está aquí.
- Y con la Bratva -dijo Mila.
- Es hora de ir y enfrentarlo. Tiene que unirse a nosotros. Es su mejor oportunidad para encontrar a Viktor y también para nosotros de separarlo del Príncipe.
JJ alzó un dedo, viéndose confundido. Phichit le hizo una seña para que hablara.
- No es que quiera ser pesimista como nuestro amigo Seung -el mencionado rodó los ojos-. Pero... ¿no es más fácil ir a un universo más pacífico?
- No podemos perder tiempo. Además aquí estamos todos y... creo que hay alguien en este mundo que podría ayudarnos. Gracias a Leo pude descubrir que en este mundo está escondiéndose hace varias semanas.
- ¿Quién? -preguntaron al unísono varios de ellos.
- Alguien que conoce más que nosotros al Príncipe. La única forma de contactarlo es a través de este mundo. Y no solo hemos logrado reunirnos todos sino que también estamos cerca de Viktor y de Yuri; es nuestra mejor oportunidad.
- Puede que no todos vivamos -habló Chris-. Si nos disparan o atacan de improvisto ni siquiera habrá tiempo de saltar. O si lo intentamos podríamos terminar fragmentados.
- No quiero fragmentarme -masculló Minami-. Tendremos que poner lo mejor de todos nosotros para salir victoriosos.
- ¿Y luego qué? -intervino Seung-Gil. JJ soltó un gruñido hastiado, y Mila habló:
- Ahí va otra vez.
- ¿A que te refieres? -le preguntó Yuuri.
- ¿A dónde iremos si convencemos a Plisetsky?
- Esperemos que él tenga las respuestas a eso. Quizás debamos separarnos. Recuerden que no en todos los mundos co-existimos nosotros siete -respondió el tailandés- Miren, haremos esto.
Les explicó entonces como se infiltrarían en la residencia de la Bratva. El contacto que Phichit quería encontrar pertenecía a la 'Ndrangheta, la mafia italiana que tenías sus orígenes en la región de Calabria. Si bien eran enemigos de la Bratva solían juntarse una vez al mes para sincronizar las zonas de trabajo de cada grupo y evitar peleas que costarían valiosas vidas del grupo o dinero.
Y ese día solía ser el primer viernes de cada mes, que ahora coincidía también con el día primero de marzo.
Solo cuatro días para actuar.
* * * *
A la madrugada del 1ro de marzo salieron armados hasta los dientes para enfrentarse a la Bratva. Usaban chalecos antibalas, pistolas en cada lado de la cintura, cuchillos, bombas de humo y todos cargaban con una botella de cloroformo. Minami sería el francotirador. Mila incluso tenía una navaja escondida en los muslos, sujetada por una correa ya que sería la carnada junto con Chris. Seung-Gil había decidido ir más allá y colgarse una ametralladora de la espalda.
Yuuri sabía que todo ello salía del grupo criminal al que pertenecía el Phichit mafioso de aquel universo. No podía evitar sentirse incómodo a pesar de todo.
El punto de encuentro entre la Bratva y la 'Ndrangheta sería, claro, la whiskería "A la rusa". Ese tipo de gente no perdería la oportunidad de disfrutar del exceso de drogas y mujeres sensuales. Le repugnaba pensar en lo que seguro harían con todas ellas, contra su voluntad.
Mila y Chris, los señuelos, ya estaban listos. Ambos se veían hermosos, con sus finas ropas que acentuaban la belleza de sus cuerpos. Pasaron al instante como una pareja en busca de "experiencias exóticas". Todos se veían elegantes, notó; con pantalones de vestir y pulcras camisas blancas. JJ llevaba saco y una fina corbata, Phichit un moño, Minami un chaleco y Seung-Gil un par de tiradores. Yuuri era el único que se veía más bien normal.
Sus Pájaros de Fuego estaban a la vista: era la señal directa y clara para el contacto de Phichit. Solo esperaban que los recibieran a todos. Y que estén aquí, por Dios, suplicó. No podemos haber llegado tan lejos y que todo se vea arruinado.
Esperaron media hora. Luego otra y otra más. Hasta que una de las puertas traseras se abrió. Le hicieron señas a todos los que estaban en sus puestos para reunirse en torno a quien estaban por conocer.
Pequeña sorpresa se llevó Yuuri, y el resto, cuando vieron no tres, sino cuatro figuras.
Por un segundo pensó que todo era una trampa. Hasta que Mila y Chris dejaron ver a un joven y una chica, ambos parecidos e igual de hermosos.
- Phichit, le puedes ir diciendo a Leo que es idiota. Y que se merece no haber venido -habló Mila.
- Eh... -balbuceó Phichit, igual de sorprendido.
- El contacto en realidad eran los contactos. Supongo que aquí todos conocemos a Sara y Michele Crispino.
Yuuri no los conocía ciertamente, pero al parecer el resto sí. Otra razón para sentirse como el desplazado del grupo.
- Pero Micky y yo no conocemos a todos. Además -empezó a decir la chica, Sara- no somos exactamente quienes ustedes creen.
- No venimos del Triadverso -intervino Michele.
- ¿O sea que no eres la Sara que me metió presa durante 24 horas por caer borracho, siendo aún menor de edad, al examen de La Tríada? ¡Que bien! -dijo Minami alegre. Seung-Gil lo golpeó por ser tan confiado- ¡Digo...! Que mal, quizás esto es una trampa.
- ¿De dónde vienen, exactamente?
- Un lugar espantoso -respondió Sara-. Un mundo destruido, que se consume hace dos años por culpa de la Guerra Intercontinental. Pareciera que llevamos luchando hace una década por el estado de nuestro mundo.
- Creo que te refieres a la Guerra Mundial -acotó JJ. Varios lo silenciaron, haciéndolo encogerse.
- En nuestro hogar la llamamos así. Y luego de todos mis viajes he leído acerca de sus Guerras Mundiales. Créanme, esto es mucho peor.
- Y todo gracias a Viktor Nikiforov. El del Triadverso, aclaro. Eso no quiere decir que me agradaba el de nuestra casa -dijo Michele.
Todos enmudecieron. No era novedad que Viktor fuese un entrometido de vez en cuando en los distintos universos. Pero de ahí a causar una Guerra Intercontinental.
- Michele, ya hablamos de esto. Basta -le espetó Sara con un golpe-. Sí, Viktor puede que haya ayudado un poco al revelar cierta información en nuestro mundo pero ha sido el Príncipe de Hielo el que la difundió. Él causó un caos y desorden tal que llevó a la guerra.
- Ese Príncipe se merece que lo pongan en un bloque de hielo por el resto de la eternidad -gruñó Seung-Gil-. Yo mismo me ofrezco a hacerlo.
- Yo ayudo -secundó Mila-. Por cierto, Sara... eres mi novia en el Triadverso. Me disculpo de antemano por las miradas deseosas. Es que la extraño.
- No te preocupes. Tú eres mi novia en casa.
Mila se sonrojó. JJ soltó un sonidito que sonaba como un aw y empezó a cantar la cancioncilla de "Sara y Mila sentadas en un árbol..." hasta que Seung-Gil lo cortó pegándole en la boca.
- ¿Saben dónde está Yuri? -preguntó Phichit.
- Sí -le respondió Chris-. Según lo que hemos escuchado, se estaban quejando de que pasaba mucho tiempo en las celdas.
- ¿Qué haría en las celdas?
- ¿Importa? Tenemos que ir igual.
Sara y Michele no tenían idea de dónde estaban las celdas, lamentablemente. Tendrían que cruzar la whiskería -el prostíbulo, más bien- y caminar entre los pasillos de la vieja casona de la Bratva sin ser descubiertos.
Pan comido, pensó irónicamente Yuuri. Era su forma de no empezar a entrar en pánico.
No era momento de estarlo. Entrarían ahora.
* * * *
No fue difícil ingresar a la whiskería desde la puerta trasera. Lo que sí se había puesto difícil era atravesarlo sin llamar la atención.
El club tenía luces tenues que mareaban la vista de Yuuri, y el hecho de que fuera miope no ayudaba en nada. Sí podía divisar a las mujeres bailando con poca ropa, meneando sus partes nobles a todos los desagradables hombres allí.
¿Cuántas de aquellas mujeres estaban contra su voluntad?
Una de ellas se acercó sigilosamente hasta Seung-Gil, que estaba justo por delante de Yuuri. La chica pareció obviar el hecho de que su compañero cargaba un arma de guerra al hombro.
Entonces le metió la mano en medio de las piernas. Seung-Gil se detuvo abruptamente, más rojo que los tomates. Le dio un brusco manotazo a la chica, aunque ella no se sorprendió.
- Siempre aparece algún homosexual intentando camuflarse con heterosexualidad -se burló ella.
- No le respondas -dijo Yuuri en el oído del coreano. El chico temblaba.
El lavado de cerebro que les hacían a las mujeres también era asqueroso.
JJ por su parte besaba la mano de algunas señoritas. Yuuri nunca imaginó que fuese un Casanova, aunque se veía más como un caballero. Su mirada nunca se posaba en los escotes o medias de red: simplemente las veía a los ojos y sonreía.
- Mujeres -intervino Mila, pasando su brazo por el pecho de JJ-. Es mío.
- No nos molesta compartir. Y más si estás presente -respondió una con un guiño. Mila rió halagada tironeando de JJ.
- A ver si dejas de ser tan mujeriego -le regañó en cuanto las chicas dejaron de verlos.
- No estaba siendo mujeriego. Quería que no sintieran que solo son trozos de carne.
- ¡Chist! -les gritó Michele por sobre la música- ¡Ahí anda Nikiforov!
El corazón de Yuuri empezó a palpitar con furia. No lo veía hacía demasiado tiempo, en ninguna de sus formas.
Y ahora lo vería en la peor de sus versiones.
Viktor estaba con un viejo y un chico de cabellos oscuros. Los tres reían y señalaban a una de las mujeres que no tenía un cuerpo "escultural" como el resto de ellas.
Yuuri se abrazó a sí mismo. Él también estaba algo gordito y a su Viktor nunca parecía haberle molestado. Y el capullo de aquí se reía de una pobre mujer en esa situación.
Chris lo tomó del brazo con fuerza, haciendo que diera un respingo. Se acercó a su oído y el cálido aliento del chico le erizó la piel.
- Finge que somos una pareja en busca de diversión. Hemos llamado la atención de Yakov, el mayor proxeneta de la Bratva.
Mila ya tenía el brazo enrollado al de JJ y reían juntos, dándose algunos cortos besos. Sara cargaba con un brazo a Michele y con el otro acariciaba a Seung-Gil, que se veía mortificado, pero fingía por el bien de la misión. Minami coqueteaba con algunas bailarinas.
Yuuri entró en pánico en el momento en que Chris lo tomó del rostro y lo besó. Estaba seguro que se desmayaría en cualquier momento.
Para cuando lo soltó, el supuesto Yakov ya no miraba en dirección a aquel grupo de locos extranjeros.
- Me disculpo por eso -murmuró Chris luciendo como si no lo sintiera en absoluto-. Me disculparé con Vitya cuando lo encontremos.
- D-descuida.
Había una puerta al costado de la barra que se abría y cerraba a cada rato, con un detalle: sólo la abrían quienes venían desde adentro. No tenía un picaporte hacia afuera.
El muchacho de cabellos negros que estaba con Viktor se levantó de su lugar para dirigirse allí. Pasó una tarjeta magnética abriendo la puerta también desde afuera.
Así que ahí estaba la respuesta.
Cuando la puerta iba a cerrarse en el último instante, Michele se escabulló y le puso el pie. Observó a varios lados asegurándose de que nadie los había visto. Contaron uno, dos, tres minutos y entraron por tandas.
Yuuri no se sorprendió de que nadie notara que nueve extraños acababan de meterse por una de las entradas a la base central de la Bratva. Podría ser que estaban demasiado ocupados mirando a las mujeres o que no creían a nadie tan estúpido como para hacer semejante locura.
El pasillo al que llegaron se veía demasiado antiguo. No había nadie por la zona, pero para asegurarse de ganar un poco de tiempo bloquearon la puerta para que nadie entrase desde afuera.
- Van a pegar el grito en el cielo -dijo Phichit, que movía las manos nerviosamente- ¡Wow! ¡Estamos aquí! Al borde de la muerte. Una muy cruel, sangrienta y horrorosa muerte.
- Cierra la boca -ordenó Seung-Gil.
Yuuri no se dio cuenta de lo que vino después hasta que Sara pegó un gritito. Cuando giró a mirar la escena se dio con que Seung-Gil Lee, el frío monstruo coreano, estaba devorando los labios de Phichit Chulanont, su mejor amigo.
Hasta JJ había quedado sin comentarios que hacer.
- Por las dudas -masculló Seung-Gil al separarse, con la respiración pesada- ¡Y nadie hace comentarios!
- ¡No puedes pretender que me quede callado luego de esto! -exclamó JJ. Chris, a su lado, sólo sonreía.
Phichit parecía estar en una nube, con las mejillas sonrojadas y una tímida sonrisa.
Como no podía articular palabras luego del beso, Michele tomó la posición de líder.
- Nos dividiremos. Yo me voy con Sara por el pasillo oeste. JJ, Seung-Gil y Mila vayan por el este. Yuuri y Phichit irán a los sótanos. Minami, Chris, harán guardia. Tienen que pensar una señal lo suficientemente alta para que podamos oírla desde dónde estemos en caso de que la misión falle.
- Pegaré un grito. No un típico grito de dolor, lo haré original -dijo Minami con algo de diversión.
- ¿Por qué no puedo ir con Seung-Gil? -inquirió Phichit. Yuuri intentó no sentirse ofendido de que su amigo lo cambiase tan rápido.
- Porque no quiero que se la pasen repitiendo esa escena. Te vas con Yuuri.
- Muy bien ¡busquemos a mi enano malhumorado! -habló Mila.
- Mucha suerte a todos -les decía Sara, besando las mejillas de cada uno. Mila corrió un poco el rostro para que el beso terminara siendo uno corto en los labios.
- Por las dudas -fue todo lo que dijo la pelirroja, fingiendo inocencia.
El grupo se separó.
El pasillo por el que los dos amigos caminaban estaba más oscuro que el resto del lugar. Y estaba claro, ya que aquel lugar dirigía al sótano.
- Phichit -le dijo Yuuri- ¿qué hacemos si encontramos a Yuri?
- Pues lo convencemos de unirse.
- ¿Y si no quiere?
- Lo llevamos a la fuerza.
Yuuri tragó saliva, ansioso.
Intentó no pensar en todo lo que podría salir mal. Intentó no imaginar a Mila y Sara siendo ultrajadas sexualmente, ni tampoco en Minami o Phichit siendo torturados, o en JJ consiguiendo que le cortaran la lengua o que los golpes de Seung-Gil podían ser mucho, mucho peores.
Trataba de no pensar en Viktor siendo el causante de todo eso.
Los sótanos eran asquerosos. Apestaban a desechos humanos y sangre. Yuuri se contuvo de no arrojarse a vomitar por los bordes de la escalera.
- Escucho voces -habló Phichit- ¡Allá!
Y tenía razón. Yuuri pudo ver unas celdas a lo lejos. No se veía muy bien quienes ocupaban las jaulas ya que muchas de las personas estaban acurrucadas en posición fatal. No eran más que un saco de piel y huesos.
Pero una cabellera rubia al borde de los barrotes, con una llave en mano le llamó la atención.
Yuuri jamás había visto a Yuri, el hermanastro del hombre que amaba. Solo tenía algunos datos sobre su físico como su cabello rubio y sus largas piernas.
Estaba seguro que aquel chico frente suyo era él.
- ¡Yuri! -gritó, llamando la atención de los presos. Phichit le hizo señas para que se callara- ¡Yuri Plisetsky!
- ¡¿Eh?!
Corrió hasta él. No sabía que ganaba acercándose tanto pero descubrió que el chico no tenía problemas a la hora de soltarle ganchos a cualquier desconocido.
- ¿Quién eres y qué...? -empezó a chillar. Un brillo de reconocimiento cruzó por sus ojos- Oh por los santos. Eres ese tipo que estaba casado con Viktor en Shanghái ¿Katsuki?
- No sé de que me hablas -atinó a decir, aún adolorido-. Pero sí, soy Katsuki. Yuuri Katsuki.
- ¡Yuris! Dejen de perder el tiempo -habló Phichit corriendo al lado de ellos.
- ¿Phichit Chulanont? -preguntó Yuri. De repente notó lo que rodeaba el cuello de ambos chicos- ¿De dónde vienen? ¿Y qué diablos quieren?
- Yo vengo de casa. Soy de La Tríada y... ¡Eh, alto! ¡No, no, no!
Yuri ya había levantado un pedazo de metal para golpear al chico. Yuuri tuvo que meterse entre ambos para evitar que todo terminara en una masacre.
- Hemos venido a ayudarte. Estamos en contra de La Tríada. Y, por cierto, este Yuuri ni siquiera es de nuestro mundo. Para que no creas que estamos aliados a esa entidad del mal.
- ¿Por qué les creería? -preguntó cauteloso- Esto podría ser una trampa.
- Bueno... ¿confiaste en Otabek Altin, no? -retrucó Phichit. Yuri se alarmó.
- ¿Cómo puedes saber eso?
- Estabas a punto de liberarlo.
Yuuri no se esperó aquello. No era tan detallista como Phichit y ni siquiera había notado que el famoso Otabek Altin, el policía interdimensional, estaba magullado en la celda frente a todos ellos.
- Hola, investigador Chulanont. Es un gusto verlo -dijo Otabek con ironía. Phichit sonrió.
- ¡Hola, Otabek! ¿Debo asumir que ahora eres bueno o es que Yuri te tiene como rehén?
- Deberías empezar a medir las cosas que salen de tu boca -le espetó Yuuri a su amigo.
Plisetsky los ignoró a ambos y sacó a Otabek. Había algo en la familiaridad con la que lo ayudaba a ponerse de pie que le llamó la atención a Yuuri.
Eran más que aliados. Decidió que no diría en voz alta esa información. Aún.
- Necesito llegar a Viktor -masculló Yuri-. Tengo que recoger algo de él.
- ¿De qué hablas?
El chico se mostró sospechoso. Claramente no quería compartir esa información con todos ellos, ya que no sabía si podía confiar.
- Es ese comando que usas ¿no? -preguntó Yuuri- ¿Qué es lo que hace, Yuri? Yo también me preocupo por Viktor. Más de lo que crees.
- Es que...
Un montón de disparos explotaron en el piso de arriba. El grito que Minami les había dicho que usaría.
La sangre de Yuuri se congeló en sus venas. La puerta del sótano se abrió de una patada, revelando a Sara, que arrastraba a su hermano ensangrentado por las escaleras.
- ¡Nos descubrieron! ¡Hay que irnos ya!
- ¡No puedo irme sin el UV38! -chilló Yuri- ¡Tengo que encontrar a Viktor!
- Vaya, vaya -habló una voz que provenía desde las tinieblas-. No necesitas buscarme mucho. Ya estoy aquí, hermanito. O más bien: hermanito traidor.
Yuuri vio su mata de cabello plateado, reluciendo igual que el arma que tenía en sus manos y que el Pájaro de Fuego que rodeaba su cuello.
Aquello no podía ser posible. Aquel Viktor no podía ser un viajero. No, no, no.
Y estaba apuntándole a él.
* * * *
¿Qué ocurrirá mañana? ¿Quién es este Viktor que lleva un Pájaro de Fuego? ¿Qué ha pasado con el resto del grupo? ¡Y justo en el cumpleaños de Yuri!
¡Todas las respuestas mañana en el final de la segunda parte! Por supuesto pueden hacer sus teorías de cómo terminará ¿Lo van a lograr todos?
Hoy no tengo muchas novedades que decir. Así que solo diré gracias por todo ¡Y que nos vemos mañana!
¡Besitos!
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