Treinta y siete
Algo turbaba la paz del Otro Mundo. Podía decirlo porque las motas luminosas que solían hacer brillar ese oscuro lugar parecían apagarse poco a poco. O más que apagarse parecían titilar, como si les estuviese costando mantener su luz pero estaban dando todo de sí mismas.
Yuri apenas podía distinguir al abuelo. Fumaba su pipa ansiosamente a pesar de que ningún humo colorido salía de ella.
- ¿Qué está pasando?
- Nada de lo que debas preocuparte, ya se pasará. Cuando se producen fusiones, la estabilidad del multiverso se desestabiliza por unos minutos.
- Así que... ¿es verdad?
El abuelo estuvo silencioso por un par de segundos, casi como si estuviera apagándose igual que la energía del Otro Mundo.
- Cada vez ocurre con más frecuencia. Más mundos se pierden por colapsar con otros.
Yuri suspiró y se echó al suelo. Ninguno de los dos dijo nada, solo se quedaron mirando la poca luz que quedaba flotando en el aire.
Y de repente la oscuridad. Yuri no se asustó ni se inmutó, porque con aquel apagón no sobrevenía un caos, sino que la paz empezaba a recuperarse. Parecía que el Otro Mundo quería volver a ser ese lugar donde el dolor no podía alcanzar.
Una de las motas se iluminó y voló hacia otra, que hizo lo mismo. Juntas formaron una cadena para ayudar a sus hermanas a encenderse. Pronto, el Otro Mundo volvía a brillar con el mismo esplendor bioluminiscente de siempre.
La pipa del abuelo también se encendió y él pareció relajarse.
- ¿Qué tanto fumas ahí?
- Recuerdos.
- No me jodas, abuelo -respondió con un chasquido de lengua.
- Esto me ayuda a no olvidarlos.
Como si las cosas allí no fuesen lo suficientemente locas ya. Se preguntó cómo habría hecho el abuelo para aprender todo lo que sabía sobre el Otro Mundo, todo él sólo. No parecía haber nadie allí por más de que lo lógico era pensar que cientos de personas llegaban por año.
- No se puede aprender sobre este lugar. Es lo que cada uno quiere que sea.
- Yo no dije...
- Piensas demasiado alto.
Yuri enrojeció, ¿el abuelo podía escuchar lo que pensaba? Empezaba a avergonzarse y sentirse mal por el pobre viejo que debía oír sus desvaríos adolescentes.
- ¿Quieres decir que tú estás viendo el Otro Mundo de una manera diferente a la mía?
- Por supuesto. Es como en la Tierra, sin embargo. Cada persona ve las cosas desde su punto de vista, con sus propios lentes creados por medio de subjetividades, experiencias y deseos.
- ¿Te pagan por ser tan enigmático y filosófico?
El abuelo dio una pequeña risa, mirando al vacío. Quizás estuviese recordando detalles de su juventud o cuándo aún vivía en su propio hogar, no en esta habitación oscura y extraña.
Puede que para él se vea como un hogar.
Pero para Yuri nunca lo sería. Tenía que descubrir la forma de volver pronto.
Abrió una de las ventanas que le permitían observar a la gente del multiverso en vivo y en directo. No dudó en elegir ver a Otabek. No había otra persona que quisiera ver, claro; además de Viktor pero él seguía desaparecido.
Y toda esa banda de inadaptados lo está reuniendo por ti. A veces se encontraba sintiendo un poco de afecto por todos esos locos reunidos, algunos conocidos y otros extraños. Se ponía increíblemente tenso cuando se metían en alguna situación peligrosa, en especial cuando se trataba de Yuuri Katsuki, un imán para problemas.
¿Sería que Viktor había amado a ese chico? Yuri quería pensar que quién se lo llevó esa noche no era el Katsuki que conoció en Berlín, pero ¿y si todo era una artimaña? ¿Y si estaba allí para arruinarlo todo?
Empezaba a dudarlo cada vez que lo veía. El chico parecía caer en la locura poco a poco, víctima de la despersonalización sufrida por los viajes interdimensionales. No todas las personas podían reaccionar de la misma forma al cambio de cuerpo. Eso le hacía preguntarse cómo hacía el Príncipe para usar tantos cuerpos que no eran el suyo, si quizás tantos viajes invadiendo a personas desconocidos no había terminado de freírle el cerebro.
O puede ser que no siempre viaje a cuerpos desconocidos. Alguno de ellos debe ser real. Tenemos que haber visto su forma ya, se decía. Necesitaba alguna pequeña pista de la cual agarrarse, algo que no lo hiciese precipitarse al vacío de la desesperación.
La ventana abierta en medio de la oscuridad le mostró a Otabek. Acababa de aterrizar en lo que parecía ser su hogar en casa, en el Triadverso. Era un apartamento sobrio y con lo mínimo indispensable, de colores neutros y todo metódicamente ordenado.
El chico se veía desesperado, un poco atontado por el viaje ya que derribaba cuanto tenía a su alrededor sin darse cuenta.
- Ojalá pudiera decir que no te extraño -murmuró para sí mismo. El abuelo rió con complicidad.
- Si te esfuerzas, volverás más pronto de lo que crees.
- Podrías darme una pista, al menos -farfulló quitando la vista de Otabek para desafiar al abuelo.
- Tienes que encontrar la razón por la que quieras volver. Y no digo algo banal sino la razón, la que sobrepasa a todas las demás.
- Reunir a Viktor, claramente. Ya podría ir volviendo entonces.
Pero nada ocurrió, ni siquiera alguna señal. El Otro Mundo funcionaba exactamente como siempre, pero Yuri casi pensaba que se estaba burlando de sí mismo por no esforzarse lo suficiente.
- Parece que esa no es la razón -soltó el abuelo. Yuri se levantó enojado, haciendo que se cerrase la ventana que lo dejaba ver a Otabek
- ¡Sí es! ¿Qué otra razón podría tener?
- Pregúntatelo a ti mismo.
- ¡Ugh! Acabar con el Príncipe de Hielo, ¿tal vez?
Otra vez todo seguía en calma. Yuri comenzaba a perder la paciencia.
Destruir a La Tríada.
Ayudar a Yuuri Katsuki.
Restaurar la paz del Multiverso.
Nada. Silencio. Indiferencia. Ninguno de sus supuestos motivos era lo suficientemente bueno, o quizás era que Yuri no los sentía con tanta intensidad.
¿Qué quería él en realidad? Él quería recuperar a Viktor, eso seguro. No se habría embarcado en ese viaje de no ser porque su máximo objetivo en vida era traerlo de regreso.
Pero los objetivos cambian, pensó. Luego de tantas cosas vividas quizás reunir las piezas de su hermano ya no se sentía como algo primordial. Él simplemente viajaba de mundo en mundo usando el comando del Príncipe de forma mecánica, sin preguntarse realmente qué significaba el regreso de Viktor.
¿Y si La Tríada tenía razón en no querer reunirlo? Tal vez estuviese ayudando al mundo en dejarlo como estaba, por más de que Yuri lo extrañaría para toda la vida.
Una vida por la de miles de millones, ¿es justo?
Deseó haber tenido un hermano menos problemático, uno que no deseara meter las narices en todo para acabar liándola. Pero si así fuera no sería el Viktor que quieres y te crió.
Soltó un pequeño gruñido. Casi quería elegir quedarse allí, con el abuelo, viviendo fácil y tranquilo.
Otra idea le apareció por la cabeza. Le daba vergüenza admitirla en voz alta, incluso pensarla lo suficiente, ya que el abuelo parecía oír algunas de las cosas que decía.
Pero, ¿Qué perdía con intentarlo?
Quiero volver porque deseo ver a Otabek.
Por un segundo creyó que funcionaría. En su corazón sentía que era un deseo de verdad, uno fuerte y del que no podía escapar.
Más nada ocurrió. Todavía estaba vagando en el aburrido y pacífico Otro Mundo.
- Ya lo descubrirás -lo consoló el abuelo-. Es hora de más recuerdos.
- No quiero ver más recuerdos -espetó.
- Tampoco quieres estar aquí e igual lo estás.
No le dio tiempo a seguir replicando porque abrió otra grieta con miles de luces acumuladas. Eligió una rosada y que tenía una forma similar a una mariposa, que salió volando cuando Nikolai la soltó, pintando la oscuridad de colores. Estaba recreando otra vez el laboratorio de La Tríada.
Chris y Viktor estaban charlando animadamente mientras comían unas galletas. Yuri las reconoció como la receta privada de Ivan, la que Viktor solía compartir con gente de su más fuerte aprecio.
Se le cerró la garganta y contuvo las lágrimas.
La conversación se volvió sombría de repente. Viktor parecía recordar algo poco agradable, aunque Chris aún no se diese cuenta.
- Vendrán a por mí.
- No, no irán por ti, Viktor. Deja de ser tan paranoico -intentó consolarlo Chris.
- No era una pregunta. Es una afirmación. Yo sé que lo harán, y probablemente sea pronto.
- Vitya...
- Tengo que revelarte algo nuevo que he descubierto. Pero me tienes que jurar que nunca, nunca vas a revelarlo a menos que creas que todas las otras opciones están perdidas.
El corazón de Yuri se aceleró. Chris se veía confundido y asustado, sin saber que esperarse de lo que fuera que Viktor iba a decir.
- Te lo prometo -dijo finalmente.
Viktor asintió. Tamborileaba frenéticamente los dedos contra la mesa, buscando las palabras que decir.
- Creo que se pueden bloquear universos.
- ¿Cómo? -preguntó Chris elevando la voz. Yuri estaba igual de estupefacto que el suizo.
- Que se puede aislar universos para que no puedan fusionarse con otros, pero... eso implica que nadie podrá volver a entrar o salir de allí. Se queda aislado del resto del multiverso. Verás, los universos son como "burbujas" que conviven entre sí y a veces chocan. El aislamiento haría que esa burbuja sea revestida de cierta forma que no podría ser penetrada, ni por viajeros ni por otros universos hermanos.
- ¡Viktor! ¡Esa es la solución para todos! Digo, ni que me importara tanto dejar de viajar... ¡La Tríada perdería todo su poder!
- Hay un pequeño problema con eso.
Pero la escena se fundió, haciendo que el laboratorio desapareciese. A Yuri no le sorprendió, ya que al Otro Mundo le encantaba dejarlo en un cliffhanger.
- ¿Cuándo fue esto? -le preguntó al abuelo.
- Unas semanas antes de su desaparición.
Unas semanas. Yuri y Viktor vivían juntos y aún así solo ahora se daba cuenta de todos los secretos que su hermano tenía.
¿Acaso Viktor no confiaba en Yuri? ¿No quería meterlo en problemas? ¿O es que Yuri no le mostraba el interés suficiente?
Se puso a pensar en lo tentadora que era la idea del aislamiento. Por supuesto para un grupo de personas tan ambiciosas como los tres pilares de La Tríada aquello sonaría como el fin del mundo.
Para la gente normal era una esperanza de que las cosas podían ser diferentes. Si Yuri pudiera aislar el universo del Príncipe, encerrándolo allí para siempre, entonces nunca nadie más debería preocuparse de sus actos terroristas. Ningún hijo de un Dux sería asesinado, ni proyectos destruidos como el de la universidad de Shanghái, ni profesores que verían sus carreras arruinadas por culpa de una persona codiciosa.
Tenía que hacerlo. Necesitaba a Viktor más que nunca.
Pero aún estaba el pequeño problema sobre cómo regresar. Yuri buscó en su interior, intentó desconectarse de la gente que estaba en el Triadverso y no dejarse influenciar. Tenía que descubrirlo por sí mismo, y eso implicaba no dejar que otras personas lo afectaran emocionalmente.
Quiso rendirse. O era algo demasiado obvio como para que él lo pasase por alto o algo que tenía demasiado oculto bajo capas y capas de sentimientos, algo que no podría atreverse ni a imaginar.
Decidió mandar al diablo su idea de no dejar que otros lo afectaran emocionalmente. Había una persona que quería ver desde hace bastante, alguien que quizás le diese una u otra idea sobre lo que significaba tener una razón para vivir.
- Abuelo -lo interrumpió-. Hay alguien más a quien necesito ver. Estoy casi seguro que estoy listo para ello; he estado pensando en él desde la última vez pero solo podía sentir tristeza. Ya no quiero estar triste porque es la única forma que podré alguna vez saber de ésta persona.
Lo que decía era cierto. Además de que era inevitable recordarlo a cada rato, a Yuri se le formaba un hueco en el pecho cuando imaginaba todo lo que ocurrió después de que lo abandonó, de que le quitó todo.
- ¿A quién quieres ver, Yurachka?
Tomó aire, y con la voz más firme que fue capaz de hacer, dijo su nombre:
- Muéstrame al Zarévich Yuri de Rusia.
* * * *
Muy pronto el Otro Mundo volvía a crear una escenificación a su alrededor -por lo que no era una escena en vivo si no de varios días antes tal vez-, y esta vez era de lo que parecía ser la lujosa habitación de un hotel. O al menos tan lujosa para lo que podría considerarse la época en que el chico vivía.
Yuri se sintió un poco incómodo al verse a sí mismo en tres dimensiones. El Zarévich tenía el cabello trenzado y un traje azul claro, cuyo único detalle ostentoso eran los botones e hilos de oro. Estaba sentado escribiendo un diario en el balcón, que era espacioso y tenía una vista espectacular.
La ciudad no parecía una que Yuri conociera. No se veía como Moscú, San Petersburgo ni otra capital europea.
A lo lejos se veían las montañas, pero la planicie más cercana era una perfecta combinación de frondosos árboles y edificios de una gran belleza arquitectónica. Podía ver una inmensa fuente justo en el centro de la ciudad, a pocas calles de donde el Zarévich se alojaba. La noche caería dentro de poco y el agua de la fuente cada vez parecía bailar con más intensidad, brillando con la luz de los faroles y el sol poniente.
- Que ciudad más hermosa -exclamó el abuelo-. Siempre me gusta volver, ¿sabías que el 25 de mayo se celebra el Día de las Fuentes aquí, debido a que hay más de cien grandes fuentes? Todas comienzan a andar al mismo tiempo y se crea un espectáculo maravilloso.
- ¿En que ciudad estamos? -inquirió Yuri, pero su corazón le estaba dando una idea.
- Estamos en Almaty, por supuesto. La joya de Kazajistán.
Yuri lo sabía, de alguna forma. Esa preciosa ciudad no podría haber sido nada menos que la cuna de Otabek Altin. Parecía encajar perfectamente la majestuosidad de ambos.
Decidió volver a mirar al Zarévich. Tenía el ceño fruncido y escribía furiosamente sobre el cuaderno, poniendo un énfasis cada vez que colocaba algún punto. Se acercó a husmear un poco.
Ya te has entrometido lo suficiente en su vida ¿no crees?
Pero el deseo de saber cómo le había ido a aquel jovencito después del asesinato de su amado, Lord Altin y también de la violenta muerte de sus padres, era superior. Necesitaba saber que el Zarévich era tan fuerte como él creía.
Su letra era delicada, diferente a los mamarrachos que Yuri escribía en casa. Pocas veces tenía que hacer manuscritos y la computadora terminaba salvándole la vida. El Zarévich estaba bastante acostumbrado a escribir un montón de cartas aburridas, y también al parecer a escribir en un diario.
Hoy he vuelto a soñar con Lord Altin. Nada nuevo, por cierto. Deseo más que nunca poder soñar con el momento de su muerte porque quiero, necesito recordarlo para poder finalmente caer en que sí ha sido real por más de que he visto su cuerpo frío y ensangrentado.
Tampoco dejo de pensar en la carta. No he decidido qué pensar sobre eso todavía al respecto, y el Doctor Nikiforov no me ayuda. Ha estado hablando de delirios sobre viajes entre dimensiones, que mi cuerpo y el de Lord Altin han sido invadidos, que puedo echarles la culpa a esos dos viajeros por todo lo que ha pasado.
No me importa lo que él me diga pero quienes han matado a Lord Altin han sido los rebeldes. Por protegerme a mí. Es una actitud que se que él hubiera tenido conmigo y lo odio y lo amo por eso.
Milena no lo ha llevado muy bien y se ha exiliado en Copenhague en casa de una de nuestras primas. Ella quería irse con la Duquesa Sara a Italia pero la situación allí no es mejor que en Rusia.
Espero que este misterio se esclarezca pronto. No sé que está mal conmigo y creo que visitaré a un psiquiatra muy pronto. Por ahora deseo disfrutar un poco más de Almaty, la ciudad a la que Lord Altin prometió traerme para mi cumpleaños.
Yuri no se dio cuenta cuándo había empezado a llorar. Mientras el Zarévich lloraba a Lord Altin en Almaty en vísperas de su cumpleaños, él y el Yuri de la Bratva morían en brazos del otro Otabek.
Parecía todo un círculo vicioso.
La imagen se oscureció y el Zarévich desapareció de su vista. El abuelo no necesitaba explicárselo otra vez: Yuri no había contado con que ver al chico le causaría tanta tristeza y el Otro Mundo no permitía las emociones impuras.
Si tan sólo pudiera hablar con él, explicarle, ayudarle a entender que no estaba sólo y que tampoco era un loco.
- ¿Has sacado algo de esto? -preguntó el abuelo, tomando su lugar habitual en la mecedora.
- No estoy muy seguro.
- Es mejor apurarse. Tus amigos están teniendo un tiempo infernal allá en casa. Más temprano que tarde, tendrás que volver.
* * * *
¡El Zarévich ha regresado brevemente! ¡Y no será lo último que sepamos de él! :D pero espero les haya gustado este pequeño teaser de cómo le está yendo en la vida.
También hemos descubierto una nueva teoría de Viktor (¿acaso se saca teorías de las mangas?) pero aún es un misterio cómo funciona exactamente y si Chris decidirá compartir esta información con el grupo.
¡Mañana regreso al Triadverso! Después de 35 capítulos, los personajes vuelven a su hogar, pero no lo harán por mucho tiempo. Y eso no quita que vayan a pasar muchas cosas :D además ¿qué es lo que Yuri realmente desea, lo que lo ayudará a volver con los demás?
NOTICIAS: He escrito el prólogo y sinopsis de DOS nuevas historias en las que estaré trabajando cuando esta termine (me duele escribirlo </3) y me gustaría saber si quisieran que las publique para que al menos sepan de qué va :D lo más probable es que inicien entre fines de marzo/principios de abril, cuando vuelva de un viaje y ésta historia ya haya llegado a su fin.
Muchísimas gracias por todos los hermosos comentarios que me dejan. En serio, nunca me canso. Me sacan una sonrisa siempre :)
¡Abrazos y hasta mañana! :D
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