Cuarenta
Cuando Yuuri aterrizó en el Triadverso pudo advertir rápidamente que se encontraba en un avión. Una aeromoza pasaba ofreciendo bebidas y el ruido de las turbinas le estaba tapando los oídos.
Rápidamente se desesperó. Por un lado, no tenía idea en qué punta del mundo y qué tan lejos de Londres estaba. Por otro, se imaginó mil escenarios horribles donde el Príncipe había puesto al Yuuri del Triadverso en un avión con alguna bomba implantada.
Nadie parecía alterado, sin embargo. Se veía como un pacífico vuelo, con algunos niños llorando y ancianos quejándose de algo.
Conectó la pantalla que le correspondía a su asiento y descubrió que todo estaba en francés. Debía estar en algún vuelo de Air France, la aerolínea de bandera francesa ya que Yuuri vivía en París. Soltó el más grande suspiro de alivio cuando vio la ruta del vuelo, que unía los puntos de la capital francesa y Londres.
No le duró mucho, sin embargo. No podía ser casualidad que justo ese día estuviera viajando a Londres y pensó que quizás había una trampa esperándolo en el aeropuerto, lo cual lo desesperó mucho más.
Se retorció en su asiento, incapaz de encontrar una posición que lo mantuviera cómodo y tranquilo. Según una la jefa de azafatas el descenso comenzaría en un par de minutos y que estarían aterrizando en el aeropuerto Heathrow en menos de veinte minutos. Se sintió un poco egoísta, ya que por unos segundos deseó haber aterrizado a kilómetros de Londres, allí donde no tendría que enfrentarse al peligro.
- ¿Yuuri?
Giró la cabeza en 360 grados, casi desencajándola de lugar.
Chris Giacometti estaba en uno de los asientos del medio, mientras que el de Yuuri era un asiento lateral dando al pasillo.
Había aprendido bastante bien que algunas casualidades no significaban más que puros desastres.
- ¿Qué haces aquí? -inquirió desconfiado. Chris dio un respingo.
- Te podría preguntar lo mismo.
- Mi versión de este mundo vive en París -murmuró, vigilando que nadie lo escuchase y lo viera como loco-. Y por si no sabes, este avión viene de allí.
- Conozco bastante bien a mi mundo, gracias -masculló con cierto enojo.
Yuuri pensó que Chris estaba siendo injusto. Era obvio que todos desconfiarían de él luego de lo ocurrido en Salem, siempre atentos a si el Príncipe decidía sacarles ventajas otra vez.
Pero Yuuri también estaba siendo injusto y su desconfianza era un poco infundada. Cualquiera de ellos podía ser el hospedante del Príncipe y la lógica le decía que nunca escogería el mismo cuerpo dos veces.
Ahora la apuesta se doblaba. Todos ellos -excepto Yuuri- estaban en su universo de origen, lo que los hacía vulnerables a cualquier viajero que intentase tomar sus cuerpos en todo momento.
Decidió que le daría a Chris el beneficio de la duda. Por ahora.
El aterrizaje fue tranquilo, rápido y sin percances, pero Yuuri se veía como si el avión acabara de sobrevolar un huracán.
Chris tomó las maletas que parecían ser de ambos y las bajó. Yuuri tenía un simple bolso color vino, mientras que él tenía una elegante valija azul. La fila para abandonar el avión cada vez empezaba a hacerse más corta.
- Si dejamos las cosas aquí entonces las azafatas nos mandarán a llamar -murmuró Chris-. Vamos.
- Chris, esto es una trampa. Alguien de La Tríada...
- Cuando se hace un operativo policial para atrapar a alguien el lugar que más se refuerza es el aeropuerto -dijo. Yuuri gimió con tristeza-. Pero se refuerza para que esa persona no salga, no para que no entre. Todavía hay una oportunidad.
Ambos se metieron entre algunas personas y salieron rápidamente a los puestos de migraciones. Como Chris era europeo la fila era mucho más rápida, pero Yuuri, con su pasaporte japonés, tenía al menos unos quince minutos de espera.
- Supongo que ya nos habrán puesto en la lista de personas buscadas. No podemos hacer que nos sellen. Escapemos por el free shop.
Yuuri no decía nada pues solo se limitaba a que Chris tironeara de él. Según sus conocimientos, el free shop estaba en la zona de subida a los aviones, no en la de bajada. Pero Heathrow era uno de los aeropuertos más grandes del mundo y no sería disparatado pensar que tenía tiendas por todos lados. Ambos dejaron sus bolsos por ahí y siguieron a los guardias de la zona sin ser detectados, llegando así a la zona de embarque.
Se metieron en una tienda que ofrecía maquillaje y fingieron que los polvos compactos se veían muy interesantes.
- Es verdaderamente preocupante que alguien pueda escabullirse en el país como hicimos nosotros -comentó Yuuri con cierto horror.
- Hoy es un día particular. Que nadie nos detuviera es porque seguro en la entrada está totalmente cercado. Créeme que si hubiéramos intentado esto ayer, en cuanto dejamos los bolsos en el suelo ya nos veríamos como sospechosos.
Yuuri asintió con algo de miedo. Chris volvió a guiarlo a través de varios pasillos hasta lograr pasar a la pista de aviones. El ruido y el viento provocado por las turbinas le hacían volar el cabello en todas las direcciones; no entendía como Chris podía verse igual de elegante que siempre.
Tras caminar varios minutos escondiéndose de todos los empleados del aeropuerto terminaron por dar con una puerta que los llevaba directamente a una de las terminales de entrada.
A Yuuri se le hundió el alma cuando vio el centenar de policías.
- ¡Ay! -soltó atemorizado- ¿Qué haremos?
- Te lo diré de la forma menos dura y dolorosa: no tengo idea.
Para Yuuri eso no se sintió poco duro o menos doloroso. Chris miraba de un lado a otro, inspeccionando a sus ex compañeros. Soltó unas cuantas maldiciones en voz baja cuando vio a alguien que Yuuri no podía identificar entre el gentío.
- Lo peor es que han mandado como líder oficial a Georgi Popovich.
- ¿Georgi...?
- Sí, el Capitán Georgi. También está aquí en el Triadverso.
- Jamás has mencionado que lo conocieras.
- Eso es porque sé diferenciar y poner una línea entre las personas de casa y las que conozco a través del multiverso.
Yuuri se puso cabizbajo, con las mejillas probablemente sonrojadas. Lo de Chris se sentía como una bofetada y una medalla que decía "premio al peor compañero de equipo del siglo".
- Perdona, Yuuri -suspiró Chris-. Estás en todo tu derecho de desconfiar. Estamos aquí por culpa de que fui demasiado lento.
- No es tu culpa -lo interrumpió-. Yo soy demasiado paranoico y siempre estoy teniendo miedo que la gente me abandone o traicione. No es tu culpa.
Chris le dio una sonrisa triste, seguido de unas palmaditas en la espalda.
Se robaron algunas camperas de unos turistas despistados y las usaron para taparse el cabello. Los policías paraban a cada rato a los viajantes que pasaban; algunos se asustaban, otros respondían con aburrimiento como si fuera algo rutinario.
- ¡Eh! ¡Ustedes dos! -les gritó la voz de Georgi Popovich a lo lejos- No han pasado por el interrogatorio.
- Yuuri, a correr.
Por supuesto que para pasar desapercibido, la peor de las ideas era echarse a correr. Eso alertó a todos la Interpol y a la policía del aeropuerto, intentando atrapar a aquellos dos intrusos.
Una bala le pasó demasiado cerca de la pantorrilla a Yuuri. Recordaba el ardor que sintió cuando el Príncipe le disparó en la casa de la Bratva y no tenía ánimos de sentir algo como aquello otra vez.
Salieron del aeropuerto Heathrow pero una veintena de policías estaban afuera esperando.
- ¡Ayuda! -chilló una voz femenina- ¡Este hombre quiere abusar de mí!
Tanto Yuuri y Chris como los policías quedaron de piedra, pero los dos chicos salieron antes de su estupor cuando vieron al supuesto abusador: Leo de la Iglesia.
- ¿Por qué está Leo abusando de una mujer?
- ¡Es un señuelo!
Yuuri notó segundos después que quien le respondió no era Chris sino Phichit, que ya estaba estirándolos por un hueco entre el cordón policial.
Los tres corrieron, pero Yuuri no pudo evitar mirar atrás. La mujer estaba lloriqueando y ya no se podía ver por ningún lado a Leo.
- Tuvimos que pagarle cien libras a esa muchacha para que dejara que Leo le tocara un seno y empezara a chillar -dijo Phichit con una sonrisa.
- Phichit, eres de verdad un héroe.
Rápidamente los condujo a una Range Rover de color negro. Yuuri pensó que nada gritaba más "fugitivos de la ley" que una camioneta oscura.
Al volante iba Guang Hong, el pequeño chino amigo de Phichit y novio de Leo. Era un poco extraño ver a alguien tan canijo al volante, pero no se detuvo a mencionarlo.
Todos tomaron el asiento trasero y, en un par de minutos, Leo pegó un saltó al asiento del copiloto.
- Guang, cielo, recuerda que estamos con prisa.
- ¿A mí me vienes a hablar de velocidad?
Y entonces pisó el acelerador a fondo. Yuuri soltó un gritito cuando fue enviado a la fuerza contra el asiento, haciéndolo golpear la cabeza contra el techo. Casi que hubiera querido ofrecerse a ser quien manejaba, pero manejar por la derecha como hacían los ingleses se sentía como un boleto directo a una muerte horrorosa.
- ¿Qué hay con los demás? -preguntó Yuuri en voz alta. Guang Hong frenó de golpe ante un semáforo, haciendo que se volviera a estampar.
- ¡No sabemos nada! No hemos querido usar los móviles ni tampoco las coordenadas del Pájaro de Fuego. Los tres estábamos en el apartamento de Leo, desde donde yo salté. Deduje que no estarías en Londres así que corrí al aeropuerto. Que ya estuvieras llegando fue una suerte que nos teníamos merecida.
- ¿Y qué haremos ahora? ¿Ir al edificio de La Tríada?
- ¡Diablos, no! Sería un suicidio. Acabamos de pasar y está todo horriblemente custodiado.
- Iremos a buscar a Lilia y a Yakov -intervino Leo-. Vimos que abandonaron el edificio y no será complicado rastrear el GPS de sus autos.
De repente Guang Hong pegó un volantazo que los hizo salirse de la carretera principal. Yuuri gritó, hasta que vio la razón por la que dio tal brusco giro.
Era Minami.
- ¡Yuuri! ¡Chicos! -gritaba haciendo señas adelante del parabrisas. Guang todavía estaba blanco como el papel.
- ¿De dónde ha salido ese enano...? -preguntó Chris, pero Minami ya estaba metiéndose en el asiento delantero con Leo.
- ¡Oye! Seguridad vial.
- ¡Que suerte los encuentro! Creí haber visto pasar una camioneta manejada por Guang Hong pero no estaba seguro -dijo apresuradamente.
- Chicos... -habló Phichit.
- Minami, de verdad me alegro que te hemos encontrado. No sé dónde estará el resto y...
- ¡NOS PERSIGUEN! ¡Guang, acelera!
Y el joven chino otra vez pisó el acelerador. Luego de mirar por el espejo retrovisor, Yuuri pudo descubrir al menos seis coches policiales dándoles caza a toda velocidad.
- ¿No tienen un arma o algo? Podemos disparar como hacen en las películas -propuso Minami.
- ¡Podríamos herir a algún civil! -le contestó Leo gritando.
Guang intentaba perderse pero era muy difícil en una autopista, y aún quedaban al menos veinte kilómetros hasta llegar al centro de Londres.
- Nos vamos a morir -dijo Yuuri.
- Yuuri, no me obligues a golpearte -masculló Phichit-. Leo, ¿ya sabes a dónde se han ido Lilia y Yakov?
- ¡Sería más fácil si no tuviera a Minami encima de mí!
- ¡Agárrense! -exclamó Guang antes de girar la camioneta para meterse en un cruce- Esto alarga el camino pero quizás les tome más minutos girar a ellos.
- Leo...
- ¡Ya casi!
- ¡Ahí han girado! -bramó Chris- Hay que despistarlos con algo.
- ¡Gran idea! Arrojemos a Minami así puedo trabajar con más facilidad.
- ¡Oye!
- Nos vamos a morir.
- Guang, ¿qué no puedes ir más rápido?
- Mira, me estoy excediendo el límite de velocidad por cuarenta kilómetros y ya me parece una exageración. No voy a ir preso por manejar más rápido.
- ¡No, porque vas a terminar muerto si no aceleras!
- ¡Lo tengo! ¡Se han ido a Notting Hill!
- Bueno, al menos eso está más cerca que el Triad Buildings. Les pediría que se pongan los cinturones de seguridad, por favor.
Yuuri hizo caso omiso. De todas formas ya tenía demasiados deseos de palmarla, a ver si su tortura se acababa un poco. Pensó que su viaje a través del multiverso lo volvería mucho más valiente pero con cada nueva experiencia se estaba convirtiendo en una gallina.
Guang Hong se metió por todos los cruces que podía, por las callejuelas más atestadas de gente y también en contramano aunque terminase lamentándose de que le quitarían su permiso para conducir.
Se detuvieron cerca de Notting Hill pero sin entrar precisamente al colorido y pintoresco barrio. Se dieron un minuto para respirar con tranquilidad y volvieron a ponerse firmes, sabiendo que la paz no podía durar demasiado tiempo.
- Nos dividiremos. Phichit y yo nos vamos a buscar el auto de Yakov a ver si conseguimos alguna pista de su paradero. Guang y Minami buscarán a pie ya que son los menos reconocibles por la policía. Yuuri y Chris, se quedan con el auto. Nos veremos en media hora aquí. No usen los móviles por nada del mundo porque así es como nos rastrean.
El equipo asintió. A Yuuri no le convencía para nada separarse más si eso significaba que tenía que separarse de Phichit. Se dieron un corto abrazo antes de que su amigo abandonara el auto.
- Sé fuerte -le pidió-. Lo estás haciendo excelente.
Seguro, masculló para sí mismo.
Chris tomó el volante y Yuuri el lugar del copiloto. No se sentía más cómodo ni mucho menos tranquilo, y eso lo notó su compañero suizo.
- Ya no queda casi nada. Terminamos aquí y sólo tenemos un universo más antes de recuperarlo.
- Que sepamos ¿mira si está por otros universos y nosotros no tenemos pistas de ello?
- Relájate. Piensa en el lado positivo de las cosas al menos una vez -suspiró-. Todos estamos teniendo un tiempo de mierda aquí, intenta cooperar.
- Ya sé -farfulló molesto-. Sé que me estoy comportando como imbécil.
- Como imbécil no, es mucho. Yo diría que como bobo -bromeó Chris.
- Gracias -dijo avergonzado-. Mi cabeza no me está dando descanso. Siento que me estoy volviendo un poco loco.
- Yo me volvía un poco loco cada vez que Viktor soltaba alguna teoría nueva.
- Lo sé, ¿cierto? -rió Yuuri- A veces pienso que mentía la mitad del tiempo solo para que te carcomieras el cerebro.
- No me sorprendería de Vitya.
Los dos soltaron una risotada. Viktor era una persona que todos querían tener al lado a pesar de que le gustase tomarte el pelo todo el tiempo.
Yuuri pensó en todo lo que se perdía por no ser parte del Triadverso. Parpadeó rápidamente para contener las lágrimas que se le iba acumulando en los ojos.
- ¿Por qué has venido, Chris? -inquirió- Phichit tiene un motivo... Deduzco que Seung-Gil también, y Mila quiere mucho a Yuri...
Chris miró para abajo pensativo, pero Yuuri pensó que también se veía un poco dolido. Tardó varios minutos hasta que pudo contestar:
- Mi padre, Gerard, y mi hermana mayor Pauline eran excelentes viajeros. Mamá nunca quiso formar parte de ese loco mundo pero eso no quitaba que despreciara el trabajo de su marido y sus dos hijos. Un día se les hizo un encargo a mi padre y hermana, y eso era que jodieran la vida de sus versiones del segundo Triadverso, ese del que hablaban Sara y Michele.
- Chris...
- Por supuesto se negaron. La Tríada no le dio importancia pero dos meses, unos "ladrones" -dijo haciendo comillas en el aire- entraron a mi casa y los fragmentaron con Pájaros de Fuego del mercado negro. Ellos dos hacían cientos de viajes por semana, sus almas debían estar regadas por todo el maldito multiverso. Mi mamá se volvió loca y eventualmente se dejó morir. Yo quedé solo. Fin.
- ¿Sólo? ¿No tienes a nadie? Chris, esto es horrible...
- Bueno, tengo un amante ocasional llamado Masumi. Y tenía a Viktor, pero ya ves lo que le pasa a la gente cercana a mí. No es que me crea especial ni nada, a La Tríada le gusta joderle la vida a mucha gente.
- Empiezo a sentirme afortunado de que La Tríada de mi mundo no sea así.
Y lo hacía de verdad, lo que le daba aún más tristeza y culpa. Todos los otros de su grupo habían tenido vidas de lo más trágicas y tristes, mientras que Yuuri creció con una familia que lo quería y su hermana siendo una buena líder de la corporación para la que trabajaba. El Mundo Futurista no tenía nada que envidiarle a otros universos, pero todo lo que Yuuri quería estaba en el sanguinario Triadverso.
Toda su atención se centró entonces en las dos figuras que estaban delante de ellos dos.
Lilia Baranovskaya y Yakov Feltsman.
El corazón de Yuuri palpitó contra sus costillas. Agarró fuertemente el antebrazo de Chris, clavando sus uñas en el.
- Chris -dijo entre dientes.
- Los veo. El otro auto que Leo encontró debe haber sido un cebo. Voy a avanzar lentamente.
Hizo lo que dijo y avanzó con la camioneta posicionada en el primer cambio. Lilia y Yakov estaban hablando acaloradamente al lado de un Volvo de alta gama color champagne. Bastante ostentoso si eras una de las personas más importantes del país, con varias personas gritando por tu cabeza.
Notting Hill era colorido incluso a sus afueras, y una de las casas color verde de la cuadra fue por la cual Lilia entró. Yakov la persiguió refunfuñando.
- ¿Entramos? -propuso Yuuri.
- No. Es muy arriesgado. No estoy seguro de cuál de todas, pero en una de éstas casas vive un importante traficante de Pájaros de Fuego del mercado negro. Voy a arriesgarme y decir que es esa verde por la que entraron.
- Son los malditos dueños de La Tríada y tienen miles de Pájaros de Fuego a su disposición, ¿para qué quieren uno ilegal?
- Los ilegales no tienen chip de rastreo y algunos dicen que ofrecen funciones inigualables, incluso superiores a las que usa el Príncipe.
- ¿Cómo cuáles?
Chris suspiró. Con los dedos tamborileó sobre el volante, visiblemente nervioso.
- Creo que es momento de confesarte que Viktor a veces trabajaba con el mercado negro.
- ¡No me jodas! ¿Hay otro secreto de Viktor que no sepa? -preguntó con la voz aguda. No podía creerse todas las cosas que aprendía de Viktor. No lo conozco de nada.
- No era un traficante ni nada por el estilo, es solo que ellos siempre estaban dispuestos a probar las teorías que tenía Viktor. Si te consuela, muchas de ellas no eran más que delirios.
- Estás evitando preguntas sobre a qué funciones te refieres -gruñó Yuuri. Estaba cansándose de las vueltas.
- Bueno, una de las funciones que sí tuvo éxito pero que no cobró mucha popularidad es la de la conciencia múltiple. Uno podía viajar a un universo y compartir la mente con el hospedante del cuerpo.
- Eso suena aterrador.
- Lo sé. Ni el mismo Viktor quiso usarla jamás, a pesar de que le gustaba mucho dejar mensajes a sus otras versiones. Supongo que es posible hacerlo, pero nadie se anima a intentarlo. Estarías a la merced de lo que el hospedante decida, también.
- ¿Qué otra función?
Chris cerró los ojos, como si estuviera debatiéndose entre contarle algo o no. No es que Yuuri quisiera presionarlo pero estaba seguro que lo que sea que Chris supiese, sería de vital importancia.
Lilia y Yakov salieron de la casa verde cargando un pequeño paquete. Tenía el tamaño perfecto para cargar una sola cosa: un Pájaro de Fuego. Los dos comenzaron a discutir un poco más en plena calle, pero Yakov parecía haberse calmado.
El suizo apretó con fuerza el volante y las facciones se le deformaron en un gesto de furia.
- Escúchame con muchísima atención -dijo.
- ¿Hm?
- Hay un comando del que Viktor me habló poco antes de desaparecer. Se suponía que yo no podía decir absolutamente nada en caso de ser necesario pero, en vistas de que quizás Yakov y Lilia tengan algunos planes macabros, me veo en obligación de contártelo.
» Se pueden bloquear universos, Yuuri. Puedes encerrarlos de forma que no se produzcan fusiones con otros mundos pero eso implicaría que ningún viajero podría volver a salir o entrar de ese mundo. Quedaría completamente aislado. Estoy seguro que Viktor le comentó esto al sabandija del mercado negro con el que trabajaba.
- Por los santos -masculló. Sentía que el aire comenzaba a faltarle- ¿Van a empezar a bloquear mundos? ¡Podrían bloquear mi hogar!
- Lo dudo mucho. Hay una sola razón por la que el bloqueo de mundos no es ya una popularidad: un viajero de un universo externo al que se va a bloquear, debe quedarse y usar el comando. En otras palabras, alguien debe sacrificarse y quedarse a vivir en un mundo que no es suyo para que se dé el bloqueo.
Aquello sonaba muchísimo más aterrador de lo que esperaba. Por un segundo pensó que podría ser la solución a sus problemas, que quizás así podrían encerrar al Príncipe en su mundo o enviar de una patada a los líderes de La Tríada y dejarlos prisioneros.
Pero no si era a costa de una vida inocente. Yuuri nunca dejaría que alguien de su equipo hiciera ese sacrificio y queda solo por el resto de su vida, porque él más que nadie sabía lo que era estar sólo.
Yakov y Lilia osaron con subirse al volvo, con él del lado del volante. Chris tenía una mirada decidida en el rostro que asustó a Yuuri.
- Yuuri, bájate del auto -ordenó.
- Chris, no -espetó sollozando-. Me estoy imaginando lo que vas a hacer y no.
- Es su universo de origen. Es ahora o nunca. Asesinarlos con un arma solo conseguiría que nos metan en la cárcel a todos cuando esto termine y... considéralo mi venganza personal. Bájate del auto ahora porque no lo repetiré.
Chris desprendió la cadena del Pájaro de Fuego que colgaba de su cuello y lo puso sobre las temblorosas manos de Yuuri.
- La última pieza de Viktor que recogimos. Quiero que vayas y traigas a ese cara de idiota de regreso y lo obligues a solucionarlo todo. Y una última cosa.
- Chris, para.
- Comando AD112. No lo olvides. Este es un Pájaro de Fuego ilegal que conseguí antes de viajar.
Yuuri sabía lo que significaba. Chris estaba dándole las herramientas para solucionar un problema del que no quería tener nada que ver. Empezó a llorar con fuerza.
- Yuuri, por favor bájate.
Lilia y Yakov se metieron a su carro, entonces. Yuuri no tenía muchas opciones, o quizás las tenía pero no sabía cómo enfrentarse a ellas.
¿Lo vas a permitir? ¿Te vas a manchar de sangre las manos?
No se respondió mientras bajaba de la camioneta, mordiéndose los dedos para no soltar un grito de desesperación.
- ¿Yuuri? -lo volvió a llamar Chris. Yuuri no se volteó a verlo- Espero que con esto todo el equipo me perdone.
Y aceleró. Yuuri podía sentir el viento y el calor que la Range Rover dejó tras de sí cuando abandonó su lugar en busca del Volvo.
No podía estar pasando.
¿Por qué has bajado del auto?
¿Eres tan cobarde?
¿Estabas buscando que esto pasara?
¿Por qué no has hecho más? ¿Qué te pasa, Yuuri? ¿Qué, qué, qué?
¿Acaso la muerte es algo tan cotidiano para ti? No eres más que un asesinoasesinoasesinoasesinoasesino.
No se atrevía a mirar, pero lo hizo de todas formas. Solo tuvo unos pocos segundos, viendo a la camioneta aumentar velocidad, a los transeúntes corriendo despavoridos y a un pequeño auto deportivo viéndose incapaz de huir en aquellas pequeñas callejuelas.
El estruendo del metal chocando sintió que le reventó la cabeza. Se impactó de lleno contra la puerta de copiloto del Volvo, justo a tiempo para que se viera a una Lilia totalmente sorprendida de lo que estaba ocurriendo. Pudo ver el momento exacto en que el pequeño auto se abollaba y era arrastrado por la vereda hasta impactar de lleno contra una de aquellas casas que le parecieron tan coloridas minutos atrás.
Después vino la explosión y el grito de Yuuri, que se vio opacado por las llamas que se alzaban de los autos siniestrados sin dejar un solo lugar que estuviese siendo consumido por el fuego y por las mismas voces en su cabeza que le gritaban sin parar:
Quienes no hacen nada por detener la muerte de otros también son asesinos. Eres un asesinoasesinoasesino.
* * * *
Quien lo encontró más tarde fueron Guang Hong y Leo. La ambulancia y los bomberos aparecieron al cabo de unos minutos pero era demasiado tarde. Desde antes de empezar era demasiado tarde.
Yuuri era un manojo de nervios, se sostenía el rostro y no paraba de murmurar cosas que ni él tenía idea que significaban.
Nadie dijo absolutamente nada porque las palabras no hacían falta en ese momento. Todos sabían lo que acababa de ocurrir y, a pesar de que no entendían las razones, no había ninguna persona para cuestionarle.
Lilia y Yakov, dos tercios de La Tríada, estaban muertos. Carbonizados o lo que fuera, ya no estaban.
Chris también estaba muerto. Se había ido pensando que su propio equipo lo odiaba por ser una víctima del Príncipe. Todos lo habían señalado con el dedo y lo habían tratado como un victimario.
Guang Hong y Minami ayudaron a Yuuri a meterse en un Ford blanco. No era la Range Rover negra en la que todos habían huido de la Interpol porque ya no existía.
Como Chris. No existe, no existe, no existe.
Yuuri se puso en posición fetal y se agarró la cabeza. No había forma de callar a su peor enemigo, su propia mente. Ya no sabía quien era y aquel Yuuri alegre e ingenuo que empezó el viaje en busca del hombre que quería ya no existía.
No existe, no existe, no existe.
El edificio espejado de La Tríada se alzó frente a sus ojos. Yuuri jamás lo había visto en persona. De las pocas veces que fue a ver a Viktor al Triadverso, preferían pasar el tiempo juntos y haciendo otras cosas que visitando construcciones horrorosas.
También había policías y ambulancias cercando el perímetro. En el medio de todo ello había camillas con bolsas plásticas, de esas que se usan para guardar a los cadáveres.
No. Por favor, no más. No, no.
Por un segundo creyó que todos sus amigos estaban en esas bolsas. A Phichit con un corte en la garganta, a Seung-Gil con el cuello torcido, a Otabek con un montón de disparos.
A Chris calcinado por las llamas del accidente.
No, no, no, no.
La puerta trasera del auto se abrió y pudo ver a Phichit y Leo mirándolo perplejos. Rápidamente, entre ambos, tomaron a Yuuri por los brazos y lo sacaron afuera. Yuuri ya no lloraba, ya no, pero Phichit estaba ahogándose en sus propias lágrimas.
- ¿Alguien ha...? -empezó a preguntar Yuuri. No sabía si su corazón podría soportarlo.
- Sara. La de este mundo -susurró su amigo secándose unas lágrimas-. Ella era buena, dulce y gentil. Como Chris -pudo decir antes de volver a sollozar-. Aún no he visto a los otros.
- Estarán bien, espero. Estamos tan cerca, Phichit.
Phichit se prendió de la camiseta de Yuuri, como si no quisiera dejarlo ir.
- Eso es lo que más miedo me da -murmuró en su oído.
- Phichit...
Yuuri no pudo terminar. Del edificio salieron cuatro personas bien conocidas para él. Una risa ahogada por los espasmos se le escapó del cuerpo.
Phichit giró a ver a lo que Yuuri se refería. Se le congeló todo el cuerpo cuando vio a Seung-Gil caminando hacia él. Tenía el torso cubierto por vendajes y un montón de sangre seca pero se veía vivo, vivo. Igual que Mila, JJ y Otabek, el último de la mano de una niñita de cabello oscuro.
Seung-Gil quiso correr hasta Phichit, pero éste fue más rápido y se arrojó a sus brazos antes de que diera más que un par de pasos.
Se fundieron en un beso desesperado. Aquello dio esperanzas a Yuuri. Todavía queda amor.
- Estúpido de mierda, cómo me vuelvas a hacer preocupar así te voy a mandar de una patada en el culo hasta la secta de asesinos de Salem para que te abran en canal, por ser un maldito desconsiderado e imbécil -masculló Phichit, zarandeando a su ¿novio?
- Vaya -dijo Seung-Gil, igual de sorprendido que el resto-. Insultas peor que un marinero irlandés borracho. Me gusta descubrir facetas nuevas de ti.
Phichit sonrió enormemente a través de las lágrimas, y no se contuvo de besarlo otra vez.
Mila iba enganchada del brazo de JJ, apoyando la cabeza sobre su hombro. Los dos se veían tristes y sombríos. Yuuri recordó que Mila había mencionado ser la novia de Sara allí en el Triadverso. Si esa maldita traidora del mundo en ruinas hubiese venido quizás no pasaba esto.
Otabek se soltó de la mano de la niña y la besó en la frente, antes de dirigirse hasta Yuuri. No se dio cuenta que seguía en el suelo hasta que el kazajo se agachó hasta su altura.
- Teníamos al Príncipe, y se escapó -murmuró-. Lamento tanto nuestra incompetencia, Yuuri.
- No te disculpes -logró decir Yuuri-. Hemos hecho lo que pudimos. Chris...
No pudo terminar, pero Otabek lo entendió. Tampoco quiso preguntar cómo ni por qué.
- Lilia y Yakov tampoco están.
Eso lo dejó enormemente sorprendido. Claramente ninguno había planeado acabar de verdad con ni siquiera uno de los pilares de La Tríada, y qué decir de dos de ellos.
- Celestino se los iba a cargar de todas formas. Está jugando a ser nuestro amigo, pero lo dudo mucho -le comunicó.
- Ya sabemos quién es nuestra mayor amenaza, ¡Hemos venido aquí para nada y...!
Otabek alzó su mano y dejó que algo colgara de ella. Yuuri ahogó un grito cuando lo vio, reconociéndolo al instante.
Era su Pájaro de Fuego. Con el alma de Viktor. Y ahora lo tenía de vuelta, en sus manos, junto a su corazón.
Otabek tomó la mano de Yuuri, encerrando el dispositivo entre las palmas de ambos. Luego lo tomó de la nuca y apoyó su frente en la suya, mirándolo a los ojos firmemente.
- Eres la única persona aquí que tiene el mismo objetivo que yo. Vámonos de aquí y hagamos justicia de una vez por todas, pero me tienes que prometer que vas a mantenerte fuerte.
- Lo prometo -dijo con voz débil, pero intentó repetirlo en voz más alta-. Lo prometo.
Y era verdad. Yuuri se mantendría fuerte hasta decir basta, hasta que se consumiera completamente. O al menos podía intentarlo con todas las fuerzas de su alma.
Uno más. Uno más. Uno más.
* * * *
¡Aquí termina la aventura en el Triadverso! Ah, pero eso no quita que nuestros personajes puedan descansar...
Se que estarán odiándome por la muerte de Chris :c y también seguro dirán: "Oye, newyorkblues, ya lo mataste en tu otro fic ¿Es que tanto lo odias?", la respuesta, niños es: no. No odio a Chris, me gusta mucho Chris, pero a veces la historia requiere de ciertas muertes y algunas encajan más que otras. Si hacen cálculos, maté a más del cast en mi otro fic y a cualquiera podría haberle tocado (o aún le puede tocar) morir :o
¡Mañana acaba la tercera parte! ¿Quieren saber el nombre de la cuarta y penúltima parte de este fic? Bueno, les digo: Se llama IMPERIO DE HIELO. Pomposo, ¿eh? Igual que cierto Príncipe :D
Otra noticia que les doy: ¡Ya hay Capítulo 3 de Thorns and All! Para quienes lean el fic :D y hay varias sorpresas.
Les voy comentando desde hoy que el domingo no subiré capítulo por, dos razones: El lunes debo presentar un proyecto a modo de examen final y además es mi cumpleaños, así que seguramente el domingo esté dándole los retoques finales al proyecto y armando mi coloquio. Peeeeero intentaré hacer el sábado el capítulo para regresar el lunes con el inicio de la cuarta parte. Lo más probable es que no será temprano por las razones mencionadas arriba, pero intentaré hacer lo posible :)
Peeeero les dejaré para que se diviertan los prólogos y sinopsis de las nuevas historias que mencioné, aunque eso será el sábado.
¡Gracias por seguir leyendo a pesar de tanta tragedia! ¡Sepan que las quiero y no las hago sufrir adrede! (o bueno, solo un poco).
Besitos y hasta mañana <3
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