4
Día uno.
—Señorita Rodríguez ¿podría venir conmigo por favor?—pregunta la directora de la escuela.
Todos hacen el típico y estúpido sonidito como si se tratase de algo malo. Bufo y me levanto con extrema rapidez de mi lugar, camino en su dirección y sonrío luciendo lo más tranquila que puedo. —¿Pasa algo?—pregunto fingiendo serenidad porque siendo sinceros estoy muerta del miedo.
—No es nada malo si es que eso es lo que quieres saber—me reconforta en media sonrisa.
—Vale. Gracias—sonrío y sigo su caminata.
Se detiene frente a su oficina y me mira. —Pase por favor—dice abriéndome paso, una vez dentro señala un asiento frente a su escritorio.
—¿Sucede algo?—pregunto nuevamente sólo que utilizando una nueva conjugación de palabras.
—Ya le dije que no es nada malo— confirma nuevamente.
—Bien—sonrío. —¿Entonces para que me ha traído hasta aquí?— pregunto curiosa, la mujer se sienta al frente de mí y luego sonríe.
—El motivo por el cual te he traído hasta aquí se debe a que necesitó saber algunas cosas acerca de una persona de esta institución—me mira.
—¿De quién se trata?—pregunto curiosa. En realidad no conozco a nadie más que a Eleine, Stephanie, Emma, Lilly y Johan. Así que suponía se trataba de alguno de ellos de quién quería hablar.
—Erick Colón—responde, mi cara se deforma, imposible que sea de él quién quiere hablar, no tiene sentido, me parece absurdo. —Supe que ustedes dos realizaron un maravilloso trabajo en la clase de fotografía—sonríe orgullosa, cómo si ese imbécil hubiera hecho algo. —Pero hace unos días que no ha puesto ni un sólo pie dentro de esta institución... Entonces imagine que usted podría saber la razón—afirma.
Mis manos se mueven negando de inmediato. —¿Por qué iba yo a saberlo?— respondo indiferente. —No tengo ni una sola idea de dónde este ese chico.
—Bueno... Revisamos su casillero y encontramos algo con lo que deliberamos que tú y él estarían saliendo—me mira curiosa.
—¡¿QUÉ?!—grito. —¡No! ¿Qué fue lo que encontraron para deliberar algo como eso?—pregunto molesta.
Sin decir una sola palabra abre uno de los cajones de su escritorio y toma lo que pareciese una fotografía, la deja sobre la mesa al frente mío y a modo de señas me obliga a mirarla.
Con molestia la tomo entre mis dedos y observo el contenido de esta.
"¿Pero qué rayos?" me pregunto internamente. El lugar en donde me encontraba se trataba del lugar al que él me había llevado, aquel parque lleno de luz, el último lugar en el que habíamos mantenido una conversación de verdad.
—¿Qué se supone que hacia el con esto?—pregunto intrigada. La mujer me mira durante unos instantes, su ceño se frunce y sin decir absolutamente nada se levanta de su asiento y gira alrededor del mío, un ligero escalofrío recorre mi espina dorsal luego de que la mujer se pare frente a mí y se coloque en cuclillas para estar frente a frente.
—Necesito que le busques en su apartamento, quizás sólo a ti pueda responderte—ordena sin responder a mi pregunta.
—¿Por qué debería?—le reto molesta. Realmente no vine de México a Los Ángeles para estar detrás de un niñato que no quiere estudiar y del cual no tengo interés alguno.
—Señorita Rodríguez es un favor que le estoy pidiendo, es de suma importancia y debido a que ninguno de sus amigos me ha dado respuesta, supuse que usted podría hacerlo—dice la mujer alejándose.
—¿Qué recibiré yo a cambio?— arqueo una ceja levantándome de la silla.
—Bien. Parece ser que usted es una señorita muy astuta—sonríe maliciosamente. Siendo honestos por supuesto que lo soy. —La escuela será completamente gratuita durante toda su carrera—se detiene. —Pero... Debe de encontrarlo y traerlo, él debe continuar sus estudios y usted se encargará de ello. Sólo tiene Cien días, no más—dice.
—Uhm... no me convence demasiado, no quiero desperdiciar mí tiempo en un niñato que no sabe lo que quiere—respondo apática, reamente es lo que pienso y como dije antes nunca he podido deshacerme de la sinceridad que me caracteriza.
—¿Entonces no piensa hacerlo?—niego con la cabeza. —No quería tener que recurrir a esto pero veo que no me deja otra alternativa—cruza sus brazos por detrás de su espalada y camina hasta mí nuevamente de manera retadora. —Sé bien qué clase de persona es usted. Sé que vino desde México no sólo por estudios, conozco sus motivos y lamento informarle que está universidad tan prestigiosa no acepta personas como usted, así que me tendré que ver obligada a expulsarla de la institución— quedo helada, parece tan convencida de sus palabras que es probable que no esté mintiendo. —En verdad quiere que lleguemos a ese extremo.
Lo pienso durante varios segundos. —Si acepto el trato, ¿continua la primera oferta? —ella asiente con la cabeza. Vuelvo a dudarlo pero siendo sinceros no hay más que dudar así que finalmente estiro mi mano frente a ella y sonrío. —Trato hecho—acepto, ella estira su mano al igual que yo y así es como terminamos un trato estrechando nuestras manos.
Una hora después de firmar varios papeles en donde se indica que la universidad me será gratuita si ayudó a uno de mis compañeros a su rendimiento académico, la mujer me deja salir.
Las indicaciones son claras, tengo cien días para hacer que Erick mejore su rendimiento académico, comenzando por hoy, de no ser así entonces seré expulsada de la institución, está claro que no puedo darme ese lujo de abandonar todo, mis padres estarían muy decepcionados de mí, ellos lo han dado todo, no puedo hacerles esto.
Camino durante varios minutos hasta que finalmente llego al gran edificio en donde vive Erick, una onda de nerviosismo se conjuga en mi cuando finalmente llego al piso en donde se encuentra su departamento.
Aún no logro entender porque la directora del instituto tiene tanto interés en el chico pero tampoco iba a preguntárselo, por lo menos no por el momento.
Respiro profundo varias veces hasta que finalmente llamo a su puerta, espero varios minutos hasta que finalmente se escuchan unos pasos desde adentro y la puerta se abre revelando a un chico de ojos color marrón el cual, me recibe con una gran sonrisa en el rostro. Sonrío.
—Hola, disculpa ¿se encuentra Erick?—pregunto al chico en media sonrisa.
—¿Erick Colón?—pregunta el chico con un acento que me parece difícil de identificar.
—Así es—sonrío.
—¿Eres su amiga?
—Mmm.... Sí supongo—respondo encogiéndome de hombros no muy convencida de lo que estoy diciendo.
—Está adentro. Pasa—responde sonriendo, abriéndome paso para entrar.
—Dile que salí pero en un momento regreso—me ordena el chico poco antes de marcharse.
—¿Gracias?—respondo confundida.
Confundida entro en el departamento. —¿Hola?... Mmm... ¿Erick?... ¿Erick estas aquí?—pregunto a medida que mis pies avanzan por el lugar.
Asombrosamente el lugar esta 100% en orden para un chico viviendo solo con su mejor amigo, supongo.
Camino a paso apresurado hasta que finalmente escuchó ruido en una de las habitaciones.
—¿Erick?—pregunto mientras llamo detenidas veces a la puerta. —¿Erick éstas ahí?—pregunto nuevamente sin despegar mis nudillos de la puerta.
—Zabdiel te dije que no quiero ver a nadie—grita Erick dentro de la habitación.
—No soy Zabdiel—me mofo, está más que claro que ni Zabdiel ni yo tenemos voz parecida. —¿Puedo pasar?— pregunto con cortesía.
—¿Rachelle?—pregunta con un tono de voz que no puedo identificar sus emociones.
—Así es... ¿puedo pasar?—pregunto, la puerta se abre con rapidez y los ojos verdes del chico se asoman por una esquina de la puerta.
—¿Quién te ha dejado pasar?— pregunta abriendo la puerta de par en par.
—Supongo Zabdiel—me rio. —Dijo que regresaría pronto—le informó.
—Aguarda un momento, te dejo entrar y luego se fue.
—Sí, justo así.
El ríe. —Maldito imbécil, deja pasar a cualquiera.
Frunzo los labios tragando mi orgullo y rio tomando por desapercibido su comentario. Yo no soy cualquiera.
—¿Qué te trajo hasta aquí?
—Supongo que mis pies—bromeo.
—Muy graciosa la chica—dice, y se hecha reír.
—Me agradas más cuando ríes—digo e inmediatamente deja de reír.
—Y tú a mí no me agradas pero te sigo viendo, en fin—contesta e inmediatamente la molestia asalta mi rostro. —¿Ahora si podrías decirme que motivo te trajo hasta aquí?—me mira, es tan irritante que desearía poder estrellar puño en su rostro.
—Bueno... El instituto te extraña— sonrío. Estoy tratando de ser amigable, si lo que quiero es lograr hacerlo un estudiante ejemplar tengo que ser amistosa con él para que sepa que tiene alguien de su lado.
—No lo creo.
—O por lo menos la directora del instituto si lo hace—me rio.
—¿Ella fue quien te envío aquí?—su semblante ha cambiado. Está molesto y nuevamente no entiendo una mierda de su repentino cambio.
—S... S... Si—balbuceo.
—Bien. Ya me viste ahora puedes irte—dice, ya ha salido por completo de su habitación. Me toma de mi brazo y con agilidad me hecha de su departamento.
—¡Espera!...—le detengo. —Quería verte—digo, esta vez sueno suplicante y estoy mintiendo, genial ahora comenzare con las mentiras.
—Lo lamento es tarde. Creo que debes irte—dice, su tono es arrogante y molesto.
—Bien. ¿Te veré en el instituto mañana?—pregunto.
—No lo creo—afirma.
—¿Por favor?—le miro.
—No—dice convencido.
Con molestia salgo de la habitación, y sin decir una sola palabra camino fuera del edificio. Miro a ambos lados de las calles, ambas están completamente vacías ni siquiera un auto atraviesa el lugar. El agua cae con fuerza sobre las calles, es circular y las gotas caen con tanta fuerza que duele. Estoy mojada, completamente mojada y ni siquiera he avanzado un solo centímetro. ¿Qué clase de clima es este? Hace unas horas ni siquiera parecía que llovería.
—¡Aguarda!—grita Erick corriendo detrás de mí. ¿Ahora que quiere?
—¿Qué?—miro detrás mío cuando una gran manta comienza a cubrir mi cuerpo. Sinceramente esta idea no me parece para nada inteligente, es decir ¿Qué le hace creer que con ello dejaré de mojarme? Sí, es bastante absurdo.
—Está lloviendo. No quiero que te resfríes—dice pegándome a su pecho, unas inmensas ganas de lanzarlo al otro lado para que deje de tocarme me invaden pero cuando estoy a nada de hacerlo el contrato viene a mi mente.
—Creí que no querías verme— confieso con molestia, él comienza a caminar al interior conmigo entre sus brazos, ambos estamos tan mojados que en verdad udo mucho que no vayamos a resfriarnos más adelante.
Se mantiene en silencio mientras continua caminando.
Ambos subimos de nuevo. Él me abre paso dentro de su apartamento y sin pensarlo demasiado, abre la puerta de su habitación y me sienta sobre la cama.
—Estas muy mojada—me mira.
"No me digas... ¿En serio?"
—Traeré algo de ropa para ti—me informa.
—Estoy bien con esta—miento, la verdad es que ni siquiera puedo moverme de lo mojada que estoy, es incómodo.
—Vale—dice tomando asiento sobre la cama. —Lamento lo de hace un rato—me mira avergonzado, ahora sí que confirmo que este chico podría ser bipolar.
—No tienes por qué estarlo—respondo sin interés. —Ahora si me disculpas debo irme—le informo.
—Continua lloviendo—dice confirmándolo mientras observa la lluvia caer detrás de la ventana.
—Lo sé—confieso. —Pero es tarde y debo irme—en verdad tengo que irme, esta tormenta podría empeorar con el paso de las horas y yo debo llegar cuanto antes a casa con Joel.
—Permíteme llevarte—se ofrece, ahora parece amable.
—No. Yo puedo sola. Gracias—digo fingiendo una sonrisa mientras me levanto de la cama.
—Por favor permíteme llevarte— propone de nuevo poco antes de que su celular comience a producir una canción como tono de llamada. —¡Espera!—me ordena mientras acomoda el móvil en su oído. —¿Hola?... ¡Zabdiel! Zabdiel hermano ¿Qué pasa?—contesta asustado. —¿Cómo qué un huracán?— pregunta frustrado. —¿En dónde estás?... Pero estas bien... ¿Cómo que no hay paso ni en vehículo?... Okey okey... Zabdiel, no salgas de casa de Richard para nada... No no te preocupes nos vemos hasta que esto termine... Cuídense mucho ¿Quieren?... Vale vale... Adiós—dice finalmente terminando la llamada.
—¿Qué sucede?—pregunto con intriga.
—Parece que no podrás regresar a casa—dice serio.
—Espera ¿Qué?—lo miro con frustración.
—Al parecer un huracán ha azotado la ciudad. No creo que siquiera puedas regresar a tu departamento— me advierte.
—No. No, no no no... Debo irme Joel debe de estarme esperando—reniego, en verdad tengo que volver a casa.
—¿Joel?—me mira. —¿Es tú novio?— pregunta, en verdad parece interesado en saberlo.
—No creo que sea de tu incumbencia—replico.
—Bien... Toma—dice con tolerancia dejando caer un teléfono entre mis manos. —Llama a Joel y explícale en dónde estás y el por qué no vas a llegar—me ordena.
—¿Qué?... No... No y ¡No! Yo regresare—repito convencida de mis palabras.
-—¿En serio?—arquea una ceja. —¡Inténtalo!—me reta.
No digo nada, sólo dejo caer la manta que cubre mi cuerpo y salgo a toda prisa. Lo intento una y otra vez pero no logro siquiera atravesar la calle. Erick me mira, se ríe y corre detrás de mí, me toma entre sus brazos y me lleva hasta su departamento nuevamente.
—Bienvenida—se burla de mí luego de dejarme sobre el piso.
Sonrío con sarcasmo.
—Gracias—digo rodando los ojos. Esto tiene que ser una pesadilla, sin duda alguna.
*****
¿Quién recuerda cuando dije que iría a ver a CNCO? Bueno... Chicas lo logré!!!!! Los conocí!!!! Son hermosos, lo juró. Y los ojos de Erick son tan asjdjfusnxidnfkd neta, Richard es una de las mejores personas que he conocido, Zabdiel es un bebé muy amoroso, Joel Dios es perfecto, y mi Christopher es prefecto en todos los sentidos.
Les deseo un bonito día y no se olviden de dar favorito y comentar me ayudan mucho sus comentarios. Hasta luego *3*
—All the love ♥
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top