12
Día diez.
Me mira, el verde de sus ojos hace contraste con los rayos del sol que penetran en la habitación, nuevamente me ha pedido ayuda y no he podido negarme.
—¿Ahora lo has entendido?— cuestiono aún con la vista bien puesta en sus ojos. Llevo horas tratando de explicar un problema de matemáticas que se la complicado bastante, pero estoy a segundos de explotar porque ya intente mil formas para hacer que lo comprenda y no lo hace.
Desvía su mirada, observa el libro unos segundos y luego vuelve su mirada a la mía. —Creo que lo he entendido—responde convencido. Realmente espero que asi sea.
Levanto las manos en señal de victoria y este ríe. —¡Gracias Dios!—digo victoriosa y completamente convencida de su logro.
Niega con la cabeza y ríe nuevamente. —Eres buena en esto ¿Porque es que estudias fotografía cuando bien podrías ser maestra?—pregunta en tono burlón.
—Porque no podría sobrellevar mi carácter con personas tan idiotas como tú—digo convencida pero él lo toma como broma y comienza a juguetear conmigo en un absurdo intento por cubrir mi boca con sus manos. Entonces ahí comienza una mini pelea, una muy divertida porque en serio no he podido dejar de reír. Nos levantamos de la mesa para continuar jugando cubriendo la boca del otro, mientras caminamos alrededor del apartamento, caminamos así hasta que el sillón se cruza en nuestro camino y ambos caemos sobre este.
El cae sobre mí y ahora mismo no sé cómo reaccionar. Su mirada se concentra en la mía y viaja de ahí hasta mis labios, nuestra respiración es irregular y si no fuera por la mano que sostiene el cuerpo de Erick que esta posada sobre el sofá creo que estaría más cerca de mí y no sé si eso sería buena idea.
De mi mente se borra todo justamente cuando Erick relame sus labios. Se inclina hacia el frente y pega su boca a la mía. Se siente tan bien.
Sin aire él se separa de mí, y es ahí entonces cuando la cordura vuelve a mí. —Lo siento—digo mientras me incorporó del sofá. Pero que mierda estoy haciendo.
Él hace lo mismo. —No. No es decir fue mi culpa—dice el negando con la cabeza. —Creó, creó que debo irme—dice y se acerca a la puerta.
No digo nada solo lo acompaño hasta la puerta y lo veo marcharse.
Esto es malo, muy malo. Tengo un contrato que cumplir y esto solo podría arruinarlo, no puedo olvidar que todo esto es actuación y lo más seguro es que él también lo esté haciendo, no es normal que de un día para otro fuera una persona diferente, Erick algo estaba tramando, estaba segura de ello, su cambio para nada era real.
*****
Día once.
Despierto, las luces están apagadas y mi cuerpo se encuentra cubierto con una manta blanca.
Con pereza me revuelvo en mi cama y con ayuda de mis piernas logró levantarme.
Llevo mis manos hasta mi cara y con estas tallo mis ojos, esperando que así por lo menos termine el cansancio y mis ojos no intenten cerrarse de nuevo. Miro a la otra esquina de la habitación esperando ver a Joel pero este no se encuentra, frunzo el ceño un momento pero no lo busco más, debe estar en alguna parte del departamento.
Mis pies chocan contra la fría madera que decora el piso a medida que mis piernas avanzan, atravesando la habitación para poder abrir la puerta corrediza del balcón. El aire fresco de la mañana entra directamente en mis pulmones, por eso adoro este lugar.
Observo fuera, las calles se encuentran repletas de gente que corre de un lado a otro con sus respectivas familias debido a que es sábado y se considera un día familiar, mientras que otros sólo corren de lado a lado en direcciones diferentes.
Al otro lado, las ventanas se abren y el chico que buscaba minutos atrás asoma su cabeza detrás de esta, tallando sus ojos lleno de pereza aspirando todo el aire que pueden sus pulmones. No me mira, en sí creo que ni siquiera se ha dado cuenta de que estoy aquí.
Coloco mis manos a los lados de mi boca para poder crear eco y aspiro todo el aire que me permiten mis pulmones para poder gritarle, mis labios se separan y cuando estoy a punto de gritar su nombre unos brazos le rodean por detrás, entonces el rostro de Jane se asoma sólo un poco y sus labios chocan contra los de Joel. Quedo helada observándolos a ambos, la respiración se me corta, tanto mi garganta como mi nariz se sienten oprimidas por algo invisible que me causa mucho dolor. Lágrimas comienzan a resbalar por todo mi rostro. —Esto debe ser una pesadilla—me digo a mi misma y me obligó a cerrar los ojos con la ligera esperanza de que en verdad es una pesadilla y que estoy pronto a despertar. Pero no es así.
Una sonrisa que abarca todo el rostro de Jane se ilumina y luego desaparece al verme. Su boca cae hasta el suelo y una mueca difícil de descifrar hace aparición en su rostro.
Jane suelta su agarre de Joel y este parece confundido, la mira de inmediato pero ella no lo mira a él, entonces él dirige su mirada a donde mira su chica. Ahora ambos me están mirando.
Joel se adentra a la habitación dejando a Jane parada frente a la ventana totalmente en shock por lo que supongo sabe que se viene luego de lo que he visto.
Hecha una furia entro en la habitación y cierro las ventanas causando un fuerte sonido tras de mí. Tomo las llaves de mi auto que se encuentran sobre el buró y camino fuera de la habitación, salgo a toda prisa del departamento importándome una mierda el atuendo que llevo.
Mis mejillas se calientan con cada lágrima que corre a través de ellas, me llevo las manos a la cara para quitarlas de mi rostro pero es algo estúpido porque no se detienen.
No logro entender cómo es que Jane pudo hacerme esto. Ella sabía perfectamente bien cuanto me gustaba Joel, desde muy pequeña me gustaba y ella era la única persona en la faz de la Tierra que lo sabía, si no se lo había dicho a Joel era porque no quería arruinar nuestra amistad y temía perderlo.
"Grave error ya lo has perdido" mi subconsciente ataca y da duro contra mi pecho.
Sostengo las llaves firmemente con mi mano izquierda mientras llamo al ascensor.
Pasan un par de minutos para que las puertas del ascensor se abran, estoy a punto de entrar cuando unos brazos me rodean, no veo de quien se trata pero reconozco su aroma.
Sus manos viajan hasta mi rostro obligándome a levantar la mirada y encontrarme con la suya, con todas mis fuerzas lo empujo lejos de mi alcance y salgo corriendo por las escaleras.
—Eres un idiota—grito a todo pulmón mientras corro escaleras abajo.
—Lo lamento. Rachelle detente—grita tras de mí pero no hago caso y continuo corriendo a toda velocidad. —Te estas comportando como una niña ¿lo sabes verdad?—espeta molesto.
—¿Te estas escuchando cierto?—gruño deteniendo mi paso. —Si te das cuenta que soy una niña—me detengo, las lágrimas no cesan y eso me hace sentir avergonzada.
—Por Dios Rachelle. Sabes bien a lo que me refiero—rueda los ojos.
—¿Quieres saber que sucede no?—pregunto y este asiente con la cabeza. Rio amargamente mojando mis labios para responder.—¿Por qué no se lo preguntas Jane? Quizás ella pueda decírtelo mejor que yo—doy vuelta de nuevo a mi cuerpo para continuar caminando, no miro su rostro pero estaría de más, lo conozco tan bien que es probable que su rostro deformado por la confusión.
Corro aun con el llanto que no se detiene, las lágrimas apenas me permiten ver mi camino. Él no parece seguirme, ni tampoco me permito mirar atrás para comprobar si lo hace o no.
Cuando llego al automóvil continúo llorando amargamente con el corazón hecho pedazos, por un momento creo que moriré de dolor, por ello debo doblarme un poco para recargar mi cabeza en el volante del coche. El cuerpo comienza a dolerme y la cabeza me está punzando debido a todo el esfuerzo que estoy haciendo por llorar tanto.
Doy un golpe al volante, luego otro y así hasta que mi puño duele y comienza a sangrar, realmente no me importa, el dolor que siento en el pecho es mucho más grande que sólo me hace querer arrancar el corazón de su lugar para lanzarlo lo más lejos posible.
Me cuesta tranquilizarme unos minutos, cuando lo logro con la vista borrosa por el agua salada que sale de mis ojos enciendo el auto y me voy. Me voy lejos con la idea de seguir mi instinto.
No sé a dónde me dirijo lo único que sé es que se trata de un buen lugar o eso es lo que imagino.
Detengo el automóvil. Miro nuevamente por la ventanilla y allí está el gran edificio color crema al que alguna vez Johan me trajo.
Camino dentro. La poca gente que permanece fuera me mira extremadamente raro, supongo esto se debe a mi pijama multicolor, amable doy una sonrisa a todas y cada una de las personas que pareciesen estallar en carcajadas en cualquier momento. También mi aspecto debe ser un motivo por el cual causo risas en esos rostros.
Dando un pequeño saludo al conserje, subo las escaleras mientras me lamento el no llevar zapatos, el frío piso duele y adjuntándole el cansancio es más pesado el poder subir.
Cuando finalmente llego arriba y luego de encontrar el número al que le pertenece, llamo a la puerta y espero con paciencia a que abran, demora un poco pero al cabo de unos minutos la puerta se abre y un Erick adormilado me mira completamente confundido.
Frustrada me abalanzo sobre Erick rodeándole fuertemente con mis brazos, dejando que nuevamente las lágrimas rueden por todo mi rostro, confundido me rodea con sus brazos tal y como yo lo había hecho momentos antes y con una de sus manos frota mi espalda tratando de reconfortarme.
Aún entre sus brazos me guía hasta la sala y me deja sobre uno de los sillones que se encuentran ahí.
Las lágrimas parecen terminar cuando él las aparta de mi rostro con su pulgar derecho, no dice nada.
Sus ojos están puestos en mi cuando finalmente dejo de sollozar y para eso ya han pasado más de 4 horas.
—¿Te sientes mejor?—pregunta con angustia. En sus manos descansa una taza de té la cual no ha dejado de ofrecerme en todo el rato que llevo aquí dentro.
—Eso creo—mi aspecto debe ser horrible.
—¿Quieres hablar acerca de lo que paso para que vinieras hasta acá de esa manera?—pregunta con sutileza. No quiero pero merece una explicación.
De verdad luce angustiado.
Con una mano entre las suyas logro contarle todo lo que ha pasado, cada palabra que digo el parece escucharla pero no dice ni opina nada, agradezco que sea así. Su atención es lo que realmente necesitaba.
—Así que ¿aún te gusta?—enarca una ceja.
—Creo que si no fuese así, no dolería como lo está haciendo ahora—me apresuro a responder.
Sonríe y aparta un mechón de cabello con una de sus manos de mi rostro.
—¿Crees que te merece?
Le miro. —No lo sé—respondo encogiéndome de hombros.
Asiente con la cabeza y se queda callado. Con una mano toma mi cabeza y en un solo movimiento me pega a su pecho, ahí me desmorono una vez más.
***
Pobre Rachelle se lo que es pelear con tus dos mejores amigos. Es muy doloroso xc esperó lo continúen disfrutando .
¿Qué harían ustedes si estuvieran en el lugar de Rachelle? ¿Podrían perdonar algo así?
No se olviden de votar y comentar.
—All the love ♥
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