El cielo antes de ella (parte 4)

— creí que jamás volvería a pisar este lugar...— murmuro Lucero mirando a su alrededor viendo como todos los sirvientes caminaban de un lado a otro para terminar los preparativos de la fiesta de que esa noche se llevaría a cabo por el décimo cuarto cumpleaños de Estrella, que después de tanta insistencia ambos padres habían accedido.

—si yo creí lo mismo cuando tu padre me echo a patadas de este lugar la última vez — corroboro Christian mientras abrazaba a Lucy por la espalda y besaba la mejilla de ella, lo cual le hizo sonreír.

—cierto. Aquí fue donde nos conocimos — asintió.

—sí, aún recuerdo a la molesta niña estirada que bajaba las escaleras sintiéndose superior que el resto.

Lucero alzo ambas cejas girándose para verle — ¡no era estirada! — protesto — además jamás te pedí que bailaras conmigo.

—no, pero tenía la obligación de hacerlo — recordó tomando la espala de la mujer acercándole un poco más a el mientras que con le sostenía de la mano comenzando a mecerse al copas de la música imaginaria — pero escucha!, ya no eres tan mala bailarina como solías serlo antes. Alzo una ceja — porque recuerdo que me pisabas los pies con frecuencia — se burló fingiendo molestia.

Lucy rio ligeramente siguiéndole el paso. — claro... Nunca fue mi intención pisarte — hablo con sarcasmo dándole un pisotón intencional — como justo ahora.

—ya ha pasado un siglo y aun necesitas lecciones de baile. Mi esposa es un caso perdido.

—sin mi tu vida seria aburrida — hablo orgullosa alzando sus hombros.

Su esposo le sonrió a la par que se detenía — sin ti mi vida sería un caos. — aseguro.

Lucy le sonrió y dio un casto beso en los labios de su esposo sin importarle que los sirvientes estuvieran al rededor.

— y sin ti, mi todo se derrumbaría — le abrazo recargando su cabeza en el hombro de el — promete que nuca vas a dejarme sola...— pidió en un murmuro y miro el collar de ópalo que colgaba de su cuello — promete que siempre estarás conmigo siempre...

Christian permaneció un momento en silencio pesando, solo beso la sien de su esposa y asintió — lo prometo.

—Este lugar es enorme.

Estrella miraba a su alrededor con curiosidad y la jovialidad de una adolescente.

Nathan caminaba cerca de ella, cuidándola como siempre.

—No ha cambiado nada desde la última vez que estuve aquí—murmuró él echando un vistazo al lugar.

La chica se giró a verlo sonriendo.

—¿De verdad no ha cambiado ni un poco?

Él soltó una pequeña risita.

—Ni un poco—respondió—De hecho, aquí se conocieron tus padres.

Estrella se giró a verlos con cierto brillo en los ojos.

—¿De verdad?

—así es — contesto Christian dándole una cálida sonrisa a su hija.

—de hecho — Lucy se separó de su esposo y comenzó a caminar hacia ellos — tenía casi tu edad.

Una maliciosa sonrisa se dibujó en su rostro

— tal vez en esta fiesta tu también puedas encentras tu lazo.

Christian frunció el entrecejo y negó — pero aun es una niña...

Lucy alzo una ceja y miro a su esposo — yo también lo era...

— sí, pero, nuestra hija es dulce e inocente y tú eres tú...

La mujer se cruzó de brazos y entre cerro sus ojos — ¿qué quieres decir con eso?

Estrella y Nathan se miraron y rieron por la escena de los padres de ella.

—Vaya, pensé que no volvería a verte aquí—los ojos azules claro de la mujer miraban a Lucero con cierto desdén. Su cabello rubio recogido elegantemente daba mejor vista de su rostro y sus finas cejas enmarcadas. A su lado una joven, que parecía ser la chica de compañía, arrullaba un bebé—Han pasado siglos, Lucero.

— vaya, no sabía que habían invitado hienas a esta fiesta — murmuro Christian entre dientes a lo que Lucy solo de dio un leve codazo en el estómago y forzaba una sonrisa en su rostro.

—... Edith— saludo sin saber que más decir.

La nombrada solo dio una sonrisa fingida que no duró mucho.

—Así que ella es tu hija menor—dijo mirando a Estrella, quien la miraba sin decir palabra—Y también veo que la mala hierba nunca muere—agregó mirando a Nathan.

Él solo permaneció impasible.

—No sabía que la familia del Ártico estaba invitada—dijo logrando no sonar irritado por la actitud de la mujer.

Edith alzó una ceja.

—Bueno, seguimos siendo una familia importante—respondió con arrogancia—Mi esposo no tarda en llegar...—miró a Nathan con malicia—¿Tu familia te acompaña hoy?

Estrella lo miró por acto de reflejo.

Él lobo solo esbozó una sonrisa educada.

—Me temo que no tengo ese placer.

Edith sonrió ligeramente. En ese momento el bebé que la chica cargaba comenzó a removerse incómodo.

—Nos vemos en la fiesta de esta noche—dijo a modo de despedida, no sin antes mirar a Estrella—Habrá muchos ojos sobre ti, linda.

Lucy miro a la mujer esperando a que se marcharla — quisiera envenenar su comida y ver como se retuerce — hablo entre dientes.

Christian le tomo de los hombros dándole un leve masaje a sus hombros — ya tiene tanto veneno en ella así, que dudo que le surja algún efecto.

Estrella permanecía en silencio. Nathan la miró de reojo y le dio un leve toque en la nariz.

—¿Dónde está su sonrisa, señorita?

Ella sonrió ligeramente.

—Aún no he visto a Luan por ningún lado—dijo mientras buscaba con la vista—¿Está aquí?

— debe de — murmuro Lucy — después de todo ella fue quien más insistió en esto...

— por qué no, mejor vas a buscarla?— propuso Christian.

—¡Buena idea! —sin previo aviso tomó a Nathan, que estaba a su lado, del brazo y lo llevó con él.

El rostro del lobo fue de sorpresa y confusión al principio, pero no se resistió.

—Supongo que los veo después...—atinó a decir mientras era llevado por la chica.

Ambos asintieron sonrientes.

Christian les observo por un momento al verlos irse, solo achico los ojos pesando, sin siquiera escuchar lo que Lucero le decía.

—Christian!...— exclamo moviéndole el brazo.

—si? — pregunto alzando una ceja mirándola.

—en que tanto pensabas? — pregunto divertida. Christian negó despreocupado.

—nada en especial.

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