El cielo antes de ella (parte 1)



Inglaterra - 1776

Las llantas del carruaje saltaban al momento de caer en los charcos de agua, y una joven rubia con el gesto fruncido y una mueca de disgusto en su rostro miraba por la ventana el cómo las gotas de lluvia bajaban y veía los relámpagos iluminar la oscuridad, tomo aire por la boca y lo dejo salir por su nariz de manera brusca.

el joven que estaba sentado a un lado de ella parecía estar más tranquilo, mirándole preocupado esperando a que su esposa se le pasara un poco el enojo que no se esfumaba desde hace casi un día entero. Desvió la vista a la beba que ella cargaba entre sus brazos que dormía tan tranquila ajena de la molestia de su madre y sonrió.

Él se acercó un poco más a ella y beso la mejilla de la mujer, Lucy solo alzo sus hombros y él sonrió tomando con cuidado el mentón de ella para que le mirara. Lucero tomo aire y lo soltó intento desviar la vista de él, pero le era algo casi imposible. el alzo las cejas y le sonrió cosa que también la hizo sonreír. No necesitaban hablar, era como si con el simple hecho de mirarla de dijera absolutamente todo.

—basta...— hablo a pesar que intentaba mantener la molestia latente en su rostro.

—hace catorce días que diste a luz a nuestra hija, enojarte no te ara bien tienes que tranquilizarte, aunque sea un poco.

—Christian. intento estar molesta con mi padre, en verdad. Para...— insisto deshaciéndose del agarre de el para volver su vista hacia la ventana. En ese momento los llantos de la criatura en sus brazos comenzaron a escucharse, Lucero solo la alzo y la arrullo tranquila comenzando a tararear una dulce melodía a la pequeña.

El bajo su mano y la dejo en su regazo y soltó el aire sonriente. Así era Lucy, cuando estaba molesta ya no había nada que la hiciera dar vuelta atrás la mayor parte del tiempo.

El carruaje de un momento a otro paro y Christian miro a través de la ventana

— iré a hablar con él, espera aquí.

Pidió a lo que ella solo asintió con la cabeza sin despegar la vista de la venta cosa que Christian acepto rendido, tomo un paraguas y se acero aquella casa subiendo las escaleras y toco el timbre esperando en la entrada.

No tardó mucho para que la puerta se abriera. El hombre pareció no entender que sucedía a primera vista. Miró detrás de la pareja hacía el carruaje, y después regresó la vista a ellos, deteniéndose a ver a la bebé en los brazos de Lucero y luego a Christian.

—Por todos los cielos...—dijo casi sin creer lo que veía—Pasen dentro, pasen.

Se hizo a un lado para dejar que pasaran a la calidez de la chimenea que estaba encendida.

Lucy entro mirando al suelo y comenzó a caminar de un lado a otro — en verdad detesto a ese maldito anciano. Ir a mi casa a reclamar la custodia de mi hija, así como así, ¿cree que después de todo lo que ha hecho con mis hijos voy a permitirle criar a mi bebe?, ¡está loco!, tal vez Randall este buscándonos, pero en este momento mi padre es el peligro. En verdad quisiera que simplemente desapareciera...

Christian como el joven a su lado movían la cabeza de izquierda a derecha siguiendo con la vista a la joven.

— vaya, Nathan cuanto tiempo. Es bueno verte de nuevo — hablo en voz fuerte para que Lucero escuchara.

La mujer paro en seco y giro a verlos — lo siento... — se acercó y sonrió — Nathan... Hola.

—Hace tiempo no nos vemos—saludó con una sonrisa entre destanteada y que pretendía ser tranquila—Puedo notar que las cosas no van mejor para ustedes—habló ahora mirándolos a ambos.

ella tenso la mandíbula — y tú?, ¿ya encontraste una esposa o sigues igual de solo?

—Lucero... — le reprendió Christian. ella rodó los ojos y volvió a la sala de estar tomando asiento en uno de los muebles.

— pido disculpas — hablo — ha estado tensa últimamente. su padre fue a JedeVae y nada bueno salió de eso. tuvimos que salir de ahí y no tenemos en donde quedarnos. queríamos saber si no te molestaría darnos la oportunidad de quedarnos algunos días en lo que encontramos otro lugar.

Nathan hizo un ademán para restarle importancia.

—Pueden quedarse el tiempo que necesiten—asintió amable—El único inconveniente, como verán, es que no hay servidumbre. Todo se hace a mano. Me ha costado un poco encontrar las cosas en esta casa tan grande, pero puedo ser de ayuda si lo necesitan—añadió. Miró a Lucero quien cargaba a la bebé—... ¿Cuál es su nombre?

— aún estamos en eso...— murmuro Lucero.

—ella estaba aferrada de que sería niño — Aclaro Cristian alzando sus hombros — así que Sirio ya no es una opción — sonrió divertido —...se llamara Estrella — resolvió.

—yo quiero que se llame Mayari!— renegó Lucero dispuesta a apelar.

—puede llamarse Estrella Mayari

Una ligera sonrisa apareció en el rostro de Nathan. Le daba alivio saber que ellos, a pesar de todo lo sucedido, estaban bien. Habían perdido el contacto por mucho tiempo.

—Estrella me parece bonito—comentó fugazmente mientras caminaba a las escaleras—Deben estar agobiados y cansados del viaje. Los llevaré a una de las recámaras para que descansen.

— gracias... — suspiro Lucero aliviada de escuchar aquello. Su esposo le miro algo preocupado.

— todo a los alrededores... ¿Ha estado tranquilo?, ¿alguna señal de exiliados por aquí?

Nathan negó mientras los conducía por las escaleras.

—Ha estado tormentoso estos días, supongo que eso les dificulta más encontrar rastros y esencias—dijo tranquilo. Las escaleras terminaron en una serie de anchos pasillos que, de no haber sido por la oscuridad y los rayos que entraban por las ventanas, hubieran lucido un poco más elegantes. Él los guio hasta una puerta de caoba que abrió con un ligero rechinido. Una cama enorme y adoselada tomaba la parte imponente de la estancia, rodeada de sus mesas de noche con sus respectivas lamparas de aceite y su alfombra a juego. Un gran ventanal abría la vista hacía el jardín delantero de la enorme casa y un balcón cerrado apuntaba hacía el lado oeste—Estarán bien aquí por un tiempo—aseguró—Ya nada tiene la refines de sus tiempos, pero está bastante limpio y habitable. Es lo mejor que puedo ofrecerles por ahora, lo lamento.

— es perfecta — aseguro Lucero en un asentimiento de cabeza — gracias por aceptarnos aquí, que descanses Nathan — hablo en tono suave observando los detalles de la habitación.

El anfitrión asintió.

—Cualquier cosa, mi habitación está al fondo. Que descansen— se despidió cerrando la puerta detrás de él.

Lucero camino hasta la orilla de la cama y se sentó soltando el aire mirando a la pequeña en sus brazos con angustia.

— todo saldrá bien — alentó Christian sentándose a un lado de ella besándole suavemente la sien.


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