CAPÍTULO 1
Cap 1
Años atrás…
–No voy a hacerlo.
–Lo haces tú o lo hago yo, decide.
–¡Es mi madre de quién hablas!.
–Para mí no es más que la hembra que no pudo darme un hijo con agallas.
–Eres un…
–Lo soy, te recuerdo, dónde estás parado y todo lo que ves es mío. ¡Este es mi imperio! ¡Y se hace lo que yo ordené!
–Me importa una mierda. ¡No mataré a mi madre!
–Bien, lo haré yo entonces. Quedarás desterrado, suerte con intentar volver.
Era una mañana fría, el viento era tan helado que calaba los huesos y un cielo lleno de nubes grises, nubes que acompañaban el invierno.
El aire pegaba en todas direcciones, se sentía como pequeños cristales golpeando la piel.
Mucha gente odia ese clima y prefiere los días soleados y calurosos, Isabella no; prefiere los días fríos, nublados o con lluvia, curiosamente la tempestad la hacen sentir paz, por eso ama está ciudad, pocos son los días que tienen sol aquí. Un grato gusto que compartía con Gabrielle, su abuela.
Hoy, no es un día que la haga sentir en paz, aunque sea su clima favorito.
De pie, frente a una tumba fría sosteniendo una sombrilla en la mano, refugiándose de las gotas de la lluvia que comienzan a caer, se encuentra Isabella Espósito, un lugar que creía lejano tener que pisar y que aún así el último año estuvo respirandole de cerca.
–Supongo que este es el adiós, Nona, ya no estás aquí y mírame, estoy hablando con una lápida fría.
Levantó la mirada para confirmar que sus amigos ya habían traído el auto y la esperaban. Dejó una última rosa sobre ese pedazo de concreto y caminó hacia el vehículo donde estaban de pie Alonzo, Alessia y Enzo.
–Isa, ¿Quieres ir a casa? —pregunto Enzo
Se quedó callada por un momento y giró la cabeza hacia la entrada del cementerio, pero no había nadie.
–No puedo creer que en un día así no esté contigo —dijo molesta Alessia.
–¡Ale! —exclamó Alonzo dándole un codazo en las costillas.
–Está trabajando, por eso no ha llegado —contestó Isabella evasivamente— Vámonos a casa.
–¿Pueden dejarme en el camino? Tengo que ir a trabajar —preguntó Alonzo antes de subir al coche.
Todos se dirigieron a casa de Isabella, dejando a Alonzo fuera del café.
Enzo estaciono el auto y bajaron para entrar a la casa de Isabella.
Los amigos de ella la aman mucho, unos incluso más allá.
–Prepararé un poco de té —dijo Enzo entrando a la cocina.
Ambas chicas tomaron asiento en la sala mientras regresaba su amigo.
–¿Te ha llamado? —pregunto Alessia.
–Solo por mensajes —respondió Isabella.
–Yo no sé que pasa por la cabeza de Donovan, mira que no estar con su novia en un día así. Es eso lo que tienes ¿Verdad?
–No, siendo sincera no es lo que me tiene inquieta.
–Sé que extrañaras a Gabrielle, pero aquí estaremos nosotros para que no te sientas sola.
–Gracias Ale, la verdad, la muerte de mi Nona me deja tranquila, ella ya no sufre, la voy a extrañar, sí, pero nos encontraremos algún día.
–¿Entonces qué te pasa?
Isabella soltó un pequeño suspiro
–Con todo lo del hospital, los medicamentos y el funeral me quedé con el agua hasta el cuello.
–¡Oh cariño!, ¿cuánto necesitas? Puedo hacerte un préstamo ahora mismo y no creo que Enzo y Alonzo se nieguen a ayudar.
–Es mucho dinero, tengo hipotecado el restaurante y la casa.
–¡Oh por Dios! Isa, en qué momento.
–Era necesario, Nona nunca lo supo, pensé que lograría salvarla, así que hice todo lo posible por ella. Ahora, lo que deja el restaurante no es suficiente para pagar la deuda, si dejo que me consuma lo perderé todo.
–Encontraremos una solución, no estás sola —Alessia tomó la mano de Isabella.
–Necesito un empleo, algo que me ayude a generar más. No quiero perder lo único que me queda. Todo el esfuerzo de mis abuelos, de mis padres. —se llevó la mano a la frente.
–Pues ahora que lo mencionas están solicitando una coordinadora…
–No trabajaré ahí —contestó tajante.
–Pero es un puesto líder —replicó Alessia.
–¿De qué hablan? –pregunto Enzo mientras cargaba una charola con las tazas de té.
–Isa necesita dinero porque hipotecó todo por la enfermedad de Gabrielle, en Zoar necesitan a alguien y la testaruda no quiere aceptar —responde Alessia.
–Isa no es así, no se vendería por dinero. Encontraremos otra solución —peleo Enzo.
–¿Ni siquiera si la suma anual rebasa los cuatro ceros?
–¡¿Qué?! —dijeron Enzo e Isabella a la vez.
–Con eso alcanzaría a pagar todo en poco más de 1 año —dijo Isabella.
–¿Qué clase de cosas tendría que hacer Isa para tener una cantidad así? ¿Revolcarse con media empresa?—preguntó Enzo.
–¡Oye! —reclamo Alessia— Te recuerdo que yo trabajo ahí.
–¿Y con quién te acuestas querida? —respondió Enzo.
–No empiecen por favor —dijo Isabella— Ale, sabes que te amo, pero no voy a acostarme con mi jefe solo para salir de deudas. ¿De qué va el empleo?
–Son un par de groseros —contestó ofendida— La chica que era nuestra coordinadora dejará el puesto en estos días…
–¿Por qué? —interrumpió Enzo.
–Está embarazada —respondió Alessia.
–Entonces ¿Se irá de incapacidad? —preguntó Isabella.
–No, fue despedida. Apenas se enteró el mes pasado de su embarazo y cuando el presidente lo supo pues la despidió —contestó Alessia.
–¿Qué? Eso es ilegal —exclamó Enzo.
–En Zoar Enterprise no, el punto es que, el puesto es más como la mano derecha del presidente, la coordinadora maneja a todas las asistentes, entre otras cosas —concluye Alessia.
Mientras estos dos debatían lo que era políticamente correcto o no en el manejo de Zoar Enterprise, Isabella se encontraba en un debate con su mente, si no aplicaba para entrar a Zoar podría perder la oportunidad de salvar su patrimonio, pero sí hacía la entrevista y se quedaba con el puesto sus problemas quedarían solucionados en 1 año.
¿De verdad estaba dispuesta a vender su alma para salvar lo único que le dejó su familia?
¿Aunque esto implique tener que venderse como si fuera un mueble?
No lo sé, recuerda que yo solo soy un espectador
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top