Capítulo 6. Creo que somos amigos


Today was a fairytale, you've got a smile... takes me to another planet



– ¿Pay de manzana? –

– No

– ¿Galaxia?

– No

– ¿Estrella? –

– ¿No tienes nombres más originales? – Magnus se quejó. – Juro que parece que nunca has nombrado a un caballo en tu vida. –

– Bueno, disculpa, – Alec contestó de vuelta, cruzando sus brazos de forma defensiva, pero viéndose algo avergonzado. – ¡Ya descartaste todos los nombres originales que te di! ¡Y eso fue hace una hora! –

¿Ya había pasado tanto? No podía creer que llevaba tanto tiempo con Alec discutiendo de nombres de caballos, teniendo una conversación como gente normal. Pero aquí estaban, un día después, esta vez sin Max, disfrutando de la compañía del otro. Algo que Magnus pensaba imposible.

¿Se estaban volviendo amigos? ¿Ya lo eran? Además, era culpa de Alec, si el diera un buen nombre, esa conversación habría terminado hace mucho. Lo que le molestaba a Magnus era lo mucho que estaba disfrutando el momento.

– ¿Cómo se llama tu caballo? – Alec le peguntó a Magnus, viéndole directamente a los ojos. – ¿El de la competencia? Quizá si me dices los nombres de algunos de tus caballos, entienda que te guste y me inspire...–

Magnus se sonrojó, recordando todas las burlas de Ragnor sobre Horrocrux. Pero se le pasó al pensar que era ridículo que alguien que quería llamar a un caballo "Ragnor Junior", se burlara de él. Quizá Alec no se reiría de él.

– Bueno, ese se llama Horrocrux, – Magnus comenzó, listo para atacar en caso de que el chico se riera de él. – También tengo uno que se llama Malfoy...–

– ¿Por Harry Potter? – Alec preguntó, sonriendo.

– No me juzgues, – Magnus le advirtió. – Crecí con esos libros.

– No te juzgo, lo prometo, – Alec le contestó, y Magnus entendió que su sonrisa no era de burla, si no de felicidad de conocer cosas que le gustaban a Magnus.

Realmente Alec estaba mal por Magnus. Este no había querido creerlo al principio, pero los sentimientos del chico parecían genuinos y puros... y eso le preocupaba. Alec no era un idiota que se mereciera que le rompieran el corazón. Pero, a pesar de que Magnus le había dicho que no podía corresponderle, Alec estaba ahí, haciendo todo lo posible por que esa amistad funcionara. No intentando nada más que una amistado con Magnus, respetando sus sentimientos y la distancia que Magnus había puesto.

– No puedo hacerlo, de hecho. No después de haber nombrado a mi yegua Eowyn. –

– ¿Cómo Eowyn del Señor de los Anillos? – Magnus recordó, sin poder ocultar su sonrisa.

– Si, – Alec contestó, encogiéndose de hombros y sonrojándose un poco. – No me juzgues. –

Ambos rieron de la situación parecida entre ambos, y su pasión por los libros.

– ¿Crees que haya algún mágico nombre que le quede a la bebé? – Magnus preguntó de repente.

El rostro de Alec se veía aliviado, el también había tenido miedo de que Magnus se riera del nombre de su yegua, aun sabiendo que Magnus había nombrado a él suyo también de forma parecida. Eso le hizo enojar a Magnus, saber que alguien se había burlado de Alec por eso, Alec no merecía burlas de nadie.

– No sabía que te gustaba eso, pero, que tal...– Alec lo pensó un rato, jugando de forma inconsciente con la manga de su camisa. – ¿Ilmare?

– ¿Ilmare? – Magnus intentó repetir el extraño nombre. – ¿Qué significa? –

Alec sonrió tímidamente. Dios, Magnus no debería estar pensando en lo linda que era su sonrisa. Magnus siempre le había encontrado atractivo, pero esa sonrisa era territorio peligroso. ¡Tenia una reputación que mantener!

– Significa luz de estrella, – Alec explicó, y de repente entró en pánico. – Se que piensas que estrella es poco original, pero Ilmare tiene su merito, ya que es en otro idioma, además su pelaje blanco con manchones grises, creo que parece una pequeña constelación. Si te parece mala idea no importa... quiero decir...–

– Alec, – Magnus le detuvo, sin pensarlo, poniendo su mano en la boca del chico. – Tranquilo. –

Alec se calló, sonrojado y mirando hacía donde estaba Sapphire, evitando mirar a Magnus. Eso pasaba a menudo, cada vez que Alec pensaba que había dicho algo que podía hacer enojar a Magnus. Y Magnus sabía que eso era culpa suya, tenía que dejar de ser tan grosero con Alec.

– Me gusta. – Magnus dijo. – Se llamará Ilmare. –

El chico sonrió como si Magnus fuera el sol. Claro, era un nombre raro, pero bonito. Y Alec se había visto tan vulnerable al dar el nombre, como si realmente le gustara, pero hubiera tenido miedo de decirlo, entonces, ¿Cómo podía negarse Magnus?

– ¿De verdad? – Alec no podía dejar de sonreír. – Me alegra que te guste. –

Se quedaron un rato en silencio, contemplando a Sapphire e Ilmare. Magnus no pudo evitar como el silencio entre ellos era cómodo, nada pesado. Ya no había más tensión. Como si el peso que habían estado cargando hubiera desaparecido.

– Creo que debo irme a casa, – Alec susurró después de un rato, quizá pensando que eso era lo que Magnus quería. – Le prometía a Jace que pasaríamos un rato juntos. –

Magnus frunció el ceño, la mera mención del rubio le ponía de malas.

– ¿Está celoso del tiempo que pasas aquí conmigo? – preguntó Magnus.

Alec dudó, no muy seguro de como responder. – Jace no sabe que paso tiempo contigo. No quiero que...–

– ¿Se enoje? ¿Crea que lo estas traicionando? – Magnus completó.

– Un poco de ambas, creo...– Alec susurró, incómodo por el tema de su hermano.

– Bueno pues lo siento, pero no pienso invitarlo nunca. Aunque se que tampoco el aceptaría. Me odia, – Magnus dijo.

– Tu también lo odias, – Alec apuntó.

Magnus resopló, dispuesto a defenderse y decir que tenía todas las razones del mundo para odiarle, pero se tragó sus palabras sabiendo que Alec simplemente había dicho un hecho, y no intentaba iniciar pelea.

– El inicio, – simplemente contestó, haciendo un puchero que probablemente no le hacía ver nada maduro.

Alec tardó en contestar, cuando finalmente susurro. – Si... yo... supongo que si. –

Magnus debió dejar el tema por la paz. No quería arruinar su nueva amistad con Alec, quizá era demasiado pronto para pedir una explicación por todos esos horribles años. Pero quizá no habría otra oportunidad... quizá esa amistad era solo algo temporal.

– ¿Por qué? – finalmente Magnus preguntó, bajito pero firme.

Magnus sabía que no era justo, pedirle a Alec que justificara las razones de su hermano. Si alguien debía disculparse, era Jace, no el chico que simplemente se había quedado a su lado durante todos esos años, aunque eso no volvía a Alec inocente. Pero ¿Quién lo era? Magnus también había iniciado varias de esas peleas.

Alec estaba intentando encontrar las palabras para explicar el comportamiento de su hermano.

– El día que nos conocimos, – Alec miraba fijamente a los caballos. – Ese día que todo comenzó, Jace estaba terriblemente celoso. –

– ¿Celoso? – Magnus preguntó, sin entender como alguien podía estar celoso de un niño que acababa de salir de un orfanato, se encontraba en un lugar completamente nuevo, con un lenguaje que a penas si podía entender y pronunciar.

– S, – Alec contesto. – Jace... te odiaba porque tu fuiste elegido y él no. –

Magnus seguía sin entender, más aún porque Alec seguía evitando su mirada.

– ¿Sabes el apellido de Jace? –

Magnus estaba a punto de contestar Lightwood, cuando Alec negó con la cabeza.

– Aun se apellida Wayland, – susurró Alec. – Como su padre, ¿y cual es el tuyo? –

Bane. Alec lo sabía. Como Jimmy, y como Anna una vez que se casaron. En el pasado, Magnus sentía su apellido como la única prueba de que pertenecía a esa familia. Ahora, simplemente necesitaba ver la sonrisa de sus padres para saber que esa era su verdadera familia.

– No te endiento...– Magnus admitió.

– Anna y Jimmy te escogieron, – Alec dijo con duda. – Siento si esto te hace sentir incómodo...–

– Alec. Esta bien, continua, – Magnus le interrumpió, girando los ojos.

Que lindo era, Magnus pensó. Alec siempre consideraba sus sentimientos.

– El papá de Jace era amigo de mis padres. Muy amigo. Cuando Michael murió en ese horrible accidente, Jace se supone que iba a entrar en el sistema de adopciones. –

– Pero no pasó, tus padres lo adoptaron, – Magnus contestó.

– No, no lo hicieron, solo lo acogieron, – Alec contesto, con algo de enojo en su voz. – Y solo porque Michel dejó en escrito que en caso de pasarle algo, Jace quedaría a cargo de sus mejores amigos. Si no hubiera sido por ese papel, Jace nunca hubiera sido acogido por mis padres, ellos lo hubieran dejado en el sistema, y Jace lo sabe. –

Alec se quedó callado un momento dejando que Magnus procesara la información. Magnus siempre había pensado que Jace era el niño dorado de los Lightwood.

– Jace lloró ese día, – Alec agregó, viendo sus manos, recordando. – El día que te conoció. Lloró, porque pensó que debía haber algo mal en el. ¿Por qué Anna y Jimmy habían adoptado a un niño que no conocían mientras que mis padres no podían adoptar al hijo del hombre que había sido su mejor amigo? –

De nuevo, Magnus no dijo nada. No sabía que decir... ni que pensar.

– No se porque Jace te dijo esas cosas horribles. Nunca me dijo. Pero creo... creo que solo intentaba hacerse sentir mejor. Convencerse de que tu no eras mejor que él, de que él valía... algo. Supongo que nunca supo lo dolorosas que fueron esas palabras para ti. –

Magnus solo asintió, sin responder. Quería gritar, decir que nadie debía sentirse mejor a expensas de la miseria de otro. Pero Alec no tenía la culpa. No podía gritarle a Alec lo que quería gritarle a Jace. Y en cierta forma, Magnus comprendía, ¿Cuántos años no había pasado preguntándose que había estado tan mal con él que sus padres biológicos no lo habían querido?

Pero el había superado esas inseguridades sin hacer sentir basura a nadie, sin tomar al niño más vulnerable que había podido encontrar y descargar su enojo con él.

– No te dijo esto para que sientas pena por Jace, – Alec dijo, después de un rato. – Es solo que... preguntaste. Y quería explicarte. Tampoco te pido que lo perdones. Eso... depende de ti. El no... no es un completo idiota. Pero se que tu no lo sabes, contigo siempre ha sido así. –

Magnus soltó una risa mordaz. Jace siempre había sido solo un idiota con él.

– Entonces hagamos un trato. – Magnus sugirió. – Sin importar lo que pase entre tu hermano y yo, esto... esto no va a cambiar... me refiero a ... nosotros. –

Magnus los señaló a los dos, mirando directamente a los ojos de Alec, quienes se iluminaron de felicidad. "No me mires así", pensó Magnus con desesperación, "no me mires como si te hubiera dado la luna".

– ¿Nosotros? – La voz de Alec sonaba tan esperanzada. Diablos.

Estaba haciendo todo lo opuesto a lo que se había prometido. Había prometido no darle alas a Alec, y eso estaba haciendo.

– Nosotros, – Magnus confirmo. – Sea lo que sea que signifique. –

– Okey, – Alec contestó, aun mirándole con adoración, y Magnus se sentía un cretino. – Creo que ya debo irme a casa, – finalmente Alec repitió, pero mirándole como si quisiera decir algo más.

– ¿Qué? – Magnus preguntó, intentando no sonar tan interesado en Alec.

Alec soltó las palabras de una forma demasiado rápida. – ¿Tegustaríaconocermiscaballosalgundía?

– Lo siento, ¿qué? – Magnus preguntó, sin poder entender porque el chico se veía tan nervioso.

Alec se pinchó su nariz, intentando controlar su respiración. Magnus se sentía tan asombrado de como podía convertir a Alec en una bola de nervios. Además de que no podía negar que Alec se veía realmente lindo nervioso y sonrojado.

– Deberías venir a mi casa, – Alec intentó decir más calmado, pero poniéndose nervioso de nuevo. – Quiero decir, no es una orden, ¡has lo que quieras! Pero quizá podrías venir a conocer a mis caballos, a Eowyn, Jace no estará mañana en la tarde así que pensé que... sabes que... olvídalo, es estúpido. –

– No lo es, – Magnus contestó, poniéndose de pie y tomando de los hombros a Alec, intentando calmarle. – Creo que es bastante amable, considerando que yo no lo he sido contigo. –

– Tenías tus razones, – Alec contesto, tímidamente. – Y las entiendo. –

Magnus se encogió de hombros sin saber que contestar. Sabía que tenía sus razones, pero también sabía que había juzgado a Alec demasiado rápido, y lo había encasillado junto a su imbécil hermano.

– Me gustaría conocer tus caballos, gracias, – finalmente Magnus dijo.

Después de eso, Alec casi salió corriendo del lugar, sonriendo de felicidad, pero obviamente sobrepasado por todos sus sentimientos.

Tan pronto como Alec se fue, Magnus tomó su teléfono y llamó a Raphael, necesitaba hablar con alguien.

– ¿Qué? – gruñó Raphael con su tono tan agradable de siempre para Magnus.

Magnus regularmente siempre le contestaba con un alegre "hola a ti también,", pero esta vez decidió saltarse las formalidades e ir directamente al punto.

– Raphael, – dijo, con un tono de horror en su voz. – Creo que me estoy volviendo amigo de Alec. –

– ¿Por esto me llamas? – Raphael suspiró intentando fingir molestia.

– ¡Si! – Magnus exclamo agitando las manos, aunque sabía que Raphael no podía verle. – ¿Qué no entiendes? ¡Me estoy volviendo amigo de Alec Lightwood! –

Raphael suspiro cansinamente de nuevo, y Magnus estaba seguro de que Raphael había girado los ojos. ¿Por qué su amigo no podía ver la seriedad del problema?

– Cat te dijo que era lindo, – Raphael le recordó, con la poca paciente que él tenía. – Me ayudo con una tarea. Siempre intentamos hacerte ver que no es mala persona, así que ya era hora de que te dieras cuenta, ¿no crees? –

Magnus gruñó, habría esperado un poco de apoyo de su mejor amigo, pero ¡Raphael estaba tan calmado! Como si hubiera olvidado que Alec y él solían ser enemigos, ¿Cómo podían ser ahora amigos?

– Se supone que debes decirme que esto es un desastre, – se quejó Magnus.

– Ambos somos amigos de Ragnor, – Raphael se rio. – No puede haber un peor desastre. –

Bueno, eso era cierto. Pero aun así.

Aunque, ¿Quién podía resistirse a esos bonitos ojos avellana y a su tierna sonrisa?

Definitivamente esto era un desastre.

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