Capítulo 15. Tarde de películas


Magnus tocó el timbre de la casa de los Lightwood, sintiendo como su corazón latía acelerado, rogando por que Alec fuera el que atendiera. Izzy y Max tampoco serían un problema. Pero no quería ser cordialmente invitado a irse a la mierda por Jace o sus padres.

En una mano cargaba una bolsa con un traste lleno de palomitas y una botella de vino el cual Jimmy juraba sabía delicioso. Una ofrenda de paz para Maryse y Robert, en esperanza de que no lo echaran al verle ahí. Aunque de todas formas Magnus rezaba por no encontrarse con ellos.

Además, en la bolsa de su pantalón traía dos condones. Anna le había uno, después de decirle que se quedaría a dormir en la casa de Alec, diciéndole un "por si acaso". Al parecer su padre había tenido la misma idea, ya que, al salir, le había dado un segundo condón, mientras le susurraba un "diviértete, pero protégete".

Magnus se había puesto rojo de la vergüenza. Pero amaba a sus padres.

Además, no era seguro que pasara eso. Que ambos estuvieran listos no significaba que fueran a tener sexo a la primera oportunidad. Bueno, más importante aun, no quería tener su primera vez con la familia de Alec en la habitación de al lado. Sería demasiado vergonzoso. Magnus sabía que podía llegar a ser bastante ruidoso.

Magnus suspiró aliviado cuando un guapísimo Alexander Lightwood le abrió la puerta. Su cabello aun estaba mojado, probablemente se había duchado, usaba una camisa blanca remangada y unos pantalones negros. Dios, esa camisa remarcaba los fuertes brazos de su novio. Alexander lucía como la definición de sexo andante, y Magnus no podía evitar babear.

– Me gusta tu camisa, – Magnus soltó, incapaz de dejar de ver el pecho de Alec.

– ¿Si? – Alec respondió, con una sonrisa tímida. – Izzy la escogió en la talla equivocada, me queda algo apretada. Aunque ahora que lo pienso, creo que lo hizo a propósito. –

– Que bueno, – Magnus suspiró. De repente recordando modales. – La botella es para tus padres. –

– Gracias, – Alec tomó la bolsa, y ambos caminaron hacía la sala.

Magnus siguió a su novio, intentando ver si había alguien más (como padres o Jace), pero no había nadie, el lugar estaba en silencio, excepto por una suave música que parecía venir del piso de arriba.

– Jace salió con Clary, – Alec le explicó a Magnus, notando lo que hacía. – Y mis padres no están. Cuando le dije a Izzy que vendrías ella... ella se llevó a Max al cine para que... para que... pudiéramos estar solos. –

Magnus sintió su corazón latir fuerte, sabiendo exactamente lo que Izzy había implicado... mentalmente le agradeció, tanto por la ropa como esto.

– Entonces, estamos solos...– Magnus susurró, con una mirada traviesa, que hizo sonrojar a su hermoso novio.

– Si, – Alec a penas pudo contestar, intentando controlar su voz. – Nadie nos interrumpirá durante la película. –

Magnus soltó una risita, pero solo asintió. No iba a presionar a Alec. Pero como si su novio pudiera leerle la mente, agrego.

– Lo que dije es verdad... La idea original es ver una película, todo lo demás solo es un bonus. –

– Lo sé, – Magnus dijo. – Suena bien una película. ¿Cuál recomiendas? –

Lentamente subieron las escaleras, mientras Alec daba algunas ideas de películas que podían ver. Hasta que por primera vez Magnus conoció la habitación de Alec, de ahí venía la música. Había un escritorio con varios libros apilados, un montón de fotos en las paredes de caballos, sus hermanos, y fotos de un pequeño Alexander sobre un pony, cargando premios de competencias.

Además de la suave música, Alec había cerrado las cortinas oscuras, dejando solo prendida una lámpara al lado de su cama, dándole una ligera iluminación a la habitación. Sobre la cama, había dos vasos de limonada, y Magnus ahí puso las palomitas.

– Hay helado en la cocina, si quieres, – Alexander sugirió.

– Por ahora con las palomitas, – Magnus le contestó, sentándose en el colchón y poniéndose cómodo.

No tardó mucho para que su novio se sentara a su lado, tomando una pila de discos para que Magnus eligiera alguna. Había desde películas de fantasía hasta comedias románticas. Magnus no se podía decidir. Finalmente eligió una película que no había visto llamada: "What's your number?"

Y Magnus continuaría sin verla.

Al principio, ninguno dejaba de moverse: primero estaban ambos acostados sobre sus estómagos, luego sentados de espaldas, y finalmente encontraron la posición correcta. Magnus terminó sentando entre las piernas de Alec, recargado sobre su pecho, con los brazos de Alec rodeándole la cintura. Magnus se sentía en el cielo.

El pecho firme de Alec le abrazaba en un cálido sentimiento, su cabeza encajaba perfectamente entre el cuello de Alec, ambos podían sentir las respiraciones tranquilas del otro... Hasta que Alec comenzó a mover sus manos.

Al principio eran inocentes toques en su abdomen, a veces jugando con el dobladillo de la camisa de Magnus, quien, sin poder detenerse, se giró en los brazos de Alec y le besó.

Sus labios sabían a palomitas y jugo de limón. Poco a poco, Magnus fue empujando a Alec hasta que este quedó acostado sobre su espalda, mientras profundizaban más el beso.

Sus manos comenzaron a acariciar el pecho de Alec, deteniéndose en los botones, con un poco de duda, y lentamente, abriendo el primer botón. Rompieron en beso un momento, Alec tembló ante el toque de Magnus. Y este no se quedó atrás, tomando el borde de la playera de Magnus.

– ¿Puedo? – Alec le miraba con ojos de deseo y amor.

– Si, – Magnus susurró, sin poder resistirse a ese hombre. Alec era suyo y solo suyo.

Todos sus pensamientos se detuvieron cuando su novio le quitó la playera. Magnus comenzó a besar el cuello de Alec, mientras este le acariciaba la espalda desnuda. Ambos explorando nuevo territorio, y tomándose su tiempo para hacerlo, besándose, tocándose, averiguando lo que al otro le gustaba, lo que les hacía temblar.

Alec jadeó cuando Magnus lamió uno de sus pezones. Magnus se encontraba en el regazo de Alec y poco a poco comenzó a moverse sobre él, cerrando los ojos al sentir olas de placer.

Después de varios toques y besos, ambos se quitaron los pantalones.

Alec estaba rojo como un tomate ante la intensa mirada de Magnus, y no podía culparle, probablemente el estaba igual, al encontrarse desnudo frente a su novio. Se sentía vulnerable, pero a la vez seguro porque estaba con Alec.

Sus dudas fueron despejadas cuando Alec sacó un bote de lubricante de su cajón, dejándole claro a Magnus lo que él también quería. Magnus también mencionó que en la bolsa de su pantalón traía dos condones.

– No tenemos que hacerlo, – Alexander le recordó, como siempre, dándole la opción a Magnus.

– Lo se, – Magnus le contestó, restregándose contra el miembro de Alec, haciéndoles jadear a ambos.

Magnus era un poco torpe, al no saber muy bien que estaba haciendo, pero Alec parecía disfrutarlo. Y cada vez que Magnus jadeaba, la mirada de Alec se volvía más oscura de pasión. Ambos no dejaban de empujar su miembro contra el del otro, creando una deliciosa sensación que los tenía perdidos de placer. Alec le besó salvajemente, enterrando sus dedos en los glúteos de Magnus.

– Más, – Magnus susurró, sabiendo lo que estaba pidiendo. No quería parar.

Magnus jadeó cuando Alec le obedeció, primero fueron unos dedos húmedos, y varios besos, una sensación ardiente pero un poco dolorosa, la otra mano de Alec sobre su miembro dándole un distractor de placer, relajándole, volviéndolo loco de placer, y estirándole poco a poco, preparándole para lo que seguía.

– Te necesito, – Magnus gimió.

Magnus se quedó sobre la cama, temblando ante la expectativa, y viendo a su novio buscar sus pantalones donde se encontraban los condones.

"Lo amo demasiado", pensó Magnus, cuando por la desesperación de Alec, casi tropieza, cayendo en la cama al lado de Magnus, y aprovechando para besarle de forma tierna pero apasionada. "Le amo", Magnus pensó, sintiendo como Alec le tomaba de los muslos, abriéndole las piernas para colocarse entre ellas.

– ¡Espera! – Magnus exclamó, sentándose un poco, y asustando a su novio.

– ¿Hice algo mal? – Alec preguntó con miedo.

– No, claro que no. Es solo que...–

– ¿No quieres esto? – Alec le interrumpió, tomando sus manos entre las suyas. – Porque está bien, te dije que no teníamos que hacerlo si tu...–

– Calla, – Magnus rio, intentando relajar a su novio. – Solo tengo que decirte algo primero. –

– O... okey, –

Alec se quedó callado un segundo, esperando a que Magnus tomara el coraje para continuar.

– Me conozco y se que terminaré diciéndolo en el peor momento posible, probablemente cuando mi mente este nublada por un increíble orgasmo, y no quiero que pienses que por ello lo digo, quiero decírtelo teniendo la mente clara y tu también. Te amo, Alexander. –

Magnus esperó muchos tipos de reacciones. Lágrimas, quizá besos de adoración, quizá hasta un poco de reproche por hacerse tardado tanto en decirlo... pero nunca espero que Alec soltara una risa.

– ¿De verdad? – Magnus no podía creerlo. – Te dijo que te amo y ¿tu te ríes de mi? –

– No, – Alec sonrió, dándole un corto beso. – Es solo que... ya lo sabía. –

– ¿Qué? – Magnus exclamó, tomado por sorpresa. – ¿Cómo? –

– Bueno, no estaba del todo seguro, – Alexander admitió. – Pero la forma en la que me veías... bueno, tenia mis sospechas. Quizá incluso desde antes de que tu te dieras cuenta. Aunque me alegra que ya estés seguro. –

– A mi también, – Magnus le dijo, enrollando sus brazos en el cuello de su novio y susurrándole. – Te amo. –

Lo hubiera repetido muchas veces más, si Alec no le hubiera atacado a besos, volviendo su cuerpo uno solo, sus corazones latiendo al mismo ritmo y sus respiraciones aceleradas, al compas del otro. Al principio no se movió, ambos acostumbrándose a las sensaciones. Poco a poco comenzó el lento compas, nunca dejando de verse a los ojos, memorizando sus expresiones.

La habitación se lleno de jadeos de placer, que se convirtieron en gritos cuando Alexander aumento la velocidad y la fuerza. Magnus sabía que no iba a durar demasiado. El placer corría por todo su cuerpo con cada embestida que su novio le daba. Sus cuerpos eran uno, llenos de amor y pasión.

Las embestidas continuaron hasta que ambos gritaron al llegar al orgasmo. Magnus inmediatamente se acurrucó en los brazos de Alec, jadeando contra su pecho, sintiéndose en total paz.

Su cuerpo temblaba de placer, y podía sentir el cuerpo de Alec temblando contra el suyo. Magnus tomó la sabana y cubrió sus cuerpos desnudos.

– ¿Estás bien? – Alec le susurró al oído, tan pronto como controló su respiración para poder hablar.

– Si, – Magnus le contestó, acurrucándose aun más cerca de su novio. – Perfecto. Un poco adolorido... pero perfecto. –

– Lo siento...–

– No lo sientas, – Magnus protestó. – Me encantó. ¿A ti? –

– Lo más increíble que he experimentado en mi vida, – Alexander le dijo. Con otra persona, Magnus le hubiera acusado de ser cursi, pero Magnus sabía que las palabras de su novio siempre eran genuinas y honestas, siempre decía exactamente lo que pensaba.

Magnus no pudo resistir darle un corto pero tierno beso, aun con el cansancio que sentía.

– Te amo, – Magnus le dijo, feliz de al fin poder decírselo a Alexander.

– Dilo de nuevo, – Alec le pidió, sonriendo sobre los ojos de Magnus.

Lo hizo una y otra vez. Alexander había esperado años para escucharle decirlo, años amando a un chico que lo odiaba, pensando que eso nunca cambiaria.

Se merecía escucharlo todas las veces que quisiera hacerlo.

El corazón de Magnus estaba lleno de amor por Alec, mientras le observaba dormir, aun con el susurro de un "te amo" sobre sus labios.

*

No supo cuando tiempo llevaban dormido cuando un golpe en la puerta les hizo despertar. Le tomó dos segundos darse cuenta que estaba en el cuarto de Alec, en su cama. Su novio también despertó, tomando el teléfono del buró para ver la hora.

La pantalla iluminó la oscura habitación, molestando los ojos de Magnus, quien logro ver que la hora marcaba las 1:01. Ugh.

– Vuelve a dormir, – Alec le susurró al oído. – Probablemente es Max... últimamente ha tenido bastantes pesadillas, y a veces viene conmigo. Dice que le hago sentir seguro. –

– Lo entiendo, – Magnus contestó, medio dormido.

Solo escuchó una risita de su novio, antes de sentir como este se levantaba, y después de un rato, como abría la puerta.

– Hey. –

Los ojos de Magnus se abrieron inmediatamente al reconocer la voz. De repente se encontraba completamente despierto, se sentó en la cama, cubriendo su desnudez con las sábanas.

– Jace, – Alec dijo fríamente, entrecerrando la puerta para que su hermano no pudiera ver dentro, solo asomando la cabeza entre un pequeño espacio entre la puerta y la pared – ¿Qué quieres? –

– Yo... yo, no lo... no lo se, – -Jace tartamudeó.

Su voz sonaba temblorosa, como si hubiera estado llorando, pero ... ¿El rubio era capaz de llorar? Magnus no podía sentir empatía por alguien que no solo le había tratado mal a el, si no también a Alec. ¿Qué rayos podía hacer llorar a una persona sin emociones como Jace?

– ¿Puedo... puedo pasar? – Jace le preguntó.

– No, – Alec respondió cortante. – Estoy desnudo y no estoy solo. –

Magnus sonrió con orgullo, sabiendo que Alec estaba dejando en claro la importancia de su relación a Jace.

– ¿Está aquí, cierto? – Jace susurró. – ¿Bane? –

– Su nombre es Magnus, – Alec dijo un poco enfadado. – Y es mi novio. –

Jace se quedó en silencio por un momento, probablemente procesando la información.

– Le conté a Clary lo que había pasado después de la competencia. Ella me dijo... que las cosas que te dije fueron horribles. Que te hice daño. Yo no me di cuenta...–

– Ese es el problema, Jace, – Alec le respondió nada amable. – Que nunca te das cuenta de las consecuencias de tus palabras o tus acciones, porque nunca lo piensas. ¿Cómo pudiste pensar que yo sería capaz de seducir a Magnus solo para que me prestara su caballo? ¿Solo para ganar? ¿Qué no me conoces? –

Jace susurró algo que Magnus no fue capaz de escuchar, pero este esperaba que fuera una disculpa. Se moría de las ganas de pararse de la cama y decirle unas buenas palabras a Jace, pero sabía que esto era algo que Alec debía hacer solo.

– Tienes que madurar, – Alec continuó, – Y comenzar a ver a Magnus como lo que es ahora, no como el niño de siete años que tuvo suerte de ser adoptado por una buena familia. –

Magnus se quedó sorprendido de no escuchar respuesta. Jace no contestó enseguida. Magnus entendía, la primera vez que Magnus había considerado dejar de odiar a Alec y comenzar a verle como la persona buena que era ahora, no había sido fácil. Olvidar diez años de peleas entre Jace y él no iba a ser tan sencillo.

– ¿Realmente le amas? – Jace pregunto, después de un rato. – ¿A él? ¿A Magnus Bane? –

– No lo digas así, como si fuera algo imposible, – Alec soltó.

– Pero... por años tu...–

– TU lo odiabas, no yo, – Alec decidió hablar claro. – Y ya estoy harto de quedarme a tu lado a pesar de tus errores. Amo a Magnus y él me ama. Y necesito que lo respetes. No tienes que entenderlo, solo respeta nuestra relación. No te pido que te vuelvas su amigo... simplemente que pares con tus groserías hacía él. –

Magnus quedó aun más sorprendido cuando Alec le cerró la puerta en la cara a Jace, sin esperar respuesta. Volvió lo más rápido posible a los brazos de Magnus, y se acurrucó contra él. Su rostro mostraba enojo, pero a la vez tristeza, después de todo Jace era su hermano y era obvio que no le gustaba pelear con él. Pero era algo que Magnus siempre supo que tenía que pasar si Alec quería que esto funcionara.

Ahora la decisión quedaba en Jace. Alexander ya le había explicado lo que Magnus significaba para él, era cuestión del rubio mejorar su comportamiento. Quizá Magnus también debía esforzarse un poco... quizá dejar de llamare rubio. Si Jace decidía hacer un esfuerzo, el también lo haría.

– ¿Estás bien? – Magnus le preguntó a su novio.

– Si, – Alec contestó. – Le daré tiempo para pensarlo. Espero que tome la decisión correcta. –

Magnus asintió. Por el bien de Alec, Magnus esperaba lo mismo.

– Sin importar lo que pase, tu lo intentaste. – Magnus le dijo, acariciando su cabello. – Te amo. –

– Yo también, – Alec sonrió. – Pero espera a la mañana cuando tengas que enfrentar a toda mi familia en el desayuno. Estoy seguro que dejaras de amarme, entonces. –

– No te preocupes, pienso irme por la ventana antes de que tu familia se despierte, – Magnus le dio, besándole en los labios.

Alec se rio ante eso, aligerando el ambiente que había quedado en la habitación por lo sucedido.

– Quizá la próxima tarde de películas deba ser en tu casa, – Alec sugirió, después de un rato.

Magnus asintió, de acuerdo, abrazándose más a Alec.

No podía esperar por otra "tarde de películas".



Nueva traducción Malec!!


Las aventuras entre Alec Lightwood, el amigable vecino Hombre Araña, y Magnus Bane, el famoso ladrón reconocido mundialmente, el Gato Negro, y sobre como poco a poco se va formando una bonita historia de amor en los tejados de las oscuras noches de Nueva York

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