Capítulo 14. Te quiero a ti


Si te hice daño no fue sin quererte sino sin querer


Poco a poco, Horrocrux fue disminuyendo el paso al llegar al claro donde siempre descansaban. El caballo se detuvo por completo, cuando Magnus no dio ninguna orden de dirección o de que hacer, simplemente caminó a su propio ritmo, mientras su dueño luchaba con las lágrimas, tanto por lo sucedido, como por el dolor en su tobillo y su muñeca.

Que estúpido era. Por algo el doctor le había prohibido cabalgar; el galopeo de Horrocrux mandaba golpes a todo su cuerpo, lo cual solo causó que su tobillo y mano le dolieran casi como el primer día. ¿Y si había empeorado su fractura?

Pero lo que más le dolía era su corazón. Las palabras de Jace no dejaban de resonar en su mente, y solo le hacían recordar las palabras de Camille "no eres lo suficientemente bueno para mi", ella le había dicho, trayéndole de vuelta el miedo que siempre había tenido desde que Alexander y él habían comenzado a salir.

Magnus sabía que eran verdad, no se merecía a Alec.

Pero lo que si sabía es que las palabras de Jace no podían ser verdad. El no sabía lo que Alec y él compartían, no sabía que Alec le amaba.

Así que pensando las cosas bien, Magnus sabía que Jace mentía. Alexander jamás le usaría de esa forma. Claro que se había ganado su confianza, pero eso había sido por la dulce y buena personalidad de Alec, llena de amor y amabilidad. En Alec, no existía la maldad.

Pero aun así lo que le dolía más es que Alec no hubiera dicho nada, que no hubiera defendido su relación.

Horrocrux se detuvo de repente, volteando al escuchar el ruido del galope de otro caballo. Magnus se abrazó a si mismo adivinando quien sería. Magnus se giró, viendo como Alec aparecía en el claro, montado por el caballo que identificó como Dandy, el caballo de Jace.

Y no pudo evitar sentir algo de alivio. Alec había ido por él.

– ¡Magnus! – Alec exclamó, con su rostro lleno de preocupación y miedo, brincando rápidamente del caballo, y corriendo hacía Horrocrux. – ¿No estás herido? – le preguntó ansioso, tomando la muñeca herida de su novio y examinándola como queriendo asegurarse de que todo estuviera bien.

– Estoy bien, – Magnus susurró, no seguro de si quería ese contacto. – No duele. Pero creo... creo que necesito bajarme. –

– ¿Puedo ayudarte? – Alec preguntó, mirándole con cuidado, como le solía mirar cuando a penas se estaban conociendo.

Como hace dos semanas. Hace dos semanas que Magnus odiaba a Alec tanto como a Magnus, que no le había creído a Alec sus sentimientos. Alec había sido tan paciente y cuidadoso con el, no queriendo acercarse demasiado para no asustarle, pensando que en cualquier momento Magnus podría volver a odiarle. Y Magnus odiaba recordarlo.

Levanto su pierna derecha y la pasó por el cuello de Horrocrux, lentamente, quedando sentado con las piernas solo de un lado, y recargando las manos en los hombros de su novio para ayudarse.

– Por favor, – Magnus susurró.

Alexander le sonrió triste y lleno de arrepentimiento. Puso sus manos en sus caderas y le levanto, haciendo que Magnus enredara las piernas en las caderas de Alec y enredando sus brazos en el cuello de Alec para mantenerse estable.

Se quedaron así en silencio, con sus frentes pegadas, disfrutando la paz de momento, la cual no duró demasiado ya que ambos sabían que debían hablar. Era inevitable.

– Lo siento, – Alec dijo, después de un rato, lleno de arrepentimiento.

– Bájame, – Magnus suspiró. – No puedo hablar así. –

Su novio asintió, hincándose lentamente, para que Magnus pudiera quedar sentado en el piso. Alec sabía que Magnus había quedado adolorido de la cabalgata con Horrocrux, así que después de dejarle ahí, Alec ató a Dandy y se dejó caer al lado de Magnus.

Ambos se quedaron en silencio, Alec mirándose totalmente arrepentido, pero sin saber como comenzar.

– ¿Por qué? – finalmente Magnus preguntó, viendo a los ojos de Alec. – Entiendo porque Jace dijo esas cosas horribles, pero tu...–

– ¡Lo que Jace dijo no es verdad! – Alexander se defendió inmediatamente, sin entender cual era la verdadera molestia de Magnus.

– Lo se, – Magnus contestó, sintiendo un nudo en su garganta que le hacía difícil hablar. – Pe... pero... tampoco dijiste nada. –

No se lo dijo, pero su silencio había dolido mucho más que las palabras de Jace.

– Magnus...– Alec suspiró, tomando la mano de Magnus y masajeándola. – ¿Recuerdas nuestra conversación el primer día en mi casa? ¿Cuándo te disculpaste por... por no darte cuanta que muchas veces intentaba defenderte y hacer que Jace se callara? –

Magnus asintió, recordando esa tarde en el granero. El día que se habían besado por primera vez. El día que ambos se habían disculpado.

– Lo hice de nuevo... ¿verdad?, – Magnus dijo, y Alec asintió

– No pensé que estarías escuchando, – Alexander admitió. – Así que pensé que lo mejor sería dejarle hablar, esperar a que terminara y luego dejarle las cosas en claro. Decirle que te amo, que lo que tengo contigo es de verdad... yo... siento si te hice sentir como que no me importaba, como que estaba de acuerdo con él. Por favor, Magnus, dime que no lo crees...–

– No lo hago, – Magnus le cortó, mirando sus manos entrelazadas. – Bueno, quizá lo hice por un segundo, pero... te conozco. –

Alexander suspiró, como si un peso de encima se le hubiera quitado.

– Gracias, – susurró, sus ojos se llenaron de lagrimas. – Cuando te vi irte... por un momento pensé que...–

Alec no pudo terminar la frase. Magnus le tomó de las mejillas, acariciando su rostro, el cual inmediatamente se sonrojó por su cercanía.

– No, – Magnus dijo con suavidad. – No huía de ti. Solo... necesitaba alejarme de Jace. –

– Lo siento, Magnus, – Alec le dijo, sonando tan desesperado. – Siento que te hubiera hecho daño de nuevo. –

Magnus negó lentamente. Alec no tenía que disculparse por su hermano. Jace era el que debía hacerse responsable del dolor que le había causado a Magnus. Además, Jace también estaba hiriendo a Alec al burlarse de su relación.

– No tienes porque disculparte, – Magnus declaró.

– Pero Jace...–

– Que tu hermano no sea capaz de comportarse como un humano decente, no es tu culpa, – Magnus contestó rápidamente, antes de que Alec siguiera disculpándose en nombre del rubio.

– Eso no quita que te haya hecho daño, – Alec dijo, mirándose arrepentido.

Alexander tenía razón. Hace muchos años que las palabras de Jace habían dejado de herirle, le enojaban y molestaban, pero ya no era el niño al que Jace podía herir con un par de insultos. Así que por primera vez después de tantos años, Jace volvía a hacerle daño.

Pero lo que Alec no sabía era la verdadera razón por la que sus palabras dolieron tanto... Como con esas palabras habían vuelto todas sus dudas y miedos... Quizá era hora de decirle a Alexander.

– ¿Sabes por qué me dolieron tanto? – Magnus preguntó, sin esperar respuesta. – Alguien me dijo una vez que yo no era suficiente, que no era suficiente como para hacer feliz a alguien. Y tengo miedo de que sea verdad... ¡Tu mereces tanto, Alexander! Mereces a alguien que te pueda hacer feliz. –

– Magnus...– Alec iba a protestar, pero fue interrumpido.

– Sabes sobre Camille, ¿cierto? –

– S... si, – Alec susurró dudoso, claramente incómodo por el tema.

Magnus sabía que era la primera vez que hablaban sobre ex, estaban en aguas nuevas. Claro, Alec no tenía ninguno, y Magnus tenía a Camille.

– Ella me engañó, – Magnus dijo. Alec no mostró ninguna sorpresa, Magnus sabía que toda la escuela, hasta los maestros, se habían enterado. – Ella me dijo que yo no era suficiente para hacerla feliz, por lo que tuvo que encontrar la felicidad en otra parte. Lo hizo sonar como si todo hubiera sido mi culpa. –

Magnus había quedado devastado esa vez. Ahora solo quedaba el enojo, por la forma en que Camille le había manipulado.

– Yo no soy así, – Alexander dijo, con determinación.

– Lo s...–

– Lo digo enserio, Magnus. Yo no soy ella y lo que tenemos no se parece en nada a lo que tu y ella solían tener. No tienes de que preocuparte. Yo quiero esto. Te quiero a ti. Y quizá a veces habrá momentos difíciles. Pero todo lo superaremos. Juntos. – la voz de Alec sonaba tan firme y segura.

¿Qué se supone que Magnus debía decir? Alec era su fortaleza. Magnus simplemente asintió, sin poder creer que tenía a alguien tan maravilloso en su vida.

Alexander siempre estaba dispuesto a luchar por él, a su lado, por un futuro juntos. El pensamiento llenó de felicidad a Magnus.

Magnus jaló a su novio de la camiseta para besar sus labios. Dándolo todo en ese beso, el amor que aun no se atrevía a confesar, su confianza, su arrepentimiento, su perdón. Y Alexander, como siempre, le recibió con el corazón abierto, enrollando sus brazos en el cuerpo de Magnus, gentilmente acercándose más y más.

Sin darse cuenta, poco a poco, Alec se fue recostando sobre el pasto, colocando a Magnus sobre él.

– ¿Estás bien? – Alec le preguntó, acariciando el cabello de Magnus.

– Si, perfecto. Solo bésame, – Magnus dijo, sin aliento, sintiendo el cuerpo de Alec contra el suyo.

– Sus deseos son ordenes, – Alec contestó, tomando el rostro de Magnus entre sus manos y besándole.

Sus labios besaron todo el rostro de Magnus, evitando los labios y haciendo que Magnus soltara un suspiro frustrado. Finalmente le besó, y ahí entre los brazos de Alexander, Magnus sentía como se enamoraba más y más, cada segundo que pasaba su amor crecía. ¿Cómo pudo haber negado ese sentimiento?

Magnus olvidó todas sus preguntas cuando sintió como un par de manos se escabullía por debajo de su camisa, acariciando su espalda, haciéndole temblar. Se sentía tan caliente, y comenzó a sentir como el miembro de Alec se movía contra el suyo.

Aunque ya habían estado en una situación parecida, esta vez sentía algo diferente. Ambos tenían más ganas y tanta necesidad por el otro. Sus manos exploraban el cuerpo del otro sin parar, las manos de Magnus acariciaban el abdomen de Alec, mientras que las de su novio llegaron a la hebilla de su pantalón. Magnus se moría de ganas por que se lo desabrochara, por sentir sus manos en...

Pero de repente las manos desaparecieron y Magnus soltó un quejido frustrado.

– ¿Por qué paraste? – Magnus gruñó. Aun podía sentir el miembro de Alec contra el suyo, y definitivamente se sentía duro.

– Porque se a donde nos va a llevar esto, – su novio contestó, sonriendo soñadoramente.

– ¿Y? – Magnus preguntó, de repente asustado. – ¿No quieres esto? Esta bien si no estás listo, yo no debí...–

Un pequeño beso le hizo detener su parloteo.

– Créeme, quiero esto. Pero también quiero una cama. No quiero hacer el amor por primera vez aquí, y frente a los niños. –

Alec señaló a Horrocrux y Dandy, quienes les miraban con curiosidad, haciendo que ambos soltaran un par de risitas.

– ¡Niños! – Magnus rio, rodando para quedar al lado de Alec.

– Es cierto, – Alec susurró, mirando a los ojos de Magnus. – Quiero que nuestra primera vez sea en una cama. Además, estás herido... una cama sería mucho más cómoda. –

Alexander tenía un buen punto. Bueno, no es que Magnus necesitara usar su tobillo para tener sexo, pero le encantaba que su novio le cuidara. Además, el también preferiría un colchón a el pasto. Sus espaldas lo agradecerían.

– Bien, – Magnus se quejó. – Ahora moriré de frustración. –

Alec rio, levantándose y ascendiendo su pantalón del pasto, para después ayudar a Magnus a levantarse.

– Creo que deberíamos volver a tu casa, – Alec dijo, riendo al ver como Magnus se quejaba, frustrado. – Tus padres deben estarte buscando, y ya casi es hora de la comida.

– Muero de hambre, – Magnus se dijo cuenta en ese momento, mientras tomaba las manos de su novio. – Tienes razón, debemos volver. ¿Me llevas? –

Sin dudarlo, Alec le tomó entre sus brazos y lo cargó hasta ayudarle a subir al caballo, acariciando a Horrocrux hasta que logro acomodarse.

– Prométeme que no volver a hacer algo así, – Alexander le dijo, mientras comenzaban a cabalgar a ritmo lento con Dandy y Horrocrux. – No quiero verte de nuevo herido. –

– Lo prometo, – Magnus contestó.

– Y por favor, siempre recuerda que te amo, – Alec le sonrió

Magnus sintió como su corazón se hinchaba de felicidad por la forma en que Alec le decía las cosas, sin rastro de duda, con el corazón en la mano.

– Lo prometo, – Magnus repitió, haciendo que Alec se relajara.

Cabalgaron en silencio después de eso, disfrutando de la paz del bosque. Era como si todo hubiera cambiado, las nubes hubieran desaparecido y todo estuviera bien.

– ¿Qué te parece una noche de películas en mi casa? – Alec le preguntó, una vez que llegaron al rancho.

Alec se bajo del caballo y se apresuró a ayudar a Magnus a bajar del suyo.

– ¿Así le diremos? – Magnus preguntó, alzando sus cejas, y lanzándole una mirada pervertida. – ¿Habrá una cama? –

Alec giró los ojos, aunque también sonrió

– Podemos empezar con una película, – Alec dijo. – Luego... ver a donde llevan las cosas. Puede pasar o puede que simplemente nos quedemos dormidos. No tengo problema con ninguno de los dos. –

– ¿Y tu familia? – Magnus preguntó, quería decir si, pero no quería meter a su novio en problemas.

– Izzy y Max no molestaran, bueno quizá solo un poco, – Alexander le dijo. – Mis padres y Jace... bueno, ya no me importa lo que piensen. –

– Acepto. Yo llevo las palomitas, – Magnus le contestó.

Realmente se moría de ganas por pasar la tarde con Alec, sin importar lo que hicieran al final, simplemente quería estar con su novio. Realmente había caído y muy fuerte.

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