Capítulo 11
14 de julio
Me aburre estudiar los mismo temas una y otra vez. Sí, todo me estresa, y sé que no debería quejarme tanto.
Después de varias horas, mi tutora entró al salón con la intención de revisar las mochilas.
—Una pregunta, ¿a qué se debe esta revisión? —consulté mientras alzaba la mano. Aquello me intrigaba.
—Sucede que encontraron un paquete usado de droga en el baño —respondió con firmeza.
Todos nos quedamos pasmados al escuchar tal declaración. Yo había estado investigando al respecto, pero nunca llegué a encontrar un sospechoso. No pensé que el asunto llegaría a oídos de ella, eso significa que la directora también tomará medidas, pero no es lo peor; ahora Los Cabecillas querrán que me encargue.
No supe qué pensar, necesitaba enfriarme la cabeza. Aceptaría buscarlos, pero le prometí a Yaiza que no volvería a hacer ningún trabajo de ese tipo. Tendré que hacerlo sin que se entere. Mi determinación de protegerla no ha cambiado, no puedo enredarla más en mis asuntos.
Después de la revisión, fui buscar a Los Cabecillas para informales lo que había ocurrido. Nuestro lugar de reuniones era una casa abandonada, aparentemente, ya que, por dentro estaba minuciosamente decorada. Encontré a Axel conversando con el jefe, lo cual me tenía sin cuidado.
—Sólo vengo a decirles que encontraron un paquete de droga usado en los baños de los varones —anuncié con voz impostada.
—Bien, Daren. Cumplirás con el trato y me traerás a los vendedores, así como a sus altos mandos. Terminaremos con este problema de raíz —me dijo con esa sonrisa cruel que lo caracteriza.
—Sí, jefe. Averiguaré quienes son los responsables de esto. Ya saben cuál es mi recompensa.
—Lo sabemos. Nadie se meterá con Yaiza, estará más que protegida.
No me quería hacerlo, pero no tenía más opción.
—Daren, otra consulta.
—Dígame —le indiqué mientras me recargaba en el sofá.
—¿Estás seguro de proteger a esa chica? —preguntó con curiosidad.
—¿Por qué lo dice? —Le dirigí una mirada gélida.
—Esa chica no sólo consumía tabaco, también utilizaba el cigarro electrónico, y tú sabes qué sustancia contiene, porque es algo que también nos dedicamos a distribuir a todos los colegios.
—No pensé que lo hiciera... —Estaba sorprendido.
—Voy a ser sincero contigo. Tú amaste a Vanessa de una forma excelente, a pesar de tu frialdad. Esa chica no lo vale... No lo digo para que vuelvas, sino para que te des cuenta de que no es lo aparenta. Dudo mucho que lo que sea que tengan termine bien.
—El hecho de que la haya consumido no significa que sea así, tal vez cambió su manera de ser. —Traté de defenderla.
No quería darme cuenta que Yaiza no era como las demás, pero la frase "Las personas no cambian, sólo fingen hacerlo" resonaba en mis tímpanos.
—Te darás cuenta cuando la conozcas bien y demuestre quién es en verdad. Sólo te pediré lo siguiente, Daren. No regreses a tu vida pasada si esa chica te hace daño. — Fue la primera vez que el jefe me hablaba en son de confidencia. No sabía exactamente cómo responderle.
—Está bien jefe, ahora si me voy. Tengo que ir con Harold a comprar algunas cosas —planteé.
Era raro que el jefe me diga algo como eso, pero tenía razón en una cosa: por nada del mundo volvería a ser como antes. Sabía que, si aceptaba, volvería a ser uno más de ellos.
27 de julio
Antes de venir al colegio, Yaiza me llamó para decirme que quería hablar conmigo sobre un asunto importante. Me temía que se hubiera enterado de mi investigación, aunque no me parecía razonable. Ella no es de inmiscuirse en mis asuntos. Me dirigí hacia un costado de la tienda del colegio, y vi que ya me estaba esperando. La notaba bastante ansiosa.
—¿Qué era esa cosa importante que me tenías que decir? —pregunté directamente. No planeaba demorar.
—Daren Mi tutora me preguntó si sabía algo sobre lo del paquete de droga.
Lo primero que se vino a la mente, fueron Los Cabecillas. Me puse súper nerviosa cuando quiso saber más y le mentí, no dije nada acerca de ellos. Pero
no sé si me creyó, temo que me pregunte de nuevo, no sé si pueda mentirle — confesó con voz trémula.
—Yaiza, no comentes nada más sobre eso. No puedes decir nada de lo que te conté, es bastante delicado. Aparte, Los Cabecillas te silenciarían.
—¡Daren! Me pones más tensa de que lo que ya me encuentro —exclamó.
—Tranquila, ¿sí? Averiguaré quiénes son los responsables de esto y no dejaré que nadie te haga daño. Te voy a proteger cueste lo que cueste —le aseguré, mirándola fijamente a los ojos y noté como su expresión cambió a una bella sonrisa.
—Gracias... Gracias por siempre cuidarme —me dijo con una voz tímida combinada con un toque de ternura.
—Tú tranquila, yo me encargaré de todo esto. Ahora ve a tu salón, te prometo que te mantendré al tanto de lo que pase —concluí mientras me alejaba.
Yaiza se quedó más tranquila. Me alegra que me haya contado esto, de otro modo, tal vez hubiera metido la pata y sería más complicado ayudarla. Puede ser que le dé un pequeño castigo por hacer tanto escándalo en el colegio.
6 de agosto
Después de tanta búsqueda, logré encontrar a los que vendieron la droga. Puede parecer extrañó imaginarlo, pero se trataba de algunos chicos del salón de Yaiza.
No sabía exactamente si estaban ahí para mantenerla bajo vigilancia o para disimular sus acciones, porque a primera vista, lucían como personas tranquilas y dedicadas al estudio. Pero yo iba a ponerle fin a todo eso, así los esperé a la salida. Ya tenía conocimiento de la ruta que tomaban, y los esperé en algún punto del camino para atraparlos.
—Al fin los encuentro —señalé, con una sonrisa forzada.
—Té eres... Así que te mandaron a capturarnos ¿cierto? —respondió uno de ellos.
Hasta acá percibía el olor a miedo que ambos emitían.
—Exacto. No es nada personal, sólo un encargo que me hicieron. Podemos arreglarlo de la manera fácil o de la manera difícil, ustedes eligen.
De un momento a otro, salieron varias personas a modo de refuerzo. Era de esperarse: nadie quiere la manera fácil. Como siempre digo, nada es fácil en esta vida.
»Qué estrés, supongo que será de la manera difícil. Nueve contra uno, ¿no les parece injusto? —cuestioné.
—Tratándose de ti, es injusto que peleemos sólo nosotros dos —comentó uno de los que había estado siguiendo.
—Se nota que saben quién ganará. — Para ser sincero, ya sabía que iba a ser yo, pero aun así quería que lo intentaran. Creo que el ego se me subió en ese momento.
Todos avanzaron al mismo tiempo, y me sentí acorralado por un instante. No tenía mucho tiempo, supe que tenía que acabar lo más rápido posible. Tomé a uno del brazo y se lo doblé para concentrarme en los siguientes, que intentaron darme golpe directo en las costillas y en el mentón. En un par de minutos, acabé con todos.
Ahora tendría que llevarlos con el jefe, lo cual me tomó unas horas. Nunca supe qué hacían con ellos, lo más probable que era que los mataran, pero ese no era asunto mío.
—Buen trabajo, Daren. —Me felicitó el jefe.
—¿Qué harán con las cuatro chicas que pueden hablar sobre ustedes? —Me refería a Yaiza y sus tres amigas, podrían delatarlos al tener algo de conocimiento. Yaiza era la que corría más peligro.
—No nos delatarán, pero en caso lo hagan, sabes que sucederá —Se mantuvo firme su respuesta.
—Las demás chicas no me interesan, pero ya saben lo que opino de Yaiza.
—Mientras no diga nada, todo estará bien. A menos que quieras enfrentarte a nosotros —advirtió.
—Ya conoce mi respuesta, si lo hicieron, aténganse a las consecuencias — repliqué con la misma seriedad.
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En la noche habría una fiesta a la que fui invitado. Pensé que era un buen momento para aclarar las cosas con Yaiza y también con Axel.
Para ser una fiesta privada, había demasiada gente. Como era de esperarse, invitaron a los estudiantes de otro colegio, pero eso no me importaba.
Harold me había acompañado, pues sabía mi objetivo y estaba de acuerdo con ello, aunque se burlaba de Yaiza por su forma de ser.
—Hola Axel, tenemos que hablar. —Se encontraba con Juan, otro de los integrantes, quien era temido por su habilidad con los cuchillos.
—¿De qué quieres hablar ahora, Daren? —Me clavó la mirada mientras se levantaba. Harold y yo éramos conscientes de lo que podíamos enfrentar al buscar a Los Cabecillas, pero ambos somos más fuertes que ellos.
—Seré claro —le pedí—. No me importa si ustedes están vendiendo en el colegio, ni si son más que nosotros. Lo que sí deben saber es que, si le ponen una mano encima a Yaiza, ya verán de lo soy capaz. —Juan se levantó rápidamente y sacó un cuchillo, pero Harold lo detuvo.
—Deja que termine de hablar, Juan.
—Bien, Daren. Entonces, si esta es tu postura, será un gusto tener que enfrentarnos a ti y a Harold —dijo mientras sonreía. Se acercó a mí con la intención de darme un golpe, sin embargo, lo agarré del brazo y lo aventé al suelo.
—El gustó será mío, Axel. Vámonos Harold, las cosas ya están claras.
Salimos de la fiesta y volvimos a casa. Ya había tenido suficiente de encuentros de este tipo en una sola noche.
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—Daren, ¿en verdad esa chica es tan valiosa para ti? —me preguntó Harold.
—Así es. No quería aceptarlo, pero me importa demasiado. Después de todo lo que pasó, no volveré a cometer el mismo error con ella. Si tengo que pelear contra Los Cabecillas para protegerla, lo haré, no dejaré que le pase nada. Voy a protegerla, así me cueste la vida.
—La diferencia con Vanessa es que hablas con mayor determinación, no sólo te importa.... Daren, estas enamorado de Yaiza —declaró.
—Ella es estresante. A veces se comporta como una niña inmadura que hace berrinche cuando no le compran su comida, pero se ve tan tierna... Ha pasado por cosas similares a las que yo viví, y creo que eso es lo más me gusta de ella: que es capaz de entenderme, que sabe cómo reaccionaría y qué pensaría ante alguna situación en particular. En poco tiempo ha llegado a conocerme casi a la perfección. Por eso la protegeré, porque me importa.
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