Capítulo XXI


Estaba en un abismo de oscuridad absoluta. Quise correr pero por más que lo deseará me fue imposible, el efecto de Ignis tardaba en sanarme y parecía consumir mi energía hasta el punto de agotarme con cada segundo que transcurría.

Sin duda no podía estar peor, sin armas era una completa inútil. Para mi desgracia y sin esfuerzo alguno Jack me tomó del brazo justo antes de que intentara dar marcha atrás y con gran fuerza estampó mi cuerpo contra un árbol logrando que se astillara ante el impacto y que inevitablemente un quejido se escapará de mis labios.

Cerré los párpados y alcé el rostro intentando respirar y contener la ira y frustración. Estaba a merced de Jack y no había escapatoria, escuchaba el crujir de las hojas bajo sus pisadas al acercarse y la brisa helada arremolinándose a mi alrededor...

¿Moriría?

Era lo más seguro.

—Mon cher ami... —Aquel característico acento fránces rodó por sus labios lentamente recordándome los tiempos en los que me derretía entre sus dedos como una idiota ilusa. — ¿Me extrañaste Evelin? — Desvié el rostro al percibir su cercanía. —Debo admitir que me sorprendió verte de nuevo... —Tomó un mechón de mi cabello y lo enroscó entre sus dedos. —Esperaba que estuvieras tres metros bajo tierra.

—Hierba mala nunca muere. — Le espeté con ironía. Abrí los ojos topandomé con su mirada rojiza y un gesto arrogante.

—Ni que lo digas. —Respondió al mostrarme su mano donde unas filosas garras se enaltecían. —La inmortalidad es un regalo exquisito ¿no lo crees?

— Pudrete. —La ira me estaba haciendo perder la paciencia, sin embargo esta fue sustituida por el pánico cuando aquel me tomó del mentón e hizo presión. — Voy a matarte.

—Ya estoy muerto Eve... hace años que lo estoy. —Poco a poco acortó la distancia de nuestros rostros y exhaló su aliento cálido sobre mis labios. — Sin embargo tú... No imagine cuanto podría extrañar el calor que emana tu piel, esa vitalidad que fluye por tus venas... — Dejé de respirar cuando sentí el roce de sus labios y nariz sobre mi mentón descender con una lentitud tortuosa y me estremecí cuando Jack adhirió su cuerpo helado al mío obligándome a quedar aún más incrustada al tronco de aquel árbol. —Cielos mon amour... eres tan suculenta.

Me mordí el labio cuando aquel sujetó mi nunca y deslizó su lengua sobre la clavícula mientras besaba la piel de mi cuello, contuve el aliento. Me removí inquieta mientras su otra mano se aferraba a mi cintura. Fue suficiente estímulo para tomar fuerzas y empujarlo, sin embargo él insistió en no dejarme ir.

—¡Sueltame! —Le exigí. Intentando moverme, fue en ese instante que me ví sujetada por unas ramas gruesa las cuales me inmovilizaron ante aquel bastardo. —¡Maldición Jack! ¡Detente!

— Vamos... —Se carcajeó volviendo a tomar mi rostro con brusquedad. —Antes no te quejabas... —Su voz adquirió un tono seductor mientras con una de sus piernas se colaba entre las mías logrando la tortuosa cercanía de nuestros cuerpos. — De hecho me suplicabas más... ¿Lo recuerdas?

Estaba a punto de mandarlo al infierno pero se apoderó de mis labios como un lobo hambriento, hasta que en una pequeña oportunidad pude morderle el labio con fuerza hasta hacerlo sangrar. Aquel nisiquiera se inmutó muy por el contrario sonrío divertido.

—Eve... Tan apasionada como siempre ¿Eh? — Escupió al relamerse el labio con sadismo, sus ojos se ennegrecieron cómo un abismo profundo y negro capaz de consumirse todo a su paso. — Eso me encanta.

No pude evitar que aquel vampiro me tomará con brusquedad y se fuera sobre mi cuello para hundir sus colmillos en la piel blanda. En seguida mi cuerpo comenzó a ceder ante un terrible agotamiento, podía sentir como Jack se nutría de mi sangre, de mi vida... Poco a poco fui cayendo a un profundo estado inconsciente, y cuando estaba por ceder alguien me tomó y me alzó a la conciencia un ángel negro cuya sonrisa enmarcaba una malisia que por un instante me aterró.

"La muerte no es una opción"

Me dijo justo antes de despertar.

Me ví aún adherida a aquel árbol pero libre de mis ataduras y de Jack. Con asombro lo pude ver a unos metros de distancia, de sus labios aún se mostraban los rastros de sangre y su mirada llena de incredulidad estaba puesta sobre mí, por su estado agitado pareciera que lo hubiesen estrellado con una fuerza descomunal contra los árboles. Trague grueso, cuando percibí el cambio, mis manos emanaban un aura violeta como especie de flamas y el tatuaje de mi muñeca se había extendido en una segunda línea.

¿Qué había pasado?

—¡Evelin! — Y aunque a lo lejos la voz de Vincent hizo eco en todo el bosque, ni Jack ni yo dejabamos de vernos en silencio, podía sentir como mis manos se movían solas destrozando los rastros de las ramas di unos pasos sin entender cómo era posible, no controlaba mis acciones. Pero cuando Vincent volvió a gritar y supe que en cuestión de segundos estaría entre nosotros aquello que me quitaba el control se esfumó dejándome libre. —¡Evelin!

— Maldición, Mon amour —Aquel se levantó sacudiéndo sus ropas para sonreírme. —Ahora más que nunca... Deberías ser mía... De eso no hay duda.

Nisiquiera me dejó terminar pues en un movimiento rápido dejo un beso efímero en mis labios antes de desvanecerse. Para cuando reaccioné Vincent y Destiny estaban frente a mí. Lo agradecí porqué alguno de ellos no dejó que chocara contra el frío suelo antes de desmayarme.

✶✶✶✶✶✶

— ¡Corre dulzura! — En medio de la espesa neblina que estorbaba mi campo de visión, la voz de Vincent Fontaine llego a mis oídos clara y precisa. — ¡Date prisa!

Sin embargo, era imposible saltearse las jodidas ramas que yacían en el suelo estorbando el paso. Maldije ante la estúpida idea de Vincent. Aquel bosque oculto tras la espesa y siniestra arboleada, en medio del friolento anochecer no era ningún lugar seguro. Lo escuché gritar mi nombre

— Eso intento ¡Joder! — Entonces grité cuando me tomaron de brazos y piernas unas ramas gruesas cuyas espinas filosas me rasgaban la piel hasta hacerme sangrar. —¡Sueltame... Con un demonio!

Luché hasta que me vi sometida y lo peor fue darme cuenta que mi cuerpo cambiaba hasta retornarme a la edad de 10 años. Alarmada llame a Vincent muchas veces, tantas que mi garganta se desgarraba siendo presa del agotamiento.

Pobre niña... ¿Estas asustada?

Fue como un destello de luz que aquella demonio de cabellos dorados y alas negras se posaba sobre mí. Llevaba consigo una lanza plateada con piedras rojas en su mano derecha. Su mirada rubí  con cálides estaba puesta  mi.

¿Quieres ayuda dulce Eve?

Tragué grueso al percatarme del fuego que se encendía en sus alas. Ella descendió hasta llegar a mí y extendió sus manos buscando tomar las mías.

Yo te liberare de las sombras Evelin... Yo te dare libertad mi niña. Susurró mientras las ramas comenzaban a hacer presión provocando el crujir de mis huesos grité y lloré ante el dolor. Sólo dame tu mano.

Sin embargo la oscuridad me absorbió junto a su sonrisa...

✶✶✶✶✶✶

Desperté con la luz de un ocaso agonizante reflejada sobre el parabrisas y el olor barato de pino, en seguida reconocí aquel vehiculo y suspire aliviada porque ya no estabamos en el maldito bosque y todo aquello de las espinas y la tal Grystel habían sido sólo una pesadilla. Tardé unos segundos en retomar conciencia absoluta y me sorprendí con todo el cuerpo aún entumecido seguro por la posición en la que había dormido, me reclamaba con dolorosas punzadas descansar en una mullida cama, sin duda había pasado una semana del asco y mi cuerpo me exigía a gritos un descanso.

— Ten. — A mi lado Vincent conducía con un gesto igual de agotado, los demonios no tenían necesidad de dormir pero la energía de su ser poco a poco comenzaba a menguar con cada enfrentamiento. Aquel de ojos negros me tendió una bolsa mientras me estiraba sobre el viejo asiento de cuero negro.

Sin duda este vehículo de pintura desteñida y velocidad promedió no se comparaba al auto último modelo que Vincent solía usar. Sin embargo, no habiamos tenido más opción que avanzar, pasar bajo la mesa mientras viajabamos con el objetivo principal de llegar a un lugar donde cruzariamos una de las puertas al infierno.

Fue buscando un atajo que habíamos caído en aquel bosque de porquería. Recordarlo hizo que miles de punzadas lastimarán mi cabeza y automáticamente acaricié mi cuello justo el lugar dónde Jack había clavado sus colmillos. Cerré los ojos y entre dientes maldije mi debilidad ¿Qué tal si terminaba volviéndome un vampiro?

— Descuida... Debes morir para que suceda la metamorfosis. — Vincent pareció leerme la mente. —Ignis te hace inmune al veneno de un vampiro Evelin.

Asenti no muy convencida. Un silencio largo y pesado se hizo entre nosotros. Vincent concentrado en el camino y yo pensando en Jack y lo sucedido, fue en aquel instante que la rubia de coletas llego a mi mente. Con rapidez me giré sobre mi asiento creyéndo que la encontraría dormida sin embargo no había nadie.

—¿Dónde esta Destiny?

Me apresure a preguntar, Vincent exhaló sin mirarme podría jurar que estaba al borde de caer dormido me sonrío de medio lado.

— Nos esperara en Aizther, fue la única ilesa de los tres.

No me sorprendía Destiny era letal, el arma más fuerte de Vincent. En cambio yo resulte ser un terrible peso para ellos.

Bufé.

¿Por qué me angustiaba serlo? ¿Acaso yo le pedí a Vincent que me dejara vivir en primer lugar?

Simple, de algún modo aquellos dos se habían vuelto una parte importante de mi vida, tal vez era una bastarda sentimental pero los consideraba algo más que unos seres de mente atrofiada. Por eso me sentía culpable.

Al parecer el demonio dentro de Ignis era quien atraía a una parte nuestros seguidores, la restante estaba en cacería por la cabeza de uno de los demonios más escurridizos. Sin duda alguna los cazadores de demonios junto a los chupasangre del clan Drygons resultaban una molestia inigualable.

— Pronto llegaremos a un motel, de allí nos faltaría poco menos de un día para llegar al umbral de Aizther. Necesito que comas y estes en buenas condiciones, débil no me sirves ¿entiendes?

Me señalo la bolsa asi que busqué dentro de ella y me topé con un emparedado y una manzana, no tenía mucho apetito.

— No tengo hambre. — No era para menos, la angustía me tenia el estómago revuelto. Además aunque lo disimulará había algo dentro de mí que luchaba por el control de mis acciones, cada vez era más difícil. Pero era algo que por ningún motivo Vincent debía saber.  — Joder, necesito dormir bien.

— Lo sé. — Aquel apretó el volante, dedicándome una breve mirada. — Tus heridas... — Humedecía sus labios antes de continuar. — ¿Ya están mejor?

Asentí me levanté la blusa y ante mi propia sorpresa noté el vendaje limpio entorno a mi cintura, la retiré creyendo que tendría una enorme cicatriz. Era impresionante como en unas horas las heridas de aquella espada se desvanecieron dejándo tenues vestigios. Incluso aquel demonio que me estudiaba con la mirada esta asombrado de mi recuperación.

— Cuando lleguemos podrás tomar lo que necesitas Fontaine... Asi que despreocupate. — Vincent se incómodo por la situación. No obstante sabíamos que mi energía vital se había vuelto su alimento.

El silencio nos envolvía de nuevo pero esta vez era producto del cansancio... Poco a poco nos acercabamos a un profundo abismo que tal vez nos consumiria por completo.

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