Capítulo XX
La noche lúgubre y tensa llego tan rápido como el disparo de un cañon al corazón de su victima. Aterradora y con una inmensa y misteriosa luna llena, que con su haz nos había guiado a través de un camino peligroso y sin vías de escape.
No tardamos mucho en darnos cuenta a donde fuimos a parar luego de abandonar nuestro anterior refugio. En un instante aquellos cuyos ojos rojizos y caóticos albergaban un apetito voraz, nos rodearón acechándonos como hienas hambrientas entre la misteriosa bruma que nos rodeó. Sin esperar instrucciones de Fontaine desenfundó mi arma revisando la recámara y verificando que estuviera perfectamente cargada.
Aquel demonio que caminaba en completo mutismo a mi lado alzó una ceja y sonrío de medio labio.
— Estas consciente que eso no será de mucha ayuda ¿cierto?
— No pretendo matarlos. — Le espeté con desgano mientras cerraba la recámara del arma. Estaba agotada física y mentalmente, mi humor estaba por el piso. Además no era idiota sabía a lo que me enfrentaba. — Una bala en la cabeza será suficiente distracción para huir.
— ¿Huir? — Aquel soltó una carcajada que me enervó la sangre. — Jamás creí que Evelin Rouge se retirase ¿Qué paso con tu sentido Kamikaze dulzura?
Bufé.
— Se fue al caño junto a tu cerebro, cariño. — Musité con sorna para luego reír cuando aquel arrugó el entrecejo. — Oye, aceptalo no fue una buena estrategia traernos a campo abierto genio.
— Mejor cuida tu trasero o terminaras en trocitos. — Chasque la lengua y él me sonrío al palmar mi hombro y colocarse enfrente. — Te quiero entera ¿me entiendes?
— Tsk... Como digas. — Me arrepentí cuando sentí su mirada de reojo filosa y con una advertencia silente de que debería callarme. — ¡Joder! Tu empiezas y luego quieres que...
De la nada Fontaine me tomó del brazo con brusquedad colocándose frente a mí mientras alzaba su propio brazo frente a nosotros, justo al instante que una especie de rama se enroscó en el mismo ejerciendo una fuerte presión.
— Vaya, vaya... Nos han encontrado. — Con una mirada de aquellos ojos infernales la rama se encendió en llamas intensas que arrancarón un alarido de dolor de lo más profundo del bosque. — ¡No les será tan fácil bastardos!
Una carcajada profunda se hizo escuchar como un eco tormentoso al tiempo que la neblina se tornaba más espesa. Fontaine me hizo una seña y alcé el arma colocándome de espaldas a él.
— Debemos salir a un lugar más amplío. — Percibí una de sus manos sobre mi cintura, enganchando un objeto a mi cinturón. — Si nos separamos sabes que hacer ¿cierto?
— Es matar o morir ¿no es asi? — Sentía una especie de emoción intoxicante recorriendo mis venas. No estaba preparada para morir, aún me faltaba joderle la existencia a Jack y en el proceso arrancarle la cabeza.
Sin embargo como si hubiesen escuchado nuestra conversación algo sigiloso y veloz se había enroscado entorno a mi tobillo, a duras penas alcancé a gritar el nombre de Fontaine cuando fui arratrada entre rocas y hojas, aferrada a mi arma y el instinto de sobrevivir.
— ¡Evelin!
Le escuché llamar cuando la luz de la luna fue absorbida por la oscuridad a un ritmo tan acelerado y doloroso que quise gritar... Hasta que se detuvo.
Con el silencio y un ambiente cargado de expectación en medio de un espacio rodeado por altos árboles. Sólo los latidos de mi corazón junto a mi pesada respiración eran audibles en aquella atmósfera. Me levante con el cuerpo desecho, heridas y arañazos eran vestigios de el trayecto por el cual fui arrastrada. Mi ropa estaba vuelta jirones y empapada con la sangre que emanaban mis heridas.
— Adoró el olor de una nueva presa. — Una voz femenina y repugnantemente melosa llegó a mis oídos junto a una risa socarrona que me irritó. — Entregate y seré piadosa, dame a Ignis y consideraré no desollarte viva.
— ¿Por qué no vienes a buscarla darling? — Idiota. Me mordí el labio ansiosa, tal vez resultaba una presa fácil para cualquier demonio pero no bajaría la cabeza ante esa arrogante. — ¡Sal ahora!
No esperé mucho de las sombras emergió una silueta de curvas pronunciadas, vestida con un traje gris de pantalón que se ceñía a su escultural silueta y enaltecía la voluptuosidad de sus pechos. Una piel tan pálida como la nieve y una mirada rubi junto a unos labios de tonalidad carmesíes, su cabello rubio corto enmarcaba su rostro delineado y altivo. Por un instante sentí envidia de semejantes curvas, y odie aquellos ojos que me observaban con superioridad.
— Evelin Rouge... — Sus pasos firmes se dirigieron hacía mi. — La vulgar ladronzuela que por azares del destino terminó por asimilar a Ignis. — Su mirada me recorrió de arriba abajo, e igual de rápido coloqué el dedo sobre el gatillo a la expectativa de algún movimiento cosa que no tardó en hacer pues aquella mujer llego hasta posarse frente a mí. — No veo cual es el interés en alguien tan mediocre.
Y sin mediar palabras... Alcé el arma y disparé a su vientre haciéndola retroceder. A pesar de saber que aquello no me salvaría tenia la intención que Fontaine escuchará todo el alboroto.
— Pues que te puedo decir linda... — Recargué el arma sin dejar de sonreír y mostrarme confiada mientras ella me observaba iracunda. — No a todos les gusta el silicón ¿me entiendes?
Le guiñe un ojo al referirme a sus pechos.
— ¡Estúpida zorra! ¿Sabes cuánto costo esté traje? — Una bruma oscura la rodeaba mientras de su boca unos colmillos se hicieron visibles, al igual que un par de alas negras y gigantes similares a las de un murciélago que brotaron de su espalda. Era una vampira, una enfadada vampira. — El consejo te quiere viva... — Confesó mientras sus manos era sustituidas por filosas garras. En su mamo derecha se materializó envuelta en sombras el brillo peligroso de una espada.— Pero no creo que les moleste que te arranque un brazo o una pierna ¿No lo crees?
«Genial... Debí pensarlo mejor.»
Retrocedí cuando aquella se lanzó por mi cabeza. Quizás no era tenia grandes habilidades o poderes místicos, pero luego de enfrentar a tantos mounstruos me había vuelto buena para evadirlos y salir ilesa.
«Debo estar calmada y buscar la oportunidad.»
Me repetí mientras daba un salto esquivando y retrocediendo justo a tiempo de que aquella vampira repleta de silicón inscrustará el filo de su espada en la corteza de un viejo roble para mi suerte tuve el alcancé para girarme y disparar en el ojo izquierdo, dejando la cuenca vacía y arrancándole un alarido de dolor.
Era mi oportunidad. Corrí tan rápido como me daban las piernas hacía el lugar de donde me habían arrastrado o eso creí. Escuchando las maldiciones que me eran dirigidas y percibiendo la amenaza a mi espalda.
«Vincent... ¿Dónde carajos te metiste?»
Fue imposible mantener el ritmo y poco a poco cedí al cansancio. Unos segundos despues me refugie en el hueco de un grueso árbol inmenso. Me apoyé en él e intente tomar oxígeno a mis pulmones, deslize mi legua sobre mis labios humedeciéndolos y mire como las heridas de mi cuerpo ya estaban siendo cerradas e Ignis comenzaba a unir los tejidos, sentí alivio por un instante hasta que de nuevo me ví arrastrada.
— ¡Demonios! — Mi suerte de mierda era refrescante. Pues no se en que momento dejé caer mi arma. Terminé colgada de cabeza frente a la vampira que se mostraba muy irritada. De su ojo aún brotaba sangre y esté recien acababa de regenerarse — Mi suerte apesta.
— Eres una idiota pequeña basura. — Aquella me tomó del cabello con rudeza. — Vas a pagar esto. — Señalo su ojo.
— Creeme ahora luces mejor encanto. — No fue muy buena idea mi comentario, aquella haló con fuerza mi cabello y no pudé evitar gritar; luego me abofeteó arañandome la mejilla con sus garras en el proceso.— ¡Mierda!
La rubia comenzó a reír de manera siniestra al momento de levantar su espada y hundirla sin compasión en mi abdomen, un dolor insoportable que siguió del sabor metalico que recorrió mi garganta.
— Es una suerte que puedas regenerarte... — Retorció el arma con malicia. — Te haré sufrir... Suplicar porque te mate.
Cerré los ojos cuando ella sacó la espada y quise retorcerme pero me fue imposible. Esperé un nuevo golpe, cuando una rafaga arrastro a aquella sádica vampira lejos de mí.
— ¡Eve! No te ves muy bien.
Tragué grueso al toparme con un par de ojos azules y una sonrisa entretenida que no sabia si debia temer o alegrarme.
— ¿Des...Destiny? — Su nombre brotó junto a un hilo de sangre que se deslizó por mis labios. Con un corte preciso de su propia espada aquella rubia de coletas me liberó sujetándome para no dejarme caer. — ¿Cómo...?
— Shhh dejame ver — Terminó de rasgar mi blusa dejando al descubierto la enorme y profunda herida. — Vaya... la hiciste enojar.
No respondi porque esperaba que aquella chica estuviera molesta, que quisiera descuartizarme... Sin embargo, alli estaba auxiliandome como siempre. Quisé preguntarle que hacía allí pero nos interrumpieron. Ella se giró bloqueando con su arma el filo de la espada ajena.
Destiny me dio a entender que me mantuviera al margen mientras ella se disponía a luchar.
—Procurá recuperarte pronto y vete de aqui... busca a Vin.
Me grito cuando volví a escuchar el choque del acero. Retrocedí rogándole a Ignis que se diera prisa. Bajé la mirada ahogando una queja.
—Rizabeth Drygons... — La voz de Destiny adquirió un tono divertido. Ambas se separaron tomando una distancia considerable. — Siglos sin saber de ti... Crei que los Drygons ya te habrían eliminado de sus filas.
—Destiny... Pensé que habias dejado de ser la perra faldera de Fontaine.
Ambas se observaron con una arrogancia y rabia que sentía las chispas en el aire.
—No... Vin, Vin es un amo excelente. — Destiny imitó el ladrido de un perro y casi muero de risa ante la cara de la tal Rizabeth. — A diferencia del tuyo que sólo te arroja migajas.
Un segundo de silencio y ambas rubias se arrojarón a un nuevo choque de fuerzas. Respiré hondo y me levante. Destiny a lo lejos golpeó a su contrincante con brutalidad y me guiño el ojo, pude leer de sus labios: "¡Huye!". Confiaba en ella y su fuerza, como pude comencé a correr torpemente... Hasta que choqué de frente contra un cuerpo firme.
-¿Te vas tan rápido mon amour? — Enmudecí ante la voz y la mirada profunda del ser al cual iba dirigida toda mi ira.
—¿Jack? — Aquella noche se tornaba más jodida de lo que era...
Reí con ironía... mi suerte realmente apestaba.
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