Capítulo XVII
Interrupciones
»Sus manos encendían mi piel como lava, al ritmo que subían y bajaban por mis piernas, mientras se apoderaba de mi boca sin darme espacio a pensar...
Estaba atrapada entre la suavidad de aquella infernal cama y la dureza de su fornido cuerpo, estaba embriagada ante la fragancia varoníl de aquel demonio y no deseaba escapar...
Por primera vez... Deseaba entregar mi alma de lleno a Vincent Fontaine. Una sensación inexplicable que me confundía enormemente...
¿Cómo demonios llegué a esta situación?
Separo su boca de la mía, intentando recuperar el aliento; con sus ojos pérdidos en deseo. Sentí como acariciaba mis mejillas y mis jadeantes labios, para luego deslizar sus dedos hasta mi clavicula, tomando entre sus dedos algo... Un cordon negro que alzó ante mis ojos con sumo cuidado dejando a mi vista un dije bastante familiar....
"¿Desde cuando yo uso...?"
— Pronto... Serás libre, lo prometo.
Estaba por darme otro beso, pero apenas tocó mis labios se desvaneció como si nada y un terrible dolor se apoderó de mi pecho, cerré los párpados por instinto y al abrirlos Blake me observaba en lugar de Fontaine, sujetando mis muñecas y con gesto vacío.
— ¿Estas pérdida...?
Y lo siguiente fue un peso en mi pecho y una lágrima ajena en mi rostro«
......
— ¡Mierda!
De un momento a otro pase de estar en el sofá a caer duramente al suelo despertando agitada y con el sudor recorriendo mi cuerpo.
Me senté en el piso masajeandome el costado derecho intentando menguar el dolor de la caída estaba tan confundida. Aún podía sentir el tacto y los labios de Fontaine sobre los míos y peor aún la fría y acusadora mirada de Blake. Aquello había sido tan real.
Tardé un rato en levantarme y reconocer el desastre que era mi departamento. Restos de comida y dos botellas de Vodka que antes habían estado sobre la mesa ahora estaban en el suelo, bufé ante la escena e intenté recoger algunas cosas. A pasos torpes y lentos fuí a la cocina a preparar una taza de café. Debía dar gracias que Destiny, Fontaine y al mismisimo Blake por no haber aparecido en mi puerta.
Transcuyeron un par de semanas desde la última visita de Blake, mi cuerpo se había recuperado por completo y por primera vez en meses me sentía descansada. La única queja eran los sueños tan raros que tenía con Vincent. Suspiré al sentarme en un taburete y dejar reposar mi cabeza sobre el mesón de la cocina.
— Joder. Debe ser una broma... Si. Tal vez enloquecí.
Dirigí la mirada hacía el sofá y mi mente se imaginó a un arrogante y tentador Vincent, guiñandome el ojo divertido. Sacudí la cabeza de forma desesperada.
Tenia dos opciones: asumir que el Vodka seguía en mi sangre y me hacía pensar estupideces o que realmente estaba enloqueciendo.
Últimamente me era imposible no pensar en el demonio de ojos negros y más aún porque esté no había dado ni una señal de vida, eso era lo más raro. No obstante era un alivio en cierta forma.
Me serví el café y a pesar de lo caliente dí un gran sorbo que me reactivo. Caminé hasta mi habitación sacandomé en el camino los shorts de blue jean y la amplia camiseta de "Cannibal Corpse".
— Vaya ¿cuantas veces te he dicho que mantengas limpio este chiquero?
Dí un sobre salto ante aquel comentario y me tensé por completo frente a mí, sentado comodamente en la cama se estaba el mismisimo dueño de mis tortuosos sueños, sujetando un cigarrillo y uno de mis brasieres color turquesa.
— ¿Fontaine?
¿Acaso mi mente seguía jugandome bromas?
¿Cómo rayos entro sin que lo notase?
Él soltó una carcajada dejando una lijera estela de humo, sin apartar esos ojos negros de mí.
-¿A quién más esperabas... Evelin?
Inquirió con gesto curioso. No supe porque pero su tono insinuante me dio mala espina. Dejo a un lado mi brasier y se levanto, llevaba de manera galante una camisa vinotinto y un pantalón negro. Mantenía una sonrisa a medio labio seductora. Por un instante las imagenes del sueño de anoche llegaron a mi cabeza.
«¿Qué mierdas...?»
Negué intentando calmar lo acelerado de mi corazón sin embargo; pudé notar una sonrisa pícara por parte de Fontaine.
Enarqué una ceja y coloqué las manos en mi cadera debía mostrarme normal, aunque aquella visita inesperaba me estaba impacientando.
— A nadie. Me sorprende verte aqui. ¿Conoces lo que es la privacidad?
Se acercó con mucho sigilo, dando una calada a su cigarrillo. Ignorando por completo la pregunta, me observó de arriba hacia abajo deteniendose en mis pechos. Me sentí intimidada asi que tomé la camiseta del piso colocandomela de nuevo, eso provocó que me viera de forma extraña.
— Deja de verme así idiota.
Arqueó una ceja y sus facciones se mostraron divertidas.
— ¿Nerviosa... Evelin?
No estaba para juegos, necesitaba alejarme lo más posible de Fontaine y él parecia querer lo contrario e intento arrinconarme con su cuerpo, no obstante como pudé lo empuje.
— Dejate de juegos... Y dime ¿qué demonios quieres?
Dió un paso atrás.
— Que aburrida eres Eve.
Bufé irritada.
-Pudrete.
Extrañamente Fontaine no pareció molestarle aquello, lo cual era preocupante. Por el contrario aquel demonio se alejó y centro toda su atención en el pequeño y viejo ventanal de mi habitación, dejando un incomodo silencio.
— Bien, seré directo... ¿Has tenido contacto con alguién del cual deba saber?
Un sudor frío recorrio mi nunca, ante el tono de voz contenido de ira. Fontaine ¿me habia descubierto?
— ¿Tal vez... alguna alimaña que ha estado rondandote?
«Blake.»
Fontaine posó sus ojos amenazantes, buscando extraerme palabras que se quedaban atoradas a mitad de mi garganta.
— Dime Evelin ¿Qué parte de "me perteneces" no ha quedado claro?
Paso un instante de completo silencio, sin embargo, un ruido nos alerto y en cuestión de segundos Fontaine se abalanzó sobre mí, tanto fue mi impresión que ambos caímos de bruces al piso con un montón de trozos de cristal. Ne llevé el impacto de lleno y fuí aprisionada por su gran cuerpo.
— ¡Maldita sea!
Escupió aquel dedicandomé una rápida mirada a mi y luego al enorme agujero que se había formado en la ventana. Lo que sea que impacto el cristal, estuvó a punto de volarle la cabeza a Fontaine.
— Esto... No terminará bien para ti dulzura.
Me quedé estática en el suelo, sin creer lo que escuchaba.
«¿Acaso Fontaine pensaba que aquello era cosa mía?»
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