CAPITULO 9

MARLY

No me aguanté y sentada desde mi pupitre, me di vuelta hacia el chico villano que amo y sienta detrás mío, aprovechando que el profesor muy concentrado no dejaba de escribir en la pizarra.

- ¿Todo bien en tu casa y con tu papá? - Le pregunto en voz baja y su ceño que jamás dejó de dibujar esas arruguitas, lo hacen más ante mi pregunta.

- ¿ Por qué deduces o mejor dicho crees que mi ausencia es por eso? - Aunque apostaba mi mesada del mes que y ante mi duda, iba a recibir su peor cara de mierda diciendo con subtítulos en su sexi frente un, qué te importa de su parte.

Me emociona que me responda y lo señalo como siempre con un dedo enamorado.

- ¿El poder del amor? - No dudo y muy convencida, cosa y que resulta por mas que lo dije en voz baja, su amigo Iván lo escucha como su compañero de banco, haciendo que rían y la clase se de vuelta por eso curiosos y sin entender.

- Voy a pedir una perimetral. - Son sus únicas palabras y respuesta a mi obsecuente y sincero amor por él, causando ahora que todos rían, ya que Hades ni se molesta en decirlo con voz normal, regresando muy natural a su cuaderno de estudio y seguir escribiendo lo de la pizarra.

HADES

La risa que nacía desde mi estómago a duras pena pude disimularla ante la respuesta de ayudante de santa por su amor por mí, y que jamás disimuló.

Y esquivé su mirada cuando choqué contra esta.

¿Por qué?

Simplemente, porque si no lo hacía como lo venía haciendo hasta ahora, yo iba a sucumbir en ella y por ahora, nada bueno iba a salir de todo eso.

Declinaría y eso a su vez, haría que Marly tuviera que ceder a mí.

Ante mí...

Y Marly en este momento, solo tenía que ser un centro de adoración secreto.

Solo eso.

Como un templo.

Un templo sagrado para mí.

Muchas cosas no sabía, ni tampoco en sus mejores sueños podía llegar a imaginar hasta lo colateral de estos.

Al igual que si estaba acá, era absolutamente por ella y por ende, frente a mi indiferencia o subestimación de mi parte.

Cristo...

Yo, moría por dentro y mentalmente la envolvía de docenas de disculpas internas por ser así.

Todo tiene un motivo, me lo repito cada día y por eso, mi vehemencia en contradecir a mi padre.

 A mi outo-sama.

Y no lo iba a permitir cuando y ahora, creo haber encontrado mi sendero por mas legado que debo hacerme cargo muy pronto.

En el pasado había intentado varias rutas, pero nunca llegué a nada.

Y siento que ahora, sí.

Miro a Marly poniéndose de pie, ante la voz del profesor.

Mi camino que y pese a que es pequeñito, es gigante ante mis ojos.

Pero, algo me saca de mis pensamientos y de mirar a ayudante, mi vista se deposita serio en el dueño que levanta la voz y con autoridad a su vez a Marly.

¿El profesor gritó a Marly?

MARLY

- ¡Tu! ¡Tu y tu! - El profesor señalando a Hades, Iván y compañero. - ¡Y tu también por ser la culpable! - Me grita, incluso a mí. - ¡Fuera de mi clase por provocar disturbios! - Haciendo por su enojo que me ponga de pie por el miedo, seguido a Iván y nuestro compañero por su orden.

En toda la clase rige tras la furia del profesor un silencio sepulcral.

Pero dura pocos segundos, ya que y acto seguido a eso, resuena en todo el aula y hasta causando que algunos y me incluyo por estar a escasos centímetros, de que nos tapemos los oídos mientras me giro, por el chirriante deslizamiento contra el piso que hacen sus piernas y que provoca Hades al correr su banco para ponerse de pie y sin molestarse en sacar ambas manos de los bolsillos de su pantalón, mientras...

¿Y eso?

Camina un lento paso para ponerse a mi par.

¿Eh?

Bueno y en realidad, casi frente mío, causando que solo logre ver a medias al profesor y la otra mitad y casi rozando mi nariz, a su espalda hasta el punto de sentir.

Que suerte la mía, feliz.

El aroma de su perfume masculino y que invade toda la parte trasera de su camisa del colegio.

- Fui yo el culpable, profesor. - Directo y su barbilla señala hacia atrás donde su espalda me cubre y estoy. - Ella no tuvo la culpa, solo respondió a mi consulta, para luego responderle mal. - Se echa totalmente la falta haciendo que mi mandíbula se caiga tras su espalda.

Me conmociona y me hace a su vez, más feliz.

Pero a su vez, me preocupa, cóctel de emociones.

Sin embargo, yo no puedo permitirlo, porque no quiero que Hades como mis otros compañeros y por mi fallo, tengan una sanción, ya que soy la única culpable por mi impulso enamoradizo.

Y procuro adelantarme para hacerme cargo y en el intento, decir que yo soy la única responsable.

Pero, una mano me detiene.

Sorpresa.

Una de Hades por detrás, anticipándose y como si hubiera leído mi pensamiento.

Bajo mi vista.

Por sentir que toma mi mano.

Y Dios de las manos sexis.

Por ver que ni siquiera procura soltarme.

Aire, aire y aire.

Y la sigue reteniendo entre la suya, algo elevada contra su espalda y mi pecho.

Y todo se detiene de golpe en el tiempo por un instante ante esto y es por la sensación que me embarga y hasta causa, que mi corazón comience a palpitar de forma acelerada por eso.

Y no llego a comprender el motivo, pero sin dejar de mirar la causa.

Me parece y es, nuestras manos entrelazadas.

La impresión de ambas, unidas.

¿Qué pasa?

Y no entiendo nada, ya que es la primera vez que lo hacemos, pero locamente y prestando más atención.

Mierda.

Mi pecho se va a salir.

Esa sensación familiar que contaba hoy temprano a Paty ante el recuerdo de lo que fue mi accidente y de esta mano.

A calidez y suave humo.

Lo sé y repito, emoción rara pero linda.

No dejo de mirar nuestras manos unidas.

Estoy en este mismo instante, sintiéndola.

Dejando de ser una memoria y por su intensidad, afirmándose como una huella sellada, confirmando esa sensación de recuerdo.

Elevo mis ojos a Hades tras suyo.

Misma y muy extraño, como si lo hubiéramos hecho antes.

Y sacudo mi cabeza ante eso, por la realidad que vuelve a mí.

Hades contra el profesor por mi culpa y nuevamente quiero apresurarme en desmentirlo, pero una presión de su mano a la mía, me vuelve a detener por más que no me dice nada, su mirada de lado hacia mí, me lo pide.

Sus facciones imperturbables como de tranquilidad me dejan sin habla para luego volverse al profesor, notando que de lo segundo para él no hay un gramo y cambia a firmes y con ojos que brillaban peligrosamente en su tono arcilla mojada a oscura.

HADES

Iván con su mirada clavada en mí y hasta su cuerpo en mi dirección, me pedía que me calme.

Docenas de palabras sin salir de su boca, no dejaban de decirme que me tranquilice y me lleva la mierda, porque le tuve que hacer caso.

Comprendía tanto como él, que si seguía mi instinto nada bueno sería el resultado en enfrentar al profesor, maldita sea y por eso, agaché la cabeza.

Ya que podían echarme y eso colateralmente, darle la excusa perfecta a mi padre para mi regreso a Japón y lo más temible, alejarme antes de tiempo de Marly.

¿Control de daño, igualmente?

Pese a que perdonó a Iván y su compañero de banco, Marly y yo, expulsados de su clase por ser los generadores de este disturbio.

Para luego y minutos más tarde saliendo de rectoría tras haber escuchado el sermón de nuestras vidas y con ello, puntos de sanción para cada uno y con el castigo adicional de ir a la biblioteca y cavilar por escrito nuestra mala conducta como tarea, ayudante y yo lo acatamos, pero a pasos de tortuga enyesada por la poca ganas y ganando tiempo hasta que toque el timbre de salida que se aproxima.

- Gracias. - Marly me dice caminando por el pasillo sin dejar de mirar el papel con la sanción.

 Creo que no se atreve a mirarme por culpa.

- No hace falta. - Serio y toda mi respuesta, abriendo la puerta de la biblioteca y sosteniendo la misma  al llegar, para que pase primero.

- Sí, necesito hacerlo... - Insiste, mientras ambos tomamos asiento en la primer mesa que vemos y de cada lado. - ... ahora tienes y por mi falta, puntos de amonestación que mancharán tu analítico de fin de año... - Me susurra en voz muy baja por haber gente en la biblioteca.

MARLY

Mi justificación y preocupación, presiento que no le importa a Hades.

¿Acaso no comprende lo malo que es?

¿Su respuesta?

Silenciosa obvio, he ignorándome.

Acomodarse mejor en su silla, continuo a dar vuelta el dichoso papel con nuestras amonestaciones y sacando el bolígrafo de un bolsillo, comenzar a escribir las respectivas disculpas.

Y me desinflo por eso, imitándolo y focalizándome en la dichosa hoja en blanco y procurando concentrarme en que jodidamente plasmar a modo disculpa.

Pero mi mente divaga al mirar mi mano que sostiene mi boli y volver al episodio en clases cuando Hades tomó mi mano y sentir esa sensación que no me abandona y me acompaña desde el incendio, por esa persona que me rescató y fue etiquetado y con propias palabras suyas, un casi familiar mío.

Y mis mejillas se sonrojan al ver en ese segundo que Hades me está observando callado y por eso y sin poder evitarlo, agacho más la cabeza a mi hoja aún en blanco, sin atreverme a mirarlo a los ojos.

Fue solo un breve contacto visual, pero suficiente para que mi corazón otra vez, vuelva a latir erráticamente mientras Hades parece estar bien y como si nada hubiera pasado.

Puchero.

O importado lo de nuestras manos entrelazadas como defendido.

Al menos parece y por su tranquilidad ahora y hasta inclusive, haber olvidado por lo que pasamos recién, mientras yo soy un manojo de nervios por esta emoción dando latigazos cálidos a mi vientre.

Cual me lo acaricio por sobre mi uniforme escolar sin comprender ese agradable y nuevo calor en mi sistema.

Un bostezo me gana como la de elevar con algo de sueño mis ojos, cual sigue como si nada escribiendo muy concentrado y guau, con toda su hermosa figura inmutable.

Porque, parece con ayuda del ventanal detrás suyo y gracias al astro rey brillando con todo su esplendor por el cielo despejado y por ende, atravesando sus rayos as través de los cristales para jugar con la silueta de Hades, este parece coronado jodidamente de luz.

Deduciendo.

Y olvidando completamente de escribir, seguido de apoyar mi puño bajo mi barbilla para una mejor contemplación.

Descubro, que hay dos soles en nuestro sistema solar.

Sí y otro bostezo, suelto despacio.

El que como péndulo cuelga del cielo y nos regala vida.

Sonrío, somnolienta.

Y Hades con ese aura ahora de color dorado, lejos del oscuro de esta mañana.

Cierro mis ojos con un tercer bostezo.

 Y el que me da vida a mí...

HADES

No es cierto.

Es lo primero que pienso sin poder creer, pero me lo confirma cuando apenas y por sobre nuestra mesa, asomo mi cuerpo y con una de mis manos hago una figura en el aire y ayudante, no reacciona como abre los ojos.

Está profundamente dormida.

Su puño bajo su barbilla no se inmuta en dejar de sostener su cabeza, cuando alargué mi mano y apreté suavemente su mejilla con mi índice por sobre la mesa.

Todo lo contrario.

Levemente, acomoda mejor su postura y en el proceso, suelta un suspiro de satisfacción dormida.

Escaneo todas la biblioteca con su enorme tamaño y solo diviso, una mesa por un profesor matando su pausa entre clase y clase, leyendo absorto un libro y del otro lado y en la lejanía, la encargada que con carrito en mano arrastrando, se dedica a reponer los libros devueltos, ajena a nosotros y ese profesor.

Por eso podría soltar una buena carcajada dos tonos más bajo, pero me abstengo.

Pero sí, me dedico a poder observarla a mi placer.

Ninguna luz artificial y cosa que agradezco, hay en la biblioteca, solo la luz natural atravesando entre los frondosos árboles que copan este lado del edificio que por carecer de cortinas todos los ventanales de ambos lados, estos, ingresan de forma constante y colmando el lugar.

Y Marly por ello.

Vuelvo a inclinarme hacia delante para una mejor visión de ella, cruzando mis brazos en la superficie de la mesa, tranquilo.

Me recuerda a uno de los haikus más bonitos de mi Japón.

Para muchos extranjeros estos no tienen sentido, sin embargo para un japonés la belleza de un todo hacia un momento o algo, se puede resumir en una sola palabra para poder descubrir ese totalidad.

Y Marly es mi komorebi.

Y un lado de la comisura de mis labios, se eleva al venir a mi mente y sin de dejar de mirarla, susurro con una leve reverencia a ella.

- Ki konoha kara sashi komu taiyō kō-sen. (El sol atraviesa las hojas de los árboles).

MARLY

- Roncaste. - Me dice Hades caminando a mi par, en el patio del colegio siendo la hora de salida y en dirección a unos bebederos de agua para llenar una botellita de agua para el carozo de durazno enterrado y regarlo como verificar su salud vegetal, al ser interrumpido esta mañana por ese señor japonés con otros buscándolo.

Y frente a las canillas mientras intento desenroscar la tapa, lo miro dudosa y haciendo mucha fuerza, pero sin éxito. 

- Mis papás nunca dijeron eso... - Me parece que miente.

- ... y babeas. - Suma a mi decadente siestita poco femenina tomando la botella por mí, y abriendo el grifo la destapa de un movimiento para comenzar a llenarla.

Y sentándome en el borde del concreto de estas, sigo pensando con mi puño en mi boca y tristemente eso puede ser muy verdad, ya que varias desperté con la almohada mojada junto a mi mejilla.

Pero y pese a eso dibujo una gran sonrisa por dos motivos.

Primero, el espíritu maligno de apariencia física y que se lo lleva, no uno, mas bien cuatro demonios de lo hermoso que es y futuro padre de mis lindos bebés, puede ser estas acusaciones parte del repertorio inventado para molestarme y acompañado de su siempre rechazo a mi amor, ya que él no me quiere ni un poquito.

Y segundo.

Mis ojos se iluminan como la gran sonrisa tonta que debo tener. 

Me lo acusa la cara exótica, linda y oriental de Hades al notarla, que se aleja dos pasos por espanto, supongo.

Pero no me importa y apuro esos pasos que retrocedió en volver a ponerme a su par, mientras y ya con la botella llena, caminamos en dirección a la salida del colegio.

El segundo motivo, el sueño que tuve en mi siestita en la biblioteca.

Sí.

Emoción.

Soñé a lo que es nuestra misión ahora.

Ir a ver y regar el carozo de durazno.

Pero ya no era una simple semilla.

No.

Era ya un árbol con bastante tamaño y la altura de Hades.

Sano, con copiosas flores en tono rosa y la promesa de llenarse de muchos y dulces melocotones con la llegada del calor.

Fuertes ramas.

Muchas y por tal, estando bajo el duraznero mientras Hades lo regaba, los rayos del sol atravesaban a medias y eso me hacía sentir feliz, porque lo habíamos logrado.

Sí.

Que el carozo sea un valiente, florido y fornido árbolito.

Todo era romántico, porque el sol comenzaba a ponerse y al mismo tiempo un aire cálido de primavera comenzaba a soplar, presagiando lo que iba a ocurrir en este sueño perfecto.

Sentada bajo el árbol, podía ver como la brisa agitaba el pelo de Hades, obligándolo a ayudarse con sus manos para acomodarlo a sus lados, pero los mechones rebeldes volvían a copar sus lados como frente, mientras bajaba la mirada para mirarme y se acercaba con pasos lentos hacia mí y al mismo tiempo, limpiaba dejos de tierra de sus manos. Continuo a flexionarse ya que seguía sentada y acunando mi rostro con ambas manos.

Quiero chillar de emoción.

Cibrian de Hades, me besa.

Y agradeciendo a mi sueño por ser tan real, juro que sentí y no soy buena en el tema por mis casi nulas experiencias.

Que sentí, todo.

Y me sonrojo ante el recuerdo.

Sus labios apoyándose en los míos con delicadeza, para luego succionar con esa misma suavidad el inferior mío y apenas permitirse, que la humedad de su lengua pincele la unión de mis labios y saborear apenas mi interior.

Y desperté por el timbre de salida con sobresalto, pestañeando y sin entender mucho, pero y como dije, muy feliz y con Hades como si nada del otro lado de la mesa, terminando su escrito de disculpas.

Moría por contarle de nuestro primer beso en un sueño, obvio.

Mueca.

Pero, tengo miedo a que cumpla la solicitud de la perimetral en la policía, mi adorado espíritu maligno.

MOMENTOS ANTES DE SALIR DE LA BIBLIOTECA

HADES

Otou-san una vez me dijo de pequeño mientras ambos en la habitación del Hospital cuidábamos a mi madre en unas de sus internaciones por su enfermedad, que cuando amas a alguien, incluso si te tapas la boca con una mano, los sentimientos saldrán por los ojos.

En ese momento y por ser un niño no terminaba de comprender, aunque sentía que lo decía por su gran amor a mi madre y en la forma que no dejaba de mirarla desde su silla junto a su cama.

Su postura como siempre, imperturbable, manos descansando en sus respectivos apoyabrazos y pierna cruzada sobre la otra en su exquisito traje de tres pieza bajo la coronación.

Porque, lo era.

De su lacio pelo en tono plata con dejos oscuros, cayendo sobre sus hombros.

Traje confeccionado impecablemente por un sastre para él, cual y por ello, moldeaba o se podría decir, que abrazaba todo ese género en tono gris oscuro a ese esbelto, trabajado e imponente cuerpo que hasta hoy en día, mi padre es dueño.

Y ahora en la biblioteca, de pie y frente a un estante colmado de libros en fila mientras ojeo aburrido uno su portada como interior, termino de comprenderlo, al girarme tras dejarlo en su lugar nuevamente y apoyándome sobre esta, observo a ayudante de santa como sigue durmiendo profundamente.

Y sonrío, sin dejar de mirarla.

Mi padre tenía razón.

Mi boca no habla, pero mis ojos, sí.

Y me acerco a Marly despacio y por la curiosidad preguntándome qué sueña, ya que sus labios se curvan hacia arriba y hasta un leve rubor tiñe sus mejillas sin perder su postura.

Y tapo con mi puño la risa.

- Ayudante... - Susurro para ver si despierta por ya pronto a tocar el timbre de salida al chequear mi reloj pulsera, pero nada.

Y me inclino hacia ella.

Marly, realmente está dormida.

Por la proximidad llega a mí, el aroma de su champú y con eso, miro la hebilla de mi madre en su siempre pelo y a un lado, reteniendo un mechón de su pelo y más abajo, su dormido rostro como una pequeña cicatriz que descubro bajo su barbilla y apenas me deja ver su puño.

Uno de muchos por el incendio, al enterarme cuando mandé a investigar y muero por verlos, pero espero pacientemente.

Para algunos países asiáticos como Corea, una cicatriz o marca en la piel, es sinónimo de disminución de belleza.

La piel para ellos tiene que ser como un lienzo blanco, siempre.

Para mi cultura si sucede eso, nos enseñan en su filosofía que hay que aprender un arte.

El arte de querer nuestras cicatrices.

Nuestro kintsugi.

Doctrina y expresión de reparar con oro.

Amor.

Objetos u otras cosas, destacando sus cicatrices y grietas al pegar sus pedazos, en lugar de ocultarlas e indicar que podemos reparar nuestras heridas y salir fortalecidos como mejorados de ella.

Una belleza a la imperfección y a la autenticidad que reside en cada cicatriz y forman parte de nuestra historia.

Le sonrío con cariño a Marly.

Como las de ella.

Y no lo pude evitar inclinando mi cabeza, fue imposible.

Mis labios a un suspiro de los suyos, la besaron.

Pude sentir la suavidad de la textura de su bonita boca al fin.

Y aunque no me atreví a más, me conformé apenas con y que mis labios acariciaran y saboreen su humedad interior robándome un jadeo que reprimí, seguido a regresar a mi silla y verificar si alguien me había visto.

El profesor ya se había marchado y la encargada delatando que seguía acomodando libros fuera de nuestra vista y a distancia, por el constante sonido de las rueditas del carro lleno de libros.

 Y en ese momento el timbre ganó a ese sonido anunciando el fin de clases.

 Y Marly despertando...

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