|•UNICO•|

Sus pasos resonaban mientras avanzaba por el extenso y solitario pasillo. El lugar estaba vacío y en calma. Los candelabros brillaban con el suave fuego de las velas. Los ventanales cantaban celestialmente con los rayos del sol, destilando los colores sobre el piso y quemándole la piel.

Frente a él se extendía una imagen, alta y tortuosa, era Él, mirándolo con esos ojos acusatorios, como diciéndole: ¿Te atreves a entrar a mi templo? Tu, pecador. La miró durante un par de segundos, con los ojos llorosos y apretando con fuerza sus puños. No le hizo una reverencia, ya no, estaba harto de bajar la cabeza y obedecer a quien nunca le ayudo.

Caminó sin detenerse hasta su destino y se hincó.

-Sacerdote -pronunció cuando llegó al confesionario.

El hombre dentro tensó el cuerpo y resguardó el aire en su pecho.

-Dime ¿Qué sucede?

Tomó un gran bocado de aire, esperando decir lo que había venido a decir sin perder la cordura.

-He pecado...

-Todos nos hemos tentado alguna vez -se sinceró el mayor, no atreviéndose a mentirle -Nuestro señor es misericordioso, él verá vuestro arrepentimiento y te librará .

-No lo creo -continuó el pelinegro sin alzar la vista -Él no va a perdonar todo lo que he hecho, le he fallado en todas las maneras.

El sacerdote se quedó callado, no sabiendo qué decir por un momento. Levantó su vista y se topó con aquella cabellera azabache, brillando entre las velas de la iglesia; sabia que no podía verle pero tampoco hacia falta.

-Dime, Jungkook, ¿Qué es lo que te mortifica? -pidió esperando no oírse muy hipócrita.

-Nos han dicho que debemos amar a Dios sobre todas las cosas -empezó -Pero yo amo mucho más a alguien más, alguien que, a diferencia de él, no me ha dado la espalda, alguien que me escucha y se que también me quiere ¿Eso está mal, señor?

El mayor guardó silencio, tragando con dificultad.

-Dice que debo honrar a mi padre y a mi madre -tomó una pausa para tratar de calmar el temblor de su voz -Pero ¿Cómo respetar a quienes me han echado por ser quien soy? ¿Cómo? Si me han golpeado hasta sangrar ¿Cómo hacerlo, señor?

Dentro del confesionario, el religioso se removió en su silla, sintiéndola incómoda, cuando Jungkook río sin ganas.

-El sexto mandamiento nos prohíbe cometer actos impuros -por fin alzó la vista, mirando la oscura tela que lo separaba del rostro del otro hombre -Pero ¿Es impuro amar? ¿Es impuro hacer el amor con la persona que amo? Dígamelo, señor.

Dentro de la iglesia no había ningún sonido, solo el de su voz y del reclamo silenciosos de las imágenes detrás.

- He de aceptar que soy un envidioso -siguió -Por que quiero lo que otras personas tienen. También quiero casarme, señor, tener una familia, quiero paz. Quiero que la gente me vea como ven a los demás, no con asco. Quiero sus comodidades ¿Estoy mal, señor, lo estoy?

-Jungkook -intentó decirle, pero el otro continúo hablando.

-He robado, he mentido -tomó una pausa y dejó escapar el sollozo que tanto tiempo estuvo guardando -Y he matado.

El silencio dejó de ser solo incómodo para volverse pesado, denso. El dolor de la culpa se extendió por todo el templo, como si un terremoto amenazara con destruirlo.

El mayor no lo soportó más, dejó la silla donde estaba para salir y rodear el confesionario, para encontrarse con el muchacho hincado en el suelo, sollozando. Se tomaba con fuerza de la madera oscura que lo había separado del sacerdote y tenía la otra sobre su boca, esperando callar un poco.

-¿Qué has hecho, Jungkook? -reclamó sin atreverse a tocarlo.

-¿Esta mal, Taehyung? -contratacó alzando la cabeza para verlo -Asesinar a quien tanto me dañó ¿Es malo? Ahora soy libre, libre de sus castigos, de sus juicios, libre de sus culpas.

Taehyung no respondió y justo hasta entonces notó las gotas carmesí en la camisa del menor, eran pequeñas e irregulares, pero no estaban lo suficientemente ocultas para pasar desapercibido.

-Ven, vamos a cambiarte -fue lo único que se animó a decir.

-Solo quiero saber -se levantó para encararlo -si tu ¿también estarías dispuesto a hacerlo?

La culpa aumentó en su pecho al considerar la respuesta que estaba pensado. Detrás de él estaban ellos juzgándolo, ansiosos por expulsarlo de su hogar.

-Yo...yo no...no debo

-Lo he matado por mi -le interrumpió - Pero somos libres ahora.

-¡No!

Su gritó resonó por la cúpula de la iglesia, casi haciendo temblar al candelabro del techo. Casi provocando una sonrisa en aquel ángel que no dejaba de verlo.

-No lo somos -y él mismo sostuvo sus ganas de llorar -Nunca lo seremos. No puedes asesinar a todo el mundo, porque todos nos juzgan, porque todos nos odian.

Jungkook se quedó callado, incapaz de seguirle la contraria.

-No hay un lugar en que podamos librarnos de ellos -dio un paso atrás -No eres libre, solo te has condenado más.

No dijeron nada durante un par de segundos. Ambos tratando de recomponerse antes de decir algo.

-¿Qué hago? -logró preguntar, como si apenas cayera en cuenta de la atrocidad que había cometido, fue como despertarse de una pesadilla que en realidad era un recuerdo.

-Ven, vamos.

Taehyung lo tomó con suavidad del brazo y lo llevó a su cuarto, ignorando un poco la mirada perdida del menor. Se aseguró de poner correctamente la cerradura y lo sentó en la cama ¡Oh! Esa cama.

Se quitó la túnica que llevaba en el cuerpo y la arrojó a un lado, sin cuidado.

-Lo eché todo a perder ¿Verdad? -murmuró cabizbajo.

-Las cosas ya estaban mal -dijo -No es tu culpa.

¿No lo era? Había matado a su padre ¿Es que podría vivir sin tortura?

El mayor se puso de cuclillas para estar a su altura, acercó sus manos al primer botón de su camisa y le miró a los ojos, esperando su permiso. Jungkook asintió.

-¿Alguien te vio? -le preguntó mientras soltaba cada botón.

-No, creo que no.

-¿Es...

Se cortó, mirando con mayor detenimiento el pecho del menor. Las manchas de sangre no eran del padre, eran suyas, como siempre, las heridas eran suyas.

-Fue con una cadena -le dijo despacio.

-Quédate quieto.

Se apuró a conseguir un par de telas limpias y un poco de agua, antes de volver a su posición frente a Jungkook y tratar de limpiarle.

El pelinegro solo se distrajo mirando el rostro concentrado del sacerdote. Las heridas apenas ardían, se había acostumbrado a ello. No sabía exactamente cuántas veces habían estado así, con él curándole.

-Gracias -susurró y Taehyung alzó la vista.

-Me gusta ayudar -le dijo -a quien se lo merece.

-¿Yo lo merezco?

El mayor suspiró y se quedó en silencio un tiempo, continuando con su tarea de limpiar, sin embargo terminó por esbozar una sonrisa y mirarlo a los ojos.

-Si, lo mereces, por amarme como lo haces.

Es que todo había estado bien antes de cometer tal crimen. Ellos estaban bien, dentro de lo considerable.

-Pastor Kim, él es Jungkook, el muchacho de quién le hablé.

-Es un gusto conocerlo

-El gusto es mío.

No podría decir que se enamoró de él en cuanto lo vio, pero tenía que admitir que desde su primer encuentro notó algo. Entre ellos dos bailaba una fuerza atrayente, no sabía explicarla, solo sentir; era una chispa, como la que necesitan para encender una hoguera, apenas brillante.

Jungkook era parte del coro de la iglesia cuando el señor Kim llegó. Se la pasaba ahí adentro casi todo el día, ayudando al padre en todo lo que pudiera. Limpiaba las imágenes y prendía el incienso, barría el piso y ayudaba a hacer las velas. Era la mano derecha del Padre Jung y, por eso, éste delegaba a su subordinado al Señor Kim.

-Él le ayudará a instalarse y en todo lo que tenga dudas -habló el anciano.

Jung se había retirado de la parroquia y era un pesar para todo el pueblo, realmente adoraban a aquel anciano y a sus sabias palabras, así que no estuvieron muy contentos desde el principio con Taehyung, decían que era muy joven para el cargo. Jungkook estaba muy contento de que fuera así de joven.

-Se hacer muchas cosas y me he leído la biblia muchas veces, estoy listo para cualquier cosa.

Taehyung sonrió y el menor tragó con dificultad. ¡Ah! Cómo olvidar aquella sonrisa, era distinta a todas las que había visto, era especial.

-Me alegra tener a alguien tan diligente como ayudante.

Le había confesado tiempo después que él también había sentido algo extraño desde la primera vez que se vieron. Él lo definía como ser atravesado por un rayo de sol, que al principio no parece ser problema, pero comienza a parecer tortuoso después.

Jungkook se había encargado de mostrarle al mayor toda la iglesia, desde el extenso patio hasta la bodega. Le ayudó a instalarse en la antigua habitación del Señor Jung y a limpiarla también.

-¿Ya había estado en una parroquia antes? -fue incapaz de ocultar su curiosidad.

-Si, bueno, solo en una -se sinceró mostrando otra vez su peculiar sonrisa.

-¿Cuántos años tiene?

-Veinticuatro -siguió acomodando sus ropas en el armario -¿Y tú?

-Cumplí diecinueve en septiembre.

Entonces se miraron y de nuevos sintieron aquel malestar instaurarse en sus cuerpos. Aquel magnetismo que los impulsaba a querer acercarse más, sin llegar a hacerlo realmente.

-Ya es tarde -susurró el mayor, como si no quisiera cortar la sensación que los abrazaba -¿No debes ir a casa?

Es que correrlo era mejor que seguir aguantando.

-Le ayudo, así termina más rápido -fue él quien apartó la mirada y trató de evitarlo.

La razón quedó expuesta un par de meses luego, cuando Jungkook llegó al coro y fingió cantar. El Señor Kim no lo había pasado desapercibida, debía admitir con cierto pesar que lo había estado viendo todo el día, a él específicamente.

-¿Puedo hablar contigo un momento?

Fue la segunda vez que estuvo en su habitación.

-¿Sucede algo? -preguntó Jungkook, inocente, inclinando un poco la cabeza.
Taehyung se arrepintió de llevarlo a su cuarto, quedando solo los dos, porque esa incómoda sensación volvió con más fuerza en su vientre.

-Es... has estado distraído todo el día -dijo tratando de ignorar su pesar -Noté que no cantaste ¿Qué pasa, Jungkook?

El menor solo agachó la cabeza, con miedo, tanto por la razón que el mayor le pidió como por la vergüenza de sentir mariposas cuando decía su nombre.

-¿Puedo contarle algo y usted... -lo miró -...y usted no le dice a nadie?

Se habían sentado en la cama y el pelinegro dejó salir todo lo que había guardado durante años, sintiéndose en confianza cuando Taehyung lo ánimo a seguir hasta terminar, sin juzgarlo, sin regañarlo, solo escuchando lo que tenía para decir.

-Descarga toda su ira en mi, cada día, cada noche. Ayer... -tomó aire -ayer le dije que ojalá se muriera.

Calló al notar que el mayor alzaba las cejas, sorprendido.

-¿Tu le dijiste eso?

-Si, le dije que me gustaría verlo en una tumba para que me dejara en paz.

Jungkook entonces se quitó el suéter, alzó las mangas de su camisa y le mostró las heridas frescas.

Fue la primera vez que fue curado, también.

-Pero ¿Por qué te golpea? -preguntó Kim.
La respuesta le fue dada mucho, mucho tiempo después, cuando Jungkook le había tenido más confianza y fue durante su primera confesión con él.

-Por que me vio una vez, besando a un chico.

Taehyung dejó de respirar dentro del confesionario.

-Y ¿le digo algo? -continuó -me gustó, el beso me gustó.

Las cosas comenzaron a ser incómodas después de eso.

El mayor lo evitaba cada vez que podía, dejó de pedir su ayuda y no le dirigía la palabra, buscado siempre que alguien más estuviera cuando ellos dos se encontraban. Jungkook se preguntó si había sido una mala idea confesarle su más sucio secreto a aquel hombre, pero la verdad también llegó con el tiempo, cuando fue navidad.

Taehyung había terminado de dar la misa y lo llamó.

-¿Puedes ayúdame?

-Claro -respondió entre la extrañes y la felicidad de volver a ser unidos.

No sé cuestionó tampoco porqué lo guiaba a su habitación, ni porque le ponía seguro, ni tampoco porqué le tomaba de la mejilla con suavidad.

-Sabes que la mujer fue hecha para el hombre¹-dijo- y nosotros para ellas -comenzó acortado la distancia.

Jungkook sintió un nudo apretarle el estómago y cerrarle la garganta, como si se estuviera ahogando, quizá por eso dio unos pasos atrás, para apoyarse de la pared y no dejarse hundir en el abismos de aquellos ojos.

-Lo se -le respondió antes de tragar con dificultad.

-¿Quién es el chico? -al ver la confusión del menor, agregó -al que besaste.

-Fue... se fue hace mucho -dijo, incapaz de apartar la vista de su rostro, arrastrado los ojos hacia abajo, a sus labios.

-¿Has besado a alguien más? -se inclinó más cerca del él, si es que se podía.

-Si...

Se arrepintió de decir aquello, porque el mayor se apartó rápidamente de él, dejando un vacío palpable a su alrededor. Jungkook volvió a recuperar la respiración que estuvo guardando, pero el malestar no se iba.

-Está mal -le dijo -Lo que hiciste está mal.

El pelinegro no respondió. Taehyung tampoco esperaba que le dijera algo. Una parte de si sabía que aquellas palabras no eran para el otro, en realidad se las decía a él mismo.

-¿Está enojado? -le preguntó un rato después.

-No

-Si ya no quiere que venga...

-No

-Esta bien -suspiró.

Jungkook se aproximó a la puerta, sin voltear a verlo. Su rostro estaba ardiendo y el corazón le palpitaba fuertemente, como si le exigiera algo y no sabía qué. Intentó girara la manija, pero no pudo abrir, intentó de nuevo, tampoco pudo.

-Mgh, disculpe...

Intentó decirle que si podía, por favor, abrirle la puerta, pero Kim lo mandó a callar. Se precipitó hacia él y juntó sus labios.

Jungkook abrió los ojos y dejó de respirar. Dejó que el mayor moviera sus labios, con hambre y sin mucha delicadeza. Dejó que tomara lo que quisiera. Se sostuvo de sus brazos y esperó a que Taehyung le abrazara la cintura. Correspondió el beso un momento después, cuando se recompuso.

La bulla del exterior sirvió de escudo para que los chasquidos de sus bocas no se escucharan, para que sus jadeos y gemidos se quedarán atrapados en aquel cuarto, de aquella iglesia.

Taehyung lo empujó con fuerza a la pared y presionó su cuerpo.

-¡Mmgh!

Las manos le picaban, ansiando más de lo que debería, queriendo recorrer cada parte de su cuerpo, sentirlo. Quería que el beso fuera un poco más suave, lo suficiente para saborear sus labios; pero el mayor tenía otra idea. Deslizó sus manos hacia la camisa de Jungkook y comenzó a retirar los botones con rapidez, sin dejar de devorar su boca. El pelinegro abrió los ojos y se sintió soficado por un instante.

-No -logró articular, tratando de recomponerse -No, espere.

Taehyung entonces lo soltó y se alejó, como si de pronto la piel de Jungkook quemara demasiado.

Se quedaron en silencio, sin tener las agallas de decir algo después de lo sucedido, tratando de regular sus agitadas respiraciones.

-Lo siento.

-¿Por qué lo hizo?

-Yo...no lo sé.

Dejó que Jungkook se fuera después de aquella explicación tan pobre, quitó el seguro de la puerta pero la volvió a cerrar cuando él se fue. Tomó con fuerza el rosario de su cama, se hincó frente a la misma y rezó, pidió el perdón del alma de Jungkook, de la suya y del inmenso peso que le daba dejarlo , porque Taehyung se arrepintió tanto de no darle una verdadera respuesta cuando el menor dejó de ir.

-Van a enterarse, tarde o temprano.

La voz del Señor Kim lo trajo de nuevo a su realidad, dejando sus recuerdos a un lado para evocar su presente.

-Tienes que irte.

Jeon lo miró, inclinó un poco la cabeza y alzó los hombros. Iba a decirle que no le importaba, ya nada le importaba, pero el mayor se levantó y corrió a su ropero para sacar ropa, misma que arrojaba sin cuidado sobre la cama.

-Irás a Hills ¿Sabes el camino?

El menor murmuró una confirmación y Taehyung siguió hablando.

-Ahí tomarás el tren a hasta la ciudad, tengo un amigo allá, él va a ayudarte -corrió hasta la cama y se inclinó debajo de ella para sacar una maleta.

-Tae -quiso llamarle

-Te daré unas monedas, pero debes cuidarlas bien.

Tomó la ropa e intentó doblarla en el interior de la maleta, pero la rapidez con que lo hacia dejaba arrugadas las prendas.

—¿Ya cenaste?

—Ya pero...

-Puedes comer algo rápido y después te vas, si -hablaba con tanta prisa que apenas podía entenderle. No lo miraba, y parecía hablar más para si mismo que para el otro.

—Taehyung -intentó de nuevo.

—Cámbiate, luego...

—¡Taehyung! -se incorporó de la cama —No me importa, está bien.

El mayor lo miró.

— Debes irte, allá estarás a salvo lo prometo...

— ¿Vendrás conmigo?

Las palabras quedaron estancadas en la habitación, buscando una salida sin llegar a encontrarla.

—No

Bastó una sola palabra, dos letras, para que el corazón del menor se estrujara en su pecho, para que sus ojos se cristalizaran y sintiera un dolor en la garganta. Ese mismo sentimiento lo había envuelto de nuevo, ese golpe de dolor que había sentido cuando Taehyung lo botó después de besarlo, la misma decepción.

—El señor Kim pregunta por ti.

Rose le dijo, ella también era miembro del coro, y llegó una tarde de febrero a su casa para decirle que Taehyung lo buscaba.

—Mgh

Lo cierto era que no quería volver a la iglesia, ni ver de nuevo al señor Kim, porque en sus recuerdos aún estaba la sensación de aquel beso y la incomodidad que le acompañó después de eso.

—Me dijo que fueras mañana antes de la misa.

Detuvo sus movimientos. Estaba ayudando a su padre con el arreglo del jardín y dejó de cavar cuando Rose le volvió a hablar.

Estuvo todo el día con una sensación extraña en el estómago. Su padre lo reprendió mucho porque no dejaba de perderse en su propia mente y no prestar atención a su alrededor. Se debatía si ir o no, si era lo correcto, si debía ignorar todo lo que sentía y respetar.

—¿Me buscaba?

Pero de todas maneras termino yendo y aquello fue lo mejor que pudo haber hecho, aunque no fuera lo correcto.

—Quiero hablar contigo.

Lo guío a su habitación de nuevo, volvió a cerrar con llave y llevó al menor a la cama, aunque no de la manera que esperaba.

—Me preocupó que pudiera ofenderte -le dijo sentado se a su lado.

El menor solo lo miró, incapaz de decir algo.

—No está bien, nada de esto lo está -siguió, mirando un punto vacío de la habitación.

—¿Esto?

—Jungkook -lo llamó en un susurro -He estado pensando en ti en todos estos días.

Giró su cabeza y ambos pares de ojos se encontraron.

—Y no es lo correcto -siguió murmurando, mientras se acercaba mas al pelinegro —No debería sentir esto.

Llegaron a juntar sus fuentes, tenido sus rostros a sentimientos. Las manos de Jungkook picaban por moverse y colocarse en el pecho de Taehyung, pero se contuvo.

—Tampoco puedo evitar sentirme así.

Una mano del mayor se alzó vacilante hasta su mejilla y la acunó.

—Perdón.

Y volvió a besarlo, con más paciencia que la primera vez, con más conciencia del por qué lo hacía. El pelinegro no se contuvo más y enrolló sus brazos en el cuello, acercándolo un poco más. Así, en un domingo temprano por la mañana, Taehyung y Jungkook dejaron que aquella llama en su interior se convirtiera en fuego, uno tan imparable que llegó a convertirse en un incendio.

—¿Por qué?

El mayor se detuvo y volteó a su dirección.
—Seria sospechoso.

Jungkook soltó el aire que estuvo retenido todo ese tiempo.

—Debo terminar un par de pendientes aquí —siguió hablando, retomando su tarea de buscar un par de monedas.

Las limosnas le darían una escapatoria al pecador y no podía evitar sentir cierto remordimiento; pero luego veía al chico a los ojos y se olvidaba del jodido mundo. Él sabía casi todo sobre los pobladores, sabía sus más oscuros secretos, lo que su Jungkook había hecho no se comparaba, así que no debía sentirse culpable por darle una oportunidad. Si dios no lo hacía, él si.

—Un mes, nos veremos en un mes —le prometió mientras tomaba sus mejillas para darle un suave beso en los labios.

—¿Y si pasa algo?

Taehyung negó.

—Estarás bien allá y yo estaré bien aquí —le dio un abrazo.

El menor correspondió gustoso el gesto y se aferró al cuerpo contrario. Pensando en que no se verían durante un mes, que debía soportar el no tenerlo entre sus brazos, en no besarlo y no poder sentirlo junto a él.

—Deberías irte al anochecer.

Eran las siete, todavía tenían tiempo.
Jungkook se separó un poco de su cuerpo, lo siguiente para alzar la mirada y darle un beso, uno feroz.

—Kook.

Taehyung intentó decirle algo, pero él tampoco podía evitar sentir cierto vacío en su pecho. Debían separase y, si bien no era el fin del mundo, iba a costarle.

El mayor empujó a Jungkook sobre la cama sin dejar de besarlo, se acomodó mejor a modo de no aplastarlo mientras se colocaba sobre él.

—Alguien puede venir a buscarme —dijo cuando los labios del menor se desviaron a su cuello.

—Que se jodan.

Taehyung río.

—Grosero.

Sin embargo, ninguno de los dos pareció tomarse aquello muy enserio, porque siguieron besándose.

Jungkook deslizó sus dedos a los botones de la camisa que el Señor Kim llevaba y, al ver que este no lo detenía, comenzó a desbotonarla. Acarició con las manos la bronceada piel del mayor, poniendo como excusa el quitarle la prenda.

—No quiero...no te quiero lastimar —logró hablar Taehyung, con la respiración agitada y viendo el pecho del menor, dónde estaban sus cortes.

—Esta bien.

Pero no lo estaba y los dos lo sabían.

Tuvieron que conformarse con solo besos y caricias. Ambos se quedaron recostados en la cama, tan juntos que parecían querer fundirse en uno solo.

—¿No tienes... no te sientes mal? —preguntó Jungkook.

-¿Por qué?

-Soy un asesino ahora.

La habitación volvió a quedar en silencio y, poco a poco, en penumbras también.

-Se que no lo hiciste por placer -dijo mientras lo apretaba más a su cuerpo - no está bien, pero ¿Quién soy yo para juzgarte?

Se quedaron sin palabras un momento más, solo escuchando el temblor de sus corazones.

Taehyung sabía que la hora de acercaba y, si bien quería decirle al menor que todo estaría bien, la verdad es que no lo sabía.

Las cosas podían cambiar y arruinar sus planes como siempre. Tragó con dificultad cuando se hizo a la idea de que podía ser su último momento juntos.

La vida era tan cruel con ellos ¿Por qué? ¿Era tan grande el pecado que habían cometido? Su único error fue amar a la persona equivocada ¿Eso era tan grave? Quería gritar, quería que alguien le dijera si realmente era tan malo disfrutar de la compañía de un hombre, de Jungkook.

Sus ojos amenazaron con soltar lágrimas así que se refugió por última vez en el cuerpo del pelinegro y tomó un gran respiro antes de levantarse.

-Ya es hora.

Extrañamente, en el pueblo había mucha calma. Era una mala señal, lo presentía.

-Vas a venir ¿Cierto? -preguntó, tratando de convencerse a si mismo de que no era una mentira.

-Lo haré, mi amor, lo haré.

Pero había tantas cosas en contra, las situaciones no siempre salían según lo planeando.

Así, con el miedo de lo que pasaría, Jungkook salió de la iglesia en la noche, aceptado que nunca volvería a su pueblo, aceptando que se enfrentaba a un posible futuro donde la vida no tendría compasión de ellos, porque en una de tantas posibles realidades Taehyung se perdió buscando a alguien que nunca encontró y Jungkook se quedó esperando a alguien que nunca llegó.

Fin

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Me encontré ésta imagen en Pinterest y dije: ¡El Taekook de Church!
Aunque ignoramos los pequeños errores 🤭

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