Capítulo 8. Crocodile te necesita
Advertencia: este capítulo contiene contenido sexual. Si no te gusta este tipo de contenido, no sigas leyendo, aunque eso implique que perderás información de la historia.
«No hagas planes esta tarde. Quisiera que vinieras a mi casa para almorzar. Daz Bonez te recogerá sobre la una y media».
Un mensaje proveniente de Sir Crocodile. Recuerdas perfectamente el contrato. Si él te pide tal cosa, debes acatar porque recibirás un castigo si no lo haces. Un suspiro soltaste porque no tenías más opción. Es culpa tuya de haber firmado tales documentos, sin embargo, Crocodile tiene suficiente dinero para mantenerte, así que no es malo, al fin y al cabo.
Le mandaste tu ubicación a Crocodile para que Bones te recogiese a la hora exacta. Tú luces un vestido largo de color negro que esconde un poco tu escote. No quisieras recibir un castigo por su parte por enseñar algo más. Debes respetar el contrato. Crocodile solo tiene ojos para ti.
No. ¿Qué cosas dices? Él es un hombre adinerado con mucho poder y él se acostaría con todas las mujeres posibles. Tú no eres la excepción. Sin embargo, vuelves a pensar que Crocodile te hizo firmar un contrato para realizar cierto fetiche que le gustaba demasiado y te sonrojaste al recordar ese momento íntimo.
Una limusina hizo acto de aparición enfrente de ti. Bones bajó del vehículo para abrir una de las puertas traseras para que entrases. No dudes. Hazlo. Ibas a visitar por primera vez la casa de Crocodile. Leíste unos cuantos artículos acerca de su hogar, que es una gran mansión que contiene una piscina ancha que puede cubrir un jardín perfectamente. Los nervios se apoderaron de ti porque empiezas a imaginarte cosas que pueden ocurrir entre vosotros dos.
Solo tardaron unos treinta minutos para llegar al destino. Tus ojos se agrandaron al ver la mansión detrás de unas puertas de rejas que se abrían lentamente. Ya estabas dentro de la boca del lobo. Definitivamente estás en la mansión de un verdadero mafioso. Tus labios estaban apretados para aguantar las ganas de gritar y huir de ese ámbito.
La limusina se paró enfrente de la mansión y Bones no tardó mucho en abrirte la puerta. Tú agradeces por lo bajo y él te sostuvo la mano para ayudarte a salir. Luego Bones te iba guiando hacia las puertas y todo el pasillo de la mansión. Te sientes sobrecogida porque este lugar es demasiado grande para ti.
Bones se paró enfrente de una puerta y se hizo a un lado para que tú entraras. Tus mejillas se sonrojaron al ver una gran mesa, pero más allá estaba Crocodile sentado en su gran trono y con los ojos puestos en ti. Una sonrisa ladina esbozó porque estaba feliz de que estuvieras ahí.
—Señorita ___, me alegro que haya venido —dijo—. Por favor, toma asiento a mi lado.
Tu cabeza se movió de arriba hacia abajo con timidez como una muestra de asentimiento. Tus pies se movieron con cierta lentitud porque esos ojos negros no paraban de mirarte, o más bien devorarte. Cuando llegaste a tu respectivo asiento, te limitas a sentarte como una buena niña. Tu cuerpo se encogió al sentir la mano de Crocodile acariciar tu muslo. Aún ese hombr conservaba su sonrisa.
—Mucho tiempo sin saber de ti —siguió hablando—. Me preocupaste demasiado. ¿Sucedió algo? Me lo cuentas, mientras vamos comiendo.
Tu mirada se postró en el plato de sopa de pollo que tiene una muy buena pinta. Tus dedos tomaron con timidez la cuchara e ibas cogiendo aquel líquido para llevártelo a la boca. ¡Estaba bueno!
—Necesitaba un tiempo de descanso —hablas, rompiendo el silencio—. Digamos que… el dinero que estaba ganando para el tratamiento de mi madre no… no fue suficiente…
—Eso se puede solucionar. Yo te puedo dar más dinero o llevarla a un hospital más adecuado para que la traten bien.
—Se lo agradezco, pero ya no hace falta.
Las cejas de ese hombre se enarcan queriendo comprender la situación hasta que cayó la cuenta que metió bastante la pata. Tu mirada mostraba dolor y tristeza. Los dedos de Crocodile rozaron con sutileza tu mejilla para llamar tu atención. Ese pequeño trozo de carne ardía cual fuego. Esa sensación le gustaba demasiado a Crocodile.
—Lo siento mucho —se disculpó—. Debista haber sufrido mucho.
Tú asientes en silencio, mientras una lágrima iba resbalando por tu cachete y él te la retiró con sumo cuidado.
—No es necesario llorar, ___. Ese tipo de enfermedades son crueles y uno no está preparado cuando llegue ese suceso. Mira mi mano —mencionó, mostrando su garfio—. A mí me la tuvieron que amputar por recibir una mordida bestial de un cocodrilo y es difícil de salvarla. Así que me alegro que hayas tomado la decisión de tomar un descanso, pero veo que sigues con la empresa.
—Tengo que pagar ciertas facturas y limpiar casas no me es suficiente —añades—. Entonces decidí continuar en esto.
—Y admites que te gusta, ¿verdad? —cuestionó y tú asientes con suma vergüenza—. Es difícil ignorar el hecho de que haya hombres que te pueden dar todo y tú los puedas satisfacer. Sin embargo, como se ha indicado en el contrato que firmaste conmigo —iba diciendo, acercándose lentamente a tu rostro—, si yo te reclamo, tú vas a donde estoy yo. ¿Queda claro?
Vuelves a asentir, pero él agarró tu cabellera para tirar un poco hacia atrás a lo que sueltas un quejido.
—Solo me valen palabras, baby.
—L-Lo siento, Daddy. Y sí, ha quedado claro.
—Bien. Sigue almorzando porque necesitarás fuerzas para la sesión de hoy.
Con esa confesión tus mejillas se tornaron más rojas que nunca cual carmesí. Ya sabes lo que significa, así que obedeces ante la petición de Crocodile. Él estaba conforme de que fueras obediente y sumisa. Ese tipo de mujeres le gustaban demasiado y más aún cuando la miraba para ponerla más nerviosa de lo normal.
Tú te demoras un poco porque te gustaba saborear la comida. Sí, lo disfrutas demasiado. Esto no quiere decir que tus comidas sean malas, pero se nota la diferencia de calidad. Crocodile terminó hace un buen rato y se dedicaba a mirarte con mucha paciencia. Los empleados de este hombre entraron al comedor para retirar los platos.
El hombre mayor se levantó de su asiento y tú decidiste a seguirlo porque seguramente querrá iniciar la sesión. Tu corazón estaba latiendo con bastante fuerza porque puedes esperar cualquier cosa. El pasillo es bastante grande y te preguntabas cuando se terminaba este sufrimiento. Eso se acabó.
Crocodile abrió las siguientes puertas mostrando una habitación extensa con una cama de tamaño XL, también armarios grandes. Te fijaste que hay un balcón que da acceso hacia el exterior y a tu izquierda está el baño. Ya dentro, te sobresaltas al escuchar las puertas cerrarse y que él haya echado el cerrojo. Ahora sí que sientes tu corazón salir de tu boca.
—¿Sabes? Debo confesarte que no he parado en pensar de ti —susurró. Su garfio tomó tu mentón para alzarla—. Siento que no podría vivir sin tus servicios, baby.
—M-Me alegra oírlo, Daddy.
—Tu vestido es precioso —dijo, tomando la falda de esta con cierto atrevimiento para tocar su trasero—, pero tenemos que cambiar con uno muy adecuado. Ve desvistiendo.
No puedes negárselo. Crocodile se alejó de ti para dejarte espacio y aprovechas para quitarte el vestido. Tus ojos no se apartaron de él. El hombre fue directamente hacia uno de los armarios para mostrar el contenido. ¡Casi te da un paro cardíaco! Un montón de disfraces se presentaron ante ti.
Crocodile revisaba cada uno buscando uno apropiado para la sesión de hoy. No evitó sonreír ladinamente porque encontró uno. Un vestido color pastel adecuado para una niña pequeña junto con un lazo blanco alrededor de la cintura. Crocodile se aproximó con ello para mostrártelo. No dudas en tomarlo y te lo ibas poniendo. No has tenido ninguna dificultad porque es de talla única. Solo faltaba el lazo y Crocodile accedió en arreglarlo.
La cercanía de ese hombre te ponía nerviosa porque ese olor a perfume caro te inunda los sentidos no pudiendo concentrarte del todo. Cuando terminó, Crocodile tomó tu mano para hacerte girar. Sus ojos negros estaban maravillados de ti. Definitivamente hoy se iba a divertir contigo.
—Creo que escogí bien —añadió. Luego te tiró para que vuestros cuerpos estuviesen pegados, creando que la intimidad se iniciara—. Dime, ¿serás una buena niña hoy?
—S-Sí, Daddy —tartamudeas. Tus ojos estaban semi abiertos porque esperas un beso por su parte.
Crocodile apoyó la mano en tu rostro con la intención de acariciar tus labios y metió el pulgar en tu boca.
—Si es así, entonces ve chupando mi dedo. Muestráme que eres mi baby.
No volviste a dudar. Acataste la orden sin ningún tipo de miramiento. Tu lengua jugaba con su pulgar y lo succionas como si no hubiera un mañana. Crocodile estaba asombrado por la experiencia que has adquirido durante todo este tiempo. Eso creó que su orgullo iba creciendo más y más, y estamos hablando de su miembro. Muchas cosas pasaban por su cabeza; cosas que quiere hacerte hacer para mostrarte el mundo del sexo.
Al retirar su pulgar, no resistió en besarla con cierta ferocidad a lo que te agarraste a sus ropas y tus pies se pusieron en puntilla porque él era demasiado alto. Su lengua exploraba con ímpetu por tu boca mostrando su poder o las ganas que tenía de jugar contigo. Con la mano buena tomaba tu barbilla para que no lo apartaras en ningún momento casi haciéndote daño.
La falta de oxígeno se hizo inminente y él no tardó en alejarse de ti para que tus pulmones reclamasen. No parabas de jadear. La lengua de Crocodile retiró aquel hilo de saliva que resbalaba por la comisura de tus labios. Él estaba fascinado. No se cansaría de ti por nada en el mundo.
—Que buena niña eres —te alagó—. Las niñas buenas se merecen un premio. ¿Quieres un caramelo, baby?
—S-Sí, Daddy. Quiero un caramelo —dices aún jadeando.
Tus respuestas lo satisfacían, tanto que su sonrisa se amplió aún más, incluso rio por lo bajo. Escuchas algo metálico y agachaste la mirada para ver que él se bajó la cremallera sacando su hombría. Majestuoso como la primera vez.
—Ahí tienes tu caramelo, baby. Haz lo que te plazca con ella.
Se te hizo boca agua. La última vez le hiciste la rusa y eso le gustó demasiado a Crocodile. No tardas demasiado en ponerte de rodillas para tener enfrente a esa monstruosidad. Antes de engullirlo, tomaste la decisión de lamer el tronco de aquel falo unas cuantas veces para notar aquellas venas grandes que mostraban su poderío. Tu lengua lamía la punta de su glande para saborear aquel líquido pre-seminal. Aquella zona es gelatinosa, así que tenías que tener mucho cuidado a la hora de morder.
Crocodile agarró tus cabellos en forma de cola de caballo para que no sean un estorbo. Te has vuelto una verdadera pervertida ante sus ojos oscuros. Sí, eres una buena niña. No te demoraste mucho en tenerlo en tu boca. Él no evitó soltar un gemido de pura satisfacción. Tu boca está caliente; eso causó que su envergadura se agranda más y se te dificultará un poco a la hora de realizarle una felación, pero mantienes la determinación suficiente para cumplir su placer.
Tus bragas se estaban mojando poco a poco. Necesitas con urgencia que te tocase, pero él es quien manda en esta situación. Si incumples, es posible que recibieras un castigo. No te gustaría saber que tipo de sanción porque será desagradable, aunque en el contrato decía que no serán daños que causaran dolor, pero es mejor no averiguarlo.
—Tienes una boca espléndida, baby —gimió—. Pero no comparado con tu coño estrecho. Dime, ¿cómo estás ahí abajo?
—Mojada —balbuceas con dificultad teniendo aún ese miembro en tu boca.
—Ah, ya veo —rio. Su risa causó que tu vello se erizase—. Podré encargarme de ti antes de que haga una cosa.
Cuando terminó esa frase, él agarró con fuerza tu cabeza y tus cabellos para empezar a moverse con mucha violencia. Tus manos se apoyaron en sus caderas e intentas todo lo posible en no vomitar. Aquella punta tocaba lo más profundo de tu garganta. Unas cuantas lágrimas soltabas por la fricción. No crees que ibas a aguantar.
Entonces sientes tu garganta llenarse de aquella esperma que liberó con brutalidad Crocodile. Es mucha cantidad. Es como si él hubiera aguantado todo este tiempo. No tienes otra opción que tragar todo lo posible y, cuando Crocodile apartó su miembro, el resto salió de tu boca cayendo en el suelo. Empiezas a toser recuperándote de aquella felación violenta.
—Oh, perdona —se disculpó—. Esas cosas me gustan mucho —confesó.
Ya lo has notado hasta llegaste a pensar que te ibas a quedar sin faringe. Crocodile te hizo levantar y soltaste un pequeño grito de sorpresa cuando te soltó en la cama con brusquedad. Él te abrió las piernas. Tú sabes lo que significa a lo que te mordiste el labio inferior. Crocodile te vio y volvió a reír.
—¿Estás desesperada, baby? —te preguntó. Aquel garfio se quedó enganchado en tu falda para alzarla, mostrando tus bragas—. Uhm, pues sí que lo estás, baby.
—D-Daddy, fólleme —suplicas.
—Te follaré, pero con mi boca —dijo. Volvió con su garfio tomando tus bragas y tirar de ellas—. Pues sí que estás sucia, baby. No paras de segregar mucha sustancia. —Un dedo pasó por tu intimidad y te estremeciste, soltando un gemido. Tus ojos se fijaron en él que se metió aquel falange en su boca saboreando tu esencia. Te sonrojas abruptamente—. Uhm, delicioso.
—Da… ¡Daddy!
Un grito soltaste porque Crocodile empezó a realizarte el ansiado cunnilingus que esperabas. Aquella lengua exploraba y jugaba con ímpetu tus labios mayores y, sobre todo, tu clítoris porque aquel pequeño trozo de carne salió de su capucha reclamando cierta atención. Ese es el fruto del Edén que tiene que encargarse Crocodile.
Tú no parabas de soltar gemidos continuos. Tus manos sostienen aquellas sábanas porque piensas que te vas a desvanecer. Lo llamabas una y otra vez para que continuase con esa pequeña tortura. Crocodile añadió el juego metiendo dos dedos. No se le hizo difícil porque estás bastante estimulada. Vio que no parabas de mover una de tus piernas, así que enganchó su garfio a una de ellas para que estuvieras quieta.
Y parece ser que encontró tu tesoro porque gritaste con fuerza. Ahí Crocodile decidió torturarlo una y otra vez para sacarte más de esos gemidos tan deliciosos que le gustaban demasiado. Y el ansiado orgasmo llegó. Tu cuerpo no paraba de temblar. Ese clímax es demasiado fuerte. Crocodile estaba conforme ante esa reacción.
—Me encanta cuando gimes de esa manera, baby —añadió, incorporándose en su sitio para quitarse las ropas para estar más cómodo.
—Gracias, Daddy —dices.
—Sientes presión en tus pechos, ¿verdad?
—S-Sí, Daddy.
—¿Por qué no te vas quitando los botones del vestido? Así puedo quitarte con facilidad tu sostén.
Una orden, un acatamiento. Tus dedos se posicionaron en los botones e ibas quitándolos con cierta torpeza. Crocodile va a tener mucha paciencia contigo porque aún te estás recuperando del orgasmo de antes. Listo, luego él te quitó el sujetador liberando tus pechos. Él no resistió en tomar uno porque son demasiado grandes.
—Difícil olvidar nuestro primer encuentro. —Él se arrastró por tu cuerpo. Su intención es la siguiente: colocar su miembro entre tus pechos—. Y quisiera tener otro bonito recuerdo. Agárralos, baby.
La felación a la rusa le gustaba demasiado a Crocodile y más aún sabiendo que tus pechos son grandes. Cuando cumpliste su orden, él no tardó mucho en moverse entre esos dos pedazos de carne. Aquella fricción es erótica para ambos. Tus piernas no se quedaban inmóviles porque empiezas a notar otra vez la sensación de necesidad de que la toquen y no puedes suplicar por ello.
Parece que en cualquier momento aquella punta quiera entrar en tu boca. Inconscientemente la abriste queriendo recibirlo. No te cansarías de ello. Eso le gustó demasiado a Crocodile por lo que profundizó más las embestidas para que lo recibiera con gusto.
—Qué niña tan sucia tenemos aquí. Estás haciendo que saque mi lado más salvaje, baby.
No te importaba, más bien te gustaba demasiado ese trato. Un gemido se te escapó al sentir aquellos dedos juguetones jugar con tu sexo. Definitivamente se estaban complaciendo mutuamente. Tus piernas estaban abiertas completamente queriendo recibirlo más y más; por ende, él mete sus dedos moviéndolos con salvajismo provocando que ahogaras más y más gemidos.
—Mierda. Quiero follarte.
—D-Daddy, fólleme, por favor —suplicas de nuevo.
—Si me lo pides de esa manera, ¿cómo voy a negarme?
Esa sesión terminó para pasar a la siguiente fase. Crocodile se colocó entre tus piernas e iba metiendo su miembro. Un gemido de satisfacción soltaste al notar aquella envergadura entrar tu vagina. Él no resistió mucho tiempo en moverse con rapidez. Los gemidos se decoraban en aquella habitación. Música para los oídos de Crocodile. Además, hay que añadir el morbo de tener relaciones sexuales contigo con esa ropa viéndote adorable y sumisa ante su merced.
Su miembro golpeaba sin cesar aquellas paredes buscando esos rincones que pueden enloquecerte. Él, aunque estuviera lisiado de una mano, tenía la suficiente fuerza y la capacidad de satisfacerte en todos los sentidos del mundo. Tu pierna derecha quedó apoyada en su hombro para profundizar más aquellas embestidas; Crocodile mordía tu muslo o tu rodilla marcando territorio demostrando que eres suya y de nadie más.
—Voy a follarte durante veinte minutos —te comunicó—. Estaré bien concentrado para no correrme con mayor facilidad y que podamos disfrutar de este momento.
—¡M-Me gusta la polla de Daddy! ¡E-Es grande y poderoso!
—Y a mí me gusta tu coño. Joder, me encanta demasiado porque estás chupando con fuerza mi polla. ¿Tantas ganas tienes que derrame mi leche?
—¡S-Sí, Daddy!
—Que cruel eres. Mi baby queriendo acabar pronto. —Él te mordió con bastante fuerza mostrando su molestia—. Yo no quiero acabar.
—¡Y-Yo tampoco!
—Entonces vamos a dejar de hablar y vamos a continuar con esta sesión tan fascinante.
Si lo es. Sabes perfectamente que Crocodile no parará hasta que haya cumplido su propósito. Al aburrirse de la misma posición, cambió a otra, acostándote a un lado con las piernas flexionadas. Tus ojos están cerrados porque estás concentrada en el placer. Aquel miembro es fascinante. Es muy fácil notar aquellas venas que están conteniendo mucha sangre. Él está resistiendo en no llegar al orgasmo muy pronto. Solo eyaculó una vez. La última vez fueron tres veces. A lo mejor con los siguientes encuentros él puede controlar esas ganas de liberar su semilla.
Otro cambio de postura. Esta vez boca abajo. Crocodile no tenía dificultades en moverse con cierto salvajismo, donde sus pieles chocaban entre sí de forma erótica. La boca de aquel hombre mordía una y otra vez tu nuca o tu cuello. No se cansaría de ti por nada en el mundo. Tu trasero le encantaba demasiado porque no paraba de agarrarlo con su mano sana. Le gustaban las mujeres grandes. Le encantabas.
Sí, ya notaba que su fin se estaba acercando por lo que alzó tus caderas para profundizar con bestialidad tus entrañas. Una corriente eléctrica iba pasando por tu columna vertebral y se concentró en tu clítoris. Tú también estás a punto de explotar.
—¡D-Daddy voy a correrme! —informas.
—¡Joder, entrégate ante mí, baby!
Lo hiciste. Los dos lo hicieron. El semen de Crocodile te llenó por completo. Esa sensación es fascinante. Ya no sientes el peso de Crocodile porque el hombre se acostó a un lado intentando recuperar el aliento. Todo su cuerpo estaba sudado por el ejercicio. Entonces lo escuchas reír por lo que te encoges de tu sitio.
—Dios, estoy más seco que el propio desierto de Arabasta —comentó. Él fue a la mesa que está al lado de la cama para buscar un puro y encenderlo—. De verdad, me impresionas demasiado.
—N-No tengo tanta experiencia, Crocodile-san —dices. Él volvió a reír.
—¿No? Para mí es todo lo contrario. —Crocodile se acostó a un lado quedándose enfrente de ti e iba acariciando con mucho mimo tu espalda. Tú te ibas relajando—. Me pongo un poco celoso de que otros hombres te toquen.
—Yo solamente lo hago para ganar dinero y para satisfacer las necesidades de mis clientes, como usted —aclaras.
—Por eso mismo. Ojalá pudieras ser mía definitivamente, pero tiene que pasar un proceso.
Eso te llamó la atención, pero recordaste las palabras de Izou.
—¿Proceso?
—Tiene que pasar un tiempo para que uno de tus clientes contacte con la empresa y le comunique que siente interés en ti, y quiere proporcionarte todo. Claro, eso es dentro de un año —bufó.
—... ¿Quiere ser mi proveedor, Crocodile-san?
—Ese es mi pensamiento, pero tal vez quisiera algo más contigo. Sin embargo, ese tema depende de ti.
¿Depende de ti?
❤️❤️❤️❤️
Más visualizaciones, pero difíciles de saber quién las está viendo. No hay una opción que te permita ver los futuros y potenciales clientes. Eso te frustraba un poco, pero aceptaste las condiciones de la empresa.
En tus anteriores exámenes clínicos no te han detectado ninguna enfermedad de transmisión sexual. Eso te tranquilizaba demasiado. Son muy precavidos en ese sentido porque no quieren perder clientela o despedir a sus trabajadoras. Y hoy acudiste a la revisión. Todo estaba perfecto.
Al salir del lugar de tu trabajo, no tenías nada que hacer, salvo comprar en el supermercado. Con el dinero que estás ahorrando, pues te da suficiente. Bien, tomas tu móvil para buscar el supermercado más cercano de la empresa. Solo a diez minutos caminando. No está nada lejos.
Durante el camino, no parabas de mirar las fotos de los clientes que atendiste actualmente —aunque a veces mirabas al frente para no chocar con algo o con alguien—. Solo tuviste un segundo encuentro con Crocodile. Rosinante, Kid, Law, Izou y Zoro no dieron señales de vida. Tal vez estarán ocupados. Solo ellos pueden contactar contigo y no al revés.
Las puertas del supermercado se abrieron. No había mucha gente. Mucho mejor para ti porque puedes comprar rápido. Es poca cosa. Al agarrar la cesta fuiste directamente a la zona de las verduras y las frutas. Están frescas. Con las hortalizas puedes preparar buenos platos. Tus dedos estuvieron a punto de tomar una bandeja de zanahorias, pero otra mano hizo acto de aparición.
¡Dios, es un chico guapísimo!
Alto, cabello moreno y ondulado, con barba y perilla curiosa, y ojos oscuros cual noche. Su rostro es duro y frío hasta tiene ciertas facciones de un felino grande.
¡Y casi tus dedos tocan los suyos!
—L-Lo siento —te disculpas, apartando tu mano de golpe.
Él no dijo nada. Simplemente tomó aquella bandeja para entregártela. Eso te sorprendió mucho a lo que agradeces con voz susurrante. Por alguna extraña razón, los ojos de aquel chico se iluminaron. No entendiste nada, pero es mejor continuar con la compra.
¿Te imaginas que ese chico estuviera en la aplicación? No. No tenía pinta de ser alguien que le gustase ese mundo. ¿O sí? Todo era posible en este mundo tan extraño.
Ya con la compra realizada, saliste del supermercado y caminando hasta tu casa es una locura; así que, tendrás que tomar un autobús y llegar cuanto antes. De pronto, tu móvil sonó, advirtiendo una nueva notificación por lo que lo cogiste y ves que es un mensaje proveniente de la aplicación.
Nombre: Rob Lucci.
Edad: 30 años.
Altura: 212 cm.
Ocupación: agente secreto del Gobierno Mundial.
«¿Quieres que te alcance?»
La foto de esa persona era…
Todo tu cuerpo giró con rapidez para encontrarte con aquel chico de hace un rato. Él te miraba con el móvil en sus manos. Un posible cliente. Te haría un gran favor si te alcanzara.
Otra vez te ibas a meter en la boca del lobo.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top