Capítulo 6. El mafioso de Grand Line

Advertencia: este capítulo contiene contenido sexual. Si no te gusta este tipo de contenido, no sigas leyendo, aunque eso implique que perderás información de la historia.

Tus ojos estaban bien abiertos porque estás sorprendida. El casino de Arabasta es enorme. Mucha gente podrá caber. Una gota de sudor iba resbalando por tu sien. Das una bocanada de aire para luego soltarlo. Antes de entrar, revisas el mensaje que te mandó Crocodile. Te dijo que te acercaras a la recepción y preguntaras por él indicando tu nombre. Bueno, ¿estás preparada?

Las puertas se abrieron automáticamente y se empezó a escuchar el ruido de las máquinas. Menos mal que no eres sensible a los sonidos estruendosos. A tu derecha encuentras la recepción y una señorita de cabello afro miraba el ordenador con cierto desinterés. Con temor te acercaste lentamente y la chica te miró. Parece que te iba a comer perfectamente.

—¿Le puedo ayudar en algo, señorita? —preguntó. Llegaste a pensar que sería capaz de sacar púas a través de su lengua. Su nombre, como consta en su etiqueta, es Zala.

—Mi nombre es ___ ___ y tengo una cita con Sir Crocodile.

La chica de cabellos afro tomó el teléfono e iba marcando la extensión de su jefe. Zala dio el comunicado y luego colgó.

—Señorita ___, espere un momento. Un compañero llamado Daz Bones llegará para acompañarla hasta Sir Crocodile.

Tú asentiste. Seguramente no tardará mucho en llegar, pero estabas un poco ansiosa por lo que iba a ocurrir. Necesitas que alguien te abrace para darte todo el apoyo del mundo. Ojalá estuviera tu madre a tu lado. El resto de tu familia estaba lejos de la ciudad. Llevas mucho tiempo sin verlos y has intentado mantener el contacto, pero como que ellos prefieren estar distantes. ¿Por qué? No lo entendías del todo bien porque eres una joven adulta.

Al rato llegó un hombre alto con la cabeza rapada y un rostro semblante que da hasta miedo. Tus hombros se encogieron al instante y tus ojos se clavaron en su placa identificativa: Daz Bones. El hombre hizo un gesto en la cabeza para que lo acompañases y así hiciste. No querías esperar mucho a Sir Crocodile.

Aún estás sorprendida que a estas horas suele venir gente a jugar a las tragaperras, al póker, a la ruleta… Sir Crocodile debe estar ganando mucho dinero. Sin embargo, te acordaste que recién leíste sobre un artículo de un tipo que estaba compitiendo con Crocodile. ¿Cómo se llamaba? ¿Gild Tesoro? Sí, su gran barco llamado Gran Tesoro aporta uno de los grandes casinos en cuanto a barcos.

¿Te imaginas que estuviera en la aplicación de citas?

Bones te guio a uno de los ascensores, donde usó una tarjeta especial para acceder a los pisos superiores. Solo los empleados lo pueden usar. Solo cuatro plantas. Ya notas tu corazón bombear sangre. Calma. Solo debes respirar con tranquilidad. No debes ponerte nerviosa en presencia de Sir Crocodile, uno de los hombres a quien le consideran un mafioso.

Las puertas del ascensor se abrieron y un largo pasillo te espera. Al fondo, tú podías visualizar unas grandes puertas. No evitas tragar saliva por el simple hecho de que ese hombre estaba detrás. Te quedaste atrás de Bones porque empiezas a plantearte huir de ahí. Aún tienes tiempo. Solo cuenta hasta diez…

Demasiado tarde.

Bones abrió una de las puertas.

—Sir Crocodile, la señorita ___ está aquí —anunció.

—Hazla pasar. Y Bones ya sabes qué hacer.

Ya con solo escuchar su voz dominante, tu vello corporal se erizó en un segundo. Bones se hizo a un lado para que entrases a petición de Sir Crocodile. Ya no hay vuelta atrás. Vas entrando con mucha timidez y con cierto miedo en tu cuerpo. Tus ojos (c/o) se clavan en Sir Crocodile, quien se encontraba sentado en su silla acolchada, leyendo el periódico y disfrutando de un buen habano. Pero la lectura solo duró unos minutos cuando sintió tu presencia. Esos ojos negros parece que son capaces de desnudarte.

Tu cuerpo se tensó cuando escuchaste la puerta cerrarse con llave. No. Definitivamente esto no es bueno. Prefería mil veces quedarme con los otros que con Crocodile. Ese hombre imponía mucho con la mirada. ¡Y no hablemos de su altura!

—Bienvenida al Casino de Arabasta, señorita ___ —te saludó Crocodile—. Por favor, acércate y ponte cómoda. No muerdo… De momento.

Eso no te calmaba para nada. Tus piernas estaban temblando cual gelatina cada vez que caminabas. Ese gesto en tu cuerpo, de alguna manera, le empezaba a gustar. Estás ante el peligro. Ya cerca simplemente te sentaste muy lentamente.

—Te noto un poco nerviosa.

—L-Lo siento… Es la primera vez que estoy enfrente de una persona tan conocida.

—Esas cosas suelen pasar a menudo —dijo, exhalando el humo y levántandose de su sitio—. ¿Quiere tomar algo para estar relajada?

—... No quiero ser descortés, pero ¿tendría agua?

Crocodile no evitó reír por lo bajo. No iba a realizar ningún comentario debido a que tú eres una joven adulta aún en proceso de madurez. Él se acercó al mueble donde guarda todo tipo de bebidas. Ron, vodka, whisky… ¡Una botella de agua! Todo tu cuerpo se alivió al verlo. Ese hombre lo puso todo en una bandeja para que sea más cómodo para él porque portaba un garfio en su mano izquierda.

Sí, oíste rumores de que perdió su mano a causa de un cocodrilo, aunque no estabas segura del todo. Él se aproximó con la bandeja para colocarla en la mesa e iba ofreciendo las bebidas.

—Estoy viendo que estás en buena racha y eso que solo acabas de empezar.

—Solo… cumplo con los deseos de mis clientes.

—¿Y eso te incluye tirarte desde un piso?

Niegas con la cabeza rápidamente.

—Hay ciertos límites, señorita ___ —dijo, estirando el brazo para entregarte el vaso. Sus dedos estaban adornados con anillos. Demostraba su orgullo de ser una persona importante—. Todos somos seres humanos y no podemos hacer algo por petición de alguien, si es algo riesgoso.

—Entiendo, disculpe.

Tu cabeza estaba agachada, sin embargo, Crocodile colocó su garfio en tu barbilla para que alzaras la mirada. Te daba vergüenza admitir que era atractivo ante los ojos de cualquier mortal. Esa cicatriz que recorría por el puente de su nariz lo destacaba demasiado. Tus mejillas se tornaron rosas y no evitas desviar la mirada.

—No apartes la mirada en mí —añadió—. Me gusta mirar tus ojos. Son hermosos.

—G-Gracias…

—Quisiera hacerte una pregunta. ¿Tienes padre?

Esa pregunta te desconcertó un poco, pero mejor responder.

—Sí, pero nos abandonó a mí y a mi madre cuando se enteró que mamá estaba enferma —respondes con cierta tristeza en tu voz.

—Cobarde —murmuró. Retiró el habano para dar una pequeña calada—. En vez de ayudar, huye cual cobarde. Eso no es ser un buen marido. Ni tampoco un buen padre.

Tu cabeza te estaba advirtiendo de un peligro inminente que surgirá en cualquier momento. No estabas segura de ello.

—Bueno, vamos al grano, señorita ___. Soy un hombre soltero que ha tenido encuentros sexuales con cualquier mujer, pero ya me aburren —iba explicando—. Bueno, en cierto modo, porque no les gusta cierto tipo de fetiche.

—¿Qué tipo de fetiche? —Te estabas metiendo en la boca del lobo.

—¿Alguna vez has oído hablar de Kink Daddy? —te preguntó y niegas con la cabeza—. Es un fetiche en donde el hombre mayor se convierte en el “papá” de una chica joven. También hay otro fetiche similar llamada Kink Mommy.

—¿E-Eso a usted le gusta? —cuestionas. Tu cuerpo y tu voz tiemblan porque Crocodile esbozó una pequeña sonrisa.

—Soy un hombre poderoso, señorita ___. Tengo todo aquello que cualquier mujer necesita, tan solo quiero la compañía de una bella joven como tú y cumpla mis expectativas. Y te escogí porque he visto tu situación y, además, eres bonita y segura de tu cuerpo. Solo debes complacerme y yo te daré una proporción de dinero más grande.

Acostarte con ese hombre considerado como uno de los mafiosos más peligrosos que ha tocado en esta tierra, te daba cierto miedo. Muchas dudas surgían en tu cabeza. Sin embargo, has llegado hasta aquí porque aceptaste la petición de Crocodile. Con timidez moviste la cabeza hacia arriba y hacia abajo aceptando tal propuesta.

La sonrisa de Crocodile se ensanchó aún más. Él dio la vuelta a la mesa para coger dentro de los cajones una carpeta con la etiqueta con título “personal”. Al abrirla tú vistes un montón de documentos y él solamente cogió la primera de todas para colocarla en la mesa, enfrente de ti.

—Te aconsejo que leas las condiciones antes de firmar.

Con cierta timidez tomas aquella hoja para empezar a leer detenidamente. Lo más importante a destacar es que, en todo momento, lo llames Daddy y él te llamará baby. No debes darle un no por respuesta porque recibirás un castigo; eso implica que si él te escribe en la aplicación, tú debes aceptar en quedar con él y negárselo a otra persona. Él te satisfará si tú haces lo mismo. Si firmas, aceptas las condiciones.

Tus manos estaban sudando porque el resto de la lectura implicaba uso de juguetes sexuales, kamasutra, sexo tanto vaginal como anal… Saliva tragas porque notas tu garganta secarse. Alzas un poco la mirada viendo que Crocodile portaba entre sus dedos un bolígrafo, deseoso de firmar el documento. Poco a poco tú ibas aproximando tu brazo hacia él y tomabas aquel instrumento.

Sentenciaste tu vida sexual con este hombre.

—Bien —musitó. Él cogió nuevamente el documento para guardarlo—. Vamos a practicar lo aprendido en esa lectura. ¿Cómo debes llamarme? —preguntó con voz ronca.

—... D-Daddy

—Soy un poco mayor y no oigo bien —añadió. Era mentira. Le encantaba torturar un poco a las mujeres en ese punto y tu timidez lo estaba excitando porque te ve como una mujer sumisa—. Repite, baby.

Daddy —lo dijiste con firmeza.

—Eso me gusta más —ronroneó.

Crocodile empezó a acariciar tu rostro con suavidad a lo que sueltas un suspiro largo. Ya tu cabeza estaba empezando a trabajar, imaginándote un montón de cosas que puedan surgir entre vosotros dos. Luego agarró tu cuello, no con intenciones de asfixiarte, sino más bien obligarte a que te levantaras de la silla.

Definitivamente, Crocodile era más alto que tú, pero no tanto como Rosinante. La respiración de ese hombre peligroso chocaba en tu rostro y tú cierras los ojos pensando que te besará. No. Las caricias continúan causando que un calor conocido se inundara por tu cuerpo. No podías decir nada porque no podías reclamar a que prosiguiera.

Entonces, un grito soltaste porque Crocodile te empujó con un poco de brusquedad hacia la mesa y menos mal que tus reflejos reaccionaron porque tus manos se quedaron apoyadas en la tabla. Giras un poco la cabeza para ver las intenciones, sin embargo, Crocodile te lo impidió, agarrando tu cabeza y obligándote a mirar enfrente.

Nada de reproches. Debes acatar las órdenes de Crocodile. No quisieras enfadarlo. Más suspiros salen de tus labios porque aquella mano exploraba cada rincón de tu cuerpo sin ningún tipo de pudor, mientras notabas la respiración de él chocar en tu oído. Un rubor apareció en tus mejillas porque cierta fricción sentiste por tu espalda. Es el pene de Crocodile. Ahora la cuestión es desde cuándo.

Aquel garfio se ancló en tu cuello teniendo cuidado en no hacerte daño. Estabas aprisionada. No podías hacer nada. Crocodile inició mordidas por tu lóbulo y un gemido se te escapó porque él agarró con fuerza uno de tus pechos.

—Tienes unas tetas enormes, baby —habló lasciva y eróticamente—. No me quiero imaginar mi polla dura entre ellas para que hagas una rusa.

Se te está haciendo raro que te llame de esa manera, pero debes acostumbrarte a ello porque firmaste un contrato. Solo tienes que satisfacerlo de cualquier modo.

—Bájate los pantalones, baby —te ordenó.

«¿No es pronto la penetración?», te preguntaste. Sin embargo, no ibas a desobedecer tal peiticón. Intentas todo lo posible porque aquellas caricias te estaban impidiendo centrarte. Creo que eso le estaba divirtiendo mucho a Crocodile. ¡Uf! Lo conseguiste. Volviste a incorporarte.

—Ahora haz lo mismo conmigo.

No tienes tanta visibilidad hacia atrás. Tus manos se echaron hacia atrás palpando el cuerpo aún cubierto por las ropas de aquel hombre. Sigue bajando y pudiste dar con el cinturón. Era costoso. Tardaste unos minutos porque Crocodile no paraba de jugar contigo teniendo el control absoluto de tu cuerpo. Un grito de alivio hiciste en tu interior al conseguir el objetivo.

—Buen trabajo, baby —dijo con voz ronca. Una sonrisa se ensanchó en sus labios, mientras él retiraba el habano para apagarlo y poder centrarse perfectamente en tu cuerpo—. Negro. Mi color favorito —añadió—. Una pena que deba mancharlo.

¿Mancharlo? Un gemido se te escapó al sentir la fricción de aquel miembro descubierto por tus bragas. Menos mal que tus manos estaban apoyadas en la mesa porque los movimientos de Crocodile son un poco bruscos, como si estuviera aguantando mucho tiempo. Además, añadió el plus de juntar tus piernas para que la fricción sea mayor.

—Joder. Tienes unos muslos perfectos porque estás apretando con fuerza mi polla.

D-Daddy… se siente bien.

Oh, ya tu mente te traicionó. Esa respuesta le gustó demasiado a Crocodile. Su garfio se enganchó en la parte inferior de tu camisa para luego ir subiendo con intención de desabotonar todos los botones liberando un poco de presión en tus pechos e hizo lo mismo con tu sujetador. Al ser alto, tiene la ventaja de ver desde esa posición como tus pechos rebotan un poco ante la fricción. Muchas ideas emergieron de su cabeza.

—Estás perdiendo aguas, baby —comentó porque notó algo humedecerse en la ropa interior de la chica.

—L-Lo siento, Daddy —te disculpas.

—Oh, no lo sientas. Al contrario, esto me servirá como lubricante —rio casi como un maniaco—. ¿No quieres un caramelo en tu boca?

—S-Sí, Daddy.

—¿Con qué forma y qué sabor?

—C-Con forma de polla y… cereza. —Fue el primer sabor que se te ocurrió porque te gustaba esa fruta—. Q-Quiero su polla, Daddy. ¿Quiere le haga una… rusa? ¡Ah!

Ese gemido fue alto porque Crocodile dio un movimiento brusco y fue un poco doloroso porque tus muslos chocaron con el borde de la mesa. Seguramente te saldrá un moretón más adelante. Simples jadeos salen de tu boca, mientras sientes tus muslos un poco pringosos. Crocodile eyaculó con solo haberte escuchado decir esa palabra mágica.

—Joder, nunca me había pasado esto —confesó.

Él se iba incorporando para dejarte respirar con tranquilidad. Unos pasos escuchas y tus ojos se posan en la gran figura de Crocodile que fue a su sillón acolchado para sentarse. Su miembro volvió a cobrar vida y jurabas que era un poco más grande.

—Ven aquí y fóllame con tus tetas, baby.

—S-Sí, Daddy.

Tú caminas con dificultad por los pantalones bajados, pero decides quitártelos para estar más cómoda. Ya enfrente de él te ibas agachando para estar de rodillas. Una posición cómoda. Ese pene se veía poderoso y capaz de satisfacerte en todos los sentidos del mundo.

Aquel miembro ya estaba entre tus pechos e ibas realizando movimientos de arriba hacia abajo con ellos. Te atreviste a mirarle a los ojos. Esos ojos negros profundos te miraban con cierta hambre. Tú no evitas sonrojarte de golpe porque piensas que cometiste un error en mirarlo. Crocodile estaba haciendo sonidos un poco ruidosos. Eso significaba que le estaba gustando demasiado.

Oh, se olvidó de un detalle. Crocodile inclinó su cuerpo hacia adelante, pero tú no dejaste de hacer el labor. En uno de sus cajones iba buscando un objeto. Al tenerlo en su mano, volvió a la posición de antes y te lo mostró. Tu cara estaba ardiendo. Un lubricante de sabor a cereza.

—Vamos a ver si eres capaz de hacerme una buena felación con esto —dijo. Abre el bote y echa un poco por encima de su falo y cayó un poco sobre tus pechos—. Si lo haces, te daré una buena follada que estarás días o semanas acordándote de mí, baby.

El olor a cereza inunda tus sentidos. Te recuerda a los lollypop de tu infancia de sabor a kojak. Tu padre te los compraba cada vez que sacabas una buena nota o por una buena labor que hiciste en casa. Eres su niña. Ahora él te abandonó junto con tu madre.

Se te hizo boca agua.

No aguantaste más porque engulliste aquel miembro todo lo que podías. Crocodile gruñó hasta que una sonrisa se formó por lo bajo que agarró tu coleta peinada. Otra cosa que le encantaba a él son los peinados. Oh, si te hicieras una trenza, estaría muy feliz y no te soltaría en ningún momento.

Tú estabas un poco sorprendida de que pudieras con aquella monstruosidad, pero tal vez daba gracias al lubricante. De verdad, lo estabas engullendo como nunca. Llegaste a pensar que aquel miembro creció un poco más en tu boca o estuviera a punto de explotar. Tu lengua jugaba con la punta de su glande notando aquel líquido pre-seminal.

De pronto, todo fue muy rápido porque Crocodile se levantó con prisa e iba moviendo sus caderas con brusquedad profundizando las embestidas. Tú sientes que te ibas a ahogar, pero te centras agarrándote a sus caderas hasta que notas aquel semen espeso invadir tu boca. Mucha cantidad. Casi no podías con ello porque estuvo a punto de salir, sin embargo, reaccionaste rápido y lo tragaste. Qué sabor más extraño. Kojak y semen.

—Perdona, baby. Soy un hombre bastante bruto —se sinceró—. ¿Estás bien? —te preguntó, mientras te ayudaba a levantarte.

—S-Solo me sorprendí —dices.

—Aún me queda una última ronda por las pastillas anticonceptivas, no obstante, no es justo que yo me haya corrido dos veces y tú ninguna.

Crocodile te hizo sentarte en la mesa apartando cualquier objeto de paso para que te sintieras más cómoda. Él te quitó las bragas mostrando tu feminidad ante aquel hombre peligroso. Sí, tu sexo estaba húmedo debido a la experiencia de antes. Crocodile iba quitándose el garfio y volvió a buscar en los cajones. Te estás preguntando qué iba a buscar.

Grave error.

Un juguete sexual con forma de dildo.

No te lo esperabas para nada. Él estaba centrado en colocarlo, mientras te dedicaba una pequeña sonrisa juguetona.

—Ventajas de tener una mano multiusos —bromeó un poco—. Así puedo jugar muy bien contigo.

Ya listo, lo iba metiendo en tus entrañas a lo que sueltas un gemido bastante largo y satisfactorio. Pero otro sonido erótico se te escapó porque tu vagina estaba vibrando. No, es por causa de aquel dildo.

D-Daddy… —gimoteas.

—Lo sientes, ¿verdad? —te preguntó. Tú asientes—. No me valen gestos, baby.

—M-Me está gustando, Daddy —dices. Unas lágrimas se iban asomando por tus ojos—. N-No… ¡Ah!

—Veo que he encontrado tu pequeño tesoro —rio por lo bajo.

No evitas abrazarlo con fuerza aprovechando que él era grande porque querías sentir esa sensación perfectamente. Esto es nuevo para ti. De momento, nadie se atrevió a meterte un juguete sexual. Crocodile es un hombre que le gustaba experimentar y ver los límites de su amante. Ver tu rostro lascivo, lo incendiaba aún más.

Crocodile agarró tu barbilla para que lo miraras y él te besara con cierta pasión. La lujuria estaba presente. Vuestras lenguas danzaban sin control, como si desearan desahogarse en cualquier momento. Un beso fogoso difícil de extinguir.

Entonces tus piernas se levantaron por reacción hacia el orgasmo que vino. Ese gemido fue callado por culpa de Crocodile porque él no dejó de besarte. Poco a poco él se iba separando para ver tu rostro lascivo. Lengua fuera y jadeando cual perra. A Crocodile le gustó demasiado que no resistió en acariciar tu labio inferior.

—Que perra en celo estás, baby. No sabes lo mucho que te deseo. Voy a follarte bien duro como un animal.

—Fólleme, Daddy

Crocodile retiró aquel dildo para quitárselo con cierta prisa. Tú sientes un gran vacío, pero sólo pasó unos segundos porque él entró con fuerza en ti. Palabras mágicas para Crocodile.

—¿Cómo quieres que te folle? —te preguntó porque no se movió.

—D-Duro… cual animal…

Él no dudó en ningún momento. Las embestidas empezaron con fuerza y parece que, en cualquier momento, la mesa se iba a romper. A Crocodile no le importaba porque él tenía suficiente dinero para comprar una nueva. Él necesitaba descargar toda esa energía interna porque tú le gustabas demasiado. Tienes un cuerpo voluptuoso capaz de aguantar esos movimientos brutos.

Crocodile mordía tu cuello sin cesar queriendo dejar marcas mostrando que eres suyo y de nadie más. Además, tenías una piel exquisita. Cada vez que las embestidas iban en aumento, tu cuerpo se iba echando hacia atrás sintiendo la mesa fría en tu espalda. Tus manos agarraban con fuerza las ropas de este. No parabas de morderte el labio inferior intentando amortiguar los gemidos. No. Eso es difícil.

Unas cuantas hebras de cabello se decoraban por el rostro de Crocodile viéndolo a un hombre fiero y sexy. Dios, ¿qué te estaba pasando? Estabas teniendo relaciones sexuales con hombres atractivos, ya sea jóvenes o un poco mayores, y ricos y poderosos. Sin embargo, esto lo haces para pagar las deudas a tu madre. En ningún momento te enamorarás de ninguno de ellos porque solo trabajas para satisfacerlos completamente.

Crocodile encontró tu punto G porque tú gritaste bien alto. Menos mal que las paredes son insonoras porque cualquier persona te hubiera escuchado perfectamente. Él golpeaba con fiereza haciéndote sacar unas cuantas lágrimas porque te ardía ahí abajo. No querías que parase. Te estaba gustando demasiado ese trato.

—Mírame —te ordenó, incluso te abofeteó con suavidad y agarró tus mejillas—. Mírame con esos ojos lujuriosos, baby. Quiero llegar al orgasmo sabiendo que te estás poniendo cachonda por mi polla.

—¡D-Daddy, me vengo! —avisas.

—Solo un poco más. Solo un… ¡Mierda!

—¡Daddy!

Los dos llegaron al orgasmo al mismo tiempo. El semen caliente de aquel hombre se esparció por completo por todo tu útero. Estabas completamente llena. Esta cita fue bastante intensa. Tú necesitas recuperar el aliento, mientras él se iba separando de ti.

—Di en el clavo —dijo, mientras se estaba arreglando para vestirse—. Está claro que eres la chica que buscaba.

Tú poco a poco te ibas levantando. Mañana vas a tener agujetas, seguramente. Aún tu vagina expulsa aquella cantidad de semen. Un susto te llevaste porque Crocodile decidió limpiar esa zona porque se sentía culpable de ello.

—Este juego lo haremos cuando estemos a solas e intimidando —informó—. En el resto del tiempo, me llamarás por mi nombre.

—Lo entiendo, Sir Crocodile.

—¿Cuántos clientes tienes? —Ahí está el interrogatorio.

—Contando con usted, cinco —confiesas—. Y no estoy segura si querrán repetir.

—El último comentario que recibiste dice mucho de ti.

Crocodile te mostró con su móvil el comentario de Izou: “Excelente muchacha. Bella por fuera y salvaje por dentro. Fue capaz de sacar ciertos límites que nunca pensé que existirían. La recomiendo para aquellos hombres que quieran experimentar cosas nuevas”. Tus mejillas estaban rojas ante tal comentario.

Mientras te estabas vistiendo, Crocodile volvió a buscar entre sus cajones. Solo suplicabas que fuera una cosa normal. Sí, un sobre con el dinero dentro. Tu paga con el cliente. Tú estiraste la mano para cogerlo, pero él no lo soltó en ningún momento.

—Yo estoy deseoso en volver a verte. Y recuerda: si contacto contigo, no me rechaces, baby. Lo digo por tu bien.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top