Capítulo 4. El cirujano de la muerte
Advertencia: este capítulo contiene contenido sexual. Si no te gusta este tipo de contenido, no sigas leyendo, aunque eso implique que perderás información de la historia.
“Sin duda alguna, la recomiendo. Esta chica cumplió mis expectativas y lo volvería a repetir”.
Tu cara estaba roja cual tomate al leer el comentario de Kid y te ha puesto cinco estrellas. Ahora estabas echando un vistazo a la cantidad de personas que han visto tu perfil. Mayoritariamente hombres que rondan la edad entre los 35 y 45 años. El móvil lo dejas a un lado porque no deseabas ver más. Este negocio te estaba gustando mucho porque no tiene pinta que los clientes sientan pudor en conocerte.
Las dos primeras citas fueron geniales y un tanto diferentes. Uno buscaba complacerse de una manera romántica y erótica; el otro con un toque de sadismo, perversión y fetiche. ¿Qué será lo siguiente? Ya te estabas preguntando cuál será el próximo cliente. Tus ojos (c/o) vieron una pequeña caja, donde guardas el dinero para los cuidados de tu madre y para pagar la luz y el gas de la casa.
Un suspiro soltaste para cerrar los párpados porque estabas notando el sueño. La verdad necesitabas descansar un rato. Sin embargo, tus oídos se agudizaron cuando escuchaste una notificación de la propia aplicación. Aprietas un poco los labios y tragas saliva queriendo saber quien te habrá escrito. Tu mano se aproximaba al dispositivo con cierto temblor.
Tomaste un respiro antes de tomar la decisión de abrir la aplicación. Solo deseabas que no sea alguien un poco anormal. Falsa alarma. La notificación era un aviso de que has recibido quinientas visualizaciones. ¡Vaya! Eso es mucho para un día. Un suspiro soltaste de nuevo y te acostaste en la cama, pero otra notificación recibes. ¡Ahora sí que tú cara estaba roja cual tomate!
Nombre: Trafalgar D. Water Law.
Edad: 26 años.
Altura: 191 cm.
Ocupación: doctor y cirujano en el Hospital Grand Line.
¡Ese chico lo conocías! Suele hacer visitas a la habitación de tu madre para averiguar su estado. Tu corazón estaba latiendo con mucha fuerza temiendo abrir el mensaje. No querías hacerlo por miedo a algún tipo de comentario. Pero ese chico era atractivo en todos los sentidos. ¡Vale! ¡Lo has hecho! Has abierto el mensaje.
Law te saludó y te comentó que es curioso encontrarte por ahí. Tú solamente le explicas la situación y parece ser que él lo entendía por los costos del tratamiento. A él no le importaba quedar contigo porque le pareciste atractiva desde el primer momento que te vio. ¡Ese comentario no te ayudaba! Law te propuso quedar hoy en el parque cerca de un hotel que contrarará la empresa para cubrir los gastos.
Bien, es hora de prepararte. Tomaste la decisión de levantarte con prisa y abrir el armario. No estabas segura que ponerte, pero seguramente será algo sencillo porque irán directamente al hotel. Un vestido elegante que constaba la parte superior negro de manga larga y hombros descubiertos; la falda era negro y rojo que creaban una combinación de flores. Era perfecta. Luego unos zapatos negros con tacones cortos. Tu rostro estaba un poco maquillado.
¡Estabas preciosa!
Solamente tienes que tomar un taxi para ir directamente allí porque no deseabas coger un autobús y estropear el vestido. Es un traje muy importante porque te lo regaló tu madre. En tu bolso lo tienes todo. No te faltaba de nada. Saliste de tu casa y tuviste suerte que apareció el primer taxi.
Los nervios aparecieron y tú tenías que estar tranquila. No contaste encontrarte con alguien conocido por esa aplicación, pero las posibilidades eran grandes. Solo esperabas que Law no contara nada a tu madre. Ella no sabe qué estabas trabajando siendo una dama de compañía con derecho a tener relaciones sexuales. Te daba mucho miedo que ella piense que eres una prostituta. No lo eres, además es una ventaja acostarte con esos hombres experimentados.
Ya llegaste a la zona del parque. Tú mirabas por todos lados pensando si Law ya estaba por ahí. Era mejor quedarse en el sitio y esperar. Otro suspiro salió de tus entrañas. Estabas dudando si iba aparecer. Tus labios se humedecen poco a poco y notabas tu corazón latir un poquito más de fuerza.
—¿Has esperado mucho, ___-ya?
La voz de Law alertó tus sentidos. Ese chico era muy apuesto por ese cabello moreno alborotado, perilla en su barbilla, sus ojos grises que esconden un secreto y los tatuajes que decoran en su dorso y en sus nudillos. Se estaba preguntando si tenía más.
—N-No, solo unos minutos —respondes con timidez.
—Me alegra saber que hayas aceptado mi cita. Pensaba que ibas a huir de mí.
La distancia se acortó y, con toda la confianza, tomó tu mechón para acariciar suavemente. Dios, podías sentir la respiración caliente de ese doctor.
—En realidad tenía ese pensamiento, doctor Trafalgar.
—Por favor, afuera del hospital puedes llamarme Law, ___-ya —le corrigió—. Vamos adentro, la empresa ya me dio la notificación de que nos han reservado la habitación.
¡Los latidos se aceleraron con tal rapidez que pensabas que tu corazón iba a explotar! Solo asentiste cual persona sumisa obedeciendo a su amo. Ya empezabas a pensar que gustos tendrá Law. Es un joven atractivo ante los ojos de cualquier mujer. Lo sabes porque las chicas de la calle lo estaban mirando y tú te encogiste porque sus miradas mostraron celos. Sin embargo, la mano del chico agarrando del tuyo, provocaron que te centres en él.
Hoy no tenía puesto su bata de médico. Le daba un toque de atractividad. Muy pocas veces Law entraba al cuarto de tu madre para comprobar su estado. Una vez escuchaste a él hablando con otro doctor para solicitar que el tratamiento sea gratis, pero la economía mueve a las empresas desgraciadamente. Sin el dinero no habría negocios. Una realidad muy triste en todos los sentidos del mundo. Ojalá la humanidad cambie, pensabas.
El hotel era de cinco estrellas gran lujo y deseabas que la tierra te tragara ahora mismo porque este lugar no era apropiado para ti. Esto pasó con Rosinante, que te invitó a una cena para luego ir a la habitación. Uno de los empleados recibió a Law con mucho gusto y le entregó la llave del cuarto. Allá vamos. Ya tienes un poco de experiencia. No pasará nada, ¿verdad? Lo único que te estaba intrigando era el maletín que portaba el chico. Solo esperaba que no fuesen inyecciones o algo por el estilo.
Última planta del hotel. Ahí estaban las habitaciones de lujo. Cuando Law abrió la puerta casi te desmayabas ahí porque el lugar era bastante amplio con esa cama triple X y unas vistas impresionantes de la gran ciudad. Y el baño seguramente será enorme. Law se adentra contigo, asegurándose que la puerta tenga seguro, y coloca el maletín en la cama para abrir. La curiosidad mató al gato, como bien dice el dicho.
—Quiero que te pongas esto en el baño —te dijo, entregándote un paquete grande.
—¿Qué es?
—Si te lo digo, no será una sorpresa —rio bajito—. ¿O acaso estás empezando a temer?
—Y-Yo solo cumplo con las peticiones de mis clientes, Law-san —respondes aún manteniendo el rubor de tus mejillas—. Y cumpliré las suyas.
Esa respuesta le gustó demasiado a Law. Realmente desde que te vio por primera vez tenía grandes expectativas en ti. Tú fuiste directamente al baño aún con dudas de saber que contenía el paquete. No evitas tragar saliva y vas abriendo lentamente. Casi te da un paro cardíaco cuando viste la bata médica para pacientes. ¿Por qué quería que te pusieras eso? No tienes alternativa que hacerlo.
No era una bata cualquiera. Detrás de tu espalda se estaba exponiendo un poco tu trasero. Tal vez él quiere tomar el rol de ser doctor. Un segundo, eso significaba que él se iba a poner su traje típico. Al salir, tus sospechas fueron ciertas. Dios, se veía demasiado atractivo para ser verdad. Law te vio y te dedicó una sonrisa ladina y pervertida.
—Veo que mi paciente está un poco desorientada —dijo. Ahora el tono de voz que empleó es muy varonil para tus oídos—. ¿Por qué no te sientas en la cama? Te chequearé el pecho.
No te negaste. Tus pies se mueven con precaución para no tropezar. Ya sentada, observas detenidamente a Law que tomó el estetoscopio y quitó un poco la bata para escuchar tu corazón. El tacto del metal es frío.
—Tienes el corazón un poco acelerado, ___-ya. ¿Estás nerviosa?
—N-No lo niego, Law-san.
—Uhm, ¿por qué será? —preguntó. No tenía ningún pudor en seguir explorando un poco más—. ¿Está tomando algún medicamento?
—N-No —respondes de nuevo. Cada vez se estaba aproximando a una zona casi prohibida.
Law dejó de lado el estetoscopio y con un palillo te hizo abrir la boca. Mira que estás acostumbrada a estos chequeos médicos, pero tenías enfrente a un joven atractivo que estaba tomando su rol. Entonces él cambió el palo por un dedo.
—Chúpalo lentamente.
Tú obedeces. Tu lengua rodeaba aquella falange que estaba jugando. Law estaba maravillado por tu rostro lascivo. La habitación se estaba volviendo sofocante. El doctor retiró su dedo viendo como un hilo de saliva se creó. Otra vez la sonrisa ladina.
—Segregas saliva en perfectas condiciones —murmuró—, pero solo quiero saber una cosa.
No te dio tiempo de reaccionar porque Law te besó. Es un beso sofocante donde te agarraba con firmeza a las sábanas de la cama. La lengua del chico recorría con perfección y perversión tu boca jugando con la tuya. Tus pulmones reclamaban oxígeno y él se separó de ti. Ahí aprovechas para recuperar el aliento. Esa imagen tuya con la lengua fuera y tus mejillas sonrojadas no lo olvidará.
—Besas muy bien, ___-ya.
—¿D-De verdad?
—Pero me encanta que te vuelvas un poco sumisa —confesó—. ¿Podrías acostarte del todo? Tengo que chequear cómo está tu vagina.
Esa palabra alertó a todos tus sentidos. Law se estaba tomando en serio su labor como médico; mejor aprovechar este momento. Tu cuerpo ya estaba acostado del todo y tus pies estaban apoyados en el colchón. Law había tomado una silla para sentarse enfrente de ti para levantar la bata y ver perfectamente tu sexo. Esto era como ir al ginecólogo, pensaste. De pronto, sientes esos dedos acariciar tus labios mayores y no evitas soltar un gemido.
—Debes estar completamente relajada, ___-ya —te aconsejó—. Está en buenas manos.
No dudas de ello. Solo no debes pensar en cosas eróticas. Esos dedos no ayudaban mucho porque estaban acariciando con malicia ese lugar, incluso se atrevió a tocar tu clítoris que aún no estaba hinchado. Aprietas los labios intentando no emitir ningún sonido lascivo. Law apartó aquellos dedos en esa zona y tú te alivias un poco, pero eso solo fueron unos segundos porque los volviste a notar. En esta ocasión soltaste un gemido porque algo líquido y frío se estaba esparciendo en aquella zona.
El efecto se estaba volviendo inminente. Gemidos suaves emitías. La otra mano de Law acariciaba con sutileza tus muslos como una forma de que te relajaras por completo. Lo estaba logrando. Un dedo se adentra en tus entrañas.
—L-Law-san…
—Debo averiguar que todo está bien —dijo. Su cuerpo estaba un poco inclinado hacia adelante no queriendo perderse el espectáculo—. Tus paredes vaginales están en perfectas condiciones. No veo ningún tipo de anomalía. ¡Oh! Salvo que me estás apretando el dedo, ___-ya —rio con malicia.
¿Quién diría que serías tocada de esa manera? El movimiento de ese dedo iba en aumento hasta que añadió otro más. Te estabas muriendo de vergüenza; eso se quitaba poco a poco porque te estabas imaginando muchas cosas. Lo disfrutas. No lo niegas. Aquellos dedos tocaban cada punto erógeno de tus paredes hasta qué crees que está buscando tu punto G. Tus piernas se abrían más y más. Esa reacción le estaba gustando mucho a Law. Ventajas de tener un lubricante guardado en el maletín para disfrutar de este momento.
Él tomó de nuevo el bote para esparcirlo por tu clítoris notando de nuevo ese efecto frío que poco a poco se volvía caliente. Los gemidos cada vez se vuelven más intensos. Cualquier persona que pasara por ahí te escuchará perfectamente. Tu cabeza empezaba a imaginar muchas cosas. Ese hombre podrá hacerte cualquier cosa con solo el toque de tus dedos. Law estaba muy centrado en ti aún manteniendo esa sonrisa ladina.
—¿Qué tan desesperada estás? —preguntó.
—M-Mucho… E-Esto no es suficiente…
—Me lo imaginé, ___-ya. —Su respiración chocaba en tu clítoris—. Pero debes acatar con mis pedidos.
—H-Haré lo que usted desee —gemiste.
—Esa respuesta me gusta. —Law retiró los dedos con malicia—. No obstante, no me trates como usted —dijo, lamiéndose los labios—. Eres tan sumamente deliciosa, ___-ya. No sabes cuántas ganas tengo de jugar.
Ya estabas ida. Realmente el calor de aquel lubricante hizo su efecto. Estabas necesitada. Tú necesitas con urgencia que ese hombre entrase de una vez por todas. Como si tus plegarias estaban siendo escuchadas, oyes como algo metálico bajarse. Sí tus mejillas tuvieran la capacidad de sonrojarse aún más, estarías explotando cual volcán en erupción. El miembro de Law era bastante grande capaz de llenarte por completo.
Ese chico apoyó aquella virilidad en tu sexo e iba simulando embestidas, como si estuviera dentro de ti. Esos gemidos que soltabas eran dedicados para él. Aquel glande rozaba tu clítoris de una manera sensual que te volvía loca. Te mordiste el labio imaginándote más de él. Por fin, entró en tu interior.
—Estás muy estrecha, ___-ya.
—¿E-Eso es malo?
—No, me gusta muchísimo porque estás aprisionando mi pene de una forma desesperada, como si has estado mucho tiempo esperándome.
Puede que sea verdad, pero tú no estabas segura de ello. Los movimientos de Law comenzaron y no eran suaves; profundas y certeras para sacarte más gemidos por doquier. Debes dejar a un lado la vergüenza. Lo estabas disfrutando al máximo con las piernas completamente abiertas, queriendo recibir más de él. Esos choques de vuestros sexos sonaba erótico para tus oídos. Una de las manos de Law tomó tu pecho izquierdo, aún cubierto por la bata, para estimularlo como fuere. Siempre se imaginó coger unos senos grandes como los tuyos; no sintió pudor en pellizcar tu pezón.
—Eres una chica muy buena, ___-ya —te susurró casi cerca de tu oído, mientras acariciaba gentilmente tu rostro—. Eres la mejor paciente que he encontrado.
—S-Soy buena —repites. Eso provocó que Law riera.
—Lo eres y eres mi preferida —dijo, acompañando una embestida profunda y casi dolorosa para ti—. Ese gemido me ha gustado mucho.
Los comentarios de Law provocan en ti ciertas sensaciones que nunca has experimentado. De verdad, te estaba gustando demasiado. Cuando estuviste a punto de abrir la boca no esperaste un beso fogoso por su parte. Aquella lengua exploraba sin creces cada pared, mientras aumentaba las embestidas. Pero eso acabó porque Law se separó de ti dejándote un gran vacío en tu interior, sin embargo, esto era una manera para girarte de la cama y que tus pies tocaran el suelo frío. Te sonrojas más porque te acordaste que tus glúteos estaban expuestos.
Un gemido se te escapó. Law entró con fuerza, mientras agarraba con firmeza una de tus nalgas. Él estaba maravillado por la forma de tu trasero. Grande y redondo porque puede azotar todas las veces que quiera. Menos mal que no había un espejo de por medio porque no te gustaría ver la cara de Law. Seguramente será de pura satisfacción. Las manos de aquel chico estaban sujetando con firmeza tus caderas profundizando esas embestidas. A veces eran suaves y otras salvajes.
De pronto, una corriente conocida para ti estaba pasando por tu columna vertebral hasta llegar a tu zona íntima centrándose en ese punto. Eso era señal de que estabas a punto de tener un orgasmo. No duraste mucho tiempo y Law no pudo reaccionar a tiempo y liberó su esencia en tu interior.
«Caliente», pensaste con un leve sonrojo en tus mejillas.
—Me has sorprendido. Mira que soy médico y sé predecir más o menos cuando llegas al orgasmo —iba informando—. Aunque no quita el hecho de que quiera seguir jugando contigo. Quítate la bata y gírate.
Tu cuerpo aún seguía temblando porque aún se estaba acostumbrando ante ese hecho; no obstante, te arrodillaste en la cama y te quitaste todo lo posible la bata para luego girar y sentarte. Lo sospechabas. Su virilidad volvió a cobrar vida. Efectos secundarios de la píldora, pensaste. Law estaba de pie enfrente de ti. Él tomó tus pechos e iba colocando su miembro entre ellos.
—Están muy calientes, ___-ya —confesó—. Pero no se compara con tu coño mojado.
Ahí vamos con las malas palabras. No te pidió que movieras tus pechos, más bien fue él quien inició ese pequeño vaivén. La fricción era diferente, incluso te tentaba lamer un poco la punta viendo que le estaba saliendo un poco de líquido pre-seminal. Solo debes aguantar un poco. Claro, los gemidos no se quedaban atrás. Sentías la necesidad de que te follara de nuevo, aunque lo estaba haciendo en estos instantes.
—¿L-Le gusta? —preguntas con cierta timidez en tu voz.
—No estaría follando tus pechos, ___-ya.
—Pero a lo mejor… le gusta… otra forma…
Grave error. La mano de Law se quedó apoyada en tu cabeza e hizo que agacharas para que tomaras la punta de su miembro y empezaras a succionar y a lamer. Su olor no era nauseabundo, todo lo contrario. Era una droga más para tu cerebro y para tu boca. Él agarraba tus cabellos para que hicieras bien tu labor sin ningún tipo de molestia de por medio.
Tus párpados se cierran para sentir bien aquello, menos mal que no estaba profundizando las embestidas porque sería capaz de ahogar tu garganta y dejarte sin respirar por unos segundos. Sientes un pequeño tirón en tus cabellos; aguantas todo lo posible hasta que notas su esperma derramarse en tu boca. Te estaba ahogando. Solo tienes dos opciones: tragar o escupir.
La cantidad era tan inmensa que reaccionas en tragar poco a poco. Un escalofrío te recorre por toda tu columna vertebral. Su sabor era sumamente extraño. Law tomó tus mofletes para hacer presión y abrieras tu boca. Qué vergüenza.
—Que atrevida eres, ___-ya —rio con suavidad—. No sabes lo mucho que me ha excitado.
Esas palabras causaron que agacharas la mirada y vieras su pene cobrar vida. La necesidad de tenerlo entre tus piernas era muy grande. Esa expresión le hizo cierta gracia a Law por lo que se sentó en el borde de la cama.
—¿Tantas ganas tienes? —te preguntó, haciendo leves masturbaciones a su miembro viril—. Ven a cabalgar, ___-ya. No creo que mi pene pueda aguantar mucho más.
Ni tu vagina. Con un movimiento rápido te subiste encima de él, pero Law te pidió que le dieras la espalda. No lo entendías, sin embargo, mejor hacerle caso. Los dos gimieron al mismo tiempo. Tú iniciaste el vaivén con movimientos suaves para que te vayas acostumbrando. Lo único que no esperaste era que Law se apegaba a tu espalda y tomara con firmeza tus pechos para jugar con ellos y pellizcar tus pezones. Te estaba empezando a gustar ese trato.
Tu espalda se encorva un poco para sentir más esa fricción y esos tocamientos. Ya tu mente se volvió en blanco porque no había forma de ignorar los acontecimientos. Cada vez tus gemidos van en aumento y gritabas porque su pene friccionaba en un punto que te estaba volviendo loca. Y no dejar atrás las mordidas leves por tu nuca. Ya no podías más. Estabas a punto de sucumbir. Lo necesitabas con urgencia.
—¡Law-san! ¡Me voy a correr!
—¡Corrámonos juntos!
—¡Law-san!
Una explosión de placer llegó a ambos. El inicio de los jadeos se hizo presente en la habitación. Tu cuerpo cayó de lado en la cama con Law agarrando tus caderas. Tú estabas sumamente cansada. Sin embargo, volviste a la realidad porque has mantenido relaciones sexuales con ese doctor demasiado apuesto.
Te daba vergüenza girarte y verlo ahí mismo. Solo deseas vestirte e irte de ese lugar, sin embargo, caricias notas en tu cabeza y te vas relajando poco a poco hasta que un suspiro liberas.
—No debes estar tensa, ___-ya —te aconsejó—. Somos adultos para tomar este tipo de decisiones.
—Es que… no pensé que mi próximo cliente fuera usted —confiesas.
—Y no pensé que la hija de mi paciente estuviera metida en este mundo. Los dos hemos quedado en empate. ¿No quedó satisfecha?
—¡T-Todo lo contrario! M-Me gustó.
La sonrisa ladina de Law es capaz de derretir a cualquier mujer existente de este planeta. El chico se levantó de la cama para dirigirse hacia el maletín y sacar un sobre. Ya sabías lo que había.
—___-ya, debo comunicar que haré todo lo posible para que su madre reciba todos los cuidados —te informó, pero estabas sospechando de algo.
—... ¿Hay algún tipo de trueque? —preguntas.
—La próxima vez que tengamos una cita, le traeré un disfraz de enfermera para que me trate como su paciente.
Los pelos de punta.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top