Capítulo 19. Romper contrato

Paz. Que palabra tan extraña para tu vocabulario.

La empresa te recompensó con dinero por prestar tus servicios a los clientes, y te dijeron que mantendrán las puertas abiertas por si cambias de opinión. Tu perfil está desactivado, no eliminado. Realmente te sientes segura. Es cierto que Smoker conoce tu casa, pero el resto de individuos no.

Un suspiro sueltas porque has terminado de mandar todos los documentos para inscribirte de nuevo en la universidad. Este año han pedido mucha documentación. Lo importante es que finalizaste y ahora tendrás que esperar una respuesta por parte de la administración. No sabes cuántas veces has mirado por la ventana. Está semana ha estado el cielo nublado. Es una mala señal, un mal augurio.

La vida pasa por tus ojos. Ojalá pudieras salir y que la lluvia moja tu cuerpo. Sentir esas gotas frías en tu piel y se eriza completamente. Es una fantasía que se puede cumplir. Luego está la probabilidad de que te resfríes.

Tienes puesto un pulóver calentito para mantenerte resguardada del frío. Tú cierras los ojos lentamente casi relajando tus músculos. Estás deseosa de comer un ramen caliente o chocolate caliente con unos churros de acompañante. Oh, se te antojó mucho pedir algo así. Con tu móvil vas buscando la aplicación para pedir comida. Hay muchas opciones, pero decides comida típica japonesa. Sushi, ramen… Y así tu estómago estará contento.

Ya hiciste el pedido. Se tomará unos veinte minutos para traer la comida.

Te acercas a la ventana para ver el cielo nublado y esperando al chico del pedido. Ya no sabes cuantas veces te has parado a ver la ventana y estar horas y horas el cielo oscuro. Es como si la madre naturaleza estuviera llorando por algo. O es una señal de tu madre. No, tú no crees en esas cosas.

Pero lo peor es que te sientes extraña sin la compañía de un hombre que te comprenda y te proporcione todo el amor necesario. Lo piensas muchas veces y luego se te pasa. Eres una mujer que no siempre debe depender de una persona rica y poderosa. Hay otros métodos de conseguir dinero, por ejemplo, seguir formándote para terminar la carrera que tanto te gustaba.

La aplicación te advierte de que el pedido está enfrente de la puerta. Qué rapidez, ¿no? Mejor porque tienes mucha hambre. Tus pies se movieron con sutileza hacia la entrada de la casa y abres la puerta. Te sorprendes al ver a un hombre corpulento y alto, pero difícil de ver cómo es su rostro porque la tiene cubierta con una máscara de franjas azules y blancas. Su cabellera rubia y larga se destaca demasiado al igual que la barba que sobresale de su máscara.

Llegaste a pensar que esto se trata de una película de terror.

—Buenos días —saludó. Su voz causó que tu vello se erizaba al instante—, tengo un pedido a nombre de ___ ___.

—S-Soy yo —tartamudeas.

—Aquí tiene. —El chico extendió los brazos.

—... ¿No le importa que está lloviendo? Es decir… No tiene un paraguas —comentas con cierta preocupación.

—Estoy acostumbrado a trabajar con este tipo de tiempo, así que sin ningún problema.

—¡Killer! ¡Mueve tu puto culo que está haciendo un frío de cojones!

Una voz muy conocida llamó tu atención. Tus ojos miran por encima del hombro del mencionado. Todo tu cuerpo se congeló porque reconociste a Eustass Kid subido con su típica moto y mojándose.

—¡Ya voy! —gritó el otro—. Que disfrute de la comida, señorita.

Tú asientes y, con cierta rapidez, cierras las puerta porque no quieres que el pelirrojo te reconozca. Por poco. Suspiras con cierto alivio de que no te haya visto, aunque por curiosidad miras por la ventana observando como esos dos se marchaban. Solo esperabas que Kid no se hubiera dado cuenta que esta es tu casa porque él estaría yendo una y otra vez.

No estarías tranquila para variar. El amigo de Kid es un misterio y, aparte, daba miedo con su apariencia grande y musculosa. Cómo te gustaría… ¡No! Sacudes la cabeza con rabia porque no tienes que pensar en cosas pervertidas. Si, el sexo es importante, pero es demasiado. Te volviste una ninfómana con ganas de que un hombre te prestara la atención y te hiciera todo lo que quisiese.

La comida no debe enfriarse.

❌❌❌❌

¡Qué bonito día!

Una semana con lluvia y es hora de que el sol salga de su escondite. Estás con una sonrisa de oreja a oreja, mientras caminabas directamente hacia el supermercado para comprar lo necesario para hacer la comida. También estás muy feliz porque te admitieron de nuevo en la universidad. Puedes proseguir con tus estudios.

Tu madre estaría orgullosa de que consigas tus objetivos poco a poco. La imagen de tu padre apareció, causando una gran tristeza en tu ser. Lo echas de menos. Cómo te gustaría volver a verlo y decirle un montón de cosas, como, por ejemplo, regañarlo por abandonarlas cuando tu madre estaba grave. Una lágrima resbaló por tu mejilla y lo retiras con tus dedos. Ya pasó. El pasado es el pasado.

Estás en la zona de sección de carne. No sabes si coger pollo o ternera. El primero es más sano porque es carne blanca. Podrías hacer un buen plato exquisito. Tú te compraste un libro de recetas para cambiar un poco el hábito de comer lo mismo. Bien, decides coger el pollo. Ahora caminas en dirección hacia la zona de verduras y frutas.

Un caldo de verduras no estaría mal porque las comidas calientes alegran el día a cualquier persona. Lo único malo es que están un poco caros. La agricultura está afectando demasiado a la economía. Estas son las consecuencias de vivir sola, pero no te queda más remedio.

De repente, tus ojos se iluminaron porque viste unas manzanas bastante brillantes y tenían buena pinta. Tu madre siempre te decía que las apariencias engañan, pero es irresistible. Es imposible desviar la mirada. Con una bolsa vas cogiendo la fruta con mejor pinta. Tres manzanas y una más es suficiente. Cuando vuelves a extender la mano para coger la fruta perfecta, otra mano se interpone en tu camino.

Te ibas a disculpar, pero tu mundo se vino abajo. No pensabas encontrarte con esta persona en el supermercado.

No, no es Rob Lucci.

Es Alber King.

Los ojos rojos del peliblanco se clavaron en ti. Él te analizaba de pies a cabeza como si no quisiera despertar en su sueño. Te tenía enfrente. La mujer que tanto disfrutó la última vez. Tú tomas con rapidez la manzana para regresar con la cesta dejando a ese hombre a cuadros.

—¡Eh!

¿Por qué te detienes a su llamada? No tenías que haberte parado. Ya no quieres tener nada con tus ex clientes. Tampoco quieres ser una maleducada. King se acercó a ti aprovechando que estás quieta en tu sitio.

—¿Cómo estás? —preguntó de forma suave. No parece tener el mismo tono.

—Bien, comprando comida para aguantar un buen tiempo —respondes. No quieres mirarlo.

—No pensé encontrarte aquí —confesó—. Creí que… no te volvería a ver.

—Fue una decisión que tomé. —¿Por qué sigues hablando? Es mejor que continúes con la compra o, mejor aún, ir a la caja para pagar.

—Quisiera saber el motivo.

—No le interesa, King-san. A ninguno le interesará.

Sabes bien que él te está persiguiendo con su compra porque no se rendirá fácilmente. Es un hombre tozudo y con una idea en la cabeza.

—Si no me interesa, no estaría detrás de ti para empezar.

Punto para King.

—¿Somos nosotros? —cuestionó—. Y me refiero a esos gilipollas a quienes consideras clientes, y eso me incluye.

—... Una persona madura rápidamente —tú respondes tajantemente. Oh, una lata de aceitunas.

—Si te ha molestado con lo de la otra vez…

—¡No lo entiende! —alzas la voz, no demasiado—. Ustedes sois hombres poderosos que pueden comprar todo con dinero fácil. No tienen tiempo para buscar a mujeres y, por ende, usan a esta empresa como una forma de solucionar ese problema. Yo me sentía… usada. No niego que disfrutaba estar en la compañía de un hombre, pero fue demasiado para mí. No quiero depender de nadie que me saque de la miseria. Quiero conseguir mis objetivos: ser una gran médico. Y no puedo progresar quedando todos los días con ustedes y que haya celos de por medio. No soy propiedad de nadie.

King no hizo ningún comentario. Solo escuchaba tus palabras, mientras lo analizaba todo, buscando tu comprensión. Malgastar saliva con alguien sádico como él es una pérdida de tiempo, piensas. Un largo suspiro sueltas no queriendo hablar más, así que terminas con tus compras y vas a la caja directamente dejando a un King pensativo.

Siempre lo has pensado. Los únicos hombres que te entenderían son Smoker, Rosinante, Marco y Law. Ellos pueden comprender tu situación. El resto es muy difícil porque tienen el ego demasiado alto creyéndose mejores que nadie. Ojalá el policía tocase la puerta de tu casa y que te haga compañía contando sus mil batallas en el departamento.

—Y yo soy un hombre solitario que solo ha vivido y crecido en medio del caos.

Otra vez te detienes. Los dos os estabais dando la espalda.

—Entiendo que estés así. Yo lo estuve en su momento. Yo siendo un Lunaria creando envidia hacia el resto de seres vivos. Solo una persona me salvó de la muerte y se lo agradezco. Daría mi vida por ella. Pero… nadie puede salvar la oscuridad que aún habita en mí.

Unas palabras extrañas para una criatura maravillosa. Tus labios están apretados, aguantando las ganas de hacer un comentario hacia King. El silencio es una manera de demostrar que no te interesa. El peli-blanco lo entendió porque escuchas un leve suspiro.

—No seguiré detrás suya, ___ —confesó—. Me costará porque es una mujer única en el ser humano. Y esto es una manera de yo aprender a no perseguir mis objetivos. Que tenga buena tarde.

Tardas como veinte segundos en girarte para responder. King se había alejado como había prometido. Eso te ha sorprendido mucho. Tal vez él ha visto que no puede hacer nada contigo porque has tomado una decisión bien aprovechable.

Eso es un verdadero hombre.

❌❌❌❌

Los días pasaban volando. Ya no tenías la necesidad de pensar tanto en tus clientes, aunque algún que otro echabas de menos. Incluso te daba cierto reparo pasarte por el hospital y que te vean Law o Marco. Ninguno no se ha atrevido a pinchar tu teléfono, y eso que tienen suficiente poder para hacerlo.

Ahora estás en el parque mirando con tranquilidad el estanque de agua. Los niños están jugando con sus barquitos de juegos y compitiendo. Esa sensación de que tus padres te vieron jugar lo echabas de menos. Una adulta sin padres. Una gran responsabilidad que cargas por tus hombros.

¿Vivirás sola eternamente?

Mucho tiempo sentada y sin hacer nada, así que decides marcharte del parque para caminar en dirección a tu casa. No está nada lejos. Dar paseos es bueno para tus piernas y no quedarte encerrada todas las 24 horas.

De repente, un coche se iba parando lentamente para estar a tu altura. Te pones nerviosa, pero lo ignoras completamente. Sin embargo, escuchas como alguien baja la ventanilla del coche.

—Mucho tiempo sin verla, señorita ___.

Y tu mundo se desvaneció al escuchar esa voz grave y autoritaria. Solo un único hombre produce esa sensación. Por el rabillo del ojo ves al hombre mayor que porta un puro en su boca, mientras su mirada se clava en ti.

Sir Crocodile.

—¿Puede subir un momento a la limusina, por favor?

Las dudas aparecieron delante de tus ojos. Ese hombre te encontró y te hará recordar que firmaste un contrato con él. No tienes escapatoria. Debes afrontarlo como una verdadera campeona.

Crocodile te abrió la puerta como un buen caballero y accediste a entrar. Solo esperas que él no se sobrepasara. Estás inquieta y él todo lo contrario porque el vehículo se movió. Los dos mirándose frente a frente. El hombre retiró el habano de su boca soltando un suspiro largo.

—La veo muy bien, señorita ___ —rompió el silencio.

—G-Gracias…

—Me volví loco, ¿sabes? —continuó hablando—. Cuando la empresa comunicó que lo dejarías, no supe cómo contactar contigo. No sabes cuántos hombres han pedido una explicación.

—... He madurado —susurras.

—Y no dudo que lo hayas hecho. Te miro, y ya no veo a la chica joven de antes.

—¿Quiere algo de mí? —cuestionó.

—No te habrás olvidado de nuestro contrato, ¿verdad?

Tu intuición no te engañó. Crocodile no se ha olvidado de ese papel. No sabes a qué responder a eso. Desvías un poco la mirada encontrándote con un maletín. Probablemente ahí está esperando a que el dueño lo saque y te lo muestre.

—No me he olvidado y debo decir que, a pesar de haber dejado la empresa, no puedo continuar.

Un suspiro y una risa escuchas por parte de Crocodile.

—Sabía que dirías eso. No es tan fácil salir de un contrato y más conmigo. —Eso parecía una amenaza—. Pero haré una excepción contigo. Solo debes firmar que rechazas definitivamente toda relación nuestra.

—¿Eso es posible…? —te cuestionas.

Crocodile no tardó mucho en abrir el maletín para enseñarte el papel que te mencionaba. Sí, existe porque estabas leyendo con suma tranquilidad, sin saltarte ninguna línea.

—Creo que te mereces mucho y no me parece justo que sigas estando atada —continuó hablando—. Esto es una muestra de mi gratitud.

—... ¿Cómo sé que esto es una trampa?

—¿No confías en mí? —carcajeó ante tu pregunta—. Solo es una firma. Sí lo haces, no te volveré a molestar más, aunque en el fondo me estoy revolviendo de la tumba por no poder tocarte de nuevo.

Es muy tentador todo lo que estaba pasando. Serías libre de las garras de ese mafioso. No has dudado en ningún momento, así que firmas con rapidez porque leíste todo. Crocodile esperaba que te negases a ello, pero realmente en tu mirada se ve ese brillo de determinación. Él no es nadie para impedirlo. El moreno tomó el papel para guardarlo.

—Bien… Ya puede bajarse, señorita ___.

Es una despedida definitiva porque el coche se detuvo. Tú tomas la manilla de la puerta para abrir. Ninguno se ha dirigido la palabra.

Poco a poco tus clientes están desapareciendo de tu vida.

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