Capítulo 18. Adiós, Kanemochi
Tu móvil no para de recibir muchas notificaciones. Los hombres están reclamando tu presencia. Realmente no deseas salir de tu casa. Quieres estar sola por un buen rato mirando por la ventana y ver cómo llueve. La lluvia te da paz y con ganas de arroparte con una manta. Y también ver películas acompañada con palomitas o algún dulce.
Cierras los ojos con cansancio y, de vez en cuando, tú bostezaba con aburrimiento. Y eso que tienes la televisión encendida, pero no hay nada interesante. Solo tienes que esperar una hora para que empiece una película.
No es que quieras ignorar a tus clientes. Solo que te das cuenta que esto es demasiado. Has ganado mucho dinero quedando con ellos. Tienes que mantenerte y seguir estudiando, que es tu principal objetivo. Antes viste la matrícula y la abrirán dentro de poco. Volver a ser una estudiante más, mientras trabajas. Aunque eso te quitará tiempo porque tendrás que poner los codos.
Sí, estás en una decisión difícil. Estás en seguir tu vida con los estudios o continuar con la empresa.
El viento sopla con fuerza golpeando las ventanas de tu casa. Va a haber una tormenta. Sí, definitivamente te quedarás en casa. Un suspiro sueltas con desgana hasta que escuchas como el móvil suena. Ninguno de los hombres tiene tu número de teléfono. Es un número bastante largo y decides coger la llamada.
—Buenas tardes.
—Buenas tardes, señorita ___. Soy Stussy, ¿se acuerda de mí?
Oh, es la mujer quien te contrató en el primer momento.
—Sí, me acuerdo de usted.
—Esta llamada es para informar que hay mucha demanda en cuanto a hombres que quieren solicitar su atención —comunicó la pelirrubia—. De hecho, estamos percibiendo que no está contestando.
—... Estoy un poco liada —mientes.
—Uhm, ya veo —rio bajito—. ¿Alguna vez ha grabado algo erótico?
Esa pregunta te preocupó muchísimo.
—Su silencio lo dice todo. Se lo comento porque puede descargar la aplicación en el ordenador y le permite grabar en directo para que los clientes puedan verla.
—Oh, ¿eso lo dice por la tormenta que hay ahora? —cuestionas con la mirada fija en la ventana.
—Eso lo hacemos para que nuestros clientes no estén aburridos. Ya sabes. Estar encerrados en las cuatro paredes sin charlar, afecta muchísimo —especificó—. Y una manera de animarlos es un directo erótico.
—¿Y ellos interactúan?
—Parece que llamó tu atención. Sí, ellos ponen comentarios en base a dinero y también ven lo que ponen los otros. Digamos que es una especie de competencia. Cuantos más comentarios gana, más dinero acumula.
Esto suena más a prostitución que a otra cosa. Bueno, ¿a quién vamos a engañar? Ya has mantenido relaciones sexuales con tus clientes. Es curioso la manera en que te lo vende. Aceptas esa condición y Stussy solo rio ante tu propuesta. Ella te dice que te mandará al correo electrónico un enlace para que vayas accediendo a la aplicación a través del ordenador.
Claro, para ello necesitas una cámara y tu portátil la tiene. Vas a tu cuarto con rapidez y tú cierras las persianas para que nadie descubriese donde vive. Bueno, Smoker ya sabe, pero el resto no. Mientras se iba encendiendo el ordenador, tú buscas en tu armario ropa adecuada para sorprender a tus clientes. Esto es una manera de estar lejos y a la vez cerca de ellos. No hay nada interesante, salvo un albornoz y ropa interior sexy. Sí, podría servir.
Ya vestida, vuelves al ordenador para abrir el correo electrónico y encontrarte con el link que mencionó Stussy. Estás algo nerviosa porque es la primera vez que haces esto. Usuario, contraseña y listo. Ya estás dentro. La cámara muestra tu cara y, claramente, te estás viéndote. Acaricias con timidez un mechón de tu cabeza porque no estás segura que decir porque no hay nadie dentro del directo.
Mentira.
Ya han entrado unos cuantos.
—H-Hola —saludas con leves tartamudez—. Es la primera vez que hago esto. Afuera hace mucho frío, ¿no?
No sabes a dónde mirar, si a la cámara o al chat que está vacío de momento. Y, de repente, un comentario apareció y dice lo siguiente:
Kid: «Si tienes frío, yo te puedo calentar con mordidas».
Joder, ¿ya empezamos con comentarios eróticos por parte de Kid? Tus mejillas se sonrojan con violencia. En la esquina superior se ve el símbolo del dinero y la cantidad. De momento, llevas cinco berries.
—De momento no tengo frío. ¿No ves que llevo un albornoz?
Law: «¿Y no estás pasando mucho calor con ello? Aquí hay espectadores que están deseando verte desnuda, ___-ya».
Eso lo sabes perfectamente. Te abrazas a ti misma aplastando un poco tus pechos casi mostrando un poco de escote y cayera un poco sobre tus hombros. Te ves adorable en ese aspecto.
King: «Como desearía follar tus pechos».
Kid: «Esos pechos son míos 😒».
King: «Que te den, mocoso».
Oh, no. Esto es lo que temías. Que discutieran entre sí. De seguro que Crocodile y Katakuri lo están viendo todo.
—S-Sé que sois mis clientes, pero me gustaría que no pelearan. No soy propiedad de nadie —aclaras.
Crocodile: «Tienes un contrato conmigo. ¿Acaso se te olvidó?».
Katakuri: «También tienes un contrato conmigo».
Kid: «Joder, tienes a unos putos Daddies detrás de ti».
Esto no te gustaba para nada. ¿Por qué abriste ese enlace? ¿Para seguir con esto? En realidad, esto no es divertido. Ninguno desea estar contigo como eres. Solo te quieren para satisfacer sus necesidades. Eso te has percatado en alguno de ellos.
Marco: «Por favor, dejad que continúe. Se ve que no está cómoda por vuestra pelea».
Tú sonríes un poco viendo el mensaje de Marco. Parece que todos le dan la razón y se están disculpando.
—G-Gracias, Marco-san. De hecho, quiero aprovechar para hablar, ya que estáis todos conectados —hablas para llamar la atención—. Tengo… momentos confusos. No me desagrada lo que estoy haciendo, pero siento que… Soy usada. A lo mejor lo que estoy sintiendo es falta de cariño por parte de un hombre porque mi padre me abandonó junto con mi madre. Yo entiendo que, cuando pase un año, uno querrá reclamarme para mantenerme. Pero… he aprendido a que soy independiente y no necesito que nadie me mantenga. ¿Seré amante o algo más? Esa es mi pregunta porque no quiero ser usada.
Estás recibiendo comentarios de los clientes exigiendo que no digas esas cosas, que eres interesante para ellos… Todo lo que imaginaste que dijeran. Sueltas un suspiro y cubres todo tu cuerpo de nuevo, como una forma de cerrar el negocio. Todo esto es estúpido y te daba igual que la empresa lo viese. Luego bajas la tapa del portátil para no seguir con esa estupidez.
Sinceramente esto es una locura. ¿Y si vuelves a llamar a Stussy para terminar con el contrato? Eso causa que vuelvas a trabajar en las casas como limpiadora y continúes con los estudios. El móvil suena. Notificaciones de los hombres. Los ignoras completamente porque no quieres hablar con ninguno. Sólo deseas ser amada por alguien que te comprenda y te ame por ser como eres. Es lo que te enseñó tu madre.
El timbre de tu casa retumbó en toda la casa. ¿Quién es? No has pedido nada para comer y es tarde para que el repartidor de correos aparezca. Tú bajas hasta el salón con mucho cuidado y sin hacer el menor ruido posible. Solo esperabas que no fuera un ladrón. Menos mal que en tu puerta hay una minilla para ver el exterior.
¿Smoker?
¿Es buena idea abrir la puerta a un hombre que recién conoces? Es un policía. A ellos le hacen estudios psicológicos para comprobar que no están locos o indicios de psicópatas. Con valentía y con lentitud tú abres la puerta para ver al hombre.
—Hola —saludó cordialmente.
—Hola… ¿Puedo saber qué hace aquí?
—Se me ocurrió una idea estúpida. —Él levanta el brazo para mostrar una bolsa—. No sé si tendrás hambre.
—Un poco…
—¿Quieres comer conmigo?
No estás seguro de ello, pero no parece que sea peligroso. La puerta está abierta completamente, una forma de invitar al hombre. Smoker agradece con amabilidad ese gesto y él se adentró a la casa, observando detenidamente. Un hogar vacío con una inquilina. Tú te das cuenta que él mantiene el puro en su boca. Sería descortés que le dijeras que dejará de fumar.
Smoker dejó la bolsa en la pequeña mesa del salón e iba sacando. El olor a ramen inunda tu olfato. Tu estómago rugió al momento y te sonrojas. Él solamente ríe ante ese gesto.
—Como se nota que tienes hambre.
—I-Iré a vestirme apropiadamente —tartamudeas porque tardaste en reaccionar que aún estás con la bata.
—Sin problema, yo te esperaré —dijo, sentándose en el sofá.
Es la primera vez que un hombre te dice eso. La costumbre sería: «oye, quédate con eso que te ves muy linda». Smoker prefiere que estés cómoda en su presencia. No tardaste mucho porque te pusiste un chándal calentito. La comida tenía buena pinta.
—Pensé que te había pasado algo —murmuró.
—... ¿También estuvo viendo el directo? —preguntas. Das un pequeño sorbo a la sopa. ¡Buenísimo!
—No lo niego. Lo primero que veo son los comentarios estúpidos. Se nota que tienes a unos hombres desesperados que sólo piensan con la polla. Y perdón por la expresión.
—No, tranquilo. Yo también lo pensé —te sinceras—. Estoy pensando en muchas cosas.
—¿Y has hablado con la empresa?
—No tuve la ocasión. Y eso que me llamaron acerca de esta nueva plataforma.
—No es bueno que tengas tantos hombres contigo —especificó—. Cualquiera podría hacerte daño.
Smoker se está preocupando mucho. No es el primero que lo hace. Los otros serían Law y Marco. Tres hombres con intenciones diferentes, aunque también podrías incluir a Rosinante. No es mal tipo y es el primero de todos. La inseguridad es demasiado grande.
—Agradezco que se preocupe por mí, Smoker-san —añades.
—Solo lo comento porque eres una buena chica y no es bueno que te pase algo.
Una sonrisa aparece en tus labios y sientes tus mejillas arder. Tu corazón está latiendo con más fuerza. No es nerviosismo. Es un sentimiento extraño que no has desarrollado a lo largo de los años. No, te equivocas. De niña cuando te fijaste sin querer de un niño rebelde que se burlaba a cada rato de tu físico. No te percataste que estás jugando con un mechón de tu cabello.
Tus ojos parpadean con sorpresa al notar los dedos de Smoker en tu comisura. Restos de comida viste en sus dedos. Vaya, qué vergüenza. Desvías a un lado la cara porque no te atreves a mirarlo. La tensión es inminente. No es sexual, es todo lo contrario.
—Lo siento. No resistí en retirar los restos.
—N-No pasa nada.
Todo tu cuerpo se alarma cuando tu móvil suena. Ese número lo conoces perfectamente y pertenece a la empresa. Tus dedos titubean y lo coges ante la atenta mirada de Smoker. Él te hace gesto que actives el altavoz para escuchar la conversación.
—¿Sí? —preguntas con duda.
—Señorita ___, ¿puedo saber qué ocurrió con el directo de hoy?
—... No me encontraba bien —mientes.
—Está preocupando a los clientes. Por favor, cuando se recupere, conéctese de nuevo.
Ibas a contestar, pero Smoker se adelantó.
—Buenas tardes, Stussy. Soy Smoker, ya sabrá quién soy.
—¡Oh! Claro que sí —rio Stussy.
—La señorita está conmigo porque se sintió insegura ante la propuesta que ustedes propusieron —mintió por tu bien—. ¿No cree que la empresa se está pasando? Tiene que haber un control sobre los clientes que está teniendo.
—No sabía que te preocupabas por ella. —Stussy está interesada.
—No es mala chica. Solo recomiendo que, por favor, no la obliguen a hacer cosas. Está claro que en el directo ha estado incómoda con todos esos hombres. Somos controladores, dominantes. Tenerlos en un grupo de chat no ha sido buena idea. Y también pueden averiguar dónde vive ella.
—¿Y no será porque quieres ser el proveedor de…?
—¡Deje esas mierdas a un lado, Stussy! —gritó. Su paciencia se acabó—. ¡Estoy hablando en serio!
—Son las políticas de la empresa. Y ella firmó un contrato —especuló Stussy.
Está claro que Smoker te quiere ayudar en todo lo posible. Hombres así hay muy pocos. Él venera tu seguridad, como cualquier chico que siente interés en una chica bonita.
—... Dejo la empresa —murmuras.
El silencio reinó en esa sala. El peli-gris te miró con sorpresa ante tu decisión. Tu mirada está llena de determinación. Al otro lado, se escuchó un suspiro. Parece que Stussy no le gustó mucho, pero eres la empleada y tú eres quien decide.
—Muy bien, si es su decisión, le mandaré por correo electrónico el finiquito de su finalización del contrato. Solamente le dejo claro que puede volver a la empresa. Que tengan un buen día.
La llamada se colgó. Te sentiste nerviosa y tensa cuando lo dijiste, pero ese momento se desvaneció. Menos mal que tienes dinero ahorrado y puedes encontrar otro tipo de trabajo para volver a estudiar la carrera.
—Has tomado la decisión correcta —rompió el silencio.
—No quiero ser usada…
—Te entiendo. Además, eres joven todavía y tienes una vida por delante. —Él palpa su cabeza unas cuantas veces.
—... Gracias por darme el valor.
—No, fuiste tú quien diste el paso.
Un paso correcto, pero arriesgado.
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