Capítulo 16. Paseo con Marco

—¡Buenos días-yoi!

Cita con Marco en una cafetería para tomar un buen desayuno por la mañana. El pelirrubio tenía el día libre, así que aprovechó para quedar contigo. El hombre te invitó a un té de frutos rojos y unas galletas recién horneadas. No podías rechistar. Te están mimando demasiado estos hombres porque tienen mucho poder y tú solo te limitas a satisfacerlos de cualquier forma.

—¿Cómo te está yendo en estos días? Espero que no te haya incomodado que te haya invitado.

—No, solo me sorprendí cuando vi su mensaje —murmuras, manteniendo tu sonrisa.

—Me pareció interesante al verte por primera vez-yoi. No tuve valor en acercarme porque sé que estabas delicada con lo de tu madre —continuó hablando antes de dar un sorbo al té—. Y no me imaginé que estuvieras contratada por la empresa.

—Necesitaba dinero, como bien comprenderá.

—Sí, y no juzgo por ello.

Cierta paz te transmite Marco. Es como don Rosinante cuando lo conociste. El primer hombre en experimentar este mundillo. Tú analizas con cautela los movimientos del pelirrubio. Él tiene mucho cuidado a la hora de coger la taza para no quemarse los dedos. Sin embargo, te llamó la atención que haya pedido trozos de piña cortada. Ahora pensándolo, su cabeza tiene forma de una.

Casi se te escapa la risa.

—Solo espero que la estén tratando bien.

Todos, incluyendo a los hombres que les va el mundo del dominio y algún que otro fetiche.

—Se están portando bien. Gracias por preocuparse, Marco-san —agradeces.

—Es mi deber hacerlo —dijo—. La empresa tiene límites y estudia bien a sus clientes antes de aceptarlos. Y luego entráis ustedes.

—¿Puedo saber qué busca en una mujer?

—Bonita, inteligente… Que me haga sentir que estoy en las nubes-yoi.

Tus mejillas se tornaron rojas ante esa confesión. Marco está buscando a una chica que lo complemente, es decir, una pareja. O eso has entendido ante sus palabras. Con timidez tus dedos tomaron un mechón de tu cabello para jugar con ello, mientras tus ojos desvían hacia otro punto.

Ese gesto enterneció demasiado a Marco que rio por lo bajo. Sí, eres una chica interesante ante sus ojos, aunque seas más joven que él. Marco te lleva el triple de edad. Bueno, eso es lo de menos porque ya has estado con gente de su edad.

Marco te propuso dar una vuelta después de desayunar y tú aceptaste. No tienes nada que hacer a la tarde, así que lo tienes libre para él. Sin embargo, en el fondo de tu ser, deseas que tanto Crocodile como Katakuri no te escriban. No es que no quieras ir hasta ellos, pero interrumpir una cita con otro hombre es ser maleducado. Eso te pasó aquella vez con Izou y fue un error por tu parte.

Todo estuvo sumamente delicioso. Los platos exquisitos de la cafetería son satisfactorias. Miras el nombre del letrero del local para apuntarlo. La próxima vez irás tú sola para probar los postres que viste en el escaparate.

Marco se puso a hablar sobre su vida; cómo llegó a ser un doctor muy importante en la ciudad de Grand Line. Está claro que el pelirrubio es diferente al resto. Le gusta platicar y contar su vida, como si ya estuviera viejo. Otra vez casi se te escapa la risa. No quieres ser descortés con él. Además, es de mala educación faltar a los mayores.

Tu móvil vibra. Oh, no. Y son muchos los mensajes que estás recibiendo. Tu corazón está latiendo con mucha prisa con temor a que sea uno de ellos. Encima el móvil tiene sonido por lo que Marco dejó de hablar para mirarte. Estás muy tensa.

—L-Lo siento… —te disculpas.

—No te disculpes. Puedes mirar tu móvil. Tal vez sea un amigo tuyo que te está enviando mensajes o uno de los clientes.

¿Por qué este hombre es bueno? No tiene pizca de maldad. Sólo hay comprensión en su mirada dándote mayor seguridad. Vale, le haces caso. Coges el móvil para echar un vistazo a las notificaciones. Falsa alarma. No es Crocodile ni Katakuri reclamando tu presencia. Menos mal. Un peso te quitas de encima.

Pero no cantes victoria todavía porque tienes un mensaje de Rob Lucci preguntando tu disponibilidad para esta semana. ¿Cómo te ibas a olvidar ese sexo casi en público? Seguramente él tendrá un listado de los lugares posibles para hacerlo contigo. Tus dedos teclean con rapidez para responder.

—Es increíble lo ágil que eres. Seguro que también lo eres para otras cosas.

Cuando enviaste el mensaje, miraste a Marco con impresión. Eso sonó a doble sentido que tu rostro se puso rojo cual tomate. Él rio por lo bajo y se rascó la nuca un tanto nervioso.

—Siento por el comentario.

—N-No… Solo que me sorprendió.

—Sinceramente no soy un hombre que suele decir esas cosas. Se me escapan de vez en cuando.

¿Qué más te oculta? Son dudas que persistirán en tu cabeza en cuanto lo conozcas más a fondo. Lo curioso es que en ningún momento te ha pedido ir a su casa. A lo mejor es un hombre que le gusta conocerte un poco para saber si eres la indicada antes de dar el paso. Ya te estás imaginando a ese hombre en la cama y manteniendo relaciones sexuales contigo.

¡Oh, bendita imaginación!

Tú sigues jugueteando con tus cabellos sin dejar de caminar al lado de Marco. Él es alto comparado contigo. Un poco más de dos metros. Ya no estás segura a donde pensar llevarte porque simplemente estáis caminando por la calle. No te importaba. Digamos que te gustaba. Es algo diferente a lo que estás acostumbrada.

De vez en cuando, mirabas a Marco quien sacaba temas de conversación muy interesantes. Él ya lo es, piensas. Siempre tiene esa sonrisa de oreja a oreja, aunque tenga un rostro somnoliento. No parece que vaya a perder la fe con la humanidad. No obstante, él alega que desea que el mundo sea mejor, ya sea para los pobres y los ricos. Todos deben estar en igualdad.

Un deseo que muy poco probable se haga realidad.

—Dime, ¿hay algún cliente preferido? —preguntó, deteniéndose enfrente de una heladería. ¿No es todavía pronto?

—Todos tienen una personalidad única y es difícil de escoger.

—Y por lo que veo te tratan bien.

—Se preocupa demasiado por mí —interrumpes. Deseas saber por qué tantas preguntas.

—Eres joven-yoi. Cualquier hombre mayor se aprovecharía de tu estado vulnerable —pausó la conversación para pedir dos tarrinas de helados—. ¿Qué sabores quieres?

—Chocolate y fresa —respondiste, pero vuelves a la conversación—. La vida me ha enseñado a ser independiente.

—Y no lo discuto-yoi. A los dieciocho años no es fácil y más aún cuando no tienes los recursos suficientes. Solo le digo que tenga mucho cuidado con quien escoja. Yo o alguno de ellos peleará por ti.

—... ¿De verdad? —Tu cara ya está más roja que nunca. De hecho, no hay posibilidad de que ardes más de la cuenta.

Marco reaccionó con una pequeña risa. ¡Eso no ayudaba para nada! Él te entregó la pequeña tarrina de helado a lo cual agradeces. Y te das cuenta que él solamente pidió de sabor a piña.

—Veo que le gusta esa fruta —comentas.

—Perdona si soy bastante obvio-yoi —se disculpó.

—No, solo que su rostro asimila uno.

—... No es la primera vez que me lo dicen.

Entonces Marco está acostumbrado a recibir esos comentarios o eso quieres entender. Al menos una parte de ti se relaja porque has pensado cruelmente en la forma de su rostro. Ambos disfrutáis del helado, como si fuerais niños pequeños. Desde que eras una niña siempre deseaste fabricar tu propia empresa de chocolate. No obstante, ese sueño se desvanece porque hay compañías poderosas que te aplastarán en un santiamén.

Oh, recuerdas que debes terminar tu carrera de enfermera. Sin embargo, debes esperar un año para renovar la matrícula y volver con los estudios. ¿Te imaginas hacer tus prácticas o trabajar en el Hospital Grand Line? Eso sería un sueño inalcanzable y es un reto para ti.

De repente, escuchas a una mujer gritar «¡al ladrón!». Tú observas a un hombre correr a toda prisa con un bolso en la mano. Nadie acude a la ayuda. Dejarán que esa persona se escape así sin más.

No. No fue así. La puerta de un coche se abrió de golpe y el ladrón se chocó enfrente y empezó a quejarse de dolor. Una persona de género masculino salió del vehículo. Lo más curioso que te llamó son los dos puros de habano que portaba en su boca. Además, es atractivo con esa mirada ruda y la cicatriz. Oh, no te has percatado de la placa. Es un policía.

La señora se acercó, dándole las gracias al policía. Este no respondió. Simplemente capturó al ladrón esposando ambas muñecas y obligándolo a levantarse, ignorando los quejidos de este. Después le entregó el bolso a la señora.

—El comisario Smoker —murmuró Marco. Tú despiertas de tu dulce sueño—. Siempre está en cuanto menos te lo esperas.

Ah, ¿sí? ¿Actúa como si nada? Eso te sorprendió bastante. De hecho, tu mirada está clavada en Smoker, quién metía al hombre en el coche con cierta brutalidad porque este se defendía todo lo posible. Es interesante ver el comportamiento del ser humano cuando uno tiene la oportunidad.

El comisario percibía la mirada de los curiosos, no obstante, sus ojos cafés se clavaron en ti. Tú automáticamente desvías la mirada con mucha vergüenza. No niegas que es atractivo. Es un poco incómodo, aunque eso terminó porque Smoker se largó con el ladrón. Tú suspiras aliviada de que haya acabado.

—Parece que te has quitado un peso muerto —comentó Marco. Ya acabó con su helado hace rato.

—L-Lo siento. Solo que… me intimidó un poco la mirada.

—¿Y yo no?

Aquella pregunta hizo que te sonrojaras y desviaste la mirada.

—Usted tiene un rostro más pacífico —tú confiesas.

—Eso me halaga —rio por lo bajo.

¿Para qué mentir? Tú continúas con el helado antes de que se derrita por completo. Ves a Marco caminar hasta un banco que se encuentra en medio de la calle y tú le sigues. En realidad, de cierta manera, te relaja ver a la gente caminar por la calle yendo de un sitio a otro. Eso demuestra que tienen asuntos pendientes. Tu espada toca en el respaldo del banco frío.

Al acabar el helado, cierras los ojos un momento para pensar con claridad cómo será tu vida a corto y medio plazo. Es difícil adivinarlo porque estás en una etapa de crecimiento muy importante. Madurar como persona.

Desde esa posición, tú observas detenidamente el perfil de Marco. Él parece estar entretenido viendo a la gente porque no paraba de sonreír. Un hombre pacífico y que lo miraba todo con positivismo. Muy pocos hombres son así.

Ahora te preguntas si prefieres tener una pareja ahora o seguir con la empresa. Solo tienes dos meses y medio, y ya te estás preguntando. Es normal porque quieres asegurarte de tu futuro. Ganas buen dinero. Y casi la mayoría de ellos te han dicho que eres especial. ¿En la cama o en la personalidad? Haces un gesto de apretar los labios con cierta duda en tu mente.

—¿Estás bien? —La pregunta de Marco llamó tu atención.

—Sí, solo estaba pensando en mis cosas.

—No debes preocuparte mucho —aconsejó. Él se atrevió a palmear tu cabeza con suavidad—. Puedes contármelo, si te apetece claro.

—... ¿Le parezco bonita?

Marco mostró sorpresa. Él no se esperó que preguntaras eso. Una gota de sudor iba resbalando por tu sien esperando la respuesta del doctor.

—Lo eres —contestó con seguridad—. Pensaba que no serías insegura de tu cuerpo.

—Solo quería saberlo porque llevo trabajando dos meses y medio, y sé que alguno querrá estar conmigo cuando finalice mi contrato. La verdad es que el futuro me da miedo.

—Y es normal tener miedo. Uno no sabe lo que le espera más adelante. —Él levantó la mirada hacia el cielo.

—Es duro…

—No debes deprimirte —le aconsejó. Nunca ha dejado de sonreír—. La vida es así. Nos pone piedras en el camino para que tropecemos y nos levantemos.

Marco es muy bueno dando consejos. Además, esa sonrisa te transmitía cierta calma en tu ser. Tú se la devuelvas dándole la razón.

Él es otra opción.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top