Capítulo 15. Lunaria sádico
Advertencia: este capítulo contiene contenido sexual. Si no te gusta este tipo de contenido, no sigas leyendo, aunque eso implique que perderás información de la historia.
«Nos reuniremos en la esquina. Dónde nos encontramos la última vez».
Nombre: Alber King.
Edad: 47 años.
Estatura: 250 cm.
Profesión: guardaespaldas.
Estás nerviosa. Ibas a tener una cita con ese Lunaria a quien conociste accidentalmente. Miras de un lado para otro queriendo que apareciese de inmediato. Tienes el presentimiento de que este encuentro será muy excitante porque, cuando lo viste, sentiste un aura dominante.
Antes de ir a ese sitio, tú contaste el dinero para ver cuánto has recaudado. Es bastante. Es suficiente para mantenerte durante los siguientes años. No estás segura por cuánto tiempo estarás trabajando para la empresa y no niegas que te gusta. Ser consentida y tener relaciones sexuales con tus clientes, y cuando pase un año, uno te reclamará y será tu proveedor.
Un suspiro sueltas pensando con claridad qué hacer. ¿Quién te elegirá? Probablemente Sir Crocodile o alguno con quién tuviste segunda cita. Kid o Law. Ninguno te ha escrito. No necesitan tu servicio. Estarán ocupados, supones. Estás con el móvil revisando las notificaciones. El último mensaje que recibes es de otra persona que conociste también recientemente.
Nombre: Fushichō Marco.
Edad: 45 años.
Altura: 203 cm.
Profesión: doctor en el hospital Grand Línea.
Joder, estás teniendo una suerte con los hombres. Tu cara está ardiendo por el mensaje que te dejó, que dice lo siguiente: «Siento que tuve la gran suerte de verte en persona y ver tu belleza. Me gustaría quedar contigo». Claramente, tú le respondiste, aceptando su propuesta. Está claro que Marco es muy atractivo con esas ojeras y esas gafas le sentaban de maravilla.
—¿Ocupada leyendo a tus clientes?
Te asustas al escuchar la voz del Lunaria. Varonil. Esa fue la primera palabra que pasó por tu cabeza. Él porta una camisa negra con una calavera en medio y unos pantalones del mismo color y un poco rotos en las rodillas. El negro le sentaba de maravilla.
—L-Lo siento —tartamudeas.
—Al menos has venido a nuestra cita —comentó. Sus alas se agitan.
—Me lo pidió y yo acato.
—¿En la cama también acatarás mis órdenes? —preguntó con voz ronca.
Te sonrojas aún más. Ese hombre es directo en todos los sentidos del mundo. Él rio por lo bajo viendo tu reacción; luego, movió la cabeza indicándote a que lo siguieras. Seguramente te llevará a su casa. King tiene una espalda ancha y esas alas destacan demasiado. Realmente King es bastante atractivo. Esa tez morena junto con su cabello blanco brilla a la luz del sol. No podías creer que ibas a tener este encuentro con un Lunaria. El único de su especie.
Media hora estuvisteis caminando. Tú notas la mirada de las mujeres en ti. Tienen envidia hacia ti por estar con un hombre como él. Tú no les haces caso. Solo céntrate en King.
Él se paró enfrente de una puerta y buscó entre sus bolsillos unas llaves para acceder. Tú alzas la vista dándote cuenta que él vive en un edificio de tres pisos. Tal vez no le gusta vivir tan alto. King se hizo a un lado para que tú entrases primero a lo que agradeces en un tono bajito. Ahí King aprovechó para ver tu trasero. Esa mirada lo has notado. No podías huir ante ese depredador peligroso.
King vivía en el último piso. Tal vez porque no le gusta que la gente fisgonee en sus cosas. Otra llave se coló por la cerradura y abrió. Volvió a dejarla pasar, comportándose como un buen caballero.
La casa es bastante amplia, aunque sientes que es algo lúgubre. Bueno, él es solitario. King pasa a tu lado yendo a la cocina porque su intención es buscar una bebida.
—¿Quieres tomar algo? ¿Una cerveza quizá?
—N-No, gracias —respondes con timidez.
King no volvió a preguntar, solo fue a la cocina. Tú seguías mirando la casa para encontrar algo sospechoso. No hay sogas. Sientes la sensación de que a este tipo le gustaba ese mundo del dolor y el placer, por lo que viste en su perfil. En una de las fotos él portaba unas esposas y un látigo. Tienes que estar bien alerta.
El Lunaria volvió de sus pasos hacia el salón sentándose en el gran sofá. Tú observas una copa de cerveza en sus manos. Él toma un pequeño trago a esa bebida fermentada sin apartar la mirada en ti. Sus ojos rojos de sangre dan bastante miedo. Te sientes intimidada. Es como un depredador analizando de pies a cabeza a su presa. A ti, en concreto.
—Me has sorprendido.
—... ¿Perdón? —Eso te confundió.
—Pensaba que te ibas a vestir más sexy, pero todo lo contrario —comentó—. Me gusta.
—¿Dice que las otras chicas de la empresa vestían más sensual?
—Sí porque soy un Lunaria y, obviamente, querían sorprenderme. Prefiero investigarlo por mí mismo sin mostrarme sus carnes.
Te sientes un poco halagada y relajada porque, en serio, fue mirar el armario y no saber qué ponerte. Todo hombre al que atiendes tiene un gusto peculiar y a veces te sientes insegura con la ropa. Será mejor que hagas una compra con urgencia.
King te indicó con un dedo que te acercaras y tú obedeces sin rechistar. Es un cliente que te pagará, sin embargo, esa sumisión le gustó mucho al Lunaria. Ya estás enfrente. La distancia es corta, pero educada. Él dio otro trago. Su garganta se secaba a cada momento. Tú, en cambio, te quedas mirando aquellas alas grandes y brillantes. Es una criatura hermosa casi extinta de la humanidad. Sientes ganas de tocar esas plumas resplandecientes. King notó ese deseo tuyo.
—Tu mirada lo dice todo. No has visto una criatura como yo.
—Nací y me crié en el bajo mundo. Yo desconozco todo lo relacionado del mundo de los ricos —suspiras.
—La vida ha sido cruel contigo, ¿verdad? —Sus dedos tomaron un mechón de tu cabello—. Conozco ese sentimiento. No puedes fiarte de nadie. Todos roban, matan para sobrevivir.
—¿Y cómo salió?
—Un buen hombre me salvó. Me dio la oportunidad de servirle. Y aquí estoy.
—¿Recuerda a sus padres? —Esa pregunta con un tono de tristeza llamó la atención de King.
—Tengo recuerdos borrosos —confesó—. Me da la sensación de que has perdido a alguien recientemente.
—A mi madre. Murió de cáncer. Entré en la empresa para ganar dinero para su tratamiento... Todo fue en vano.
—... No soy muy bueno en estas cosas.
—No importa —esbozas una pequeña sonrisa.
De alguna manera, a King le estabas pareciendo interesante. El vaso quedó en la mesa para que él siguiera centrándose en ti. Sus manos tomaron tu rostro, donde sus pulgares rozaron con cuidado tus mejillas. Vaya, ese gesto cariñoso no lo esperabas. Te imaginabas a King una fiera parda en cuanto a sexo se trataba y que no le va los sentimientos.
—¿Cómo te está yendo con los otros hombres? —Ahí está la pregunta.
—Se están portando bien conmigo.
—Eso ya lo estoy viendo. —La respuesta te confundió—. No tienes ninguna marca en tu cuello —dijo. Sus dedos tocaron los lados de aquella parte del cuello, muy cerca de la yugular.
—¿Es usted dominante?
Grave pregunta. Él agarró tu cuello casi asfixiándote y te obligó a que te acercaras a tu rostro. Esos ojos rojos brillan cual niño pequeño a punto de comer un caramelo nuevo. El aire dominante de ese hombre te invita a que te aproximes un poco más y te sentaras en su regazo. A King no le importó. De hecho, le gusta tenerte cerca para seguir explorando tu pequeño y voluptuoso cuerpo. Con temor acercas tus manos para tocar aquella cabellera bien cuidado, donde tus dedos rozan la zona rapada y tocar su tatuaje. Seguías el contorno del dibujo.
—Soy muy dominante —susurró—. Mis compañeros me consideran un sádico pervertido.
Esas dos palabras te alertaron mucho.
—Veo que no has experimentado esas cosas porque te has puesto muy tensa.
—B-Bueno... Alguna que otra cosa, sí —confiesas.
—Entonces no perdamos el tiempo —dijo.
Tú te levantas para que King no tuviese problemas en ponerse de pie. Él tomó tu muñeca para guiarte a un cuarto. Su habitación, piensas. Un pasillo bastante largo con unas cuantas puertas, pero la más interesante es la del fondo. Estaba cerrada. King se quitó el collar que colgaba en su cuello mostrando una llave. Con ella abrió la puerta y te dejó pasar nuevamente. Todo estaba oscuro. Un frío sientes en tu piel. La luz se prendió.
Te quedaste muda.
Es una sala de torturas, literalmente. Sogas colgadas, un columpio colgado en el techo, una cama grande junto con un armario, látigos de todo tipo ordenados de la más suave a la más fuerte...
Estás enfrente de un sádico.
—Sí, la reacción que esperaba —habló King, quién se quitó la chaqueta para estar más cómodo—. Esta es mi sala de juegos.
—S-Se parece al libro de Cincuenta Sombras de Grey.
—Oh, no me esperaba que a la pequeña humana le gustara esos libros eróticos y un poco de bondage y sumisión.
—Bueno, se hizo muy famoso cuando salió y todo el mundo quería leerlo.
—Eso es verdad. —Los ojos de King se centraron en ti—. ¿Por qué no vas desvitiéndote? Oh, y solo quédate en ropa interior.
Una orden es una orden, así que obedeces. No tienes ninguna prisa y él tampoco, aunque King está dedicando su mirada en ti. Sus alas se agitan con emoción al ver tus pechos grandes y redondos. Luego tu vientre con un poco más de carne al igual que tu trasero. Y esos muslos que le dan ganas de morderlos.
Tú colocas la ropa en una silla y te quedas enfrente de Lunaria esperando otra orden. Él se acerca a ti y tú te mantienes quieta. Estás intrigada por saber su próximo movimiento. King se quedó justo detrás de ti. Un gemido de sorpresa se te escapa porque él agarró con brusquedad tus pechos. Sus manos grandes caben perfectamente. Tú desvías la mirada con cierta vergüenza. Estás acostumbrada a esto.
Una mordida recibes en tu lóbulo izquierdo y, claro, King empezó a juguetear con ello. Sientes tu cuerpo acalorado por cada toque de él o tal vez sea el fuego que desprende él de su espalda. Su respiración te está volviendo loca al igual que sus toques. Él no tuvo reparos en pellizcar tus diamantes en bruto por encima de tu sujetador.
—Eres como una perra en celo —comentó. Ya empiezan las palabras obscenas y calientes—. Con solo tocarte ya estás sensible. Creo que te han educado muy bien.
Las palabras no salen de tu boca porque solo sigues gimiendo. No obstante, eso acabó porque él dejó de torturarlas creando cierta frustración en ti. King tomó tu muñeca para guiarte hasta el columpio. Está adornado para que una persona se acueste ahí y sea esposado por las muñecas y por los tobillos.
—Siéntate y acuéstate.
Otra orden que acatas. Te sientes rara. Entonces ves como aquel Lunaria toma tanto tus tobillos como tus muñecas para amarrarlos. Te sientes indefensa porque no podías mover nada. King se alejó de ti para buscar sus juguetes de tortura y utilizarlos en ti. Tú suplicas al cielo que no sea muy duro contigo.
En ningún momento apartas la mirada en su gran espalda y, como no, sus alas. Él estaba en la zona de los látigos pensando con claridad qué herramienta usar. Decidió tomar una fusta de material suave. Luego abrió el armario y casi te da un paro cardíaco con tantos juguetes sexuales a la vista. No pudiste ver que es lo que cogió.
Él volvió a ti. Estás un poco nerviosa porque el mundo del BDSM aún no lo has experimentado. King con la fusta de hebras suaves iba rozando tu piel causándole ciertas cosquillas. Bueno, está empezando suave. Pero eso acaba cuando él golpea no muy fuerte en tu pecho. Tu reacción es simple: gritas con sorpresa. Y otro azote en tus muslos, casi cerca de tu intimidad.
—Sí, definitivamente no estás acostumbrada a esto. Tranquila, iremos muy despacio.
Ojalá que sea cierto. Cada cinco minutos golpea alguna parte de tu cuerpo viendo como se enrojece. Eso es una muestra de que le gustaba verte marcada por él, por un objeto contundente. Por alguna extraña razón te empezó a gustar este trato. No del todo, pero surtía efecto en ti.
Ya estás lo suficiente marcada. No hay ninguna zona que esté blanca. King tiró aquella herramienta porque ya lo veía inútil. Sus ojos rojos se centran en tus bragas viendo que están mojadas. Una sonrisa socarrona aparece en sus labios causando que te sonrojaras. Él se posicionó entre tus piernas para tener una mujer vista. No dudó en aproximar sus dedos para tocar aquella humedad. Un gemido se te escapa.
—Que pervertida tenemos aquí. De seguro que estás deseando tener mi polla gorda en tu coño sucio, ¿verdad?
—S-Sí —confiesas. Ya tu voz se está quebrando.
—Te han enseñado muy bien —te está halagando. Eso te gustó mucho. Ves como él se baja la cremallera de los pantalones para sacar sin problema su hombría. Creo que es el pene más grande que has visto hasta ahora—. ¿Sorprendida?
—E-Es... ¡Wow!
—Oh, eso me halaga, pequeña humana —rio por lo bajo.
King apoyó la punta en tu entrada haciendo una simulación de querer entrar en ti. Joder, lo deseaba de una manera abismal, pero él quiere continuar con la tortura. Luego prosiguió en rozar ambos sexos, estimulando tu clítoris. Esto es demasiado sexy para ti. Tus gemidos son un poco más altos por cada movimiento de King. En su glande tú observas cómo le iba saliendo líquido preseminal. No podías hacer nada al respecto porque estás esposada.
King bajó la tela de tu sostén para liberar tus pechos. Están rebotando a causa de los movimientos pervertidos de aquella criatura. Él los volvió a agarrar porque está sumamente asombrado por el tamaño y también por tus pezones, que están duros como diamantes. Los tortura a base de pellizcones. Tú solamente te dedicas a gemir por lo bajo. Entonces el siguiente movimiento de King fue meter su miembro entre tus bragas para que la fricción sea mayor.
Aquella punta golpeaba con firmeza la tela de tu ropa interior manchándola a causa de ese líquido. El vaivén se vuelve un tanto salvaje y erótico. Ya te imaginas tenerlo en tus entrañas para volverte loca. Y en cuestión de segundos, King eyaculó, manchando aún más tus bragas.
—Joder, no me he resistido.
Sin embargo, sabes que esto no ha acabado porque los clientes de la empresa se toman una pastilla para reducir la cantidad de espermatozoides y tiene un efecto secundario. Beneficioso para cualquier mujer. Sí, la prueba ha sido inminente porque la hombría volvió a la vida.
—¿Sabes que las lesbianas usan un dildo con arnés para satisfacer a su pareja?
Esa pregunta te tomó por sorpresa. Niegas con mucha rapidez. Entonces King sacó aquello que no pudiste ver. Es un dildo con forma de pene y tiene como círculos sobresalientes, y lleva consigo un arnés. El Lunaria se lo iba colocando. Vamos, es un dildo con un hueco para el miembro masculino.
—También los hombres podemos usar esto. Ya sea agrandar o durar más. Yo prefiero los dildos poco comunes.
—M-Me es raro verlo.
—Es normal. Te acostumbrarás. Solo quiero que sientas placer cuando te golpee o coja tus cabellos. Sé una verdadera perra, ___.
Tus bragas se hicieron a un lado para que él pudiera entrar en ti perfectamente. Tus ojos se agrandan al sentir aquel dildo y esa esponjosidad explorar todo tu ser. Claro, King no esperó a que te acomodaras a ello porque empezó a embestir con dureza sacándote más de un gemido. Tus muslos están siendo agarrados con firmeza por él, donde sus dedos se hunden en tu piel.
Mira que has estado con bastantes clientes, pero esto te está resultando excitante para ti. King se está maravillando con tus rostros lascivos hasta agarró tu cara forzándote a que sacaras la lengua, cual perra. Eso aumentó las ganas de embestir con más fuerza para que sintieras su necesidad. No sabes cuánto tiempo ha esperado este momento. Encontrar una chica que lo estuviera satisfaciendo. Tu rostro y comportamiento sumiso lo incendiaron muchísimo, literalmente. El fuego de su espalda se aviva cada vez más.
—Te está gustando, ¿eh? —preguntó. Al no recibir respuesta te pegó una cachetada no bien fuerte en tu rostro—. ¡Contesta!
—¡Me gusta! ¡Me gusta muchísimo! —gritas con lágrimas de placer resbalando por tus mejillas.
—¿A qué ningún hombre lo ha hecho antes?
—¡Nunca! ¡Quiero más! ¡Quiero más!
Tú cuerpo se tensa porque estás a punto de llegar al orgasmo. King te ayudó con ella estimulando tu clítoris. Solo fue en cuestión de segundos para liberar ese placer. Él, en cambio, paró sus movimientos y se separó de ti para que pudieras respirar. Vacía te sientes. Tu cuerpo tiembla cada cinco segundos. Eso fue un orgasmo bien fuerte.
King se quitó el arnés porque ya no era necesario. Luego prosiguió en liberarte de las esposas y te cogió en brazos porque sabe que estás como gelatina. Se acercó a la cama para colocarte en el colchón boca abajo. Estás acostada completamente. Y no te dio tiempo a asimilar la siguiente embestida y, esta vez, sentiste aquel pedazo de carne explorar con ansias tus entrañas. King tomó tus cabellos con fuerza, mientras movía las caderas con ímpetu.
No, en serio. Te está volviendo loca. Tus manos agarran con firmeza las sábanas sin dejar de gemir bien alto no importando que alguien te escuchase. Probablemente las paredes están insonorizadas. Tu mente se volvió en blanco porque estás en un punto en que solo te centras en el placer. King usaba la otra mano para azotar una de tus nalgas o agarrar ese pedazo de carne. En cualquier momento te iba a romper en dos.
El Lunaria golpeaba sin cesar tu vagina hasta que no resistió más, eyaculando por fin en tu interior. Esa sensación caliente te está invadiendo demasiado. Ha hecho mucha cantidad. Tú estuviste a punto de llegar al orgasmo y fue interrumpida. Piensa que esto ha acabado, pero todo lo contrario porque King te dio la vuelta para quitarte las bragas para que estés sumamente cómoda. Sientes como aquella sustancia viscosa resbalaba y salía de tu vagina. Te da cierto reparo de que King estuviera viendo eso.
Él se acercó a ti para implantarte un beso fogoso que te calentó aún más y gimes porque King metió dos dedos dentro de ti moviéndolos con fuerza. Esas falanges exploran con rudeza tus paredes vaginales. No resistes en agarrar sus hombros presionando los dedos. A él no le importó porque sabe que te está gustando demasiado. Puede que sea sádico y prefiere satisfacerse, pero no le gustaba dejarte con las ganas, así que finalizará con lo que empezó. Él encontró tu fruto del Edén porque tu espalda se retorció enseguida. Oh, va a torturar bastante tu punto G.
—K-King-san —gimoteas su nombre.
—Escuchar mi nombre en tus labios me está encendiendo. Esa cara de perra me demuestra que te gusta este trato. Te haré gozar hasta que te corras.
—E-Estoy a punto —informas.
—Resiste un poco más. ¿Lo harás por mí? —cuestiona.
Lo vas a intentar. Cierras los ojos centrándote en resistir un poco más en el placer, pero está siendo bastante difícil. Poco a poco tu boca iba abriéndose a punto de soltar un gran gemido que retumbaba aquellas cuatro paredes. ¡Y así fue!
Te vas aliviando lentamente porque la urgencia desapareció. Una caricia sientes en tu cabeza proveniente de King. Este comportamiento es extraño y tus mejillas se tornan rosas.
—Eres una buena chica —te halaga—. Realmente lo eres.
—G-Gracias, King-san.
—Quisiera experimentar más contigo. Practicar el bondage —susurró el hombre—. Quiero que experimentes el mundo que me gusta.
—Y-Yo quiero satisfacerlo, pero... hay límites.
—Eso está claro. No quisiera asustarte con mis... castigos peculiares.
King se levanta de la cama para ir directamente hacia la pechera para buscar de su chaqueta el sobre con dinero. Ya esto se está convirtiendo en una costumbre como tú. No te lo entregó, sino simplemente agarró tu cuello y gimes bajito. Una reacción muy linda.
—Espero volver a verte, ___.
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