Capítulo 11. El hombre perfecto no existe
Advertencia: este capítulo contiene contenido sexual. Si no te gusta este tipo de contenido, no sigas leyendo, aunque eso implique que perderás información de la historia.
Restaurante Baratie. Un establecimiento bastante conocido y lujoso por el trato hacia los clientes, aunque se ha escuchado casos de que los cocineros o camareros echaban a las personas que no respetaban o eran unos malagradecidos. Esperaba que no pasara con tu cita con Charlotte Katakuri.
Durante el camino no has parado de mirar las fotos de este hombre. Tiene un aire misterioso y lo más destacable es que siempre porta una mascarilla o una bufanda para ocultar una parte de su rostro. La conclusión que llegas es que a lo mejor tendrá algún desperfecto y no quiere demostrarlo delante de las cámaras. También buscaste información acerca de la familia Charlotte y te impresionas de que Charlotte Linlin, también conocida como Big Mom, haya tenido muchos hijos.
Y Katakuri es el tercer mayor de todos ellos.
Ya estás enfrente del restaurante y tomas una bocanada de aire para luego soltarlo. No quieres que los nervios te dominen. Al entrar, te recibe un chico pelirrubio que empezó a tratarte como una verdadera dama. Un mujeriego, llegaste a pensar. Pero su jefe le grita llamando su atención, pidiéndole que la respete porque es la cita del hijo de Big Mom. Vaya, las noticias vuelan. Tal vez porque Katakuri no quiere que ningún hombre se acerque a ella. Un señor dominante.
Sanji, quien se hacía llamar de esa manera por su jefe, chasqueó la lengua un tanto molesto y te acompaña con mucha amabilidad. Tu corazón latió con mucha fuerza al verlo. Katakuri se encontraba sentado en la silla esperando a tu llegada hasta que sus ojos granates conectaron con los tuyos. Oh, por Dios Santo, llegaste a pensar que tu órgano vital iba a salir de tu boca.
El chico separó un poco la silla, como un verdadero caballero, para que te sentaras. Ya estás enfrente de ese hombre imponente y, sin ninguna duda, portaba una máscara rara con una pequeña apertura. No creo que él revele gran parte de su rostro porque no te conoce para nada.
—¿___ ___? —preguntó. Su voz masculina y potente causó que tu piel se erice.
—S-Sí, soy yo —tú respondes con timidez.
Katakuri ladeó un poco la cabeza. Una manera de estudiar en profunidad tu cuerpo. Te sientes cohibida porque tu cuerpo se encogió un poco. Los ojos de Katakuri se postraron en tu escote. No tiene descaro alguno.
—Sí, definitivamente eres tú.
—¿Por qué lo engañaría?
—Anteriormente la seguridad de la aplicación no era buena y muchas mujeres aprovechaban para modificar sus fotos a base de Photoshop —iba explicando—. No eran reales. Creo que eres la única a quien veo normal y natural.
—... Creo que puedo entender el motivo. Es porque usted viene de una familia grande y poderosa, ¿verdad? —preguntas.
—Sí, y muchas mujeres aprovechan esta gran oportunidad de conocer a alguien como yo.
La conversación fue interrumpida por Sanji, que entregó las cartas. Sin darse cuenta, el chico empezó a coquetear contigo diciéndote los mejores champanes y la recomendación para almorzar. Katakuri tuvo que carraspear la garganta viendo que estaba siendo un estorbo. El chico volvió a molestarse y se retiró, no sin antes tomar la comanda. No quiere tener ningún tipo de problema con el peli-granate.
—Debí haberte invitado a otro sitio.
—Yo estoy con usted, Katakuri-san. El resto de hombres no me importan.
Esa respuesta le gustó demasiado al hombre. En ti vio cierto brillo en los ojos difícil de describir.
—Creo que no paras de recibir muchas visitas, ¿me equivoco?
—No se lo niego —te sinceras.
—Y seguramente te estarás preguntando porque llevo esto —volvió a preguntar a lo cual asientes—. Es un secreto. Tal vez, si me complaces, puede que te lo revele.
Eso parece justo. Al rato llegó Sanji con la comanda y no se quedó mucho tiempo porque recibió una bronca por parte de su jefe. Tú te fijas que Katakuri pidió un jugo de fruta fácil de ingerir a través de la pajita. Con razón la pequeña apertura de su máscara. No ibas a hacer ningún comentario para molestarlo. Tú comes con mucha tranquilidad con tu pastel de carne.
—Eres bonita —comentó Katakuri.
—Gracias, usted impone demasiado con esa mirada —dices con un leve sonrojo en tus mejillas.
—Eso me han dicho algunos. ¿Te da miedo?
—Un poco...
—No muerdo, de momento.
Te sonrojas aún más ante esa confesión porque ya esas palabras las has escuchado un par de veces. Te estás imaginando ya a él en la cama teniendo relaciones sexuales. Muchas dudas surgen preguntándote qué tipo de fetiche tendrá este hombre. Tienes la sospecha de que lo sabrás pronto.
Aún continúas disfrutando de la comida ante la atenta mirada de Katakuri. Este ya había terminado desde hace un buen rato causando que te sorprendiera. Es un visto y no visto. Ahora empiezas a dudar si eres un poco lenta cuando comes, pero está claro que él no tiene ninguna prisa. Solo quiere conocerte en persona y saber un poco más de ti hasta que él diga aquellas palabras que tanto conocías: ir a un sitio más privado.
—¿Qué te está pareciendo? Me refiero a trabajar con esta empresa.
—Bueno, te da la oportunidad de conocer a hombres poderosos como usted —respondes—. Sin embargo, siempre está el miedo de que puede haber alguien... indebido.
—La empresa ha tenido sus errores —confesó—, pero ha mejorado a lo largo del tiempo.
—¿Hace cuanto que tiene la aplicación activa?
—Dos años. Como ya le dije, ninguna mujer me ha convencido hasta ahora.
—¿No le importa mi físico? —preguntas con valentía—. No quiero decir que odie mi cuerpo, mi madre me enseñó a amarme a mí misma. Solo que... Bueno, el físico importa.
—Muchos científicos han estudiado cuál es el gusto del hombre hacia la mujer. La mayoría de ellos respondieron lo siguiente: mujer con curvas, con un poco de carne para agarrar o amasar, pechos naturales... —iba contando la lista. Por un momento, escuchaste como un leve gruñido por su parte—. Yo entiendo que la cirugía hace milagros, es decir, muchas mujeres acuden a ese método por una imperfección desde su nacimiento. Pero intentar rejuvenecer y verlas como simples muñecas... No me llama tanto.
—En resumidas cuentas, prefiere una mujer natural.
Katakuri asintió levemente. Todos los hombres que has atendido siempre han querido eso. Está claro que eres la indicada para satisfacer sus necesidades o simplemente buscan la compañía de una chica bonita.
—Y me llama lo interior —continuó hablando—. Viéndote, pareces una chica frágil, pero con personalidad. No tienes miedo en demostrar quien eres.
-¿Lo sabe solo por unos minutos?
—Soy un hombre mayor que le gusta analizar a las personas y, en cuestión de segundos, puedo saber como son.
No, de verdad. Cada vez te está gustando demasiado. Es una persona misteriosa que llama mucho la atención. Tus mejillas están ardiendo demasiado. Katakuri sonrió un poco viendo tu reacción. Es difícil verlo con esa mascarilla, pero por la facción de sus ojos es posible indagar.
Hace un rato que terminaste de almorzar y otra vez vino ese chico para comentar los postres, pero Katakuri le pidió amablemente que le preparasen una caja de dulces. Oh, te acabas de enterar que puedes solicitar tal cosa en el restaurante. Katakuri no tuvo problemas en pagar al camarero y los dos decidisteis retirar del lugar, no sin antes echar un pequeño vistazo hacia atrás.
Ese joven es apuesto y mujeriego. Tienes sospechas de que esa persona estará en la aplicación. Ya todo hombre que veas te resulta sospechoso porque, sin duda alguna, tienes la certeza de que contactarán contigo para cumplir sus servicios.
Katakuri sacó las llaves de su vehículo apretando el botón, donde el coche pitó. Tus ojos están bien abiertos porque nunca llegaste a pensar en montarte en un lamborghini de color negro. Es super bonito. Joder, como se nota que estás saliendo con una persona bastante poderosa. Katakuri te invitó a que subieras. ¿Cómo ibas a negarte? El interior es espectacular, hasta te dieron ganas de tocar los botones. No lo haces por el simple hecho de que no quieres que te llame la atención.
El motor no emite ningún ruido. Será porque es un motor eléctrico que solamente se enchufa y va recargando la batería. Hombres poderosos capaces de comprar un nuevo juguete.
—¿A dónde iremos? —preguntas.
—Esta mañana pedí una habitación a la empresa y me mandaron la dirección de un hotel —contestó—. Hasta pensé en la segunda opción que es ir a mi casa, pero dudo mucho que no estarás cómoda estando en la casa de un desconocido.
—Bueno, no sería la primera vez —confiesas—. De hecho, mi segundo cliente me llevó a su casa.
—Uhm, lo anotaré para la próxima.
Katakuri se comportaba como un verdadero caballero. Hombres así deberían existir en este mundo. La verdad es que no te importaría ser mimada por él, pero aún no lo conoces del todo; así que mantén los pies en el suelo.
Diez minutos tardaron en llegar a un hotel de lujo de cinco estrellas. Esto es demasiado para ti. Tu corazón está a punto de salir porque no pensabas pisar en un sitio así. ¿No se estaba pasando un poco? A Katakuri no le importaba porque le sobraba el dinero. Se acercaron a la recepción y una de las trabajadoras los atendió perfectamente, pidiendo los datos del mayor.
—Quisiera confirmar si usted ha solicitado una suite con jacuzzi privado para usted y para su acompañante.
—Efectivamente.
¿Eh? Eso te dejó perpleja. Te das cuenta que no tienes bañador. A lo mejor os bañais desnudos. Tu cara se puso más roja ante esa idea. La joven lo comprobó todo y entregó la tarjeta magnética a Katakuri indicando el ascensor, la planta y el número de la puerta. Luego acompañaste al mayor hacia la zona indicada y otra cosa que te llamó la atención es que lleva consigo la caja de dulces que pidió en el restaurante Baratie. A lo mejor le entrará el antojo después.
Habitación número 510. Sospechas de que será la última de todas. No cabe duda que tu sexto sentido es increíble. Vuelves a sentir tu corazón más fuerte que nunca por los nervios. Katakuri no tuvo problemas en abrir la puerta magnética y abrió, dejándote pasar primero. Todo un caballero.
Un gemido de sorpresa sueltas. Definitivamente, esta habitación es increíble porque hay una cama grande y un poco alta. Luego una televisión de pantalla plana en la pared. Los muebles son de madera y super bonitos. El balcón tiene vistas hacia la playa. Lo que más destacaba en la habitación era el gran jacuzzi. Está claro que te sientes un poco cohibida porque te repites a ti misma que esto es un sueño.
Por el rabillo del ojo, ves a Katakuri dejar la caja en la mesa para luego dirigir su mirada en ti. Te mantuviste rígida en tu sitio esperando algún movimiento por su parte. Él te indicó con el dedo que te acercaras a lo cual hiciste caso. Ves como el mayor saca de su bolsillo un pañuelo y venda tus ojos. Vas a estar vulnerable.
—De momento no verás mi rostro —comentó—. Quiero comprobar que puedo fiarme de ti.
—U-Usted ordena, Katakuri-san.
No harás ningún movimiento. Ahora eres una muñeca que hará caso a las peticiones de ese hombre. Katakuri te estaba mirando y, de alguna forma, le excita verte de esa manera tan inocente. Un ronroneo escuchas por su parte a lo que tu piel se eriza. Buena y bonita reacción.
—Tu piel es bonita y aterciopelada, baby —susurró, mientras acariciaba tu rostro con suavidad. Este juego te resultaba familiar. ¿Otro fanático de Daddy King?
—G-Gracias, Daddy —respondes. Otro gruñido escuchas. Parece que le gustó esa respuesta.
—¿Vas a ser una buena niña?
—Sí, Daddy.
Él seguía con los mimos hasta que su pulgar descansó en tu labio inferior y tiraba con suavidad hacia abajo viendo tu reacción de abrir la boca. Estar ciega es una manera de abrir el resto de tus sentidos. Sientes la respiración de aquel hombre chocar en tu rostro. Tal vez sea porque se quitó esa mascarilla tan rara. La curiosidad te está matando, pero tienes que mantenerte firme.
La mano de Katakuri se colocó en tu cuello haciendo un poco de presión viendo tu reacción de abrir más la boca buscando oxígeno. No tengas miedo porque él no hará algo indebido. Aquel dedo que tiraba tu labio inferior volvió, pero contorneando alrededor de tu boca. Él está maravillado por la forma y no se contuvo en meter el falange. Tú reaccionas, chupando un poco como si fuera un caramelo. La excitación está creciendo poco a poco. Es un sentimiento que estás acostumbrada a percibir en el ambiente.
—No pensé que fueras un poco pervertida, baby. —Su voz es un poco más clara y estás segura que es el tono más sexy que has escuchado en tu vida.
—S-Siento si lo soy, Daddy.
—No lo sientas. De hecho, me está gustando —confesó.
Luego ya no vuelvas a sentir esa presión en tu garganta. Sus manos se colaron en el vuelo de tu vestido tocando más allá. Un gemido pequeño sueltas porque ese hombre no sintió pudor alguno al agarrar tu trasero. Haces todo lo posible en agarrar sus ropas para mantenerte de pie porque piensas que caerás en cualquier momento. Aquellas manos queman, causando que siguieras soltando esos sonidos que tanto le comenzaban a gustar a Katakuri.
El hombre mayor no resistió por mucho tiempo y te quitó completamente el vestido para dejarte desnuda con la ropa interior puesta. Prosiguió en acariciar tu cuerpo. Esos dedos son capaces de sacarte más de un suspiro. Aún seguía quemando. Él volvió a agarrar tu cuello para que abrieras más la boca y gimieras bajito. Katakuri tiene control absoluto en tu cuerpo.
Y, de repente, notas algo blando en tu labio inferior e iba introduciéndose lentamente. Tu olfato detectó el olor a chocolate y caramelo. ¿Un dulce, quizá? No resistes ante aquella tentación y le das un pequeño mordisco. Sí, tu paladar no te está engañando. Esos dulces se mezclan entre sí dando un toque interesante.
—Eres una buena chica —murmuró—. Veo que te gustan los donuts.
—N-No lo niego, Daddy.
—A mí me enloquecen —confesó. Vaya, un hombre rudo que le encantan los donuts—. De hecho, verte comer me entran ganas de besarte.
—Yo soy toda tuya, Daddy. Yo quiero sentir los labios de Daddy.
—Aún no. Es pronto para ello, pero me alegra saber que quieras eso.
La intriga te estaba matando, no obstante, no tienes otra opción que aceptarlo. Katakuri te pidió que abrieras la boca de nuevo y tú acatas la orden dando otro mordisco a ese manjar de dioses. Tus mejillas están ardiendo con mucha fuerza. Sin duda, este sería otro fetiche del mayor. Mejor estar callada.
La sesión de comida terminó porque sientes las manos grandes de Katakuri coger tus pechos y amasarlos. Él está maravillado porque la forma y el tacto son naturales. Ese gruñido tan característico de él lo vuelves a escuchar dando entender que le estaba gustando mucho. Esos dedos profesionales rozaban con sutileza en tus pezones por encima de la tela. Tú aprietas los labios para amortiguar los gemidos, pero es difícil.
De pronto sientes los labios de ese hombre besar tu hombro izquierdo, mientras bajaba la tira del sostén de forma sensual sin dejar de repartir besos. Esa misma acción lo repitió con el otro. No, en serio. Te está enloqueciendo demasiado. Sientes algo raro en su boca, pero no le diste mucha importancia porque te está gustando demasiado. En ese momento mágico, Katakuri aprovechó para desenganchar el broche liberando por fin tus montes.
Como él es alto estuvo bastante tiempo observando tus pechos causando que tú te cohibas un poco y sientas la necesidad de cubrirlos con tus brazos, no obstante, te mantienes firme. Katakuri volvió a tomarlos para hacer el mismo procedimiento que antes, en esta ocasión tiene más oportunidad de palpar adecuadamente tus montes. No se resistió en pellizcar tus pezones duros a causa de la excitación.
—Eres bastante receptiva, baby.
—L-Lo soy para usted, Daddy.
—Y se nota que estás un poco acalorada. Creo que es mejor meternos en el jacuzzi, ¿no te parece?
Tú afirmas con mucha urgencia. No podías esperar tanto. Katakuri te indicó que te quedaras en tu sitio, mientras él iba encendiendo. Ya escuchas aquellas burbujas borbotear. Estás así un buen rato hasta que tomas la decisión de quitarte las bragas. No sería lógico que te metieras ahí con ellas puestas. Luego el hombre toma tu mano para guiarte con suavidad hacia el lugar.
Te va indicando con palabras por donde tienes que pisar. Tu pie derecho nota el agua fría. Un escalofrío recorre por todo tu cuerpo, pero continúas hasta que empiezas a agacharte para que aquel líquido transparente esté a la altura de tu pecho. Esas burbujas golpean tu piel y alguna otra parte erógena. La verdad que esto es una vergüenza.
De repente, Katakuri te tira con suavidad de la muñeca obligándote a sentarse en su regazo. Te sonrojas aún más porque aquella hombría está pegada a tu vientre. Dios, te muerdes el labio conteniendo las ganas de tocarlo. Katakuri tomó un pecho tuyo y gimes al sentir su lengua jugar con tu pezón. Ese músculo no paraba de hacer círculos alrededor de la aureola o de tu botón. Tu cuerpo convulsiona un poco y tus brazos, estando a ciegas, agarraron la cabeza de este para que no se detuviera.
Sus manos grandes agarraron con firmeza tu trasero y Katakuri se aventuró en acariciar tu intimidad. Tus gemidos son bajitos, pero un tanto esporádicos porque estabas atrapada en ambos lados. Tu clítoris estaba clamando atención y él no ignoraba esa petición. Lo pellizcaba, lo torturaba como podía hasta metió un dedo escuchando ese sonido lujurioso de satisfacción.
—Veo que te pone cachonda cuando te introducen algo aquí —musitó—. Eres una verdadera pervertida, baby.
No podías negar ese hecho. Te satisface sentir dedos, pene o cualquier objeto posible (que no sea extraño). Katakuri golpea sin cesar tu feminidad llegando a tu cérvix. De verdad, estos hombres te quieren romper en dos, pero literalmente. Tú estabas encantada.
—D-Daddy, ¿me da permiso para tocar su... polla? —preguntas con educación.
—Claro que sí —ronroneó—. De hecho, estoy deseando que toques mi polla con tus manos.
Tus manos quedaron apoyadas en el pecho del hombre. Mucho músculo de por medio, que parece una roca difícil de romperse. Un diamante en bruto. Vas bajando lentamente hasta que notas el miembro de este y lo tomas con delicadeza para masturbarlo. Gimoteas por lo bajo.
—E-Es grande y... poderoso —comentas. Si no tuvieras los ojos vendados, podrías ver a Katakuri con una sonrisa ladina.
—Te lo estás imaginando, ¿verdad? Cada vez estoy notando tu coño abrirse más. ¿Tantas ganas tienes de que te folle, baby? —preguntó, metiendo otro segundo dedo. Esa voz varonil te sacaba más de un suspiro.
—L-Lo quiero, Daddy —suplicas por lo bajo.
—Que desesperada estás —siguió comentando, atreviéndose a dar una palmada fuerte en una de tus nalgas.
Esto estaba siendo excitante para ti porque tienes nublada la vista. Solo podías sentir, escuchar y oler. Ya estás teniendo ganas de que este hombre te follara, pero él no te dio ningún tipo de orden. Tienes que esperar como una buena chica; esperar a que él te dé una orden. La espera te estaba matando, mientras él disfrutaba golpeando sin creces tu feminidad, incluso un poco de saliva iba resbalando por la comisura de tus labios. Katakuri lo retiró con una simple lamida.
Verte en ese estado de vulnerabilidad, aumentaba su ego. Es difícil ignorar que tus gemidos son atrayentes para sus oídos y seguramente imaginó que tus ojos están en blanco. En ningún momento has dejado de masturbar la hombría de Katakuri que poco a poco se iba agrandando. Esto no te estaba ayudando mucho. Para nada.
—Joder, me está poniendo cachondo escucharte —gruñó—. Móntame, baby.
¡Por fin! Las palabras mágicas aparecieron en la boca de Katakuri. Te guías con tus manos para colocar el miembro viril en tu entrada e ibas bajando lentamente. Un gemido gutural liberaste, sintiéndote llena por completo. No tardaste mucho en empezar con el vaivén. Sí, es grande y te está volviendo loca. Katakuri tomó tus caderas para que te sea más fácil de moverte, mientras sus ojos se centran en tus pechos rebotando sin cesar. Le está tentando demasiado coger uno y llevárselo a la boca.
Tus gemidos son música para sus oídos. No has parado el vaivén. La excitación es tan grande que es difícil de ignorar hasta qué chillas con sorpresa porque él te cogió sin ningún problema y tuviste que agarrarte a su cuello. Él golpeaba con firmeza dando estocadas fuertes que cualquier persona puede escuchar esos choques de piel. Esos sonidos lujuriosos cerca de su oído lo están matando demasiado.
Tu cabeza hacia atrás indicaba que te estaba gustando demasiado esas estocadas y Katakuri se peleaba mentalmente en no morderte porque es un indicio que descubrirás su mayor secreto. En ningún momento él ha dejado de apretar tu trasero porque son esponjosos y fáciles de agarrar para embestir más. No sabes cuanto tiempo llevas en ese estado. Ni siquiera Katakuri llegó a eyacular, pero mucho mejor para ti.
Y un quejido sueltas porque él se separó, dejándote vacía por unos momentos. Ibas a suplicar, pero te mantienes callada porque no quieres desobedecer ninguna petición. Katakuri te iba bajando lentamente hasta que tus pies notas el agua caliente. Tu cuerpo da un giro de noventa grados. Le estás dando la espalda al hombre. Sientes las yemas de sus dedos apoyadas en tu espalda y te va empujando, como una manera de decirte que inclinaras tu cuerpo hacia adelante.
Te muerdes el labio porque estás lista para lo que viene. Por instinto, pones las manos en el borde del jacuzzi esperando con ansias para ser penetrada de nuevo. Pero tu mayor sorpresa es sentir la lengua casi viperina de Katakuri en tu feminidad. No siente ningún pudor en explorar toda esa zona. No paras de temblar y gemir al mismo tiempo. Torturaba una y otra vez tu clítoris hinchado hasta que sientes un dedo en una zona bastante prohibida. Ahí te alarmas.
—¿D-Daddy?
—Veo que aún sigues siendo virgen aquí, ¿me equivoco? —te preguntó para estar seguro.
—N-No quiero ser grosera, pero... yo no quiero que me follen ahí —aclaras—. N-No es muy higiénico —dices.
—Cierto, pero es excitante. ¿Sabes por qué? —volvió a preguntar y niegas con la cabeza—. El ano tiene un montón de nervios. Con la mayor preparación es fácil introducir cualquier objeto sin necesidad de hacer daño. Aparte que esta zona prohibida aprieta más una polla.
Sí, has oído hablar de eso, pero tampoco quieres tener una mala experiencia porque esa zona hay que lubricar bien para luego hacer el acto sexual.
—Sin embargo, me alegro de que lo hayas dicho. No quisiera hacerte daño ni tampoco hacer algo que tú no quieras.
Te alivias ante esa respuesta. Después de todo, Katakuri es un caballero que cumple con su palabra. Él terminó con el cunnilingus para luego volver al coito. Un gemido gutural se te escapa porque te gusta esa postura, ya que es fácil sentir más la virilidad de ese hombre. Es como si te estuviera partiendo en dos, literalmente. ¿Son cosas tuyas o se agrandó un poco más su miembro?
—Ah, perdona. Efectos secundarios de la pastilla.
—P-Pensaba que... el efecto secundario principal es... eyacular más de una vez... ¡Ah!
—Cierto, pero a mí me da más resistencia y mi polla se hace un poco más grande por cada minuto que pasa. ¿Te importa?
—¡N-No! ¡M-Me gusta mucho! —gritas porque él está golpeando con firmeza tu feminidad.
Una respuesta que a todo hombre le gusta escuchar. Katakuri ya no tiene el control absoluto de sus movimientos porque conoce bien sus límites y debe aprovecharlo al máximo. Y tú también porque sientes ese pequeño cosquilleo bajar por tu vientre indicándote que estás a punto de llegar al orgasmo. Y así fue. Solo unos minutos más para que ambos se entregaran al clímax. «Caliente», piensas, refiriéndote al semen. Katakuri no paraba de eyacular porque él había resistido demasiado tiempo.
Al rato él salió de ti para que pudieras descansar debidamente. Tu cuerpo reacciona de tal manera que caes en el agua, mientras recuperas el aliento. Tus oídos se agudizan al escuchar pasos indicándote que Katakuri salió del jacuzzi. Unos minutos pasaron y él tomó tus manos para que te pusieras de pie y ayudarte a salir de ahí. Por fin te quitó las vendas. Al menos no te cegaste con la luz. El hombre te ofreció una toalla para que te cubrieras y agradeces por lo bajo con un rubor de tus mejillas.
Y sí, Katakuri se volvió a poner la mascarilla.
—Está claro que eres interesante —añadió. Sus dedos rozan con sutileza tu pómulo derecho.
—G-Gracias, Katakuri-san. —Casi te dio por decirle "Daddy", pero ya no estáis en el juego.
El mayor se alejó un poco de ti para caminar hacia un maletín que desde el inicio portaba, pero nunca se mencionó. Ahí tendrá guardado el sobre con dinero. No obstante, tu cara mostró confusión porque él sacó una especie de carpeta y un bolígrafo. Oh, y el sobre. Él volvió a acercarte a ti, donde extendió el brazo para entregarte la carpeta. Lo tomas y abres, viendo unas cuantas hojas.
—Por favor, lee.
La información del documento es sencilla: Katakuri te proporcionará dinero, a cambio de sexo y que jugueis a este tipo de fetiche en sus encuentros. También está el detalle de que, si él te necesitase, debes ignorar la petición de otros hombres. Muy similar a la de Crocodile. Y hay una cosa importante que se destaca en negro: no revelar el secreto.
Tú alzas la mirada para preguntar sobre ello y te quedaste helada. Katakuri no portaba la mascarilla mostrando su verdadera apariencia. Una boca formada con dientes puntiagudos, cual tiburón a punto de desgarrarte, y unas cicatrices que nacen desde la comisura de sus labios hasta el nacimiento de sus orejas. Uno gritaría por miedo, pero tu reacción fue bonita y un poco confusa para el hombre. Tu cara está roja cual tomate maduro.
—¿No te asusta mi aspecto? —preguntó, queriendo estar seguro.
—E-Es... v-varonil... ¡Lo siento! ¡Seguramente tendré una cara de tonta perdida! —exclamas, ocultando tu rostro con la carpeta.
La mano de Katakuri se hizo presente y bajó un poco aquel trozo de cartón para ver tu cara. Tú te fijas que él tiene las mejillas un poco ruborizadas. Se veía adorable. Luego este carraspeó la garganta.
—Eres la primera de muchas que revelo esto —dijo—. En ningún momento te has quitado la venda. Eso me da entender que serás una tumba, es decir, no comentar a nadie sobre mi aspecto.
—¿P-Por qué no quiere que nadie...?
—Soy el orgullo de mi familia. Mi madre y unos pocos de mis hermanos saben la verdad. El resto piensan que soy un héroe. Si descubren esto, tal vez mi reputación se vaya al garete.
Un hombre que se preocupa. Tal vez sea que cumplas con tu palabra y no comentar nada. Tú asientes levemente aceptando la condición. Katakuri viendo tu osadía te entregó el bolígrafo y tú firmas los papeles. Ahora tienes a dos hombres con el mismo contrato. ¿Qué pasaría si ambos te hablaran el mismo día para que te quedes con ellos? Eso será un problema y arriesgado. Y dudas que no quisieran compartir.
Esos pensamientos se esfumaron al sentir una pequeña caricia por parte de Katakuri. Tu cabeza se alzó para verlo. Él es demasiado para ti, incluso el tamaño de sus músculos daban a entender que hay que tener mucho cuidado. Te dejaste absorta ante su mirada. Ese color granate es hipnótico.
Y sin esperarlo, Katakuri te besó. Tu cara no es capaz de ruborizarse más, pero le gustaba demasiado el tacto hasta que tus manos tomaron el rostro de este hombre fornido. Es un beso suave sin ningún tipo de maldad. El beso se rompió para luego juntar de nuevo sus labios y esta vez fue algo tosco. Su lengua explora con ímpetu tu boca y no tuviste más opción que aferrarte a su cuello.
Ese beso fogoso fue durante unos minutos hasta que se rompió. Tu mirada llena de lujuria incendió a Katakuri, literalmente. Él pegó tu cuerpo con el suyo. Su hombría chocó con tu vientre. Sabes lo que significa.
—Tenemos toda la tarde —ronroneó—. ¿Qué te parece si vamos a por una segunda ronda, baby?
¿Cómo ibas a negar tal petición?
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top