Capítulo 1. Empresa Kanemochi
En la ciudad de Grand Línea consta de dos tipos: ricos y pobres. Estos últimos viven en los barrios más bajos que existía en la ciudad. Esta gente no tiene un sueldo apropiado para comprar sus necesidades y, si uno se enferma, es peor todavía porque tiene que gastar un dineral en tratamientos.
Eso te pasaba a ti. Tu nombre es ___ ___ y vives en esos barrios bajos con tu madre y tu padre. Bueno, este huyó cuando se enteró que a tu madre le diagnosticaron un cáncer en el cerebro y es sumamente peligroso. Él no tenía suficiente dinero. No. Era un cobarde en todos los sentidos. Tu madre se pasaba la vida en el hospital esperando a que alguien pagase los tratamientos.
Tú solamente tenías dieciocho años. Ex estudiante en la universidad porque empezaste a trabajar como limpiadora de casas. El dinero que ganabas lo guardabas para los tratamientos de tu madre. No ganabas suficiente porque algunos eran un poco ariscos de entregar dinero a una pobre o simplemente te veían como una chica que está sumamente hambrienta, a pesar de tu físico.
Si, tu cuerpo es de una chica chubby. No tenías problemas porque aceptaste tu cuerpo, sin embargo, de vez en cuando tenías esos problemas de inseguridad con un hombre si estabas a solas. Solo ocurre en esos casos. Te vuelves una chica tímida y preguntándote si se acercaba a ti por pena o porque le interesas. Vamos a ser sinceras, nunca has tenido la oportunidad de tener relaciones sexuales con un hombre. No tenías prisa, pero te gustaría experimentar.
Los fines de semana sueles ir al hospital para ver el estado de tu madre. Cada vez empeoraba. Hace una semana que no recibía una quimioterapia. Como dije, no podías ganar mucho dinero. El doctor te anunció que si a finales de mes tu madre no recibía el dinero para el tratamiento, temía que no podría salvarse. Tu cuerpo tembló ante esa noticia. Tú no querías que pasase eso porque amabas mucho a tu madre. Ella te cuidó y te crió. Tú quieres devolver el favor.
Lunes por la mañana. En la universidad estabas estudiando medicina. Fue una decisión que tomaste al ver el estado fatal de tu madre. Quieres convertirte en una gran doctora, sin embargo, los exámenes eran un poco complicados y necesitas tomar tiempo. Sin embargo, desde que tu padre se marchó, no tuviste opción de dejar tus estudios tomando el rol de cuidar la casa y a tu madre.
Estabas en la casa de una señora muy pija. La odiabas. Era una mujer rencorosa. Solamente estabas ahí para obedecer y sin dejar de rechistar. Trabajabas ocho horas para ganar un buen dinero. No descansas bien por las noches. Te levantas con unas ojeras increíbles y tenías que ponerte un poco de maquillaje para disimular.
¡Por fin! Llegaste a tu casa. Un suspiro salió de tus labios, mientras dejaba todo en el suelo y acostarte en el sofá. Estabas rendida. Tu alma no podía más. Por un momento cerraste los ojos pensando que hacer en realidad. Necesitabas un trabajo que te pudiera dar más cantidad de dinero. Trabajar por horas no era una de las mejores opciones. Tus ojos se fijaron en el portátil que estaba en la mesa y decidiste checar las ofertas de trabajo. La gran mayoría pedían un año de experiencia y tener estudios universitarios. Esto te desesperaba.
Cuando abriste el correo electrónico, te fijaste que te llegó un anuncio un tanto tentador. Decidiste echar un vistazo. Ganar dinero fácil. Empresa dedicada al servicio de hombres ricos. Se necesitan mujeres para ser acompañantes. Por cada hombre ganará quinientos mil berries. Eso es mucho dinero. Tus jefes no te suelen dar esta cantidad de dinero. La empresa se llamaba Kanemochi. Su significado era "hombres ricos". Original, ¿no?
Te mordiste el labio tentándote demasiado porque te podrás inscribir para entregar tu currículum vitae junto con una foto y una carta de motivación. Una gota de sudor iba resbalando por tu sien con cierto nerviosismo. No. No te muerdas las uñas ni te muerdas el labio.
¡Vale! ¡Tomaste la decisión! Solo serás acompañantes. Solo esperabas que no te tocara con un hombre viejo y verde. No estás segura si es legal lo que hacías, ¡pero es mucho dinero! Tardaste una hora y media en hacer el currículum y la carta. Entraste a la página web oficial y mandaste toda la documentación. Soltaste un suspiro con cierto alivio y te echaste del todo al sofá.
—¿Habré hecho lo correcto?
A la mañana siguiente, a las doce de la mañana en tu hora de trabajo, te llegó por el móvil un correo por parte de la empresa queriendo hacer una entrevista esta misma tarde a las seis y media. ¡Te veías un poco justa de tiempo! Sin embargo, harás todo lo posible para estar presentable ese día. Ellos te mandaron la dirección de la empresa.
La dueña de la casa no paraba de mandarte órdenes y tú ya estabas empezando a cansarte. Solo deseabas acabar e ir directamente a la empresa. Contaban los minutos. ¡El tiempo se acabó! Te quitaste la ropa del trabajo para ponerte otra más adecuada para la entrevista. Todo estaba listo. Te despediste con educación hacia la señora y fuiste corriendo a coger el autobús. No tenías que perder el tiempo.
Una pregunta te surgió: ¿cómo será el trabajo? Si, vas a acompañar a esos hombres solteros. Seguramente querrán a alguien para pasear, cenar, ir a un viaje… Esa idea era genial. No tendrías que preocuparte por los gastos. Tú leíste que a los hombres ricos no les importaba gastar el dinero en mujeres bonitas. Sin embargo, caíste en la cuenta que ibas a estar a solas con ellos. Un sonrojó se apoderó de tus mejillas. Ahí te iban a traicionar los nervios.
Veinte minutos se demoró el autobús y bajaste a la siguiente parada. Al cruzar el paso de peatones llegabas directamente al edificio. No es grande ni pequeño. Curioso. Te llamó muchísimo la atención. La empresa Kanemochi te estaba esperando. En primer lugar, tragaste saliva y soltaste un suspiro para calmar los nervios. Cruzaste el paso de peatones y tomaste la decisión de abrir la puerta y entrar.
Un olor a incienso llenó tus sentidos. Era suave y agradable en todos los sentidos. Enfrente tuya estaba la recepción, donde una chica te estaba esperando. Volviste a tragar saliva y te acercaste lentamente con cierta inseguridad. Ya ahí te fijaste en su chapa con el nombre de Kalifa.
—B-Buenas tardes —saludaste con un leve tartamudeo—, mi nombre es ___ ___ y tenía cita a las seis y media.
—Buenas tardes, señorita ___. La estábamos esperando —devolvió el saludo—. Tome asiento, enseguida nuestra jefa le hará la entrevista.
Tu cabeza asintió. Luego tu mirada se posó en unos asientos cómodos y te sentaste. No evitaste mirar a tu alrededor. El sitio no era grande, sin embargo, desprendía un entorno profesional. Menos mal que te trajiste la carpeta con toda la documentación por si te lo pedían en formato papel. Tus ojos se posaron en el reloj que marcaba las seis y veinticinco. No evitaste mover los pies para calmar los nervios.
—Señorita ___ —te llamó Kalifa—, sígame, por favor.
Bien, llegó el momento de la entrevista. Kalifa te guio hasta el despacho de su jefa. La rubia con gafas tocó suavemente la puerta antes de abrir y darte todo el permiso para entrar. No dudes en hacerlo. El despacho era amplio. En la mesa se encontraba una chica pelirrubia de pelo corto y ojos azules grandes. Era una chica super bonita y tenía pinta de ser joven. Ella levantó la vista de los documentos para verte y luego esbozar una pequeña sonrisa.
—Buenas tardes, señorita ___. —Su voz aterciopelada y dulce le daba mala espina—. Nos alegra tenerla aquí para hacer una breve entrevista. Por favor, siéntese.
—Gracias por citarme hoy —agradeciste y obedeciste la orden.
—Mi nombre es Stussy, directora principal de la compañía Kanemochi. He leído la documentación que nos ha proporcionado, pero antes de seguir hablando, voy a iniciar la entrevista.
Asentiste. Los dedos de Stussy tomaron con suavidad el bolígrafo azul. En la mesa había un papel con muchas letras. Cálmate. Solo debes estar tranquila.
—Estas preguntas son tipo respuesta corta, es decir, sí o no. Si quiere, puede añadir algún comentario para dar un plus a la entrevista.
—Entendido.
—¡Muy bien! Vamos a empezar —carraspeó la garganta—. En su currículum consta de que tiene dieciocho años, ¿cierto?
—Sí, de hecho, tengo conmigo la documentación —dijiste para buscar en la carpeta la hoja de certificado de nacimiento junto con tu tarjeta identificativa. Stussy esbozó una sonrisa complacida.
—¿Estás estudiando?
—No. Hace un par de meses inicié mi carrera de medicina en la universidad, pero tuve que dejarlo porque mi madre enfermó y necesito pagar sus tratamientos que son bastantes caros —te ibas explicando.
—¿El sueldo que estás ganando es suficiente?
—No.
—Uhm, lógico. Ser limpiadora de casas es un trabajo muy injusto —musitó Stussy—. ¿Tiene cierta experiencia con hombres?
—¿En qué sentido? —lo preguntaste porque eso tenía doble sentido para ti.
—Al trato, a la compañía… al sexo. —Eso último lo dijo en un tono sutil y coqueto.
Tu cara se puso roja ante ese comentario. La solicitud de trabajo era para hacer compañía a los hombres, ¿no? ¿Por qué te hacía esa pregunta?
—N-No, sin embargo, puedo intentarlo.
Esa respuesta, esa timidez y tus mejillas sonrojadas eran un punto a favor. Stussy seguía sonriendo porque parece que ha encontrado a la persona idónea.
—¿Es virgen?
Tu cara se volvía más roja que nunca.
—S-Sí… —dijiste, acomodándote en el asiento.
—Señorita ___, debo decirle que es la persona que estábamos buscando —respondió Stussy—. He leído la carta de presentación y la condición en que está su madre. Cáncer de cerebro. La cura contra el cáncer es uno de los tratamientos más caros que puede existir y usted viene de los barrios bajos, y no gana suficiente dinero.
Tú asentiste, pero aún te estabas preguntando porque te hizo esa pregunta. Muchas dudas te estaban surgiendo.
—Le explicaré con detalle de qué trata este negocio —dijo Stussy viendo tu rostro confuso—. Nosotros damos servicios a hombres poderosos o adinerados en Grand Line. Son personas que no tienen tiempo de estar con una mujer que les haga compañía y me refiero en el sentido sexual. Los pobres tienen un peso increíble en cuanto al trabajo.
Todo tu vello corporal se erizó ante esa respuesta.
—P-Pensaba que era como dama de compañía, es decir, salir a pasear o cosas de ese estilo.
Esa respuesta causó que Stussy riera con suma suavidad. Tú solamente encogiste tu cuerpo porque te sentiste avergonzada.
—Ese anuncio era una forma de ocultar la verdadera función de las damas de compañía. Creáme, señorita ___. Este negocio es una forma de ganar mucho más dinero. Si pone contento a nuestros clientes, ellos querrán repetir y, tal vez, ganará más de quinientos mil berries. Y, para añadir un poco más, en efectivo.
Tus manos apretaron con fuerza el borde de la camisa. Tú tienes la cabeza agachada analizando un poco la situación. Todo este negocio es para mantener relaciones sexuales con estos hombres. Hombres poderosos y adinerados. Esto era una forma de ganar con mucha facilidad el dinero. Solo lo estás haciendo por tu madre.
Luego alzaste la cabeza para asentir despacio y con un poco de inseguridad. Stussy cerró los ojos para ampliar más la sonrisa.
—¡Excelente elección! —exclamó Stussy, mientras buscaba el contrato con todas las indicaciones—. Le haré un breve resumen. Nunca, bajo ningún concepto, debe decir a alguien que está trabajando con nosotros y revelar la identidad de nuestros clientes. Si hace eso, tendrá que pagar una multa bastante cara.
—E-Entiendo…
—¡Genial! En nuestra empresa hemos creado una aplicación móvil para tener contacto con nuestros clientes. Son ellos quienes contactarán con usted y no al revés. Ellos verán su perfil y, si les interesa, le mandarán un mensaje y usted tendrá la oportunidad de ver su perfil y unas fotos. Por cada punto que recibe, más posibilidades tendrá de recibir más clientes.
Sí, es como las aplicaciones de citas.
—Nosotros ya hemos creado su perfil, si aceptaba trabajar con nosotros —dijo—. Solamente debe entrar con su usuario y su contraseña, y el perfil se activará. Solo una cosa, ¿hasta qué edad quiere tratar a los clientes?
—... No quiero tratar a un viejo verde —te sinceraste.
—Pondremos de mínimo veinte años y máximo cincuenta, ¿le parece? —te cuestionó y tú asentiste—. ¡Bien! Llamaré a Kalifa para que saque una foto completa suya y tome sus medidas. Tiene unas proporciones… que puede llamar la atención a unos cuantos clientes que tengo en mente, pero serán ellos quienes tomarán la decisión de contactar con usted.
Te has metido en la boca del lobo, pero lo harás por tu madre.
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