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Advertencia: capítulo para +12
México no lograba recordar la ultima vez que tuvo tanto trabajo, su oficina se había llenado de papaleo y sin querer había tenido a que llamar a medio mundo (literalmente), su agenda se había llenado como nunca he incluso en medio de sus rabietas había empezado a odiar la cara de su jefe por llenarlo de tantas responsabilidades, pero no es tan malo se dijo, después de todo consiguió un par de días libres los cuales tal vez debió haber pasado en su casa; disfrutando el agradable clima del verano, durmiendo o cuidando de sus abandonadas plantas. México sin embargo tenía un plan mucho mejor.
Las mañanas en la casa del gringo solían ser frías y el hecho de llegar por sorpresa a esta lo había obligado a estar más abrigado de lo habitual. En cierto punto había dejado de sentir sus manos, mientras que sus rostro se había adormecido ante el gélido clima y a pesar de eso siguió caminando hasta llegar al lugar que buscaba, toco la puerta un par de veces esperando poder entrar lo antes posible al calor del hogar. La puerta no tardo en abrirse dejando ver a un somnoliento rubio, el rostro del rubio se tiño de un suave rojizo, el latino asumió que era por el frío.
ㅡMexico ㅡsusurró el menor haciéndose a un ladoㅡ pensé que tenias trabajo.
ㅡLo tengo ㅡcontestóㅡ pero, logre que me dieran algunos días libres.
ㅡ¿Y decidiste visitarme a mi?
ㅡSi
Y antes de que Estados Unidos pudiera reaccionar se encontraba envuelto en un abrazo el cual no dudo en corresponder, las mejillas del menor se habían bulto incluso más rojizas que anges la relación de ambos era extraña, no eran pareja pero actuaban como una desde que se conocían.
ㅡGordis ㅡllamó el mayorㅡ tu casa huele raro.
Los colores se subieron al rostro de Estados Unidos separándose solo un poco del agarre del más bajo.
ㅡ¿Recuerdas el libro de recetas que dejaste en tu ultima visita? ㅡpreguntó jugueteando con la chamarra del contrario.
ㅡSi.
ㅡHe estado practicando...
La expresión de México cambio en segundos y se alejo del menor tan rápido como pudo sosteniendo sus manos buscando alguna herida
ㅡ¿Te encuentras bien?
Para ninguno era secreto que Estados Unidos no era bueno en la cocina, siendo incluso peor que Inglaterra cuando se acercaba a los sartenes y ollas.
ㅡNo soy tan malo cocinando ㅡse defendió un poco antes de seguir explicandoㅡ trataba de hacer un pastel como los que tu haces ㅡsuspiróㅡ pero... Se quemo
El estadounidense jugueteo con su manos bajando la mirada, el admitir esa clase de cosas siempre lograba ponerlo nervioso.
ㅡDebiste llamarme ㅡsusurró el mayor negando con la cabezaㅡ ¿qué pasaría si te hubieras lastimado? ¿que habría hecho yo?
ㅡTenías trabajo.
ㅡTú eres más importante que mi trabajo.
Ahí estaban otra vez, esas declaraciones que lograban ponerlos nervios a ambos pero que ninguno se molestaba en aclarar, parecía que siempre se quedaban a mitad de alguna declaración pero que en todos esos años jamás había llegado a consumarse. Estados Unidos hizo un mohín dejándose caer en el sillón a su lado llevándose consigo al mexicano.
ㅡPareces Inglaterra.
ㅡ¡No me digas así! ㅡreclamó indignado el mayor dándole un pequeño golpe en el hombroㅡ es como si yo te dijera que te pareces a España...
Estados Unidos sonrió dejando un pequeño beso en la frente del latino: ㅡ¿Me harías un pastel?
ㅡEmpiezo a creer que solo me quieres por mi comida.
ㅡEs una de las razones pero no la principal ㅡafirmó ligeramente cerca del oído de México.
El mexicano sonrió avergonzado sintiendo un escalofrío correr por su cuerpo al sentir el cálido aliento del menor. Se levanto tambaleante del sillón dirigiéndose a la cocina con un suave sonrojo cubriendo sus delgadas mejillas, le encantaba reprocharle a Estados Unidos ese tipo de cosas: como que una de las razones principales por las que se veían era porque cocinaba bien, claro siempre siendo negado por el rubio quien decía que había otras razones. Tomo los ingredientes necesarios para preparar la nasa del pastel sintiendo un nuevo peso en su hombro.
ㅡQuiero aprender ㅡvolvio a susurrar.
ㅡLo sé.
México no era un gran maestro, se desesperaba rápido y no le gustaba explicar más de una vez pero trataba de ser más comprensivo cuando se trataba del gringo cosa que aunque no le salia tan bien el más alto apreciaba.
La mañana había dejado de ser fría y el calor del horno había invadido la cocina, México sonrió orgulloso cuando saco el pastel antes de comenzar a decorarlo ante la atenta mirada de Estados Unidos quien a su manera intentaba ayudar cortando algunas frutas (las cuales México terminaría comiendo).
Cuando la primer rebana de pastel se corto los ojos color cielo de Estados Unidos brillaron y sin perder tiempo comenzó a comer susurrando una y otra vez lo delicioso que estaba. Entonces ahora quien mira con atención a Estados Unidos era México, no sabría como explicarlo pero ver al rubio comer siempre le causaba una extraña emoción, su corazón comenzaba a latir con rapidez sintiéndose atrapado en su pecho y sus ojos se clavaban en los suaves labios de la nación frente a él.
Mordió su labio cuando el pastel fue lentamente desapareciendo dejando solo las frutas que no habían acomodado cono decoración.
Los ojos verdes del mexicano se perdieron entonces en suave rostro de Estados Unidos quien para ese momento sin querer había logrado llenar sus mejillas con el chocolate derretido y la crema pastalera. Tal vez sin pensarlo México se acerco al menor desde su lugar limpiando con la punta de sus dedos algo del chocolate que se encontraba en sus labios, la reacción de Estados Unidos no se hizo esperar pintándose de un escandaloso carmín y al igual que el México sin pensarlo se acerco aún más dejando un suave beso en sus labios.
Claro que ese no había sido el único beso de toda la mañana, siendo que con el pasar de lo minutos cada una de las acciones de los países había ido escalando poco a poco.
ㅡEstas lleno de chocolate ㅡdijó el estadounidense mirando con atención las expresiones de México.
ㅡEs tu culpa.
Las manos del mayor viajaron hacia las mejillas del rubio limpiando los restos de pastel que se habían esparcido aun más ante la reciente sesion de besos. El aroma a chocolate y frutas había inundando la casa por completo en ese momento y como todo en esa mañana ninguno de los dos pensó realmente en sus acciones.
Las manos del estadounidense habían buscado sentir más cerca al bajito mientras que México comenzaba a disfrutar jugetar con el cabello de Estados Unidos. Ligeros susurros y suspiros habían salido de sus labios, hasta que sin darse habían terminado en una las habitaciones más cercanas a la cocina. El hecho de estar ahí los hizo reaccionar un poco.
ㅡMe gustas ㅡconfesó México.
ㅡI like you too.
Las sonrías de ambas naciones fueron el "sigue a adelante" que necesitaban saber, y en medio de eso habían pasado miles de cosas que se sintieron como minutos y horas a la vez.
ㅡEres hermoso ㅡdijo México mirando como el menor dudaba sobre quitarse su camisa.
ㅡBut...
ㅡLo eres ㅡafirmó desabrochado uno de los botones dejando ver el abultado estomago del mayorㅡ pero, si no estas listo lo entenderé.
Estados Unidos suspiró sosteniendo las manos del moreno.
ㅡWe can continue
Después de eso las palabras sobrababan, y todo se había reducido a ellos dos, no era su primera vez (o si lo era entre ellos) pero los nervios de ese momento eran incluso mayores, las cosas tal vez no habían avanzado de la forma perfecta, siendo que los ligeros golpes por accidente no faltaron o el temor de mostrar algunas partes, las risas avergonzadas y la constante preocupación por hacer sentir bien al otro.
ㅡYou want to be my boyfriend? ㅡindagó Estados Unidos contra el cuello del mayor.
México se removió un poco dejando un pequeño beso en la frente del estadounidense: ㅡme encantaría.
No se si era necesario poner advertencia pero espero les haya gustado. 👉👈
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