Último Capítulo

- ¡Pero qué lindo ha quedado el árbol Padre Joseph! Hoy vendrá Santa ¿no es así? - preguntaba un pequeña niña, de aproximadamente seis años y con unos grandes ojos verdes y cabello castaño
- ¡Así es pequeña! Ahora ¿Por qué no vas a jugar afuera mientras terminamos todo? Será una linda Navidad
La pequeña asintió y salió corriendo, estaba muy emocionada pues Santa le traería la familia que tanto quería, eso era lo único que le pediría ese año y esperaba que le cumpliera, había sido una buena niña. Iba cantando una canción navideña cuando a lo lejos vio un bulto negro, pensó que se trataba de su imaginación pero al acercarse más se percató de que no era eso sino una persona.

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El Padre Joseph estaba muy feliz, este año al orfanato que el atendía le iría muy bien, habían tenido buenos donativos y la cena de ese año sería fantástica, además estaban los regalos para los niños que también serían fantásticos. Termino de decorar la pequeña capilla al costado del orfanato y se dirigía a ayudar con la comida cuando la pequeña Helena llegó corriendo junto a él
- ¡Padre! .... ¡haya... haya en el sendero hay... hay una persona!

Sus ojos se abrieron de sorpresa al comprobar que había una persona tendida en medio del sendero, era un muchacho no tan alto y delgado de cabellos negros y muy pálido. Sin pensárselo dos veces se acercó a él y lo volteo notando que estaba demasiado frio, tal vez muerto, tomó su mano buscándole el pulso y afortunadamente aun lo tenía más era muy débil. Lo tomó entre sus brazos y lo llevo a la enfermería del orfanato, ahí sabrían que hacer.

- ¿¡que ha pasado!? - pregunto la enfermera al ver entrar al reverendo con alguien en brazos
- Helena lo ha encontrado en medio del sendero
- ¡Oh dios mío! Déjeme verlo

La enfermera reviso con cuidado al muchacho, su pulso era muy débil por lo que tuvo que administrarle medicamentos además de que estaba helado y sus labios comenzaban a tornarse morados, debía de llevar mucho tiempo haya afuera.

Aparentemente tenía cierto grado de hipotermia y su corazón no estaba sano, también noto las heridas en sus muñecas raspadas y con moretones, por último, pero no menos importante, estaba que tenía el labio roto y un gran moretón en su pómulo derecho, además su ropa estaba sucia y tenía gotitas de sangre. No podía dejarlo con esa ropa por lo que con suma delicadeza comenzó a desvestirlo, le quito la camisa y se percató de la presencia de más moretones en su abdomen. Sintió su corazón maternal estrujarse al ver las condiciones en las que había llegado el chico ahí, ¿qué infierno habría vivido antes? Por suerte ahora estaba seguro y a pesar de que la enfermería del orfanato no era tan grande si contaban con diversos instrumentos en caso de una emergencia como aquella. Conectó varios cables al muchacho para saber las condiciones de su corazón, este se encontraba aun débil y esperaba que con las medicinas se recuperará.
- ¿Cómo está el muchacho?
- Esta débil y tiene muchos golpes, tal vez sufrió un secuestro... ¿no deberíamos llamar a la policía y reportar el caso?
- Ya lo intenté pero me dijeron que de nada sirve ya que esta inconsciente... que cuando despierte les llame
La mujer suspiro resignada, ¿Cómo podían tomar tan a la ligera casos como esos?, de seguro la familia del muchacho estaba muy preocupada por él

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Ya habían pasado más de doce horas y el muchacho pelinegro aun no despertaba, afortunadamente estaba bien. Entro en la pequeña capilla a orar por la salud del muchachito cuando se encontró con una sorpresa, había alguien más ahí. Se acercó lentamente y pudo escuchar pequeños sollozos - ¡Jovencito! ¿no debería estar en su casa?

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- ¿Se encuentra bien reverendo? - pregunto la enfermera al percatarse del semblante decaído del reverendo, había estado en aparente calma durante la cena con los niños pero cuando regreso de la capilla lo notó así
- Es horrible Sara, en la capilla me he encontrado con un muchachito muy triste, estaba llorando porque le han arrebatado a su pareja y está muy 'reocupado por él, está enfermo del corazón
- ¡Pobrecillo! Y ahora que es navidad debe de sentirse aún más triste... ¿Cómo se llama el niño?
- Me dio su tarjeta, espera.... Se llama Frank Iero

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Voces, escuchaba voces, de niños sin duda alguna por el timbre tan agudo, eso fue lo que le despertó, comenzó a removerse cuando sintió un gran dolor en su abdomen por lo que no pudo evitar quejarse un poco
- ¡Ya has despertado! ¡¡Nos tenías tan preocupados!! - Se asustó al escuchar una voz muy cerca de él, dirigió su verdosa mirada hacia la persona que había hablado encontrándose con una mujer ya entrada en años- ¿Cómo te sientes cariño?

Su mirada fue de desconcierto al verse rodeado de cables y aparatos además de más camillas y una mujer extraña, ¿Dónde estaba? ¿estaba en un hospital? Lo dudaba ya que no era muy grande y no había más personas que él. La mujer puso su mano en su rodilla y, como un flash, recordó que corría por un lugar desconocido para alejarse de quien le quería hacer daño. Comenzó a agitarse
- Yo.. estoy bien, solo un poco mareado.. yo... ¿y Frank? - recordó de repente el pelinegro, sobresaltándose
- ¿Frank? Estaba contigo
- Yo.. él.. yo... - Trataba de decir más un nudo en su garganta le impedía hablar - ¿Qué día es hoy? Yo... necesito a Frank
- Cálmate cariño, estas a salvo ahora ¿Quién es Frank? - trataba de sacarle información para tratar de ayudarle más este estaba muy agitado, su respiración se había vuelto irregular y el monitor de su corazón comenzaba a alterarse, necesitaba calmarlo - Tranquilízate, todo estará bien... ¿puedes decirme tu nombre?
- Yo... eh... Gerard, Gerard Way
- De acuerdo Gerard, ahora trata de tranquilizarte, buscaremos a tu familia, no te preocupes
- Necesito... necesito a Frankie... él... él debe estar preocupado... yo - de nuevo tenía ese dolor en el pecho, al igual que esa vez comenzó a sentirse mareado y a ver borroso - Necesito... necesito a Frank... Frank Iero - fue lo último que dijo antes de que la inconsciencia se lo llevara

Al escuchar ese nombre quedo en shock... ¿sería posible que fuera el mismo muchacho? No quería quedarse con la duda por lo que salió en busca del padre Joseph.

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Conducía a toda velocidad al fin y al cabo no había muchos autos en el camino. Podía escuchar los latidos de su corazón, estaba acelerado desde la llamada del reverendo Joseph, este le había dicho que 'Santa' había dejado un regalo para él ¿Qué podría ser? Sería acaso... ¡No! No quería hacerse ilusiones y que después estas murieran junto con algo en su interior, como hace dos días, pensó que ya todo terminaría mas no sucedió nada, Gerard seguía sin aparecer y ya no le habían llamado para pedirle otra cosa. ¡Malnacidos! ¿Cómo había gente capaz de hacer cosas semejantes?

A lo lejos vio el sendero que el reverendo le había mencionado, dejó su auto ya que este no subiría por ahí y corriendo subió la parte del camino que le separaba de la capilla donde la otra noche había dejado una carta para Santa, estaba emocionado, no lo podía negar. Al llegar a la entrada de la capilla una pequeña niña se encontraba sentada afuera con una muñeca de trapo, al escuchar sus pasos la niña alzó la vista, por un momento su respiración se cortó al ver los grandes ojos verdes de la pequeña. Eran iguales a los de Gee.
- ¡Hola! Tú debes ser Frank ¿no? - le sorprendió la voz de la pequeña, asintió y le niña continuó hablando - ¡Vamos! Debes ver tu regalo!

La pequeña lo guió a la parte de atrás de la capilla, a unos metros había una gran casa y al lado otra más pequeña, en la entrada de la primera había muchos niños con sus juguetes, corriendo por aquí y allá, en la entrada de la segunda se encontraba el reverendo Joseph
- Hola Frank, feliz navidad
- Feliz navidad reverendo Joseph, ¿para qué me ha llamado? - pregunto curioso al notar la sonrisa del hombre frente a él
- ¡Vamos! Santa ha dejado algo increíble para ti
- Pero... - no pudo protestar pues el reverendo tomó su mano y la jalo hacia la pequeña casita

El lugar resulto ser una enfermería, había varias camillas y una estaba ocupada, o eso parecía ya que tenía a su alrededor una cortina blanca, el reverendo le hizo una seña y se acercó con cautela, tomó la cortina y la corrió. Su corazón y respiración se detuvieron por un segundo, ahí estaba lo que por varios días llevaba buscando
- ¡Frankie! - Era Gerard, su Gerard, tenía puesta una mascarilla para respirar y una bata blanca, también tenía un gran moretón y su labio roto, pero estaba bien y al fin después de tantos días de sufrimiento lo veía de nuevo
- ¡¡Gee!! - sin poder contenerse estrujo con todas sus fuerzas al hombre en la camilla, temiendo que si lo soltaba un poco desaparecería en millones de fragmentos, había imaginado ese momento hace unos días pero ahora era superado, ahí lo tenía, era real y lo más importante estaba bien, estaba vivo
- Frankie me lastimas - se quejó por el fuerte abrazo que su esposo le daba más aun así poco le importó, llevaba días pensando el momento en que volvería a ver a Frank y ahora era realidad. Había despertado apenas veinte minutos atrás y Sara, la mujer que había cuidado de él, le dijo dónde estaba, que hacía ahí y que tenían un regalo para él. Grande fue su sorpresa cuando alguien corrió la cortina donde estaba y ese era Frank, su ¡Frankie! ¡Estaba ahí, lo había encontrado! Su emoción fue grande que no pudo controlar sus lágrimas al igual que Frank, ahora se miraban a los ojos, reconociéndose después de seis días sin verse.

Con cuidado Frank le retiró la mascarilla y sin esperar más unió los labios en un muy esperado beso, ya le habían privado de sus labios por seis días y no esperaría un momento más. Se separó de su gee solo cuando sintió a este removerse, le había robado el aliento
- Discúlpame amor - con cuidado le paso la mascarilla que antes tenía al ver cómo le costaba recuperar su aliento
- Descuida - sonrió y se lanzó a sus brazos donde poco después se quedó dormido

El reverendo y Sara vieron la tierna escena desde la puerta, cuando notaron que Gerard se había quedado dormido entraron para aclarar cualquier duda
- ¿Te ha gustado tu regalo Frank?
- Si, muchas gracias, no sé cómo agradecerles el regresarlo a mis brazos... pero... ¿Cómo lo encontraron?
- En realidad no fuimos nosotros, la pequeña Helena, la niña que le esperaba en la entrada de la capilla, lo encontró en el sendero, estaba inconsciente
- ¿se encuentra bien? No le... eh... hicieron más daño?

La enfermera tardo un tiempo en entender a qué se refería más lo comprendió al ver como Frank acariciaba los brazos del pelinegro y notaba el daño en sus muñecas - Su corazón está débil, más con unos días de reposo estará bien, tiene algunos golpes.. solo eso - le dijo Sara con una sonrisa tratando de transmitirle confianza

Frank iba a decir algo más cuando la pequeña que lo había llevado ahí entro y se acercó a ellos
- Frank, permíteme presentarte a Helena, saluda pequeña - la niña sonrió tímidamente
-Así que fuiste tú quien encontró a mi esposo - le sonrió Frank tratando de transmitirle confianza, el padre Joseph y Sara les dejaron a solas para que charlaran un poco más
- ¿Tu esposo? ¿No se supone que los hombres tienen esposas?
- No en todo los casos - rió ante el comentario de la pequeña - Y dime... esa linda muñeca te la trajo santa?

La pequeña estaba por contestar más un pequeño quejido desvió la atención de ambos al hombre entre los brazos de Frank, comenzó a removerse y abrió los ojos viendo primero a la pequeña y después a su esposo
- ¿Estás bien cariño? - Gerard asintió y regreso su vista a la pequeña, le sonrió y ella le devolvió el gesto - Mira, te presento a Helena, ella te encontró - Abrió sus ojos en sorpresa ante el nombre de la pequeña, así se llamaba su abuela

- ¿Está bien señor? - pregunto la pequeña haciendo que algo en el corazón de Gerard saltara de alegría
- Si - respondió después de un momento de silencio - Yo, creo que puedo levantarme - aseguró quitándose la mascarilla
- Nada de eso amor, aun estas débil, te llevare a casa donde estarás mejor y te juro que nadie, jamás, te volverá a separar de mí, te lo prometo - se acercó a él para nuevamente besarlo - Te extrañe tanto, pensé que moriría si no te encontraba y gracias a esta pequeña estas aquí conmigo
- No fui yo - sonrió la pequeña - El padre Joseph me dijo que se lo habías pedido a Santa y él lo hizo, me alegra que te haya cumplido tu deseo - bajo la mirada un poco desaminada
- ¿a ti no te lo cumplió? - pregunto Gerard, la pequeña negó con la cabeza y siguió con la mirada baja - ¿Qué le pediste?
- Yo... quería que me trajeran un papi y una mami, pero no pasó nada

Frank lo miró por unos segundos, pensando en si ería lo correcto, la mirada de Gerard se conectó con la suya y supo que pensaban lo mismo - Tal vez no te trajo un papi y una mami... pero no te gustaría tener dos papás?

La pequeña levanto rápidamente la mirada viendo como ambos la observaban con ternura y amor, no hizo falta que se lo pensará mucho pues era lo que más deseaba en el mundo. Asintió y se lanzó a los brazos de Gerard quien la abrazó y Frank poco después se unió al abrazo.

Tal vez no era la navidad más normal del mundo pero para ellos lo era, habían encontrado lo que más anhelaban y no permitirían que nada lo arruinara, al fin tenían la familia que querían.

Su deseo de navidad se había cumplido

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