II
La fatiga se adueño de Santa Claus, su traje rojo brillante estaba humedecido por el sudor que largaba un olor repugnante y sus ojos no podían mantenerse abiertos.
De regreso a su hogar, tuvo un mal presentimiento, ahí fue cuando su comunicador comenzó a sonar.
Del otro lado se oyó una voz ronca y raspada.
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