Fiesta de graduación

     —Hermano, es en serio, ya han pasado dos meses, y siempre sigue la misma y aburrida rutina. —Thomas se quejó por milésima vez.

     —Ya, deja de insistir, aún no sabemos todo sobre ella. —Christian no le había dicho que deseaba interactuar con Lorena primero, ver si le daría una oportunidad por las buenas, si debía tomar otro camino para evitar repetir lo sucedido conMery.

     —De hecho... —Lo corrigió—. Sí, sí sabemos todo de ella.

     —No —lo miró con seriedad antes de continuar—. Hoy va a ser su graduación de la preparatoria; podríamos seguirla más de cerca.

     — ¿Te refieres a ir a la fiesta? —Levantó una ceja.

     —No —respondió sarcástico—, me refiero a ir a la playa. —Thomas puso los ojos en blanco.

     —Te recuerdo que no parecemos adolescentes a punto de graduarse.

     —Te recuerdo que podemos fingir ser familiares de alguien. —El pelinegro volvió a poner los ojos en blanco.

     —Bien... —se puso de pie—. Supongo que tenemos una graduación a la que ir. —Christian sonrió triunfante.

     —Ponte guapo.

     —No tengo que arreglarme para serlo. —Le guiñó un ojo.

      Ambos tomaron un cuchillo cada quien y los escondieron en sus abrigos.


     —Buenas tardes —los saludó un joven en el mostrador cuando hubieron llegado al hotel en donde se llevaría a cabo la graduación—, ¿tiene reservación?

     —No —respondió Christian—, sólo venimos a la graduación.

     —Oh, claro —sin pedirles alguna clase de identificación, el chico llamó a un señor con la mano, quien se acercó enseguida—. Lleve a estos dos jóvenes a la zona de la graduación, por favor. —Christian y Thomas siguieron al hombre sin emitir palabra; los condujo a la zona donde justamente, Lorena estaba dando las palabras de despedida. Al parecer había sido elegida por los directivos para hacerlo, cosa que hablaba muy bien de ella.

     —...Muchas gracias a todos, y espero volver a verlos en el futuro. —Finalizó. Los hermanos llegaban justamente cuando la fiesta iba a comenzar. Los alumnos tuvieron media hora para quitarse la toga y el birrete y regresar arreglados para la fiesta.

     Christian no le quitó los ojos de encima a Lorena desde que ésta salió del baño. Estaba hermosa. Lucía un vestido amarillo, un collar azul y unas zapatillas de tacón blancas, se había rizado el cabello. Lucía como una princesa bajando por las escaleras. La chica caminó directo hacia su amiga Sofía. Christian se sentó en la mesa de al lado procurando que Lorena no lo viera, no sabía a dónde había ido su hermano, y tampoco le importaba, él podía cuidarse solo.

     —Bueno, chicos y padres —la directora de la escuela se encontraba en el escenario, hablando por el micrófono—, es hora de empezar el karaoke, ¿quién será él o la primera en subir? —Una chica de origen japonés se levantó de su silla, todos le aplaudieron, subió al escenario y empezó a cantar Gone Gone Gone de Phillip Phillips—. ¡Gracias, Akira! —la directora volvió a subir al escenario—. ¿Quién sigue?

     — ¡Lorena! —Gritó una chica morena, señalando directamente a la rubia quien hizo una cara de sorpresa que Christian no pudo evitar reír.

     — ¡Lorena!, ¡Lorena!, ¡Lorena! —Gritaban todos sus compañeros al unísono, Christian hizo un gran esfuerzo para no unirse al coro puesto que se vería extraño.

     — ¡No! —Ella reía del nerviosismo.

     — ¡Vamos, Lore! —Akira caminó hacia ella, la jaló de la mano haciendo que se pusiera de pie, la llevó al escenario y la dejó ahí. Todos gritaban emocionados para que empezara a cantar. Así pues, la música comenzó a sonar. 

     Christian se quedó pasmado al escucharla; su voz era la de un ángel, pero no cualquier ángel, debía ser la favorita de Dios para haberle dado una voz tan hermosa, su mente se distrajo pensando en porqué mencionaba a Dios si él no era una persona creyente, pero no había otra explicación para que una persona fuese tan perfecta. El castaño no pudo evitar morderse el labio, se preguntaba si alguna vez ella le dedicaría una canción, si se la cantaría; se imaginó sentado en su cama mientras ella danzaba por toda la habitación al son de su propia voz; después la desnudaría lentamente, tocaría y besaría cada centímetro de su hermosa piel, la tiraría a la cama, abriría sus piernas...

     —Just wake me from this terrible nightmare... —Terminó de cantar, los presentes aplaudieron y gritaron emocionados. La sonrisa de Lorena iluminó todo el salón. Christian la siguió con la mirada hasta que se sentó en su mesa, en donde las personas que estaban ahí le tocaron las manos y la abrazaron. El castaño sintió tantos celos que se enterró las uñas en las piernas para evitar golpear a los chicos que se le habían acercado. Cuando los demás graduados terminaron de cantar, un Dj puso música y todos fueron a la pista de baile. Christian se dirigió a la barra para seguir observando a su chica. De repente vio que Lorena caminaba directamente hacia él, parecía que lo estaba mirando a los ojos, el corazón del joven se aceleró, intentó disimular que no la veía. La rubia se colocó a su lado y recargó su abdomen sobre la barra haciendo que sus pechos se remarcaran un poco más sobre su vestido sin tirantes.

     —Un refresco de manzana, por favor. —Le pidió ella al joven que atendía con una sonrisa.

     —Claro. —Caminó hasta un mini refrigerador para sacar la bebida gaseosa. Christian tosió un poco para llamar la atención de la chica.

     —Hola. —Se atrevió a hablarle. Lorena volteó un poco extrañada, pero dirigió su mirada de nuevo al barman sin contestarle; no lo conocía ni lo ubicaba como algún familiar de sus compañeros—. Cantaste muy bien. —Continuó el castaño bastante nervioso.

     —Eh... —Lo miró, esta vez lo hizo directamente a los ojos. Christian sintió que un escalofrió recorrió todo su cuerpo—. Gracias. —Le sonrió por una fracción de segundo, el tiempo suficiente para detener el corazón de Christian.

     —No tienes que agradecerme, sólo digo la verdad. —Lorena había regresado su mirada al frente; él deseaba que sus ojos se volvieran a encontrar con los de ella.

     —Gracias. —Esta vez no se lo decía a Christian, sino al barman. Tomó el refresco y se fue sin despedirse. Christian no pudo evitar mirarle el trasero mientras se alejaba, suspiró decepcionado de que aquella conversación no hubiese salido como esperaba.

     —Es linda, ¿no? —Le dijo el barman recargando su codo en la barra y viendo la dirección en la que Lorena se había dirigido.

     — ¿Disculpa? —Christian volteó a verlo; parecía tener 21 años, su cabello era café pero un mechón azul cubría su frente, sus ojos tenían estrabismo y una barba de varios días le crecía en el rostro.

     —Sí —lo miró como si fuera tonto—, la chica con la que tratabas de sacar conversación—sonrió burlándose—, ¿te diste cuenta de que apenas te volteó a ver? —Christian apretó los puños con fuerza—, ¿no eres un poco grande para ella? Ni siquiera sé si lo que pasa por tu mente es legal. —Chris se mordió la lengua para no contestarle; se puso de pie y se dirigió a una mesa lejos de la barra.

     — ¡Oye! —Le gritó el barman mientras se alejaba—. ¡Te faltó pagar tu bebida!, ¡sólo los alumnos beben gratis! —Christian volteó sin detenerse y le levantó el dedo de en medio.

     Siguió a Lorena con la vista durante toda la fiesta; cuando ya todos estaban muy cansados como para seguir bailando y comenzaron a marcharse, la dejó irse con sus amigos; sus planes para esa noche habían cambiado. 

     Salió por la puerta trasera y se ocultó entre los grandes botes de basura hasta que los empleados comenzaron a salir, se quedó ahí hasta que vio al chico con estrabismo. Se acercó a él por atrás con cuchillo en mano, tapó su boca para evitar que gritara y lo apuñaló en el riñón.

     —Ella me va a amar. —Le dijo al oído mientras lo arrastraba a los botes de basura para ocultar sus cuerpos en caso de que otro empleado saliera. Sacó el cuchillo de su espalda y se lo enterró en el pecho. El joventrató de sacarlo, pero Christian lo golpeó en la parte trasera de las rodillas haciendo que éste cayera al suelo. Chris se puso arriba de él, esta vez clavó el cuchillo en su cuello, aún con su mano tapándole la boca. Cuando estuvo seguro de que estaba muerto sacó el arma de su cuerpo, lo metió de nuevo en su abrigo y corrió hacia su automóvil para que nadie lo viera. Una vez arriba, tomó su celular y le marcó a su hermano.

     ~ ¿Chris? ~se escuchó una voz al otro lado de la bocina~, ¿en dónde estás? No te veo...

     —Estoy en la camioneta —respondió mientras intentaba limpiarse las manos manchadas de sangre con toalla húmedas—, pasó por ti en la entrada del hotel.

     ~De acuerdo. ~Colgó. 

     En cuanto Thomas vio a su hermano cubierto del tan conocido líquido color rojo supo que Christian había hecho una estupidez; tal vez finalmente había hecho suya a la tan dichosa Lorena, la había matado y la había dejado tirada en un callejón, como lo había hecho con su exnovio, Emmanuel, claro que Chris no había abusado de él, como Thomas lo habría hecho.

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