El final de nuestra historia

POV JACK:

Me mentí convenciéndome de que lo que acababa de decir Gogo era un engaño, que todo lo estaba diciendo porque estaba dolida ya que había escogido a Elsa y que entre los dos jamás iba a pasar algo. Sentía que mi cabeza se me iba a explotar del dolor y por todos los medios posibles trate de seguir en pie. Levanté mi mirada para encarar a Gogo y cerca de ella estaba mi madre con sus ojos cristalizados, estaba mirando a la nada y sus manos estaban cubriendo su boca, ¡No! No quería volver a ver esa expresión, igual a la que hizo cuando le dijeron que mi padre no iba a vivir más de un mes. Trague duro.

-¡Deja de decir mentiras Gogo! ¡Lárgate de mi casa!

-No es mentira, cuando lleves a esa perra al médico puedes preguntarle al doctor en cuanto tiempo te vas a morir -¡Elsa! -el golpe me había hecho olvidar que ella estaba ahí, me tire al piso y estaba inconsciente teniendo dificultades para respirar, las manos de Gogo las tenía marcadas en el cuello y temí por su vida, me desespere y la levanté sin pensarlo para salir de la casa y llevarla a un hospital.

-¡Con suerte le fracturé la tráquea y morirá antes de llegar al hospital! -¿Cómo había cambiado tanto Gogo? Ella era una amiga genial, me agradaba charlar con ella, sabía muchas cosas de mí así como yo sabía de ella y aunque era un tanto malcriada jamás pensé que tuviera el valor de hacerle daño a alguien, a mi mujer, a mi felicidad. Elsa no reaccionaba, le gritaba, le pedía que despertara de todas las maneras posibles pero estaba muy mal, la vi preocupado, sabía perfectamente que el aire no le estaba llegando a los pulmones y que era cuestión de minutos, de segundos para que muriera.

Mi mamá reaccionó y entró conmigo al carro, le ordeno al auto que nos llevara al hospital más cercano y fueron los segundos más largos de toda mi vida, Elsa se estaba muriendo en mis brazos y no sabía qué hacer, no podía hacer nada para salvarla. Cuando llegamos la tome en mis brazos de nuevo y me la quitaron, la acostaron y la entraron en una camilla.

Un enfermero hijo de puta me impidió el paso y le di un puño para que se quitara y me dejara pasar, otros más me detuvieron y no me dejaron ir con ella. Mi mamá me abrazó y trato de calmarme.

-¡Tranquilo! ¡No voy a perder a ninguno de los dos! -Ella se quebró y ambos caímos al piso, no quería morir, no si iba a hacer sufrir a mi mamá. Siempre trate de ser bueno, de quererla, de cuidarla como mi padre me había encargado pero ya no sabía qué hacer, no sabía que decir, eso no estaba en mis manos. Era mi vida la que estaba en juego y era yo el que debía darles ánimos a ellas.

-Si mamá, todo va a estar bien.

-No te puedo perder a ti también, tu eres lo único que me queda mi amor -me abrazó más fuerte y me partió el corazón oírla así, verla de esa manera, después de lo que paso con mi padre jamás volvió a llorar, fue fuerte por mí, siguió adelante para que los dos siguiéramos viviendo.

-¡No lo harás mamá! -trate de fingir una sonrisa pero yo mismo fui testigo de que tan temible es la enfermedad que mato a mi padre. Sé que no hay escapatoria y que eso iba a matarme.

-¡Gogo estaba loca de los celos, tal vez es mentira! -mi madre trato de animarnos pero sabía que era mínima la posibilidad de que mintiera. Gogo desde que yo era niño siempre estuvo al pendiente de mi historial médico y a ella siempre le avisaban de mi estado, siempre le pidió a Sam manejar esa parte de mi vida y Sam la dejo solo porque tenía que estar pendiente de los negocios y el dinero y no podía estar al pendiente de todas mis cosas.

-¿Que sucedió Caroline? -Sam llego al hospital y nos vio muy angustiada y trato de levantarnos del piso. Los chismes no tardan en expandirse y sabía perfectamente que todos sabían lo que había pasado con Gogo.

-Dime que no es verdad, dímelo por favor Sam -mi madre desesperada le rogó que no dijera lo que temíamos escuchar.

-¿Recuerdas el último examen que se hizo Jack? -ambos asentimos, con su tono de voz y la expresión de su rostro entendí que iba a morir, que ya no había nada que pudieran hacer por mí.

-Gogo y yo estábamos esperando el mejor momento para decírtelo, yo no quería arruinar la luna de miel con tu esposa Jack, yo tampoco quiero que te vayas -¡Mierda! ¿Por qué las mujeres tienen que ser tan lloronas? La abrace y también a mi madre. No quería que lloraran por mí, eso era lo que menos quería.

-No lloren, todos tenemos que morir algún día.

-Tu no, mi bebe no -Me trague ese nudo en la garganta que estaba sintiendo, tenía que ser fuerte por todas ellas. Ahora lo más importante era Elsa y solo esperaba que salieran con buenas noticias.

-Tranquila mamá, por lo único que debemos preocuparnos es por Elsa - si lo sabía, era patético, ni siquiera podía darle ánimos a mi mamá, en ese momento no me importaba morir, sólo necesitaba que ella estuviera bien, volver a escuchar su voz y ver sus ojos celestes.

-Lo siento mucho, me muero de la vergüenza con lo que les hizo mi hija, tendrán todo el derecho a denunciarla. Le devolveré lo más pronto posible el control a Jack de todos sus bienes, a ti igual Caroline.

-No te preocupes Sam, seguirás controlando mis bienes y con respecto a Gogo no sé qué hacer sinceramente. No permitiré que le vuelva a hacer daño a Elsa, la intento matar Sam y creo que ella es la que decidirá qué hacer con Gogo.

-¡Jackson tienes una herida en la frente! -pase mi mano por mi herida, Gogo me volvió a abrir la herida que me había dejado el padre de mi mamá pero ahora eso era lo menos importante.

-¡Ven le diremos a una enfermera que te trate!

-No quiero irme de acá, no sin antes saber si Elsa está bien.

-Tú lo dijiste Jack todo va a estar bien -ambas me sonrieron ¿pero cómo demonios quería que estuviera tranquilo? Quería que el doctor saliera y me dijera que ya todo estaba bien. Me llevaron a la sección de urgencias y trate de encontrarla, ella debía estar en algún lugar de ese pasillo, me hicieron unos exámenes y me cerraron la herida, todo estaba bien y cuando volví vi a mi madre sentada en la sala de espera con un café en sus manos, no había tomado ni el primer sorbo y su mano no dejaba de temblar, Sam le daba ánimos a mi madre pero era inútil, una vez en la universidad escuché que cuando se muere tu esposa quedas viudo, cuando mueren tus padres quedas huérfano pero ninguna palabra describe cuando una madre pierde a un hijo porque no hay palabra para definir el dolor y la tristeza que se siente. Mi mamá moriría en el instante que yo lo hiciera y no podría morir tranquilo pensando en eso, no sí nunca más vuelve a sonreír ¿y si pierde la cordura? Podrían olvidarla en un manicomio y siempre estaría pensando en que yo iría a visitarla. Respiré profundo era mala idea ahora llenarme de preocupaciones. Mi mayor preocupación era ella y les pregunté si les habían dicho algo de su estado. Me respondieron que nadie había salido y sentía una gran presión en el estómago, esa incertidumbre me iba a matar.

-¿Familiares de la señorita Frost?

-Sí ¿Qué pasó con ella? -el doctor habló con términos que no pude entender, estaba perdiendo el control y quería matarlo por no ir al grano y decirme que pasaba con Elsa hasta que escuché que ya estaba estable y que se había desmayado por falta de oxígeno. Dijo que podía ir a verla pero que no la hiciera hablar mucho. Camine por el pasillo del hospital hasta la horrible sección de urgencias donde minutos antes estaba. Ella estaba al fondo por eso no la había podido encontrar y cuando me vio se levantó de la camilla.

-¡Jack! -me abrazó entre lágrimas, le bese la frente y correspondí a su abrazó. Tenía un cuello ortopédico y sus ojos tenían algunas venitas reventadas.

-¡Tienes que descansar! ¡Tranquila! -Trate de recostarla en la camilla sin éxito alguno.

-¿Es verdad lo que dijo Wendy? -¿Cómo demonios le iba a explicar que la iba a abandonar? ¿Qué me iba a morir sin que pudiera darle un hijo? ¿Que la dejaría absolutamente sola?

-Aún faltan tres años Elsa, en estos tres años pueden encontrar la cura y me podría salvar -Mordió sus labios evitando llorar y me abrazó de nuevo sollozando fuertemente, lloro más de quince minutos en mis brazos y lo único que podía hacer era abrazarla, decirle que todo iba a estar bien, que nunca la iba a dejar. Después de descargar todo su dolor se apartó de mí, se limpió las lágrimas y me vio a los ojos con determinación.

-Te juró que encontraré la cura, no me daré por vencida, haré hasta lo imposible por ti, Jack –Se mordió su mano y góticas de sangre no tardaron en aparecer. Me las ofreció y maldije ese estúpido nudo en la garganta que no me dejaba hablar, que no me dejaba respirar, sabía que era verdad, que haría hasta lo imposible para que no muriera pero me dolía mucho que ella tuviera que sufrir por mí, por mí culpa ahora. ¡Maldita sea! Lamí la sangre en su mano, si eso le daba esperanza fingiría que creía en la existencia de una cura. Además eso solo funcionaba para los kaminekos y si no cumplía su promesa no se arriesgaría a morir.

-Te amo Elsa Frost –la bese con una sentencia de muerte encima, con el conocimiento de que ya no podría volver a besarla así cuando muriera.

Elsa no quiso poner cargos en contra de Gogo, a veces se pasaba de tonta o bueno eso demostraba que tan puro tenía el corazón. Le pedí a Sam que tomará manos en el asunto y lo hizo, mando a Gogo a la tierra para que no nos pudiera hacer daño a ninguno de los dos. No podría volver hasta que Sam lo decidiera o hasta que existiera un verdadero cambio con ella. En ese momento se fue odiándonos a más no poder y sin pedirme perdón por lo que me había dicho o lo que le había hecho a Elsa. Trate de que nuestras vidas siguieran normales, seguí estudiando en la universidad mientras ella había renunciado al trabajo en la fábrica, sí el trabajo que iba a ocupar el día después de que llegáramos de nuestra luna de miel. Se dedicó enteramente a encontrar una cura para mi enfermedad, constantemente era asesorada por los médicos y se alió con la esposa de uno de mis amigos para trabajar juntas. Ellas dos confiaban una en la otra y estaban muy motivadas a encontrar la cura, ambas eran muy inteligentes y por alguna razón tenía una leve esperanza en que pudieran descubrirla. Elsa me contaba muchas anécdotas de todo lo que tenían que pasar para que Rapunzel le prestara los libros y todas las veces que Astrid la encubría con su cuidadora. Por cierto, Astrid no las ayudaba a descubrir la cura porque no era su especialidad pero las animaba y les ayudaba en todo lo demás que podía. Las mujeres sin duda alguna eran lo mejor que los dioses habían creado pero daban miedo cuando se enojaban. Tenía tres años enteros para vivirlos con Elsa y aproveche al máximo el tiempo con ella. Viajábamos a la playa en vacaciones y de hecho no tuvimos una sola luna de miel, esa casa fue testigo de todas las noches de placer y de amor que vivimos, ¡por Tinkerbell! Me encantaba hacerle el amor a Elsa, el sexo entre los dos jamás fue monótono pues con tan solo mirarla la deseaba y la hacía mia. Jamás me miro con lastima por mi enfermedad o nombraba el tema, me daba todo el apoyo que necesitaba y sin lugar a dudas ella fue mi bastón para poder caminar. Animaba a mi madre para que no pensará en mi muerte y fue un total beneficio que los síntomas no se presentarán en esos años, ya los iba a sufrir al final de mi vida pero disfrute el tiempo al máximo.

El siguiente diciembre Tadashi obtuvo a su chosen one y por fin dejo de acosar sexualmente a mi Elsa, era una chica de cabello rubio largo y con lentes, su nombre era Honey Lemon y se llevó muy bien con Elsa. Aunque en ese año Elsa gracias a Tadashi recibió algunos castigos que nos encantaban a ambos.

No todo en la vida puede ser felicidad y lo supe hace tres semanas cuando empecé a sentir los primeros síntomas, mi tiempo se estaba terminando y ella aún no lo conseguía, los doctores le dijeron que no sabían que estaba mal con la cura, aparentemente lucia muy bien pero no hacía efecto, perdí las esperanzas desde que los mareos y los dolores de cabeza se convirtieron en la peor pesadilla que hubiera podido tener, no podía aguantar ni la más mínima vocecita porque sentía que se me iba a reventar la cabeza, hoy estoy tendido en la cama como un vegetal, como un inútil que ni siquiera puede hablar bien, el tanque de oxígeno al lado de mi cama es lo que me mantiene vivo porque ni siquiera puedo usar los pulmones para respirar. Estoy cansado de ver el techo blanco, debí haberlo pintado cuando tuve la oportunidad, debí haberla pintado a ella y concentrarme solo en eso. Elsa estaba sentada en la silla del escritorio como todas las noches lo hacía, siempre se acostaba a mi lado y cuando se daba cuenta que me había quedado dormido se levantaba para seguir estudiando y seguir intentándolo, tenía encendida levemente una lamparita, sus ojos frente al computador escribiendo y desordenando su cabello evitando demostrar su desesperación, sabía que me iba a perder y se mordía los labios para no llorar, me dolía verla así aunque tenerla cerca me daba alegría, podía solo inclinar suavemente mi cabeza y ella sería lo último que vería cuando la muerte viniera por mí.

Dicen que sería genial saber la fecha exacta de cuándo te vas a morir porque así harías las cosas que siempre quisiste hacer y te podrías despedir de las personas que amas e irte sin remordimientos pero a mí me parecía una real mierda, eso no fue suficiente, jamás se estaba totalmente preparado para morir y más sabiendo que dejaras con el corazón en mil pedazos a las tres personas que más amas en el mundo y a los que algún día te conocieron, la sentencia de muerte la tienes encima y todos los días piensas en eso, en como vivirán sin ti, en el dolor tan grande que les causaras cuando no estés, en que después solo pasarás a ser un recuerdo en sus vidas y conforme pase el tiempo te olvidaran.

Gogo nos mandó una carta antes de que cayera enfermo totalmente.

Hola Jack, hola Elsa.

Han pasado muchas cosas desde aquel día, sé que no tengo el derecho de hablarles y mucho menos puedo esperar que me perdonen. Quiero que sepan que siempre maldije mi vida, tenía ira y odio incontrolables, siempre tuve rencores con los demás y en especial conmigo misma por haber nacido una kamineko hembra y ser rechazada por no poder tener hijos, ¿Saben? Era injusto para nosotras ver como ustedes tenían pareja y nada había para nosotras, tan solo el rechazo y las humillaciones por parte del consejo. Jack era lo único que yo tenía, era la única esperanza a la que me aferraba y cuando vi a Elsa no pude soportar perderlo, hice todo lo que estaba en mis manos para separarlos hasta intente matarte Elsa y quiero que me perdones. No trato de justificarme, no trato de ocultar mis pecados, esa es mi cruz y todos tenemos que cargar con nuestro pecado. Perdónenme porque si no lo hacen no podre perdonarme a mí misma

He cambiado, en la tierra cuando me pare y vi al cielo me di cuenta de lo pequeña que era. Vi que allí se extendía un mundo infinito. Los rayos que caen iluminan a alguien tan pequeño como yo. Es como si fueran a purificar mis pecados, bajo la apacible luz de la llovizna. Por primera vez me alegre de haber nacido, de recibir sonrisas en la tierra que no me hacían sentir mal y de tener nuevas ilusiones. No quería aceptar que Elsa era la indicada para ti pero me di cuenta que ella hace parte de ti y es tu felicidad.

Mi madre me dijo que los síntomas ya aparecieron en ti Jack y no quiero que te vayas al infierno como dije ese día, solo espero que Elsa te salve y que pueda volver a verte, por lo tanto te mando todos mis ánimos y confió en ella sé que lo hará.

Espero que algún día puedan perdonarme. Con amor Gogo.

Al menos esa carta me daba paz interior, ya no tendría asuntos pendientes con ella y si Elsa la perdonaba yo también podría hacerlo. Hablamos con Norte acerca de tener un hijo con Elsa, no nos lo permitieron, esa decisión no estaba en las manos del viejo y los del consejo fueron demasiado claros "¿Para qué quieren tener un hijo? ¿Para qué se mueran como su padre?" nos advirtieron además que si ella quedaba embarazada la matarían con mi hijo en su vientre. Desistimos de la idea de tener un bebe, morimos a la idea como matamos la esperanza de ser de nuevo una familia feliz. Elsa me contó al pie de la letra lo que le había dicho la sirena y después de mucho tiempo lo entendí, dijo que yo iba a morir en tres años y que ella tendría gemelos jamás mintió pues nunca dijo que ellos serían mis hijos. Hable muchas veces de eso con Elsa, después de que yo muriera ella sería libre y podría ser feliz al lado de un humano, tendría hijos y aunque me doliera en todo el corazón preferiría que estuviera con otro hombre a que me llorará toda su vida. Era joven, tenía 21 años y era muy hermosa, desde el cielo la cuidaría y trataría que su vida fuera agradable. Elsa me dijo que no lo haría que yo era su único amor y que iba a respetar todo lo que sentía por mí.

Esta mañana Hiccup vino visitarme con Flynn, sabían que estaba en mis últimos días y aunque querían hacerse los fuertes Hiccup no aguanto las lágrimas.

-¿Dime que voy a hacer sin mi hermano? ¿Con quién haré todas mis travesuras? ¿Con quién pelearé por tontadas? –Hiccup cubrió sus ojos con su mano para que yo no viera como lloraba, me rompía el corazón que llorará por mi culpa. Por mi maldita enfermedad.

-Fui…Fuiste…el…el….mejor…her…..her-mano….que….que pude haber tenido –se lo dije como después de diez segundos, pronunciar tan solo una palabra era un esfuerzo para mí.

-¡Mierda! –él negaba con su cabeza, con sus ojos llorosos y tratando de pensar que era una mentira –Si pudiera cambiar esto, si pudiera dar mi vida la daría.

-Sé…que….que….lo….harías. –Flynn lo abrazó y ambos lloraron cayéndose al piso, Hiccup le dio puños al piso y yo ya no podía con tanto dolor, quería que fueran fuertes, quería que fueran felices, que superaran toda esta mierda que estaba pasando, que dejaran la depresión y el dolor solo para mí que era él que me estaba muriendo.

-No quiero un mundo sin mi mejor amigo –susurró lleno de dolor Hiccup –¡Esta mierda es muy dura! No sé cómo viviré sin ti ¡Maldita sea! ¡Maldita sea! –Elsa y Astrid entraron en la habitación al escuchar los gritos de Hiccup y ella vio que estaba un poco agitado, agarró mi mano y Astrid trato de calmarlo pero no pudo evitar llorar como él, luego se le unió Elsa y era una mierda insoportable, ya no aguantaba lo que sentía. No podía dejarlos así, no podía morir así. Si supiera como me tortura ver llorar a mi vida, no soporto que ella llore, amo su sonrisa y no puedo ver esa sonrisa si ella llora, tampoco soporto verlos sufrir.

-Déjenme ir…acepten mi muerte..por…por favor, ¡Prométanmelo! –Todos asintieron con lágrimas en sus ojos, lo prometieron y callados se quedaron toda la mañana sentados al lado mío, disfrutando los últimos momentos conmigo, Elsa se sentó y reviso la fórmula de nuevo, de la boca de Hiccup ni siquiera salían las palabras jocosas que me hacían reír todo el tiempo, se respiraba muerte en mi habitación y al fin lo vi. La literatura lo retrataba como alguien temible y sentí un escalofrío al ver sus ojos rojos viendo la escena, estaba de pie viendo desde las patas de mi cama la escena, nadie lo veía solo yo podía hacerlo y supe entonces que no pasaría de esa noche, que él venía por mí. Se quedaron un rato más y luego dijeron que querían dejarme descansar, me dieron un último abrazó y vi como Hiccup salía de mí habitación agarrado de la mano de Astrid. La mitad de mi alma se fue con ellos y ahora veo como Terence se pasea de un lado a otro por toda mi habitación, escuchó sus carcajadas pero me acostumbré ya a su risa del demonio. Cierro los ojos, me concentró en Elsa, en recordar el primer momento que la vi, tímida con su vestido negro, cuando probé sus labios por primera vez y también probé su lengua en ese primer beso, como escuché su dulce voz hablando infantilmente. –" Hablas como una niña ¿No te enseñaron a hablar bien?" sonreí suavemente al recordar lo que le dije ese día, siempre pensé que era un error, que el día que iba a escoger a una chosen one la estaba comprando como una prostituta y jamás pensé que fuera la correcta, no estaba de acuerdo con esa práctica de mierda pero entonces me di cuenta que ella era la "escogida", que el mejor regalo que me pudieron dar en toda mi vida fue ella, Elsa es una mujer perfecta, escucharla hablar, cantarme en inglés, verla ayudarme con mis tareas, ver su sonrisa, sus besos despertándome todas las mañanas, comiendo todas las delicias que me preparaba, escucharla bromear con mamá todo me hacía sentir una terrible nostalgia pero agradecí al cielo por permitírmela conocer, por poder cuidarla, abrazarla, tenerla en mis brazos, hacerle el amor locamente con todas mis fuerzas pero ahora ni siquiera podía mover un dedo, ya no podía complacerla por más que quisiera tenía que aceptar que era un inservible, un pedazo de carne que se estaba pudriendo y que iba a morir. Eché mi cabeza hacía atrás y sonreí. Ya me había despedido de todos, de mi madre, de Aries, Elsa me había dado un beso de buenas noches y esa misma tarde le agradecí por intentarlo, ya quería morir, quería descansar, entendía el dolor por el cual pasó mi padre e iría a un lugar donde el dolor desaparecería y me iba a reunir con él.

-¡Llévame ya Terence! –pensé con paz en mi interior.

-¿A dónde? –Escuché su voz penetrante y me asustó -¿Quién dijo que yo estaba acá por ti, kameneko? –trate de entenderlo pero no me llegó nada a la mente. Luego sentí un dolor en mi pecho y trate de calmarme, tenía que ser una puta mentira –¡Ella no!

-¡SSSSShhhhh! –puso su dedo en sus labios y me señalo a Elsa que en ese instante rompió en llanto.

-Es mentira, aléjate de ella maldito.

-Ya no se qué hacer, he hecho de todo, no se que sale mal, ¡por favor Tinkerbell! ¡Ayuda a Jackson! te lo ruega por favor, no permitas que se muera por favor, por favor.

-En un funeral se llevan flores, recuerda que su favoritas son las rosas celeste

-La sirena me dijo que tendría hijos, que viviría.

-Tú mismo lo dijiste, le estaba mintiendo para matarla –se dirigió hacia ella y mi corazón golpeaba con fuerza mi pecho, me desesperé, quería levantarme de esa cama, quería romperle la cara a ese maldito para defenderla pero mi cuerpo no respondió por más que forcejeará.

-¡Hola! –a su lado apareció una jovencita rubia, Elsa la vio con esperanza, con ese brillo en los ojos que no había vuelto a ver en ella desde hace mucho tiempo.

-¡Tinkerbell! –su mano tembló y me sorprendí al escuchar el nombre de la diosa de este mundo.

-Jack se está muriendo, sálvalo por favor, por favor.

-Te dije que nos volveríamos a ver y que cambiarias de opinión ¿Te acuerdas?

-Ese día me comporté como una niña, dije cosas que no sabía, no estaba consciente de eso. -¿Qué día? No entendí lo que decían ¿Ya se conocían?

-Lo sé, por eso estoy acá, voy a salvarlo ¿Qué estas dispuesta a dar por él?

-Lo que sea, solo quiero verlo bien.

-¡Dame tu vida! –Elsa le movió su cabeza afirmando, ni siquiera lo dudo un solo segundo –Me parece un trato justo, vida por vida. -¿Qué mierdas estaba diciendo? Mi respiración tomo un ritmo irregular, mi estómago dolía y no podía permitir que la matara.

-¡Elsa! –grite en repetitivas ocasiones pero no tenía suficiente fuerza en la voz, no me escuchaba.

-¿Me dejas despedirme? –La diosa asintió y cuando Elsa volteó sus ojos a mí se preocupó, yo tenía la mascarilla de oxígeno en las manos y medio cuerpo saliéndose de la cama. Corrió y me acomodo en la cama, me puso el oxígeno y puso sus manos en mis brazos para que no me moviera.

-Cálmese por favor –me susurró y yo movía mi cabeza negando, no podía aceptar lo que estaba a punto de hacer. No podía dejar que muriera por mí, no lo soportaría.

-No…lo…hagas –lo dije con mis pocas fuerzas y ella me sonrió, sabía que iba a morir por mí, que estaba dispuesta a darme su vida.

-Lo hago porque te amo. -¡NOOO! –la interrumpí y ella llevó su mano a mi frente acariciándome tiernamente. –Cúmpleme ese deseo, este deseo egoísta, no soportaría vivir sin ti, sin tus besos, sin tus caricias, dejá que me vaya. ¡Por favor! –unas lágrimas se deslizaron por sus mejillas y yo me ataque a llorar como ella.

-¡Mamá! ¡No lo permitas! –grite pero mis gritos eran susurros. Mi mamá no se imaginaba lo que estaba sucediendo en ese momento, debía estar durmiendo esperando las malas noticias pero Elsa no tenía que ser la mala noticia ¡No maldita sea! Me maldije por ser un inútil por no poder impedir lo que iba a hacer, me sentí impotente y no quería verla morir.

-Gracias por todo Jackson, te amo, te amo mucho. Gracias por todo lo que vivimos juntos, fuistes lo mejor que me paso en la vida. ¿Sabes? Si pudiera retroceder el tiempo me volvería a dejar engañar por Aurora para conocerte, para estar contigo, para besarte y compartir todo esté tiempo. Perdoname por todas mis fallas, por si alguna vez te hice sufrir pero quiero que en tú mente siempre tengas presente que una vez conoció a una mujer que te ama con su vida.

-Terence llévame a mí, no te la lleves –hable mentalmente con él pero me ignoro completamente.

-Si…..haces…esto…..me-me suicidare para ir detrás de ti –No soportaría vivir sin ella, estaba preparado psicológicamente para morir no para verla morir a ella.

-No Jack –movió tiernamente su cabecita negando –sí se suicida, no podrás ir donde voy y confío en que alguna vez nos volveremos a reunir. ¿Sabe? Siempre me pregunté que significaban las alas en tú pintura y ya se lo que significan, yo seré tú ángel, te cuidare en todo momento, disfrutará de sus éxitos y té acompañaré a donde vayas. Si siente un vientico acariciando tú mejilla no dudes que soy yo, te daré muchas señales para que sepas que estoy ahí contigo acompañándote –No había pintado eso con esa intención, no quería perderla, no quería que muriera, mi corazón se estaba quebrando y el dolor inundaba mi ser, volví a sentir ese molesto dolor en mi pecho que sentí cuando mi padre se murió, nunca me recuperaría de eso. –Quiro que te cases y que tengas unos hermosos gemelos, a ellos también los voy a cuidar. Te amo mucho –dijo ahogando un sollozo.

-Ya es hora –Le dijo Tinkerbell acariciando sus hombros –Sí, chao Jackson. –Me beso la mejilla tomo mi mano y se arrodilló por órdenes de la diosa.

-No, por favor, no la maten –le imploraba pero ignoraron mi petición, sabía que sin ella ya nunca más podría ser feliz. No volvería a ser el mismo. De la nada Tinkerbell saco una daga muy hermosa y la puso en el corazón de Elsa.

-No, mí corazón es de Jack –subió las manos de la muchacha a la altura de su cuello para que le cortara una de sus venas vitales y muriera desangrada.

-Te amo Elsa –le dije con lo único que tenía, apretó más fuerte mi mano. –Tambien te amo.

-Es mejor que no veas esto –Tinkerbell me dijo suavemente y vi a Terence sacando una oz de su espalda.

-No esperen por favor –Les imploré, Elsa cerro sus ojos y Tinkerbell cogió una distancia prudente para enterrarle la daga.

-¡Espera papá! ¡No me gusta esa parte de la historia! ¡No sigas por favor!

-No seas gallina, yo si quiero escuchar esa parte.

-¡No soy gallina!

-¡Claro que lo eres! -Los niños se iban a agarrar del cabello y tuve que separarlos, no sé de dónde sacaron ese maldito espíritu de pelea o bueno ya sé de dónde.

-Ya no peleen niños.

-¿Papá estas llorando? -Uno de mis hijos se acercó y trato de limpiarme la lágrima en la mejilla que se me había deslizado al recordar esa parte de mi vida.

-No hijo, sólo me entró un mugre en el ojo.

-Sigue papá ¿Si? -Asentí y volví mis ojos al diario. -Tinkerbell acercó la daga a su cuello...-Escuché la puerta sonar y vi a Gogo entrar y los niños salieron corriendo a saludarla, sus hermosas sonrisas al verla me hacían sentir realizado, ellos eran la mitad de mi vida y los amaba demasiado.

-Les daré su regalo de cumpleaños adelantado.

-¡Yaaaayy! ¡Eres la mejor! -gritaron al unísono y se dedicaron a acabar con el papel de regalo que custodiaba sus enormes juguetes.

-¡Hola! -Me sonrió como siempre lo hacía desde que volvió de la tierra totalmente cambiada, como si la hubieran evangelizado y exorcizado.

-¡Hola Gogo!

-¿Que tienes en la mano? -Se acercó y se sentó en los cojines en los cuales estaban sentados mis hijos.

-Es nuestro diario.

-¿Les estabas contando tu historia con Elsa? -Asentí -¿Y por qué? -preguntó divertida.

-No sé cómo demonios hicieron para eliminar su olor, ahora no los reconozco y se burlan de mí por eso. Entonces dijeron que si les contaba la historia de Elsa y yo me dirían quien es quien y se arreglarían sin protestar.

-Ya veo, ni siquiera pudiste peinarlos, eres un desastre Jack.

-¡Cállate y ayúdame!

-¿Estas llorando? -me detallo bien la cara y se dio cuenta que me había puesto sentimental.

-Sí me puse un poco sentimental.

-No te preocupes Jack, es cuestión de tiempo para superarlo.

-¡Han pasado ocho años! No lo he superado por completo, aún sueño viéndola muerta en mis brazos, por más que intentó e intento esas imágenes no desaparecen de mi mente.

-Sé que es duro no pensar en eso Jack pero piensa en ellos, no pueden ver a su padre sufriendo por algo que paso hace mucho tiempo ya.

-¿Nos sigues contando la historia? -Ambos se sentaron al lado de Gogo con sus juguetes enormes y uno se acostó en sus piernas. ¡Los estaba malcriando con tantas cosas materiales!

-Yo sé quién es quién ¿quieren que le diga a su padre?

-No por favor, deja que nos cuente la historia.

-¿Cómo es que no los reconoces Jack?

-Son como dos gotas de agua. Tengo mis sospechas pero no quiero arriesgarme a errar porque tendría que comprarles más juguetes y ya no caben en su habitación.

-¡Eres un mal padre!

-¡Cállate!

-¿Si escuchaste? Papá nos comprará juguetes -Sonrió y claro que sabía quién era quien, la sonrisa de Jamie la reconocería en cualquier parte del mundo y el semblante serio de Lucas me hacía recordar a mí. Aunque eran un clon exacto de mí y los dos entre ellos, reconocería a mis hijos donde fuera, así tratarán de ocultar su olor y me chantajearán con que tenía que contarle la historia del único amor verdadero que tuve en mi vida. Sólo mentía para pasar un rato agradable con mis niños que crecían a pasos agigantados.

-¿Quieres terminar de contarles la historia?

-No, yo soy la villana o bueno lo era. Termina tú mientras yo término de arreglar unos detalles de la fiesta de los niños, Por cierto ¿Dónde están ellas?

-Se fueron a comprarle sus regalos de cumpleaños al par de fotocopias -le susurré para que los demonios no me escucharán, si lo hacían me molestarían toda la maldita tarde preguntándome que les iban a regalar. Gogo salió para la cocina y suspiré agarrando fuertemente nuestro diario, el que en un principio era de Elsa y que después yo fui llenando al pasar del tiempo.

-¿En qué íbamos? -les pregunté ya que extrañamente no habían perdido la atención en las palabras que decía.

-¡Ibas en la parte en que la diosa Tinkerbell iba a matarla!

-Sí, sí tienes razón. -Cerré mis ojos evitando ver a mi única esperanza morir, a lo único que me mantenía con vida y no escuche chillidos de dolor, creí que la había matado de otra manera, fueron los segundos más dolorosos de toda mi vida y entonces escuche la voz de Terence.

-Este no era el trato Tinkerbell ¡Mátala!

-El poder de sus sentimientos los han salvado, después podrás llevártelos cuando sean viejitos y sus hijos les den nietos.

-No me conformo con eso, me llevare a este kamineko entonces.

-Tu cura está perfecta, hiciste todo muy bien pero le falta -se agachó y le susurró algo en el oído a Elsa mientras ella trataba de controlar los sollozos. Se levantó del suelo haciendo un gran esfuerzo por mantenerse de pie, sus piernas temblaban y salió corriendo de la habitación. Terence detuvo su ataque contra mí, no podía cambiar el rumbo de las cosas, con una cura efectiva yo me salvaría y burlaría a la muerte.

-¡No puedo aceptar esto Tinkerbell!

-Te debo una Terence, ya déjalos en paz -Vi la mirada de odio que me dedicó Terence y se desapareció sin más.

-Escuche tus oraciones -me sonrió cálidamente sentándose al borde de mi cama, me sentí tranquilo, ella me daba paz.

-¡Gracias!, ¡Gracias! -Trataba de no llorar como un niño indefenso pero sin éxito alguno.

-No tienes nada que agradecerme a mí, su vínculo, su amor incondicional fue lo que los hizo salvarse.

-Tú la encontraste y la trajiste a mí -Me sonrió tiernamente.

-No fue nada, ¿Sabes? Periwinkle quería llevársela, no quería que entrara en la escuela, por una extraña razón Elsa le cayó muy bien. Decía que parecía un ángel.

-Lo es para mí.

-Lo sé, le dije que tenía que dejarla en la escuela para que se preparará y fuera una buena esposa para ti y bueno acepto finalmente. Cuídala y por cierto vendré a ayudarla con su parto, que será doble -Elsa abrió la puerta de un solo golpe y me ayudo a quedar sentado en la cama, no podía moverme por mí mismo y eso me fastidiaba.

-Bébalo despacio -llevó el pocillo a mi boca, sabía horrible pero me lo tome con alegría, ya no iba a morir, no las iba a dejar solas. A medida que fui tomando esa bebida mis fuerzas se fueron recuperando, ya podía respirar y me quite del todo la mascarilla de oxígeno. Vi su carita llena de lágrimas expectante de cada movimiento y me levanté rápidamente atrapándola en un beso. Sonrió después de despegarse de mis labios y me abrazó refugiándose en mi pecho, ella estaba asustada y no dejaba de llorar.

-Pensé que te iba a perder -artículo después de algunos minutos.

-Pensé que Tinkerbell te iba a matar -la abrace como si me la fueran a quitar. -Nunca me vuelvas a hacer eso, moriría si algo te pasará.

-Pienso lo mismo -Me dio un beso rápido y cuando quiso agradecerle a Tinkerbell ella ya no estaba. Se arrodillo un momento juntando las manos y le agradeció muy feliz, vi un trapito amarrado a su mano y me dio curiosidad, no tenía eso antes de salir de la habitación.

-¿Qué es eso? –le señale su mano y se vio la herida escondiéndola de mi detrás de su espalda.

-¡Era lo que faltaba en la cura! ¡Un sacrificio de amor! –Iba por buen camino con su cura pero lo que nos salvó fue la misericordia de Tinkerbell y nuestro amor por el otro, me beso nuevamente, como amaba tener esos labios en los mismos -¡Espere acá! -salió de la habitación corriendo muy afanada.

-¿A dónde vas? ¡Vuelve acá! -En menos de diez segundos mi madre y Aries entraron a la habitación, me vieron incrédulas, todas se abalanzaron y me abrazaron entre risas y lloriqueos.

-¡Mi bebe! -Mi mamá me abrazó tan fuerte que no me estaba dejando respirar. Elsa sonrió y llevó las manos a su boca tratando de calmar todas las emociones que estaba sintiendo, no me alcanzaría la vida para agradecerle lo que había hecho por mí, por ella estaba abrazando a mi madre en ese momento. Por ella los tengo a ustedes dos. -ambos me sonrieron y escucharon el carro llegar.

-¡Mamá llego! -gritaron al unísono compitiendo por quien llegaba primero a la puerta. Cuando abrieron ambos se lanzaron a abrazarla y a darle besos en la mejilla. Hasta Lucas que había sacado una actitud sería y cortante con todo el mundo, cambiaba al ver a su madre, tal y como yo lo hacía. Ella era la única que despertaba esos sentimientos en nosotros. Saludaron después a su abuela y buscaron levemente si traían regalos en sus manos.

-¿Porque aún no están listos? -Les sonrió y luego me vio echándome la culpa, era mi trabajo alistarlos para la fiesta.

-¡Engañamos a papá! No puede reconocernos y le dijimos que si nos contaba su historia nos alistaríamos sin problema -me miro y supo en seguida que estaba jugando con ellos, sabía que reconocía a mis hijos, que aunque eran igualitos jamás los confundiría.

-¿Cuántas veces les he dicho que no sean malos con su padre? -Trato de regañarlos pero ella no era dura con ellos solo si era estrictamente necesario.

-Mamá es divertido -le sonrió pícaramente Jamie.

-Tu eres Jamie y tú eres Lucas -los delato delante mío e hicieron un puchero.

-No es justo mamá, papá no nos había terminado de contar todo. –Vi como Aries subía por las escaleras con todos los regalos tratando de ocultarlos de los gemelos, era una sorpresa y el plan era que Elsa los distraería mientras Aries los ocultaba entrando por la puerta de atrás, sin embargo tal y como prometimos esa noche en la playa ellos sacaron la inteligencia de su madre y no se dejaban engañar tan fácilmente.

-¡Mira son nuestros regalos, Jamie! –Lucas la señaló y ellos se fueron detrás para averiguar qué era lo que tenían esos paquetes por dentro.

-Kyyyaaaa –gritó tiernamente Aries al ver que estaban a punto de irse contra ella para quitarle sus juguetes.

-No niños, no verán sus regalos hasta la fiesta. –Los dejo quietos la voz de mi madre y dejaron de moverse.

-No es justo abuela –Ambos hablaron al tiempo y se sentaron de nuevo en los cojines. Todos reímos, esas eran nuestras reacciones después de que llegaron a la casa a alegrarnos con su presencia.

-Aries ¿Podrías traerme el cepillo?

-Si señora –Aries acomodo los regalos en su lugar y le trajo el cepillo, Elsa lo tomo en las manos y me sonrió.

-¿En qué parte van? -Se sentó a mi lado y me regalo un beso saludándome. Le señale la página en la que iba y se saltó algunas páginas. Lucas se sentó voluntariamente para que Elsa le pasará el cepillo por sus plateado mechones y finalmente delicada y rápidamente paso el cepillo por sus orejas.

-Ya estás amor, ¡ven Jamie! –Elsa acarició la carita de Lucas y luego fue el turno de Jamie, estuve toda la maldita mañana tratando de peinarlos y ella en menos de un minuto ya los tenía listos.

-Desde ahí todo fue felicidad, Jack e Hiccup se graduaron al tiempo ya que sin la ayuda de Jack su tío perdió medio semestre. Él dijo que quería graduarse al tiempo con su "hermano" pero todos sabíamos que era un cabeza hueca sin embargo fue muy tierno al decir eso. Jackson tomo el control total de la empresa y se dedicó a manejar sus propios negocios con la ayuda de Sam.

Después pasaron dos años y en ese año todas las parejas tenían permitido concebir sus hijos en cualquier época del año.

-¡Astrid tiene un mes de embarazo! Eres un Imbécil te gane -su tío Hiccup se burló de Jack y él llegó a la mansión enojado, parecía un niño, no quería aceptar que había perdido ante Hiccup. Le contó todo lo que había pasado con un puchero y se acostó en mis  piernas mientras le acariciaba el cabello. Desde hace un tiempo le tenía algo que decir a su padre pero no encontraba el momento adecuado así que se agachó para hablarle a su oreja.

-Tigre y conejita le trajeron un regalo a Jackson y a mí hace dos meses. Jack se levantó y trato de asimilar lo que le había dicho, me agarró del trasero y me alzo como si fuera un trofeo y se sintiera el mejor ganador, el más fuerte. Me beso y salió corriendo a contarle a Hiccup.

-¡Esperen! ¡Pero tía Astrid dijo que la cigüeña era la que traía a los bebés, no ningún tigre, ni ninguna coneja!

-Bueno verán como ustedes eran dos la cigüeña no podía cargarlos por eso le pidió el favor a sus dos mejores amigos para que los trajeran -sonreímos con complicidad y la agarré de la cintura atrayéndola más a mí.

-Pasaron nueve meses entre antojos, cambios de humor y días difíciles para su padre.

-Las fresas con chocolate fueron tu mayor antojo –le dije en el oído y sentí un escalofrió de su parte. Me agarró de la mano para que guardara silencio, no era el momento para esas cosas.

-Efectivamente Tinkerbell estuvo ahí ayudándome a traerlos al mundo, no fue nada fácil pero su padre no me dejó un solo segundo, estuvo durante toda la recuperación y eso me ayudó a mejorar rápidamente. –Apretó más fuerte mi mano y escuche su voz un poco cortada -entonces aparecieron ustedes en la historia –Elsa les mostró la página del nacimiento y ahí estaban, una foto de recién nacidos, un pedacito de cordón umbilical, sus huellitas de los pies y una foto donde cargaba a mis dos hijos totalmente emocionado. Aún recuerdo cuando vi sus rostros, su poco cabellito blanco y sus orejas igual que las mías, no nacieron con una larga cola plateada igual a la mía, de hecho todos los hijos con mujeres nacían sin cola por la combinación de especies. Lucas por un segundo abrió sus ojitos y los volvió a cerrar, desde ahí supe que ellos serían toda mi vida.

-El resto de la historia ya la saben ustedes porque estuvieron en ella –Elsa les sonrió y cuando se iba a levantar Jamie habló –Tengo una pregunta, ¿Por qué papá se quedaba callado y no nos decía partes de la historia? –Me sonrojé, ¿Cómo le iba a contar a mis hijos de seis años todo lo que Elsa había escrito de nuestros encuentros? Obviamente no les dije nada y leía mentalmente las partes donde hacíamos el amor, aún no podían saber eso y no lo sabrían jamás, esa parte solo era de nosotros dos y de nadie más.

-Es que era demasiado descriptiva en algunas partes y eran detalles que no son importantes para ustedes.

-Mmmm –asintieron y Gogo entró a la sala.

-¿Ya terminaron?

-Sí tía Gogo.

-Hola Gogo –Elsa se levantó y la abrazó, ya no habían resentimientos entre ellas ni ningún tipo de rencor, fue difícil para Elsa al principio pero a medida que pasaba el tiempo Gogo le demostraba que había cambiado y que quería a los gemelos sinceramente. Su esposo era un hombre de la tierra y adoptaron a una niña humana.

-¿Dónde está tu esposo y la pequeña Lanna?

-Están en la casa de mi mamá terminándose de arreglar.

-¿Vamos a comer helado con la abuela y Aries? –Gogo gritó emocionada y se los llevó picándonos el ojo, eran muy pocos nuestros momentos a solas y nos estaba dando privacidad.

-¡Ponte tu disfraz de conejita! –le dije cuando vi que ya habían salido de la casa.

-Jack lo untaste de chocolate la última vez, está en la lavandería –no sé porque me encendía verle puesto ese dichoso disfraz de conejita pero a la mierda –ponte tu disfraz de bailarina –Jackson eres es un pervertido.

-Pero amas a este pervertido ¿no? –me sonrió en respuesta y me llevó a nuestra habitación, las pinturas de las paredes habían cambiado y eran nuestros hijos los responsables, nos habían pintado en el río, Jamie y Lucas agarrados de la mano de Elsa mientras yo estaba sentado pintándolos a ellos, cerca estaba mamá con mi padre como ángel y a una cierta distancia sentados se encontraba Aries con su novio. Elsa salió del baño con un tutu sin nada debajo y con su pecho desnudo cubierto únicamente por su cabello. Pase saliva al ver su enorme trasero debajo de la faldita rosada y corrí su cabello para tener sus pechos en mis manos, la bese mientras ella me desabrochaba el pantalón y notaba cuan excitado estaba ya. Aunque ya había pasado once años desde que la escogí en ese salón su cuerpo seguía siendo tan perfecto y hermoso como esa niña de 17 años que vi ese día. A sus 29 años era la mujer más perfecta en todo el planeta y la que me hacía sentir en el cielo cuando nos volvíamos uno. Agarró mis orejitas, quería sexo salvaje y perdí el control gimiendo como un gato.

-Nyyyya –echaba su cabeza para atrás cada vez que me escuchaba emitir ese sonido y sin poder controlarme la embestí contra la pared levantando su tutu rosa, me besaba con pasión y yo repasaba su cuerpo con él mío. Termine dentro de ella y antes de comenzar nuestra segunda ronda tocaron a la puerta. Me asomé y era el estúpido de Hiccup con Astrid y su hija Luna.

-Déjemelos afuera –le suplique a Elsa y me sonrió pícaramente –Con la fiesta los niños dormirán profundamente y podremos hacerlo toda la noche. –Se puso su ropa, se arregló y bajamos a recibirlos, Elsa estaba en una nueva investigación, quería descubrir la cura para que las kamineko dejaran de ser infértiles y todo lo hacía por Luna, los del consejo decidieron también hacer una búsqueda para las hembras y en la tierra construyeron una escuela para los chosen one hombres para que en algunos años Luna y Sara la hija de Ana y Kristoff tuvieran su pareja humana, su otro lado del hilo. Poco a poco fueron llegando los invitados a la fiesta, Eugene con la mirada tierna de su madre Rapunzel y lo robusto de su padre Flynn saludo a los gemelos dándole su regalo de cumpleaños a cada uno. Mérida y Elsa hicieron las pases y nuestros hijos eran muy buenos amigos de su hijo. Los gemelos jugaron todo el día haciendo desastres y molestando a las chicas pero con la inocencia y la felicidad de lo que eran, niños, todos pasamos un día increíble al lado de las personas que más amábamos, al lado de todos los amigos que habíamos hecho y de unos cuantos enemigos que cambiaron, todos merecen una segunda oportunidad.

-Te amo mi chosen one.

-Te amo, mí kamineko. –nos besamos y lamí el poquito de pastel que tenía en los labios, agarrando su mano y sabiendo que así estaríamos hasta el final de nuestras vidas "Juntos".

Fin

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