❥ Amigos
...
Presioné el botón del ascensor que me llevaba al segundo piso de aquel edificio.
Era increíble que siendo las siete y cuarto de la mañana, le estuviese llevando el desayuno a un enano que tenía complejo de dictador.
¡Agh! Si tan solo me escuchara diciéndole 'enano'... seguro ya estaría sin vida.
No me iba a demorar mucho. Dentro de cuarenta minutos tenía que estar en el instituto así que me encargaría de que comiese algo y me iría rápido.
Ahora, mi pregunta es... ¿no tiene a alguien que le haga el desayuno? ¿Cómo puede ser que teniendo diecisiete años no sepa lo que es cocinar? Al menos su madre o padre podrían prepararle algo de comer. Pero no, aquí estoy yo haciéndome cargo de algo que no me corresponde hacer.
Una vez las puertas del ascensor se abrieron, salí para encontrarme con un largo pasillo, el cual solo tenía una puerta en medio.
Departamento 13
Lindo número, uno de mis favoritos.
Di dos golpes en la puerta y arrugué la nariz al notar que se abría suavemente, como si estuviera abierta a propósito. La empujé un poquito y desde la puerta lo llamé:—¡Park Jimin!
Pero no hubo ninguna respuesta. Un tanto preocupado me adentré y fruncí el ceño al encontrarme con todo el desastre que había en aquel lugar.
Ropa tirada por doquier, libros, cajas de comida vacías, incluso en la cocina había una torre de platos sin lavar.
—Qué... —Sentí como el aire se me iba de los pulmones al ver todo ese caos. ¿Quién puede vivir aquí sin morir de alguna infección?
Comencé a caminar con el terror de encontrarme algún ser muerto. Era un departamento muy espacioso, pero cada rincón tenía una mugre impresionante.
¿Se habrá equivocado de piso y me mandó al incorrecto? En este lugar no puede vivir ninguna persona, es inhabitable.
Llegué hasta la puerta de una habitación en la cual me metí con miedo a encontrarme con algo que terminara involucrándome en algún delito. Pero al ver una cabellera rubia sobre la cama supe que no se había equivocado en cuanto al número del departamento.
Todo mi cuerpo sintió una adrenalina espantosa. Solo quería arrodillarme para implorarle que me dé la autorización de limpiar este chiquero.
Con razón tiene tan mal humor... si en esta casa buenos espíritus no hay.
Me acerqué hasta él y extendí mi mano para despertarlo, pero al ver cómo dormía una cosa extraña ocurrió en mi pecho.
Su pelo rubio estaba revuelto, su boca estaba abultada y entreabierta. El pijama de patitos que usaba le quitaba todo lo aterrorizante porque, en ese estado, lo único que podía ver era un chico indefenso que se esconde detrás de un mal carácter.
¿Estaré muy equivocado? Solté un suspiro y miré mi reloj.
07:20 a.m.
Aún no era muy tarde. Veinte minutos eran suficientes para dar una limpieza superficial a este lugar.
Salí de aquella habitación y dejé apoyada mis cosas en el lugar menos insalubre que hubiese en toda la sala.
Una vez me saqué el saco del uniforme comencé a limpiar. Recogí todo lo que había en el piso: ropa, cajas y empaques de comida. Lo clasifiqué y pasé directo a los platos, los cuales lavé en menos de cinco minutos. Limpié las superficies y finalmente los pisos.
Va a sonar extraño, pero limpiar me causa mucho placer. El ver las cosas relucientes y sentir que estoy en un lugar limpio me hace sentir como un espíritu nuevo.
Y claramente este lugar necesita un espíritu nuevo.
A medida que limpiaba y organizaba las cosas me daba cuenta de lo grande que era el departamento y que solo habían cosas que le pertenecían a un adolescente.
¿Vivirá solo? ¿Dónde estarán sus padres? ¿No tiene hermanos?
Cuando la alarma de mi reloj de mano sonó no pude evitar esbozar una sonrisa ya que había cumplido con el tiempo que esperaba.
—¿Qué haces? —preguntó una voz ronca. Me giré y observé en dirección a la habitación del chico.
Él estaba parado en la puerta, frotando sus ojos y mirando con confusión.
—Limpié un poco —avisé sonriendo—, y no fue fácil. Había agua estancada y el drenaje estaba lleno de moho y basura. Metías la mano ahí sin guantes y salías con setenta enfermedades sin descubrir. Además, todo estaba lleno de demasiado polvo —expliqué orgulloso de mi limpieza.
Él frunció el ceño y comenzó a mirar a su alrededor extrañado.
—Allanamiento, limpieza contra mi voluntad. Espero que no estés marcando terreno, perro —señaló en voz bajita.
—¡PERRO! —repetí exaltado—. Mocoso malagradecido y mugriento —exclamé enojado—. Solo intentaba ayudarte.
Jimin caminó hasta la mesa con una sonrisa pequeña y se sentó en la silla donde había acomodado su desayuno.
—Entonces supongo que gracias —contestó agarrando los palillos—. Detesto limpiar.
Si no me lo dices, no lo iba a notar...
—De nada. ¿Está rico? —pregunté sonriendo al ver cómo comía. Él inmediatamente levantó su mirada y con esos maravillosos ojos afilados me miró de la forma más amenazante posible. Sin embargo, al ver sus mejillas sonrojadas, supe que había sido el comentario correcto.
—Lo está —murmuró de la forma menos audible posible.
No insistí ni volví a preguntar. Después de todo, eso había sido suficiente para mí.
...
...
Entramos al instituto juntos llamando la atención de todos aquellos que nos miraban.
«Oh no, se juntaron. Esto es un peligro».
«Seguro el pequeño Tigre lo obligó a estar con él».
«¿Qué hablas? Estoy seguro de que Jeon lo tiene amenazado».
—Solo ignoralos —murmuró Jimin a mi lado—. Hablan hasta que se cansan y si no les prestas atención dejarán de hacerlo.
Yo lo observé y asentí un tanto inseguro de sus palabras. Me impresionaba el porte que tenía ante los demás... manos en sus bolsillos, uniforme desprolijo y cabello despeinado.
¿Se molestará si lo peino y le acomodo el uniforme? Es que me produce molestia que esté así.
Cuando llegamos al aula ambos fuimos llamados por nuestros amigos.
—Jungkookie —llamó de manera escandalosa mi mejor amigo.
—¡Minnie! —gritó Taehyung.
Fue ahí cuando Jimin y yo nos pusimos tensos, tanto que se aferró a mi brazo y para tranquilizarlo coloqué mi mano sobre él.
Pero fue una mala idea.
Lo primero que hizo Taehyung al vernos fue mirar nuestro agarre y lo señaló con ojos bien abiertos.
—¿Están juntos? —preguntó sorprendido.
Jimin me soltó de golpe y comenzó a negar asustado.
—¡No! —contestó sonrojado—. Solo es mi perrito.
Entonces fue Namjoon quien abrió sus ojos ampliamente y soltó una risa bastante dulce.
—Que juegos raros tienen —soltó en un murmullo mientras le daba un codazo a Taehyung, quien comenzó a reírse—. ¿Vienen juntos? ¿Nos esperaban? —preguntó cambiando el tema de conversación inmediatamente.
—Sí, es que descubrimos que somos vecinos —expliqué rápidamente—. Entonces decidimos venir juntos a clase para... hablar. —Lo miré y él rubio asintió seriamente—. Lo cual fue bueno porque aclaramos todo tipo de diferencias que habían entre nosotros.
—No fueron muchas —agregó Jimin—. Y bueno, él se ofreció a hacerme la comida diariamente como forma de disculpas, ya saben, por hacerme pasar un mal día. —Sonrió y yo, como un idiota, asentí por los nervios.
—Espera, ¿qué? —lo observé y Jimin solo levantó sus cejas de manera juguetona.
Estaba a punto de contestarle y crear una pequeña pelea frente a nuestros amores platónicos, pero una voz fuerte me interrumpió llamando la atención de los cuatro.
—MI TETE Y MI MIMI —soltó una voz escandalosa. Los cuatro miramos hacia la misma dirección cuando apareció un chico de cabellos castaños, uniforme mal puesto y gran sonrisa.
Tenía un morral colgado y al mismo tiempo un pequeño bolso pegado al pecho. ¿Qué le puede entrar allí, el teléfono? ¿ Y por qué mierda usa el uniforme de esa manera? ¿Tanto les cuesta ponérselos como se debe? A esta gente claramente le gusta estar desordenada.
—¡Hoba! —gritó Taehyung y sin dudar saltó sobre él, quien inmediatamente lo recibió de la manera más dulce.
Jimin, por otro lado, fue tranquilo hasta él, y para mi sorpresa, acercó la cabeza para que le diera un pequeño besito en la frente.
Una vez lo hizo se colocó a su lado y Taehyung se mantuvo abrazándolo por la cintura. Un segundo después, al vernos a mí y a Namjoon, abrió ampliamente sus ojos.
—¡Oh, un gusto! —Sonrió haciendo una pequeña reverencia—. Jung Hoseok —se presentó.
—Sí, lo imaginé. El hijo del director. —Namjoon hizo una reverencia—. Soy Kim Namjoon.
El chico sonrió e inmediatamente miró hacia mí.
—Jeon Jungkook —saludé haciendo una reverencia y este sonrió.
—¿Son sus amigos? —preguntó de forma melosa a Taehyung y Jimin, quienes asintieron. Uno más animado que el otro...
Adivinen quién le puso menos emoción.
—Tienes que contarme de tus vacaciones en Daegu —le susurró el castaño al pelirrojo, quien sonriendo asintió con emoción.
—Yo debo ir a una reunión del Consejo —avisó Namjoon—. Nos vemos luego.
Todos nos despedimos de Namjoon.
Luego de eso Jimin se alejó de Hoseok y se acercó a mí. Mientras Taehyung, sin soltar la cintura del chico, se metió en el aula charlando con él, como una extraña pareja.
Antes de poder siquiera preguntar Jimin ya tenía una respuesta: —Es nuestro mejor amigo. Le dices a Hobi 'amor' y se pone nervioso. No va a ser un interferente, si eso es lo que te preocupa.
—Solo iba a preguntar si eran algo —murmuré en voz baja—. Le dio un beso en la mejilla de una forma muy amorosa.
Jimin se encogió de hombros y chasqueó su lengua: —Dale dos días más y les estará dando besos a ti y a Namjoon. —Suspiró—. No sé si estoy listo para ver eso.
Yo solté una risa y tuve el pequeño impulso de abrazarlo por los hombros, pero me detuve.
Me mataría si me tomaba ese atrevimiento.
—Me das mucha esperanza porque no puedo competir con 'Don Carisma'. —Solté un suspiro dramático—. Me dicen lindo y me sonrojo.
Jimin inclinó su cabeza con curiosidad y sin dudas soltó: —Lindo.
Tragué saliva y solté una risa nerviosa por sus palabras.
—Es verdad, te sonrojas... —confirmó y luego solo negó con decepción mientras comenzaba a caminar.
Pero qué hice...
...
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