Una triste despedida
"En ningún lugar, probablemente, se manifiestan más sinceros sentimientos y peor gusto que en los cementerios."
-Benjamín Jowett.
Era un día gris y triste. Las nubes tapaban el sol, y la lluvia caía ligeramente sobre la tierra.
Ese día encajaba perfectamente con lo que sentía toda la familia Loud. Todos los integrantes de la familia, con excepción de Luan, se encontraban en el cementerio de la ciudad de Royal Woods. Ahí, bajo un viejo roble, se estaba llevando a cabo una triste ceremonia.
-¡Hermanos, hermanas! Nos encontramos aquí reunidos éste día para darle santa sepultura a un ser querido. Lincoln Loud; amado hijo, excelente hermano, gran ser humano-. Dijo el párroco, quien oficiaba aquel acto.
Frente al hombre se encontraba un ataúd abierto. Dentro de éste había un niño de tan sólo 11 años, el cual tenía el pelo de un color blanco, que lo hacía parecer un pequeño copo de nieve.
Allí, sentados frente al ataúd, se encontraban los que en vida habían sido su numerosa familia, sus amigos, y algunos conocidos.
Todos tenían un aspecto terrible, como si hubieran estado llorando y no se hubieran detenido hasta el día de hoy.
Los que parecían ser los padres del muchacho estaban abrazados.
El padre del chico no estaba llorando, parecía estarse controlando; en cambio, la madre del niño lloraba desconsoladamente.
A su lado se encontraba una chica de cabellera rubia, la cual era abrazada por un sujeto de tes morena, el cual aparentaba ser su novio.
La chica estaba llorando sobre el hombro de su novio, mientras liberaba gemidos desgarradores; el chico a su lado la abrazaba, mientras un par de lágrimas salían de sus ojos.
A su derecha estaba una chica también de cabellera rubia, la cual lloraba, pero también mantenía una sonrisa en su rostro.
Era como si estuviera triste pero no supiera el por qué.
Detrás de ella estaba una chica de cabello castaño, la cual, al igual que todos, lloraba, pero ésta lo hacía un poco más en silencio.
A su izquierda estaba un grupo de cuatro niñas pequeñas. Todas estaban abrazadas, y lloraban incluso más que todos los demás juntos.
Sentados a la izquierda de los padres del muchacho, se encontraba una pareja conformada por dos hombres, los cuales tenían un hijo.
Ambos tenían una cara triste y abrazaban a su hijo, el cual estaba llorando.
A lo lejos, sentada bajo aquel viejo roble, estaba una niña de tes morena. Tenía la cabeza entre las rodillas, y al igual que todos, lloraba.
-Si alguien quiere acercarse para decir algunas palabras, hágalo ahora, antes de que comience el entierro-. Dijo el párroco antes de retirarse.
Todos, sin excepción alguna, tenían algo que decirle a Lincoln.
-Hola Linky-. Dijo Lori, quien fue la primera en acercarse. -T-te ves muy bien... ¿S-sabes? Ronnie Anne esta aquí, y-y está llorando por tu culpa; eres malo por hacer llorar a una niña. ¿Q-que tal si despiertas y vas con Ronnie, eh?.
Lincoln no contestó.
-¡V-vamos Lincoln! ¡D-deja de jugar y despierta!-. Dijo mientras luchaba por controlar el llanto. -¡Vamos Lincoln! -¡É-ésta broma ya fue d-demasiado lejos!-.
Al ver que Lincoln no despertaba, Lori cayó de rodillas y comenzó a llorar. Tras ésto, su novio se acercó, la abrazó, y la alejó del féretro.
La siguiente el levantarse fue Leni.
-¡Hola Lincoln!-. Dijo Leni mientras le colocaba un suéter de color naranja. -Mira, te traje un lindo suéter que yo hice. Lori dice que estás bromeando, así que te voy a seguir el juego-.
Leni nunca había sido la más inteligente de todas, pero hasta ella sabía que Lincoln estaba muerto, sólo que al igual que Lori, no lo quería aceptar.
Las siguientes en levantarse fueron Luna y Lynn.
-Hey hermanito-. Dijo Luna, la cual tenía todo el maquillaje corrido. -¿Sabes? Tenía escrita una canción para ti, p-pero ahora no podrás escucharla-. Después de decir eso, Luna puso sus manos en su rostro y se alejó llorando.
Lynn sólo se acercó, miro a Lincoln durante unos segundos, y se alejó sin derramar una sola lágrima.
Lucy decidió no acercarse a Lincoln. Ella estaba acostumbrada a la tristeza y a la muerte, pero sabía que si veía a su hermano, jamás volvería a ser la misma.
La gemelas se acercaron, y la primera en hablar fue Lola.
-¡LINCOLN!-. Gritó Lola mientras lloraba. -¡LEVANTATE Y DEJA DE JUGAR! ¡ES UNA ORDEN!-.
Lincoln no contestó.
-V-vamos Lincoln... Despierta-. Dijo Lana mientras lloraba. -T-te prometo que dejaré de ser sucia y me comportaré como una señorita si eso quieres, ¡Pero por favor despierta!.
Lincoln siguió sin responder.
Ambas niñas empezaron a llorar desconsoladamente. Su madre se acercó a ellas, las abrazó, y las alejó del féretro.
La siguiente persona que se acercó fue Clyde, quien en vida había sido el mejor amigo de Lincoln.
-Hey, amigo-. Dijo Clyde mientras dejaba un walkie talkie dentro del ataúd. -Te dejo esto, así podremos hablar todos los días como antes-.
Clyde se limitó a sonreír, se quitó los anteojos, y regresó a abrazar a sus padres.
La última persona que se acercó fue la niña que estaba bajo el árbol llorando.
Aquella niña sólo se limito a dejar la mitad de un collar con forma de corazón dentro del féretro.
Se alejó y regresó al lugar donde había estado sentada.
-Bueno... Si eso es todo, procederemos a sepultar el féretro-. Dijo el párroco.
Lentamente el ataúd fue descendiendo, hacia las profundidades, y fue cubierto por tierra, dando fin a la ceremonia.
Todas las personas que habían estado presentes se retiraron sin decir ni una sola palabra.
El viaje de regreso a casa había sido más largo de lo que aparentaba. Nadie había dicho una sola palabra en todo el transcurso; ni siquiera las gemelas, quienes por lo general eran las que causaban mayor escándalo.
La lluvia arreciaba y caía en la tierra con una mayor fuerza, pero eso no parecía importarles. Todos salieron del auto lentamente sin prestar atención a la lluvia que empapaba sus cuerpos, y al entrar a casa, ingresaron a sus respectivas habitaciones.
Excepto Lynn, quien esperó a que todos cerraran las puertas de sus cuartos para entrar en la habitación de Lincoln.
Entró al cuarto, cerró la puerta con llave, tomó una de las camisas de Lincoln, se acostó sobre la cama, y mientras abrazaba la camisa de Lincoln...
Comenzó a llorar.
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Nope, no lo dejé olvidado.
La verdad no tengo nada de ganas de escribir ahora, pero pues continuar con una remasterización no le hace daño a nadie, ¿Verdad?.
Recuerden que si encuentran un error, pueden comentarlo y será arreglado de inmediato.
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