Nos vamos de picnic
Aparcamos al lado de los otros dos coches. El parking estaba bastante vacío, supuse que el resto de la gente no estaba tan mal de la cabeza como para hacer un picnic en noviembre, pero he de decir que por lo menos hacía sol.
El lago no se veía por ningún lado, pero cargados con las sillas bajamos por un caminito que había entre los árboles. Con la espalda de Johan delante mía, y mi altura de elfo del bosque, seguía sin ver nada hasta que el suizo se apartó y casi me caigo muerta. Un lago enorme se hallaba ante mí, rodeado por un bosque, y cerca de la orilla estaban mis amigos (y Vivianne) acabando de preparar la mesa.
- ¡Vic! ¡Johan! Ya habéis llegado. - Benji y Pierre vinieron corriendo hacia nosotros. El pequeño saltó a los brazos de Johan y Pierre me agarró la mano.
- ¿Estás mejor? - Me preguntó Elías, que también se había acercado para ayudarnos con las sillas.
- Sí, mucho mejor.
- Vamos Vic, que vamos a comer ya.
- ¿Ya?
- Bueno, cuando acabemos de poner la mesa.
Mi estómago estaba revuelto, pero no podía decir que no a la comida de Lena, esa mujer cocinaba como los mismísimos dioses. Además, yo había hecho la tarta de manzana como la hacía mi abuela. Estaba esperanzada por que a nadie le gustara y comérmela yo toda, pero sabía que no iba a ser así, las recetas de mi abuela siempre triunfan.
Entre todos ayudamos a preparar la mesa (bueno hubo una que no hizo nada pero no voy a decir nombres ;)), y nos sentamos a comer. Conversaciones cruzadas empezaron a surgir durante la comida, Johan y Lena hablaban del bar, Pierre, Elías y yo de fútbol y Elsa y Thomas sobre el cole. Y bueno, Vivianne no hablaba mucho, se dedicaba a comer y a limpiarse la baba que le caía de pasarse horas sin pestañear mirando a Johan. Asqueroso.
Luego de comer, decidimos jugar un partido de fútbol. Hicimos dos porterías con cuatro sillas y nos dividimos en dos equipos. El primero lo formaban Lena, Johan y Vivianne, y el segundo lo formábamos Thomas, Pierre y yo, Elías junto con Benji decidieron ser los árbitros y Elsa apuntaba los goles.
La cosa estuvo reñida, pero con un golazo de Pierre nos declaramos como campeones.
- ¡Papi, Vic, hemos ganado! - Gritó el niño cuando Elías anunció el fin del partido.
- Con tu técnica es normal. - Lo felicité chocándole los cinco.
- Ha sido tongo. - Me recriminó Johan acercándose a mí.
- Creo que algunos tienen que aprender a perder....
- Quiero la revancha.
- A la próxima.
- Me lo guardo.
- ¡JO! Creo que me he torcido el tobillo, ¿me lo puedes mirar? - Pidió Vivianne mientras venía hacia nosotros cojeando.
- Tienes un médico y una enfermera aquí. ¿Por qué no te lo miran ellos?
"Boom, ese es mi amigo".
- Ay sí, tienes razón. Gracias. - Le agradeció con un beso en la mejilla.
Johan se puso rojo, y a mí casi se me salió la tarta de manzana, como me había pasado con el desayuno esa mañana. Vivianne se giró hacia mí:
- ¿Me ayudas?
- Claro, siéntate allí.
Vivianne se sentó en una de las sillas y le inspeccioné el tobillo.
- Bueno, - Se levantó de repente. - ya no me duele tanto. Habrá sido solo un tirón.
Dicho esto se fue y me quedé sentada en el suelo, sin entender nada. "Esta mujer cada día se supera".
- ¿Qué haces ahí en el suelo, hija mía?
- Nada - Acepté la mano de el doctor y me levanté.
- ¿Cómo va tu primer picnic en Suiza?
- Perfecto. El lugar es de película, y no podía haber tenido mejor compañía.
- Ey, vosotros dos, venid que vamos a hacer un concurso. - Nos llamó Elsa.
- Enseguida vamos. - Le contestó el doctor.
- Doc, ¿Elsa y tú...? - Pregunté en voz baja.
- Primero, ¿Doc?, y segundo, ¿Elsa y yo qué?
- Primero, Doc de doctor. Y segundo, ya sabes... - Dije guiñándole un ojo.
- Menudos nombres me pones muchacha, eso suena a documental. Y si empiezas con eso, ¿Johan y tú...?
- Si hombre, nada que ver.
- Bueno...
- Vamos va señor documental, que tu amada nos llama.
- Un respeto niña.
Corrí del lado de mi jefe hasta donde estaba mi vecina.
- ¿Un concurso de qué?
- De ver quién hace rebotar más veces la piedra en el agua.
- Vaya, que divertido. - Comenté de una manera irónica.
- Se le ha ocurrido a Vivianne.
- Ahora lo entiendo todo.
Elías arrasó jugando a eso, haciendo rebotar la piedra, nada más y nada menos, que 13 veces. Aunque repetimos el juego unas diez veces más, he de decir que al final resultó divertido y todo. Luego, con los más pequeños jugamos al pilla-pilla (en mi pueblo se dice así, no sé vosotros) y al escondite, pero a las 16h ya estábamos muy cansados todos, así que decidimos recoger y volvernos a casa.
Como el doctor y Vivianne vivían más cerca decidieron irse juntos, así que Elsa y yo nos volvimos con Johan. Con el traqueteo del coche, las luces del atardecer, y la voz de mis acompañantes hablando en francés, a los pocos minutos de retomar el camino a casa me quedé dormida.
Cuando abrí los ojos, había alguien intentando despertarme:
- Victoria, ey, ya estamos.
Estábamos aparcados delante de mi casa, y ya no había ni rastro de la pastora.
- ¿Dónde está Elsa? - Dije medio adormilada.
- Se ha ido ya a casa.
- Ah vale.
- No había manera de levantarte eh. - Le sonreí a modo de contestación.
Cogí mi mochila y bajé del coche.
- ¿Nos vemos mañana? - Me preguntó el suizo.
- A las once quiero mi café ya listo.
- A sus órdenes. - Y con un saludo al estilo militar se subió al coche.
Le dije adiós con la mano y entré en casa. Cansadísima, me quité las deportivas y la chaqueta, me acosté en el sofá y me quedé dormida. Me estaba acostumbrando a eso de dormirme en el sofá. Soy tan vaga que ni subir unas escaleras puedo. Madre mía.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top