Demasiadas copas de vino
Las semanas seguían pasando y aquí una debía levantar cabeza. Y de que mejor forma que llenar toda tu agenda para olvidarte de tus desgracias. Todas las tardes tenía algo que hacer, un día deporte con León, otro día hacía galletas con Lena y los niños, otro día me iba de pesca con Elías... Las noches eran mi único momento de soledad, pero para no comerme la cabeza y dar vueltas y vueltas por toda la casa, Doc me recetó unas pastillas para dormir toda la noche como un bebé.
En realidad, ¿cómo un bebé? Esa expresión no tiene mucho sentido. Los niños tienen la mala fama de despertarse cada 20 minutos, ¿no?. Bueno, al menos yo lo hacía, hasta casi los dos años. No entiendo como mis padres no me devolvieron al hospital, pidiendo la garantía por falta de sueño.
Esa tarde me encontraba sentada en la encimera de la cocina de Lena, mientras ella descorchaba una botella de vino. Thomas se había llevado a los niños a la montaña, a jugar con la nieve, y Lena y yo habíamos decidido pasar una tarde de chicas. Y que mejor para empezar nuestra tarde que un cotilleo bien fresco, recién salido de la consulta.
- Y de repente, se abre la puerta de par en par, y aparece Charlotte, vestida con el traje del día de la boda de su hija por lo menos, y se planta delante de Elías.
- ¿Y tú?
- Yo estaba en el almacén, guardando las vendas que habían sobrado después de curar a Frau Keller.
- ¿Y qué? Sigue. - Me animó mi amiga.
- Pues eso, que llega delante del escritorio de Elías, se apoya con ambos brazos, y le lanza una mirada sensual.
- ¿Cómo que una mirada sensual? ¿Y Elías qué ha hecho? - Reía Lena mientras servía el vino en dos copas.
- No lo sé, estaba de culo a mí. No le podía ver la cara, pero no creo que le haya devuelto la mirada sensual. Bueno, el caso es que ha empezado a lanzarle indirectas sobre que no sabía que cocinar esta noche y bla bla. Y al final le dice: "Es que hoy me siento muy sola, ¿quieres cenar conmigo y hacerme compañía toda la noche?" - Imité la voz de la señora tal cual la había escuchado horas antes, haciendo, como ella, un gran énfasis en la palabra toda.
Lena rompió a reír, y yo con ella.
- ¿Pero qué dijo el doctor? Dios mío.
- Qué muchas gracias por su oferta pero que lo sentía mucho, y que no estaba interesado en tener una relación amorosa con nadie.
- Claro que sí, con Elsa. No entiendo, con lo enamorados que están, porqué lo ocultan. Estoy segura de que todo el pueblo se alegraría por ellos.
- Menos Charlotte. - Apunté.
- Eso, menos Charlotte. ¿Y tú, corderito? ¿Estás interesada en tener una relación amorosa con alguien? - Me preguntó mi amiga, con una mirada pícara mientras nos sentábamos en el sofá del salón.
- Aún no he bebido el suficiente vino para hablar de mi vida amorosa.
- ¿No hay ningún león dispuesto a comerse a la oveja?
- Lena, por Dios. - Estallé en carcajadas. - Eso ha sonado muy sádico.
- Ay, yo sólo pregunto por lo que veo. Hacéis una buena pareja y os lleváis muy bien.
- No.
- No, ¿qué? ¿No os lleváis bien, o no hacéis buena pareja? - Insistió.
- Nos llevamos muy bien pero ya está. Yo...
- Tú no te sacas de la cabeza a Johan.
No le contesté, si le contestaba lloraba, así que me limité a asentir.
- No llores. - Me avisó mi amiga en un tono serio porque ya me conocía lo suficiente. - Llevas muchos días sin llorar, sigue así.
- Hola a todos, me llamo Victoria Martínez y llevo 8 días sin llorar por el idiota del que me he enamorado. - Dije, intentándole quitar hierro al asunto.
- Bueno, ya era hora de que lo admitieras. - Una pequeña sonrisa se dibujó en el rostro de la rubia.
- ¿El qué?
- Que te has enamorado de nuestro lobo solitario y huraño.
- Bueno, creía que se notaba. No veía la necesidad de manifestarlo en voz alta, y conforme están las cosas, aún menos. - Me quejé, anhelando un cambio de tema.
- Esas cosas hay que decirlas. Yo llevaba saliendo con Thomas seis meses, y un día se lo presenté a una amiga. Le dije: "Ivonne, éste es mi novio, Thomas". Él me miró sorprendido pero no dijo nada, y al despedirnos de mi amiga me pregunta, "¿Pero somos novios novios? ¿Novios de que me quieres y esas cosas? Porque yo a ti sí que te quiero". Seis meses, seis meses haciéndolo todo juntos, incluso planeando un hipotético futuro juntos, y el muy inútil me pregunta que si lo quiero. A partir de ese día, todos los días se lo digo, por si aún sigue dudando de que es la persona más increíble que he conocido y que lo amo con todo mi ser. - Lena jugaba con su copa de vino, con la mirada perdida en sus pensamientos, hasta que mi falta de respuesta hizo que levantara la cabeza para mirarme. - Vic, ¿estás llorando?
A mí, que parecía que las cataratas del Iguazú se derramaran por mis mejillas, que estaba empapando mi jersey y el cojín que tenía en mi regazo, ¿me iba a preguntar si estaba llorando?
- Creo que lo de hacer preguntas obvias es un problema de los dos, eh. - Le contesté con voz ronca mientras me quitaba las lágrimas con la manga del jersey.
A partir de eso, la tarde se resumió en: Lena contándome historias de sus inicios con Thomas, mientras yo bebía y la escuchaba absorta, como si se tratase de un cuentacuentos.
No os sorprenderá si os digo que salí de casa Lena un poco perjudicada, borracha, piripi... Como lo queráis llamar. Pero es que después de dos botellas de vino, la mayoría ingerido por mí, me declaro culpable de no poder caminar ni dos pasos en línea recta.
Estaba ya a punto de llegar a mi casa, cuando oí mi nombre, y me giré en seco.
- ¡León! - Abracé a mi amigo con la euforia y la confianza que el alcohol te da.
- ¿Vas borracha? - Ese parecía el día de las preguntas evidentes.
- Estoy feliz.
- Sí, feliz, borracha y con más vino en tu cuerpo del que puedes soportar, cariño. Vamos, te acompaño.
León pasó su brazo por detrás de mi espalda y nos dirigimos a casa. Imaginaos mi situación y mi poca coordinación, la cual de normal ya es casi nula, que me acompañó hasta mi cuarto y se sentó a mi lado en la cama.
Y en ese momento, una bombilla se me encendió. Una bombilla con denominación de origen de La Rioja. Lena había dicho que hacíamos buena pareja, me llevaba muy bien con él, era guapo, simpático, sexy, listo, me había acompañado hasta mi habitación, y como dice el refrán: un clavo saca otro clavo. Así que mi cerbero sumó uno más uno, tres, y me lancé a por todas.
Pero cual fue mi sorpresa que el alemán dio un salto hacia atrás y se apartó.
- Victoria, que...
- Perdón, perdón. Lo siento mucho, no sé en que estaba pensando. Entiendo que no te guste, de verdad, perdóname. - Me arrepentí en seguida de mi acción desesperada.
- Ey, Vic. - León se volvió a acercar a mí, juntó mis manos con las suyas y me miró directamente a los ojos. - En ningún momento he dicho que no me gustes. Serías mi tipo de chica ideal, si me gustaran las chicas. No lo he dicho antes porque...
"Toma plotwist", pensé.
- Tranquilo, gracias por confiar en mí para contármelo. Ahora me siento mejor, por lo menos no me has rechazado por fea. - Sonreí y le di un abrazo.
- Cielo, no bebas más. - Rio él, correspondiéndome al abrazo.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top