Chocolate frío

Jimin rodea la taza de chocolate con sus manos. Algo inútil, puesto que el líquido de la taza se está enfriando y no sabe con certeza por qué. Quizás, porque, al estar sentado cerca de la ventana, su vista no puede centrarse en algún otro lado. Es que observa como afuera de la cafetería luce como una fotografía en blanco y negro. En vez de parecerle una imagen triste y aburrida, se le hace llamativa.

«Resaltar que el catorce de febrero no siempre será un día colorido» pensó, dándole un trago al chocolate sin despegar sus ojos de la ventana.

Dulce y frío. Un sabor no empalagoso, pero disfrutable.

¿Así será el amor? No sabía, Jimin solo podía decir que apenas estaba experimentando aquel sentimiento del que todos hablaban. Y con la persona que no notaría su existencia, ni su soledad en aquella cafetería repleta de personas en su misma situación y  otras acompañadas. No sé le hacía extraño que ahora no hubiera mesas desocupadas o algún lugar en la barra. Era el día de enamorados, eso sentía en el ambiente. El aroma a amor mezclándose con los granos de café y la leche.

Se podría decir que Jimin dejó que su bebida se enfriara al tener una mente que divagaba en el color café pálido y espuma en las orillas que, anteriormente, era un corazón. Al parecer a los meseros no les importó el hecho de que venía solo, no obstante, con las miradas que le dedicaban, pudo intuir que no querían hacerle compartir la mesa con alguien más, mucho menos si eso significaba romper el aura reflexiva que estaba empezando a tener hablando consigo mismo y de su mala suerte en el día de enamorados. Si le veía el lado positivo, podía decir que era parte del porcentaje de los «sin pareja».

Jimin le dedicó una mirada a su taza medio llena y luego se acomodó su bufanda.

¿Por qué no se quedó en casa? Ahí también podía hacerse un chocolate caliente, arroparse con las cobijas y ver películas hasta que el día terminara, sin que nadie le molestara. A esa interrogante solo había una respuesta de parte de Taehyung, su mejor amigo, ya hasta podía imaginar la situación y escuchar su voz: "Jimin, no seas perezoso, sal, disfruta la vida."

¿Cómo podía disfrutar la vida? Más bien, ¿cómo iba a poder festejar el catorce si no tenía con quién salir? Mucho menos sabía a dónde ir. Su caminata sin rumbo hizo que terminara con un chocolate que quería volverse frío y su poca suerte hizo que alcanzara un lugar en la cafetería. Ya su aura estaba cambiando a deprimente y es que mientras los demás reían, platicaban, él estaba con su vista clavada en la ventana con la mano en la mejilla y la otra en el asa de la taza esperando el buen momento para levantarse e irse. Quería llegar a su apartamento y tomar un baño de burbujas (lo que sería bueno si tan solo tuviera una tina). Hablar con Taehyung y decirle que su sugerencia mental no lo ayudó en nada, solo en recordarle lo mal que la estaba pasando.

Quería, por un momento, ver a Yoongi. Aquel amor no empalagoso, pero sí la persona con la quería entablar una conversación y añadirle la temperatura que su taza de chocolate requería para dejar de ser una bebida aburrida. Quería abrazarlo, darle besitos, dedicarle unas miradas para nada disimuladas. Pero a cambio, Jimin quería que él le regresara el mismo cariño. Dándole besos, susurrarle palabras bonitas, abrazarlo y que le acariciara su cabello hasta que cayera dormido... detuvo sus pensamientos.

Yoongi era dulce. A su manera, pero lo era. Entonces ¿por qué quería cambiarlo? Se enamoró de él por ser como es. Con sus rasgos gatunos, el poco cariño que demostraba que, extrañamente, resultaba satisfactorio. Al fin y al cabo, no era un ser frío sin sentimientos. Se enamoró de él sin saber por qué o cómo. Solo cuando empezó a tenerlo en su mente todo el día, supo que ya había caído en sus redes. Lo que le estrujaba su corazón, lo que le daba miedo, lo que menos quería, era que Yoongi no sintiera lo mismo por él. Habían conversado pocas veces antes, una plática memorable para Jimin era que, al menos su amor "imposible" admitió que su voz era linda y que le resultaba tierno como sus ojos se cerraban cuando sonreía.

Dicho esto, Jimin supo que Yoongi era dulce, lo que no sabía si era como el azúcar o como la sal. Pregunta ridícula e irrelevante, pero para él, divertida y curiosa.

Sus pensamientos sobre Yoongi se vieron interrumpidos cuando el timbre de la cafetería sonó, lo que se le hizo extraño, porque ya el lugar estaba tan lleno que el único espacio "vacío" era la silla enfrente de él. El local, en los minutos en los que dejó su mente viajar, no hizo que la clientela disminuyera. Volteó, por simple curiosidad y casi derrama el chocolate sobre le mesa cuando, como en novela cliché romántica, su mirada se encontró con la de Yoongi.

Se quedó perplejo en verlo hablando con una mesera. Algo se removió dentro de él, pero quiso tranquilizarse al pensar en que, quizás, solo estaban conversando en que le consiguieran una mesa. Sí, eso podía ser, porque las veces en las que Jimin venía a la cafetería, no lo había visto.

¿Es que acaso Yoongi se había fijado en él? Si fuera así, Jimin no tendría palabras para explicar lo que sucedía dentro de su estómago.

¿Mariposas o hambre? Se inclinó más por lo primero, ya que, ¿qué podía explicar esa euforia... ese pensamiento de felicidad que sentía al verlo y más cuando se estaba acercando a su mesa? Jimin tomó la carta y ocultó su cara con ella, no quería que lo viera beber chocolate, ni mucho menos su rostro sonrojado y sonriente.

—¿Pasa algo? ¿Te asusté?

Escuchar su voz de cerca hizo que dentro de él todo explotara como un fuego artificial, mariposas alocadas revoloteando y el dolor agradable en el estómago. Todo se volvió como un sueño irreal cuando Yoongi tomó el dorso de su mano para bajar la carta. Ahí fue cuando Jimin se encontró con la razón de su euforia.

—Yoongi... —murmuró.

Su cerebro había dejado de funcionar. Su nombre fue lo único que pudo pronunciar y al ver su reacción, hizo que Yoongi esbozara una sonrisa.

—¿Qué haces solo el catorce? —preguntó—. Pensé que estarías con Taehyung.

Jimin bajó su mirada y empezó a jugar con sus dedos para disminuir el nerviosismo de tenerlo enfrente. Al menos se dio cuenta de su belleza y de querer tener sus labios sobre los suyos. Sin embargo, Yoongi le preguntó algo, tuvo que levantar su taza y darle un trago para fingir estar pensando.

—¿Q-qué haces a-aquí?

Demonios.

¿Cómo pudo haber dicho eso? Quiso darse un montón de cachetadas mentalmente, pero cuando vio que le mesera se acercaba para dejar sobre su mesa una taza de café, tal vez, y un recipiente lleno de azúcar supo que debía de comportarse. Pensó que a Yoongi le había molestado su pregunta, sin embargo lo miró divertido. No la había regado.

—Te vi solo y quise hacerte compañía.

Jimin parpadeó.

¿Era verdad lo que su amor platónico le había dicho? ¿Había escuchado bien, no estaba actuando? ¿De verdad quería hacerle compañía? Eso hizo que en su interior siguiera la explosión de fuegos artificiales. Se fijó en él, ya con eso podía sentirse satisfecho. A pesar del día blanco y negro de allá afuera, para Jimin, estaba empezando a tener color. La temperatura baja del día disminuyó y le dejó de importar su chocolate frío. Ahora solo se centró en cómo Yoongi puso dos cubos de azúcar a su café y lo revolvió. Después le dio un trago y no pudo evitar sonreír con la mueca que había hecho.

—Gracias, Yoongi —respondió.

Vio como la cabeza del mencionado se elevó y lo único que hizo fue tomar su mano que estaba sobre le mesa y sostenerla. Esto era demasiado para él. Con eso pudo deducir su respuesta: de nada.

Una vez que separaron sus manos, le dieron un sorbo a sus respectivas bebidas, sin dejar de mirarse.

—¿Sabes algo, Yoongi? —Se sorprendió de escuchar su voz, Yoongi lo estaba mirando y volvió a preguntarse si estaba a punto de decirle lo que sentía ¿o sí? Pues la respuesta era afirmativa, la situación estaba empezando a ameritar una liberación de sentimientos. No por nada en su calendario existía un catorce de Febrero y ya casi se volvía un día demasiado aburrido en el que empezaba a sufrir como para no decirle nada a su amor no empalagoso. Iba a aprovechar la situación y para no hacer más largo el ambiente tenso entre los dos, pronunció aquellas dos palabras que imaginó decirlas alguna vez, en su mente—: Te quiero.

Rápidamente se tapó su cara con las manos. Ya está, lo había dicho. Le dijo las palabras al chico que le gustaba, no todo estaba perdido. Abrió un pequeño espacio entre sus dedos para ver la reacción de Yoongi, él puso otro cubo de azúcar a su café y le dio otro sorbo.

—No lo negaré, yo también te quiero. —Dicho esto, Jimin quitó las manos de su rostro y quiso responder, alargar su respuesta, pero cuando vio que Yoongi iba a decir algo más, guardó silencio—. Te quiero por ser simplemente tú. No cambiaría nada.

¿Es que acaso todo esto es real? ¿No le estaba mintiendo? Las palabras dichas por Yoongi causaron un sentimiento de emociones, es que de verdad no le cabía esa felicidad en su cuerpo. Y mucho menos cuando pensó que sería un día normal; otro día tachado en el calendario; otro catorce de Febrero sin nada interesante. Jimin le respondió con una sonrisa que él no le tardó en regresar. Con el fin de volver el día más dulce de lo que ya era, formuló la pregunta que tenía.

—¿Eres dulce como el azúcar o como la sal?

Yoongi borró su sonrisa. Le dio un trago largo a su café y miró a Jimin con curiosidad. No le había molestado la pregunta, quizás solo se le había hecho ¿rara? Y es que ¿cómo podía haber considerado la sal como un tipo de dulzura? Solo con fines de entretenimiento.

—¿Tú qué crees? —preguntó con cierta burla en su voz.

Se levantó de su lugar y se puso de cuclillas frente a Jimin, se aseguró primero que no hubiera ningún curioso mirando su mesa y entonces hizo lo que él solo imaginaba en su mente. Un suceso que le parecía irreal y con pocas posibilidades de ser realizado.

Lo estaba besando. Un beso en el que podía percibir la dulzura del azúcar así como la amargura del café que creaban una explosión de sabor. ¿Esa era su respuesta o había otra? Jimin colocó alrededor su brazo en el cuello de Yoongi para tapar lo que estaban haciendo, no negaría que le gustó juntar sus labios con los de su amor no empalagoso y más que él tomara la iniciativa. Pudo ser que el beso haya durado pocos segundos, pero que sucedieron tan despacio que a Jimin le dio la impresión de que el tiempo se había detenido. Se separaron y lo único que hicieron fue mirarse.

Al menos no había arrepentimiento en sus ojos. Había disfrutado el beso.

—¿Cuál es tu respuesta?

—Eres dulce como el azúcar —respondió inmediatamente—, pero un azúcar que aparece para endulzar tus momentos que creías amargos. Ahí estás la mayor parte del tiempo e iluminas mi dia.

—Te lo repito: te quiero, Jimin.

Yoongi regresó a su lugar para beber el café que quedaba en la taza. Jimin lo miró, le gustaba admirar los pequeños detalles, como el sonido de la campana sonando cada vez que alguien entraba y cómo un grupo de personas se levantaba para irse. También cuando su taza de café había llegado tiempo atrás, observó la manera en que él añadía a su taza los cubos de azúcar, los dejaba hundirse, ya con el calor empezarían a derretirse. Era lindo ver sus manos pálidas remover el líquido con la cucharita. Apenas se daba cuenta de eso.

Detalles insignificantes que para él significaban mucho. Observarlo hizo que se olvidara de responder aunque a Yoongi no le parecía molestarle el silencio.

—¿D-de verdad? —cuestionó.

¿Por qué no creía lo que pasaba? ¿Por qué no podía estar de nuevo desbordante de felicidad? ¿Acaso todo estaba sucediendo demasiado rápido que le era difícil asimilarlo?

—¿Por qué lo dudas?

Su tono dulce hizo que Jimin bajada la mirada y decidiera ya de una vez beber todo el chocolate frío. Bajó por su garganta y se dispuso a responder.

—Hace una hora aproximadamente vine a la cafetería sin ninguna expectativa, pensé quedarme encerrado en mi habitación e ignorar este día. Pero una vez Taehyung me dijo que no me debía de importar si pasaba el catorce solo, que disfrutara el día. —Hizo una pausa, antes de seguir quería encontrar las palabras adecuadas, pero tener la mirada fija de Yoongi sobre él, lo hacía más difícil—. Quise irme, pero cuando el timbre sonó, algo de mí me dijo que me quedara, quizás mi perspectiva del catorce iba a cambiar. —Tomó aire—, y lo hizo.

—Basta, me subirás los niveles de azúcar si sigues así —contestó.

Jimin lo miró devuelta, se quedó perplejo al escuchar su respuesta, aunque luego sonrió y le agregó a su pregunta inicial una respuesta: "a veces puede ser dulce como la sal, quizás cuando es suficiente empalagoso que empieza a desconocerse. No importa, a Jimin le sigue gustando Yoongi".

—Pero tú empezaste —soltó, siguiéndole el juego—. Antes de que tus niveles de azúcar se eleven respóndeme algo, ¿tú festejas el catorce con tus amigos o eres un forever alone?

Yoongi se puso serio al escuchar su pregunta, no tardó en deducir que no lo decía en serio, solo quería hacerlo sonreír, pero falló.

—Un forever alone —dijo con un tono de voz seco—, pero no importa, quizás por mis pocas muestras de afecto hacia los demás piensan que jamás me enamoraré o que soy un ser sin sentimientos... respondiendo tu pregunta te diré que no estoy acostumbrado a festejar el catorce, tal vez mande mensajes a mis amigos y solo se queda en eso.

Jimin asintió. Miró la ventana y se dio cuenta de que afuera seguía igual como una fotografía irreal en blanco y negro. Estaba procesando sus palabras y observó a Yoongi de reojo. Él había sacado su celular, aunque fue un rato porque después lo guardó.

—No estoy seguro de haberme enamorado antes de verdad, solo sé que estar contigo en la cafetería no fue mala idea. Si no hubiera venido aquí, estaría aburrido en mi apartamento, durmiendo seguramente.

—¿Tus niveles de azúcar están bien?

Aquello Jimin lo dijo con ganas de reír. Es que su amor no empalagoso ya estaba diciendo otras cosas que se le hacia muy raro en él. Yoongi formo una línea con sus labios. Inhaló todo el aire que le fuera posible al ver esa expresión, pero una vez que sonrió de lado, dejó ir todo el aire que estaba acumulando. Con alguien como su amor platónico, debería de tener cuidado con las palabras que salieran de su boca. No quería arruinar su cita, menos cuando ya la estaban pasando bien. Yoongi sonreía sin miedo, demostraba su felicidad y Jimin solo era él mismo.

—¿Por qué no lo estarían?

—Quizás porque estás siendo tan dulce —confesó—. Tan lindo que me pregunto si esto es real, si no es solo un sueño, de esos en los que me da miedo despertar y enfrentarme a la realidad.

Yoongi no respondió. Se quedó en silencio. La espera de una contestación hacia que Jimin empezara a impacientarse, movió los pies para relajarse. Al parecer su acompañante se dio cuenta y suspiró.

—Tú me sacas ese lado dulce. Y no Jimin, esto no es un sueño, es la realidad. Si vine aquí es que quería verte. El beso que te di era la respuesta a tu pregunta, pero también una muestra de mis sentimientos.

Ya con esa respuesta tan sincera por parte de Yoongi ya no debía de dudar de lo que estaba pasando no era parte de su imaginación, sino la realidad. Por un momento se dejó invadir por su inseguridad, no estaba muy seguro de que eso haya desaparecido por completo, pero si podía estar con él, entonces el tiempo le respondería las preguntas que más se hacia, como lo que es en verdad el amor. Y sí, Jimin estaba tan feliz porque sus sentimientos eran correspondidos. La sinceridad con la que había hablado Yoongi lo sorprendió mucho, al parecer había planeado presentarse en la cafetería, aunque no tiraba la posibilidad de que fuera casualidad.

—¿Y si, en vez de estar en el frío de este día, vamos a casa? —preguntó de repente.

No, Jimin no se aburrió de hablar con Yoongi. Este era el día que él más planeó porque en verdad lo mejor que pudo hacer fue conservar el deseo de iniciar una conversación y justo en el día de enamorados. Se confirmó que, en algunas ocasiones, las historias ficticias que creaba, podían ser realidad y más especiales. Ya su chocolate frío se había acabado así como el café. Ya no tenían más razones por las cuales quedarse, sin embargo se formó un aura agradable; una burbuja que ellos habían formado y en la que nadie más podía entrar. Una forma de detener el tiempo. Ya sus latidos entraron a un nivel regular junto con sus niveles de azúcar. Puede ser que Yoongi se haya empalagado por demostrar tanto afecto, pero a Jimin le pareció tan adorable que tenía ganas de volver a juntar sus labios con los de él, pero mientras se conformaría con abrazarlo o caminar agarrados de las manos. Sin importarles nada.

Era catorce e iban a festejar teniendo una tarde agradable.

—Me gusta el frío —contestó Yoongi después de un rato.

—Y a mí me gustas tú.

Cuando Jimin pronunció esas palabras, se tapó la boca y empezó a voltear a todos lados, en su intento fracasado de que Yoongi no lo hubiera escuchado, sin embargo lo hizo. Ya no había vuelta atrás, además ya le había dicho que lo quería ¿por qué no decirle que era su crush desde hace tiempo? ¿Por que debería de seguir guardando sus sentimientos por él si lo que más quería era liberare de ellos?

Se incorporó en su silla y con temor se dirigió a la mirarlo. Yoongi parecía estar normal, como si hubiera esperado que Jimin le dijera eso. Llevó una mano a su cabello y bajó la mirada, sus labios formaban una línea, ¿estaba pensando en qué responder? ¿Lo había dejado sin palabras?

—Y tú a mí.

Arrastró las palabras. Lo supo porque apenas lo había escuchado. Así es como los sentimientos de Jimin fueron correspondidos por la persona de la que se había enamorado desde hace tiempo y supo qué era el amor. Sí era aquel dolor de estómago que sentía, sí era la aceleración de sus signos vitales al haber visto entrar a Yoongi en la cafetería. Sí era todo el escándalo que había dentro de él cuando lo besó. Sí era todo lo que veía todos los catorce de febrero: felicidad, amor, besos y abrazos. Solo que sin peluches ni flores, ni un día soleado ni regalos costosos. Solo momentos que iba a atesorar hasta el fin de sus días.

Únicamente un chocolate frío, un café, una muestra de sentimientos y una larga conversación sobre temas triviales, endulzados por su compañía. También una confirmación que por fin estaba empezando su historia de amor y justo en el día de enamorados. No había mejor ocasión.
...

Perdón si aparecen guiones cortos, Wattpad los cambia.

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