"Solo espero que estés bien"

Los segundos pasaban y él seguía sin abrir la boca para dar alguna respuesta a su demente tía que continuaba con carta en mano, su mirada perspicaz y totalmente llena de orgullo. Como si hubiera sido la responsable de pescar el pez más gordo..

Malfoy se sentía acorralado, no exageraba al decir que su corazón estaba a nada de detenerse. Sus piernas se debilitaron y creyó que en cualquier momento terminaría en el suelo.

-¿Acaso te mordió la lengua el gato, corazón?-Preguntó Bellatrix, formando un puchero para ser reemplazado por una sonrisa burlona-Vamos, sé que sabes la verdadera identidad del alias «Ratón de biblioteca».

Apretó sus labios con enorme fuerza, canalizando de alguna forma el extremo terror que sentía.

-Claro. Es Greengass.-Fue el primer apellido que se le vino a la mente.

-¿Greengass? ¿Te refieres a Astoria Greengass?

-La misma-Asintió, mostrando una seguridad falsa.

Bellatrix bajó su mano y sin dejar de mirarlo caminó hasta la gran barra desayunadora de mármol finamente elegante. Dejó la carta sobre ésta.

-¿Y su alias es ratón de biblioteca? Vamos, Draco. No me mientas porque eso no te salvará.-Advirtió... Aunque sonó más como una amenaza.

Evitó tragar saliva y dejarse caer directamente al suelo para desmayarse.

-Comencé a decirle así desde que estoy en cuarto o tercer grado. Creí que lo sabían. Somos muy buenos amigos...

Bellatrix lo examinaba de forma profunda, sus ojos eran realmente intimidantes. Parecía querer leerle toda su alma. Gotas de sudor comenzaron a perlar la frente de Draco, estaba haciendo un esfuerzo descomunal para seguir protegiendo su mente y recuerdos de su tía, estaba seguro de que en ese instante estaba intentando escudriñarlo por completo. No lo permitiría.

Por suerte no había luces encendidas, por lo que el sudor no lo delató.

-Astoria Greengass. Sí, tu madre nos contó algo sobre eso-Habló finalmente. Tamborileaba sus delgados dedos sobre la barra.

«Nos contó» hablaba en plural. No le costó deducir que la otra persona sería el mismo Voldemort. Eso no evitó que le diera un escalofrío.

-Dime, Draco... ¿Has estado enamorado?-La charla parecía tomar otro rumbo.

Y aunque se sentía aliviado de que quizá se estaba alejando del peligro, no quería hablar de esos temas con Lestrange.

-¿Qué? ¿Eso importa?-Se mostró a la defensiva. Su ceño fruncido.

-Por supuesto que importa, cielo. Puedes ser franco conmigo, soy tu tía después de todo. ¿Acaso te gusta la menor de los Greengass?

Si su nefasta tía tan solo supiera la verdad...

No, no podía ni imaginar lo que sucedería si lo descubriera.

-Yo...-Su boca y mente no sabía que frases o palabras articular. Sentía la boca en extremo seca y amarga.

Se le ocurrió una idea que podría ayudarlo a cubrir la realidad, a darle más tiempo y eliminar sospechas o dudas respecto a él y Hermione. Tan solo esperaba no comprometer de algún modo a Astoria.

-Quizá me interese un poco-Soltó.

Noto una especie de brillo destellar en los ojos de su tía.

-Vaya, vaya. ¿Ha ocurrido algo entre ustedes?-Ella se aproximó a él nuevamente.

Se puso detrás suyo y tan solo eso le provocó un estremecimiento, como una descarga eléctrica. Sus manos fueron a parar a sus tensos hombros.

-Nos hemos vuelto bastante unidos a lo largo de los años, me parece bastante inteligente y es atractiva. También es mortifaga...-Diría lo que sea con el único propósito de hacer pasar su mentira como la mayor verdad de su vida. Si eso servía para hacer que Bellatrix se olvidara de Hermione y la quitara de la jugada siniestra, lo haría. Haría lo que sea-Hemos compartido algunos besos.

Apretó sus labios. Podía sentir la respiración de su tía sobre su nuca, era desagradable. Quería alejarse. Necesitaba desaparecer.

-No pierdes el tiempo, ¿eh? De una manera u otra, logras sorprender, Draco. Bien, muy bien. Espero que hayas aprovechado, cielo, porque ahora como te lo imaginaras no hay espacio ni tiempo para cosas románticas. Lo entiendes, ¿cierto?-Él asintió. Claro que lo comprendía-Debo decir que me has tranquilizado.

-¿Tranquilizado?

-Sí, cariño. Es decir, creíamos...-La interrumpió de forma abrupta.

-¿Creíamos?

-El señor tenebroso y yo, claro; que esta carta-Con sus dedos siniestros deslizó la carta por la barra hasta que conectó con los ojos de su sobrino-Provenía de una persona indeseable. Tal vez de una sangre sucia inmunda. ¿Sabes? Alguien como esa chica... ¿Cuál es su maldito nombre?

En ese preciso instante sintió una punzada fuerte en su cabeza, cerca de las sienes. Era como si su tía hubiera incrementado su fuerza para acceder a su mente. Una mueca casi se formó en su rostro. a punto de delatarlo.

Su dentadura se apretó al experimentar un odio profundo ante las palabras recién emitidas por la bruja.

-Hermione Granger, esa asquerosa muggle...

-¿Por qué creerían un disparate así? Por favor-Trato de cubrir su voz con un sentimiento de desagrado y profunda indiferencia.

-Solo presentimientos...-Susurró en su oído-Menos mal estábamos equivocados, corazón. Porque de haber sido cierto, ella estaría en grave riesgo, no pararíamos en absoluto hasta encontrarla, a ella y sus amigos, y hacerlos pagar. A cada uno. Nos tomaríamos nuestro tiempo para hacerlos sufrir como es debido, que la agonía sea lenta y placentera. Nos suplicarían poner fin a su maldito sufrimiento y hasta el último minuto haríamos caso a su débil petición. El señor tenebroso tendría la dicha de acabar con ese estúpido de Potter, quizá yo me encargaría de Weasley y finalmente tu serias honrado de asesinar a esa asquerosa sangre sucia.

Su mente había creado a la perfección el escenario descrito por aquel ser inhumano que permanecía detrás suyo. Su estómago se revolvió, la cabeza quería estallarle y no sabía cómo carajos se mantenía de pie. Su temperatura corporal descendió drásticamente, sus manos sudaban sobre el mármol y se había mordido el labio tan fuerte que sintió el sabor metálico tan característico de la sangre en su boca. Apenas y parecía respirar. Estaba haciendo un esfuerzo sobrenatural para no verse afectado en lo absoluto.

Bellatrix por fin le dio espacio, se alejó de él sin dejar de mirarlo. Una sonrisa pintaba su tétrico rostro.

-Lo mejor es que no es el caso-Se cruzó de brazos.

-Pues claro que no. Jamás tendría ningún tipo de relación con alguien de padres muggles. Nadie como Granger.-Afirmó con toda la seguridad que pudo mostrar.

Esperaba que fuera lo suficientemente convincente. Y odiaba serlo, detestaba decir algo así. 

-Perfecto, cielo. De igual manera el plan para atraparlos, en especial a Potter, está en marcha y lo sabes. Así que proponer ideas al señor tenebroso nunca está de más. Piensa en la que te sugerí. Es sumamente buena.-Dijo con gran orgullo. Draco solo podía sentir repulsión por aquella mujer. Y un aborrecimiento descomunal.-Buenas noches, cariño. Que descanses.

Sin decir otra palabra desapareció de la cocina, fue como si la oscuridad se la hubiera tragado.

Él tan solo se quedó ahí, inmóvil, congelado y sintiéndose miserable.

(...)

La ansiedad y ganas de desfallecer no se habían ido, al contrario, seguían sumamente presentes, y más aún cuando habían reuniones con los mortifagos en la mansión, con Voldemort, Peter Pettigrew y el propio Severus Snape. Al estar presente en la mesa donde todas aquellas personas se rindieron fielmente al señor tenebroso le causaba un terror profundo y real. Era como si su propia alma la hubieran vendido al diablo. De inmediato la estancia para él se volvía mayormente oscura, tensa y negativa, el ambiente se percibía pesado.  No tenia idea de como hacia para mantener la compostura. Su madre estaba sentado a su lado derecho, mientras que su padre enseguida de Narcissa.

Snape estaba informando a todos los movimientos que realizaría Potter y toda la Orden. Prestaba atención, hasta el mínimo detalle, porque le interesaba saber si llegaban a mencionar a Granger, pero no fue el caso.

-He sido poco cuidadoso, y por eso la suerte y el azar han frustrado mis excelentes planes. Pero ahora ya sé qué he de hacer; ahora entiendo cosas que antes no entendía. Debo ser yo quien mate a Harry Potter, y lo haré.-En cuanto hubo pronunciado esas palabras y como en respuesta a ellas, se oyó un gemido desgarrador, un terrible y prolongadísimo alarido de angustia y dolor. Asustados, muchos de los presentes miraron el suelo, porque el sonido parecía provenir de debajo de sus pies. Draco incluido.-Colagusano-Dijo Voldemort sin mudar el tono serio y sereno-¿No te he pedido que mantengas callado a nuestro prisionero?

-Sí, m... mi señor-Respondió resollando. Se levantó del asiento y salió a toda prisa de la sala, dejando tras de sí un extraño resplandor plateado.

-Como iba diciendo-Prosiguió el Señor Tenebroso, y escudriñó los tensos semblantes de sus seguidores, el rubio lo notó y el terror lo invadió-Ahora lo entiendo todo mucho mejor. Ahora sé, por ejemplo, que para matar a Potter necesitaré que alguno de ustedes me preste su varita mágica.-Escuchar aquello dejó helado a Draco y no solo a él, las caras de todos los demás  reflejaron sorpresa; era como si acabara de anunciar que deseaba que alguno de ellos le prestara un brazo-¿No hay ningún voluntario? Veamos... Lucius, no sé para qué necesitas ya una varita mágica.

Oh, no. Maldita sea.

¿No podía dejar a su familia en paz? Apretó los puños que permanecían ocultos encima de sus rodilla.

Lucius Malfoy levantó la cabeza. Tenía los ojos hundidos y con ojeras, y el resplandor de la chimenea daba un tono amarillento y aspecto céreo a su cutis. Draco de hecho ya no podía reconocer a su padre, no era ni la sombra del hombre que él conocía.

-¡Mi señor!-Habló el hombre con la voz ronca.

-La varita, Lucius. Quiero tu varita.

-Yo...-El patriarca de los Malfoy miró de soslayo a su esposa. Ella, casi tan pálida como él y con una larga melena rubia que le llegaba hasta la cintura, miraba al frente, pero por debajo de la mesa sus delgados dedos ciñeron ligeramente la muñeca de su esposo. Draco perfectamente lo podía ver ya que estaba al lado de ellos.

A esa señal, Lucius metió una mano bajo la túnica, sacó su varita mágica y se la entregó a Voldemort, que la sostuvo ante sus rojos ojos para examinarla con detenimiento.

-Dime, Lucius, ¿de qué es?

-De olmo, mi señor-Susurró.

-¿Y el núcleo central?

-De dragón, mi señor. De fibras de corazón de dragón.

-¡Fantástico!-Exclamó Voldemort. Sacó su varita y comparó la longitud de ambas. Lucius Malfoy hizo un fugaz movimiento involuntario con el que dio la impresión de que esperaba recibir la varita de su amo a cambio de la suya. A Voldemort no le pasó por alto esto; abrió los ojos con malévola desmesura y cuestionó:

-¿Darte mi varita, Lucius? ¿Mi varita, precisamente?-Draco pudo escuchar como ciertas personas en el salón reían por lo bajo. Los maldijo en silencio.-Te he regalado la libertad, Lucius. ¿Acaso no tienes suficiente con eso? Sí... es cierto, me he fijado en que últimamente ni tú ni tu familia parecen felices... ¿Tal vez les desagrada mi presencia en su casa, Lucius?

La necesidad de gritarle en su moribunda y nefasta cara (o intento de una) eran gigantescas; de confesarle que evidentemente no estaban felices, que su vida completa se había ido al caño por su culpa y que obviamente le repudiaba su presencia en su hogar. En cambio, su padre prefirió complacerlo...

-¡No, mi señor! ¡En absoluto!

-Mientes, Lucius...-La voz de Voldemort siguió emitiendo un suave silbido incluso después de que su cruel boca hubiera acabado de mover los labios.

Pero el sonido fue intensificándose poco a poco, y uno o dos magos apenas lograron reprimir un escalofrío al notar que una criatura corpulenta se deslizaba por el suelo, bajo la mesa. Una enorme serpiente apareció y trepó con lentitud por la silla de Voldemort; continuó subiendo (parecía interminable) y se le acomodó sobre los hombros. El cuello del reptil era tan grueso como el muslo de un hombre, y los ojos, cuyas pupilas semejaban dos rendijas verticales, miraban con fijeza, sin parpadear. El Señor Tenebroso la acarició distraídamente con sus largos y delgados dedos, mientras observaba con persistencia a Lucius Malfoy.

A cada segundo que transcurría Draco solo podía sentir como el miedo incrementaba.

-¿Por qué será que los Malfoy se muestran tan descontentos con su suerte? ¿Acaso durante años no presumieron, precisamente, de desear mi regreso y mi ascenso al poder?

-Por supuesto, mi señor-Afirmó Lucius y, con mano temblorosa, se enjugó el sudor del labio superior-Lo deseábamos... y lo deseamos.

Draco no podía creer las estupideces que salían de boca de su padre pero era decir eso o que los asesinaran... Se vio a sí mismo reflejado en su padre. Llevando a la perfección ese papel, el mentir, y decir cosas que para nada creía por no tener el valor suficiente de enfrentar todo. Se aborreció.

Su madre asintió con una extraña y rígida cabezada, pero evitando mirar a Voldemort o a la serpiente. Mientras tanto él echó un vistazo fugaz a Voldemort y volvió a desviar la mirada, temeroso de establecer contacto visual con aquel ser

-Mi señor-Dijo con voz emocionada una mujer situada hacia la mitad de la mesa-Es un honor alojarlo aquí, en la casa de nuestra familia. Nada podría complacernos más.-Era Bellatrix.

Se sentaba al lado de su hermana, pero su aspecto físico era tan diferente del de aquélla como su porte y su conducta: Narcissa adoptaba una actitud tensa e impasible, en tanto que Bellatrix se inclinaba hacia Voldemort, pues las palabras no le bastaban para expresar sus ansias de proximidad.

-«Nada podría complacernos más»-Repitió Voldemort ladeando un poco la cabeza mientras la miraba.-Eso significa mucho viniendo de ti, Bellatrix.

La mujer se ruborizó y los ojos se le anegaron en lágrimas de gratitud. Malfoy solo podía sentir asco.

-Mi señor sabe que digo la pura verdad.

-«Nada podría complacernos más...» ¿Ni siquiera lo compararías con el feliz acontecimiento que, según tengo entendido, se ha producido esta semana en el seno de tu familia?

Bellatrix lo miró con los labios entreabiertos y evidente desconcierto.

-No sé a qué se refiere, mi señor.-Draco tampoco sabía de que estaba hablando.

-Me refiero a tu sobrina, Bellatrix. Y también suya, Lucius y Narcisa. Acaba de casarse con Remus Lupin, el hombre lobo. Deben de estar muy orgullosos.

El rubio se asombró ante tal noticia... Tenía que estar hablando de Tonks. Escuchó un estallido de risas burlonas. Los seguidores de Voldemort intercambiaron miradas de júbilo y algunos incluso golpearon la mesa con el puño. La enorme serpiente, molesta por tanto alboroto, abrió las fauces y silbó, furiosa; pero los mortífagos no la oyeron, porque se regocijaban con la humillación de Bellatrix y de su familia.

El rostro de su tía, que hasta ese momento había mostrado un leve rubor de felicidad, se cubrió de feas manchas rojas.

No es nuestra sobrina, mi señor!-Gritó para hacerse oír por encima de las risas-Nosotras, Narcissa y yo, no hemos vuelto a mirar a nuestra hermana desde que se casó con el sangre sucia. Esa mocosa no tiene nada que ver con nosotras, ni tampoco la bestia con que se ha casado.

Realmente nunca había escuchado que su madre alguna vez hubiera hablado mal de Nymphadora Tonks.

-¿Qué dices tú, Draco?-Preguntó Voldemort, y eso tomó al mencionado con la guardia baja.-¿Te ocuparás de los cachorritos?

La hilaridad iba en aumento. Aterrado, Draco Malfoy miró a su padre, que tenía la mirada clavada en el regazo, y luego buscó la de su madre. Ella negó con la cabeza de manera casi imperceptible y siguió contemplando de forma inexpresiva la pared que tenía enfrente.

-¡Basta!-Vocifero el señor tenebroso acariciando a la enojada serpiente-¡Basta, he dicho!-Las risas se apagaron al instante-Muchos de los más antiguos árboles genealógicos enferman un poco con el tiempo-Añadió mientras Bellatrix lo miraba implorante y ansiosa, a Draco le causaba tanto repudio-Ustedes tienen que podar el suyo para que siga sano, cortar esas partes que amenazan la salud de las demás, ¿entendido?

-Sí, mi señor-Susurró Bellatrix, y los ojos volvieron a anegársele en lágrimas de gratitud-¡En la primera ocasión!

Esa mujer estaba igual de demente que ese tipo. Si tan solo supieran que él estaba jodidamente enamorado de una bella chica de padres muggles.

-La tendrás-Aseguró el Señor Tenebroso-Y lo mismo haremos con las restantes familias: cortaremos el cáncer que nos infecta hasta que sólo quedemos los de sangre verdadera...

A Draco lo embargo una frustración inmensa al pensar en Hermione Granger. Escuchar la basura que soltaba Voldemort cada que abría su boca lo ponía mal.

Levantó la varita mágica de Lucius Malfoy y, apuntando a la entrada del salón, una figura fue apareciendo. Iba flotando en el aire, emitió un quejido y forcejeó como si intentara librarse de unas invisibles ataduras.

-¿Reconoces a nuestra invitada, Severus?-Preguntó Voldemort.

Snape dirigió la vista hacia la cautiva colgada cabeza abajo. Los demás mortífagos lo imitaron, como si les hubieran dado permiso para expresar curiosidad. Cuando la mujer quedó de cara a la chimenea, gritó con una voz cascada por el pánico que espantó a Malfoy:

-¡Severus! ¡Ayúdame!

Snape solo se dedicó a asentir con un rostro plagado de inexpresividad.

-¿Y tú, Draco, sabes quién es?-Inquirió Voldemort, acariciándole el morro a la serpiente con la mano libre.

Cada vez que le hablaba, sentía la muerte aproximarse, no exageraba. Draco negó enérgicamente con la cabeza. Al ver como sus ojos suplicaban ayuda y su sufrimiento era palpable se sentía incapaz de seguir mirándola.

-Claro, tú no asistías a sus clases. Para los que no lo sepan, les comunico que esta noche nos acompaña Charity Burbage, quien hasta hace poco enseñaba en el Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería. La profesora Burbage enseñaba a los hijos de los magos y las brujas todo sobre los muggles, y les explicaba que éstos no son tan diferentes de nosotros...

Un mortifago que Draco aún no sabía quien era escupió en el suelo expresando así su desagrado. Charity Burbage volvió a quedar de cara a Snape.

-Severus, por favor... Por favor...

-Silencio-Ordenó Voldemort, y volvió a agitar la varita de Malfoy. Charity calló de golpe, como si la hubieran amordazado.

Estaba sintiendo unas ganas inmensas de llorar.

-No satisfecha con corromper y contaminar las mentes de los hijos de los magos, la semana pasada la profesora Burbage escribió una apasionada defensa de los sangre sucia en El Profeta. Según ella, los magos debemos aceptar a esos ladrones de nuestro conocimiento y nuestra magia, y sostiene que la progresiva desaparición de los sangre limpia es una circunstancia deseable. Si por ella fuera, nos emparejaríamos todos con muggles o, ¿por qué no?, con hombres lobo.

Esta vez nadie rio en la estancia, por el contrario, la rabia y el desprecio de la voz de Voldemort imponían silencio. Por tercera vez, Charity Burbage volvió a quedar de cara a Snape, mientras las lágrimas se le escurrían entre los cabellos. Snape la miró de nuevo, mientras ella giraba.

Draco pudo verla de nuevo y fue el peor momento para hacerlo.

-¡Avada Kedavra!

Un destello de luz verde iluminó hasta el último rincón de la sala y Charity se derrumbó con resonante estrépito sobre la mesa, que tembló y crujió.

Algunos mortífagos se echaron hacia atrás en los asientos y Draco se cayó de la silla.

-A cenar, Nagini-Dijo Voldemort en voz baja. La gran serpiente se meció un poco y, abandonando su posición sobre los hombros del Señor Tenebroso, se deslizó hasta la pulida superficie de madera para ir tras su presa.

Draco estaba temblando. Solo podía imaginar que aquella profesora sin ningún problema podría ser Hermione Granger.

***********

-¡¿Cuándo lo vas a entender?! ¡Estamos juntos en esto, Harry!-Exclamó Hermione desesperada.

Los tres estaban en casa de los Weasley, en la sala de estar que por el momento se encontraba vacía a excepción de ellos, Harry volvía a advertirles y negarse a dejar que lo acompañaran en el peligroso viaje en la búsqueda de los horrocruxes. Era sumamente terco.

-No quiero que vayan. Créanme que lo agradezco demasiado, pero ya los he puesto en demasiado riesgo. Ya vieron lo sucedido con Ojoloco, mi propia lechuza, Hedwig...-Existió un momento de silencio, tal parecía que a Harry le había afectado un poco la muerte de su lechuza, al pensar en eso, Hermione armó una expresión de tristeza y melancolía. Pensó inevitablemente en Kirlia y se imagino un final igual al de Hedwig, eso le provocó una punzada en el corazón-La oreja de George... 

-Nada de eso fue tu culpa, Harry-Afirmó Ron con seriedad.

-Lo fue y no quiero que algo malo les pase...-Hermione lo interrumpió.

-Mira Harry, ya te habíamos dejado muy claro que sin dudarlo iríamos contigo a donde sea, no puedes hacer esto solo, necesitas ayuda. Sabemos que no será algo fácil, desde un inicio está muy claro. Haremos esto, y lo haremos juntos.-Explicó con dureza y firmeza.-Yo... al igual que mandaste a tus tíos lejos de aquí... También hice algo parecido con mis padres.

-¿Qué?-Ron la observó con detenimiento y atención.

-Antes de llegar acá tuve que protegerlos.-Tragó saliva como un intento de deshacerse del nudo que sentía en la garganta.

-¿Se mudaron?-Preguntó Harry.

-Algo así...

5 días antes:

«-¡Hermione, baja a comer!-La voz de su madre sonaba desde abajo.

-¡Ya voy, mamá!-Respondió ella, luchando para que su voz no se quebrara.

En su cama yacía un bolso con un hechizo de extensión, por lo cual llevaba más cosas de las que le podrían caber en realidad, además de una pequeña maleta con algunas prendas de ropa y cosas personales o de gran y sumo valor sentimental para ella como su perfume o las cartas que conservaba de Draco Malfoy al igual que el collar y el brazalete que hace tiempo le regaló.

Dio un último vistazo a la que era su casa desde que tenía uso de razón, tenía tantas cosas ahí y muchísimos recuerdos los cuales tendría que abandonar por su propia seguridad y la de sus padres, principalmente. Tomando una bocanada de aire y aspirando fuerte, cogió el valor suficiente para salir de su habitación con sus cosas en mano y bajar paso a paso las escaleras. Descendió hasta el último peldaño y dejó lo que traía por un momento.

Sus padres estaban en el comedor, sentados uno al lado del otro, dándole la espalda a su hija desde ahí. Había tres platos de comida servidos acompañado de tres vasos de cristal, a Hermione se le llenaron los ojos de lágrimas. Lentamente alzó su brazo derecho en el cual sostenía con fuerza su varita. Con todo el dolor de su corazón recito el encantamiento en su memoria. Las lágrimas inevitablemente cayeron de sus ojos y recorrieron sus mejillas hasta terminar en el suelo».

-Modifiqué su memoria para convencerlos de que se llaman Wendell y Mónica Wilkins, su mayor sueño era irse a vivir a Australia, cosa que han hecho ya. De esta manera me aseguro de que a Voldemort les resulte más difícil encontrarlos e interrogarlos sobre mi o alguno de ustedes dos. Pues desgraciadamente les he hablado bastante de ambos. Así que ya te lo dije, llevo días preparando equipaje y lo necesario para marcharnos cuando nos digas, Harry. No aceptaré una negativa por respuesta.

Ante el relato de Hermione tanto Ron como Harry se quedaron callados, quizá digiriendo la difícil decisión que se vio forzada a tomar Hermione para la protección de su familia. En la mente de Harry se dijo que si sus amigos hacían algo así por él era porque de verdad lo querían y estaban dispuestos a seguirlo hasta el final.

-Lo siento, Hermione, debió ser muy complicado-Dijo Harry después de unos segundos.-Está bien, irán conmigo, se los agradezco.

-Si salgo con vida de nuestra caza de los horrocruxes iré a buscarlos y anularé el encantamiento. De lo contrario... Bueno, creo que se mantendrán contentos y felices en Australia, puesto que Wendell y Mónica Wilkins no saben que tienen una hija.

Conforme decía aquello hizo lo posible por mostrarse fuerte, pero al final no lo pudo conseguir totalmente, aunque formó una sonrisa que parecía más un esfuerzo de ánimo para sí misma. Sus ojos se aguaron con rapidez y soltó un sollozo que se le escapó. Al notar esto enseguida Ron fue a abrazarla. 

A los pocos segundos Harry también se unió en el abrazo y ambos ayudaron a Hermione a sentirse protegida y reconfortada.

Al anochecer estaba ya acostada en la cama que siempre le había asignado la señora Weasley cada que se quedaba a dormir en la madriguera. Estaba analizando, ya que, desafortunadamente, no podía dormir (lo cual comenzaba a volverse costumbre), como los días habían transcurrido tan rápido, como en un abrir y cerrar de ojos. 

Se realizó el traslado de Harry hacia la madriguera con toda la orden, lo cual, costó algunas vidas. No podía creer la muerte del verdadero Ojoloco y la de Hedwig, la pérdida de la oreja de George, luego el cumpleaños de Harry que a pesar de que se encontraban en tiempos sombríos y lúgubres no se olvidaron de festejar en pequeño, con su debido pastel y obsequios, ella le dio un chivatoscopio, el cual le gustó mucho a su amigo, Luego sucedió lo del testamento de Dumbledore, éste le había dejado una copia de los cuentos de Beedlee y el Bardo, el cual se encontraba en ese instante reposando sobre una mesita para dormir al lado suyo. Justo al día siguiente sería la boda de Fleur y Bill, estaba contenta por ellos pero no podía evitar sentir un mal presentimiento, por si acaso, ella tenía todo preparado. Solo por si acaso, esperaba no llegar a usarlo o necesitarlo.

Miró su bolso que estaba sobre la manija de la puerta, el mismo que tomó cuando le modificó la memoria a sus padres y les dijo adiós. 

También Tonks y Lupin se habían casado, apenas se enteraron todos y fue una sorpresa.

Era irónico y a la vez esperanzador como a pesar de la situación tan desgarradora existiera aún el amor que mostraba una luz al final del túnel.

Inmediatamente sus pensamientos se fueron a Draco Malfoy. Parpadeo repetidas veces y se levantó de la cama. A oscuras y a tientas fue directo a su maleta. La abrió y comenzó a buscar algo preciado que había guardado ahí. 

Pronto halló las cartas que con sumo cuidado guardó, agarró unas cuantas y fue de vuelta a la cama, por fortuna el cuarto lo tenía solo para ella, lo compartía con Ginny, pero ahora la pelirroja se encontraba con Harry. Encendió la lampara de noche y una luz ámbar alumbró la estancia. Una sonrisa apareció en su rostro al ver los sobres. 

Tomándose su tiempo los fue abriendo y leyendo, recordando aquellos tiempos cuando recibía las cartas por parte de Kirlia... Esperaba que ella estuviera bien y también Draco.

Podía recordar a la perfección su expresión de horror y terror aquel día que murió Dumbledore y que todo se fue por la borda. Ahora que tenía esas cartas en sus manos esos tiempos parecían tan lejanos.

Cuánto desearía tener su giratiempo para regresar en el tiempo y cambiarlo todo.

Una lágrima solitaria y rebelde se deslizó por su mejilla a gran velocidad. Después de leerlas, las regresó al sobre y las colocó esta vez dentro del bolso con el encantamiento. Buscó nuevamente en su maleta y no le costó mucho tener en sus manos el brazalete y collar. Una sonrisa pintó su rostro al verlos.

Se puso el brazalete que hace unas semanas se había quitado, y el collar prefirió guardarlo dentro del bolso también.

Regresó de vuelta a la cama y se cubrió con las sábanas. Giro hasta quedar de lado izquierdo, apoyó su brazo sobre su mejilla.

-Solo espero que estés bien-Susurró al aire con cierta esperanza.

(...)

La fiesta había dado comienzo. El lugar estaba abarrotado de invitados, mesas decoradas, luces resplandeciendo por doquier y la pareja festejada lucia más feliz que nunca.

A Harry le habían dado poción multijugos para parecerse a un pariente de los Weasley's, se hacía pasar como Barny Weasley, primo de Ronald, esto era más que nada por protección y seguridad. Era mejor ser precavidos que lamentar.

Todos estaban pasándola bien. Hermione se encontraba en medio de sus dos amigos mirando a su alrededor. Sus ojos veían como a cada minuto parecía llegar un invitado nuevo.

-Iré por algo de tomar-Dijo Hermione.

Ella emprendió camino y ninguno se dio cuenta del invitado que acababa de entrar, un joven de tez morena clara, con una gran nariz curvada y pobladas cejas negras hasta que entregó su invitación a Ron, éste quedó atónito.

Hermione volvió con sus amigos con una copa en mano.

-¡Estás prrreciosa!

Ella conocía esa voz y tenía algunos años que no la escuchaba. Se volteó en su dirección, en definitiva era él.

-¡Viktor!-Exclamó con ímpetu. Le entregó su copa a Ron y dejó caer por error su bolso bordado con cuentas. Al caer al suelo se escuchó un golpe fuerte para solo tratarse de un bolso de tamaño pequeño. Algo ruborizada por la vergüenza de esto, se agachó con velocidad para recogerlo-No sabía que... Vaya, me alegro de verte. ¿Cómo estás?

-¿Cómo es que has venido?-Cuestionó Ron en un tono no muy alegre. Hermione lo miró por un momento y notó como estaba algo colorado.

-Fleurr me invitó.-Respondió el chico arqueando las cejas.

Viktor y Barny, o mejor dicho Harry, estrecharon sus manos. La música comenzó a sonar un poco más fuerte, invitando a los presentes a unirse al baile. Los cuatro fueron a sentarse en una mesa próxima. Viktor tomó asiento al lado de Hermione y Ron por igual.

-Me alegrra mucho verrrte otra vez. Hace mucho que no nos comunicamos, ni siquierra porr carrtas-Dijo Krum a Hermione.

Ella lo observó, en sus ojos se reflejaba el brillo resplandeciente de las luces del lugar, otorgándole un aspecto mágico a su mirada. Sonrió.

-Si, lo sé. Lo siento, Viktor. Han sido tiempos complicados.-Se encogió de hombros.

-Clarro. Lo entiendo...-Hizo una breve pausa. Hermione bebió de su copa.-¿Quisierrras bailarr?

Él se levantó y le tendió la mano, esperando que aceptará su invitación.

Hermione no respondió de inmediato, de hecho, se congeló por un instante. Recordó la vez que había bailado y que alguien se ofreció a invitarla a bailar una pieza... También como forma de declaración.

Todo le recordaba a Draco.

Ella no había bailado desde entonces.

Cómo lo extrañaba. Maldición.

Apretó sus labios y enseguida formó una sonrisa pequeña, sin mostrar los dientes.

-Sí.-Aceptó un tanto insegura. Colocó su mano sobre la de Viktor y se puso de pie.

El búlgaro la guio hasta la pista de baile, se posiciono frente suyo y una de sus manos se enlazo con la propia mientras que una fue a parar a su cintura. Eso la hizo sentir extraña.

Había aceptado para no lucir descortés y distraerse un poco, pero su mente solo podía pensar en Draco. Sus ojos hablaban por ella, en lugar de ver a Viktor, el hombre que tenía frente suyo, su cabeza estaba gacha en el suelo y solo se dejaba llevar por la música.

-¿Te encuentrras bien?-Preguntó Krum después de unos minutos.

Fue cuando tuvo que levantar la mirada, por suerte no se le habían asomado las lágrimas.

-Si, si, estoy bien. Es solo que todo esto es un poco extraño, ¿sabes? Tomando en cuenta todo lo que sucede.

-Considerro qué eso hace que cosas como estás se aprrecien mucho más. ¿No crrres?-La cercanía entre ambos iba siendo mayor.

Ella carraspeo.

-Sí, tienes razón.

-Ahorrra que estamos bailando. Debo aprovecharr esta oporrtunidad parra hacerrte una prregunta.

-¿Qué cosa?-Ella ladeo la cabeza.

-Cuando estaba en Hogwarrts, y te encontrre en la biblioteca un día. Estabas con ese chico Malfoy, ¿lo rrecuerdas?

De inmediato recordó esa ocasión, Draco y ella estaban compartiendo un beso apasionado hasta que se vieron interrumpidos por Viktor. De forma inconsciente sonrió.

-Sí. Lo recuerdo.

-Bueno, esa ocasión Malfoy me dijo que tu tenias novio. Porr eso decidí dejarr de insistirr contigo.-Esa confesión a Hermione la tomo por sorpresa y casi se detiene en seco.

Eso fue lo que Draco le dijo a Krum entonces, después de años se enteraba. Típico de él. No borró la sonrisa de su rostro y negó juguetonamente con la cabeza recordándolo.

-Perrro jamás supe quien erra el aforrtunado. ¿Sigues con él acaso? ¿O serrá que ya tengo una oporrtunidad?

Sintió que Viktor reforzó el agarre sobre su cintura y su rostro parecía estar más cerca. Ella no necesitaba eso ahora.

-Bueno... Es-es complicado. Se puede decir que seguimos estando juntos pero debido a la situación actual nos hemos visto forzados a tomarnos una especie de descanso, pero nada ha terminado.-O eso esperaba ella.

-Vaya... Parrece que jamás tendrré una oporrtunidad entonces.-Sonaba desilusionado, incluso triste.

Hermione no pudo evitar sentirse mal por él, Viktor era un buen chico, pero jamás sería su tipo o llego a sentir algo en especial.

Parecía que su corazón solo le pertenecía a Draco Malfoy.

A centímetros de ellos se escuchó como alguien tosió de forma disimulada para llamar su atención. Hermione giro su cabeza y vio a Ronald.

-Viktor-Comenzó a hablar-¿Me permites bailar con ella un momento?

La petición del pelirrojo la descoloco. Tanto que frunció el ceño.

Viktor observó a Ron por unos segundos con los ojos amusgados, no muy convencido dijo:

-De acuerrdo-Poco a poco fue liberando a Hermione.-Siemprre en un placerrr estarr contigo, Herrmione. Luces bellísima.

Besó por último el dorso de su mano.

-Gracias, Viktor.-Asintió con la cabeza en forma de agradecimiento.

Él se fue y rápidamente se perdió entre la multitud. Ahora solo estaba con Ron.

-¿Está bien si bailamos?-Preguntó un poco nervioso.

Le parecía muy raro en él ese tipo de acciones.

-Está bien-Se encogió de hombros.

Ron se acercó y la tomó entre sus brazos, ella se sintió incómoda en primera instancia. Lo tenía muy cerca, más de lo normal, podía oler su aroma... No era menta. 

Comenzaron a moverse al ritmo de la música, de forma lenta. Hermione volvía a tener la mirada perdida.

-Te ves...-Escuchó hablar a Ron pero su voz se perdía con el ruido.

-¿Qué?-Se mostró confundida y elevó su voz.

-Que te ves linda-Halago Ron.

Ella abrió los ojos ante el comportamiento inusual de su amigo.

-Gracias. También luces bien. Mejor que en el último baile en el que estuvimos.-Bromeó.

-Qué graciosa-Le regaló una sonrisa.

-Debo admitir que me impresiono bastante que quisieras bailar conmigo-Confeso.

-¿Por qué te impresionaría algo así?-Se hizo el desentendido.

-Vamos, Ron. Tu no eres así. Y yo sería la última chica con la que tuvieras pensado bailar.

-Eso no es cierto.

Hermione sonrió. Siguieron bailando. Realmente la castaña no veía en ese momento a Ron como algo más que su mejor amigo, ya no. Él era solo eso. Lástima que Weasley no se encontraba en igualdad de condiciones.

-Hermione...-Su nombre salió de los labios del pelirrojo. Los ojos avellana de la mencionada lo observaron de hito en hito.

No obstante Ron no pudo decirle nada ya que en ese instante una luz blanca y radiante cruzó los cielos hasta terminar dentro de la enorme carpa, justo en medio. Era una alerta; los mortifagos habían tomado el ministerio y venían por ellos.

De repente todo el lugar se volvió loco, personas se desaparecían por completo, otras corrían con desespero, mientras mortifagos llegaban listos para romper con el momento mágico. Entre el ajetreo Hermione perdió de vista a Ronald. Con el miedo creciendo dentro de ella fue a buscar su bolso. Una vez lo tomo, empezó a llamar a sus amigos.

-¡Harry! ¡Ron!-Gritaba entre la multitud.

La gente se empujaba una a otra y la chica no podía identificar a nadie. En un reflejo se agachó al ver como un rayo de luz verde se dirigía a ella.

-¡Desmaio!-Pronunció y atinó al mortifago.

Justo sintió como una mano entrelazaba la suya. Era Harry bajo los efectos de la poción multijugos aún. A los pocos segundos Ron apareció y tomó a Hermione por el otro brazo. Sintió  alivio al estar con ambos y descubrir que estaban bien. 

Los tres se abrieron con dificultad entre el gentío, dispuestos a salir de la carpa. Los mortifagos venían persiguiendolos, Hermione los sentía detrás de ellos y parecía que la muerte se aproximaba. Inclusive creyó ver al propio Voldemort ahí. Un escalofrío la recorrió. Al mirar sobre su hombro reparó en la tía de Draco, Bellatrix Lestrange.

Ésta le regaló una sonrisa macabra y llena de maldad. Justo en el momento que ella alzaba su varita, Ron, Harry y Hermione desaparecieron de ese lugar.

En un frenesí y de forma drástica aparecieron en una calle de Londres, con grandes anuncios que resplandecían por todas partes y rodeados de edificios. Granger reaccionó rápidamente para jalar a los chicos y pegarlos lo más cerca de la acera y evitar así que un auto los arrollara.

Las respiraciones de los tres se encontraban sumamente agitadas y la castaña presentía que su corazón se saldría de su pecho.

No perdieron el tiempo y comenzaron a caminar un poco atolondrados debido al cambio tan radical.

-¿Dónde estamos?-Preguntó Ron mirando por doquier.

-En Sofftbury. Venía aquí al teatro con mis padres, no sé porqué se me ocurrió-Contestó tomando su bolso.

Se detuvieron en un callejón algo solitario y medio oscuro. Asimilando lo que acababa de suceder hace unos pocos segundos.

-¿Qué haremos? Todas las personas en la fiesta... Tu familia, Ron. Los de la orden. Ginny...-Harry se quedo callado por un momento, seguramente estaba angustiado por la chica-Tenemos que volver por ellos. Asegurarnos de que estén bien. Ayudarlos.

-No, Harry-Dijo Hermione y recibió una mirada de asombro de parte de Potter-Piénsalo bien, es lo peor que puedes hacer, aparecerte allá significaría ponerlos en mayor riesgo. Créeme ellos estarán bien, no te preocupes. Está toda la orden, saben protegerse. Tenemos que buscar a donde ir.

-Pero todas nuestras cosas...-Harry estaba alarmado.

-Les dije que había estado preparando todo. En este bolso traigo varias cosas, incluyendo tu capa de invisibilidad, Harry. Estaba preparada por si sucedía algo así-Explicó mientras sujetaba su bolso con más fuerza.

-Podríamos ir al caldero chorreante-Propuso Ron.

-No, no es para nada seguro. No podemos ir ahí, ni a Grimmauld Place ya que Snape tiene acceso a la casa, podría buscarnos ahí más temprano que tarde-Un par de ebrios que se encontraban por la zona comenzaron a lanzar chiflidos hacia Hermione, ella decidió ignorarlos-Quizá una opción es ir a la casa de mis padres, pero siento que Voldemort nos encontrará ahí... Agh, ¿por qué no se callaran?

Los chiflidos no paraban y evidentemente molestaban sobremanera a la castaña.

-¿Todo bien, preciosa?-Vocifero el tipo que parecía el más ebrio de todos. Granger quería largarse de ahí-¿Te apetece un trago? ¡Deja a ese pelirrojo desabrido y ven a tomarte algo con nosotros!

Ella se sintió asqueada.

-Vamos a algún local, por favor-Pidió.

Sus amigos asintieron y como forma de protección se pusieron detrás de ella, dándole la espalda a aquellos borrachos mientras que la chica iba a la delantera.

*********

Estaba recostado sobre su cama, cubierto con una sábana muy delgada. No sentía el cuerpo. Su habitación ya no se sentía como tal, Voldemort junto con su maléfica tía habían destruido todo lo que era significativo e importante para él. Desde sus cosas más preciadas hasta los recuerdos de su infancia. Todos sus libros habían sido destruidos, quemados y finalmente reducidos a cenizas. Completamente pulverizados.

Varias de sus cartas por igual. Y muchísimas cosas más, de hecho, su cuarto ahora se encontraba casi vacío...

Pero sin duda alguna lo que más le había dolido de todo era que destruyeran y acabaran con la radio que Hermione le obsequió por Navidad, recordaba que al darse cuenta de lo sucedido la rabia lo consumió, acompañado de un profundo sentimiento de frustración e impotencia.

Debido a ello con suma precaución se dedicó a esconder y desaparecer las cartas que conservaba entre Hermione y él. No quería que llegaran a sufrir el mismo destino y menos aún, que las volvieran a encontrar.

Era inevitable. Cada noche su mente iba a parar en Hermione Granger. Se cuestionaba en como estaría, que era lo que se encontraría haciendo, con quién y si quizá la viera pronto...

Pero que estupidez; por supuesto que no.

Además era mucho mejor así, mientras no tuviera algún encuentro con ella sería lo ideal. De esa manera estaría lejos del peligro.

Todos los días pensaba en que hubiera pasado si tal vez aquella noche en la torre de astronomía, el tiempo se haya extendido un poco más, y él armandose de valor aceptaba la ayuda de Dumbledore. Todo sería diferente.

¿Dónde estuviera ahora si hubiera escogido ese camino? ¿Y sus padres estarían con él? ¿Estaría ahora ayudando a Potter y sus amigos? ¿Estaría a lado de Hermione?

¿Las cosas se hubieran arreglado entre ambos?

Miles de preguntas cruzaban su mente en un intento de escapar de su asquerosa y deprimente realidad. Si tan solo haya tenido el valor para haber aceptado.

Quizá ese era el mayor error de su vida hasta el momento.

-Solo espero que estés bien-Murmuró con voz ronca. Sus ojos clavados en el techo. Sus pensamientos eran dueños de la castaña.

Miró hacia la ventana y vio como Kirlia estaba dentro de su jaula dormida.

Al menos alguien podía dormir esa noche.

Cuando cerró los ojos en un intento de conseguir conciliar el sueño, unos toques en su puerta provocaron que los abriera de golpe y su sentido de alerta saltara.

-Querido... Soy yo, mamá. ¿Puedes abrirme? Sé que estás despierto-La voz suave y baja de su madre se escuchó detrás de la puerta.

De inmediato se tranquilizó y se levantó a abrir. Sintió el frío suelo sobre la planta de sus pies.

-¿Todo bien, madre? ¿Pasa algo?

Ella negó con la cabeza y entró a la habitación. Draco cerró la puerta.

-Habla bajo. Aproveché en venir contigo ya que son los únicos momentos en que podemos charlar. Bellatrix está dormida, gracias al cielo.

-¿Y...-Inició a articular el rubio queriendo referirse a Voldemort pero su maldito nombre no salía de sus labios.

-Él no está ahora. Afortunadamente. Salió desde hace un rato. El solo pensar en el motivo por el que se va me da escalofríos.

-Tiene la varita de papá, ¿cierto?

-Así es-Asintió con pesar.

El silencio se instaló por unos cuantos minutos, parecía que madre e hijo compartían los mismos sentimientos y pensamientos caóticos.

-Lamento que tengas que pasar y atravesar todo esto, hijo. No lo mereces. No deberías estar en esta situación. Perdóname.-Dijo su madre y eso lo golpeó fuertemente.

La observó. Lucía tan débil, frágil y cansada. Su voz se corto. Aquella luz y aire de distinción que poseía antes había desaparecido.

Al igual que la suya.

Las lágrimas comenzaron a agolparse en sus ojos.

-No tienes que disculparte, mamá, por favor.-Intentaba mantenerse fuerte por y para ella.

-No sé cómo pude permitir que te hayan marcado de esa forma y cambiado tu vida-Se refería claramente a la marca de Voldemort. La marca tenebrosa.-Que hayan destruido todas tus cosas, yo...

-¿Cissy?-Al oír esa voz la sangre se helo en ambos.

Draco escuchó como su madre tragaba saliva.

-¿Qué haces aquí? Creí estarías descansando, ya que es notable que necesitas eso con urgencia y los momentos que se te presentan debes aprovecharlos al máximo.

Era una perra.

-Tenía que hacerle hincapié a Draco en que practicara de forma constante encantamientos y hechizos. Sospecho que pronto se requerirán y debe estar preparado.-Manejó y encubrió la situación muy bien.

-¿En serio? Tu no me mentirías, ¿o si, querida hermana?-Ella se acercó a ambos.

-No-Contestó a secas.

-Pronto tendremos unas cuantas visitas en la mansión y tu, Draco, vas a ser el principal encargado en vigilarlos.

-¿Visitas?-Habló por primera vez desde que ella había entrado.

-Así es. Nuestro querido señor nos ha ordenado capturar a ciertas personas. Debemos mantenerlas aquí y alguien debe estar al pendiente de ellos. Ese serás tu.

-¿Capturar? ¿A quienes?-Narcissa se interesó. Ella no lo sabía.

-Ya se enteraran cuando los vean. Esperemos todo salga de maravilla. ¿Quién sabe? Quizá próximamente la visita que tendremos por aquí en el calabozo sea esa sangre sucia de Granger y sus amiguitos.

Bellatrix guiño el ojo directo a Draco. Él uso todas sus fuerzas para no ir tras ella. Apretó sus dientes. Con un tono de voz chillón les deseo las buenas noches y salió del cuarto. Su madre lo miró por unos momentos preocupada.

No permitiría que tocaran a Hermione Granger y pedía a quien fuera que jamás llegara a pisar la Mansión Malfoy.

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¡Gracias por leer! 💚

Ale 💚🐍

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