"Por favor no te disculpes. Tu no."
Maratón: 3/3
Con este capítulo concluye el maratón. Espero lo hayas gozado tanto como yo escribiéndolo.
Siempre me encuentro agradecida con tu apoyo incondicional. Gracias por estar aquí y formar parte de mi familia. 💖💫
No podía ser su Hermione. Porque él no era justo con ella, su comportamiento reflejado hacia la chica era inaceptable e inflexible. No quedaba un mínimo rastro del antiguo Draco.
Ahora no tenía ningún derecho de reclamarla. El camino de su relación parecía perdido, no tenía pies ni cabeza. Ya tampoco sabía si ese descanso seguía en pie o había claudicado para terminar por completo.
Pero lo menos que tenían en ese instante ellos dos era una relación. Y si la tenían, estaba hecha trizas.
La chica bajó las escaleras sin esperar respuesta del rubio. Presurosa, intentó escabullirse de él, pero fracasó. Draco le pisaba los talones y en un tiro de suerte, la tomó de la muñeca, reteniéndola.
-No te irás esta vez.-Dijo con seguridad.
-Creo que sería lo justo después de haberme abandonado incontables veces ya. ¿No crees?-Le echó en cara con amargura sin mirarlo al rostro.
Draco la jaló sin ejercer presión, provocando que diera media vuelta para terminar frente a frente. Hermione continúa furiosa, altanera y tenaz. Por su parte el Slytherin poseía un semblante frustrado, irritado y confundido. Todo mezclado. Ambos eran una bomba de emociones y sentimientos dañinos.
No cruzó mirada con él, mantenía sus ojos entretenidos en cualquier parte menos en su cara. Estaba inmensamente enojada con Draco.
-Tenemos que hablar.-Dijo y la voz del chico le provocó escalofríos. Era tan gélida y circunspecta.
-Yo no tengo nada que hablar contigo. Suéltame.-No accedería, no más. Intentó librarse de su agarre.
-Hermione, por favor. Solo quiero charlar.-Comenzaba a perder la paciencia, ella lo supo.
Bueno, la castaña se encontraba igual.
-Lo siento, no tengo ánimos.
-Hermione.-La llamó, conteniéndose a explotar.
-Suéltame. Hablo en serio, Malfoy.-Lo ignoró olímpicamente.
-No me llames, Malfoy.
-¡Suéltame entonces!-Exclamó contundente de ira mirándolo al fin, sus ojos derramaban harto coraje.
Poco a poco, la mano del chico se aflojó lo suficiente para que Hermione quedara libre. Bajó unos cuantos escalones y sostuvo su mirada impresionada, realmente había quedado atónito por como le había gritado.
-Dime, ¿a qué viniste?-Preguntó, su tono cambió radicalmente a uno más calmado.-Tu estabas en el club.
El silencio reinó entre ellos dos. Hermione agachó la cabeza con aire irónico y amargo, sonrió sin gracia alguna para volver a observar a Draco.
-¿Fue por Cormac?
Por segunda ocasión, el silencio parecía apoderarse de Draco Malfoy. La castaña le concedió 10 segundos más, esperando a que respondiera, pero no sucedió tal cosa. Soltó una risa ligera y totalmente muerta.
-¿Eso era lo que tenías que hablar?-Alzó ambas cejas y formó una línea con sus labios.-Gran charla.
Negando con la cabeza, desilusionada y sin esperar algo diferente de Draco Malfoy, retomó su camino por las escaleras. Cuando terminó, vago por los pasillos desiertos para regresar a donde nunca tuvo que haber salido.
-No he terminado, Granger.-Vaya, al parecer su voz le fue devuelta.
-Parecía que sí.-Cruzó sus brazos, deteniéndose en seco.
-¿Puedes mirarme por un jodido momento?-Pidió con clara desesperación.
Fue su turno de permanecer callada y estática. Sin realizar movimiento o emitir palabra.
-Por favor, date vuelta y mírame a los ojos, Hermione.-Insistió, controlando su cólera.
No quería hacer eso, así fuera algo tan sencillo como mirar a alguien a la cara, para ella era una condena. Porque se conocía, era débil. Si lo veía a los ojos, se dejaría llevar por ellos y sucumbiría a su perdición, el enojo se evaporaría para dejarse llevar por la nostalgia y melancolía hasta rogarle a Draco que todo volviera a ser como antes. No necesita hacer tal humillación, no después de que él la dejó plantada en la torre de astronomía y encima, le gritoneo la tarde siguiente. Aún guardaba respeto por sí misma.
-¡Maldita sea, Hermione! ¿Es mucho pedir que me mires directamente a la cara?-Subió la voz dejándose llevar por una lluvia torrencial de negatividad.
Perdiendo el control, giró sobre sus talones para encararlo, justo lo que él le estaba pidiendo. Sus ojos se aguaron sin remedio mientras su rostro se deformaba por la rabia.
-¡Sí! ¡Sí, lo es Draco!-Gritó, estallando.-¡¿Te digo por qué?! ¡Porque eres tan especial y significativo para mí a pesar de todo que con solo ver esos ojos grises yo me resquebrajo y la empatía puede conmigo. Las ganas de abrazarte me llenan y lo único que hago es pedirte que vuelvas a ser el mismo!
Terminó, percatándose que las lágrimas cubrían su cara, sentía un furor violento que la agitaba sobremanera. El corazón le palpitaba tan fuerte y rápido que creía se saldría de su pecho. De nueva cuenta dejo caer su cabeza, olvidando la firmeza y fortaleza. El sentimiento que se apoderaba de ella era algo indescriptible que no le deseaba a ninguna persona. Era como si un ancla la hundiera con una lentitud increíble directo al océano sin posibilidad de retorno.
Los pies de Draco se acercaron a ella. Detuvo su andar a unos milímetros, la presencia del chico se sentía mucho más próxima.
Apenas percibió el roce de su mano en la mejilla, dio un brinco.
-No me toques.-Alejó su rostro del tacto ajeno, cerrando los ojos.
-Hermione...-Se oía inseguro.
-No.
No abrió sus ojos, los mantuvo cerrados evitando ver la realidad porque resultaba tremendamente desgarradora.
-Lo siento.-Se disculpo con ella, atreviéndose a tomar ambos cachetes entre sus manos y subir la mirada.
Abrió los ojos, encontrando su rostro tan cercano al suyo. Inmediatamente quitó las manos blanquecinas del rubio.
-No deseo tener contacto físico contigo, Draco.-Manifestó.
-Linda...-Siseó sin obedecer a sus palabras.
-Te lo advierto, Draco.-Vuelta un energúmeno, sacó la varita de su bolsillo y apuntó al chico que abrió en grande los ojos.-Te juro que si me vuelves a tocar...
-¡Deténganse!-Bramo la voz perteneciente a una chica saliendo de su escondite.
Los dos giraron sus cabezas directo a Astoria Greengass.
-Astoria...-Balbuceó Granger, bajando su varita.
-¿Qué haces aquí?-Preguntó su amigo siguiendo con la mirada a la recién llegada que se colocó al lado de Hermione.
-Pase por el lugar y escuché sus gritos. Les recomiendo sean mas discretos, pudieron ser descubiertos, chicos.-Ella se cruzó de brazos.-¿Acaso querían herirse el uno al otro?
-Para nada.-Contestaron al unísono, cuales niños pequeños.
-Hermione, ¿por qué rayos apuntabas a Draco?
La castaña observó su varita en mano, la consciencia regresó a ella y las nubes que se esforzaron por cubrirla estaban desapareciendo. En cuanto analizó lo que pudo haber hecho, la culpabilidad atravesó todo su cuerpo. ¿Qué estaba pensando? ¿En serio quería dañar a Draco? El enojo la sobrepaso y no se molestó en medir sus actos impetuosos. Miró a sus pies, sintiéndose estúpida.
-No pensaba con claridad.-Susurró intentando que su voz no se quebrara como un cristal sensible. Levantó la vista, fijando sus ojos en Draco.-No quería...
Encogió los hombros, la voz le había fallado hasta evaporarse, el temblor se instaló en su cuerpo. Se sintió pequeña, menuda y culpable. Las lágrimas recorrieron su rostro en perfecto orden hasta caer al suelo.
Al presenciarla de esa manera, tan rota e indefensa, Draco no dudo en llegar hasta ella, no obstante, Astoria lo detuvo con una señal, la chica pasó sus manos por los hombros de la leona que quería ocultar a toda costa el estado tan patético que estaba poniendo.
-Tranquilo, Draco. Déjame llevármela, estará bien.-Afirmó Astoria con seriedad.-Mientras tanto encárgate de ti mismo.
Hermione apenas escuchaba lo que decía la Slytherin, solo necesitaba tomar aire fresco y estar sola para desahogarse con total libertad. Astoria comenzó a guiarla por el castillo, la castaña no ponía atención a donde se dirigían, estaba desolada y aturdida. Después de un rato, se detuvieron. La brisa refrescó su rostro y por fin supo donde estaban: en los jardines. El frío se sentía pero era soportable, aún en brazos de Astoria ambas se sentaron sobre una banca.
-¿Te encuentras mejor?-Ella retiró los brazos de sus hombros y la miró.-Hace unos minutos que ya no te siento temblar.
Quiso hablar, pero la voz se quedo atorada en su garganta en un nudo incómodo. Asintió en respuesta.
-¿Tienes frío? Porque si es así podemos ir a otro lugar.-Hermione negó con la cabeza, quería permanecer allí.-Muy bien.
Astoria no dijo más, el entorno se rodeo de silencio y eso tranquilizó mucho a la castaña. Esa noche el cielo se veía tan azul adornado por algunas estrellas y la luna esta vez, en cuarto menguante, parecía que alguien le hubiera dado una gran mordida.
-Es pacífico, ¿cierto?-Habló Greengass.-La noche es preciosa hoy.
Hermione desvió su vista del cielo nocturno para posarla en la compañera al lado suyo que admiraba lo mismo que ella con una sonrisa resplandeciente y ojos desbordantes de brillo.
-Astoria, ¿por qué me trajiste aquí?-Se atrevió a preguntar en voz baja.
-Para que pudieras calmarte. Se con seguridad que la noche se encarga de eso.-Le regaló una linda sonrisa.
-Yo... Te agradezco en verdad, Astoria, pero; no tienes porque hacer esto.
-¿Qué cosa?-Su expresión se tornó confundida.-No estoy haciendo nada, Hermione.
-Claro que si.-Desvió la mirada.-Soportarme.
-Hermione, nadie te esta soportando. No insinúes que eres una molestia para mi porque no lo eres.-Aclaró con severidad la castaña.
-Perdona.-Junto ambas manos en un gesto de aprensión.
-Estás distinta de la ultima vez que te vi.-Comentó la chica a su lado.
Hermione rio desganadamente.
-No me he sentido yo últimamente.-Confesó por primera vez a alguien de carne y hueso.
Se recargo sobre el respaldo de la banca un poco descuidada. Raramente, no había casi sonidos alrededor. Todo era tan sinuoso y sublime que Hermione anhelaba estar en las mismas condiciones.
-No está mal sentirse así. Desconocerse a sí mismo.-Después de un rato, Astoria retomó la plática.-Así que no te angusties por eso. Tarde o temprano te encontrarás de nuevo a ti misma.
-Eso espero.-Murmuró sin fe.
-Sé que Draco ha actuado como idiota.-Soltó de pronto Astoria.
-¿También lo notas?-El viento soplo con más fuerza moviendo las hojas de esos grandes árboles que formaban parte del pintoresco jardín.
-Hermione, todos en Slytherin se percatan del cambio en Draco. Es inevitable no darse cuenta. Repentinamente dejó de lado su actitud coqueta y soberbia para volverse en un tipo apresurado con ojeras que pareciera huir de algo todo el tiempo.
Hermione recordó la imagen que Draco proyectaba, aunque no dejaba de lado su elegancia, simplemente no la lucia igual. La lucidez en él había desaparecido al igual que ese rayo de galantería.
-¿Y tu sabes el porqué de eso, Astoria?
Greengass se tomó unos minutos para contestar, sus manos reposaban en el borde de la banca.
-Hermione, si tu no sabes absolutamente nada, considerando que Draco te cuenta todo a ti, no hay esperanzas para mi.-Respondió y la ilusión que se creó Granger se liquidó.
La Gryffindor creía que al menos Astoria sabría algo, mínimo, pero podría estar enterada de los asuntos de Draco.
¿En qué se encontraba metido que se lo guardaba con tanto empeño a sí mismo?
-"Es un mortifago, Hermione."-Harry apareció en su mente, azotándola.
Si no obtenía respuestas a la brevedad, iniciaría a sospechar de eso. Aún se negaba a creer que Draco estuviera involucrado en ese mundo siniestro e infame. Su familia, el señor Malfoy, Bellatrix e inclusive su madre podrían estar envueltos ahí, pero no Draco. ¿Para qué lo necesitaría alguien como Voldemort? No tenía sentido, era por esa razón que Hermione se negaba aquella especulación.
-No se que ha pasado entre tú y Draco.-Astoria la sacó de sus pensamientos.-Pero quisiera pedirte una cosa y aclararte otra.
-¿Qué?-El interés creció dentro de ella.
Por suerte, al menos se encontraba más relajada, ya no había lágrimas ni agitaciones. El pulso volvió a la normalidad, aunque el sentimiento devorador y la sensación de ahogamiento e incertidumbre continuaban ahí. Era como una plaga imposible de exterminar.
-Draco tendrá sus razones para actuar como lo hace. Tal vez no sea lo apropiado ni lo correcto. De antemano se que no mereces el trato que te esté dando.-Dijo.-Por ello quiero pedirte que no lo abandones. No lo dejes a la deriva. Ahora más que nunca necesita apoyo y más de tu parte.
-Astoria, ¿qué crees que he estado haciendo? Justo por no abandonarlo he recibido su trato tan indiferente. Él no quiere ayuda.-Cabizbaja contempló la fina línea de nieve que cubría a medias el césped.-Comienzo a pensar que no me quiere más en su vida, pero luego me sale con su actitud enamoradiza y arremete con palabras y besos, es ahí donde me descoloca. No sé a que está jugando y no quiero jugar más. No deseo ser su jugadora.
-Si algo se con certeza es que lo menos que quiere es alejarte de su vida.
-¿Te lo ha dicho? ¿Has oído que eso salga de su boca?
-Sí.-Asintió. Notaba cómo Hermione estaba verdaderamente afectada por Draco.
-Entonces, ¿por qué su comportamiento? Te juro que no comprendo y no quiero llegar al extremo de creer lo mismo que mis amigos de él.
-¿Qué cosa?
Paulatinamente, pequeños copos de nieve caían del cielo, acompañando fielmente a las ráfagas de viento.
-Que Draco Malfoy es un mortifago.-Su corazón se removió al pronunciar algo tan nefasto como eso.
No volteó a ver el semblante de Astoria, pero si lo hubiera hecho, se habría dado cuenta del sobresalto que dio al escuchar aquello. Hermione no podía sospechar nada relacionado a ese tema.
-Tus amigos deliran, Hermione. Draco no podría ser un mortifago.-Negó tal acusación.-Puede que se encuentre así por todo lo que sucedió con su familia. Tu sabes...
Hermione analizó sus palabras, quizá Astoria tuviera razón, desde que el padre de Draco terminó en Azkaban, su hijo se deprimió, debía tomar en cuenta que no se entero de lo que pudo haber pasado con su madre en las vacaciones.
La pregunta giraba en... ¿Por qué no le contó la situación? A partir del primer día, Malfoy se mostró cerrado y distante.
-Dudo que Draco lo sea. Yo confío en que no.
Que equivocada y errónea estaba... Tan cegada por el amor que sentía por él que no llegaba a imaginar lo que atraviesa el rubio de ojos atormentados y grisáceo opaco.
-Nunca supe hasta ahora cuán unida me he vuelto a Draco. Siempre pasábamos la mayor parte del día juntos, independientemente si éramos o no pareja. Hoy es como si el lazo estuviera a punto de romperse. Como si me lo hubieran arrebatado.
-Tengo entendido que se tomaron un descanso, ¿no? Incluso hable contigo de ello.
-Así es, se supone que continuamos en un "descanso"-Imitó un gesto de comillas con sus dedos.-Pero, las cosas cambiaron y lo menos que hace Draco es buscarme, lo hago yo y la cosa termina peor.
-Significa que si lo buscas es porque lo quieres, ¿no?-Astoria la observó a la cara.
-Si no lo quisiera no me tuviera sufriendo de esta manera, Astoria.
-Es que cuando te encontré con él te vi tan frenética. Tus ojos derramaban tanta ira que me hizo dudar.-Susurró.
-Lo sé, lo sé. Algo me poseyó, no era yo, estaba iracunda con él por todo lo sucedido. Admito que no se merecía que le amenazara.-Sorbió su nariz, en su espalda comenzaba a sentir el frio y los copos de nieve con más potencia.
-Deberíamos entrar ya. Es tarde.-La castaña se puso de pie.
-Me he perdido la reunión del club.-Recordó haciendo lo mismo que la chica Greengass.
-Tranquila, Draco también lo hizo.-Dijo risueña mientras ambas caminaban de vuelta al castillo.
Las chicas anduvieron en silencio hasta estar de nueva cuenta entre los pasillos iluminados de Hogwarts. Sus pasos eran lo único que provocaba un eco alrededor.
-Astoria, tengo que preguntarte algo.-Se detuvo para verla detenidamente.
-¿Si?
-¿Por qué me hiciste compañía a mi y no a Draco?-Esa pregunta daba vueltas por su mente desde hace un rato.-Después de todo, él es tu mejor amigo.
-La necesitabas mas que él, créeme, además; conozco a Draco, querría estar solo.-Sonrió.-Siempre es bueno charlar contigo, eres una chica genial Hermione y por eso Draco es un maldito afortunado.
-Astoria...-Estaba a punto de demostrarle lo agradecida que estaba por regalarle su tiempo y brindarle apoyo.
-¡Hermione!
Ella y Astoria voltearon a su derecha al mismo tiempo. Harry se aproximaba a las chicas, Greengass miró a Granger y volvió a sonreírle.
-Nos veremos luego, Hermione.-Puso la mano en su hombro como despedida y la castaña se fue de ahí antes de que Harry llegara.
-Harry.-Lo recorrió extrañada, creyó que estaría en los dormitorios o con Slughorn.
-¿Estabas hablando con Greengass?-Al menos en su voz no se percibía molestia.
-Fue más un saludo que una platica, me pregunto algo sobre las asignaturas y le respondí.-Mintió, claramente no le diría la verdad.
-¿Donde estabas? Slughorn se quedó con la idea de que saliste de ahí porque estabas agobiada.-Cuando Astoria Greengass desapareció del campo de visión de Harry, miró a Hermione.
-¿De veras? Oh no, claro que no fue por esa razón, tendré que aclararlo lo mas pronto posible.-No quería que el profesor se llevara una idea equivocada.-Creí que estarías con él.
-Bueno, no tuvimos una conversación larga.-Pasó la mano por su nuca.-¿Qué hay de ti? ¿Te perdiste por ahí con Cormac?-Alzó la ceja con cara graciosa.
-¡No digas tonterias!-Lo golpeó levemente haciéndolo reír. Negó con la cabeza, eso era ridículo.-Él fue a la enfermería, ¿recuerdas?
-Cierto. Minutos después salió Malfoy también, ¿no lo viste pasar por aquí?
-¿Comenzarás con tu obsesión?-Las manos reposaron en sus caderas.
-No es obsesión. Quiero descubrir lo que hace, Hermione.-Dijo, emprendiendo camino a la sala común.-Pasa todo el tiempo en la sala de menesteres.
-En este momento debió de comenzar su patrulla con Ron.-Miró su reloj de muñeca, rara vez usaba aquel reloj.
-¿Sería bueno visitar unos minutos a Ron?-Sugirió Harry, elevando las cejas.
Era una pésima idea, Potter evidentemente sólo quería ir para examinar a Draco, sin embargo, no tenía sentido ni coherencia esa sugerencia, además, Hermione no tenía ganas encontrarse con él después de lo sucedido, mucho menos con sus amigos frente a ellos.
Desde luego, hablaría con Draco para al menos disculparse debidamente por su comportamiento pero hoy no era el momento adecuado.
-Ni se te ocurra, Harry.
***
Cargaba con una suerte pésima, era mejor estar enterrado mil metros bajo tierra. No bastaba con el encuentro tan desastroso con Hermione, sino que ahora mismo estaba viéndole la maldita cara a Ronald Weasley a causa de sus deberes como prefecto.
Los lunes nunca habían sido peor.
Él estaba recargado en la pared con los brazos cruzados y gesto indiferente, varita en mano por simple costumbre, trataba de ignorar al máximo a Ron para evitar cualquier acercamiento. Los minutos transcurrían en lo que parecía una espera incesante y demandante.
Su mente lo vio como un perfecto estado para comenzar a torturarle con las encomiendas que estaba obligado a realizar y que de cierta forma Hermione Granger estaba atravesada en eso. Ese era el mayor de sus problemas. No le gustaba en absoluto herirla, sin embargo, cada vez se convencía más de que era algo necesario para protegerla, asimismo, cada día que pasaba se sentía con menos determinación y convicción para lograr apartarla.
No se atrevía a romper el lazo que los mantenía unidos tan íntimamente desde hace años. Sería como destrozarse a sí mismo.
-¡Hey! Vuelve a tu sala común de inmediato.-La voz irritante perteneciente a su compañero de guardia lo sacó del ensimismamiento.
Draco sin mover su cuerpo, visualizó a Astoria Greengass avanzar directo a ellos.
-Relajate, Weasley.-Detuvo sus pasos cuando llegó a medio del pasillo.-Allá me dirijo.
Sonrió como una chica digna de la casa de Slytherin. Llevó una mano a la cadera.
-Suerte, Draco.-Deseó palmeando su hombro.
-Aguarda un minuto.-Sostuvo su muñeca.
-Malfoy, no creas que por ser tu amiga no debe obedecer las reglas.-Farfullo entre dientes.
-Solo le haré una pregunta, extrovertido.-Gruñó.-Además, tu estuviste días pasados en la guardia de la chica Granger, así que relaja tu maldita autoridad. No te creas tanto.-Soltó con rencor guardado y enfocó nuevamente sus ojos en la castaña.-¿Todo está bien?
-Por supuesto, Draco.-Respondió, conservando su sonrisa.-Nos veremos en la sala común, si es que no me quedo dormida.
Con una risita carismática se fue de ahí, emprendiendo camino a la sala de las serpientes.
La curiosidad carcomia cada célula de su cuerpo. Anhelaba por preguntarle que había sucedido entre ella y Hermione, pero sobre todo por el estado de la leona. La imagen de ella esa noche lo debilitaba sobremanera. No podía negar que Granger lo había sorprendido con su actitud y aquella amenaza tan mordaz, pero, era aceptable y comprensible. Él le brindó un trato pésimo, Hermione solamente se desahogo frente suyo.
A pesar de ello, Draco no quería provocar esos sentimientos en la joven. Antes él le sacaba sonrisas y carcajadas a morir, actualmente, era el responsable de sus lágrimas amargas y esas crisis emocionales.
Mordió su labio con rabia. Odiandose inmensamente. No paraba de sentir las miradas discretas de Weasley sobre él con fervor. Claramente, el chico intentaba ser sigiloso y disimular, pero fracasaba estrepitosamente. Hasta que se harto de eso, fue que giró la cabeza exasperado en su dirección.
-¿Qué es lo que tanto me miras?-Sonaba tan ruin y despiadado. Carecía de ese tono burlón y jocoso que solía utilizar cuando se dirigía a ellos.
-Nada.-Se encogió de hombros sin inmutarse un poco por el tono de voz o la mirada del rubio.-Te examinó porque me cuesta creer que alguien como tú, renunciara al puesto de capitán de tu equipo.
-Ya veo...-Cerró los ojos, creando una sonrisa cínica en sus labios.-No es cosa que te incumba, Weasley.
-Claro que no.-Negó con un movimiento de cabeza paulatino.-Las razones para hacerlo debieron ser... ¿Cómo se dice? Severas.
Apretó sus puños, ese maldito estaba intentado hacerlo enojar, de eso no había duda, no obstante, Draco no le concederia ese privilegio; no caería en su juego a mandato de Harry Potter. Sabía muy bien que el cuatro ojos no le quitaba el ojo de encima, ese tal Potter necesitaba saber que escondía. ¿Y que mejor que su amigo Ron Weasley para obtener una pista?
Lástima que no se la daría.
En cambio, escondiendo perfectamente su odio como un experto en artes marciales, ensancho su sonrisa aún más.
-Veo que usas terminaciones más eruditas.-Se rio perversamente en un acto de burla.-Asi no pareces el pobre tonto que eres comadreja.
-No te atrevas a insultarme, maldito hurón.-Dijo con el ceño fruncido.
-No te metas en mis asuntos.-Ladeo su sonrisa, transmitía un aire despreocupado, aunque por dentro deseaba envenenar a Ronald.
Un momento...
Una idea efímera le había caído del cielo, precisamente gracias a ese mediocre que tenía a unos metros. Para poder asesinar a Dumbledore podría envenenarlo. Fácilmente adultaria una botella de aguardiente y la dejaría de forma anónima a uno de los profesores para que éste se encargara de llevársela al director.
No sonaba tan descabellado, aquello tenía luz de resultar. Se pondría manos a la obra mañana mismo. Por mucho que se lamentara lo que tenía que hacer, estaba obligado, no tenía opción. No tenía el valor de imaginarse lo que haría Voldemort si él no lograba cumplir sus órdenes.
De sólo pensarlo un escalofrío recorrió todo su cuerpo en una especie de descarga.
-Tranquilo. Eres muy evidente, Malfoy.
-¿Qué?-Por más que no quería prestarle atención, fallaba en el proceso.
Llegó el turno de Ronald para soltar unas cuantas carcajadas que desconcertaron al rubio. No comenzaba a agradarle su maldito juego y no jugaría a nada en absoluto con él.
-Puedes engañar a tus estúpidos compañeros de Slytherin, pero no a mi. A nosotros.-Dijo, con una sonrisa socarrona.
-¿Nosotros?-Elevó una ceja.
-Hermione, Harry y yo, claro.
Al escuchar el nombre de ella su sangre se heló. Draco se había encargado de confundir su memoria y hacerla un rompecabezas, ¿acaso la castaña sospecharia de lo que hacía?
-Te diré algo, Weasley.-Interiormente, moría de nervios e inició a sudar frío, pero para fingir y aparentar que se encontraba de maravilla era un experto.-Si descubro a algunos de ustedes tres siguiendome, las pagará caro.
No necesitaba al trío de oro detrás suyo, en especial a San Potter, que ya había atrapado una que otra vez observándolo con interés palpable.
-¿Es muy malo lo que ocultas?-Su voz se oía retadora, pero tan fastidiosa al oído de Draco.
-Me importa un diantre lo que ustedes crean. No me interesan en lo más mínimo.-Escupió.-Mejor, realiza bien tu patrulla, comadreja.
-Tu no me das órdenes, hurón.-Le dio la espalda.
Las ganas de lanzarle un encantamiento lo desbordaron completamente, tuvo que abstenerse. Conservó la compostura en esa misma posición y decidió ignorar por lo que restaba de su guardia al estúpido amigo de Hermione. Era un tipo insufrible. No lo toleraba ni en pintura. Cada que lo veía, una ira lo recorría entero, aún más al verlo con la leona, ya sea riendo o charlando animadamente.
Y últimamente esos dos pasaban más tiempo juntos de lo normal... Le dolía admitirlo pero él lo notaba, notaba ese brillo que se formaba en los ojos azules de Weasley cuando estaba al lado de ella, es el mismo brillo que destellaban sus cuencas platinadas al ver a Hermione.
Era un indicio claro y objetivo que no le agradaba ni una pizca. Solo con verlo sentía náuseas.
Lamentablemente, no podía hacer nada, ni siquiera tenía una relación sólida con Hermione para reclamar algo, ella misma se lo dijo a la cara con rudeza. Y era cierto, tan cierto que quemaba como brasa viva.
Le dedicó una mirada de muerte para voltear en otra dirección y así, desviar su atención del pelirrojo.
Las horas pasaban sin ninguna anomalía o novedad. La atmósfera entre ellos dos continuaba tensa pero en silencio rotundo. Draco caminaba de un pasillo a otro con su varita encendida para alumbrar y Ron por igual. Detuvo sus pasos para bostezar. El cansancio se estaba presentado, esperaba poder dormir tranquilamente.
Frotó sus ojos para eliminar esas lágrimas que se formaban en ellos después del bostezo. Subió la varita nuevamente para seguir con su patrulla, en ese instante, escuchó un ronroneo.
Frunció el entrecejo y agudó la oreja para percibir mejor el sonido. Quizá habría sido su imaginación, sin embargo, un maullido le demostró lo contrario. Giro para ver al Gryffindor que parecía haber escuchado lo mismo.
Otro maullido.
Draco se dirigió directo a donde provenía el ruido, gracias al Lumos distinguió a un gato que parecía una bola de pelos despampanante. El animal estaba frente a él, observándolo. Era el gato de Hermione: Crookshanks.
Ron corrió hasta llegar a su lado, bajó la mirada y se percató de la mascota de su amiga.
-¿Qué hace esa cosa aquí?-Se mostró a la defensiva al verlo.
-¿Cómo demonios lo puedo saber yo, calabaza?-Rodó los ojos.
-Este maldito gato del demonio siempre se escabulle.
Draco veía más comúnmente ahora a Crookshank que antes, al gato se le daba por vagar cerca de su ubicación, lo que no sabía era el porqué. La mascota se acercó a Malfoy, olfateandolo para luego rozar su peludo cuerpo contra su pantalón del uniforme mientras ronroneaba.
Reaccionando rápido, se alejó de Crookshank, lo terminaría desenmascarando frente a su peor enemigo.
-Hermione debería ver esto. Si viera lo que hace su gato creería que es el mismo Satanás.-Miraba con repulsión a esa bola de pelos tan tierna.-Hasta él fraterniza con el enemigo.
Mientras más se alejaba, el gato persistía y no se quedaba quieto, perseguía a Malfoy. Claro que él le guardaba mucho cariño a la mascota de su chica, pero no era el momento adecuado para demostrarlo, Crookshank debería entenderlo. Maldita sea.
-¡Hey!-Ron le gritó al gato.-Vuelve con Hermione, ¿quieres?
Crookshank se detuvo por fin, dio vuelta moviendo su cola en pequeños remolinos, miró detenemidamente al pelirrojo y gruñó.
-Vete a la sala común. Ya.-Ordenó Ronald sin retractarse.
Draco se burló al presenciar la escena.
-Hasta un gato te ignora, Ronald.
-Tu no te metas en esto, idiota. Claro, seguramente se llevaron bien porque son tan para cual.
-No me compares con la mascota de esa...-Buscaba un insulto por decir, algo hiriente, pero ninguno salia de su boca. Ya no tenía agallas para insultarla como antes. Le costaba el cielo. ¿Cómo podía soltar blasfemias a la chica que tanto quería así como así?
-Si te atreves a insultarla te las verás conmigo.-Formó puños con las manos.
-Por favor.-Compuso una expresión de superioridad.-Ni con el gato de tu preciada amiga santurrona puedes, menos conmigo.
-Solo eres un fanfarrón soberbio. Estás tan vacío por dentro que lo único que te queda es idolatrarte de pequeñeces sin importancia.-Dijo, manteniendo la serenidad pero visiblemente a punto de explotar.
Lo dejó perplejo ante sus mediocres palabras... Eso, eso no era cierto. Ese Weasley no podría imaginarse que su amiga Hermione Granger era el mundo para él, que gracias a ella no era un chico vacío. Quiso reírse en su cara y restregarselo para que aprendiera a guardar silencio, desafortunadamente, no podía hacer tal cosa.
-Lo que sucede, Weasley; es que eres un envidioso.-Cruzó los brazos sobre su pecho.
-Créeme que no tengo nada que envidiarte.-Puso énfasis en la palabra nada.
-Ni siquiera tienes éxito mintiendo.-Rio cruelmente.
-No miento, Malfoy. Obviamente no poseo tus riquezas que no te serán eternas, pero yo tengo una familia que me ama y amigos que valen la pena, a diferencia tuya, tu padre está en Azkaban por ser un traidor repugnante, tu solo tienes personas sin personalidad propia que andan detrás de tus espaldas.-Sonrió.-Pongamos las cosas en la balanza para ver que vale más.
La vena de su cuello y frente se marcaron por el enojo que experimentaba cada parte de su ser. Inesperadamente ese chico pelirrojo había tocado una fibra sensible en el rubio. Con eso no se jugaba. ¡Ese imbécil no tenía idea de lo que hablaba! No conocía su mundo, no tenía derecho a opinar una mierda sobre su familia.
Sin contenerse ni apaciguarse, apuntó su varita directo a su cuerpo y lanzó sin parar un hechizo tras otro, sus ojos escupian ira letal al igual que la expresión del rostro. Ron fue bueno y evitó, a base de reflejos varios hechizos de su contrincante, sacó su varita y fue repeliendolos uno a uno.
Su muñeca se movía sin tomar descanso y de manera frenética. Las luces del hechizo volaban tan deprisa que apenas el color se percibía. Pronto, él no era el único que lanzaba hechizos, Ron también había puesto manos a la obra.
Tuvo que moverse a otro lado para evitar que un encantamiento le tocara. Lo repelio sin dejar de lanzar hechizos tan fugaz como se lo permitiera.
Se olvidaron de su patrulla y de que eran prefectos encargados de promover un ambiente ético y respetuoso, de ser jóvenes maduros que se podían tolerar a pesar de sus inmensas diferencias.
Un gruñido de Ron se escuchó por el pasillo, uno de los hechizos de Malfoy le había rozado el brazo, volandole un pedazo de su túnica, dejando la carne al rojo vivo. El rubio sonrió .
-Si vuelves a decir una palabra sobre mi familia te juro que te mataré.-Advirtió como si de una sentencia de muerte se tratara.
No se detuvo ahí, continuó con sus ataques. Ron estuvo a punto de caer, pero recobró el equilibrio y en un hábil movimiento lanzo otro encantamiento.
Draco no alcanzó a repeler, sucedió como si alguien lo empujara con una fuerza desmedida. Se estrelló fuertemente con toda la velocidad que llevaba sobre una de las paredes del castillo, dejando grandes grietas en ésta. Cayó al piso tosiendo un poco.
-¡Me las pagarás, imbécil!-Su voz no era propia de él. Pareciera que un monstruo lo hubiera poseído.
Antes de que pasara cualquier otra cosa, Crookshank de quien se había olvidado Draco, saltó al cabello de Ron, encajando sus uñas con ferocidad. Los alaridos y quejidos del chico no tardaron en aparecer al igual que los movimientos desesperados.
-¡¡Bajate!! ¡Quítate de encima, bestia del infierno!-Luchaba para quitárselo de encima.
La varita del pelirrojo terminó en el suelo, rodando unos cuantos centímetros. Draco se puso de pie, sintiendo un dolor en la pierna y cabeza. Juntó su varita y volvió a apuntar a Ron, era una oportunidad perfecta para lanzarle un solo encantamiento más, tal vez un maleficio...
-¡¡Señor Malfoy, Señor Weasley!! ¡Detenganse ahora mismo!
El rubio abrió los ojos sorprendido por la aparición de McGonagall, vestida igual que siempre y con un semblante verdaderamente severa y tenebrosa. Apuntó al gato de Hermione que levito unos instantes hasta terminar sobre el suelo, a los pocos segundos el animal terminó dormido, totalmente calmado.
-¡¡Ambos a mi oficina!! ¡Ya!
La mala suerte era la única compañía que parecía tener. Con furia contenida, dedicándole una mirada fulminante a Weasley, obedeció a regañadientes a la mujer.
(...)
-¡¡Me niego!! Prefiero lavar los malditos baños a hacer algo así. ¡Es humillante!-Protestó Draco a las dos figuras de autoridad delante suyo.
-¡Tampoco haré tal estupidez! ¡Es ridículo!-Se quejó el pelirrojo.
-¡¡Silencio!! Si continúan con esa actitud altanera los reportare con sus padres y suspendere por lo que resta de clases antes de vacaciones.-Amenazó McGonagall.
-Pero, profesora McGonagall creí que era un colegio serio. ¡Este castigo es patético!-Pisoteo el piso con fuerza.
-Draco.-El profesor Snape le miró tratando de decirle que debía cerrar la boca.
-Debe de haber otro castigo.-Dijo Ron, apoyando sus palmas sobre el escritorio de la profesora.
-El castigo ha quedado puesto y lo cumplirán mañana a primera hora durante el desayuno, sin peros.-El aura y expresión que transmitía McGonagall era realmente similar a Hermione cuando se enojaba seriamente.
-Pero...-Quiso diferir el rubio.
-Draco, la decisión se ha tomado. Estoy de acuerdo con la profesora McGonagall así que deben cumplirlo si no quieren que las cosas agraven.
-Pueden retirarse.-Indicó la mujer sin una gota de su común tono amable.
Malfoy se fue hecho una furia de ahí.
Que humillación tan ruin y miserable tendría que pasar mañana.
***
-¡No puedo creerlo!-El grito de Parvati Patil despertó a Hermione de su sueño.
Con pesadez abrió los ojos poco a poco, con la somnolencia encima se incorporó aún con las sábanas a mitad de su cuerpo. Rasco su cabello enmarañado.
-¿Qué sucede, Parvati?-Lavender preguntó con voz soñolienta desde su cama.
-¿Por qué carajos gritan tanto? Quiero dormir otros 20 minutos antes de bajar.-Gruñó molesta Ginny, sumergiéndose en las sábanas.
-¡¡Son Ron y Draco!!-Informó conmocionada.
Eso la hizo abrir los ojos completamente.
-¿Dijiste Ron?-De inmediato, Lavender se sentó en la cama y quitó su terrorífico antifaz del rostro.
-¡Sí, sí! Ronald Weasley y Draco Malfoy.-Parvati se giro directo a Hermione.-Deberías venir a ver esto.
-¿Porqué sólo ella? Deberíamos ir todas.-Lavender salió de la cama como un rayo para ir al cuarto de baño.
Hermione todavía confundida y adormilada, se puso de pie para vestirse con el uniforme y arreglarse su cabello lo más rápido que pudo, realizó todo aquello sin dejar de recibir apuros por parte de Pavarti y Lavender.
Después de 13 minutos bajaron las cuatro chicas, Ginny al lado de Hermione siendo guiadas por Patil. Iban a paso rápido y gracias a ello la castaña casi tropieza con las escaleras.
-¿A dónde vamos?-Habló por primera vez Hermione desde que se levantó. Su voz estaba un poco ronca.
-Sucede en el pasillo antes de entrar al gran comedor.-Respondió sobre su hombro la morena.
Ginny y Hermione cruzaron miradas confusas sin dejar de caminar. Unos pasos más y a lo lejos se podía ver una multitud de personas con uniformes amontonados en un círculo rodeando algo que parecía valia la pena ver. La leona frunció el ceño. Se acercaron más hasta estar cerca de la bolita llena de gente.
-A esto me refería.-Dijo Pavarti.
Las cuatro chicas se abrieron paso entre los cuerpos logrando llegar al frente del círculo. Lo que encontró le quito el sueño que le quedaba a Hermione. Creyó que su boca se había abierto tanto que terminó hasta el suelo. Sus ojos se abrieron en grande con incredulidad.
Draco Malfoy y Ron Weasley estaba sentados uno al lado del otro, sin mirarse a la cara pero tomados de las manos.
Era como si dichas manos estuvieran pegadas y por nada del mundo pudieran separarse.
-No lo puedo creer.-Balbuceo Ginny igual de sorprendida que todos alrededor.
-¿Ron que hace allí?-Cuestionó Lavender sin parpadear.
A Hermione no le salían las palabras, se quedaban agolpadas en su boca. Esa escena era inaudita. ¿No seguiría durmiendo?
Los dos chicos se notaban bastante avergonzados, tan abochornados que Draco mantenía su mano disponible sobre su cara, expresando cuán humillado y patético se sentía mientras que Ronald con la cabeza gacha pegada a su brazo.
-Ron.-Murmuró a causa del simple asombro.
El susodicho levantó la cabeza y posó su vista en Hermione.
-Matame.-Suplicó.
Salió del estupor y comenzó a dar unos cuantos pasos cerca de ellos, saliendo por completo del círculo que lo conformaba personas de todas las casas, incluidos Slytherin's que no se podían creer la escena tan impactante.
-¿Qué diantres...?-No supo formular su pregunta, a pesar de que podía moverse continuaba en shock.
-Todo fue por culpa de este imbécil.-Respondió con ira, jalando su mano ligada a la blanquecina de Draco.
Era en vano el movimiento, la unión no parecía ceder ni un poco.
-¡¿Mi culpa, estúpida comadreja?! ¡Si mantuvieras tu boca cerrada no estaríamos en esta horrenda situación!-Draco se miraba sobresaltado y con ojeras terribles, inclusive más marcadas que anoche.
-¡¡Yo no fui el que comenzó a lanzar hechizos a diestra y siniestra!!
-¿Qué?
-Así como lo escuchas este rubio desabrido es un maldito loco que quiso herirme.-Forcejeo en su lugar sin obtener resultados.
-¡Tu te creías muy hablador y valiente, ¿no?!-A diferencia del pelirrojo, él no se movía.-¡Deja de moverte como un loco, no se podrá despegar hasta que McGonagall quiera!
-Explicame que fue lo que sucedió.-Le habló a Ron.
-¡Hermione!-La chica volteo para ver a Harry acceder hasta el círculo.
-Por Merlín.-Siseo el de lentes, mirando a los chicos.
-Lo que faltaba, la extraordinaria presencia de San Potter.-Dijo Malfoy con desdén.
-¿Qué diablos, Ronald?
-¿Qué sucedió para que terminarán así?-Cuestionó Ginny.
-Tu hermano abre la boca cuando no debería.-Contestó con veneno el rubio.
-Será mejor que...
-¡Estudiantes!-La voz autoritaria y los pasos de la profesora McGonagall se aproximaban por el largo pasillo. Todo el círculo fijó la vista en ella.-El horario de clases iniciará pronto, les recomiendo que vayan tomando camino. Ya no hay nada que ver aquí.
Sin chistar, todos obedecieron su encomienda, rápidamente el lugar se desalojo, quedando solo Hermione, Harry, Ginny y por supuesto, Draco y Ronald.
-Creo que han tenido suficiente.-Realizó un movimiento ágil de varita y las manos de los jóvenes se despegaron al instante.-Vayan a clases ahora y si sucede otro inconveniente como el de anoche, señor Weasley será expulsado del equipo de quidditch. En cuanto a usted, señor Malfoy, desertara cómo prefecto y tendrá que tomar una serie de castigos conmigo.
Los dos asintieron de mala gana. McGonagall volvió a decirles que fueran a sus clase correspondientes y se fue de ahí. Ron miró con un odio profundo al rubio y se acercó a sus amigos.
-Quiero darme una ducha, tener su mano junto a la mía me provocó náuseas.-Comentó con repulsión el pelirrojo.
El trío de oro camino hasta el gran comedor, Hermione miró atrás para ver cómo Draco se alejaba en dirección opuesta a ellos. Sus ojos despidieron un brillo renuente y fugaz para regresar su vista al frente.
(...)
Estaban en su última clase, la cual era Pociones, compartida con Ravenclaw. Los chicos se encontraban sentados en una de las mesas del medio. La clase estaba por terminar, Hermione se dedicaba a escribir apuntes y Harry y Ron cuchicheaban entre ellos.
-¿No soltó algo que nos diera una pista entonces?-Preguntó Harry.
-No, todo lo que me dijo lo sabes ya.
-De cualquier forma, no me engaña.
-Chicos, ¿podrían prestar atención a la clase?-Dejó la pluma sobre la mesa un poco desesperada a causa de sus susurros.
-Pero ya se terminó.
-Faltan cinco minutos, además el maestro continúa hablando.
-Esto es más interesante.-Murmuró, Ron.
-No piensen pedirme ayuda con los deberes.-Retomó su apunte.
-En realidad, pensaba darme una vuelta por allá en ese momento, ¿sabes? Si tan solo no hubiera obedecido a Hermione.
-Hey, no me culpes a mi.-Al escuchar eso no pudo evitar entrometerse en la conversación.-Sabes que fue lo mejor.
-Hermione, podríamos haber visto su pelea.
-Ah, por cierto Hermione, ten los ojos pegados a ese gato del demonio, apareció anoche en la guardia y no miento al decirte que se mostró cariñoso con Draco. Esa criatura es un peligro.
-¿Cariñoso?-Harry frunció el ceño.
-Así es, puedo decirte que lo quiere mas a él que a mi.
-Ron, nunca has tratado bien a Crookshanks.-Se cruzó de brazos.-Y el que ande por los pasillos es parte de su naturaleza, no puede estar todo el día encerrado en los dormitorios o la sala común.
-¡Me atacó! Te juro que parecía como si ese animal hubiera querido defender a ese idiota.
Hermione trago saliva.
-¡La clase ha terminado, pueden retirarse!-Los despidió el profesor con una sonrisa.
Los estudiantes salían uno tras otro. Hermione recordó en ese momento que tenía que ofrecerle una disculpa a Slughorn por salir de la sesión y jamás volver.
-Ahora regreso.-Dijo la castaña, sus amigos se detuvieron en la puerta de salida.
Ella se dirigió hasta el hombre mayor que estaba de espaldas acomodando unas cuantas cosas.
-Profesor Slughorn.-Lo llamó, tímida.
-Señorita Granger, ¿que se le ofrece?-Se dio la vuelta.
-Quisiera disculparme por mi ausencia en lo que restaba de la sesión de ayer, le juro que iba a volver pero surgió un problema con mi mascota y tuve que atenderlo. Lo siento mucho.-Inventó cualquier excusa para disfrazar la realidad.
-Oh, ya veo. Creí que se había aburrido.-Rio un poco.-Muy bien, señorita Granger, no hay ningún problema. Agradezco que me aclarara las cosas. Nos veremos en la fiesta de Navidad.
-Claro, hasta luego profesor.-Sonrió y salió del aula.
Sostuvo los libros entre sus manos, Ron y Harry estaban esperándola recargados en la pared fuera del salón.
-Listo.
-¿Cena de Navidad?-Se interesó Weasley.
-Oh, cierto. Slughorn piensa hacer una fiesta por Navidad, dijo que podríamos invitar a alguien.-Informó, mirándolo de reojo.
-Supongo que Invitaras a Cormac.
Su comentario la dejó confundida. ¿Invitar a Cormac McLaggen? ¿A qué venía eso?
Recordando ese nombre, ni siquiera sabía cómo estaba él después de lo acontecido, al menos esperaba que no se encontrara tan mal.
-No, claro que no.-Negó.-En realidad, pensaba invitarte a ti.
-¿A mi?-Giró su cabeza para verla fijamente, asombrado.
-Sí.
Ron no le quito la mirada de encima y Hermione tuvo que mantener sus ojos apartados del chico y atentos al camino, no quería enlazar mirada porque no sabía lo que sucedería con ello... Los ojos azulados del pelirrojo podían llegar a ser bastante poderosos. Harry escuchaba a ambos pero venía más consumido por ese dichoso libro que por la charla entre sus amigos.
-¿Quisieras acompañarme?-Se atrevió a preguntarle, sintiendo dentro de sí una incomodidad abrasadora.
Ron abrió la boca para responder, pero alguien fue más rápido que él.
-¡Ron, Ron, Ron!-Lavender lo llamaba como si estuviera a millas de distancia.
Hermione apretó con más fuerza sus libros al escucharla.
Los tres se detuvieron y sólo Ron giro sobre sus talones para verla.
-Hola, Lavender. ¿Qué sucede?
-Bueno, escuché en el gran comedor hace unas horas que ibas a entrenar para el partido que tienes dentro de poco. ¿Quería preguntarte si podría acompañarte?-Su comportamiento era una boberia.
-Oh, bueno... Si, esta bien.-Accedió sin mucha seguridad.
-¡Muchas gracias!-Un poco más y brinca de la felicidad.
La rubia tuvo el atrevimiento de tomar la mano de Ron con ímpetu, esto impresionó al chico que miró a sus dos amigos.
-Los veo en unas horas.-Sonrió cómo forma de disculpa.
-Bien.-Respondió Harry.
-Claro. Adiós.-Hermione levantó su mano para moverla de un lado a otro percibiendo como el fuego crecía dentro de ella.
Los dos corrieron lejos de ahí directo al campo de quidditch y esas manos no se soltaban por nada. La castaña gruñó y dio vuelta para continuar su camino.
-Hermione, ¿quieres venir conmigo a la biblioteca? Tengo que hacer unos deberes.-Invitó el azabache.
Estaba a punto de aceptar puesto que ella también tenía cosas por hacer, sin embargo, notó por el rabillo del ojo el cabello rubio que era imposible no saber a quien pertenecía.
-Lo siento, Harry, tengo que ir a la sala común para arreglar algo en el dormitorio, pero te veo más tarde.-Armó una pequeña sonrisa.
-De acuerdo.-Harry le despeino el cabello sonriente y después emprendió camino a la biblioteca.
-Espero hagas tus deberes y no te encierres en ese libro.-Le gritó cuando estaba unos metros más lejos.
-Sí, sí.
Hasta que Harry quedó fuera de vista, movió sus pies para seguir el camino por donde vio a Draco. Llegó al final del pasillo y giró a la derecha. Aceleró el paso, segundos después tuvo éxito ya que visualizó a Malfoy cerca. Corrió la distancia faltante pero se detuvo cuando su apellido salió de los labios del chico.
-Granger.-No supo descifrar sus sentimientos a través de su voz.
-Hola.-Retrocedió un paso de forma inconsciente y unió sus manos.
-Creí que estarías con tus amiguitos.
-Yo... Quería hablar contigo.-Dijo, mirando su espalda cubierta de negro.
-Creo que no me equivoco al recordar que tu dijiste que no había nada de que hablar.-Se mostró a la defensiva.
No lo podía culpar, era cierto.
-Por favor.-Agregó. Se quedó sin opciones para decir algo más.
Paso un minuto donde el silencio se instaló, Hermione agachó la cabeza comenzando a pensar que no aceptaría su invitación.
-De acuerdo.
Aceptó. Él accedió a mantener una charla con ella después de tener varios intentos fallidos. Cortó la distancia entre ellos y lo tomó de la mano.
-¿Qué haces?-Se sobresalto más de lo que creyó.
-Vamos.
Sin soltarlo, corrió llevando a Draco detrás suyo hasta la torre de astronomía, sin olvidarse de ser precavida. El Slytherin la seguía a tropicones mientras intentaba por primera vez, leer los pensamientos de Hermione Granger.
La chica veía aquella charla como una oportunidad para aclarar las cosas de una vez por todas y volver a tener un control sobre sí misma. Saber que sucedía entre los dos. Por ello, corría a toda prisa. El rubio no sabía con exactitud qué esperar, cualquier cosa podría suceder, creía en ello, sin embargo, había aceptado charlar porque era consciente que le debía una disculpa directa y sincera a Hermione por gritonearle al día siguiente de haberla plantado.
No obstante, la angustia estaba enloqueciendolo ya que Hermione tomó la muñeca de su brazo izquierdo donde esa marca tenebrosa se manifestaba limpiamente unos centímetros más arriba. El intento de entrar a su mente no estaba siendo exitoso gracias a esa preocupación.
-Hermione.
-¿Si?-No se detuvo, faltaba poco para llegar.
Lanzó un suspiro antes de preguntar lo siguiente:
-¿Crees que sea buena idea mantener una charla?
Estaban ya en lo alto de la Torre, los pies de Hermione bajaron de velocidad hasta detenerse, el agarre se debilitó, pero nunca se soltó.
-¿Qué quieres decir con eso?
-Nuestras charlas no terminan muy bien que digamos.
-¿Temes a que te haga algo, Draco?-El temblor y debilidad recorrió su voz.
-¡No, claro que no!-Hermione lo interrumpió.
-Si lo dices por lo que hice ayer...-Sintió como Malfoy apretó su mano.
-No pienses precipitadamente, Granger. El único que hace daño aqui, soy yo.-Dijo bastante serio.
-No me has lastimado...-Susurró.
-Emocionalmente, si, Hermione.-La chica no podía verlo fijamente, por ello aún continuaba delante suyo.-Por eso no culpo tu comportamiento conmigo.
-De cualquier forma, no es justificación para tratarte así.
-Hermione...
-Lo siento. Lo siento mucho, Draco.
El rubio fue acercandola poco a poco a su cuerpo, ella no se resistió. Terminaron en un abrazo, Hermione escondía su rostro en el cuello del chico, evitando con todas sus fuerzas llorar como se había vuelto costumbre.
-Por favor no te disculpes. Tu no.-Le habló al oído.
-¿Por qué?-Pudo articular.
-No has hecho nada malo, Hermione.
Junto fuerzas y alzó su rostro para encontrarse con la mirada gélida de Malfoy.
-¿Qué estamos haciendo, Draco?-Sorbio su nariz.-¿Que está pasando entre nosotros?
Enseguida, ella sintió como él cuerpo de Draco se puso rígido y tenso.
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