"No soy tu Hermione."
Maratón: 2/3
Nada me hace más feliz que escribir y más aún si es para alguien tan especial como tu. 🥺💚
Espero estés teniendo un día genial. Disfruta la lectura. ✨💕
Solamente se quedó ahí, pasmado, odiándose a sí mismo. Quería exterminarse.
¿Por qué carajos le había gritado de esa forma?
¿Por qué ella sólo estaba desahogándose?
¿Por qué estaba diciendo miles de verdades?
Estaba en todo su derecho de haber explotado contra él. Era completamente normal. No se esperaba otra cosa. Inclusive se merecía una cachetada como la de tercer año.
Pero tenía que arruinarlo, tenía que descontrolarse y gritarle como un animal feroz directo a la cara. Eso no tenía perdón, Hermione no lo merecía.
Y él no tuvo el suficiente coraje ni la fuerza para ir tras ella.
Tal vez era mejor así. En realidad, así debió ser siempre. Hermione tenía que alejarse de él. No era el indicado para la chica, no debía pertenecer a su vida, se la estaba arruinando. Al verla así, se dio cuenta que era su culpa el estado en el que se encuentra. Hermione comenzaba a derrumbarse y quebrarse, a causa suya.
Se suponía que tenía que cortar todo encuentro y palabra con la castaña desde el primer día de sexto año, desde que comenzó su tortura, pero no lo podía lograr, era un fracaso horripilante.
Llevó sus manos sobre sus ojos, sentía un ardor iracundo que era el mismo que viajaba por todo su ser y alma. Quemándolo vivo.
-¡Maldita sea! ¡¡Maldita sea!!-Jaló su cabello sin consideración.
El monte que cargaba sobre su espalda estaba ganándole, sabía que no podría resistirlo y era cuestión de tiempo que cayera para aplastarlo.
Draco sólo quería disculparse con ella por haberla dejado plantada anoche en la torre de Astronomía, tan solo imaginarla sola sentada mirando las estrellas y descubriendo que él ya no iría, le destrozaba el corazón. Si no se hubiera desmayado claro que habría estado ahí, habría llegado y quizá todo eso no estuviera pasando.
Pero las cosas no eran como quería.
Su cabeza no dejaba de dolerle como si un martillo estuviera arremetiendo con golpes en su cráneo. Sentía un malestar en el estómago desde que despertó pero estaba creciendo, las náuseas se presentaron incomodándolo al máximo.
Se sentía enfermo. Y para colmo, hoy le tocaba patrulla con Ronald Weasley.
Tomó lo primero que su mano tocó dentro de ese diminuto lugar que había encontrado, y lo lanzó con furia, era una bola de cristal un tanto pequeña que terminó en añicos al estrellarse contra la pared.
Miro a su alrededor tomando la perilla y saliendo de ahí. Suspiró para emprender rumbo a la sala de menesteres, necesitaba seguir practicando. Aprovecharía el día restante después de no haber asistido a ninguna clase puesto que había despertado hace una hora sobre su cama, lo ultimo que él recordaba era que estaba en su sala común con Theo y Astoria presentes para luego caer desmayado. Seguramente su amigo lo levito hasta dejarlo sobre el colchón. Después de haber despertado tomo una ducha para eliminar todo lo del día anterior.
Pasaron alrededor de 5 minutos, Draco había llegado frente a la sala, iba a realizar lo que se necesitaba para que pudiera entrar, se concentró y cerró los ojos.
-¡Draco, Draco!-Lo llamaban detrás suyo.
Astoria llegó pronto a su lado, jadeando quizá porque estaba corriendo. Cuando se recompuso lo miró inquieta.
-¿Qué haces fuera de la cama, Draco? Tienes que seguir descansando.
-Astoria estoy bien.
-Claro que no lo estás, tengo que llevarte con Madame Pomfrey para que te haga un chequeo.-Tomó a su amigo del brazo.
-Te dije que estoy bien.-Se libro de sus manos, negándose a ir con Greengass.
-No, Draco. No lo estas, deja de ser tan testarudo. Vendrás conmigo, esas clases te están destruyendo.-Ella en serio estaba preocupada por él.-Primero esta tu salud, antes que cualquier cosa, Malfoy.
Tomó a la chica de la muñeca e ingresaron a la sala de menesteres, en el típico lugar donde Draco pasaba la mayoría de horas cada día de la semana. Cerró la puerta y soltó a Astoria.
-No, no, no, Astoria. Primero esta él, ¿no lo entiendes?-Desde un principio su voz sonaba abrumada y sus ojos por igual.-No importa como esté, no importa, tengo que continuar con esto.
-Draco si no estas bien no habrá nada que continuar después.-Insistió con un tono de compasión.
No quería mas compasión de parte de las personas.
-Astoria, ¿no comprendes?-Ladeo la cabeza, cansado.-Tengo muchas cosas por hacer, debo cumplir con las malditas tareas que él me ordeno que hiciera, si no lo hago...-Su voz se convirtió en un delgado hilo que se esfumó.
-Lo sé, lo sé... Pero me angustia tu estado.-Admitió.
-Créeme que es lo menos que me preocupa ahora, Astoria. Tengo preocupaciones con mayor prioridad.-A base de largas zancadas llegó hasta el armario evanescente cubierto con un grueso edredón con polvo visible.-No puedo lograr que este maldito armario funcione, no logro aprender Oclumancia en esas estúpidas clases del infierno con Snape, he fallado en los intentos que he realizado para acabar con... Dumbledore, ni siquiera se me ocurre otra cosa para eso porque por mucho que me parezca un viejo fanfarrón no llego ni a odiarlo. Hablamos de asesinarlo y... lo veo lejos de mi alcance. ¡Soy un maldito fracaso! ¡No he conseguido progresar ni hacer nada bien!-Se dejó caer en una silla cercana vieja de madera roída-Mientras tanto, seguramente ese imbécil del señor tenebroso debe estar torturando a mi madre todas las noches, no he sabido nada de mi padre porque aún sigue preso en Azkaban.-Su corazón comenzaba a bombear con mas prisa, se estaba alterando sobremanera.-¡Y la única chica que me provocaba felicidad y esperanza la estoy perdiendo! ¡¿Cómo me atreví a gritarle de esa manera?!
Terminó, su boca pedía agua. Posiciono su dedo gordo e índice entre ambas sienes y bajo la mirada, no había palabras exactas para describir como se sentía Draco Malfoy en estos instantes, pero roto era la más cercana a su realidad.
-¿Le gritaste a Hermione?-No estaba juzgándolo ni regañándolo, su pregunta sonó más bien indefensa.
-Fui un completo idiota con ella, le grité que cerrara la boca solo porque no paraba de echarme en cara mi comportamiento cuando tiene toda la razón. Desde que inició el año escolar he tenido cambios radicales con Hermione, desde ser un patán indiferente hasta besarla con necesidad y abrazarla.-Masajeó sus sienes.-Tengo que cortar todo contacto con ella para que no se enteré de nada y no arrastrarla en todo esto y tampoco eso he podido lograr. ¡Soy un inútil, Astoria!
-No eres inútil, Draco Malfoy. Eres un ser humano.-La chica tomó asiento en otra silla cercana a su amigo.
Draco guardó silencio, tener a Astoria de compañía le permitía saber que además de Hermione, tiene al menos una persona como apoyo.
-Entiendo que no la estés pasando bien y tienes muchas responsabilidades encima, sientes que debes sacrificar tu relación con Hermione por su bien. No te llevaré la contraria en nada de eso. Pero quiero que sepas que no estás solo, si necesitas algo estaré ahí, Draco.-Suspiró y su amigo notó como se tensaba.-No sé si en las vacaciones de Navidad a mi hermana y a mi nos pongan la marca.
Sintió un escalofrío cruzar por todo su cuerpo rígido.
-Por ello es que me provoca temor ver como la nieve cae cada vez más.-Dijo Astoria, mirando fijamente sus manos entrelazadas sobre su regazo.
Draco pudo sentir el vigor y desazón en Astoria, sin duda a ella le aterraba imaginarse la marca sobre su antebrazo. ¿A quién no?
-¿Es doloroso?-Preguntó de la nada.
-Astoria...-No quería atosigarla con ese tema.
-Necesito saberlo, Draco.-Lo miró con ojos suplicantes y cristalinos, pidiendo la respuesta a su pregunta.
-Sí. Pero creo que es mayor la conmoción de pasar por algo así.
-¿Me dejarías verla?-Estaba presenciando una faceta de Astoria que nunca había visto. Era como una niña pequeña sumamente nerviosa pero mentalizada en que le insertarán una aguja. Sería maravilloso si se tratara de una simple inyección.
-No debería mostrártela.-Se puso de pie para ir hasta el armario y quitar el edredón.
-Quiero verla, Draco, por favor.
-¿Para qué?-Soltó el edredón y levantó una nube de polvo.-Créeme es mejor así.
Astoria se levantó y firme se aproximó a Malfoy, tomó su muñeca para levantar la manga de su camiseta blanca.
-¡Astoria!
-¡Por Salazar, Draco!-Llevó la mano directo a su boca, estupefacta.-¡¿Qué demonios te hiciste?!
Los daños de sus movimientos atroces aquel día mientras se duchaba seguían ahí, casi intactos, aunque parecía querer cicatrizar.
-Te lo advertí, Astoria. Suéltame ahora.
-¡Deja de auto lastimarte! Ayer tuve que curar tu mano después de que caíste rendido.-Sacó su varita de uno de los bolsillos, la apuntó a su marca.
-Astoria no te atrevas, yo lo hice porque prefiero millones de veces ver así mi brazo que la maldita marca entera.
Pero sus peticiones fueron ignoradas, Greengass hizo de oídos sordos e inmediatamente curo el antebrazo de Draco, su piel se volvió a unir por completo, eliminando cualquier rasguño y herida, ardio levemente por lo que el chico frunció el ceño. Al igual que los daños se repararon, con la marca ocurrió lo mismo.
En su piel blanquecina reposaba intacta aquellos tétricos trazos de una siniestra calavera con una serpiente endemoniada.
-¡Te dije que no hicieras nada, Astoria!-Atrajo la mano hacia su cuerpo con poco tacto.
-Después me lo agradecerás.-Guardó nuevamente su varita y puso las manos a cada lado de su cadera.-No puedo creer que llegues a hacer esas cosas, debes parar.
-Debo practicar.-Le dio la espalda y abrió las grandes puertas del armario.
-Solo quiero ayudarte.-Tocó su hombro detrás suyo.
El chico bajó los brazos a su costado y suspiró en silencio, su cabeza cayó derrotada hacia el piso para luego darse la vuelta y encarar a Astoria que permanecía con semblante preocupado.
-Te diría que te fueras y que no necesito ayuda alguna. Pero no lo mereces.-Hizo el intento de armar una sonrisa ladina, resultó a medias.
-Tampoco avellana se merecía ese trato.-Inquirió con énfasis.-Debes disculparte con ella.
-Claro que debo hacerlo. Solo que... No querrá escucharme, dudo que siquiera quiera verme.-Tocó su frente, agobiado.-No me sorprendería si me odiara ya.
-No exageres.-Astoria le otorgó un garnuchazo a su amigo que replicó segundos después.-Estará molesta pero puedes solucionarlo.
-No lo sé.-Acarició su frente, justo donde Greengass le había dado el golpe.-¿Y si no arreglo nada?
-¿Qué estupideces estás diciendo ahora, hurón?-Evidentemente, la chica no estaba de acuerdo con la idea de Draco.
-Quiero decir, he tratado de alejarla y no lo he conseguido, si tomo esto como punto de impulso...-Astoria lo interrumpió.
-No. ¡Claro que no! Es lo más tonto que te he oido decir desde que te conozco y vaya que de tu boca salen cosas estupidas.-Carraspeó.-Si haces tal cosa, entonces si que serás un patán.
-Pero Astoria sabes que es lo mejor para ella.-Dijo.
-Tu no decides eso.
***
Con el corazón ardiendo, al borde de la ruptura y los ojos llorosos tratando de contener las lágrimas llegó hasta el dormitorio donde arrojó a la cama todos los libros que traía consigo con una rabia devorante.
Su respiración estaba alterada, las exhalaciones resonaban por el cuarto circular abarrotado de camas para cada compañera de su curso. El semblante que poseía era una combinación de furor y frustración. Bruscamente limpió las lagrimas rebeldes que salieron de sus ojos y quiso gritar.
-Hermione.-De espaldas a ella, Ginny comenzaba a acercarse desde la entrada.
Tomandola desprevenida, con disimulo intentó calmarse y secó sus lagrimas.
-Ginny, ¿tus clases han terminado?-Se esforzó por sonar pacífica y amena.
-Sí, solo estaba con el equipo de quidditch. Harry avisó que habria partido dentro de 5 días.-Llegó a su lado.-Oye, ¿estás bien?
-Sip.-Asintió con una alegría fingida.
-Parece que estuviste llorando. Tus mejillas y nariz estan rojas.-Sus ojos recorrieron aquellas zonas mencionadas.
-Sera por el frío, recuerda que me provoca algunas alergias.
-¿Qué te pasa, Herms?-Ginny sabía que no era verdad.-Puedes confiar en mi.
-Es dificil de explicar.-Frotó su nariz delicadamente.
-¿Es respecto a Ron y Lavender?-Su amiga tomó con cariño sus manos.
Hermione levantó la cabeza mirándola impresionada.
-¿Ron y Lavender?-Frunció el ceño, confundida.
-Bueno, sé que Lavender no te agrada y verla como amiga de mi hermano puede que sea difícil...-No terminó su oración gracias a Hermione.
-No, no, es una locura. Para nada.-Claro que le desgradaba pero esa no era la razón de su agobio y llanto.
-¿Se debe a algo más?-La miró.-¿O a alguien?
-¿Por qué sientes que se debe a una persona, Ginny?-Preguntó, sentándose sobre su cama tendida.
-No creo que sea consecuencia de tus notas o deberes académicos.-Tomó asiento al lado suyo.-Vamos, puedes contarme. Soy tu amiga, Hermione.
-Lo sé. Gracias, Ginny.-Observó a la pelirroja que le regalaba una sonrisa confortable.-Únicamente creo que estoy muy sensible.
-Ambas sabemos que eso es mentira, Hermione.-Diablos, la conocía bien.-¿Qué te da tanto miedo de contar?
-N-no es miedo.-Fijó la vista en sus manos heladas.
-¡¡Hermioneeeeeee!!-Las dos chicas voltearon en dirección a la puerta cerrada.-¡Harry está aquí, vámonos a las tres escobas!
-Creo que debo irme, Ginny, además tu tienes una cita con Dean, ¿no es así?
-Sí, pero...
-¡Hermioneeeeeeeeee!-Ron continuaba detrás de la puerta.
-¡¡Ahora voy!!-Gritó.
-¡Ok! No te esponjes.-Dijo su amigo.
-Perdona, Ginny. Pero créeme, no es nada grave. Gracias por apoyarme.-Hermione la abrazó en forma de agradecimiento y se puso de pie.
Tenía que cambiar su uniforme rápidamente y al menos lavarse la cara para eliminar el rastro de lágrimas secas. Tardó 10 minutos y cuando terminó, Ginny ya no estaba en el dormitorio, seguramente ya habría salido con su novio directo a Hogsmeade o por allí. Se abrigo con una bufanda y un suéter, finalmente salió.
Bajó las escaleras, Harry estaba sentado en el sofá jugando con Crookshanks y Ron lo más alejado posible del gato.
-¿Aún le temes, Ron?-Se burló, metiendo sus manos en los bolsillo del suéter azul marino.
-Hasta que llegas, creíamos que no bajarías.
-Solo me demore diez minutos.-Rodó los ojos y fue a acariciar a su gato.
-Y no le temo. Lo odio, es una criatura de Salazar.-Dijo en su defensa el pelirrojo.
-Te molesta porque es más inteligente que tu.-Sonrió.
Ron iba a responderle, no obstante, Harry intervino y los tres salieron de la sala común.
Minutos más tarde, entraron a las tres escobas, sin duda, era más cálido que en el exterior. El frío ya se sentía en los cuerpos, algunos días más e incrementaría potencialmente. Hermione aún no sabía que haría en las vacaciones de Navidad. Tomó asiento en una silla y se quitó la bufanda y el suéter.
-Oh, Harry, el profesor Slughorn me dijo que te avisara que hoy habrá reunión en el club de las eminencias.-Informó.
-Muy bien. Así podré acercarme más a él. Tengo que sacarle información a petición de Dumbledore.
Una chica de cabello cobrizo se acercó para atenderlos, los tres pidieron exactamente lo mismo. En cuanto levantó el pedido, la joven se fue de ahí.
-Se acercan las vacaciones de Navidad y ustedes saben que siempre mi familia festeja estas fechas. Así que ambos están invitados.-Habló Ron.
-¿En serio no es molestia tenerme cada navidad todos los años, Ron?-Preguntó el azabache.
-Tonterías, Harry. Mi madre te quiere como otro hijo, me atrevo a decir que más que a sus propios hijos.-Sonrió con gracia.-Bueno, Harry claro que irá. ¿Y tu Hermione?
-¿Por qué no?-Aceptó con una sonrisa.
La pasaba bien con la familia Weasley, serviría para alejar toda las nubes grises que cubrían su cielo azul.
La chica volvió y dejó sobre la mesa las tres cervezas de mantequilla, Granger le dio las gracias y tomó un poco.
-Agh, que asco.-Comentó de pronto Ron.
Hermione confundida, miró en la dirección de su amigo y encontró el motivo de su disgusto. Ginny y Dean se besaban en una esquina del lugar.
-Solo se besan, Ron.
-Me quiero ir.-Se removió incómodo en su asiento.
-Es un beso, no seas histérico.
-Es mi hermana.
-¿Y qué?-Le restó importancia.-¿Si tu hermana te viera besándome esperarías que se levantará y se fuera?
Al salir esa pregunta, quedo consternada. ¿Qué rayos había dicho?
Disfrazó su confusión e incomodidad y bebió su cerveza de mantequilla sin detenerse mientras que Ron la observaba atónito, incrédulo a lo que había dicho. Harry continuaba muy callado.
Juraba que ni siquiera tenía esa frase en mente, solamente salió de su boca de golpe.
Sentía una ardua sed, no paro ni por un minuto de tomar su bebida. Comenzó a percibir un calor dentro suyo, sus mejillas se sonrojaron naturalmente. Bebió hasta el último sorbo y bajo el vaso nuevamente sin una gota.
Miraba para todos lados menos frente suyo, donde estaba Ron. La vergüenza estaba cubriendola. Desearía olvidar lo que dijo y tal vez no estuviera tan abochornada.
-Tienes... Ah...-El pelirrojo señaló el área debajo de la nariz.
Hermione se percató que tenía espuma por la cerveza de mantequilla, se limpió completamente.
-Estás muy callado, Harry.-Habló la castaña para romper la tensión que se había creado gracias a ella y Ron.
-Lo siento. Es solo que hoy y los demás capitanes del equipo de quidditch nos enteramos que Draco abandonó por completo su puesto.
De nuevo su nombre. De nuevo esa sensación colapsante y dolorosa.
-¿Hablas en serio?-Ron miró asombrado al de lentes.-Pero al fin se le otorgó el puesto de capitán.
-Exactamente, por ello me resulta más sospechoso. Draco jamás renunciaría a un puesto así de no ser porque algo más lo rebasa.
-¿Se dan cuenta que siempre que estamos aquí hablan de Malfoy como obsesionados?
Se llevó el tarro de cerveza de mantequilla a la boca, pero ya no quedaba nada. Se sintió estúpida y lo dejó nuevamente sobre la mesa.
-Vamos, Hermione. ¿No me digas que no te resulta sospechoso esto?-Harry la miró.
-Bueno, es extraño pero...
-Harry tiene razón, en verdad puede que Draco traiga algo entre manos. Es increíble que haya desperdiciado una oportunidad como esa, bien podría aprovecharlo a su favor y estar vanagloriandose de su posición, además de hacer todo lo posible para demostrarnos que su equipo es mejor.-Opinó el pelirrojo.
-Tal vez, sin embargo...-Por segunda vez, la importunaron los chicos.
-¿Por qué te cuesta tanto creer que es un mortifago, Hermione?-Cuestionó el azabache.
Ahora, sus amigos la observaban bastante interesados. Era como si quisieran leer su mente a través de su mirada.
-No tienes ninguna prueba eficiente y contundente para probar lo que dices, Harry. ¿Para que querría... Quién tú sabes a Draco?-Se encogió de hombros.
"¿Me quieres proteger de los mortifagos?"
Aquella frase proveniente de su propia voz retumbó en su mente como un sonoro tambor, apretó sus manos por debajo de la mesa.
Odiaba cuando eso le sucedía. Maldita sea.
-Es demasiado obvio para mí, Hermione. No necesitamos pruebas.-Respondió.-A mí perspectiva, él sólo se delata. ¿No se han dado cuenta?
-¿De qué?-Ron bebió un poco de su tarro.
-Desde que comenzó el curso Draco ha estado verdaderamente extraño. Siempre callado y camina a todos lados como si estuviera siendo perseguido, con mucha prisa. Snape está con él más de lo acostumbrado, y si prestan atención ni siquiera nos ha fastidiado. ¿Eso no es prueba suficiente para sospechar, Hermione?
Entonces Harry también lo notaba...
-Sí. Se que no nos ha molestado pero tal vez se deba a la situación que atravesó su familia, ya sabes, después de lo sucedido en quinto año su padre terminó en Azkaban.
-¿Estás compadeciendolo?-Ron palidecio.
-¡Claro que no! Solo doy una razón por la cual pueda encontrarse así.
-Ayer en la noche lo encontré cerca de las mazmorras.-Soltó Harry.
-¿A qué horas?-La pregunta salió de su boca sin controlarlo.
-Cuando salía del despacho de Dumbledore, tu estabas en patrulla con Parkinson.-Asi que Draco vagaba por el castillo... ¿Por qué no se reunió con ella? La abandonó en la fría y desolada noche, para que tan sólo al día siguiente recibiera un grito de su parte. Era degradante y doloroso.-Malfoy se dio cuenta que lo observaba, no lo pude ver muy bien, él comenzó a caminar dándome la espalda. Lo único que percibí fue su cansancio.
¿Cansado? Hermione llevaba semanas viendo a Draco en mal estado, sin su esencia caracterizandolo, en realidad, desde principio de sexto año y seguía sin saber los motivos.
¿Y si las ideas de Harry no eran tan ajenas a la realidad? Su amigo sólo tenía una corazonada, pero muchas ocasiones habían sido acertadas. Un escalofrío recorrió su cuerpo y no era a causa del frío.
-Hoy tengo patrulla justo con él. Le echaré un ojo.-Comentó Weasley.
-¿Te toca con Draco?-Hermione subió la mirada directo a Ron.
-Sí. Los lunes no podrían ser peores.-Renego, bebiendo más de su cerveza de mantequilla.
-A partir de mañana comienzan las prácticas para el partido que viene.-Avisó Harry a su amigo.
Harry y Ron se sumergieron en una conversación acerca del quidditch. Hermione no prestó la mínima atención a ello. Últimamente cuando no mantenía su mente ocupada, ésta se encargaba de atormentarla con temas que no le aportaban ningún bien. Tenía inmensas ganas de preguntarle a Ron si había hecho... Algo con Parkinson, pensar en eso solo le provocaba un malestar interior horrendo.
¿En qué momento la ruta de su felicidad se desvío? De un instante a otro se apagó. Parecía que lo único que la cubría ahora era una oscuridad infalible y nefasta. Solo habían cosas malas. ¿En qué momento?
La alegría y plenitud carecía, siendo sutilmente reemplazada por las ganas de llorar y una furia desmedida. Esa no era ella. Extrañaba a la Hermione de antes, ¿cuándo fue que cambió tanto? ¿Dónde había dejado su sonrisa radiante y sus actitudes benévolas?
Se sentía terrible consigo misma, más allá de Draco o cualquier persona, ella era la principal responsable de todos los cambios que estaba experimentando.
-Hermione.-Oyó su nombre pero fue tremendamente lejano, como si la persona que la llamara estuviera a kilómetros de distancia.-¡Hermione!
Se encontró nuevamente en las tres escobas, con sus dos amigos de pie al lado de su silla. Lucian presurosos.
-¿Qué pasa?-Estaba confundida por el cambio drástico en los chicos.
-¿Estás bien?-Preguntó Ron antes que nada, posando su mano en el hombro de la chica.
Ella asintió.
-¿A dónde van? No han terminado su cerveza.
-Acabamos de ver a Ginny y Dean, parecían discutir. Mi hermana se veía realmente furiosa, queremos ir tras ellos para asegurarnos que ese idiota no le haga nada a Ginny.-Explicó lo más breve que pudo.-Vamos.
-Pero no creo que entrometernos sea lo más sensato, Ron.-Gritó al ver como el chico salía de las tres escobas.
Rápidamente tomó sus prendas y se las puso, dejó el dinero correspondiente a su bebida en la mesa para salir de allí. Se ajustó bien la bufanda mientras lograba alcanzar a los dos.
-¡Chicos! No deberíamos hacer esto.-Dijo.
-Hermione, es mi hermana y si ese idiota le hace algo...-Señaló con furia a un Dean que cada vez se alejaba más de ellos.
-Entiendo. Lo sé, Ron y comprendo que estés preocupado, Harry.-Ella vio al azabache, en sus ojos se percibía algo que ella conocía y ya había experimentado con otra persona. Harry Potter gustaba de Ginny Weasley.-Sin embargo, no podemos entrometernos en sus asuntos. Son pareja y eso se resuelve de dos.
-Pero, Hermione...-Protestaron al unísono.
-Chicos, Ginny es lo suficientemente capaz para resolver sus problemas sola. No es tonta, y si sabe que Dean no le conviene pronto lo dejara.-Tomó a los chicos por los hombros. Les dedicó una sonrisa agradable que transmitía seguridad.-Confíen en mi, ¿sí?
Ambos lo pensaron unos segundos, pero terminaron accediendo. Ron bufó.
-Vamos de vuelta al castillo. Traje un suéter ligero y el frío no tiene piedad.
Al menos la mitad del transcurso se fueron en la misma posición. Hermione sintió una pizca de alegría y nostalgia, pero obtuvo lo que deseaba: compañía de sus amigos. Sonrió, después se adelantó unos cuantos pasos abrazando su cuerpo debido al frío. Se estaba formando una ventisca pequeña que calaba hasta los huesos.
-¿Oíste lo que Hermione dijo allá sobre besarnos?-Le comentó a Harry.-Eso fue realmente extraño.
-Lo oí. Para mí fue inesperado.
-¿No te parece que ha estado rara estos días?-Le preguntó el pelirrojo en un susurró.
Hermione no escuchaba nada de su charla, debido a que no estaba junto a ellos y se moría de frío.
-Sí. La verdad es que sí. No parece la misma Hermione de siempre.-Contestó Harry mirando a su amiga.
-¿No te preocupa?-Ron hizo lo mismo.-Porque a mi si.
-Desde luego, es nuestra mejor amiga. ¿Qué crees que la tenga así?-Harry posó sus ojos verdes en Ron.
-No tengo idea. Nunca ha sido muy abierta con nosotros.
Harry no dijo más, él pensaba que el comportamiento de Hermione era a causa de la amistad prematura entre Ron y Lavender, pero no estaba del todo seguro.
Los dos alcanzaron a la chica y la abrazaron para brindarle calor. Hermione en primera instancia se sorprendió por eso, pero luego sonrió y profundamente lo agradeció. Fue así, que llegaron al castillo.
El resto de la tarde, los tres pasaron la mayoría del tiempo juntos. Hermione les ayudó con sus deberes hasta que los terminaron y Harry se dignó a no sacar su preciado ibro al menos en esa ocasión. Bromearon y comieron como solían hacerlo hace tiempo. Incluso por unas horas Neville se les unió y pasaron un gran rato. La chica se rodeó de sonrisas y carcajadas que le levantaron el ánimo que tenía por los suelos desde hace semanas. Era lo que necesitaba su cuerpo y alma.
Parecía realmente una eternidad desde que gozaban de esos momentos.
Hermione reía de una ocurrencia de Ron que fue complementada con un chiste de Harry. De tantas risas sus mejillas le dolían.
-Oye Hermione, dijiste que teníamos hoy reunión con Slughorn, ¿no?
-¡Cierto! Lo había olvidado-Se incorporó del sillón y visualizó la hora. Solo faltaban 5 minutos para la 6:00.
-Tenemos que irnos.-Dijo Harry, levantándose.
Hermione armó un puchero.
-Preferiría quedarme aquí.-Lamentó, imitando la acción de Harry.
-Lástima por ustedes.-Se mofo el pelirrojo que continuaba sentado en el sillón.-Aún me quedan unas horas para comenzar con la guardia.
-Nos vemos más tarde, Ron.-Se despidió su amigo caminando hasta la puerta.
Antes de ir con Harry, Hermione miró un segundo al Weasley.
-No hagas tonterías mientras no estemos aquí, ¿de acuerdo?
-¿Qué podría hacer?
Hermione sonrió, le revolvió el cabello y con la mano se despidió. Conservando su sonrisa salió de la sala común en compañía de Harry. A paso rápido llegaron hasta con Slughorn justo a tiempo. El reloj marcaba las 6:00, al entrar al lugar la castaña reconoció a las mismas personas de la última vez, a excepción de pocas caras nuevas.
Al lado de Harry fue a buscar asiento, las únicas dos sillas afortunadamente juntas estaban vacías, esperando por ellos. Mientras caminaba, Hermione reparo en su presencia.
Al verlo sentado junto a Zabini Blaise, se quedó helada y su semblante se deformo sin poder hacer mucho para impedirlo. Tratando de lucir con normalidad, se sentó en el sitio correspondiente y despegó su mirada de Draco Malfoy.
Era irónico. Irónico y satírico.
Cuando anhelaba por verlo, las fuerzas del destino se ponían en contra suya para evitar cualquier encuentro a toda costa. Y cuando no deseaba verlo ni en pintura, de manera oportuna él está en la misma habitación que ella.
La felicidad que traía consigo desapareció.
***
No cabía duda, había sido una completa tontería aceptar la invitación de Horace Slughorn transmitida por Blaise Zabini hasta sus oídos.
Lo confirmó cuando divisó como Hermione lo miró al entrar acompañado de Harry Potter.
Su mirada quemaba cada parte de su cuerpo, no había forma de describir los sentimientos que atravesaban sus ojos avellanas. Draco mantuvo la cabeza en alto, sin embargo, no fijó sus ojos en la castaña que se sentó dos asientos después de él, aunque ella se encontrará frente al chico, realmente no quedaban en directo contacto visual.
Así sería menos complicado. Pero desde metros se podía observar que Hermione no estaba cómoda ahí y era debido al rubio. Claro que sólo eso él lo sabía..
-Buenas noches a todos. Bienvenidos nuevamente, es un placer vernos una vez más.-Con un encantador carisma, el profesor comenzó a saludar.-Esta noche se nos han unido unos cuantos integrantes más, lo cual es magnífico.
A pesar de la alegría que desprendía el profesor por su ridículo club, Draco no quería estar allí. Mientras presentaba a los nuevos participantes, se preguntó porqué había aceptado ir cuando ni siquiera le agradaba Slughorn.
¿Era para ver a Hermione? Claro que si. Justo por eso había aceptado, pero comenzaba a creer que fue una pésima idea. Ella no quería verlo, a diferencia de él y era totalmente entendible.
Fue un idiota, es un idiota.
-Y por último pero no menos importante el señor Draco Malfoy. Un chico distinguido por sus altas notas además de ser parte de una familia muy notable y reconocida en el mundo mágico.
Las palabras del profesor taladraron su oído y quiso asesinarlo. No era necesario aquellas distinciones estúpidas, con decir su nombre bastaba. La mayoría de miradas se centraron en él, las más penetrantes eran dueñas de Harry Potter y Hermione Granger.
Apenas comenzaba la velada y Draco ya quería retirarse.
-Muy bien, ya que han sido presentados. Es momento de cenar.-Sonrió el mayor e inmediatamente un festín en la mesa dio inicio.
Al mirar tanta comida se sintió asqueado. Draco comía poco en realidad y en los últimos días, el hambre no aparecía en su organismo.
-¿No piensas servirte nada?-Le preguntó su amigo al verlo distante únicamente mirando su plato vacío.
-No tengo apetito.-Contestó borde.
-Draco, debes comer algo.-Lo miró serio, bajando el tenedor.
-Comienzo a pensar que fue mala idea aceptar venir a este club de quinta.-Despreció con crueldad.-Me largo de aquí.
-Apenas ha empezado y ya te quieres ir. Estás equivocado, Draco. Aceptaste y ahora te jodes.-Susurró molesto el moreno.
-Blaise...-Su tono era amenazante al igual que su mirada, antes de poder decirle cualquier cosa, la autoridad en el lugar habló.
-Señor Malfoy, ¿no piensa cenar?-Maldito extrovertido.-Veo su plato sin comida. Está rico. ¿O prefiere el postre?
Su insistente amabilidad para iniciar una conversación absurda era desesperante para él.
-No tengo mucha hambre.-Respondió, seco y cortante. Visiblemente incomodo. Todos los presentes en la mesa le dirigían la mirada como si fuera un completo desconocido o el nuevo de la clase, por primera vez en su vida queria pasar desapercibido y ser invisible a los ojos de otros.
-Bueno, Belby se comerá tu parte, por ello no hay que angustiarnos.-Rio luego de su comentario sin chiste.
No tenia idea de quien era ese tal Belby. El profesor comenzó a hacer preguntas a algunos compañeros que respondían con respeto mientras comían educadamente. Draco miró de reojo a Granger, que solo jugaba con la comida y mantenía su cabeza gacha enfocada en el plato. Se mordió el labio. Ella estaba así por su culpa.
-Es un honor tenerlo entre nosotros, Señor Malfoy.-Su apellino provino de Horace quien lo miraba con una pequeña sonrisa.-Al igual que tu madre, asistió a algunas sesiones.
-¿Mi madre?-Frunció el ceño.
-¿No te lo contó?-Se sorprendió y Draco mantuvo la compostura.-Sí, fue invitada a este club, a diferencia de tu padre, ella vino unas cuantas veces. Era una joven realmente inteligente, al igual que Lily, la madre del señor Potter.-Si contaba hasta 10 tal vez evitaría largarse de allí y no tener un arranque de mal genio.-Y hablando de esta generación, al igual que la señorita Granger.
Todos sabían la relación que llevaban Draco Malfoy y Hermione Granger, así que miraron absortos a los mencionados esperando que algo sucediera o que la pelea se desatara. Hermione conectó sus ojos con los del chico, enseguida cortó el contacto visual y al rubio se le secaron los labios. No se pondría a discutir con ella en medio de los presentes, en su interior, se sintió bien de que Hermione y su madre fueran comparadas, sin embargo, claramente no lo demostraría.
Mordió su mejilla y volteo su rostro a otro lado, ignoraba totalmente que su madre había ido a algunas sesiones de este club.
El ambiente se volvió pesado a tal grado que cada una de las personas pudo percibirlo. Inmediatamente Slughorn dirigió su atención a otro miembro del club tratando de que el entorno volviera a la normalidad.
La puerta del cuarto se abrió, Ginny Weasley entró por ella con un vestido largo y glamuroso. Se acercó a paso lento y cohibido hasta la multitud.
-Lo siento, no suelo llegar tarde.-Su voz sonaba entrecortada.
-¡Oh, señorita Weasley creí que no vendría!-El profesor se mostró feliz ante la aparición de la chica.-Descuide, tomé asiento y coma.-Hizo aparecer una silla al lado de Hermione que pronto ocupo la pelirroja.
-¿Cuanto falta para que esto termine?-Giró su rostro para ver a Zabini.
-Tal vez una hora y media.
¿Qué?
-¿Qué?-No escondió su descontento, ¿qué era eso? ¿una maldita fiesta?-¿Hablas en serio?
-Sí, Draco. ¿Cuál es la prisa? ¿O quieres que traiga a Pansy para que jugueteen un rato?
-No digas estupideces.-Si las miradas mataran, Zabini Blaise estaría enterrado bajo tierra.-Tengo patrulla.
-Tu patrulla como prefecto empieza hasta las 9:00 Draco, no salgas con eso. Dime algo.-Blaise paro de comer para centrar toda su atención en el rubio.-Si no querías estar aquí, ¿para que aceptabas?
Impulsividad, quizá. Quería ver a Hermione, sin embargo, no se le cruzó por la mente las circunstancia y personas que lo estarían rodeando durante toda la sesión, tampoco que ella estaba molesta con él.
-Si Potter esta aquí, ¿por qué yo no?-Sería una mentira convincente.
-Potter tolera todo el tiempo de esta reunión, así que creo tu puedes hacerlo.
-Gracias, Blaise.-Rodó los ojos.
-Señor Malfoy, me he enterado que usted se convirtió en capitán de su equipo de quidditch, ¿cierto?-Otra vez las preguntas llovían sobre él.
-Cierto.-Respondió entre dientes.
-¿Y como se siente respecto a eso? Es un digno logro poder ser capitán en un...-Draco lo interrumpió.
-Renuncie a mi puesto.-Soltó sin emociones de por medio.
Por segunda vez, la mirada del cuatro ojos Potter y Hermione lo acechaban, él mantenía su vista al frente sin mirar nada en específico.
-Oh, creí que le apasionaba el quidditch.
-Y así es.
-¿Por qué renuncio ante ese privilegio?-Su curiosidad resultaba exasperante.
-"Simplemente porque tengo que conseguir hacer entrar a los mortifagos sin ser vistos y matar a Dumbledore."-Dijo su subconsciente con sarcasmo.
-Tengo otras responsabilidades escolares que me impiden tomar ese puesto.-Ladeó su cabeza.
-Comprendo. Algunas veces tenemos que sacrificar unas cosas por otras.
Apretó sus puños y se limitó a no decir más.
-Señorita Granger, ¿usted en que planea convertirse cuando se gradué de Hogwarts?
Draco se interesó por esa pregunta, la castaña no había sido cuestionada por el profesor hasta ese momento. Ella levantó la mirada del plato con la comida intacta.
-Bueno, me gustaría trabajar para defender los derechos de los elfos u obtener algún puesto en el ministerio.-Contestó, tímida.
Esa imagen de la chica, justo como se encontraba: con las mejillas rojizas, una sonrisa modesta y su cabello un poco alborotado lo hizo recordar a la Hermione pequeña, a esa niña bajita y sumamente curiosa que hablaba cantidades. Extrañaba sacarle risas y sonrisas a la chica que quería. Añoraba tenerla siempre presente en su día a día. Ahora todo parecía tan remoto y apartado. Lo único que podía mantenerlo a flote en la actualidad era ella, sin embargo, no tenía el valor para relatarle lo que estaba sucediendo con él y su familia. Prefería ahogarse en el agua para que ella pudiera flotar.
Cormac McLaggen que estaba a su lado, le comentó algo a Hermione que Draco no alcanzó a escuchar con claridad debido a que estaba perdido en su cabeza. Pero no tardó en darse cuenta que él estaba siendo coqueto con la castaña.
Eso provoco que su sangre hirviera, ¿quién se creía ese idiota? No paraba de mirarla con ojos de entero deseo. Quiso asesinarlo allí mismo.
-Chicos, haré una fiesta de Navidad este año, así que todos ustedes están invitados. Será memorable, pueden traer a alguien por supuesto.-Informó Slughorn.
Ese imbécil de Cormac sonreía tan ampliamente que no necesitabas voltear para notarlo y esa sonrisa iba dirigida a Granger. Tomó el tenedor con fuerza entre sus dedos. Repitiéndose mentalmente que se calmara. No podía montar una escena frente a todos.
Por arte de magia, la comida desapareció de la mesa y un postre de gran tamaño para cada uno, apareció en su lugar.
-Profesor Slughorn.-Hermione lo llamó sin levantar mucho la voz.
-¿Sí, señorita Granger?
-¿Me permite ir al baño?-Pidió permiso algo avergonzada.
-Claro, claro. Vaya.-Accedió gustoso con una sonrisa.
La chica agradeció en un murmuro, se levantó y no miró a Malfoy ni por un segundo, salió del lugar. Se preguntó si debía ir tras ella. Cogió la cuchara para partir un pedazo del pastel cremoso.
-Me pregunto porque habrá invitado a la chica Weasley.-Le dijo Blaise llamando su atención.
-¿Ah?
-Weasley, ¿por qué la invitaría?
Zabini miraba cautelosamente a la mencionada que permanecía callada comiendo poco a poco su porción de pastel.
-Siendo franco, me importa poco al igual que este aburrido club. ¿A qué se debe tu interés?
-No es interés, Malfoy. Es simple curiosidad.-Contestó, pero algo en Draco no le creía.
Justo cuando se animo a llevarse un bocado de pastel a la boca, Cormac se levantó de la mesa para supuestamente ir a la enfermería por un dolor en la cabeza. El rubio amusgó los ojos, lo examinó y notó cuando abrió la puerta como armaba una sonrisa.
Allí supo que mentía descaradamente. Él no se dirigía a la enfermería.
Cormac McLaggen iba tras Hermione Granger.
***
El malestar en su estomago continuaba ahí, por eso no había comido ni un solo pedazo en la cena de Slughorn. Gracias al cielo, las náuseas desaparecieron hace unos minutos. Refrescó su rostro con el agua fría del grifo. Suspiró para secarse con un pedazo de papel.
Esa reunión le estaba resultando eterna, tener a Draco a unos cuantos lugares y en la misma habitación no le sentaba bien. Cada que lo veía su grito llegaba a su mente para torturarla. De saber que él se encontraría ahí, hubiera preferido faltar y quedarse con Ron en la sala común.
Se miró por ultima vez al espejo dispuesta a regresar a esa cena interminable. Salió del aseo y la puerta se cerró tras ella, acomodó su cabello y McLaggen le proporcionó un susto tremendo cuando le saludó desde la pared cercana al baño.
-Cormac, me has tomado desprevenida. ¿No estabas con Slughorn?-Dijo mientras giraba para mirarlo.
-No quise asustarte, perdóname.-Su voz era suave con ella y eso no era buen indicio.-Y bueno, siendo sincero me fugué por un rato.
-¿Fugarte?-Alzó una ceja.
-Sí, tu sabes.-Despegó su ancha espalda de la pared y dio un paso hacia Hermione.-La cena se estaba tornado un poco aburrida, ¿no crees?
Él seguía acercándose más hacia Granger, lo cuál le resultaba un poco embarazoso. La chica entralazo sus manos por detrás.
-Supongo que sí.-Soltó una risa tímida, un mechón de cabello cayó por su rostro. Quería escapar.
-Qué te parece si nos vamos y nos perdernos por allí, ¿eh?-En un parpadeo, el chico ya estaba frente a ella con su boca a milímetros de su oreja.
Hermione inmediatamente retrocedió unos cuantos pasos. Ese susurro le provocó escalofríos desagradables.
-No creo que sea buena idea, Cormac.-Se negó lo más amablemente posible.
-Tranquila, no te haré daño.-Él le obsequió una sonrisa que pretendía ser tranquilizadora y de plena confianza.-Sé que has pasado por mucho, pero yo soy respetuoso, Hermione.
-¿De qué hablas?-Confundida, dio vuelta para quedar de espaldas al baño femenino.
Cormac no le quitaba los ojos de encima y tampoco dejaba de caminar directo a ella. Gracias a Merlín, no la había logrado acorralar aún.
-No tienes porque desconfiar de mi. Solo quiero iniciar una linda amistad. ¿No quieres lo mismo?-Preguntó fingiendo ser tierno y fallando plenamente en el intento.
-Claro que podríamos ser amigos, Cormac.-Sonrió ligeramente.
Los atajos para evitar su cercanía se terminaban y él continuaba insistente. Se puso nerviosa y su última alternativa sería entrar al baño para librarse del gryffindor.
-Vaya, vaya... ¿Qué tenemos aquí?
Hermione volteó a mirarlo, impresionada de haber escuchado ese tono de voz en él. Era como si hubiera retrocedido a cuarto grado. Esa voz recelosa y autoritaria volvía a presentarse en Draco Malfoy. Algo se removió en la castaña, lo cual podría ser ilusión. Ilusión de esperar y creer que el Draco de antes todavía estaba dentro de él.
-Malfoy.-McLaggen le lanzó ojos despectivos y una voz antipática.
-Creí que estabas en la enfermería.-Draco sonrió y cerró los ojos un segundo.-¿Tu dolor de cabeza cesó al ver a Granger?
-¿Y a ti que te importa?-Giró sobre sus talones con mucho más molestia que antes.
Draco estaba particularmente extraño. ¿Cuál era su objetivo al montar esa actitud con Cormac McLaggen?
-No te equivoques, McLaggen.-Cambio su expresión a una seria.-Lo menos que me puede importar es esto.
-Entonces pierdete, Malfoy.-Escupió.
-Cormac, solo ignoralo.-Hermione se acercó a su compañero unos cuantos pasos.
Recibió una mirada indescifrable de arriba a abajo de parte del rubio.
-Teniendote a mí lado, es fácil ignorar a este cretino.-Dijo, con ojos encantados a la chica.
Ella misma supo que fueron un grave error sus palabras.
-¿Me llamaste «cretino»?-Draco se puso recto y encaró al chico.
-Así es.
-Cormac...
-Tranquila, Hermione.-El pobre chico incrédulo e ingenuo no sabía que podría traer consecuencias meterse con Malfoy.
-Puedes hacer lo que quieras con...-Se interrumpió un momento para mirar a Hermione, ella hizo lo mismo, sabiendo que tendría que decirle alguna clase de insulto.-la sabelotodo insufrible. Pero conmigo no te metas, imbécil.
No cabía duda de que Draco mostró todo su enojo a Cormac mediante su expresión facial. De forma impecable sacó su varita de uno de los bolsillos y apuntó a la cabeza de McLaggen.
Eso no era bueno...
-¡Malfoy, detente!-Exclamó sin mucha convicción.
Antes de que Cormac pudiera hacer algo Draco ya había lanzado un hechizo contra él.
-¡Flipendo!-Articuló.
Acto seguido, McLaggen fue empujado por una fuerza invisible que lo lanzó hasta la pared, el ruido resonó por el pasillo y éste emitió un quejido.
-Veamos si con ese golpe te duele lo suficiente la cabeza para que tu salida termine siendo sincera.-Dijo tajante.
-Maldito.-Balbuceo con dificultad, mientras intentaba levantarse, pero estaba un poco aturdido.
Draco rio y volvió a apuntar con su varita al cuerpo del muchacho.
-Mucus ad Nauseam.
El encantamiento se estrelló contra Cormac, sin ningún síntoma o señal al principio. Solamente pasó un minuto para que se levantará corriendo y fuera directo al baño.
-Con ese dolor en el estómago y náuseas seguro irás a la enfermería.-Murmuró con desprecio viendo como se iba.
Hermione no podía creer lo que le había hecho al pobre de McLaggen, si bien el león no era un santo, no merecía los hechizos que Draco le otorgó sin razón aparente.
Pero no quería hablar, así que inició a moverse disimuladamente aprovechando que no la estaba mirando. Pasó por su lado y hasta ese instante nada sucedio, cuando iba a bajar el primer escalón, su voz la detuvo.
-Hermione.
Cerró los ojos y su mano se apretó fuertemente al grueso barandal de la escalera. No volteó, permaneció de espaldas a él.
-No debiste hacerlo.-Hasta para ella, su voz sonó desconocida. Hostil.
-¿Qué no te estaba molestando?-Insinuó irritado.
-Sí... Bueno, un poco, sin embargo no justifica tus hechizos contra él.
-¿Lo estás defendiendo?-Sonaba dolido.
Suspiró pesadamente y reuniendo la valentía necesaria, dio vuelta para verlo a esos ojos platinados.
-¿Por qué lo hiciste?-Cuestionó.-A mí no me convences al decirme que fue por el insulto hacia ti.
El chico se le quedó mirando unos segundos sin emitir palabra alguna.
-Se estaba metiendo con mi Hermione.-Soltó como si se tratara del clima.
Su rostro se contorsiono de ira, ni una pizca de tristeza lo cubría. Era ira en su máxima expresión.
-No soy tu Hermione.-Dijo con todo el rencor del mundo y una mirada más gélida que la noche.
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