"No se quien eres ahora, pero tu no eres mi Draco Malfoy"
No, no era una pesadilla. No lo era.
Eso era la realidad, la cruda realidad.
¿Qué pasaba con Draco Malfoy? La indiferencia y oscuridad parecía cubrirlo por completo. Hundiendo en la miseria a Hermione.
Dio tremendo pisotón al suelo en un arranque de ira contenida. ¡Se había marchado sin ayudarla! Lo único que había hecho fue herirla con palabras tan grotescas e impuras.
Esta vez, no se quedaría con los brazos cruzados ni se iría al maldito dormitorio de Gryffindor a esperar que el día siguiente tuviera suerte y Malfoy se encontrara con ánimos para hablar con ella de forma civilizada.
Estaba enojada, sentía la sangre correr por sus venas provocándole una especie de adrenalina peligrosa y corrosiva. La tristeza desapareció en un parpadeo invisible. Gracias al cielo, llevo consigo el mapa del merodeador. En medio de las penumbras del castillo, sacó su varita y dicho mapa.
-Lumus.-Murmuró, la luz alumbró toda el área. Permanecía alerta por cualquier cosa.-Juro solemnemente que mis intenciones no son buenas.
No sabía con exactitud el porqué, pero amaba decir eso. Aquella frase poseía un misterio atrayente y podía significar mil cosas.
De inmediato, como un sirviente tan complaciente, el mapa mostró todos y cada uno de los lugares del castillo, a su vez, cada una de las personas que habitaban en el. Sus ojos se pusieron en acción, chocolatosos, que en algún momento Draco amo con veracidad y vehemencia.
¿Acaso la seguía amando, al menos solo un poco?
Ahora, todos esos días en los que compartieron momentos inolvidables que marcarían a ambos de por vida, donde gozaban de la compañía, amor y mimos del uno al otro, charlas tan triviales y vitales se veían tan lejanos, a mil años luz de aquella noche.
Buscó a Malfoy por todas partes, no pudo encontrarlo, no estaba por ningún lado, ni siquiera en su sala común. Frunció el ceño. ¿Dónde estaba? ¿Pudo haber salido? No, era poco probable. Levantó su rostro, trabajando en conseguir una explicación concisa.
-¡Hey, tu!-Se exaltó al oír aquel llamado alarmante, la habían descubierto.
-Nox-Enseguida, su varita se apagó.
Guardo el mapa en su bolso justo a tiempo antes de que la luz cegadora le diera de lleno en el rostro.
-¿Tu? ¿Qué haces aquí?-Su tono hostil era parte de ella, Parkinson la miraba con extrema molestia.-No me salgas con que te toca patrullar hoy, no traes puesto el uniforme.
Rodó los ojos sin poderlo evitar, no estaba de humor para tolerar a Parkinson. Aún así, tenía que idearse una buena mentira.
-Fui al baño de los prefectos, apenas volvía.
-¿Acaso estabas con esa comadreja? Ah no, me olvidaba, parece que ya tiene a Lavender, ¿cierto? No te necesita mas-Se burló.
No quería perder los estribos, pero con Pansy Parkinson era casi imposible lograrlo. Encaró a la chica con ojos fulminantes.
-Dímelo de una vez por todas. ¿Qué tienes en contra de mi?
La azabache pareció sorprenderse un poco ante la repentina pregunta de su enemiga. Se alejó mínimamente y bajó la varita.
-Que eres insoportable.-No tardó en responder, sin embargo, no se oía segura de sí misma.
-Bien, no me voltees ni a ver. Problema resuelto.-Hermione, fastidiada y dispuesta a seguir su camino dio vuelta para irse de una vez por todas. La respuesta de Pansy no fue para nada útil, pero, ¿qué podía esperar de ella?
Al dar el primer paso, la mano de Parkinson se cerró en su muñeca, ejerciendo un poco de fuerza.
-La sala de Gryffindor está por allá.
-¿Quién te crees que eres? Sueltame ahora.-Ordenó, molesta. Un poco más y su paciencia se acabaría.
-Te lo preguntaré solo está vez, ¿a dónde vas?-Su tono de voz pretendía ser amenazante.
-¿A ti que te interesa?-Su rostro expresaba furia.
-Más de lo que crees.-Confesó sin dejar de mirar a la castaña.
Un duelo de miradas letales competía entre las chicas.
Hermione con brusquedad se liberó del agarre de la Slytherin.
-Pierdete, Parkinson.
Por segunda vez, trato de alejarse de allí. Había tenido tiempo suficiente para que una vaga idea se le pasara por su mente como posibilidad de que Draco estuviera ahí donde pensaba.
-Si fuera tu; no seguiría caminando, a menos que desees recibir un encantamiento.
Eso la desencajo. Ella estaba loca, completamente loca. Con sus propios ojos vio como Pansy le apuntaba con su varita.
-¿Me estás amenazando, Parkinson?
Y un rayo de luz voló directo a ella, impactó a unos centímetros de su cuerpo. Miró el piso, tenía un pequeño cráter apenas visible.
-¡¿Qué diantres sucede contigo?!
-¡Me llevarás a dónde pensabas ir!-Elevó su timbre de voz, sonaba desesperada. Si Hermione no conociera a Pansy diría que parecía una chica ansiosa y errática.-¡Siempre me has dado mala espina! ¡Sé que tú ocultas algo, le ocultas algo a todo el castillo! ¡Y comienzo a pensar que tiene que ver con Draco!
Por un segundo, quedó perpleja. Creía que Pansy superaría sus locas alucinaciones sobre ellos dos, finalmente no eran tan descabelladas, era la realidad absoluta que mantenían oculta al mundo. Nadie tendría que saberlo, ni sospecharlo.
-Eres un caso perdido. ¿Malfoy y yo? Ese hurón y yo no tenemos nada que ver, es despreciable.
-Sí es así, no tendrás problema en llevarme a dónde tenías planeado.-Se aproximó a la castaña hasta que sintió la punta de su varita en la espalda.
-Estás demente.-Soltó.
A pesar de eso, comenzó a caminar, está vez sin interrupciones de por medio. Cambio de planes, no iría a la sala de menesteres que era su destino en un principio. ¿Qué tal a la cocina? Sí, buena idea.
El transcurso fue silencioso, taciturno como el entorno que las rodeaba. Pansy seguía teniéndola cautiva, por decirlo así. Una vez llegaron, Hermione se detuvo.
-Llegamos. ¿Contenta, maldita maníaca?
-¿La cocina?-Preguntó incrédula. Clavó con más fuerza la punta de su varita que Granger creyó que se le estaba enterrando en la piel.-¿Me crees estúpida?
-"No lo creo, ya lo eres."-Se dijo mentalmente.
-Me dirigía aquí. Es tu problema si quieres creerme o no. Quiero advertirte, que te prepares porque esta acción tan inapropiada de tu parte, la sabrá Dumbledore.-Sonrió con suficiencia.
El dolor provocado por el jalón de cabello de Pansy la hizo quejarse, pero, no fue únicamente por el dolor, sino por el coraje de estar en esa posición ante ella, la chica que tanto odio le guardaba y la estaba tratando de la peor manera posible. No lo permitiría.
-Te lo advierto. Te he puesto en tu lugar una vez, puedo volver a hacerlo.-Con un manotazo provocó que la azabache soltara su cabello.
Sin perder tiempo, sacó su varita, apuntandola. Ambas, enfrente de la cocina, parecían disputar una pelea o duelo.
-Eres una simple gata, eso es lo que eres.-Ofendió Pansy.
Estallando de furia, no se contendría para nada y menos ahora que no estaba presente ni un alma para detenerlas. Pero, la serpiente fue más rápida y lanzó su encantamiento sin pronunciar palabra alguna, por suerte, Hermione pudo esquivarlo, aunque, alcanzo a rozarle un poco el brazo izquierdo. El ardor se hizo presente, observó la zona, rojiza y con su carne ligeramente pelada.
Otro hechizo iba directo a Granger, lo repelo, así como los siguientes. Pansy lanzaba a diestra y siniestra, sonriente, orgullosa.
-¿En serio? ¿Tu eres la mejor hechicera de Hogwarts?-Reía, disfrutando el momento y sus grandes hazañas.
En los ojos de Hermione se apreciaba la ira. En un movimiento rápido, fue su turno y lanzó su encantamiento, nada peligroso a comparación de los de su contrincante. Se sintió aliviada cuando impactó contra Pansy y ésta voló por los aires hasta quedar suspendida de cabeza.
No tenía nada más que hacer ahí, corrió alejándose de la escena. Podía percibir los gritos frustrados de Parkinson, simplemente la ignoró hasta que no pudo escucharla más.
***
Cuando llegó, la luz de su varita se acercó a la puerta que a simple vista era una pared más, pasaba desapercibida. Respiró y pensó, ¿qué haría ahora?
Claramente debía entrar, el dilema se planteaba en que pedir exactamente para encontrarse con Malfoy dentro.
Una vez más, en su cabeza hubo una punzada soportable y pequeños fragmentos aparecieron en su mente, borrosos. Agito su cabeza para que esa sensación pasara. Cerró sus ojos y pidió con todas sus fuerzas que se mostrara el lugar donde Draco Malfoy estuviera, ella necesitaba entrar.
Esperaba abrir los ojos y encontrar esa puerta con el camino a su destino. No quería llevarse una desilusión. Con cierto temor, sus párpados dejaron de cerrarse y frente a ella estaba una puerta algo vieja y maltratada, con polvo y partituras en la madera.
¿Sería la puerta que la llevaría con Draco Malfoy?
Tenía que descubrirlo.
Con un sentimiento no muy bueno dentro de ella, abrió la puerta sin hacer ruido alguno y frunció al ceño cuando vio la poca luz que había en el lugar, literalmente era casi nula. En plena oscuridad apenas y se apreciaban los grandes muebles que invadían todo ese lugar tenebroso. Hermione entró por completo y la puerta se cerró con cuidado. No quiso encender su varita, eso podría jugarle en contra.
Con precaución camino, tratando de ver lo mejor posible. Aquella estancia era extraña y tétrica, el frío carcomia la piel, el polvo provocaba comezón en la nariz, existían muchos objetos que obstruian el paso y eran inútiles. A simple vista, se podía deducir que todo eso era un cuarto en el que se guardaba todo lo que ya no se necesitaba más. Una especie de ático muy desordenado, casi olvidado.
Sus sentidos estaban activos, pero no podía escuchar nada, continuó avanzando hasta que percibió voces más claras y nítidas. Aún ininteligibles, pero sin duda alguna, ahí había alguien. Apresuró el paso y se detuvo ante una gran pila de gruesos libros polvorientos y en mal estado. Asomó su cabeza un poco, descubriendo que Malfoy y Greengass estaban ahí, a unos cuantos metros de ella, en medio de un círculo sin nada alrededor más que ellos y una silla en la que Astoria permanecía sentada.
Lo que le causó un poco de curiosidad y extrañeza, incluso angustia, fue que Draco apuntaba con su varita a la chica castaña, que lucía cansada, agotada y sudada. La respiración era en intervalos bastante irregulares.
-Draco, estoy agonizando. Creo que por hoy ha sido suficiente. No te tomo más que dos horas poder lograrlo, ahora pareces experto, estás exprimiendo mis recuerdos y destrozando mi memoria.-Cada que la castaña hablaba, hacia una pausa, para tomar aire y seguir.
-No lo puedo creer.-El rubio se llevó las manos a su cabello, irritado al parecer.-¿Cómo es que pude aprender Legeremancia en menos de cuatro horas y sea un asco rotundo en Oclumancia?
¿Legeremancia? ¿Oclumancia? ¿Qué diablos? ¿Por qué Draco estaría practicando eso?
-A ambos nos queda claro que tienes que practicar Oclumancia y no Legeremancia.
-Pero tu no sabes Legeremancia. ¿Cómo podré hacerlo?-Se escuchaba exhausto. Estresado.-No quiero seguir con Snape, en cualquier momento podría descubrirme... No sé cuánto más pueda tener guardados todos esos momentos con Hermione.
Sorprendida. Esa era la palabra para describirla en ese instante. No entendía el contexto de todo eso, pero nuevas cosas pudo adquirir respecto a Draco. Las cuales, conducían a muchas posibilidades. Y Hermione no quería pensar y analizar cada una de ellas.
-Draco trataría de consolarte o algo así, pero te lo juro, estoy deshecha. Quiero dormir.-Se quejó.
Los dos tenían las energías por los suelos, y por esos momentos Granger olvidó porque estaba ahí realmente. Se perdió en ese lugar. Su mente se sumergió en una burbuja frágil.
-Claro. Debo ser justo, lo siento, se que es difícil y estás pasando por algo similar.
-Créeme, el que está con la soga al cuello eres tú, Draco. En comparación, no sufrí nada.
¿De qué carajos estaban hablando? ¿Sufrir?
Perdió la cuenta de las veces que el dolor regresaba a ella, recurrente y con un furor violento. Ahogó un grito y tomó su cabeza con ambas manos. Juraba que solo por eso, saldría de su escondite y golpearía a Draco hasta que hablara con ella y se dejara de comportamientos imbéciles.
-Mañana te ayudaré en lo que pueda. Pero, ahora solo quiero dormir.-Astoria volvió a hablar y se levantó de su asiento.
Reaccionó y trato de esconderse en otro lugar, los pasos de los dos iban directo a ella para salir de la sala. Encontró un espacio de cajas amontonadas una arriba de otra, se posiciono detrás. No sabia muy bien que hacer, ¿era buena idea impedir que saliera? Claro, por ello había venido, esa era la razón, encontrarlo y encararlo para que le dijera algo sobre sus recuerdos y esos dolores de cabeza sofocantes, tan rudos que la abatían.
Astoria abrió la puerta y salió. Draco estaba por hacerlo cuando al parecer recordó algo y regreso.
-Anda, regresaré a cubrir el armario.-Escuchó decir al rubio.
Volvió, sin embargo no cerró por completo la puerta, Hermione salió de su escondite y se colocó a unos cuantos pasos de la entrada. Observó a Malfoy, tomar un gran y pesado edredón para cubrir un armario de antaño color marrón. Antes de que él se diera la vuelta, Hermione se recargo en la puerta a propósito, cerrandola de inmediato y en medio de aquel silencio que reinaba, se vio colapsado por el sonoro sonido que provocó eco en toda la sala.
El cuello de Draco giro abruptamente, encontrando a unos ojos marrones acechando lo suyos con una profundidad preocupante. Estaba ella ahí, de nuevo, en su sala secreta.
¿Qué rayos?
-Tu...-No supo que decir y solo esa palabra escapó de su garganta para perderse entre los muebles descuidados.
-¿Creías que me quedaría parada como idiota?-El tono de su voz lo tomó por sorpresa, creía que sería tranquilo y suave, dispuesta a hablar con cierta serenidad. En cambio, resultó salvaje y frívolo.
-Granger.-Quiso mantener su actitud intacta con ella. Pero eso estaba por acabarse.
-¡¿Qué mierda sucede contigo?!-Tan fugaz y con un aura tenebrosa, se acercó a él.-¡No tienes derecho a tratarme como si fuera tu maldita enemiga odiosa y luego irte sin siquiera ofrecer una explicación!
Con una ira descontrolada, ella lo empujó con fuerza, provocando que Draco se desequilibrara un poco. Sin duda, estaba estupefacto. Al parecer, Hermione Granger había llegado a su límite. Y eso lo aterra sobremanera.
-Hermione, yo...-A diferencia de la chica, su voz parecía un débil susurro que sería devorado.
-¡¿Qué fue lo que me hiciste?!-Impulsivamente, sus puños se estrellaban contra el pecho de Draco.-¡Tu, se que fuiste tu! ¡¡Alteraste algo en mi memoria!! ¡No tenias derecho!
Al verla, así, derramando furia y desesperación, era desgarrador, pero existía algo más: anhelo y fragilidad. Su comportamiento fuera de cordura era una cortina de humo para ocultar como se sentía realmente, sentimientos y emociones convertidos en un estado de ánimo a causa suya.
Era culpa suya que Hermione estuviera así.
Y él quería protegerla. Solo estaba haciéndole daño. Un daño que podría ser inminente.
Detuvo sus puños aplicando fuerza, ya que la castaña luchaba para que la soltara.
-Hey, basta.-La tomó, uniendo su cuerpo con el suyo. En una especie de abrazo. Al fin, Hermione pareció detenerse y estar en paz en sus brazos mientras lo miraba a los ojos, totalmente dolida.
-Responde.-Aunque fue lo único que dijo, fue suficiente para que al rubio se le pusiera la piel chinita. El veneno era apreciable en su voz. Esa voz no le pertenecía.
Inestable.
Su propia respiración iba cada vez más lenta, sus latidos apenas y eran perceptibles. Con delicadeza, pasó un mechón de Hermione por detrás de su oreja y acarició un lado de su rostro.
-¿Ahora me tratas dulcemente?-Herida, se soltó del agarre.
Por su parte, se quedo sin decir palabra alguna, trataba de no bajar su cabeza, derrotado y abrumado. Estaba en una especie de abismo infernal, donde Hermione estaba encargándose de encerrarlo.
¿Podía culparla? En absoluto.
-Bien, no quieres decirme. Lo averiguare yo mi misma.-Con un resoplido y actitud indiferente la cual no era común en ella, avanzó pasando por un lado suyo.
No se atrevió a detenerla. Permaneció estático mientras Hermione llegaba al armario evanescente, ella lo examinó con todo y el grueso edredón. Cruzada de brazos, claramente molesta. De un solo tirón, el armario quedo descubierto. El polvo se levanto en una pequeña bruma que se esparció por el lugar.
Draco giró su cuerpo para verla, estaba tocando el armario. Tenia que detenerla y de alguna manera sacarla de ahí, Hermione Granger era lista, fácilmente podría darse cuenta que ese armario no era un armario singular y normal como cualquier otro, sino un armario evanescente. Fue con la chica y la tomó de la muñeca.
-Tu ganas, te diré todo lo que quieras. Pero no en este lugar.-La miró intensamente. Rogando en silencio.
-¿Qué es lo que escondes?-Murmuró, y el enojo permanecía allí.-No quiero que me toques.
Esa frase fue tan punzante y letal para él. La castaña le aparto su mano sin cuidado alguno y sus ojos lanzaban balas potentes y mortales. Jamás había visto a Hermione en ese estado, jamás. Pero... de cierto modo, la entendía, perfectamente. Como si hubiera estado en su cabeza por unos instantes y percibir todo lo que sentía.
-Esta... Esta no eres tu, Hermione. Mi Hermione.-En cambio él, estaba triste, nostálgico como la noche que cubría el castillo. Su mano tocó levemente su mejilla.
Resonó tan irónico por todas partes, la risa muerta de Hermione, una risa que hizo estremecer todo y cada parte del cuerpo de Draco.
-Ahora si soy tu Hermione, después de semanas de darme la espalda y tratarme con indolencia y hostilidad.
Cada palabra que salía de su boca era un dolor miserable para Draco. Granger se alejó y mirando por ultima vez el armario se dio la vuelta para encaminarse hasta la puerta.
-¿En serio? ¿Vas a irte?
-¡No me das ninguna respuesta! ¿De que sirve estar aquí?-Ni siquiera volteo a verlo al hablar.
Sacando un suspiro recóndito, fue tras ella y la tomo del antebrazo, deteniéndola. Sin embargo, nunca se imagino que en un movimiento hábil de parte de la castaña lo tomó a él de esa mano, se libero nuevamente de su agarre y le alzó la manga sin titubear.
Eso fue lo que acabo con ambos.
Compartían las mismas emociones y sentimientos que los abatió en ese momento. Los ojos de Hermione miraban fijamente la marca tenebrosa marcada de forma esplendida en la piel blanquecina de Malfoy, poco a poco, con una lentitud estupenda, sus lagrimas hicieron aparición. Por otro lado, Draco no pudo hacer más que cerrar sus ojos, con fuerza, imaginando lo que se aproximaba y como se desmoronaría todo.
Una sola lágrima impactó en su brazo, cerca de aquella horrorosa serpiente, resbaló hasta caer al sucio suelo. Ninguno emitía palabra.
Ella levantó la mirada y la posó en los ojos carentes de brillo del Slytherin. Dolida. Atónita y sin esencia.
-Draco...
De repente, la escena se distorsiono y se fue evaporando hasta no quedar nada. Fue reemplazado por negrura infinita, lo único que sabia era que él estaba de pie sin poder ver nada y Hermione ya no estaba.
Algo parecido a un chasquido se escuchó y enseguida una antorcha se encendió, iluminando poco pero basto para que Draco se diera cuenta que se encontraba en uno de los calabozos de la Mansión Malfoy. Confundido, miro su alrededor.
Vislumbró a Voldemort a unos cuantos metros, tragó saliva y el temor regresó con intenciones despiadadas.
Como siempre, el señor tenebroso mantenía una sonrisa perversa y eso solo podía significar algo malévolo.
-¿Qué tal, Draco?
Su boca se seco por completo y por seguridad no movió ni un dedo. La marca comenzó a escocer con una indescriptible fuerza.
En un chispazo, Hermione apareció atada de manos y amordazada, cayó de rodillas al duro suelo y su cabello cubrió parte del rostro aterrado.
-¡Hermione!-La sangre volvió a su cuerpo y angustiado se aproximó con rapidez.
Cuando estaba a punto de tomarla, la chica desapareció efimeramente y apareció pero al otro extremo del calabozo.
-No puedes tocarla.-Habló Voldemort.
Draco no sabía cómo sentirse exactamente. Era un golpe de gran magnitud para él.
-Creía que los Malfoy no les agradaba siquiera personas como ella.-Sus manos esqueléticas y callosas se posaron sobre sus hombros, se tensó al percibir su frío tacto. El mayor apuntó a la chica que luchaba por liberarse de las ataduras.
Estaba indefensa en medio de la oscuridad y Draco solo quería salvarla.
-Dime pequeño Draco.-Se sobresaltó al momento en que Voldemort le dio la vuelta para tenerlo frente a frente.-¿Ella te importa?
Estaba buscando el modo de canalizar la bola de sentimientos que en ese instante lo embargaban, pero no encontraba forma. Su mente se desconcentro aún más cuando escucho como Hermione trataba de hablar a través de la mordaza.
-¿Qué tan importante es para ti esa sangre sucia?
El desprecio era perceptible como un ave volando en el cielo azul.
-Solo eres un maldito traidor a la sangre que merece estar enterrado a tres mil metros bajo tierra. Eres repugnante y farsante, Draco Malfoy.-Susurró en su oído, el corazón del rubio se detuvo por esos segundos.
El Señor tenebroso se alejó un poco, respetando su espacio vital. Armó una sonrisa nuevamente.
-Observarás todo en primera fila.
Lo giró por segunda vez, ahora podía ver a Hermione a unos metros tan sólo de él. De la nada, un doble igual a él surgió de la nada al lado de la castaña.
Se aterro sobremanera a tal grado que comenzó a temblar. Él, estaba a pasos de Hermione. ¿Cómo?
Su otro yo, poseía una sonrisa perversa e infame. Únicamente caminaba alrededor de la Gryffindor. Prestó atención, notando como traía varita en mano.
Draco se detuvo enfrente de ella, la expresión de Hermione no tenía precio, lucia asustada, desentendida. El chico la tomó por el mentón alzando su rostro un poco. Su sonrisa permanecía. Escalofriante.
El ruido que produjo una cachetada se instaló en el húmedo sótano. El Draco que estaba viéndolo todo con Voldemort a su lado dio un brinco y soltó una especie de chillido.
De la boca de Hermione salió un grito que fue silenciado por la mordaza y el Draco que estaba con ella había retirado su mano. La mejilla de la leona era de color carmín.
Sin titubear, el Slytherin la tomó del cabello y la jalo lo suficiente para que ella se quejara y comenzara a moverse despavorida. Él se detuvo solo para apuntarle con su varita.
-¡¡¡No!!!-Sin poder evitarlo el Draco original lanzó un grito desgarrador.
Intentó moverse para detenerlo, para detenerse a él mismo, no obstante, no podía hacerlo. Miró a Voldemort y éste rio, jocoso.
Un halo de luz impacto en Hermione quien sólo podía gritar y sollozar. Uno tras otro, como si se tratara de chorros de agua. La imagen era horrorosa y lastimera, Draco sudaba e incluso lágrimas salían de sus ojos, la impotencia lo asfixiaba y la culpabilidad lo empapaba.
Realmente era duro y extremo apreciarse a el mismo provocando el peor de los daños a la chica que más amaba, siendo que se prometió jamás lastimarla, lo peor era que no podía hacer nada para detener eso, tampoco podía hablar. Ver a Hermione rogar porque parara y que sus mejillas se inundaran en lágrimas era atroz.
-¿Estas disfrutándolo, Draco?-Le preguntó encantado. Levantó la vista.-Detente.
El Draco que hería a Granger hizo caso y paró sus ataques contra la chica. Por fin, el rubio pudo sentir que tenía control sobre su cuerpo otra vez.
-Te imploro que pares, por favor. Hazme lo que quieras, lo que desees; pero déjala tranquila. No la involucres.
La risa de Voldemort hizo acto de presencia.
-Pero si tu solo la involucraste, pequeño Draco.-Tenía un desaire de altanería y desdén.
-Por favor. Me quiere a mí, hágame lo que quiera pero déjela tranquila. Se lo suplico.-Si le quedaba una pizca de arrogancia y egocentrismo, la había perdido ya.
-No quiero que supliques. Aprende.
-¡¡¿Aprender qué?!!-Exclamó iracundo, en un estado colérico. Sus ojos estaban rojizos y el rostro envuelto en ira.
-Que te sirva de lección.
Con una sonrisa, Voldemort movió su cabeza. Draco dirigió su vista al frente para encontrar que el chico la había tomado del cuello hasta alzarla unos centímetros del suelo.
-¡¡¡No, por favor. Sueltala, maldita sea!!!
-D-D-Dra-c-co.-Casi imperceptible, pero se escucho como Hermione articuló su nombre.
No lo dudo, se echo a correr directo a él para matarlo. A medio camino, cayó al suelo debido a un dolor tan intenso que lo recorrió entero, se sintió incapaz de moverse, pero, con todas sus fuerzas, se arrastró para llegar hasta el otro Draco.
Conforme avanzaba, otro rayo le impacto y soltó un alarido, en eso, Hermione también cayó al suelo, golpeándose un poco.
-Liquídala.-Dijo Voldemort desinterado y sin más, se fue de ahí.
Todo en Draco se activo, sus ojos se abrieron con sorpresa inaudita y trató de ir lo más rápido que podía, el apuro era demasiado que el dolor desapareció.
-Avada Kedavra.-Esas dos palabras lo dejaron helado.
No fue lo suficientemente rápido, puesto que el rayo de luz impactó en el cuerpo de Hermione Granger que lloraba sin remedio y gritaba por ayuda, lo último que miró fueron los ojos platinados del verdadero Draco Malfoy.
La luz verde se extendió por toda la estancia, cegándolo, era tan potente que lo único que se veía era esa luz resplandeciente.
Con los nervios destrozados y sintiéndose un muerto viviente, se incorporó fuertemente de la cama, tratando de buscar aire para llenar sus pulmones. Su corazón parecía querer salir de su pecho, el cual estaba completamente mojado al igual que su rostro.
Sus ojos se posaron en la única ventana que tenía las cortinas abiertas, dejando entrar la luz de la luna desierta. Un rayo aterrizó a la lejanía.
¿Había soñado? ¿Eso era un simple sueño?
¿Cómo fue que pudo soñar el punto de vista de Hermione? Desde sentir sus sentimientos hasta las sensaciones que experimentaba. Había sido tan inesperado que no podía asimilarlo. Su pesadilla fue tan rara y terrible.
Temblando sin cesar, llevó sus manos a su cara y la cubrió. Se permitió derramar unas lágrimas más, jamás soñó algo de ese calibre. Lo sintió tan real que continuaba doliendo. Lo único que quería era buscar a Hermione y abrazarla.
Decirle que no la soltaría jamás y que daría su vida por ella, por siempre y para siempre. Nunca dejaría que le pasara algo.
Su mente le jugó en contra de manera desdichada. Estaba colérico. Tenía miedo.
Se abrazo a sí mismo, sabiendo que no había nadie que pudiera brindarle consuelo en Hogwarts. Su corazón palpitaba con dolor al recordar como el que asesino y daño a Hermione sin parar era él.
Necesitaba comprobar que estuviera bien. De otro modo, no estaría tranquilo. Aunque no recuperara la parsimonia, al menos tendría un poco de alivio.
Bajó de su cama y sus pies tambalearon. Salió de los dormitorios, con sus piernas amenazándolo a caer. Por fin había logrado conciliar el sueño después de días ¿y se ganaba esa pesadilla? A partir de esa noche, no volvería a intentar dormir, seguía reproduciendo en su mente cada detalle y acción de lo ocurrido en su subconsciente. El cuerpo le temblaba y él agonizaba.
Las escaleras se terminaron y la sala común estaba sola. La chimenea permanecía apagada, olvidada en un rincón de la estancia sombría. Un frío que calaba en los huesos poseía todo a su paso, pero Draco ya estaba acostumbrado. Con lentitud, se sentó en el suelo frente a la chimenea y la encendió, el rojo vivo ilumino su rostro y las llamas se notaban en sus ojos vacíos.
Cruzado de piernas, sintió la terrible necesidad mórbida de ser parte del fuego, arrojarse y renunciar a todo. Lanzó un suspiro que tenia muy dentro suyo y eliminó un poco esos sentimientos malignos que lo agobiaban. Quería a Hermione, la necesitaba.
-"Pero tu la dañaste, ¿Cómo puedes quererla?"-Sin ningún permiso, su mente volvió para atormentarlo.
-No, no la dañe. Seria incapaz...-Su voz salió quebradiza.
Un ulular lo distrajo, gracias a Salazar. Su cabeza miró a la ventana de la sala común, Kirlia pedía entrar picoteando el fino cristal. Sorbiendo su nariz, se levantó con mil dolores internos y abrió la ventana, la lechuza no espero ni un segundo y se posó en el hombro de Malfoy.
-Parece que siempre apareces en el momento oportuno, ¿eh?-Al menos, no estaba tan solo como creía.
Kirlia parpadeó y Draco buscó comida para darle, cuando pudo encontrarla la acarició mientras ella comía gustosamente. La dejo sobre una mesita de centro y se sentó en los sillones. Masajeó sus nudillos y miró de nueva cuenta a su preciada compañía.
-Kirlia. Es cierto.-Una idea se instaló en él, fue hasta la lechuza y volvió a retomar sus caricias.-Hey, Kirlia, te tengo una misión.
Ella dejo de comer y observó genuina a su dueño, esperando que le explicara que tenia que hacer.
-Ve hasta los dormitorios de chicas de Gryffindor, observa por la ventana y asegúrate de que Hermione Granger este bien, sin un rasguño, cuando regreses serás recompensada.-Sonrió, Kirlia ululo y emprendió vuelo directo a su destino.
Con un ardor en su antebrazo, se lanzó al sillón para esperar a su lechuza.
***
Pese a que estaba dormida, en esos días ella tenia el sueño bastante ligero, se despertó con la sensación de que alguien estaba acechándola. Vio todo el dormitorio sin actividad inusual, reparando en que la ventana estaba abierta al igual que sus cortinas, por esa razón en el dormitorio se manifestaba un ligero aire fresco.
Dio un brinco cuando se percató de la lechuza que estaba en el pie de la cama.
Frotó sus ojos, creyendo que tal vez estaba imaginandolo, pero no fue así, la lechuza continuaba ahí. Maja y sin intenciones de atacar. Se acercó un poco para tratar de reconocerla.
-¿Kirlia?-Con el ceño fruncido, gateó hasta ella.-¿Eres tu?
Antes de poder tocarla, un trueno la asustó mínimamente y volteó hacia la ventana, una ráfaga de viento azotó las cortinas y la lluvia anunció su llegada con un rayo enérgico, rápidamente salió de las sábanas y completamente descalza fue a cerrar la ventana, el aire pegó en su cara y algunas gotas de agua mojaron sus manos. Kirlia seguía en la misma posición, parpadeando de vez en cuando.
-En serio eres tu. Hace tanto no te veo.-Se animó a acariciarla y la lechuza lo permitió, parecía regocijarse con sus mimos.
La examinó, dándose cuenta que Kirlia la veía tan penetrante e intensamente, sus ojos profundos vagaban por todo su cuerpo y eso la hizo sentir extraña.
-¿Tienes hambre?-Susurró, para no despertar a las demás.
No parpadeó como comúnmente lo hacia para responder, entonces Hermione siguio prestándole atención.
-¿Qué haces aquí, eh?
Evidentemente, Kirlia no respondió y ella sonrió. Se limitó a observarla nada más, miró su brazo donde Parkinson le había rozado. Tenía planeado buscar a Draco, no obstante, abandono por completo el plan ante aquel inconveniente con la Slytherin. Pero... Tenía un mal presentimiento, que involucraba a Draco, sentía que algo no estaba bien con él en esta noche.
Kirlia comenzó a mover sus alas y Hermione aprovecho para decirle algo:
-¿Puedes decirle a Draco que lo quiero mucho?-A pesar de que estaba sonriendo, su voz tembló al final de la oración.
Kirlia parpadeó, la castaña abrió la ventana para que saliera. En un silencio sorprendete voló para regresar de donde había venido, la chica volvió a cerrar la ventana. El sueño se esfumó y sus ojos picaban.
Tomo un suéter ligero y fue a la sala común, como era costumbre, todas las noches esa chimenea yacía encendida, calentando la estancia acogedora, lo cual le sentó bien a Hermione. Se acostó en uno de los sillones, lanzando un pesado suspiro.
No tenía noción del tiempo, la verdad era que ni siquiera sabía que horas eran, la lluvia se desató con fuerza que no permitía escuchar otra clase de ruidos más que las gotas salvajes cayendo. Se levantó para admirar un poco el clima, no tenía mucho que hacer. Un rayo cruzó el cielo y pronto un trueno vocifero. Las estrellas eran imposibles de ver a causa de las grises nubes.
Enfocó más la vista cuando creyó ver algo raro, algo moviéndose entre el cielo con poco control, sin embargo, no distinguía con claridad para deducir que era, la negrura se comía todo.
De nuevo, otro rayo cayó y la luz que desprendió le permitió ver a Hermione de que se trataba.
Alguien estaba volando en su escoba en plena noche y con tremenda tormenta eléctrica. El viento era voraz, lo que provocaba que aquella persona no pudiera volar a la perfección, a decir verdad, a simple vista se notaba que le costaba mucho trabajo mantenerse en el aire.
Otro rayo apareció, esta vez, muy cerca del individuo, tanto que Hermione contuvo un jadeo del susto. Pero la luz le permitió ver de quien se trataba, alguien inconfundible:
¡Era Ronald Weasley!
¡¿Acaso no tenía consciencia?!
Tanteo dentro de su suéter en busca de su varita, pero recordó que la había dejado en los dormitorios. Se asomó por la ventana y gritó, aunque no con todas sus fuerzas.
-¡Ron!-Atenta a sus movimientos y con preocupación continuaba mirándolo. Su grito fue en vano y se vio opacado por el trueno que rugio en el cielo.
Era un tonto.
El cabello castaño cubrió todo su rostro, enredandose a causa de una firme ráfaga de viento, Hermione cerró los ojos y cuando los abrió temió por su amigo. Ronald parecía tener demasiados problemas para controlar el vuelo con esa ventolera que parecía querer llevárselo.
-¡Dios mío, Ronald!-Tomó con fuerza el marco de la ventana al ver que sin duda alguna, el viento lo hizo perder la batalla.
En un torbellino, dando vueltas en su propio eje llegó hasta la torre donde se encontraba su sala común, con dureza se estampó en ella y la escoba cayó hasta el césped de una distancia considerablemente alta. Con velocidad, Hermione estiró sus brazos para alcanzar a su amigo y tomarlo apenas de las manos
Ron levantó la vista, encontrándose con Hermione, jadeaba como si no hubiera un mañana y ni hablar de lo fríaa que estaban sus manos. Las gotas de agua escurrian por su rostro y cabello.
-¡Ronald, eres un idiota!-Insultó, haciendo todo uso de su fuerza para lograr mantenerlo.
-¡No me sueltes, Hermione!-El pelirrojo miró abajo y palidecio.
-¡Eres más pesado de lo que creí!
-Bueno, no es que tu seas muy fuerte.
-¡Cállate!
Intento subirlo, pero una de las manos de Ron resbaló a causa del agua y soltó la suya, casi provocando algo catastrófico.
-¡Por Merlín, Ron, cuidado!-Advirtió, se estiró un poco más para volver a tomarlo con éxito.
Esta vez, lo subió y el Weasley hizo esfuerzo para que Hermione no hiciera todo el trabajo.
-¡Subeme, subeme!
Soltando un pequeño grito de esfuerzo, logró subirlo por completo, Ronald entró y cayó encima de Hermione, su cara muy cerca del pecho de la chica, pero ella estaba ocupada recuperando el aliento para percatarse de eso.
Ronald se tomó unos minutos para tranquilizarse.
-Gracias.
La leona cerró los ojos unos segundos y volvió a abrirlos, recobrando un poco de parsimonia. Al menos el chico ya estaba a salvo.
Suspiró y se alejó evitando avergonzarse por la situación.
-Ronald, ¿en que estabas pensando?-Ganas le sobraban de darle un buen golpe.
Fue hasta la ventana donde miró abajo, descubriendo que la escoba de Ron estaba partida por la mitad. Eso no era nada bueno.
-Yo... Quería practicar para la prueba, no creí que la lluvia se desatara tan fuerte.
El aire frío le erizo la piel, Ron se posicionó a su lado mirando lo mismo que ella, Granger se esperaba algún lamento pero él permaneció callado.
-Tal vez se pueda reparar.-Sugirió.
-¿Tu crees?-Su voz sono incrédula y amargada.
De golpe cerró la ventana, tan fuerte que el vidrio vibró y Hermione se estremeció. El chico se aproximó hasta los sillones para sentarse y dejar caer su cabeza.
-Soy un completo imbecil.
Lo menos que él necesitaba era un regaño. Comprensiva, la castaña le ofreció su mano. El chico la observó confundido
-Estas empapado. El fuego te calentara.
Dudando, Ron tomó su mano y algo eléctrico los recorrió, Hermione decidió hacer como si no hubiera sentido esa sensación poseerla y lo encaminó hasta la chimenea. Su amigo se hinco y comenzó a acercar sus manos a las brasas. Granger miró a su alrededor en busca de una toalla o sábana, al girar su cabeza un poco, lo consiguió. Camino hasta ella, era una ligera pero acogedora manta que formaba parte de la decoración de una silla. La cogio y con eso tapó la espalda de Weasley.
-¿Estás mejor?-Preguntó suave, sentándose a su lado.
Ron asintió.
El silencio se instaló, lo único que podía escucharse era la lluvia y la leña consumirse a manos del arduo fuego.
-¿En que estaba pensando?-Habló en voz alta para sí mismo. Enojado.-¿En serio creía que podía ser parte del equipo de quiddtch?
-Claro que puedes Ron. Deja de subestimarte.-Dijo, sin dejar de mirar el fuego.-Eres igual de bueno que Harry u otros de Hogwarts. Creetelo, por favor.
-¿Por qué me dices eso?-Weasley miraba directamente a Hermiome, pero ella no, tenía miedo y no exactamente por Ron.
-Porque es lo que eres Ron, y es momento de que renuncies a despreciarte de esa forma. Además, eres mi mejor amigo y...-Se quedo en silencio, dejando a Ron con una gran intriga.
-...Y?-La animo a seguir.
-Significas mucho para mí. No me gusta verte decaído. Últimamente, lo has estado mucho.
Vio de reojo, como él no paraba de verla con esos grandes ojos que tenía. Lo sentía, su mirada en todo su ser, comenzaba a incomodarla y un calor abrasador crecía a cada minuto.
-Hermione...
Se puso de pie, no sabía con seguridad qué pensaba decirle su amigo, pero no estaba lista para escucharlo, fuera lo que fuera.
-Buenas noches, Ron.-Subió unos cuantos peldaños y se detuvo.-Date una ducha para que no te resfríes.
-¡Espera!-En un santiamén, Ron ya se encontraba a su lado.-Gracias por prácticamente salvarme.
Sorpresivamente, Ronald Weasley besó suavemente y lento su mejilla, Hermiome estaba asombrada. Por último, su amigo le dedicó una bella sonrisa y subió las escaleras antes que ella.
Permaneció ahí unos minutos, con sentimientos revueltos en su estómago, trago saliva y tocó esa mejilla. Un calor se depositó en sus cachetes. Por inercia, sonrió ligeramente y continuó su camino.
Por la mañana se levantó a causa de los gritos de Lavender, estaba tan emocionada porque su Roro al fin haría la prueba para conseguir un lugar en el equipo de quiddith. Lo único que hizo fue cubrirse con la almohada y tratar de ignorarla. Parecía que lo hacía a propósito, no la soportaba.
Después de arreglarse, bajó a desayunar sin compañía. Pero pronto visualizo en la mesa de los leones a sus comunes amigos. Se sentó a un lado de Ron, con una sonrisa de por medio.
-Buenos días, Hermione.-Al unísono, la saludaron excepto Ron, que tenía comida en su boca.
Devolvió el saludo de buenos días y se sirvió un poco de huevos y un vaso de jugo.
-¡Pude reparar mi escoba!-Le dijo Ron, después de haber pasado su bocado.
-Genial, ahora podrás competir.
-¿Vendrás a verme?-Se le vio nervioso al preguntar.
-Claro. Estaré ahí.-Sonrió reconfortante mientras se llevaba el vaso de jugo a la boca.
El desayuno prosiguió sin anomalías, sólo más interacciones entre Ron y Hermione que los demás no pasaron desapercibido. La chica reía de algo dicho por el pelirrojo y todo iba de maravilla hasta que llegó Lavender Brown.
-Hola Ron.-Comenzo a hablar con cierta timidez. Timidez que Hermione no sabía si fingía o era normal en ella, porque parecía una tonta.-Quiero desearte mucha suerte hoy en tu prueba. Se que lo harás excelente.
Puso su mano en el hombro del chico, este la miró sonriente, le agradeció y ella se fue casi dando brinquitos. Realmente encantada.
-"Que chica más ridícula."-Pensó.
Ahora su desayuno ya no era apetecible.
(...)
Estaba teniendo un buen día, muy bueno a decir verdad, y eso la alegraba. Se había olvidado de la tristeza que estaba consumiendola y en todo el día no se detuvo a pensar en Draco Malfoy. Tampoco se había topado con Pansy Parkinson desde lo sucedido ayer.
En realidad, estaba más emocionada por la prueba de su amigo que por otra cosa. Justo se dirigía allá.
Aún faltaba un poco de tiempo, pero ella prefería llegar con minutos de anticipación que de impuntualidad.
Estaba cercana a los jardines cuando piso algo, dio unos pasos atrás para ver de que se trataba. Frunció el ceño al darse cuenta de que era una de sus insignias de la P.E.D.D.O.
¿Qué estaba haciendo en el suelo?
La levantó y prestándole atención minuciosa, supo que esa insignia era la que ella le había obsequiado a Draco Malfoy.
Hasta ese momento se cruzó él en su mente.
Hizo un puño fuerte y apretó la insignia. ¿Acaso la tiro sin importarle un cacahuate?
Decidida y herida, siguió caminando dispuesta a ir a apoyar a Ron. Tratando de despejar nuevamente su mente.
-¡Devuélveme esa insignia, Granger!-A su espalda, un pequeño llamado se presenció.
Detuvo su andar pero no se giro.
-Ya no es tuya. La encontré y estaba en el suelo como un simple pedazo de papel.
-No seas niñata.-Él se aproximó. Hermione no quería eso, por alguna razón, no quería estar cerca de Malfoy.
Este día no. No quería saber de él. Incluso estaba renunciando a insistir para que le diera alguna respuesta sobre su estado de memoria.
Llegó a su lado y sin esfuerzo alguno, le quito la insignia a Hermione.
-¿Pará qué la quieres?-Cuestionó.-¿Sigue siendo importante para ti?
La verdadera pregunta que escondía aquella era: ¿Sigo siendo importante para ti?
-¿Lo dudas?-Esa claramente, no fue una respuesta.
Queriendo evitar el maldito juego de estira y afloje, inició a moverse de nuevo, sin saber que estaba desconcertando a Draco. Ella creía que acabaría su charla. Pero, se impresionó demasiado al ver cómo el rubio se posicionaba frente a ella para impedirle el paso.
-¿Puedes moverte?-Pidió, sin sonar agresiva.
Se confundió mucho más al ver que Malfoy la examinaba de forma exorbitante. Tan profundo que se sintió desnuda. Se sumió en una especie de trance hasta que él tocó su brazo, justo donde Parkinson le rozó anoche.
-¿Quién te hizo esto?
-No es de tu incumbencia.-Se encogió de hombros y retrocedió.
Los ojos de Draco almacenaban pánico e intriga.
-Dime quien fue, Hermione.-Al fin dijo su nombre, pero no fue algo bonito. Lo pidió borde conforme se acercaba a la castaña.
-¿Por qué te interesa tanto saberlo?-Continuaba retrocediendo.
-¡Solo dímelo!-Perdió el control y gritó.
Hermione se asusto ante su comportamiento que de manera extraña, cayó al suelo de senton.
Algo parecio regresar al chico y fue a ayudarla, sin embargo Hermione repelio su tacto. Eso dejó destrozado a Malfoy.
Se levantó sola y sacudió un poco sus prendas. Una distancia considerable existía entre ellos. Bastante inusual para lo que estaban acostumbrados.
El Slytherin abrió la boca pero la cerró.
Ella se llevó su cabello detrás de la espalda y contuvo un suspiro que albergaba miles de emociones reprimidas.
-No se quien eres ahora, pero tu no eres mi Draco Malfoy.-Dijo.
Esta vez, se fue y no la detuvo.
Sin controlarlo, unas cuantas lágrimas cayeron de sus ojos. Las limpió con rudeza, no quería llorar, ya no. Pero no podía evitar sentir el dolor inquebrantable en el alma y corazón al ver como estaba la relación entre los dos, tan inestable, errática y casi rota.
¿Era mucho pedir que todo volviera a ser como antes?
***
Observando la insignia, en un estado vacío y de melancolía, sabía que estaba en punto de quiebre.
Que idiota había sido.
Pero al final de cuentas, él quería que Hermione se alejara, ¿no? Así doliera como el infierno era algo que planeó.
Ese daño pequeño que tenía en su brazo lo inquietaba. Anoche Kirlia le había dicho a base de parpadeos que ella estaba bien e intacta. Pero no lo estaba enteramente.
-"No se quien eres, pero tu no eres mi Draco Malfoy."-Torturandolo sin cesar. Esa frase le pego en el hígado.
Cuanta razón tenía.
Quiso seguirla, anhelaba seguirla, pero como no era un fiel complaciente de sus deseos, emprendió camino a otro lugar.
Sin embargo, sólo tres pasos había dado cuando se detuvo en seco. La inconsciencia se apoderó de él por esos momentos. Como un rayo regresó a donde había sido su platica y fue corriendo a buscarla. Lo que iba a hacer estaba en contra de sus ideales en ese instante, del plan que armaba.
En esos minutos, le importaba poco. Solo sabía que la necesitaba. La necesitaba más que a su vida misma.
La busco como un loco y la encontró un poco lejos, iba directo al campo de quidditch. Corrió hasta ella sin parar, con todas sus fuerzas como un niño en una feria.
Hermione al escuchar sus pasos desesperados volteó mirando con sorpresa a Malfoy.
Se detuvo a tan sólo milímetros de su rostro. Ambas respiraciones se mezclaban, la castaña estaba estupefacta, viendo sin parpadear al chico que tenía delante.
-Tu, de nuevo. ¿Qué haces aquí?-Se atrevió a hablar.
La añoraba más de lo que pudiera imaginar.
-Únicamente te pido que olvides todo lo que ha sucedido entre nosotros, por un minuto.-Pidió, desconcertando a la castaña.
-¿Qué? Draco no me pidas algo así...
Sin aviso o permiso alguno, los labios de Draco tocaron los suyos de manera majestuosa, él se sintió volar en el paraíso mismo. Ese beso, tan simple y fascinante le dio vida y energía. Sus ojos por esos momentos volvieron a brillar. La tomó por la cintura y la acercó a su cuerpo en una especie de abrazo, justo como había sido en su pesadilla. Pronto, comenzó a sentir como Granger reposaba sus manos en su nuca.
Lo más difícil y doloroso fue terminar aquel beso que parecía haber sido el primero. Sus rostros se alejaron poco a poco, primero una pequeña distancia pero seguían en la misma posición. Se perdieron en los ojos del otro, como solía ser su costumbre.
-¿Tu...-La pregunta de Hermione se evaporo como gotitas de agua.
Los ojos avellana de la leona se cristalizaron, las lágrimas se iban acumulando y eso terminó por hundir a Draco.
Era un completo egoísta.
Eso era. Egoísta.
-Este. Este es mi Draco, él que yo conozco. Del que me enamore.-Escondió su preciosa cara entre el cuello del mencionado y éste la abrazo.
Sus palabras eran más ardientes que el fuego. Tan sentimentales que removia todo en él. Lo hacía sentir vivo.
-Quiero que seamos como antes, cariño.-Sollozo.
Draco Malfoy no dijo nada. Evitó que las ganas de llorar como maldito bebé lo llenarán y prefirió oler la fragancia adictiva de la chica. Era como un elixir.
-Dime la verdad. De una vez por todas.-Aunque estaban juntos, en una especie de abrazo romántico. Hermione levanto su rostro y miro decidida a Draco, aún con sus ojos rojizos.-¿En serio quieres que me aleje de ti?
Trago saliva. No despegó sus ojos de la chica pero no quería responder.
Era una pregunta sencilla, con una respuesta bastante complicada que incluía un trasfondo oscuro en demasía.
Un trasfondo o contexto que deseaba que Hermione no descubriera. Que no lo descubriera como en sus sueños. Para evitar actos fieros e inhumanos como en la pesadilla que continuaba atormentandolo.
Él estaba haciendo lo que creía correcto. Solamente eso. Así fuera poner en riesgo su amor ante esa bella chica a la que buscaba proteger a toda costa de sus enrollos mortíferos.
Con un nudo en la garganta, el corazón desbocado y el frío instalándose en sus manos no podía responder a su pregunta.
Pero tenía que hacerlo.
Agachó por fin la mirada, una debilidad increíble y devastadora lo inundó.
-Sí.
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¡Hey, hey! ¿Cómo están?
La neta, ya me gustó decirles melocotones, así que les llamaré así. Me parece un apodo lindo. ><
Primero que nada agradezco infinitamente el apoyo, la paciencia (como siempre), sus preciosos comentarios que amo leerlos y sus votos.
¡Este fanfic ha logrado tener 2k de votos! Es impresionante y se lo debo a ustedes. Mis fieles lectoras que aman el dramione con locura tanto como yo.
Les agradezco con el alma. 💚
Significa tanto para mí que les guste lo que hago. ✨
Son mis joyas más preciadas.
Oki, dejando un poco de lado la miel empalagosa que amo derramar 😝 tengo una gran noticia.
Esta vez, existe la posibilidad de que no haya maraton para festejar los dos años de este fanfic, dependerá de ustedes. Me vino la idea que también podría festejar haciendo algunos especiales dramione. Aunque me saldría un poco del contexto de la historia, serían aparte. No sé si les guste la idea. Lo que planeo es ofrecer cuatro especiales, cuatro para alguna de ustedes. Si quisieran algún especial lo que tienen que hacer es comentar y decirme si lo quieren de algún tema o dejarmelo todo a mi. Pero iría dedicado a ustedes.
Si quieren hacer esto, y quisieran que les dedicara un especial Dramione, comenta aquí un 💚.
Recuerden que solo serán a 4 personitas.
Por otro lado, si no les gusta esta idea, puedo esforzarme para traerles como el año pasado un maraton pequeño de tres capítulos seguidos, o sea, al día. Pero me tardaría un poco escribiéndolos.
Si gustan maraton comenta aquí con 🐍.
En serio, espero no morir ignorada ante estas ideas. 😬
Y la mejor noticia de todas, espero y se pongan felices...
Me he decidido a crear algo nuevo, otro fanfic.
Pero, no será dramione, aunque es algo muy similar. Y me agrada decir que pronto saldrá a la luz el primer capítulo de...
Bucle Vacacional | Feltson
Personalmente estoy ansiosa por comenzar con otro fanfic, surgió inspiración y me dije: ¿por qué no?
Asi qué, quiero preguntarles, ¿contaría con su apoyo para ese fanfic? Espero sus respuestas.
Y volviendo a este capítulo, siento que estuvo algo intenso y tenso jaja en todos los aspectos. Díganme que piensan que podría suceder o que les pareció, abranse lo que quieran, solo no olviden el respeto, ustedes saben que amo responder a sus comentarios.
Ahora, quiero explicar lo siguiente por si existieron algunas confusiones: Hermione jamás llegó a la sala de menesteres, debido a lo que sucedió con Parkinson, sin embargo, si tenía intenciones de ir tras Draco, aunque al final se apaciguaron más que nada por Ronald. Asimismo, Draco soño en primera estancia con ella, desde su punto de vista creyendo que había entrado a la sala y viendo su marca tenebrosa, eso pasó a causa del terror que sufre a diario el cual que debe afrontar y después le sigue con la tortura a Hermione que planea evitar. Espero se haya entendido. :3
¡Me despido! No olviden que las amo muchísimo. Son mi motor. Les deseo una linda noche/mañana o tarde.
¡Gracias por leer! 🐍
Ale 💚🐍
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