"No pasa un día que no piense en ti"
Estaba sentado sobre el último escalón del sótano, su espalda recargada en la pared. Para aprovechar el tiempo se decidió por leer un libro de encantamientos avanzados que tenían en su enorme biblioteca. Lo sostenía con ambas manos, sus piernas estaban flexionadas apoyando la cubierta sobre ellas.
Trataba de investigar todo lo que pudiera respecto al hechizo patronus, después comenzaría a ponerlo en práctica. No podía negar que se encontraba sumamente nervioso, tenía sus dudas si podría lograrlo. Lo irónico era que sabía hacer encantamientos o conjuros más complejos; se volvió un experto en legeremancia y oclumancia... Pero no estaba seguro si conseguiría hacer un patronus.
Requería de un momento lo suficientemente feliz y valioso en su vida para poder conjurarlo... Ahora se encontraba en tiempos realmente jodidos, lo que menos experimentaba era la felicidad. Había perdido la cuenta de cuanto llevaba sin sonreír siquiera. Una sonrisa genuina, plagada de emoción.
Se había enterado también de como mandar un mensaje por medio del patronus, por lo que, era algo que planeaba hacer para Hermione Granger. Esa era su motivación, tenía que esforzarse para lograr que resultará.
Por y para ella.
Cómo casi todos los días, le ordenaron vigilar a Luna y Ollivander, pero ambos se encontraban dormidos. Por suerte, Voldemort no había aparecido después de que hablo con Snape y esperaba que continuará así. A pesar de que era Navidad, parecía un día de lo más común y corriente. Claramente no sentía ese espíritu navideño para nada ni festejarán en lo absoluto.
-¿Qué tienes ahí, Draco?-La voz somnolienta de Luna lo sobresalto.
-Un libro de encantamientos avanzados.
-¿Quieres aprender algo nuevo?-Se interesó la rubia.
Con tranquilidad se aproximó a la pequeña puerta negra de barrotes y se puso de frente para estar más cerca.
-Bueno... Si, así es-Titubeo. No estaba seguro si contarle todo.
-¿Qué encantamiento quieres saber? Quizá pueda ayudarte.-Ofreció con amabilidad.
Fijó sus ojos grises en ella y tardó unos segundos en contestar.
-Quiero intentar hacer el encantamiento patronus-Reveló en un murmuro.
Luna abrió los ojos en grande.
-¿Un patronus? ¿No sabes hacerlo?-Su pregunta no sonó mal intencionada, al contrario, se notaba incrédula.-¿Sabes legeremancia y oclumancia pero no un patronus?
Apretó los labios y guardó silencio. Al notarlo, Luna rápidamente añadió:
-No me mal entiendas. Solo que me sorprende ya que eres un mago extraordinario y capaz, Draco. Eres uno de los mejores junto con Hermione y Harry-Dijo y al rubio le costó creer en aquello.-Creí que sabrías hacerlo.
-No es así, solo sé algunas cosas teóricas en realidad.
-Es triste-Comentó-Mereces tener tu patronus. Es una sensación hermosa. Estoy segura que podrás hacerlo sin mucho problema. Puedo ayudarte.
-¿Sabes hacer el encantamiento?-Se asombró.
-Si. Lo aprendí en quinto año gracias al ejército de Dumbledore.
Era al mismo que pertenecía Hermione, recordó aquellos tiempos. Antes de que todo se fuera a la mierda.
-¿Qué animal es tu patronus?
-Un conejo.
-Entonces... ¿estarías dispuesta a ayudarme?-Pregunto con cierta timidez.
-¡Por supuesto!-Sonrió.
-Bien, te agradezco mucho. Solo hay que ser precavidos, no queremos que nos descubran-Dijo y puso el libro abierto a un lado suyo para después incorporarse.
Con su varita en mano, extendió su brazo derecho y la sujetó con fuerza. Lo que tenía que hacer era pensar en un recuerdo lleno de felicidad y después exclamar Expectro Patronus... Pero su mente se encontraba en blanco, se pasmó un poco y quedó inmóvil.
¿Qué diantres?
No debía costarle trabajo, al menos debía realizar sin tanto problema el primer intento pero estaba bloqueado.
Su mano empezó a temblar ligeramente y mordió su labio con fuerza.
-Maldición-Dijo entre dientes.
Dejó caer su mano con frustración y decepción notoria. Lucia patético.
-Intenta no presionarte, Draco.-Aconsejó Luna con gentileza.-Es un hechizo muy difícil, no te sientas insuficiente por no conseguirlo... Son tiempos complicados. No seas tan duro contigo mismo.-Un nudo en su garganta parecía querer instalarse al escuchar las palabras de la rubia-Trabaja en despejar tu mente y pensar en los momentos felices que tengas.
Es que ese era el maldito problema... No tenía muchos. Aquellos que desbordaban felicidad eran los que compartía con Hermione o el pensar en ella, pero se veían opacados por como había terminado todo.
-Lo sé. Trato de hacerlo pero es difícil considerando la situación.-Confesó-Pero lo haré.
-Puedo preguntar... ¿Para qué quieres aprender a hacer un patronus?
Estaba dudando si contarle la verdad absoluta, pero si mencionaba a Snape temía que ella no quisiera saber nada más. Ya que después de todo, él había sido responsable de asesinar a Dumbledore...
-Llevo algún tiempo deseando aprender... Sé que Hermione puede y... No sé, me parece que me ayuda a mantener el hilo de esperanza-Explicó.
No era una mentira a decir verdad. Luna asintió en señal de compresión.
-Está bien. Quizá pueda ayudarte pensar que se lo enseñarás a Hermione o algo por el estilo.-Sugirió.
Ese era el plan.
Cerró sus ojos y dejó escapar un suspiro recóndito, intentando eliminar así todo lo negativo que sentía dentro y permitir que lo embargara la felicidad por un instante. Pensó en Hermione Granger, en el inicio de todo. Él acercándose a ella en primer año, sus altercados provocados por sus comportamientos y actitudes discriminatorias y egoístas tan marcadas, la inmadurez e inocencia... Recordó como empezó a conocer lo que era tener una amiga de verdad. Cuando fue a visitarla en la enfermería mientras estaba petrificada.
El tercer año, armó una sonrisa de tan solo recordarlo. Para él todo cambió cuando la admiró el primer día, estaba preciosa y se volvió loco por ella. Los besos, las caricias y provocaciones.
Cuando bailó con ella y le propuso ser su novia.
De pronto simplemente veía en cámara rápida aquellos momentos donde Hermione lo abrazaba con efusividad, cariño, afecto; cuando le decía te quiero; las cartas; sus momentos juntos en la torre de astronomía y el baño del segundo piso.
Recordó su bello rostro sonriéndole, deslumbrante. Sus ojos radiantes y su delicioso aroma a chocolate y canela que lo dejaba hechizado.
Supo que ese era el momento. Lo sentía. Infló su pecho y abrió la boca:
-¡Expectro Patronum!
Sin dejar de pensar en la castaña, abrió los ojos y presenció una descarga por todo su cuerpo. De la punta de su varita salió un hilo lleno de luz, delgado y se extendió dentro del calabozo. Luna se hizo a un lado y justo en medio del lugar, se ubicó, iluminando con poder la estancia. Ahí empezó a tomar forma, Draco no podía desviar la mirada y se olvidó por completo que podían descubrirlo.
Poco a poco se veía más completo, luego de unos segundos se reveló que era un gato, siendo más específico, era idéntico a Crookshanks. Al vislumbrarlo, Draco abrió los ojos en grande y sonrió abriendo la boca algo impactado.
-¡Lo lograste, Draco. Al primer intento! ¡No puedo creerlo! ¡Y es idéntico al gato de Hermione!-Luna le leyó la mente a la perfección.
Su patronus empezó a correr alrededor del calabozo con energía, como si se tratara del Crookshanks real, rodeó a Luna juguetonamente, haciéndola reír, se acercó a un dormido Ollivander y finalmente llegó con Draco a quien también rodeó y terminó a sus pies para frotarse con afecto en sus tobillos, tal cual solía suceder en Hogwarts. El rubio se puso de cuclillas y se atrevió a acariciarlo. Percibió algo similar a una nube esponjosa. De nuevo dio una vuelta y finalmente desapareció con lentitud.
Draco experimentó una paz y alegría que hace meses no sentía.
-Bien hecho, Draco. Es un patronus precioso. Ojalá algún día Hermione pueda verlo-Deseó con una sonrisa.
-Gracias, Luna-Estaba muy agradecido con ella-De verdad siento mucho que tengas que estar aquí en estas épocas. Yo...
-Hey, calma, Draco. Si bien no es el lugar ideal, estoy mejor de lo que podría haber estado de no ser por ti. Has conseguido que no nos torturen ya que de eso "te encargas tu", nos traes comida y agua. Es razón suficiente para estar agradecida, hay gente que puede estar pasándola peor ahora.-La positividad con la que la rubia siempre afrontaba las cosas era realmente algo admirable.
-Feliz Navidad-Sonrió.
-Feliz Navidad, Draco.
-¡Amor, ven un momento, por favor!-Su madre lo llamaba.
Tenía que ir. Con su varita hizo desaparecer el libro y luego la guardó en su bolsillo.
-Intentare traer algo de comida y agua para ti y Ollivander.
-Ten cuidado.
Él asintió y comenzó a subir las escaleras para ir con su madre. Desde que Luna había llegado, Draco les llevaba comida tanto a ella como Ollivander, aprovechaba el hecho de que lo mandaban a vigilar. No era que por órdenes no les proporcionaba alimento, pero realmente lo que permitían llevarles a ambos eran las sobras que dejaba su tía Bellatrix de la poca comida que hacían, por lo tanto, eran raciones realmente insuficientes y desagradables. Lo mínimo que Draco podía hacer era darles comida de un modo u otro. En ocasiones encontraba la manera para guardar su plato de y dárselo a ellos junto con agua, claro.
-Mamá, ¿dónde estás?-Preguntó cuando no la vio por ninguna parte en el primer piso.
-En mi habitación.
Se dirigió allá y notó como estaba oscuro, no creyó que ya fuera de noche, había pasado más tiempo en el sótano de lo que pensaba. Abrió la puerta de la recámara de su madre y entró. La vio sentada en un extremo de su cama.
-¿Qué sucede, mamá? ¿Todo bien?-Inicio a preocuparse.
Ya no era novedad presentir lo peor.
-Todo está bien por ahora, hijo. Puedes relajarte-Lo invitó a sentarse a un lado suyo.-Sabes que es Navidad, ¿cierto?
Él asintió mientras tomaba asiento.
-Sé que los tiempos no son para nada alentadores y que lo menos que sentimos es el espíritu navideño. No tiene mucha importancia ahora.-Mostró una sonrisa nostálgica y melancólica-Pero aún así, quiero darte esto con el propósito de levantarte los ánimos aunque sea un poco.
Con un movimiento ágil de varita su madre hizo aparecer un regalo frente a ella.
-¿Qué?-Estaba sorprendido.
Su madre lo tomó y se lo entregó.
-Feliz Navidad, corazón.
-Mamá... Esto no era necesario. Si llegaban a descubrir esto...
-Pero no lo hicieron, hijo. No te preocupes. Ábrelo.
Él miró a su madre a los ojos con los sentimientos revueltos en su estómago. Empezó a desenvolver el regalo y abrió la caja... Entendió porque estaba algo pesado.
Consternado, tomó el artefacto y lo saco de la caja.
-Mamá... Esto...-Se quedó sin palabras.
-Sé que no es lo mismo, pero al menos podrá recordarte a ella.-Dijo con suavidad.
El regalo de su madre era una radio idéntica a la que Hermione Granger le obsequió justamente por Navidad en cuarto año. La misma que luego Voldemort y Bellatrix se encargaron de hacer trizas. No podía creerlo.
-Madre, muchas gracias.-Estaba intentando que las lágrimas no aparecieran en sus ojos.
-Solo asegúrate de ocultarla sumamente bien.
-Lo haré, mamá. Te lo agradezco. Feliz Navidad-Dejo la radio sobre la cama y abrazo a Narcissa.
Esta muestra de afecto tomó desprevenida a la mujer, ya que, tenía bastante tiempo que su hijo no la abrazaba. Ella gustosa y sin dudarlo lo acercó más y acarició su cabello. Ambos sin poder evitarlo y rebasados por los sentimientos empezaron a dejar salir las lágrimas.
(...)
Eran alrededor de las 5 de la mañana, Draco no había pegado ojo en lo absoluto, seguía esperando la señal de Snape y siendo honesto estaba empezando a dudar de la veracidad de sus palabras. De igual forma se pasó la noche entera intentando descifrar como funcionaba esa radio cien por ciento muggle. Desde que entró a su habitación, se encargó de insonorizarla, prefería tener precaución.
Logró hacer que la música se reprodujera, no supo muy bien como pero lo hizo. Bajó el volumen y se dedicó a escucharla con cierto grado de atención mientras se encontraba sentado sobre la silla de caoba perteneciente a su escritorio, donde estaba la radio. Sin dejar de escuchar la melodía, se puso de pie y abrió sus enormes y largas cortinas que tenía en frente, vio como el cielo comenzaba a aclararse sutilmente, la neblina subía con espesura y el sol se mantenía oculto aún, como si todavía estuviera descansando. Millones de árboles y pinos frondosos se extendían a lo largo del camino. Por un momento recordó Hogwarts y deseo encontrarse en la sala común, con la chimenea prendida, la vista exquisita hacía el lago negro que solían pasar desapercibido una vez que se acostumbraban a ella, con Astoria molestándolo como sabía hacerlo (lo cual echaba de menos); contando los minutos restantes para poder ver a Granger y garantizar que su día estuviera completo.
Sus ojos se plantaron de nueva cuenta sobre la radio al interesarse por el ritmo y letra de una nueva canción.
"Si el mundo se estuviera acabando quisiera estar a tu lado, si la fiesta hubiera terminado y nuestro tiempo en la Tierra hubiera acabado, quisiera abrazarte solo un momento y morir con una sonrisa".
Al instante pensó en Hermione Granger. Con lentitud volvió a sentarse, sin dejar de ver la radio como si ésta fuera una persona que lo entendiera.
"Perdida en las palabras que gritamos, ni siquiera quiero hacer esto más porque ya sabes lo que significas para mí y nuestro amor es la única guerra que vale la pena pelear. Donde sea que vayas, ahí es donde iré... Nadie tiene garantizado el mañana así que te amaré cada noche como si fuera la última".
Maravillado por la letra y sumergido en una espiral donde se encontró idóneamente identificado, cuando de golpe un dolor agudo parecía taladrar sus sienes lo hizo volver a la realidad. Se llevó dos dedos de cada mano a dicho lugar y masajeó levemente.
"¡Ahora, Draco! Es el momento, haz tu Patronus y envíalo a lo profundo del bosque, déjame lo demás a mi. Me encargaré de hacerlo llegar".
De inmediato se incorporó, tomó su varita para realizar el encantamiento y pronunció el mensaje que quería enviar. En cuanto la última palabra salió de sus labios, el gato que esperaba sentado moviendo la cola se levantó y salió de prisa atravesando el cristal de su ventana. El rubio no paraba de mirar asombrado, todo lucia bastante surrealista, no podía creer que lo había logrado.
Él necesitaba saber donde se encontraba Hermione Granger, y sin duda, Snape lo sabia al menos en ese momento, así que la próxima vez que lo viera, insistiría hasta que se lo dijera. Por ahora, se apaciguo un poco esperando que recibiera su mensaje y no lo odiara lo suficiente.
"Nuestro amor es la única guerra que vale la pena pelear".
Lo tenia claro y no se rendiría cuando lo más importante y valioso era ella.
********
-No...
-¡No pasa nada, Harry! ¡Estás bien!
-No... Se me ha caído... Se me ha caído...-El chico no dejaba de gimotear y sollozar, era como si estuviera teniendo una pesadilla.
-¡No pasa nada, Harry! ¡Despierta! ¡Despierta!-Ante su alarido, el mencionado abrió los ojos de golpe.-Harry... ¿Te encuentras bien?
Estaba visiblemente angustiada por él.
-Sí.-Percibía que le estaba mintiendo-¿Conseguimos huir?
Recién escaparon del Valle de Godric luego de tener un enfrentamiento mortifero con Nagini y a punto de tenerlo con el mismo Voldemort.
-Sí-Confirmó Hermione-Tuve que utilizar un encantamiento planeador para ponerte en la litera, porque no podía levantarte. Has estado... Bueno, no has estado muy...-La castaña tenía unas marcadas ojeras que su amigo notó y sujetaba una pequeña esponja; con la que limpió la cara de Harry.-Has estado enfermo.
-¿Cuánto hace que salimos de allí?
-Unas horas.
-Y todo este tiempo he estado... ¿Inconsciente?-Si que estaba muy desorientado.
-No exactamente-Contestó, un tanto turbada-Gritabas, gemías y hacías... cosas-Añadió con un tono que inquietó a Harry.-No podía quitarte el Horrocrux. Estaba clavado en tu pecho. Te ha hecho una marca; lo siento, pero tuve que emplear un encantamiento seccionador para quitártelo. Además, te mordió la serpiente, aunque te he limpiado la herida y puesto un poco de díctamo...
Debido a lo sucedido durante las últimas horas Hermione se encontraba abatida y preocupada por Harry. Éste se apartó la sudada camiseta y se miró. Tenía un óvalo encarnado sobre el corazón, en el sitio donde el guardapelo le había quemado la piel. También vio la marca de la mordedura, casi cicatrizada, en el antebrazo.
-¿Dónde has puesto el Horrocrux?
-En mi bolso. Creo que deberíamos separarnos un tiempo de él.-Opinó y su amigo aceptó.
No necesitaban que otra cosa mala pasara debido a eso.
Harry se recostó en las almohadas y la chica sintió la mirada del mencionado sobre ella.
-No debimos ir al Valle de Godric. Fue culpa mía. Todo es culpa mía, Hermione. Lo siento.-Su voz estaba llena de remordimiento.
-Tú no tienes la culpa de nada; yo también quería ir. Creía que Dumbledore podía haberte dejado la espada allí.
-Ya... Pues parece que nos equivocamos.
Afligido, se incorporó y apartó las mantas.
-¡No, Harry! ¡Tienes que descansar!
-La que necesita descansar eres tú. No te ofendas, pero tienes un aspecto horrible. Si Draco te viera no te reconocería-Se atrevió a vacilar y eso a Hermione la tomó desprevenida.-Yo me encuentro bien; voy a vigilar un rato.
-¿Acaso me hiciste una broma mencionando a Draco?
-Bueno tal vez cada vez me acostumbro un poco más.
Ella mostró una sonrisa cansada.
Harry salió de la tienda y la castaña se quedó dentro. Antes de dormir un poco, que vaya, lo necesitaba con urgencia iba a preparar algo de té.
-¡Hermione, ¿donde estamos?!-Escuchó como su amigo la llamaba.
Fue hasta él, quien estaba de pie admirando el bello paisaje que se alzaba ante sus ojos. Era un bosque gigantesco, cubierto por la fina nieve. A unos cuantos metros se apreciaba un río que solo brindaba una apariencia mágica.
Respiró y notó como el vaho salía por sus fosas nasales. Se abrazo así misma al sentir el frío intenso.
-Esta vez te luciste, Hermione.
-Es el bosque de Dean.-Respondió-Una vez vine aquí a acampar con mis padres. Así lo recordaba... Los árboles, el río, todo. Nada ha cambiado-Al recordar a sus padres le inundaban las inmensas ganas de llorar pero tenía que ser fuerte.-Bueno, no es cierto, claro; cambio todo. Si trajera a mis padres ni siquiera lo reconocerían. Ni el río, ni los árboles y tampoco a mi.-Trago fuerte-Deberíamos quedarnos aquí, Harry y envejecer.
Retuvo un sollozo, solo se abrazo con más fuerza. Harry la miró y en lugar de decir algo, ya que no existirían palabras adecuadas para confortarla, prefirió abrazarla.
Hermione apreció el gesto de su amigo. A pesar de todo, él siempre trataba de hacerla sentir mejor.
Después de intercambiar sonrisas. Harry hizo la pregunta que ella temía responder:
-¿Dónde está mi varita?-La chica se limitó a mirarlo sin contestar-¿Y mi varita Hermione?
Ella se mordió el labio y los ojos se le humedecieron. Se llevó la mano a los bolsillos de su chamarra y sacó una varita de acebo y fénix qué estaba casi partida en dos. Una frágil hebra de pluma de fénix mantenía unidos ambos trozos, pero la madera se había astillado por completo.
Harry la cogió con delicadeza, como si fuera un ser vivo qué hubiera sufrido un terrible accidente. Luego se la tendió a su amiga.
-Arréglala, por favor.
-Harry, me parece que no... Cuando una varita se rompe así...
-¡Inténtalo, Hermione! ¡Por favor!-Suplico.
-¡Re... reparo!
Los dos trozos de madera volvieron a unirse. El muchacho la cogió y exclamó:
-¡Lumos!
La varita chisporroteó un poco y enseguida se apagó. Harry apuntó con ella a Hermione.
-¡Expelliarmus!-La varita de la chica dio una pequeña sacudida, pero no le saltó de la mano.
Aquel sencillo intento de hacer magia fue demasiado para la varita de Harry, que volvió a partirse.
-Harry-Susurró Hermione de forma casi inaudible-Lo lamento muchísimo. Creo que fui yo. Cuando nos íbamos, la serpiente nos siguió, así que le hice una maldición explosiva, pero rebotó por todas partes y debió de darle a...
-Fue un accidente-Dijo Harry-Olvídalo. Entra a calentarte y déjame la tuya mientras hago guardia.
Asintió y le entregó su varita al azabache. Sabía que no la culpaba, pero se sentía molesto con ella, y no podía evitar no acongojarse ya que era la responsable de que su amigo se quedará sin varita, lo cual, en esos momentos representaba algo imprescindible y no tenerla era una enorme desventaja.
Sin más remedio entró a la tienda y fue directo a la litera, se olvidó de preparar el té. En cuánto se recostó y tocó la almohada se quedó dormida.
Abrió los ojos y notó como la tienda estaba totalmente sombría, había anochecido. Harry se encontraba afuera todavía. Se puso de pie y encendió varias llamas para brindar iluminación. Se lavó y cambio de ropa mientras hacía algo de té y sacaba algunas galletas qué había obtenido cuando estaban en el Valle de Godric.
Sirvió una taza de té y con galletas en un plato salió de la tienda. Su amigo estaba sentado a unos centímetros de ésta recargando su espalda sobre un tronco de un árbol. Su varita la tenía entre sus manos, girándola.
-Te traje esto-Hermione fue hasta él.
Le entregó la taza de té y las galletas.
-Oh, gracias, Hermione. ¿Te sientes mejor?
-Si. Gracias-Sus ojeras se aminoraron ligeramente-Si quieres yo continuó la guardia y tu entra a descansar.
-No te preocupes. No hace falta.-Se negó mientras daba un sorbo al caliente té.
-Todavía estás muy enfadado conmigo, ¿verdad?-Preguntó Hermione.
Harry la miró y vio que volvían a brotarle algunas lágrimas.
-No-Dijo en voz baja-No, Hermione. Ya sé que fue un accidente. Tú sólo intentabas sacarnos vivos de allí, y lo hiciste muy bien. Si no me hubieras ayudado, ahora estaría muerto.-Intentó corresponder a la llorosa sonrisa de la chica.
-¿Estás seguro que no quieres que te releve?
-Si, no te angusties. Estaré bien.
-De acuerdo. Iré a preparar algo de cenar para no morir de hambre.
Horas después Hermione se había ido a descansar como Harry le había sugerido, no sin antes hacerle saber al chico que si le daba hambre tenía comida en la olla de la pequeña parrilla con la que cocinaban.
La castaña estaba profundamente dormida, abrazando la almohada y recostada de lado. No obstante, sus ojos se abrieron al escuchar una especie de ruido extraño, frunció el ceño. Sonaba como si se aproximara un montón de brillos mágicos... Sabía lo loco que eso sonaba.
-Harry, ¿estás allí afuera?-Levanto la voz.
Debido a todo el tiempo que llevaban viviendo de esa forma, Hermione se podía despertar ante la mínima señal de ruido, aunque estuviera dormida, ella se despertaría. No dejaba de estar alerta. Se sentó sobre la cama y encendió una luz y miró a su alrededor.
En ese instante reparó en un enorme resplandor, proveniente a la perfección de un patronus. Ella giro su cabeza ya que se veía a sus espaldas. Poco a poco, la luz se aproximaba cada vez más hasta que atravesó la tienda, lo que hizo abrir los ojos como platos a la chica. Sin mover un dedo el patronus se posicionó frente a ella.
Se quedó sin aire al distinguir el animal que representaba ese patronus... ¡Era un gato idéntico a Crookshanks! Sus manos se sujetaron al borde de la litera y vio como el gato daba un par de vueltas sobre si mismo y finalmente se sentó quedando frente a frente... Entonces se escuchó una voz que la dejo helada.
Por Merlín.
«Hola, Hermione. Soy yo... Draco. Sé que esto es una locura. Se me presentó la oportunidad de enviarte esto y no pude desperdiciarla... Aprendí recién como hacer el encantamiento. Fue lo que realicé en Navidad, y vale la pena si esté mensaje llega a ti. Probablemente me odies y no quieras saber nada de mi, no puedo culparte. Lo entiendo... Solo quería decirte cuánto lo siento por todo. Espero que sepas que fue para protegerte, jamás me atrevería a exponerte al peligro y que algo te sucediera por culpa mía. Ruego todos los días porque te encuentres bien y debes saber que te extraño. No pasa un día que no piense en ti. Lamento todo el daño que hice, Hermione. Lo siento. Sé que esto no basta, me gustaría decir que ojalá nos encontráramos pronto, pero dada las condiciones, lo mejor sería que no, por tu bien.
Te quiero, Hermione Granger".
Al terminar con la última palabra, el gato se acercó a ella. Temblando, Hermione alzó su mano para tocarlo, apenas sus dedos rozaron al patronus, éste se desvaneció.
Estaba boquiabierta y paralizada. Su respiración era irregular, no se había percatado de que las lágrimas habían salido ya. El vacío que se encontraba dentro suyo, como algo guardado pero latente, salió con fuerza, estrujando su corazón.
Escuchar la voz de Draco, con esas palabras después de tantos meses, que parecía una eternidad fue como un terremoto.
Un manojo de emociones la azotó, maldita sea. Removió cosas que tenía bajo la caja de Pandora.
No sabía cómo sentirse, es decir, por un lado claro que estaba feliz por escuchar a Draco, saber que estaba bien... Pero por el otro, el enojo se hacía presente debido a que las cosas pudieron ser distintas, tal vez nunca se hubieran separado si hubiera sido sincero con ella desde el principio.
El coraje, tristeza, nostalgia, felicidad, amor, sorpresa y desazón eran algunas de tantas emociones que estaba experimentando.
Que haya aprendido a hacer un patronus por ella... Y que su animal fuera Crookshanks...
-¡Carajo!-Bramo golpeando la litera.
Llevo las manos a su rostro y cubrió sus ojos rojizos.
Desconocía como diantres logró hacer llegar su patronus a su ubicación. ¿Eso quería decir que él sabía dónde se encontraban? ¿Los mortífagos y Voldemort lo sabrían? ¿Estaría en peligro?
Millones de preguntas nuevamente venían a su cabeza, tal cual como en los viejos tiempos.
«Jamás me atrevería a exponerte al peligro y que algo te sucediera por culpa mía».
Recordó lo que le había dicho y eso la calmó. Era cierto. Una cosa si tenía certeza y era que él nunca le haría daño.
Mordió su labio y siguió derramando lágrimas, al final, decidió sonreír mientras soltaba unos cuantos sollozos y gimoteos.
-Eres un idiota, Draco Malfoy.-Dijo al aire, como si el chico pudiera oírla.-A pesar de que quiero matarte, te extraño como no tienes idea, maldito.
Rio un poco y se secó las lágrimas. Notó que ya había amanecido, sin embargo, estaba muy nublado. Recordó que Harry debía estar afuera vigilando. Pero de ser así él debió haber visto todo.
¿Será que se quedó dormido?
¿O sucedió algo malo?
Iniciando a preocuparse se puso de pie y justo cuando dio los primeros pasos oyó a Potter llamarla:
-¡Hermione, Hermione, Hermione!-Cada vez un poco más alto.
Ella se apresuró y salió de la tienda ya que se oía que Harry tenía prisa.
-¿Qué sucede? ¿Todo está bien?-Preguntó de inmediato mirando a Harry, quién lucia mojado, como si se hubiera dado un chapuzón.
-¡Sí! De hecho mejor que bien-Harry mostraba una emoción y entusiasmo que no se le veía hace tiempo.
No estaba comprendiendo.
Su expresión de confusión cambio a una de perplejidad al ver cómo Ron apareció en su campo de vista.
Su corazón no se había recuperado del mensaje inesperado de Draco Malfoy y minutos después llegaba el imbécil de Ronald Weasley.
Seguro le daría un infarto.
El chico esbozó una tímida sonrisa y levantó un poco los brazos. Eso solo le dio mayor rabia.
Con pasos firmes fue hasta él y empezó a propinarle puñetazos por todo el cuerpo.
-¡Ay! ¡Huy! Pero ¿qué...? ¡Hermione! ¡Ay!
-¡Eres... un... verdadero... asno... Ron Weasley!-Subrayaba cada palabra con un golpe.
Ron retrocedió, y trataba de evitar los golpes pero ella lo persiguió. Tomó la mochila que vio al lado suyo y la uso para seguir golpeándolo.
-¡Te apareces después de semanas y dices «Hola»!-Dejo caer la mochila con fuerza. Se escuchó el crujir de las hojas.-¿Y mi varita?-Busco por todas partes frenéticamente olvidando por un segundo que Harry la tenía-¿Y mi varita, Harry?
Se dirigió a él y comenzó a exigirle que se la entregará.
-¡Harry Potter, dame mi varita!-Ordeno a gritos mientras lo acorralaba con un árbol. Parecía dispuesta a arrancársela.
-¡N-no no la tengo!-Contesto temeroso.
-¿Por qué tiene tu varita?
-¡No importa porqué tiene mi varita!-Exclamo.
Pero Hermione se acercaba nuevamente a Ron y de forma instintiva Harry levantó un escudo invisible.
-¡Protego!
Se alzó entre Ron y Hermione. La potencia del hechizo hizo caer a la chica hacia atrás. Escupiendo para quitarse el pelo de la boca, ella se levantó de un salto.
-¡Hermione! Tranquilízate...-Pidió Potter.
-¡No pienso tranquilizarme!-Gritó ella.
Ninguno de los dos chicos la había visto perder las casillas de ese modo; parecía enloquecida.
-¡Devuélveme la varita! ¡Devuélvemela!
-Hermione, ¿quieres hacer el favor de...?
-¡No me digas lo que tengo que hacer, Harry Potter!-Chilló-¡No te atrevas a darme órdenes! ¡Devuélvemela! ¡Y tú...!-Apuntó a Ron con un dedo acusador y con tanta saña que Harry no pudo reprocharle a su amigo que retrocediera unos pasos.-¡Salí corriendo detrás de ti! ¡Te llamé! ¡Te supliqué que volvieras!
Estaba furiosa con ese idiota por sus acciones y comportamientos tan inmaduros. Porque los abandono, a Harry y a ella cuando más se necesitaban los unos a los otros.
-Lo sé-Admitió él.-Lo siento muchísimo, Hermione, de verdad que...
-¡Ah, conque lo sientes!-Y soltó una risa aguda y descontrolada.
Ron miró a Harry en busca de ayuda, pero éste se limitó a hacer una mueca de impotencia.
-¿Y crees que todo va a solucionarse con decir que lo sientes?
-¿Qué más puedo decir?-Saltó Ron, y eso solo hizo enojar más a la chica ante su vil cinismo.
-¡Pues no lo sé!-Vocifero, y después añadió con sarcasmo-Busca en tu cerebrito, Ron; sólo te llevará un par de segundos para variar.
-Hermione-Intervino Harry, considerando que aquello era un golpe bajo-Acaba de salvarme la...
-¡No me importa!-Gritó ella-¡No me importa lo que haya hecho! Semanas y semanas, podríamos estar muertos y él...
-¡Sabía que no lo estaban!-Rugió Ron, ahogando la voz de Hermione por primera vez y se acercó cuanto le fue posible al encantamiento escudo que los separaba-Escucha, quise volver en cuanto me fui, pero no los encontraba. Me topé con una banda de carroñeros y no podía ir a ninguna parte. Como yo iba solo y estoy en edad escolar, se emocionaron mucho, porque creyeron que era un hijo de muggles huido. Así que tuve que inventarme una historia para que no me llevaran al ministerio. Se pusieron a discutir si mi historia era cierta o no, y armaron una bronca entre ellos. Eran cinco y me habían quitado la varita. Entonces dos de ellos empezaron a pelearse, y mientras los otros estaban distraídos, conseguí darle un puñetazo en el estómago al que me sujetaba, le quité la varita, desarmé al tipo que tenía la mía y me desaparecí. La lástima fue que no lo hice muy bien, y volví a sufrir una despartición.
Levantó la mano derecha para mostrarles las dos uñas que le faltaban, y Hermione arqueó las cejas con frialdad.
-Por fin aparecí a unos kilómetros de donde estaban pero cuando llegué a esa parte de la ribera en que sucedió todo ya se habían ido.
-¡Vaya, qué historia tan apasionante!- Espetó Hermione con la altivez que empleaba cuando quería hacer daño.-Debías de estar muerto de miedo. Entretanto, nosotros fuimos al valle de Godric y... déjame pensar, ¿qué nos pasó allí, Harry? Ah, sí, apareció la serpiente de Quien-tú-sabes, que estuvo a punto de matarnos, y luego llegó el propio Quien-tú-sabes y escapamos por los pelos.
-¿Cómo dices?-Repuso Ron, pasmado, mirando alternativamente a ambos, pero ella no le hizo caso.
-¡Imagínate, Harry! ¡Ha perdido dos uñas! Eso sí que minimiza nuestros padecimientos, ¿verdad?-Su voz era tan aguda. Había alcanzado tal nivel de indignación que se quedó momentáneamente sin habla.
-Hermione-Dijo Harry con calma.-Ron acaba de salvarme la vida, además considero que no debes ser tan duro con él tomando en cuenta lo que ha sucedido con...-El cruzó mirada con la chica y ésta comenzó a entender a quien se refería, lo cual, no le resultó nada apropiado-Otras personas y tu posición al respecto.
Por un momento abrió la boca con impetuosidad, se cruzó de brazos y lanzó una mirada asesina a Harry. Ese comentario estaba fuera de lugar. La situación de Draco y Ron no se comparaba en lo absoluto.
Antes de que el pelirrojo preguntará algo relacionado a eso, puesto que se mostró intrigado. Hermione decidió ignorar a Harry. Fijó la vista en un punto lejano y continúo:
-Pero lo que me gustaría saber es cómo nos has encontrado esta noche. Es muy importante. Cuando lo sepamos, podremos estar seguros de que no recibiremos más visitas indeseadas.
Ron la miró con molestia ante sus palabras hirientes como balas y sacó un pequeño objeto plateado del bolsillo.
-Con esto.
-¿Nos has encontrado con el desiluminador?-Se mostró tan sorprendida que olvidó mostrarse fría y altiva.
-No sirve sólo para encender y apagar las luces-Explicó Ron-No sé cómo funciona, pero en Navidad estaba durmiendo en un bar, ocultándome de los carroñeros y la escuché, su voz... Tu voz, Hermione-La castaña puso cara de incredulidad.-Salía de esto.
-¿Y que es lo que decía exactamente?
-Mi nombre, solo mi nombre. Y algo así como: «solo nos queda esperar que esté bien». Entonces lo tomé y lo accione y apareció una bola de luz y lo supe. La bola de luz flotó hacia mi, hacia mi pecho y me atravesó, aquí-Llevo la mano al lugar recién mencionado.-Supe que me llevaría a dónde tenía que ir. Me aparecí y llegué a estás colinas, estaba oscuro y no sabía dónde estaba así que espere a que uno de ustedes apareciera. Y lo hicieron.-Terminó y compuso una pequeña sonrisa.
La chica seguía respirando fuertemente y mantenía los brazos cruzados. Sus ojos se desviaron a algo que a causa de su fuerte ira no notó.
¡Era la espada de Gryffindor! Y Ron tenía colgado en su cuello el horrocrux destruido...
-¿Lo destruyeron?-Cambio el tema-¿Y cómo es que de pronto tienen la espada de Gryffindor?
-Es una larga historia.-Dijo Harry.
-El patronus de una cierva guío a Harry a la espada, aquí en el lago congelado...-Ron empezó a explicarle pero en cuanto Hermione escuchó la palabra «Patronus» giró la cabeza en su dirección tan veloz que hizo la ilusión de que se quebraría.
-¿Patronus? ¿Un patronus?-Cuestiono con urgencia-¿De quién era? ¿C-como...
La pregunta se desvaneció al igual que su enorme enojo... Su mente se fue directo al Patronus de Draco. Eso era raro en demasía.
Ambos chicos notaron como Hermione parecía haberse desconectado del momento. Harry quitó el hechizo de protección.
-¿Te encuentras bien, Hermione?-El se acercó.
Al escucharlo agitó su cabeza y asintió.
-Déjame ver el horrocrux-Pidió al azabache con la voz seca.
Ron de inmediato se lo quito y tendió a su amigo. Él se lo dio a la castaña quien lo observó con detenimiento. Lo cubrió con su puño dispuesta a guardarlo en su bolso.
-No creas que esto cambia nada-Soltó con una voz que le puso los pelos de punta a los dos.
-Oh, por supuesto que no. Solo destruí un maldito horrocrux, ¿por qué cambiaría algo?
Lo miró con ese enojo palpable, dio media vuelta y entró a la tienda. Echó el horrocrux a su bolso, subió a la litera y se hizo un ovillo en la cama. Tan solo se abrazo a sí misma.
Las emociones que estaba experimentando eran tantas que sentía iba a explotar.
Y no podía dejar de pensar en el Patronus de Draco... Y en aquel que dirigió a Harry a conseguir la espada.
Escuchó a sus espaldas como los chicos entraban, ella no quiso ni mirarlos. No se movió, solo escuchaba como hablaban entre ellos. Ron le había dado una nueva varita a Harry, tenía que admitir, que era lo único útil que había hecho. Aguzo el oído un poco cuando escuchó su nombre de la boca de Harry, con quién se sentía un poco herida por su comentario.
-Creo que esa actitud de Hermione era lo mínimo que podías esperar-Murmuró.
-Sí, en efecto. Habría podido ser mucho peor.-La voz de Weasley le causaba irritación en esos momentos.-¿Te acuerdas de aquellos canarios que me arrojó una vez?
-Todavía no lo he descartado del todo-Dijo de pronto la amortiguada voz de Hermione desde debajo de las mantas.
Ella no lo supo pero Ron sonrió tímidamente mientras sacaba su pijama de la mochila y si lo hubiera visto, seguramente habría convocado a las pequeñas aves en su contra por imbécil.
La mayor parte del día la paso en su cama. Ron y Harry no paraban de hablar y eso la molestaba. Únicamente se puso de pie para hacer algo de té, lavarse y cambiar de ropa. Por la noche mientras leía un poco, interrumpió la lectura para proponerle una idea a Harry.
-Harry-Fue hasta él. Estaba sentado cerca de la salida de la tienda-Quiero ir a ver a Xenophilius Lovegood.
-¿El padre de Luna?-Se mostro extrañado.
-Si. El símbolo. No deja de aparecer. En Beedle el Bardo, en la tumba en el Valle de Godric.
-¿Qué significa?-Ron se interesó pero Hermione lo ignoró olímpicamente.
-Escucha, no tienes idea de lo que será el siguiente horrocrux y tampoco yo. Pero esto-Señalo el símbolo-Significa algo.
Después de que Ron propusiera votar y se mostrará de acuerdo con la idea de Granger y ella lo mirara de forma patética, Harry accedió a ir.
Por lo que a la mañana siguiente levantaron todo y aparecieron a unos metros de la casa de los Lovegood.
Solo debían escalar una colina. Ron fue el que se mostraba más entusiasmado y tomo la delantera.
-¿Sigues enfadada con él?-Harry aprovechó la lejanía de su amigo para hacer la pregunta.
-Siempre estoy enfadada con él-Respondió sin mucha importancia.-Y debo confesar que aquel comentario en el que hiciste referencia a... Malfoy-Susurró el apellido-No fue para nada pertinente ni correcto.
-Vamos, Hermione. Creo que no debes ser tan dura con Ron, después de todo él no es un mortifago, ¿cierto?-Soltó sin dejar de caminar.
Al escuchar eso Hermione paró en seco, Potter lo noto y también se detuvo.
-Voy a dejar algo muy claro, Harry...-Levanto un dedo y su expresión se ensombreció. Aquello era un golpe sumamente bajo, pensaba que su amigo la apoyaba.-El caso de él y el de Ron son cosas totalmente distintas, son circunstancias radicalmente diferentes y no voy a permitir...
-¡Hey, vengan!-Ron ya casi llegaba.
Ambos voltearon al mismo tiempo y la chica no pudo terminar. Siguieron caminando pero antes de llegar con Ron, ella le dijo a Harry:
-Si tu crees que él se volvió uno de ellos por gusto, entonces no sé si te conozco en realidad, Harry.-Murmuro-Y ahora no estoy segura si haberte confiado uno de mis secretos más preciados haya sido lo ideal.
Lo observó con una mirada tan penetrante y profunda que Harry se sintió pequeño y arrepentido.
(...)
Después de que el señor Lovegood se dedicará a explicarles lo que significaba aquel símbolo; que se trataba de las reliquias de la muerte por medio del cuento de los tres hermanos, este los había invitado a quedarse y cenar, ellos aceptaron para no ser groseros. Esperaban ver a Luna pero Xenophilius les comentó que estaba en el río.
Harry aprovechó que el señor Lovegood estaba abajo y se aventuró a entrar al cuarto de Luna, cosa que Hermione considero impertinente.
-Harry, sal de ahí. No tienes que husmear.-Susurro.
Pero no le hizo caso, Ron iba detrás de él y no tuvo más opción que seguirlos, no sin antes asegurarse que el señor Lovegood no viniera.
Entro al cuarto de Luna y lo primero que vislumbraron sus ojos fue una pintura con la cual la rubia decoró el techo de su dormitorio con cinco caras hermosamente pintadas: las de Harry, Ron, Hermione, Ginny y Neville. Los rostros no se movían como en los retratos de Hogwarts, pero aun así había cierta magia en ellos, y a Hermione le pareció que respiraban. Una especie de finas cadenas doradas zigzagueaban entre las imágenes, uniéndolas.
Las examinó con más detenimiento y se dio cuenta de que las cadenas eran en realidad una palabra, repetida miles de veces con tinta dorada: «amigos... amigos... amigos...».
La castaña sintió un arrebato de afecto hacia Luna y recordó cuántas veces la ayudo en Hogwarts.
Escudriñó la estancia. Junto a la cama había un gran retrato de Luna cuando era pequeña, abrazada a una mujer que se le parecía mucho; dedujo que se trataba de su madre, no obstante, la fotografía estaba cubierta de polvo, y eso le pareció raro.
Miro un poco más, dándose cuenta que el retrato no era lo único que tenía polvo. Prácticamente todo se encontraba así.
A los tres les surgieron dudas.
-Debemos bajar e irnos, chicos. No podemos quedarnos a cenar.-Dijo Hermione.
Sus amigos sin chistar asintieron. Descendieron por las escaleras angostas de caracol y llegaron hasta donde el hombre.
-Gracias, señor.-Agradeció Hermione.
-Que bueno que bajan. En unos 15 minutos la cena estará lista.-Estaba cortando algo con suma prisa.
Durante todo el rato que habían estado ahí, no dejaba de mostrarse apurado e incluso nervioso...
-Nos encantaría quedarnos, señor, pero debemos irnos.-Comento Harry con amabilidad.
-No, no, por favor. Quédense a cenar...-Insistió-Puedo apresurarme y en tan solo 5 minutos sirvo la comida.
-No se preocupe, de verdad. Lo apreciamos pero tenemos que irnos-Siguió Granger.
-¡¡No se irán!!-Lovegood parecía haber perdido los estribos.
Azotó una especie de bandeja de aluminio contra la barra lo cual provocó un fuerte estruendo que hizo saltar a Hermione. Ella tomó su bolso con más fuerza y retrocedió.
-¡No se irán!-Repitió bajando la voz.
Corrió hasta la puerta y se posicionó frente a ella, impidiendo la salida. Sus ojos se llenaron de lágrimas enseguida.
-¿Señor?-Harry estaba confundido igual que Hermione y Ron.
-Estaban enojados por lo que había estado escribiendo...-Balbuceo con un tono de voz tan bajo que apenas fue perceptible.-Se la llevaron. Se la llevaron. Se llevaron a mi Luna.-Confeso y entonces todo tuvo sentido.
Al escuchar aquello, Hermione sintió como su corazón se detenía y la angustia la invadió.
Luna...
Xenophilius se había acercado a Harry, tanto que esté pudo acariciar su cabello y hacer a un lado su mechón que cubría el rayo de su frente.
-Pero al que quieren en realidad es a ti.-Susurro y eso le puso los pelos de punta a la chica.
-¿Quién se la llevó?-Preguntó Harry aunque todos sabían la respuesta.
-Voldemort.
Y como si pronunciar ese nombre fuera una maldición, las ventanas de la casa volaron en pedazos y ráfagas de luz roja y verde entraron por doquier. Granger soltó un gritito y los tres se echaron al suelo.
-¡ALTO! ¡ALTO! ¡AQUI LO TENGO!-El señor Lovegood comenzó a gritar como desquiciado, claramente desesperado y salió de la casa.-¡AQUI ESTÁ! ¡POR FAVOR! ¡REGRESENME A MI LUNA!
Las cosas empezaron a explotar y la casa paulatinamente se hacia pedazos. Hermione se arrastró por el suelo al igual que sus amigos, cuando los tres se tocaron las manos, no esperaron más y se desaparecieron de ahí.
Aparecieron al segundo en un bosque recóndito y algo oscuro. Tenía la respiración agitada, se sentía terrible por Luna y su padre.
-¡Traicionero cobarde! ¡¿Qué no podemos confiar en nadie?!-Soltó Ron con ira.
-La raptaron porque el me apoyaba. Debe estar desesperado.
-¡Pues claro que lo está! ¡Pobre Luna! Solo espero que esté bien.-Dijo Hermione.
-Lo está. Es más fuerte de lo que creen.-Animo Harry dedicándole una mirada empática a la chica.
Sabía de sobra lo fuerte que era Luna, ella lo había demostrado incontables veces.
-Hare los hechizos y me encargo yo de la primera guardia-Anuncio Ronald.
Sin embargo los planes serían otros ya que en cuanto Ron dio unos pasos, se detuvo al ver que había unas cuantas personas delante de él y Harry. Hermione las observó y abrió los ojos como platos, escuchó ruido detrás suyo y miró de soslayo. Era un hombre lobo que conocía, Greyback.
Mierda.
Otro hombre, justo el que había visto antes de que Ron se fuera, el que pudo oler su perfume estaba al lado, recargado sobre un árbol y con su bufanda morada puesta, jugaba con ella.
-Hola, bonita-Saludo con un tono de voz que a Granger le causo repulsión y terror.
Ella por instinto dio unos pasos hacia atrás y echo a correr así como Ron y Harry.
-Que están esperando...¡Atrápenlos!-Ordeno.
Los siguientes minutos fueron una carrera a muerte, evitando los árboles, teniendo cuidado con el suelo y sus constantes obstáculos, al mismo tiempo debía tener los sentidos bien alerta para asestar algún hechizo a los tipos que los estaban persiguiendo. El aire había entrado a sus pulmones y ahora sentía un frío gélido recorrer todo su sistema. El corazón latía desbocado. Estaba muerta de miedo.
Logró detener a dos con una ligera explosión. Tenía la impresión de que llevaban corriendo una hora. Después de un rato perdió de vista a los chicos.
Lo peor era que no había a dónde ir o a dónde escapar. Estaban en las profundidades de un espeso bosque. Tampoco podía desaparecer sola. Cuando se encontró con Harry, ella frenó tan repentinamente que estuvo a punto de derrapar y caer. Al notar como venían pisando sus talones y sentirse acorralada, alzó su varita y apuntó al rostro de Harry. Le lanzó un hechizo punzante que de inmediato lo llevo al suelo.
Lo hizo justo a tiempo ya que llegaron los carroñeros, quienes, habían atrapado a Ron. No tardaron ni medio segundo en tomarla por los brazos. Su bolso y varita fueron retirados.
-¡Suéltame!-Forcejeo sin éxito contra el hombre que la tenía retenida.
-¡No la toquen!-Exigió el pelirrojo.
Se escuchó el sonido de un puñetazo, y un gruñido de dolor de parte de Ron.
-¡Déjenlo!-Pidió la chica sin dejar de moverse.
-¡A tu novio le irá mucho peor si no aprende pronto a comportarse!-Hablo el hombre que se apoderó de su bufanda. Él la miró de pies a cabeza por un minuto y se sintió tan asqueada. Gracias a Merlín apartó la desagradable mirada y la fijó en Harry-¿Y a ti que te paso, feo?
Tanto Harry como Greyback quien lo tenía bien sujeto voltearon.
-No, tu no.-Le dijo a Greyback.-¿Cómo te llamas?
-Dudley. Vernon Dudley-Contesto de inmediato.
-¿Y tú, cabeza de zanahoria?
-Me llamo Bardy Weasley.
-¡Un Weasley! ¡Sin duda un traidor a la sangre!-Exclamo emocionado Greyback.
Sin embargo el hombre que parecía el líder no lo escuchó. Se aproximó a Hermione y con cada paso que daba ella solo aguardaba lo peor. Se acercó tanto que rompió con el espacio personal y sus respiraciones se combinaban.
-¿Y tú, preciosa? ¿Cómo te llamas?-Le preguntó con un tono de voz seductor. Le acarició suavemente la mejilla y Granger sintió la nariz del hombre en su cuello y como iba subiendo hasta su rostro.
Tragó saliva. Quería llorar. Recordó como se sintió cuando Michael Corner intento abusar de ella en Hogwarts.
Alejaba la cara lo más que podía pero resultaba imposible quitarse a ese imbécil de encima.
-Penélope Clearwater. Mestiza.-Contesto, su voz despidió miedo pero sonó convincente.
-¡Hey! ¡Déjamela a mi! Vaya muchacha tan deliciosa... Qué maravilla... Con lo que me encanta la piel suave-Greyback habló y Granger no pudo sentirse peor.
-¡Cierra la maldita boca!-Gritó Ron pero fue ahogado con una fuerte patada de parte del hombre lobo.
El tipo haciendo caso omiso a lo sucedido, siguió rozando y tocándola, justo cuando sus labios se aproximaban otro hombre habló:
-¡Aquí no hay ningún Vernon Dudley!
Eso hizo que el hombre se despegará por completo de Hermione, quien se sintió aliviada y soltó un suspiro.
-¿Oíste eso feo? No estás en la lista. ¿Por qué no quieres que sepamos quién eres?
-La lista está mal, ya dije quien soy.
El hombre fue hasta donde Harry, que, tenía la cara tan hinchada y deformada que no se parecía para nada.
Hermione intentó zafarse nuevamente pero fue en vano. Ron se encontraba tirado en el suelo, retenido.
El hombre examinó con cuidado a Potter e hizo lo mismo que el señor Lovegood hace un rato. Quitó el cabello de su frente en busca de la característica cicatriz de un rayo.
Hermione mordió su labio y rogo que el hechizo haya sido suficiente para que pasara desapercibida o fuera difícil de identificar.
Después de unos segundos en los que comían de incertidumbre a la chica, el hombre dio una orden.
-Cambio de planes. No llevaremos a éstos al ministerio.
Eso hizo congelar a Hermione Granger.
Después de eso los tomaron con más fuerza y fueron arrastrados para empezar a caminar. Su bolso, la espada de Gryffindor y sus varitas también las llevaban.
Con cada paso que daban Hermione se ponía más ansiosa y nerviosa. Sus brazos estaban entumeciéndose y sus pies ardían.
Todo el camino fueron los tres al lado del otro. Poco a poco el bosque se volvió más oscuro, con mayor espacio y los árboles se transformaron en pinos altos y largos.
Hace horas había oscurecido. La chica sentía que iba a desfallecer. A unos metros de ellos notó como una enorme especie de mansión que lucía tétrica y sin vida, se alzaba a tan solo unos pasos.
Se detuvieron frente a un cancel de color negro elegante y los carroñeros tocaron con ganas en repetidas ocasiones.
-¡Abran, traemos a Potter!-Anunciaron en voz alta.
Después de un par de minutos una mujer se aproximaba y cuando estuvo a centímetros de Hermione, ella supo quién era: Bellatrix Lestrange.
Por un momento contuvo la respiración. Fue empujada con violencia por Greyback quien tenía sujeto a Harry, lo posicionó en medio y poco a poco levantó su cabello para dejar libre su frente.
Se podía ver una ligera cicatriz desfigurada en el extremo derecho de la frente de Potter. Bellatrix amusgo los ojos para no perderse de nada.
En ese instante el cancel se abrió, permitiendo que accedieran.
Se encontraban nada más y nada menos que en la Mansión Malfoy.
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¡Aquí tienen dos capítulos más, mis melocotones!
Cómo pueden ver ya estamos en la recta final. Faltan pocos capítulos para terminar esta historia que me ha acompañado durante varios años. 🥹
Gracias por seguir aquí, esperando un capítulo más. Agradezco sus votos y comentarios.
¡Gracias por leer! 🐍
Ale 🐍💚
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