"Buenas noches, Hermione"
-Necesitamos un sitio seguro donde escondernos-Dijo Ron.
Se encontraban en un callejón medianamente iluminado en una de las tantas calles de Londres, habían salido de la cafetería a la cual llegaron, debido a que un par de mortifagos entró y tuvieron que defenderse y escapar, no sin antes dejar todo en orden para no levantar sospechas.
La idea ya había sido puesta en la mesa con anterioridad pero a Hermione le parecía una mala idea. Sería como cavar su propia tumba.
-¡No seas tonto, Harry! ¡Snape puede entrar ahí!
-El padre de Ron dijo que han hecho embrujos contra Snape. Y aunque haya logrado burlarlos...-Insistió, vista la vehemencia con que Hermione había rechazado su propuesta-¿Qué importa? ¡Juro que me encantaría encontrármelo!
-Pero...
-¿De qué otro sitio disponemos, Hermione? Es nuestra mejor alternativa. Snape sólo es un mortífago, pero si todavía llevo el Detector, montones de esos indeseables nos perseguirán a donde vayamos.
La castaña no pudo rebatir tales argumentos, aunque le habría gustado hacerlo. Mientras ella descorría el cerrojo. Los tres se tomaron de las manos y cerraron los ojos, una vez abiertos distinguió una zona totalmente distinta; estaban rodeados de casas altas y descuidadas, vio el número 12. Subieron a toda prisa los escalones de piedra y Harry golpeó la puerta una sola vez con la varita. Enseguida oyeron una serie de sonidos metálicos y el ruido de una cadena. Entonces la puerta se abrió de par en par con un chirrido, y los tres amigos cruzaron el umbral. No lo dijo en voz alta pero la chica se sentía ansiosa, nerviosa y con un poco de miedo.
Cuando Harry cerró la puerta tras ellos, las anticuadas lámparas de gas se iluminaron, arrojando una luz parpadeante en todo el largo vestíbulo. La casa continuaba tan tétrica como Hermione la recordaba; había telarañas por todas partes y las cabezas de los elfos domésticos, colgadas en la pared, proyectaban extrañas sombras en la escalera. Unas largas y oscuras cortinas tapaban el retrato de la madre de Sirius, y lo único que no se mantenía en su sitio era el paraguas, con forma de pierna de trol, que estaba tumbado como si Tonks acabara de derribarlo otra vez.
-Creo que alguien ha estado aquí-Susurró Hermione señalando el paraguas.
-Quizá se quedó así cuando la Orden se marchó-Contestó Ron.
-¿Y dónde están esos embrujos que pusieron contra Snape?-Preguntó Harry.
-Quizá sólo se activan si entra él-Especuló Ron.
Sin embargo, se quedaron sobre el tapete que había dentro, de espaldas a la puerta, sin atreverse a adentrarse más en la casa.
-Bueno, no podemos quedarnos aquí para siempre-Decidió Harry, y avanzó un paso. Hermione se estremeció.
-¿Severus Snape?-La susurrante voz de Ojoloco Moody surgió de la oscuridad y los tres chicos retrocedieron asustados.
-¡No somos Snape!-Replicó Harry con voz ronca, y de pronto una especie de corriente de aire le pasó zumbando por encima de la cabeza. Justo en este instante Hermione sintió repentinamente como se le enrollaba la lengua, de forma que le impedía hablar. Tal parecía que a los otros dos les sucedía lo mismo. Apenas Granger iba a hacer algo al respecto cuando el encantamiento se rompió. Su lengua volvió a la normalidad.
-¡Eso debió ser la ma... maldición lengua atada que Ojoloco puso contra Snape!-Balbuceo la chica.
Harry dio otro paso cauteloso y algo se movió en la oscuridad al fondo del vestíbulo. Antes de que alguno de los tres pudiera decir algo, una figura alta, grisácea y terrible surgió de la alfombra. Hermione dio un chillido. La criatura levantó un consumido brazo y señaló a Harry.
-¡No!-Gritó el azabache pero, aunque levantó la varita, no pronunció ningún hechizo-¡No, no! ¡No fuimos nosotros! ¡Nosotros no lo matamos!
Hermione se sentía aterrorizada, sabía que lucia débil, pero tenía un mal presentimiento. Cuando Harry pronunció la palabra «matamos», la figura estalló formando una gran nube de polvo. Mientras Harry tosía, Hermione estaba acurrucada en el suelo, junto a la puerta, cubriéndose la cabeza con los brazos, y Ron, que temblaba de pies a cabeza, le daba unas palmaditas en el hombro.
-No pasa na... nada, ya se ha i...ido.-Ron trataba de reconfortarla y eso ella lo agradecía.
-Pero si era... era...-Gimoteó Hermione, en tanto Ron la ayudaba a levantarse.
-Sí-Afirmó Harry-Pero no era él. Sólo se trataba de un truco para asustar a Snape.
Aquella figura polvorienta que parecía querer sacarle el corazón a Hermione había tomado la apariencia del director Dumbledore, pero no lo era. Los tres avanzaron a paso lento por el pasillo. Granger sacó su varita con cierta desconfianza.
-Antes de continuar, creo que tendríamos que asegurarnos-Susurró Hermione, de modo que levantó su varita y dijo-¡Homenum revelio!-No pasó nada.
-¿Qué se supone que tenía que demostrar ese hechizo?-Cuestionó Ron sin dejar de mirarla.
-¡Ha hecho precisamente lo que yo pretendía! ¡Es un hechizo para revelar la presencia de humanos, y aquí sólo estamos nosotros! Así que... Subamos-Sugirió Hermione mirando con aprensión la alfombra, y empezó a subir la rechinante escalera que llevaba al salón del primer piso.
Sacudió su varita para encender las viejas lámparas de gas, y luego, temblando ligeramente a causa del frío que hacía en la estancia, se sentó en el borde del sofá y se abrazó el cuerpo. Ron fue hasta la ventana y apartó un poco la pesada cortina de terciopelo.
-Ahí fuera no se ve a nadie-Informó -Y supongo que si Harry todavía llevara el Detector nos habrían seguido hasta aquí. Ya sé que no pueden entrar en la casa, pero... ¿Qué sucede, Harry?
Éste acababa de proferir un grito de dolor. Hermione lo miró confundida, detuvo su búsqueda en el bolso de un suéter ya que tenía muchísimo frío. Observó a Harry, quien tenía una expresión de dolor cubriendo su rostro.
Tanto Ron como Hermione sabían que significaba eso. Voldemort accediendo a la mente de Harry.
-¿Qué era?-Se interesó Ron acercándose a él-¿Lo has visto en mi casa?
-No; sólo he sentido su cólera. Está furioso...
-Pero podría estar en La Madriguera-Insistió Ron, preocupado-¿Y qué más? ¿No has visto nada? ¿Has visto si atacaba a alguien?
-No, no; sólo he notado la rabia que siente. No sabría decir...
A Hermione no le gustaba para nada cuando la conexión entre Harry y a Voldemort se hacía presente. Claramente se lo recordó a Harry con voz de susto:
-¿Otra vez la cicatriz? Pero ¿qué está pasando? ¡Creía que esa conexión se había cerrado!
-Se cerró algún tiempo-Masculló Harry-Creo que se abre otra vez cuando él pierde el control.
-¡Pues tienes que cerrar la mente! ¡Dumbledore no quería que usaras esa conexión, quería que la cerraras, por eso te hizo estudiar Oclumancia! ¡Si no, Voldemort puede ponerte imágenes falsas en la mente, acuérdate...!
-Sí, me acuerdo, gracias-Harry no necesitaba que le recordara que en cierta ocasión Voldemort había utilizado la conexión entre ellos para conducirlo hasta una trampa, ni que eso había tenido como resultado la muerte de Sirius.
Quizá había exagerado un poco con Harry, sabía de sobra lo mucho que le dolía la muerte de su padrino pero él tenía que realizar un esfuerzo por cerrar su mente. Inclusive ella había estado practicando la Oclumancia y Legeremancia. Sabía que eran de gran utilidad y podía necesitarlo. No lo dominaba aún, pero sabía defenderse y seguramente le serviría en un futuro.
La castaña apretó los labios y retomó su búsqueda del suéter mientras farfullaba un "lo siento" a Harry, no pretendía sonar tan dura. Cuando lo encontró se lo puso encima de su ropa. En ese momento un patronus plateado entró volando por la ventana del salón, instalándose en el suelo delante de ellos. Ante la drástica sorpresa la chica soltó un pequeño grito que hizo ponerse alerta a Ron y Harry.
El patronus se solidificó y adoptó la forma de la comadreja que hablaba con la voz del padre de Ron:
-Familia a salvo, no contesten, nos vigilan.
Acto seguido, el patronus se disolvió por completo. Ron emitió un sonido entre gimoteo y gruñido y se dejó caer en el sofá. Hermione lo miró, sabía que el pelirrojo estaba angustiado por su familia. Así que se sentó a su lado y le tomó un brazo.
-¡Tranquilo, Ron, están bien!
Enseguida Ron la abrazó tomándola desprevenida. Él casi rio de alivio.
-Harry-Ron quiso disculparse por encima del hombro de Hermione-Yo...
-Tranquilo, no te preocupes-Repuso Harry, mareado por el dolor de la frente-Se trata de tu familia; es lógico que estés inquieto por ellos. A mí me pasaría lo mismo. De hecho, a mi me pasa lo mismo.
Seguramente estaba pensando en Ginny.
Inclusive la propia Hermione estaba preocupada por la familia Weasley. Se despegó de Ron con lentitud.
-Deberíamos descansar-Dijo débilmente la castaña-Pero no quiero estar sola. ¿Podemos tomar los sacos de dormir que he traído y pasar la noche aquí?
Ron estuvo de acuerdo, Harry por igual, éste anuncio que iba al baño en un ligero susurro, parecía que aún le dolía la cicatriz. Pronto desapareció de la estancia.
Hermione sacó rápidamente los sacos de dormir que a simple vista eran sumamente pequeños.
-¿Ahí dormiremos?-Preguntó Weasley al ver el tamaño de los sacos.
-Claro.
Le causaba algo de gracia la confusión de Ronald. Tomó un saco y lo liberó, inmediatamente éste se extendió hasta tomar un tamaño apropiado, aunque estaba completamente desinflado. Con un movimiento de varita, al instante se lleno de aire.
-Vaya-Se sorprendió el chico.
-¿Puedes ayudarme con los otros dos?-Pidió Hermione-Iré con Harry a asegurarme de que este bien y por si necesita algo.
-Sí.
Hermione comenzó a caminar para ir al baño donde Harry se encontraba. Observó a unos cuantos centímetros y notó qué la puerta estaba entreabierta. Notó como su amigo parecía no soportar el dolor de la cicatriz, no se acercó demasiado para que él no la viera.
Tragando saliva se aproximo a la puerta y con cuidado le propicio unos golpes.
-Harry, soy yo, ¿buscas tu cepillo de dientes? Lo tengo yo.
-Oh, si, gracias.
Su voz sonaba un tanto cansada.
Pronto le abrió la puerta, ella accedió y le entrego el cepillo de dientes.
-¿Estás bien, Harry?-Ladeo la cabeza. No se veía nada bien.
-Sí... Es solo que...
-¿Qué?
-Es que... Lo vi-Dijo a secas.
-¿De quién estás hablando?-Ella sospechaba la posible respuesta y eso le aterraba.
-A Draco, Hermione.
Al escuchar ese nombre el mundo se le vino abajo, no obstante, aparento normalidad, aunque sintió que las piernas le temblaron.
-¿Qué?-Fue lo único que pudo articular.
-La cicatriz me dolía en demasía. Me rendí y tuve que dejar entrar...
-Harry...-Reprochó la chica.
-¡Lo sé! Sé que no debo dejarlo entrar pero a veces es inevitable, Hermione. En fin... Vi lo que estaba sucediendo, y sentí todas las emociones que estaba experimentando.
-¿Viste a Draco? ¿Él está bien?-Los ojos de Hermione se tiñeron de preocupación.
-Bueno...-La respuesta de Harry le provocó un piquete en el corazón.
-Dime lo que viste, por favor.
-Voldemort estaba obligando a Draco a torturar a uno de los mortifagos que nos atacó en la cafetería-Soltó.
Ella solo podía imaginar la escena, clara y viva. Tan nítido podía ver el posible rostro de Draco en ese instante. Su mirada desencajada, aquellos ojos sin vida ni luz, su piel más pálida que de costumbre... Le dolía en lo más profundo saber que el señor tenebroso solo lo estaba utilizando.
Hermione miro el suelo y se mantuvo así unos minutos.
-¿Estás bien?-Le preguntó Harry al ver que su amiga no se movía.
Ella levantó finalmente la cabeza. Lucho para que sus ojos no se llenarán de lágrimas. Asintió.
-Sí. Estoy bien... Solo necesito que me hagas un favor.
-Claro.
-Cada que veas a Draco por favor, dímelo. No importa lo que sea, tienes que decírmelo. ¿Puedes?
Casi imploro por ello, Harry no respondió de inmediato, el chico no quería causarle dolor a su amiga.
-Pero...-Ella lo interrumpió.
-Por favor, Harry, prefiero enterarme a no saber nada de él. Realmente no espero que esté sembrando flores o haciendo pociones en estos momentos. Está viviendo un infierno. Si tan solo hubiera aceptado la maldita oferta de Dumbledore él...-Cerró la boca. Sentía coraje, al mismo tiempo que impotencia y frustración.
Sus puños estaban apretados, los nudillos se habían vuelto blancos, su voz estaba algo cortada y los ojos se aguaron.
-Promete que me lo dirás, Harry-Se acercó al mencionado. Tanto que sus narices casi chocan.
-De acuerdo.
-Aunque intenta que esto no se repita, es mejor que esa conexión no sea muy frecuente. Por tu bien.
Harry asintió.
-Hey, ¿qué hacen?-Ron apareció.
Hermione se separó de Harry y salió del baño.
-Nada a Harry le dolía la cicatriz, pero ya paso. Se lavara los dientes. ¿Ya pusiste los sacos para dormir?
-Sí.
-Bien, voy a bajar un momento.
Ella bajó las escaleras no sin antes conectar miradas de complicidad con Harry. Cuando estuvo lejos del radar de ambos, lanzó un suspiro. Tomo su bolso y empezó a buscar una pijama, necesitaba estar más cómoda y quería dormir pronto.
Antes de ir a cambiarse, se quedo sentada unos minutos sobre el sillón viejo que se encontraba ahí. La mirada completamente perdida y su mente solo se enfocó en Draco Malfoy.
Lo imaginó torturando a magos provenientes de padres muggles, o quizá a personas pertenecientes a la orden del fénix, sus propios amigos... Gente que ni siquiera conocía, pero su mente creo la escena perfecta para atormentarla.
Sabía que Draco no disfrutaría de realizar esos actos atroces, estaba segura que se veía obligado a llevarlo a cabo por ordenes de Voldemort. Una rebelde lágrima descendió a paso lento por toda su mejilla, hasta colgar por un par de segundos en su barbilla, para posteriormente caer hasta su rodilla.
-¿Cómo te sientes?
La voz de Ron la saco de su estupor, levantó la cabeza algo asustada. Él estaba recargado en el marco de la puerta con los brazos cruzados.
-Estoy agotada. Necesito dormir. ¿Y Harry?
-Se quedo en el baño, me dijo que en unos minutos viene para acá-Contestó tomando asiento a su lado.
Ella asintió. De nueva cuenta tomó su pijama, dispuesta a buscar un sitio donde cambiarse.
-Ahí está tu pijama, Ron, para que puedas cambiarte-Hermione señaló un bulto de ropa doblada que permanecía sobre el sillón.
-Gracias, Hermione. Es increíble como estás preparada para todo.
La chica se levantó dispuesta a cambiarse. Realmente le urgía hacerlo. Antes de salir de la estancia, Ron la detuvo.
-¿De qué cosa hablaban Harry y tu en el baño?-La pregunta con un tono totalmente inocente pero plagada de curiosidad hizo parar a Granger.
El nombre de cierto rubio especial se repetía en su cerebro.
-Sabes como soy. Lo estaba reprendiendo un poco por permitir que la conexión que hay entre él y Voldemort aparezca. Me contó que vio a Voldemort torturar a los mortifagos que nos atacaron en la cafetería a modo de castigo.-Un espeluzno se apoderó de su cuerpo.
No era una mentira, de hecho.
-Bueno...-Parecía que él quería preguntarle sobre algo más pero no sé atrevió.
-Iré a cambiarme.
Comenzó a caminar para buscar algún cuarto o baño. Llego a uno, en donde anteriormente se encontraba Harry, estaba cerrado, ella tocó y nadie respondió.
-¿Harry? ¿Sigues ahí?-Preguntó pegada a la puerta.
Nada.
Tomó la perilla, la giro y accedió. No había nadie, Harry había salido ya. Se alarmo ligeramente pero decidió tranquilizarse, cerró la puerta para poder ponerse la pijama. Una vez lo hizo, salió de ahí y empezó a buscar a Harry.
No obstante no tuvo suerte, no se encontraba en ninguna de las habitaciones de ese piso. Miró las escaleras e indecisa decidió subir hasta el último rellano, vio que solo había dos puertas, inmediatamente se enfocó en aquella donde había una placa que rezaba «Sirius». En realidad, la puerta estaba entreabierta y desde lejos se observaba por ese espacio, una cama y Harry de espaldas. Decidió entrar con cautela.
La habitación era amplia y Hermione pensó que tiempo atrás debió de ser muy bonita. La cama en la que se encontraba Harry tenía una cabecera de madera labrada, también había una alta ventana que estaba cubierta por una larga cortina de terciopelo, además de una araña de luces cubierta de polvo, en cuyos soportes todavía quedaban cabos de vela de los que colgaban gotas de cera reseca.
Los cuadros de las paredes también poseían una fina capa de polvo. Se notaba que era la habitación del padrino de Harry. Éste tenía pegados algunos posters e imágenes de motociclistas muggles, decoración de Gryffindor y bastantes fotografías de mujeres en bikini.
Reparó en que solo había una foto donde Sirius aparecía, acompañado del padre de Harry, Lupin y Peter Pettigrew.
Sus pies comenzaron a avanzar con lentitud, sin hacer ruido se sentó sobre la vieja cama que perteneció a Sirius Black hace tantos años, al lado de su amigo, que tenía un trozo de pergamino sumamente amarillento, era evidente que el tiempo había hecho su trabajo, ya que estaba roto, desgastado, y un poco enmohecido, pero se leía perfectamente. Subió su mirada para ver el rostro de Harry, lucia decaído, como si quisiera soltar unas cuantas lágrimas. Decidió no hablar por el momento, sabía que él no necesitaba eso, solamente posó su mano sobre la de su amigo, en señal de apoyo y consuelo.
Él volteó a verla por fin, en un movimiento casi imperceptible le entregó el pedazo de pergamino a Hermione, ella lo tomó sin quitarle los ojos de encima.
Una vez su vista fue a parar al pergamino, supo que se trataba de una carta.
"Querido Canuto: Muchas gracias por el regalo de cumpleaños de Harry. Fue el que más le gustó, con diferencia. Con sólo un año ya va zumbando en su escoba de juguete. ¡Se le ve tan satisfecho! Te mando una fotografía para que lo compruebes. Imagínate, apenas levanta dos palmos del suelo y ya estuvo apunto de matar al gato y destrozó un jarrón espantoso que Petunia me envió por Navidad (lo cual no me importó nada). James cree que es un niño muy gracioso, claro; dice que será un gran jugador de quidditch, pero de momento hemos tenido que esconder todos los adornos y asegurarnos de no perderlo de vista cuando coge la escoba. Preparamos una merienda muy tranquila para celebrar su cumpleaños. Únicamente estuvimos nosotros y Bathilda, que siempre ha sido muy cariñosa con todos y que adora a Harry. Nos entristeció que no pudieras venir, pero la Orden es más importante, y, de cualquier forma, el niño es demasiado pequeño para saber que es su cumpleaños. James se siente un poco frustrado aquí encerrado; intenta que no se le note, pero a mí no me engaña. Además, Dumbledore todavía conserva su capa invisible, de modo que no puede salir ni a dar una vuelta. Si pudieras visitarnos, James se animaría mucho. Gus vino el fin de semana pasado; lo encontré un poco desanimado, pero debía de ser por lo de los McKinnon (lloré toda la noche cuando me enteré). Bathilda nos hace compañía casi todos los días. Es una ancianita maravillosa y nos cuenta unas historias asombrosas sobre Dumbledore. ¡No sé si a él le gustaría enterarse! Me cuesta creer todo loque dice, porque parece increíble que Dumbledore-"
La carta terminaba abruptamente debido a que no estaba completa, le faltaban pedazos que quizás el tiempo fue reclamando como suyos. Supo de inmediato que aquella letra fue escrita por puño y letra de la madre de Harry.
Antes de poder emitir una palabra, el azabache le mostró una fotografía donde se vislumbraba un tierno bebé sonriendo, éste entraba y salía volando puesto que montaba una escoba de juguete, era encantador. Granger sonrió.
-No se encuentra aquí los pedazos restantes de la carta-Habló el de lentes-¿Sabes quien es Bathilda? ¿Bathilda Bagshot?
-Por supuesto, es la autora de historia de la magia. Por lo que dice aquí parece que tus padres la conocían.
-Ella todavía vive, precisamente en el valle de Godric. Lo sé porque Muriel, la tía abuela de Ron, nos habló de ella en la boda. Al parecer conocía a la familia de Dumbledore. ¿No crees que sería interesante hablar con ella?
Hermione estaba sospechando los verdaderos motivos de Harry al querer ir al valle de Godric y no le gustaba para nada. Su amigo tomó la carta junto con la fotografía y la guardó.
-Entiendo que quieras visitar el valle de Godric, Harry, pero me da miedo... me da miedo la facilidad con que ayer nos encontraron esos mortífagos. Ahora todavía tengo más claro que debemos evitar el sitio donde están enterrados tus padres; estoy convencida de que los mortífagos sospechan que irás ahí.
-Pero ¿no crees que es un buen lugar para buscar un horrocrux?
-Es peligroso, Harry.
-¡Oigan, vengan aquí!-Ron alzó la voz desde su ubicación para que pudieran escucharlo.
Hermione y Harry se miraron mutuamente y de forma casi sincronizada se pusieron de pie y fueron hasta donde Weasley. Llegaron hasta otra habitación que se encontraba en el mismo piso, en la puerta también contenía una placa como en la de Sirius, pero en cambio, esta decía: "Prohibido pasar sin el permiso expreso de Regulus Arturus Black".
Enseguida el cerebro de Hermione asocio las cosas.
-R.A.B.-Soltó sin dejar de mirar la puerta.
-¿Qué?-Ron la observó.
-¡Eso es! ¡R.A.B. debe ser Regulus Arturus Black!
-¿Era el hermano de Sirius?-Preguntó Ron.
-Sí... Sirius me habló de él. Por lo visto se unió a los seguidores de Voldemort cuando todavía era muy joven; luego tuvo miedo e intentó echarse atrás, y lo mataron.
-¡Eso encaja!-Exclamó Hermione, impresionada-¡Si Regulus era mortífago, debía de conocer algunos secretos de Voldemort, pero si éste lo decepcionó, es lógico que quisiera destruirlo!
-Tal vez aquí esté el verdadero guardapelo-Comentó Potter con una pizca de esperanza en su voz.
Sin embargo no sería así y estaban a nada de descubrirlo.
*********
Estaba lavando sus manos. Tan solo observaba como el agua iba eliminando de a poco y con algo de dificultad la sangre que pintaba sus pálidos dorsos y palmas. No podía ni parpadear, notaba con detenimiento como el color rojizo se aclaraba al tener contacto con el agua.
Apenas y podía respirar, se sentía aturdido, como anestesiado y podrido. Había sido obligado hace unos minutos a torturar a Rowle, un mortifago que había sido enviado a buscar a Harry Potter y traerlo, sin embargo, falló. Por consiguiente el señor tenebroso le hizo saber lo que sucedía cuando sus seguidores cometían el mínimo error.
Dejo de temblar hace algunos minutos. La temblorina que experimento era tal que no sabía cómo se mantenía de pie.
«No... No recuerdo mucho. Creo que nos lanzaron un hechizo para confundir nuestra memoria... Pero... Pero los vimos... Ahí estaba Potter, acompañado de un chico pelirrojo y una chica de c-cabello castaño... Nos atacaron de inmediato y...».
Sabía de sobra que aquella chica de cabello castaño era Hermione Granger. Ella siempre estaría a lado de Harry Potter, tan leal, osada y firme para sus amigos incluso si implicaba arriesgar su propia vida, ella lo haría por los que amaba. Al enterarse que habían logrado escapar de los mortifagos con éxito, se sintió aliviado. Esperaba que estuviera bien y a salvo.
Hace unas horas Ollivander había llegado para ser un huésped en la mansión Malfoy, o al menos, ese fue el término que el demente de Voldemort utilizo para reemplazar prisionero.
-¡Draco, ven ahora mismo!-Ordenó Bellatrix con su escandalosa voz.
¿Ahora que a que tortura lo someterían?
Se miró por última vez al espejo sintiendo lástima de sí mismo, realmente ya no le importaba lo mal que se veía, era sumamente notable, pero él ya no era capaz de distinguirlo.
Fue hasta donde estaba aquella mujer que era en el calabozo, ese sitio le daba escalofríos. Bajó hasta el último peldaño donde su tía de alocada cabellera permanecía.
-¿Qué sucede?
-Es tu turno de quedarte vigilando el calabozo, ya sabes, solo por si acaso. Esta encantado, no podrían hacer nada ni aunque tuvieran las varitas, pero siempre es bueno tener un polizón de vez en cuando y de esa manera, puedes ganar puntos con tu señor-Ella le guiño un ojo.
Desvió sus ojos de la mujer siniestra, y de inmediato, en lo profundo del calabozo distinguió una cabellera rubia con toques dorados, era el único destello de luz que iluminaba aquel lugar repugnante. Temió sospechar de quien se trataba.
-Oh, dale la bienvenida a otro de nuestros nuevos huéspedes, ya que tendrá una estadía larga con nosotros-Dijo con tono jocoso. Lo estaba disfrutando.-Ven acá, chica lunática. No seas descortés y saluda.
La chica acató la orden y con lentitud se acercó hasta la puerta de grandes y largos barrotes negros. Al verla de pies a cabeza, el corazón de Draco se detuvo por un instante y su rostro se cubrió de una impresión llena de incredulidad y espanto, inclusive dolor.
Cuando los ojos de Luna se conectaron con los suyos, sintió una sensación fatídica, de inmediato experimentó la ya tan conocida culpabilidad.
-¿La conoces, Draco?-Cuestionó su tía con gran interés.
Él estaba consternado.
-Sí-Respondió a secas, intentando no sonar débil o afectado.
-Claro que la conoces. Recuerdo que ella era una de las chicas que estaba presente en el ministerio en aquella ocasión, ¿cierto?
Con una expresión de horror que no pudo ser capaz de ocultar, vio a Bellatrix Lestrange, quien poseía una mirada retadora y de completo orgullo. Como si tuviera a la presa bien agarrada entre sus garras.
-Dime algo, Draquito. Sé sincero conmigo. ¿Ella es tu amiga? Esta pequeña chica totalmente deschavetada al igual que su torpe padre que se dedica a apoyar fuertemente al estúpido de Potter... ¿Significa algo para ti?
Él negó al instante. Lo hizo con tanta fuerza que su cuello se torció.
-No somos amigos, jamás he convivido con ella. Conozco quien es debido... A lo rara que es-Dijo volviendo a mirar a Luna.
Por supuesto que no diría la verdad. Luna era la persona que conocía su secreto y de quien había recibido palabras de apoyo y aliento, consejos útiles que llegaba a necesitar... No supo hasta ese momento que poseía un aprecio hacia esa chica que consideraba extraña.
No quería que le hicieran daño. Tampoco que estuviera secuestrada. Se imaginó el estado en el que se encontraría su padre...
-Tu-Su rostro volteó directamente hacia la rubia. La voz de su tía se transformó y su mirada era de una persona desquiciada.-¿Qué me dices? ¿Has convivido con Draco? ¿Sabes algo sobre él?
-No. No le caigo bien, es lo único que sé-Respondió con su dulce voz que la caracteriza-No somos amigos. Debo admitir que no se me da muy bien hacer amigos con facilidad, por lo que tener una amistad con Malfoy resulta casi imposible.
Bellatrix soltó una risotada que causó un brinco en Draco debido a que no la esperaba. De pronto la varita de la mujer desprendió un destello de luz poderosa que impactó en Luna, que emitió un grito de puro dolor.
-¡Apuesto a que sabes algo de Harry Potter y sus amiguitos! ¡Así que suelta lo que sabes, mocosa rara!-Exigió.
Luna se retorcía de pie y no dejaba de gritar. Con bastante dificultad logró articular:
-¡No sé nada de ellos! ¡No los he visto desde que se terminaron las clases!-Habló de forma entrecortada y apenas entendible.
Se escuchó el golpe duro y preciso de cuando Lovegood cayó al suelo ya que no pudo mantenerse de pie. Bellatrix seguía arremetiendo contra ella.
-¡No mientas!-Bramo.
Draco tan solo estaba observando todo en primera fila. Los gritos de Luna le causaban una sensación terrible. Tenía que detener a su tía.
-¡Juro que no sé nada de ellos!-Gritó desde el suelo.
-Detente-Malfoy por fin abrió la boca.
-¿Qué dijiste?-Lestrange volteo a verlo con desconcierto.
-Que te detengas.-Repitió con una valentía que desconocía de donde había salido-No querrás cometer un error.
-¿De qué carajos hablas? ¿Qué me detenga? Más vale que tu explicación sea buena, Draco-Sonaba amenazadora.
Evitó tragar saliva. Mantuvo la compostura y un estado de indiferencia creíble aunque por dentro estaba muriendo.
-Dudo que nuestro señor...-Pronunciar aquello le provocó una ira dentro suyo que reflejaba su desacuerdo-...Haya dado la orden de torturar a placer o inclusive eliminar a esta chica. No porque no lo merezca, sin embargo, si se te pasa la mano y él se entera, estoy seguro que perderás todo el progreso que has ganado con él. A tal punto que recibas un castigo peor que los mortifagos qué fallaron la encomienda de anoche. O mejor dicho, peor que a nosotros. Sé que no quieres eso. ¿O me equivoco?
Esperaba que utilizar un tipo de psicología inversa en su estúpida tía funcionará.
Ella detuvo el ataque a Luna y esta por fin pudo respirar.
Draco cerró los ojos agradeciendo que su tía había parado.
-Bien. Entiendo. Me sorprende pero tienes razón.-Bajó su varita y vio con una expresión de desagrado profundo a la chica que seguía tirada en el suelo, respirando con gran dificultad-No creas que te has salvado. Pronto, niña.
Dio media vuelta y antes de subir las escaleras para salir de ahí le dijo a Draco:
-Volveré después para ver que tan bien lo haces. No les quites los ojos de encima.
Ella salió del lugar y solo quedaron Draco, Luna y un Ollivander inconsciente dentro del calabozo.
-Gracias, Draco. Me has salvado, creía que en cualquier momento todo acabaría.-Luna habló con cierta dificultad todavía.
La chica se incorporó de a poco hasta que acabo sentada sobre el sucio suelo.
-No deberías estar aquí... ¿Cómo? ¿Por qué?-Sonó desesperado.
Sentía tanta impotencia.
-El quisquilloso apoya fielmente a Harry. Supongo que a su bando no le gustó nada-Explicó de forma breve, recuperando el aliento.
Malfoy guardó silencio y solo pudo observarla con dolor. Se mordió el labio con gran fuerza.
-Lo siento mucho, Luna-Soltó con arrepentimiento-Todo esto es culpa mía.
-¿Qué? ¿Cómo puedes decir eso, Draco? Claro que no.
-Lo es... He tenido oportunidades para hacer algo... Me refiero a cambiar las cosas, ahora lo veo y reconozco que no las he aprovechado. Incluso aquella noche...-Hizo una pausa ya que su voz estaba a nada de quebrarse-Dumbledore me ofreció su ayuda y yo vacilé. De haber aceptado no estaría aquí y quizá tu tampoco, Luna. Ni Ollivander. Pero no lo hice.
Esa decisión lo atormentaba y estaba seguro que lo perseguiría por el resto de su vida.
Si hubiera hecho caso inclusive podría ser que estuviera al lado de Hermione, protegiéndola y ayudándola de verdad.
-La realidad es que soy un maldito cobarde-Admitió.
Sus ojos estaban algo rojizos. Estaba por romperse ahí mismo. Luna lo miraba con suma empatía, había algo en ella que transmitía comprensión.
Sintió la mano de Lovegood encima de la suya, eso lo descolocó.
-No lo eres, Draco. Estás envuelto en una situación muy complicada, la cual, nunca pediste y a tu manera has intentado proteger a las personas que amas y te importan. La principal es Hermione y hasta el momento ha funcionado. Requiere mucho valor hacer lo que hiciste con Bellatrix hace unos minutos, conseguir que dejara de torturarme.-Su voz sonaba tan pacífica-Si, quizá algunas decisiones que has tomado no sean las ideales, pero no seas tan duro contigo mismo. Lo que queda es esperar y tener fe en que todo tarde o temprano estará bien.
Draco hizo algo que nunca se imaginó que haría, sostuvo la mano de Luna y la entrelazó. Cómo una forma de transmitir fuerza a ambos. Para expresar su agradecimiento.
-Hare lo que esté en mis manos para que no les hagan daño. Ni a ti, ni a Ollivander. Lo prometo, Luna. Saldrás bien de aquí y podrás ver a tu padre de nuevo.
Sin soltarse aún, a Luna se le aguaron los ojos y asintió. Le dio las gracias y se sumergieron en un silencio y en un estado de apoyo en el cual no se tenía que decir palabra alguna para reconocerlo. Ahí en ese lugar desdichado y fatídico fueron capaces de mantener una chispa de esperanza que les brindo el ánimo que necesitaban para continuar.
A los minutos rompieron su agarre, por seguridad, ya que en cualquier momento alguien podría entrar y descubrirlo todo, lo cual acabaría supremamente mal para los dos.
-Luna... ¿Has sabido algo de...-La chica lo interrumpió.
-¿Hermione? Por supuesto.-Ella sonrió-La última vez que la vi fue en la boda de Fleur y Bill.
-¿Fleur? ¿Hablas de la chica de Beauxbatons? ¿La que compitió en el torneo?
-La misma. Se casó con el hermano de Ron, Bill.
Eso lo sorprendió.
-Ella estaba bien, también los demás. Estábamos disfrutando de la fiesta cuando los mortifagos irrumpieron. Todo se volvió un caos, yo escape con mi padre a tiempo, por lo que sabía nadie como tu tía nos vio. Lo último que supe fue que Ron, Harry y Hermione tuvieron que escapar de ahí sin nadie más. Usaron la aparición, pero desconozco a dónde fueron y dónde están actualmente.
Ante la expresión de preocupación de Malfoy, Luna agregó:
-Pero sé que están bien. De eso no tengo duda, saben cuidarse entre los tres.
-Eso espero.
**********
Iba corriendo a toda velocidad, como si su vida dependiera de ello, lo cual, era totalmente el caso. Sentía el miedo, la adrenalina y el pánico por cada centímetro de su cuerpo. Iba con un traje puesto y unos tacones que le volvían más difícil la tarea de huir, además, repartía su atención en no perder el guardapelo que se encontraba en el bolsillo de su saco guardado con precaución.
Vio como Harry fue el primero en entrar por la red flu, seguido de Ron y ella enseguida, no obstante, su corazón abandonó su pecho cuando sintió como Yaxley se abalanzó contra ella y la sujetó del brazo.
En un intenso viaje donde luchaba con todas sus fuerzas para liberarse de Yaxley, su cabeza daba vueltas, quería vomitar y se sintió débil. Todo era completamente oscuro y experimento una extraña sensación, como si un par de vendas comprimieran todo su cuerpo, dejándola sin movilidad ni oxígeno.
Cuando todo se detuvo y pudo vislumbrar la puerta del número 12 perteneciente a Grimmauld Place y a un Yaxley dispuesto a atacarla y atraparla. Soltó un grito y él debilitó su agarre, por lo que alzó su varita y un halo de luz morada brillante salió de ella impactando en el hombre, pasando con gran velocidad.
Tomó la mano de Harry y Ron, para nuevamente escapar del lugar rápidamente. Todo se volvió negro por unos segundos.
Enseguida aparecieron en el bosque, ella estaba tendida sobre una gran pila de hojas secas. Abrió los ojos con fuerza y trató de recobrar el aliento. Intentó ponerse de pie, pero un mareo la azotó y terminó en el suelo. Se puso de rodillas y vio primero a Harry, estaba bien, el efecto de la poción multijugos habia desaparecido en él ya.
Luego sus ojos se posaron en Ronald y una angustia atravesó su pecho, solo podía ver cómo sangraba sin cesar y se retorcía mientras gemía con desesperación y dolor.
Se levantó enseguida y se hincó al lado suyo. Aún tenía el efecto de la poción, era mitad Ron y mitad Cattermole.
Reparó mejor en su herida, todo su costado izquierdo estaba sangrando y su rostro se encontraba entre pálido y grisáceo.
-¿Qué ha pasado?-Escucho la voz de Harry.
-Ron ha sufrido desparticion-Explicó contrariada mientras rompía la camiseta del chico para dar pie a la herida.-Harry, rápido, en mi bolso hay una botellita que dice «Esencia de díctamo». Tráela, por favor.-Pidió.
-¿Tu bolso? ¿Y dónde...? Ah-Harry guardó silencio cuando lo vio.
Percibió como las hojas crujían debajo de los pies de Potter. Los segundos corrían pero parecía una eternidad. Ron seguía sangrando y retorciéndose. Ella trataba de mantener la calma, pero le estaba costando demasiado.
-¡Harry, date prisa!
-¡Accio, díctamo!-Oyo a Harry.
Pronto su amigo se la dio, no supo cómo carajos pudo abrirla ya que le temblaban terrible las manos, pero lo hizo. Dejó caer unas cuantas gotas sobre la herida de Ron, de inmediato salió una especie de humo verdoso y dejó de sangrar, ahora parecía una herida de varios días y una capa de piel nueva recubria lo que hace unos segundos era la carne viva. Él dejo de moverse frenéticamente y soltó un suspiro de alivio y empezó a respirar.
Hermione pudo hacer lo mismo, tapo bien la esencia de díctamo y la puso a su lado, en las hojas. Observo sus manos, llenas de sangre y trago saliva con fuerza. Estaba a nada de desmayarse y hacerle compañía a Ron.
A ella ya se le había terminado el efecto de la poción multijugos también, solo le quedaban algunos mechones de cabello convertidos en canas.
Intentó tranquilizarse y respirar para que no le diera una crisis de pánico, era lo último que necesitaban.
-¿Él está bien?
-Por ahora sí. La esencia de díctamo lo ha curado, aunque solo superficialmente. La verdad es lo único que me atrevo a hacer. Conozco hechizos que lo ayudarían a sanar por completo, pero tengo miedo de realizarlos y que termine peor. Ya ha perdido bastante sangre.
-¿Cómo ha pasado? Creí que íbamos a Grimmauld Place-Harry estaba desconcertado.
-Fuimos, pero Yaxley me tenía del brazo. No pude soltarme de él, me tenía agarrada con fuerza, no pude hacer nada. No fue hasta que llegamos a la casa que libero un poco su agarre y le lance un embrujo de repugnancia, entonces los tome y nos traje aquí. Fue lo único que se me ocurrió.
No pudo evitarlo y las lágrimas comenzaron a invadir sus ojos. Se sentía culpable.
-Me temo que ya no podremos ir a Grimmauld Place-Murmuro-Lo siento tanto, Harry.
-No es tu culpa, Hermione. En todo caso el que tiene la culpa soy yo...-La castaña gimoteo, aprovechó para tomar la esencia de díctamo y guardarla de vuelta en su bolso.
Harry sacó algo del bolsillo, era el ojo de Ojoloco, al verlo, Hermione algo impactada retrocedió un poco.
-Umbridge tenía incrustado el ojo de Ojoloco en la puerta. Lo utilizaba para vigilar y espiar a sus empleados, no fui capaz de dejarlo ahí.
Granger iba a responder pero justo en ese instante Ron pareció despertar. Soltó un gruñido y abrió los ojos, aún se veía algo pálido y el sudor le perlaba la frente.
-¿Cómo estás?-Pregunto Hermione visiblemente preocupada.
-Fatal-Contesto con voz ronca y compuso una mueca de dolor al ver la herida en su brazo-¿Dónde estamos?
-En el bosque donde fue la copa del mundo de Quidditch. Necesitábamos un lugar cerrado y protegido, este lugar fue...
-Lo primero que se te ocurrió-Terminó Harry por ella.
La chica desvió su mirada y examino aquel inmensurable bosque, colmado de árboles altos y frondosos, con el viento rugiendo y leves rayos de sol abriéndose paso entre los espacios que permitían las ramas. Recordó la última vez que estuvieron ahí, a punto de comenzar el cuarto año y como los mortifagos también hicieron una aparición para arruinar todo.
-¿Crees que deberíamos irnos de aquí?-Preguntó Ron a Harry.
-No lo sé.
Ron continuaba pálido y sudoroso; no había intentado incorporarse y parecía demasiado débil para hacerlo. La perspectiva de sacarlo de allí resultaba desalentadora.
-Quedémonos aquí, de momento-Propuso Harry.
Hermione se puso en pie, sintiéndose un poco más calmada ahora.
-¿Adonde vas?-Se interesó Ron.
-Si vamos a quedarnos, tenemos que poner encantos de protección-Respondió. Levantó la varita y caminó describiendo un amplio círculo alrededor de los dos chicos, sin parar de murmurar conjuros-¡Salvio hexia!, ¡Protego totalum!, ¡Repello Muggletum!, ¡Muffliato!... Podrías ir sacando la tienda, Harry.
-¿Tienda? ¿De dónde voy a conseguir una tienda?
-¡En mi bolso, Harry!-Evitó rodar los ojos y siguió con su tarea.
Harry realizo lo que su amiga le había ordenado, una vez una lona deforme se encontraba fuera, Hermione le apuntó con la varita.
-¡Erecto!-Exclamó, con un fluido movimiento se alzó en el aire para luego posarse en el suelo, totalmente armada, enfrente de Harry. Éste se asombró al ver cómo una de las piquetas que sostenía en la mano salía volando y se clavaba abruptamente en el extremo de una cuerda tensora.-¡Cave inimicum!-Concluyó Hermione trazando un floreo hacia el cielo-Bueno, creo que ya no soy capaz de hacer nada más. Al menos, si vienen nos enteraremos, pero no puedo garantizar que todo esto ahuyente a Vol...
-¡No pronuncies su nombre!-La interrumpió Ron con aspereza. Harry y Hermione se miraron-Perdona-Se disculpó y gimió un poco al incorporarse-Pero es que... no sé, es como un embrujo o algo así. ¿Les importaría llamarlo Quien-tu-sabes, por favor?
-Dumbledore decía que temer un nombre...-Comentó Harry.
-Por si no te habías fijado, amigo, a la hora de la verdad a Dumbledore no le sirvió de mucho llamar a Quien-tu-sabes por su nombre-Le espetó Ron-Sólo pido que... que le muestren un poco de respeto a Quien-tu-sabes.
-¿Has dicho «respeto»?-Gruñó Harry.
Al percatarse que la conversación podía escalar a una discusión que ciertamente no necesitaban en ese preciso momento, Hermione le lanzó una mirada consciente y de advertencia a su amigo Harry. Ambos sabían que discutir con Ron estando tan débil no era buena idea.
El azabache no dijo nada más, entre él y Granger sujetaron a Ronald para llevarlo dentro de la tienda. Lo colocaron en la cama inferior de una litera.
-Bien. Prepararé té.-Anunció Hermione.
Pasaron unos minutos en los cuales la chica se encargó de hacer el té y el silencio se instaló. Cuando estuvo listo tomó asiento para beber e intentar recuperar calor. Seguía teniendo puesta la ropa perteneciente a Mafalda, después se la cambiaria.
-Bueno, lo tienes, ¿verdad?-Preguntó Harry a su amiga, rompiendo con el silencio.
-¿Tengo qué?
-Hablo del guardapelo, ¿lo tienes?
-Oh, aquí está-Metió la mano a sus bolsillos y lo saco.
Se lo entregó a Potter. Era más o menos del tamaño de un huevo de gallina. Una ornamentada «S», con piedrecitas verdes incrustadas, brillaba un poco bajo la difuminada luz que se filtraba por la lona de la tienda.
-¿Estamos seguros de que es todavía un horrocrux?-Cuestionó el pelirrojo.
-Sí, debe serlo, de no ser así tendría alguna marca o señal.-Respondió Hermione.
-Primero debemos saber como abrirlo para después destruirlo-Dijo Harry.
-Y también tenemos que descubrir como se destruye-Recordó Ronald. Harry le pasó el guardapelo a su amigo, ya que se lo pidió, después de examinarlo y tenerlo en sus manos, preguntó-Pero, ¿lo sienten?
Los dos fruncieron el ceño.
-¿Qué quieres decir?-Esta vez habló Hermione, notablemente confundida.
Ron le entregó el Horrocrux a la chica, que segundos después creyó comprender a qué se refería. ¿Era su propia sangre latiendo en sus venas lo que notaba, o algo que palpitaba en el interior del guardapelo, como una especie de pequeño corazón metálico?
-Debemos conservarlo muy bien hasta destruirlo-Indicó Potter mientras se lo colgaba alrededor del cuello.-Creo que deberíamos turnarnos para montar guardia fuera de la tienda, y también tendremos que conseguir comida. Tú no te muevas-Se apresuró a añadir al ver que Ron intentaba incorporarse y su rostro adquiría un desagradable tono verdoso.
Esa noche Harry inició con la primera guardia, en cambio, Hermione se aventuró un poco dentro de los limites seguros de la tienda a buscar algo para cenar, ya que no traía nada de comida en su bolso, confiada en que ellos estarían de vuelta ese mismo día en Grimmauld Place, se reprochó a sí misma el descomunal error. Para su desgracia solo encontró un par de setas por ahí, y sin más remedio fue lo que hubo para cocinar en un cazo que llevaba consigo.
Ron no comió casi nada ya que tenía el estómago revuelto, Harry se terminó casi todo, aunque la chica sabía que era para no hacerla sentir mal.
A la mañana siguiente se aparecieron en otro lugar, en un pueblito con un mercado cerca a petición de un malhumorado Ron puesto que tenía hambre, no obstante, había muchísimos dementores patrullando, por lo que cambiaron de plan y se instalaron en una locación distinta, cerca de una granja, donde consiguieron huevos y pan.
Habían descubierto que traer el horrocrux puesto los ponía en un estado de irritación total, por lo que, por el bien de los tres y mejorar la situación, decidieron turnarse para llevarlo.
Hermione sobrellevaba bien las noches en que sólo encontraban unas bayas o unas galletas rancias, aunque quizá se mostraba un poco más malhumorada de lo habitual y sus silencios eran algo más hoscos. Ron, en cambio, estaba acostumbrado a tres deliciosas comidas al día,cortesía de su madre o de los elfos domésticos de Hogwarts, y el hambre lo ponía irascible y poco razonable. Siempre que la falta de comida coincidía con su turno de llevar el Horrocrux, se volvía de lo más desagradable: «¿Y ahora adonde vamos?», era su cantinela de siempre. Sin embargo, daba la impresión de que no tenía ideas propias, y en todo momento esperaba que a sus dos compañeros se les ocurriera algún plan, mientras él se limitaba a amargarse pensando en la escasez de comida, lo cual, Hermione admitía que le molestaba un poco. Por tanto, Harry y Hermione pasaban horas infructuosas intentando averiguar dónde estarían los otros Horrocruxes y cómo destruir el que ya poseían; y como no disponían de nuevos datos, sus conversaciones cada vez eran más repetitivas.
El otoño iba apoderándose del campo a medida que los chicos lo recorrían, de manera que ya montaban la tienda sobre mantillos de hojas secas. Además, las nieblas naturales se sumaban a las que provocaban los dementores, y el viento y la lluvia suponían una dificultad más. El hecho de que Hermione estuviera aprendiendo a identificar las setas comestibles no compensaba aquel continuo aislamiento, ni la falta de contacto con otras personas, ni la total ignorancia de cómo evolucionaba la lucha contra Voldemort.
Una noche estaba sentada con la mirada pérdida en algún punto de la tienda, era su turno de llevar el horrocrux y se sentía repentinamente frustrada, iracunda y desesperada cuando lo tenía consigo, le producía tal desagrado y hasta cierto grado temor, por lo que desarrolló una especie de método para lidiar mejor con ello: Pensar en Draco.
Si, resultaba doloroso a la vez, pero intentaba enfocarse en los buenos momentos y en desear que estuviera bien a pesar de todo.
Justo eso estaba haciendo cuando la voz de Ron la despertó de su ensimismamiento.
-¿Estás bien?-Percibió la luz a la lejanía, como si estuviera a unos metros.
-¿Qué?-Agitó su cabeza y volvió a la realidad.
-¿Que si te encuentras bien? ¿Quieres que lleve yo el horrocrux?-Se ofreció.
Estuvo a punto de ceder para quitarse esa cosa de encima, pero recordó como se ponía de irritante y molesto, así que apretó los labios en una fina línea antes de decir que si.
-No, estoy bien.
-La verdad es que no tendríamos porque soportar esa cosa horrible si Harry ya supiera como abrirlo y destruirlo-Soltó Ron con un tono de molestia en su voz mientras le lanzaba una mirada de desazón al pelinegro, que estaba haciendo guardia fuera de la tienda.
-Bueno... No es lo ideal, pero...
-¿No te parece extraño o ilógico? Ni siquiera sabe lo que está haciendo-Se quejó con aire de desaprobación.
Hermione lanzó un suspiro de cansancio. Podía entender hasta cierto punto la frustración de su amigo, herido, sin comida y un lugar decente donde habitar, sin saber nada de su familia o amigos y sin avanzar aún en la misión, era un panorama desalentador. Pero escuchar sus quejas constantes no le ayudaba en nada a ella que trataba de mantenerse lo mejor que pudiera.
-Ninguno lo sabe, Ron-Dijo seria.
Para evitar una posible conversación negativa se levantó a poner té, sin embargo, cerró los ojos y los puños con fuerza cuando Weasley inició a usar su desiluminador. Se había vuelto una manía terrible en él desde que comenzaron con todo esto y a Granger le provocaba gran desesperación.
(...)
-Mi madre sabe hacer aparecer comida de la nada-Dijo Ron una noche, acampados en una ribera de Gales. Y, enfurruñado, empujó los trozos de pescado grisáceo y carbonizado que tenía en el plato.
Hermione completamente harta y cansada de su hosca y egoísta, además de desconsiderada actitud lo contradijo, a pesar de que sabía que llevaba puesto el horrocrux.
-Tu madre no sabe hacer semejante cosa. Nadie es capaz de eso. La comida es la primera de las cinco Principales Excepciones de la Ley de Gamp sobre Transformaciones Elemen...
-A mí háblame claro, ¿bien?-Le espetó Ron, quitándose una espina que se le había quedado entre los dientes.
-¡Es imposible que la comida aparezca de la nada! Si sabes dónde está, puedes hacer un encantamiento convocador, o transformarla, o si tienes un poco, multiplicarla...-Ronald no la dejaba terminar ni una maldita frase.
-Pues esto será mejor que no lo multipliques, porque está asqueroso-Murmuró Ron.
-¡Harry lo ha pescado y yo lo he cocinado lo mejor que he podido! ¡No sé por qué siempre me toca preparar la comida! ¡Porque soy una chica, claro!
-¡No, es porque se supone que eres la mejor haciendo magia!-Le soltó Ron.
Ella se puso en pie de un brinco, y unos pedacitos de lucio asado resbalaron de su plato de estaño y cayeron al suelo.
-Pues mañana puedes cocinar tú. Busca los ingredientes y hazles un encantamiento para convertirlos en algo que valga la pena comer. Yo me sentaré aquí, pondré cara de asco y me lamentaré, y ya veremos cómo...
-¡Alto!-Ordenó Harry de pronto y se puso rápidamente en pie levantando las manos para pedir silencio-¡Calla!
A Hermione le hervía la sangre.
-¿Cómo puedes darle la razón? Ron casi nunca cocina, ¡nunca hace na...
-¡Cállate, Hermione! ¡He oído algo!
Harry al igual que Hermione aguzó el oído. Entonces, pese al murmullo del oscuro río junto al que se encontraban, pudo escuchar unas voces que provenían de fuera.
Tanto el azabache como la castaña se miraron y con precaución salieron de la tienda, Hermione había realizado como siempre todos y cada uno de los encantamientos protectores, por lo que se supone, no había peligro... O eso esperaba.
Observaron con atención alrededor y vieron a unos cuantos metros de distancia a un par de carroñeros desagradables. La chica tragó saliva cuando comenzaron a aproximarse al punto de acceso.
-Oye, ¿hueles eso?-Preguntó uno, el que parecía el líder.
-¿Qué cosa? No huelo nada.
El hombre se acercó aún más, quedando a solo milímetros de la capa de protección, Hermione estaba conteniendo las ganas de gritar.
Gracias a Merlín, el carroñero se alejó para ir con el otro y finalmente irse ya que no encontraron nada. Hasta ese momento, Hermione pudo respirar.
-Se supone que no deberían poder percibir olores fuera de aquí-Dijo con la voz un poco temblorosa.
-Menos mal no sucedió nada.-Harry trató de tranquilizarla, en ese momento y aunque ninguno se percató Ron estaba asomando su cabeza para ver que estaban haciendo, con la cabeza llena de malos pensamientos y celos enfermizos-Para la próxima vez, Hermione, aunque me gusta mucho tu perfume, ya no lo uses. Es mejor.
Ella asintió, estaba de acuerdo.
Harry dio media vuelta dispuesto a entrar de nueva cuenta.
-¿No vienes?
-En un minuto-Contestó armando una ligera sonrisa.
Reparando que tenía ya un tiempo sin sonreír...
Harry asintió y entró a la tienda. Ella por su parte se abrazo a sí misma y admiró a su alrededor, dirigió su vista al cielo que estaba cubierto por estrellas y sin rastro de nubes, sintió la brisa sobre su rostro.
-Buenas noches, Draco-Susurró.
Frotó sus brazos quizá como una propia muestra de ánimo o consuelo y empezó a caminar para volver con sus amigos. Desconociendo que a miles de kilómetros, justo en la sombría mansión Malfoy, el chico de cabello rubio estaba de pie frente a su ventana viendo como el bosque se alzaba a lo lejos a través del cristal, deseando exactamente lo mismo.
-Buenas noches, Hermione. Donde quiera que estés.
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Aquí están estos dos capítulos nuevos, la alegría que me dio escribirlos no la puedo describir. Espero con el corazón que les guste.
Deseo que hayan tenido una hermosa navidad e igualmente un feliz año nuevo. Gracias por permanecer aquí durante tanto tiempo. 💚
Agradezco mucho tus votos y comentarios. <3
¡Gracias por leer! 🐍
Ale 🐍💚
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