1/1.

Era un sábado por la tarde. Las calles estaban solitarias, y prácticamente silenciosas.  Lo único que se escuchaba eran las gotas de lluvia cayendo violentamente contra el asfalto, golpeando y chocándose entre si. 

Por suerte, esto no era un problema para Amadia, quien al notar que la lluvia comenzaba, tomó una cobijita gris y se arropó en su sofá. Encendió el televisor y cambió de canal compulsivamente, hasta poder encontrar una película que le interesara. Molly, su hermosa gata Angora, también se unió a la actividad, reposando a lado de su querida dueña.

Después de más de una hora de total calma, un extraño ruido distrajo a la joven. Fue como un golpe duro, completamente directo. Frunció sus cejas y se levantó cautelosamente, yendo en dirección hacia la ventana. Cuando abrió un poco la cortina, se sorprendió al ver una cabellera anaranjada en su patio, y de inmediato supo reconocer de quién se trataba, pues no había otra persona con ese mismo tono natural en la ciudad.

—¿Axl?—Preguntó con el ceño aún algo fruncido, abriendo el vidrio de su ventana hasta la mitad.

El joven de 28 años, se incorporó con la cabeza un poco agachada, mostrando su vergüenza.

—Ahh, hola Amadia...

Amadia fue hacia la puerta de su patio trasero, dió dos vueltas a la llave y abrió, esperando a que Axl se acercase.

—¿Qué estás haciendo aquí? ¿Mojado y en mi patio?

—Bueno, es que yo... Yo...—Axl se rascó la nuca.—Hum, yo pensaba venir a visitarte, pero la lluvia me alcanzó y... Bueno...

—¿Y pensabas visitarme entrando por mi patio? ¿Por qué no tocaste la puerta principal como una persona normal?

Axl se quedó callado unos segundos.

—Está bien, Amadia. No venía a visitarte. Quería colarme en tu casa hasta que pasara la lluvia sin que te dieras cuenta porque es la que me queda más cerca.

Amadia procesó su inesperada respuesta por unos segundos.

—¿Cerca? Pero si tú vives hasta el otro lado de la ciudad... ¿De dónde vienes, Axl?

Axl volvió a quedarse callado. Esta vez no parecía querer contestar.

—Oh, vamos.—Amadia lo tomó del brazo muy suavemente y con su otra mano comenzó a cerrar la puerta, incitandolo a entrar dentro de la casa.—Te vas a resfriar si te quedas aquí.

Axl se dió por vencido, e hizo lo que Amadia le pidió. Se abrazó a sí mismo y miró las paredes con curiosidad, mientras sus labios estaban entreabiertos y sus dientes chocaban ligeramente entre sí, debido al temblor de su cuerpo que trataba de hacerlo entrar en calor.

—Oh cielos.—Dijo Amadia, un poco preocupada al notar que temblaba.—Espera aquí, voy a traerte una toalla.

La joven se dirigió a su baño, y al cabo de unos segundos regresó con una toalla blanca entre sus manos. Axl la tomó y comenzó a secar su cuerpo, y después se la colocó encima de los hombros como si fuera una manta, pero su cabellera larga seguía goteando.

—Oh Amadia, que vergüenza, voy a mojar toda tu casa.

—Hmmm...—Amadia hizo una mueca, mientras lo observaba y pensaba en una solución.—¿No prefieres entrar al baño y darte una ducha?

—Uhmm... ¿Serías tan amable?

—¡Por supuesto!

—Pero... ¿Y qué me voy a poner de ropa después?

—Ahhh...—Demonios, era cierto. Amadia no tenía ropa de hombre. Pero pensándolo bien, ella era delgada al igual de Axl, y considerando que tampoco era tan alto, tal vez podría prestarle alguna cosa.—Pues, si quieres mientras te duchas pongo a lavar tu ropa y en lo que se seca te presto alguna playera mía.

Axl formó una media sonrisa.

—¿Enserio? ¿Tienes alguna?

—Buscaré.

Axl suspiró.

—Bien... No tardo. Pondré la ropa mojada en el suelo.

Axl caminó hacia el baño con cuidado para no resbalarse, y cerró la puerta.

—Sí, está bien, yo iré encendiendo la lavadora.

Amadia regresó a su patio y giró la perilla de su lavadora, sacó el jabón de ropa y empezó a dosificarlo. En ese momento, escuchó como la regadera se encendía, así que supuso que Axl ya estaba dentro de la ducha. Fue de nuevo al baño y tocó antes de entrar, para avisarle.

—¡Voy a entrar por la ropa!

—¡Sí, adelante!

Amadia abrió la puerta y un ligero vapor nubló su vista, parpadeó un par de veces y juntó la ropa húmeda de Axl para luego cerrar de vuelta y ponerla a lavar.

—Bueno, ya está...—Habló para ella misma, cerrando la tapa de la lavadora y escuchando cómo comenzaba a lavar. Axl seguía en la ducha, así que tenía unos minutos extra de tiempo libre... Miró el cielo nublado y una idea vino a su mente, ¡Eso es! Prepararía chocolate caliente, seguro que eso les vendría genial a los dos.

Se dirigió a la cocina y sacó lo necesario, una olla, leche, chocolate en polvo, azúcar, una cuchara...
Amadia puso todos los ingredientes juntos y comenzó a revolver la mezcla a fuego medio, estaba tan absorta en ese pequeño remolino que se formaba al medio del líquido que una voz tras su espalda la hizo saltar.

—¿Qué estás preparando?

—¡Ay!—Soltó la cuchara y se llevó la mano al corazón. Rayos, creo que ya se había acostumbrado demasiado al silencio que conlleva vivir sola. —¡Axl! Por un carajo, me asustaste.—Se dió la media vuelta y se sorprendió un poco ante lo que admiraban sus ojos, un Axl con el cabello mojado y el torso desnudo lleno de pequeñas gotitas de agua, con una toalla amarrada en su cintura que impedía ver "más allá" de lo permitido.

—Lo siento, no era mi intención.—Axl formó una pequeña sonrisa, que era más como una mueca.

Amadia tardó un par de segundos para volver a la realidad.

—¿Eh? Ah—Sacudió la cabeza.—Sí, no te preocupes. Es que estaba muy concentrada en el chocolate.—Se giró de nuevo y regresó a su anterior actividad.

—¿Chocolate? ¿Es chocolate caliente? ¿Para mí?

Amadia sonrió ante la ternura que le ocasionó escuchar a Axl preguntándole eso.

—Sí, espero que te ayude a que no se enfríe demasiado tu garganta.

Axl dió un pequeño suspiro.

—Gracias.—Puso su mano en su cintura y notó que Amadia seguía dándole la espalda. —¿Y, no piensas darme algo de ropa?

—¡Ah! Cierto, ¡Cierto!—Amadia soltó la cuchara de nuevo. —Uhm, revuelve esto mientras voy a buscarte algo.

Axl tomó la cuchara y siguió girandola con gentileza, mientras Amadia iba a su habitación a traer lo que le prometió.
Buscó entre tres cajones y no podía encontrar nada, hasta que por fin una playera gris con estampado de Marvel apareció entre sus cosas. Sonrió y luego tomó un short corto de licra, y se los llevó al pelirrojo.

—Aquí está.

Axl apagó la estufa y volteó a verla.

—Oh, gracias, voy a ponermela.

Axl se metió de nuevo al baño mientras Amadia servía dos tazas con chocolate.

Justo cuando ya iba a servirlas sobre la mesa, Axl salió con la ropa que le había dado. Amadia sonrió al verlo, y notó que la camiseta le quedaba algo grande, así como a ella.

—¡Te queda bien!

—Se siente cómoda.—Sonrió levemente Axl.

Ambos se sentaron en la mesa, y cada quien tomó su taza. La gatita de Amadia estaba durmiendo en un sofá, y la lluvia seguía cayendo con intensidad. Amadia alzó su vista y se percató de que una nueva película estaba empezando.

—Mira, están dando "El Conjuro"...—Dió un sorbo a su chocolate.—Seguro que Slash estaría feliz si estuviera aquí.

Axl dió una pequeña risa, y luego volvió a caer en el silencio absoluto. Amadia sabía que algo no andaba bien, desde la manera en que llegó a su casa, como no platicaba tanto como antes... Había algo raro y ella podía sentirlo, solo que era incapaz de identificar qué.

El joven se encontraba mirando hacia su propia mano con unos ojos vacíos, casi inexpresivos. Parecía estar sumergido en sus pensamientos hasta que...

—Hey...—Amadia reposó suavemente su mano sobre la de él y Axl salió de su trance. —Vamos, tú y yo sabemos que no hay algo bien aquí. Dime... ¿Hay algo que pueda hacer?

Axl miró a Amadia a los ojos. Sintió como una puñalada venía hacia su pecho y atravesaba su corazón, mientras sus verdes ojos se llenaban de lágrimas, imitando a la tormenta que lo trajo ahí. Su cuerpo se tensó y su respiración se aceleró, amenazando a su interior con soltar todo lo que llevaba dentro.

—...¿Axl?

El joven atrajo a Amadia contra su pecho, envolviendola en un abrazo desesperado, que se notaba que necesitaba con urgencia.

—Erin me dejó.

El cuerpo de Amadia se congeló al escuchar eso, ¿Qué?
Erin era la novia de Axl desde hacía ya mucho tiempo, de hecho desde hace varios meses ella y Axl no se veían pero Amadia pensaba que Axl estaba bien, puesto que veía las fotos que compartía muy sonriente a lado de la rizada.
Amadia recordaba cómo Axl ya había expresado en varias ocasiones su deseo por casarse con la ojiazul, no, no podía ser... Definitivamente esta noticia la había tomado por sorpresa.

—Dime algo por favor, dime qué soy un idiota, un imbécil, un tarado, pero por favor no te quedes callada, dime algo Amadia.

—Y-yo...—Amadia se separó para poder verlo a los ojos. —Yo... Perdóname, me esperaba de todo menos esto...

—Igual yo.—Los ojos de Axl expresaban una tristeza sin igual, a Amadia la devastaba verlo así. —Perdón por no visitarte durante todos estos meses, las cosas con Erin iban de mal en peor y yo... Solo no quería contárselo a nadie...

—Axl—Amadia atrajo al delgado joven hacia ella, y lo siguió abrazando con fuerza. —No te preocupes por eso, sabes que soy tu mejor amiga, tú puedes contar conmigo...

—Me aparté de tí y de los chicos—Las lágrimas de Axl caían en el hombro de Amadia. —Últimamente se han enfadado conmigo por llegar tarde a los ensayos, más que de costumbre. Antes siempre eran Steven o Slash los que nunca se aparecían... Ahora soy yo, y ni siquiera es por estar divirtiéndome y tomando, es por andar llorando, patético ¿No?

—De ninguna manera.—Amadia comenzó a acariciar su espalda suavemente. —Siempre estuviste perdidamente enamorado de esa mujer, todos fuimos testigos de eso.

—Ya no me quiere en su vida.—La voz de Axl se rompió al decir esto.—Vine aquí porque... Fuí a su casa a rogarle una vez más, pero de nuevo me rechazó... Y... Comenzó a llover, y caminé y caminé sin rumbo hasta que me percaté de que tu casa quedaba cerca... Así que pensé en refugiarme, pero no sabía si tú me ibas a querer recibir después de... Después de haberte dejado tanto tiempo de lado, y bueno... Me intenté meter a escondidas a tu patio, pero me caí porque soy estúpido y...

—Shhh, Axl.— Amadia puso una mano en su cabello, y comenzó a masajearlo.—No estoy molesta contigo, solo me sorprendió tu visita... No importa cuánto tiempo pase, siempre voy a estar ahí cuando me necesites, porque eso hacen los mejores amigos...—Se separó para poder verlo a los ojos otra vez, pero Axl tenía la cabeza gacha. Así que lo tomó de la barbilla y levantó su rostro.—¿No?

Axl la miró fijamente, procesando sus palabras. Saber eso había traído quietud a su corazón, por lo que pudo relajarse más. Los ojos de Amadia lo miraban con compasión y una chispa de esperanza, esperando una respuesta. Las pupilas de Axl se dilataron al ver a ese ángel frente a él, el ángel que venía a salvarlo siempre, una y otra vez, desde aquella noche en el bar en 1985. Quiso decirle algo, pero sus labios no se movieron para pronunciar palabras, si no que se movieron para perderse entre su rosada y fina boca.

Los ojos de Amadia se abrieron de golpe por la sorpresa, y su boca se congeló. Pero eso fue tan solo por un par de segundos, porque sus impulsos no tardaron en responderle ese inesperado beso al peli-naranja.
Cuando Axl le puso una mano en el hombro e intentó empujarla suavemente hacia atrás, Amadia reaccionó.

—Axl.—Lo llamó, sorprendida mientras tocaba sus labios con su mano.—¿Qué estamos haciendo?

—¿Qué opinas si... Si simplemente nos dejamos llevar por una ocasión, Amadia? Te prometo que no me distanciaré de tí después de esto.

Amadia se quedó en silencio, y apretó sus labios mientras miraba al suelo, pensando.
Pero, ¿Qué tenía que pensar?
Al carajo. Axl siempre había estado buenísimo, y tenía una carita hermosa. No iba a dejar pasar esta oportunidad.

Amadia tomó de la nuca a Axl y volvió a ese desesperado beso, que Axl sin dudarlo le siguió. Ambos se besaron con necesidad, Amadia bajó su mano y comenzó a acariciarle el cuello... Y eso, para Axl, era suficiente.

Axl empujó a Amadia hasta su habitación, y la tumbó en la cama de un empujón lo suficientemente fuerte para demostrar autoridad, pero sin lastimarla. Sin pensar, se puso encima de ella reposando sus rodillas a los costados de su cintura, y la miró por unos segundos.
Amadia no decía nada, solo podía sonreír con sutileza al verlo desde ese ángulo. A Axl le causó satisfacción esto, así que le sonrió de lado y volvió a besarla.
Joder, sí.
Amadia siempre había sido una chica muy sexy, solo que nunca había tenido el placer de confirmarlo...

Delicadamente, la mencionada fue la que comenzó a quitar la primera prenda. Empezó por la parte de arriba, levantando esa gran camiseta de un costado hacia el hombro. Axl sonrió y decidió ayudarla, y en menos de lo que canta un gallo, alzó sus brazos y esa molesta camiseta salió de su cuerpo.
Se agachó de nuevo para volver a besarla, cuando de pronto un suspiro salió de la boca de Amadia.

—Oh...—Expresó la muchachita, mientras pasaba una de sus manos por el pectoral de Axl.

—¿Te gusta?—Preguntó él, con una sonrisa pícara.

—Se siente bien...

—Puedes tocar todo lo que quieras.

—¿Enserio?

Axl asintió con una pequeña sonrisa.
Ante esta afirmativa, Amadia bajó sus manos de su pectoral por todo su abdomen... La subió a su espalda... Y finalmente, terminó en uno de sus glúteos.

—¿Es ahí donde querías tocar?—Preguntó Axl con una risita.

—¡S-siempre se te marcan en los pequeños shorts que usas en los conciertos! Tenía curiosidad de saber cómo se sentían al tacto...

Axl negó con su cabeza y le besó la mejilla.
Mientras Amadia acariciaba muy suavemente sus glúteos, Axl le besaba la quijada, y de ahí bajo a su cuello. Comenzó con pequeños besos húmedos, que parecían delicados y hasta afectuosos con la mujer. Pero después, Axl involucró un poco sus dientes frontales, y le dió una pequeña mordida en el.

—A-ah—Gimió Amadia de manera inconsciente, haciéndola ponerse roja cuando se dió cuenta del obsceno sonido que había salido de ella.
Axl se detuvo y la miró.

—Te ha gustado eso, ¿eh?

Amadia lo miraba con vergüenza.

—Hermosa...—Axl sonrió y Amadia se puso aún más roja.—No te sientas avergonzada. No te imaginas lo hermoso que gimes.

—Y-yo... ¿Enserio?

—¡Por supuesto! Suena bonito.

—Nunca me habían dicho un halago tan... Peculiar.

Axl se rió.

—¿Por qué no hablamos menos y gemimos más?

Amadia asintió.
Axl se acercó y comenzó a quitarle la ropa a ella, comenzó por su pequeño suéter, y luego la blusa. Cuando quedó únicamente en sostén, se tomó unos segundos para apreciarla.

—¿Cómo haces... Para tener una piel tan tersa?

—Solo uso crema corporal...

—Hmm. Pues espero que no tenga sabor.

Amadia no entendió que quería decir con eso, hasta que sintió cómo su húmeda lengua recorría todo su torso, y se detenía en los bordes de su brasier, provocándola cada vez más.

—Ufff....

—¿Qué pasa, princesa?—Preguntó Axl con cinismo. Al parecer disfrutaba de cuestionar sus reacciones.

—Axl... ¿Por qué no me lo quitas de una vez por todas?

—Hm. Eso es lo que quería escuchar.

De un solo movimiento, Axl desabrochó la parte trasera del sostén de la chica, dejándola un poco sorprendida por sus habilidades. Pero ni bien pudo expresarlo cuando Axl ya tenía uno de sus pechos entre sus suaves manos de pianista, y no tardó mucho para llevárselo a la boca también.

—Mmhm...—Amadia se mordía los labios, mientras sentía como Axl besaba, succionaba y lamía juguetonamente.

—Estás tan deliciosa.—Expresó el peli-naranja. —Son como dos muffins.

—¡Basta!—Sonrió Amadia, y le dió un pequeño golpe en la cabeza.

—¡Ah! ¿Con que esas tenemos?

Axl sostuvo ambas muñecas de Amadia con una sola mano, y las puso sobre su cabeza. Al estar sobre ella, ahora estaba completamente inmovilizada. Axl comenzó a besarla de una manera asfixiante, como si su vida dependiera de ello. La besó con lengua, de manera arrebatada y agresiva, haciendo que Amadia perdiera el aliento.
La joven trató de seguirle el ritmo, pero iba muy rápido. Le estaba cortando la respiración, y debía admitirlo, eso la excitaba más.
Cuando por fin Axl se separó, trató de respirar tomando una bocanada muy grande de aire. Axl sonrió con picardía y la miró a la cara.

—Tus mejillas están más coloradas que mi cabello ahora, señorita descortés.

—Eres un...

—Shhh.

Axl bajó su mano hacia su intimidad, y comenzó a masajearla con su pulgar por encima de la ropa. Amadia echó su cabeza hacia atrás, soltando toda la tensión que había ganado hace un momento.

—Oh, Dios...

—¿Pero qué tenemos aquí?—Sonrió Axl, con aires de superioridad, observando una pequeña mancha que crecía.—¿Ya estás mojada, Amadia?

—Y-yo...

—No, es más. Voy a descubrirlo por mí mismo, no hace falta que me lo respondas.

Axl bajó su ropa con sus dos manos, dejándola completamente desnuda. Amadia cooperó, y levantó las caderas, separando sus rodillas progresivamente. Sentía un poco de pena, pero era más fuerte su deseo por seguir con eso, así que dejó que Axl la observara en primer plano.

—Wow...

—¿Qué? ¿Qué pasa?

—Es.... Es como el paraíso...—Axl se mordió el labio. —Oh nena, me estás poniendo demasiado duro.

Amadia sonrió con satisfacción al escuchar eso.

—¿Y entonces por qué no me lo metes?

Axl alzó sus cejas, sorprendido y divertido por igual.

—¿Ya estás deseosa?

—Oh, bueno, si tú no quieres...—Comenzó a cerrar sus piernas de nuevo.

—¡No, no, no!—Axl puso su mano sobre sus rodillas. —Por favor, déjame hacerlo.

—Bien, y más te vale que sea grande.

—¿Grande? Nena, ¿Por quién me tomas?

Axl se puso de rodillas sobre la cama a un costado de Amadia, de manera en la que ella lo pudiera observar. Sonrió sutilmente y bajó el pequeño short de licra que le había prestado minutos atrás, dejando que su polla erecta saliera a la luz.

Amadia la observó con un poco de asombro, está bien, tenía que admitir que esa era una buena polla.

—¿Esto te satisface?

—Estoy segura de que será suficiente.

—¿Suficiente?—Axl se posicionó de nuevo entre sus dos piernas. —Amadia, esto te hará gritar.

Axl rozó la punta de su miembro contra la entrada de Amadia, de arriba a abajo, generando fricción. La lubricación de Amadia comenzaba a mojarlo también, y motivarlo a producir el líquido preseminal. Amadia cerró sus ojos, suspirando y concentrándose en esa sensación.

—Amadia, dime si te lastimo en algún momento.

Amadia asintió, y seguido de esto, sintió como el miembro de Axl se abría camino dentro de ella.

—Ah— gimió por lo bajo, y tomando aire. Axl paró.

—¿Estás bien?

Volvió a asentir, y abrió sus ojos.

—Sí, es solo que... Hace tiempo no tengo intimidad con nadie.

—Tranquila, voy a entrar lento.

Axl volvió a empujar su miembro, y Amadia volvió a suspirar. Se detuvo unos segundos; volvió a empujar, y esta vez, Amadia ya no se quejó. Volvió a empujar, y finalmente, estaba todo dentro.

—Bien...—Axl exhaló, un poco nervioso. —¿Estás lista?—Preguntó, alzando la mirada.

Amadia seguía con los ojos cerrados, y simplemente volvió a asentir.
Axl se acomodó y empezó a embestirla. Lo hizo con mucho cuidado, y de manera lenta y progresiva, atento a las reacciones de su mejor amiga. Las primeras embestidas parecieron incomodarle un poco, pero al cabo de unos cuantos movimientos más, Amadia se relajó y comenzó a disfrutar el momento, suspirando y gimiendo por lo bajo.

—Tú avísame cuando quieras que aumente la velocidad...

Amadia se mordió el labio.

—Ya.

—¿Segura?

—Sí, hazlo ya.

—Bien, no te haré esperar.

Axl la tomó de la cintura y comenzó a entrar y salir de manera más fuerte.

—Oh—Amadia estiró su cuello, y mientras Axl la seguía embistiendo, también le acariciaba los pechos de vez en cuando.

—¿Te gusta?—Axl la embistió con todavía más fuerza. —¿Esto te gusta?

—Mmhgh, joder, sí

—¿Qué? No te escucho...

—¡Que sí, me gusta!—Los gemidos de Amadia eran cada vez más altos.

—¿Qué te gusta? ¿Que te folle?—Axl aplicó más velocidad, a este punto la cama comenzaba a moverse.—¿Te gusta que te folle así, Amadia?

Amadia mordió su labio, y luego respondió.

—¡Sí! Sí... Me gusta así...

—¿Cuál es mi nombre?

—Axl...

Axl le dió una nalgada.

—¡Ah!

—Dije, ¿Cuál es mi nombre?

—Axl... ¡Es Axl!

Axl le puso una mano en el cuello, e hizo un poco de presión, pero sin dejar de embestir.

—Mírame a los ojos cuando te hablo, ¿CUÁL ES MI MALDITO NOMBRE?

Amadia lo miró a los ojos.

—¡AXL! ¡AXL ROSE! ¡ERES AXL ROSE!

Axl sonrió complacido, y aflojó su mano lentamente.

—Eso es... Así me gusta, perrita.

—Joder...—Amadia respiraba de forma cada vez más errática, sentía que estaba pasando el mejor momento de su vida.—Axl....

—¿Sí?—Le respondió Axl en un suspiro, agitado por los movimientos.

—No pares...

—No lo haré....—Axl seguía dando fuertes golpes con sus cadera.—No lo haré, preciosa...

—Ah...—Amadia gimió.—Ah...—Gimió más fuerte.—Ah...!—Volvió a cerrar los ojos, la sensación era muy intensa.

—Gime, preciosa.—Axl se acercó a sus labios, y le plantó un pequeño beso.—No te avergüences.

—¡Ah!—Amadia se aferró a las sábanas, el orgasmo estaba cerca, podía sentirlo.

—Oh, oh Amadia...—Axl también cerró los ojos, se estaba sintiendo demasiado bien.

—Axl... ¡A-Axl!—Balbuceó. —Voy a... Voy...

—Hazlo...—Axl suspiró. —Déjalo ir...

—Mmh...—Amadia apretó más su agarre a las sábanas, era el momento.—¡Ah!—Gimió con todas sus fuerzas, y sin ningún pudor.—¡Maldita sea!—Exclamó, mientras sentía como su cuerpo entero comenzaba a temblar por las "descargas eléctricas" que estaba experimentando.

Axl fue bajando el ritmo de las embestidas gradualmente, hasta quedar casi completamente quieto. Se mordió los labios y se concentró únicamente en las sensaciones del momento, hasta que, mientras ella gemía, sintió esa característica "electricidad" también.

—Ahhh.... Oh, joder—Axl comenzó a gemir con una voz muy gruesa, y sintió cómo su descarga era expulsada dentro de Amadia. —Mmmmh...—Mordió de nuevo su labio, hasta que finalmente, sacó todo lo que tenía dentro de él.

Y ahí estaban ambos, tratando de recuperarse de lo que acababa de pasar, y de recobrar el aliento. Después de unos segundos de completo silencio, Axl sacó cuidadosamente su miembro y miró a Amadia.

Amadia le sonrió, y luego él también. Comenzaron a reírse suavemente, risas que se convirtieron en carcajadas, ambos estaban satisfechos y algo sorprendidos por la experiencia que acababan de pasar.

—Hey Axl... Nunca imaginé que mi mejor amigo cogiera tan bien.—Mencionó Amadia, de manera divertida, guiñándole el ojo.

—Yo tampoco imaginé que estuvieras tan buena, ¿Cómo es posible?—Respondió Axl, con el mismo tono irónico que ella.

Nuevamente se quedaron en silencio, ahora un poco avergonzados. Axl miraba hacia un costado, y Amadia hacia el otro, observando sus ropas regadas por toda la habitación. Hasta que a Amadia se le ocurrió algo para romper el hielo.

—Uhmm, ¿Te apetecería otra taza de chocolate caliente?

Axl volteó a verla, y le sonrió ampliamente.

—Claro, eso me encantaría.







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