«55»

— ¿De verdad es necesario ir?

— Claro que sí, además irás con Brian —dijo su madre terminando de acomodar el traje en su hijo.

La graduación se acercaba y con ello el baile, quedaba tan solo una semana.

Los alumnos ya habían rendido sus exámenes finales para poder entrar a la universidad. Una vez entregados los puntajes podrían postular a una carrera. Brian postularía a astrofísica, y Roger pensó primero en odontología, pero desechó la idea al no lograr verse a sí mismo como dentista, así que decidió entrar a biología.

Los puntajes serían entregados en dos días, y Roger se encontraba nervioso, pero estuvo seguro de casi todas sus respuestas.

En ese momento, su madre le ayudaba a comprar el traje que usaría. Aunque Roger no estaba seguro de ir, Brian por el momento no le había pedido que fueran y no quería someterse a ningún riesgo.

Por otro lado, Marty Larsen había sido expulsado. El caso había pasado a tribunales inclusive, al ser considerado como intento fallido de homicidio. Marty iría a prisión, lo más seguro.

Con la expulsión del joven, muchos habían dejado de molestarlo. Aquello lo dejaba tranquilo y en paz.

— Oh Roggie te queda precioso —sonrió su madre con ternura.

— De verdad te queda precioso, mi amor —dijo Brian entrando al lugar. Roger se sonrojó.

— Hola, Brian —saludó su madre y lo abrazó.

— Hola, señora Taylor —sonrió. 

— Los dejaré solos un rato —le guiñó un ojo a su hijo y salió de la habitación.

— Hola —saludó Roger algo tímido mientras el contrario se acercaba.

— Hola, Roggie —le sonrió y lo tomó por la cintura para besarle en los labios. Un beso que claramente fue correspondido.

— ¿También viniste a comprar? —preguntó sin sacar las manos que se encontraban tras su cuello.

— A retirar —se encogió de hombros—. Pero es básicamente lo mismo.

— Hm... sí.

— Hey, estás precioso —dijo y besó su nariz y su mejilla.

Roger rió levemente y besó sus labios.

— Gracias —sonrió.

— Oye... creo que nunca te lo dije formalmente.

— ¿Qué cosa?

— Si irías al baile conmigo —dijo.

— Por supuesto —sonrió nuevamente.

— Estupendo —lo volvió a besar—. Bien, creo que debería ir a retirar mi traje.

— Yo seguiré buscando... no me convence este —dijo Roger.

— Oh vamos bebé, te queda hermoso —dijo.

— No sé...

— Con cualquiera te verás hermoso —dijo y besó su frente—. Debo irme, pero te veré después ¿sí?

— Claro —dijo.

Brian comenzó a ir a la caja, pero lo detuvo un brazo y un beso en los labios.

— Nos vemos —sonrió Roger y él también lo hizo para dirigirse a comprar.

(...)

— ¡Los resultados de los exámenes! ¡Ya salieron! —exclamó Jeremy hacia el resto del pasillo mientras Katherine buscaba su nombre en la lista con nerviosismo.

De pronto una gran masa de alumnos se encontraba amontonada frente al trozo de papel. Roger recordaba cómo años anteriores había visto a los alumnos mayores hacer lo mismo.

Recibió numerosos empujones y entre todos se aplastaban, pero finalmente llegó a la lista y rápidamente buscó su nombre.

— R... S... ¡T! —exclamó y comenzó a buscar entre los alumnos con apellido "T"—. Taylor, Roger.

Inspiró profundamente y miró hacia la columna de al frente donde salía la calificación.

Taylor, Roger, 100

Abrió los ojos enormemente. Con ello podría entrar a cualquier carrera y era de los puntajes más altos. Volvió a mirar por si había visto mal, pero decía exactamente lo mismo que vio la primera vez.

— ¿¡64!? ¡64 tu tras...!

— Señor Bulsara, le recomiendo que no diga nada inapropiado —lo riñó un profesor.

— Lo siento, señor.

Brian corrió a su lado.

— ¿Ya salieron? —dijo en una pregunta algo obvia mientras buscaba su nombre.

— Sí —respondió algo atónito.

— ¿Ya viste el tuyo? —volvió a preguntar—. ¡Rayos, maldita sea, la M!

— Sí —volvió a responder.

— ¿Cómo te fue?

— 100 —respondió todavía pasmado. Brian se dio la vuelta y lo miró asombrado.

— ¿De verdad?

— De verdad.

— ¡Dios, te felicito bebé! —exclamó abrazándolo fuertemente. Sonrió ampliamente y correspondió, por fin estaba despertando de la impresión.

Brian lo soltó para volver a buscar su nombre en la lista, todavía recibían empujones y los apretaban, pero no les importó.

— May... Brian... diablos diablos... —dijo—. ¡Demonios, no quiero mirar!

— ¡Vamos, Bri, tú puedes! —exclamó Roger, Brian sonrió y con el dedo se desplazó a la siguiente columna.

— ¡99! —exclamó y dio un pequeño brinco para luego abrazar a Roger fuertemente y besarlo por la emoción.

— ¡Dejen pasar, par de tórtolos! —exclamó alguien entre la masa humana.

Salieron de allí y ya en el pasillo volvieron a abrazarse llenos de emoción.

— Lo lograste, mi amor —le dijo Brian—. Te dije que lo lograrías.

— ¡No me la creo! —exclamó Roger contento—. ¡100! ¡Oh Dios mío!

Brian sonrió y lo abrazó nuevamente.

— Y tú no quedas atrás —dijo Roger—. ¡Sacaste 99! ¡Estoy muy feliz por ti!

— Gracias, mi vida —sonrió con un ligero tono carmesí en las mejillas a tiempo que se rascaba la nuca.

Pronto llegaron Freddie y John.

— ¿Cómo les fue? —preguntó John.

— 99 —respondió Brian contento.

— Eh... 100 —dijo Roger tratando de que no pareciera que alardeaba, puesto que era lo que menos quería.

— ¿¡Sacaste 100!? —exclamó Freddie dirigiéndose a Roger—. ¡Rubia estúpida, eres un genio!

— No lo soy... solo estudié —respondió—. ¿Ustedes?

— 64 respondió Freddie con decepción—. Pero me alcanza para diseño que es lo que me importa.

— 86 —respondió John.

— Oigan, también les fue muy bien —dijo Brian—. No se sientan mal.

— Mientras me alcance, estoy bien —dijo John encogiéndose de hombros—. Iré a ingeniería eléctrica.

— Valió la pena desvelarme —dijo Roger con alivio—. Les dije que era lo que debía hacer.

— Te hubiera ido bien igual —repuso Brian—. Era tú cerebro el que dio la prueba.

— No sé, el día anterior dormí como veinte minutos por estudiar —rió un poco—. El café es poderoso, no lo olviden.

— Lo importante es que entraremos —dijo Freddie contento—. ¿Al final irán a Oxford?

— A allá mismo —dijo Brian—. Al menos enviaré la solicitud, espero que me acepten.

— Claro que lo harán, Brimi —dijo Roger abrazando su brazo.

— Y a ti también, yo creo que tienes el puesto asegurado —dijo—. Tuviste puntaje perfecto.

— No necesariamente...

— Hey no tengas humildad que no es coherente —rió Brian levemente—. Te fue genial y muchas universidades querrán tenerte. Aprovéchalo.

— ¿Aprovecharlo? No quiero pavonearme —repuso Roger.

— No me refiero a pavonearme —dijo Brian—. Me refiero a sentirte orgulloso de lo que lograste.

— Eso es pavonearse —interrumpió Freddie.

— No si no lo alardea cada dos segundos —repuso John—. Siéntete contento, Rog.

Roger sonrió. Lo había logrado.

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