«49»

Cuando pronunció el "terminamos", se fue lo más rápido que pudo. No podía permitir que Brian lo viese llorar.

Rápidamente se colocó tras una pared y apoyó su espalda en ella, comenzando a deslizarse hasta finalmente quedar sentado. Lloraba destrozado, pero no le quedaba otra opción.

No lograba comprender el porqué Brian no confiaba en él. ¿Qué había hecho mal? ¿Era mal novio? ¿Era muy poca cosa para él? Quizás Brian estaba aburrido de ellos como novios... ¿y si él ya no lo amaba?

No entendía por qué actuaba así. Había intentado hacerse el tonto respecto al olvido de Brian del aniversario de dieciocho meses. Quería que él lo recordara, pero por lo visto no fue así.

Se tapó el rostro con las menos, no quería volver a su casa, su padre acababa de volver y estaba molesto porque le había ido mal en el viaje de negocios, de seguro se desquitaría con él.

¿Qué iba a hacer? Solo quería llorar tranquilo y estar solo. Necesitaba desahogarse, necesitaba llorar.

— ¿Señor Taylor?

Quiso llorar más al recordar cuando Brian lo molestaba con aquello. Maldita nostalgia. Maldita nostalgia que destroza el alma rota, que convierte algo quemado en cenizas y que quita el último aliento de alegría eterna. Maldita.

— Señor Taylor, ¿está bien?

Levantó la vista para ver a Ken, su jefe. Rápidamente se limpió el rostro y se puso de pie.

— Sí, señor —dijo—. Estoy bien.

— ¿Y qué hace a esta hora en un callejón llorando? —preguntó el hombre.

— Yo... no estaba llorando —mintió—. Solo... soy muy alérgico a algunas plantas y... al polvo.

— No lo parece —dijo—. ¿Qué le sucede?

— N-Nada, de verdad —dijo—. Gracias, eh... debo irme.

— Señor Taylor, espere —dijo tomando su hombro, Roger se tensó y se detuvo—. No tiene que guardárselo todo, si no tiene alguien con quien hablar...

Roger pensó que era más por curiosidad que por otra cosa, no supo por qué no se fió.

— Todo bien —repitió.

EL hombre lo miró con desconfianza.

— Hace poco vi a su novio por aquí —dijo.

Roger retuvo el impulso de largarse a llorar.

— Eh... s-sí —dijo.

— ¿Todo está bien? —insistió.

— Sí, señor.

— Puedo notar en su mirada que algo lo está molestando —dijo—. Tiene que ver con... no recuerdo cómo se llamaba su novio...

— Brian.

— Brian —dijo—. Tiene que ver con él, ¿no es así?

Roger no dijo nada. ¿Por qué de pronto Ken se le hacía tan familiar?

— Pase a la cafetería, le daré un café, está helado —dijo conduciéndolo al interior del recinto, Roger no supo qué hacer más que ir, a fin de cuentas era el único lugar donde podría estar. Pensó en encerrarse en un baño y escapar por la ventana.

Entraron y el hombre prendió la luz, dirigiendo a Roger al interior, quien se sentó. El hombre sacó unas tazas y sirvió un poco de café sobrante en ellas, luego le pasó una a Roger, quién comenzó a beberla inmediatamente para mantenerse ocupado, no hablar e irse lo más pronto posible.

— Pelearon, ¿verdad?

Roger seguía bebiendo el café en silencio.

— No tiene que avergonzarse ni nada, puede confiar en mí. Llorar hace bien.

Oh, tranquilo, niño, no tienes que avergonzarte de nada, puedes confiar en mí, es bueno llorar y desahogarse.

— Ya no somos nada —musitó reteniendo las lágrimas.

— Comprendo... —dijo Ken y puso una mano en su muslo.

Roger se levantó inmediatamente.

— B-Bueno, gracias por la hospitalidad, señor Miller, pero ya debería irme.

— Oh, quédate un rato —dijo levantándose también y acercándose, haciendo que Roger retrocediera.

¿Cuántas veces más algún idiota querrá hacerme esto?

— Mi papá se va a preocupar —dijo y se apresuró en salir, sin embargo la puerta estaba cerrada con llave.

— Insisto quédate un rato.

Y recordó su rostro. Un rostro que no había visto desde que su hermana había entrado en coma. Un rostro que había deseado no volver a ver.

Salió corriendo en dirección a los baños, Ken lo siguió gritando que no se fuera, una vez dentro, se encerró en el baño y en uno de los cubículos. entró en pánico, la puerta estaba siendo golpeada reiteradas veces, hasta que sonó un sonido de llaves y la puerta del baño se abrió. Por suerte aún estaba encerrado en el cubículo.

Buscó una salida inexistente, finalmente vio una ventana en el cubículo de al fondo, por suerte, abierta. ¿Pero cómo llegaría hasta allí? Ken seguía y seguía golpeando la puerta de su cubículo, gritándole que saliera. No tenía escapatoria.

De pronto, vio como entre las paredes de los cubículos había un espacio lo suficientemente grueso para que pasase por él una persona de contextura normal. Se agachó —recibiendo algunos toqueteos que lamentablemente fue incapaz de evitar— y logró llegar al último cubículo. Iba cerrando las puertas a medida que pasaba.

Finalmente, llegó al último. Se puso de pie para cerrarla. Grave error, Ken puso la mano y logró abrirla.

Roger entró en pánico y comenzó a subir para salir por la ventana, gritando que alguien lo ayudara. Ken tomó su pierna y comenzó a tironearlo hacia dentro. Roger no dejaba de gritar por ayuda, una que nunca llegó.

Una mano indeseada en un lugar inapropiado hizo que diera una patada hacia atrás que le llegó en la cara al hombre, logrando que lo soltara para tomarse el rostro, tiempo preciado para que Roger terminara de salir por la ventana.

Cayó al otro lado, una pared de dos metros y medio de altura, no le importó aunque le doliese todo el cuerpo, y corrió como un rayo por las calles desiertas de Londres.

(...)

— Déjame ser la primera en decirte lo mucho que lo mereces —dijo Melanie.

— De seguro me odia —dijo Brian tapándose el rostro.

— No te hagas la víctima —gruñó ella— Lo tienes bien merecido por no confiar en él.

— De todas formas fue algo exagerado —dijo—. ¡Yo solo quería que ese tipo no se le ofreciera en bandeja de plata! ¿Tan malo es querer conservar la relación?

— Eres un imbécil —dijo Melanie y Brian la miró mal—. No conservaste la relación, la destruiste ¿Acaso te estás escuchando? ¡Suenas como un tóxico!

— Esto no es Chérnobil, gracias, Mel —dijo Brian en ironía.

— ¿Sabes? Roger tuvo razón en dejarte —dijo poniéndose de pie—. Yo también lo hubiera hecho, pero mucho antes.

— ¿Y quién te dio la opción de meterte?

— ¡Tú cuando viniste aquí llorando porque Roger te dejó! —exclamó—. Si mal no recuerdo, no solo le dijiste en su cara que podía serte infiel, cuando sabes bien que jamás lo sería, si no que también le dejaste en claro que no confías en él y para colmo olvidaste un aniversario.

— Solo era un mes —masculló Brian, por alguna razón estaba molesto.

— ¡Pues para Roger no era "solo un mes"! —exclamó—. ¿Sabes cuánto cuesta ese telescopio en la tienda del centro? Ciento cincuenta euros, ¿cuánto crees que le pagan a Roger? Literalmente gastó todo su sueldo para darte algo que de verdad querías, ¡inclusive encontró el libro que había perdido y te lo dio devuelta! ¿y le pagas así?

— Yo...

— Además ¿qué diablos hacías en la cafetería a esa hora? Estaba cerrada y era mucho más tarde.

— No... no respondió mis mensajes —dijo—. Y... empecé a crearme cuentos.

Melanie bufó.

— Si quieres recuperarlo, tendrás que hacer un esfuerzo —dijo—. Y darle tiempo.

— Lo sé.

— Y con darle tiempo, no me refiero a fingir que no existe.

.'+'._-''

Me siento sucia.jpg

Perdón porque sea tan bélico, pero TODO tiene una razón específica.

Y sí, Ken es el mismo hijo de Voldemort que intentó abusar de Roger cuando él tenía 12. Repito

t o d o    t i e n e    u n a    r a z ó n.

Eso es todo, adiós <3

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