«41»
— Por favor, sólo estoy pidiendo que me dejen verlo...
— Lo siento, joven, pero creemos que aún siguen atendiéndolo —respondió la recepcionista—. Deberá esperar un tiempo más.
Daba vueltas por el pasillo nervioso. La madre y el padre de Roger estaban sentados en la sala de espera también.
— Brian... querido —habló Winifred dirigiéndose hacia él—. Vuelve a clases... nos avisarán qué sucedió en un rato, podemos llamarte...
— N-No —tartamudeó—. Quiero... quiero estar con él cuando despierte.
— Está bien —respondió—. Gracias.
— ¿Por qué?
— Por cuidarlo.
Brian sonrió.
— Si lo cuidara como le prometí... ahora no estaría aquí —repuso.
— Hiciste tu esfuerzo y... aprecio eso más que nada.
— Gracias —murmuró.
El padre miraba todo a distancia. Había ido, claramente no fue tan canalla —aunque claramente sí lo era—, además su ex esposa lo había obligado a asistir.
La mujer ya había hablado con cualquier autoridad existente de la escuela. Aseguraba que no descansaría hasta que los que le hicieron ese daño a su hijo fueran expulsados del establecimiento educacional.
Dentro de la escuela estaban realizando investigaciones, entrevistando alumnos y buscando alguna prueba. Sin embargo, no encontraban nada.
Los médicos seguían atendiendo al rubio, haciendo la espera desgarradora y nerviosa.
Finalmente uno de ellos llamó, Winifred y Brian se dirigieron rápidamente hacia el doctor. El padre de Roger permaneció sentado en silencio.
— Está estable —dijo—. Sigue dormido, pero ya despertará. Sin embargo sigue hinchado. Le recomiendo que pasen a verlo.
Brian le hizo un gesto a Winifred para que entrara, ella básicamente corrió a la puerta que le indicaron tras agradecer.
Se sentó en una silla con la vista gacha, asustado. Sintió una voz hablarle.
— ¿No que ibas a protegerlo?
Miró sol un instante a su suegro y volvió a fijar la vista en suelo. El hombre siguió hablando.
— Quiero que sepas que no me agradas —dijo—. Para nada.
— No me sorprende —dijo.
— Tampoco me agrada Roger —siguió—. Es demasiado débil.
Brian quería proporcionarle un golpe en la cara, pero bien sabía que no sacaba nada con ello.
— Pero ya me convencí de que haga lo que haga seguirá siendo igual —dijo—. El mismo joto débil que llora por todo, no entiendo cómo lo soportas.
— Lo soporto porque lo amo —respondió mirándolo molesto—. Porque se equivoca al decir eso de él, Roger es el ser más puro que conozco, no hace nada con algún mal, y toda la felicidad que siempre tuvo usted se la quitó. ¿Por qué? Porque usted es el débil que siente que debe minimizar a alguien para sentirse bien consigo mismo. Simplemente para ello, porque todas las cosas que supuestamente Roger hace son imbecilidades. Debería dejar de ser así con él y comenzar a valorar lo que tiene, porque espero que no quiera otro hijo bajo tierra.
Esto último lo dijo sin pensar, pero no se arrepintió. Solo pensó en todas las veces que temió ver a su amado colgado, o con las muñecas cortadas o con una bala en la frente. En cierta forma deseaba que el padre de Roger se arrepintiera de lo que hacía y se sintiese mal. Quería que sintiera lo que Roger sufrió.
El hombre parpadeó sorprendido, chasqueó la lengua y bufó, pero no dijo nada. Solamente apartó la mirada a tiempo que se cruzaba de brazos.
Tras un rato, la madre de Roger salió y le hizo un gesto a Brian para que pasara.
— Ya despertó —dijo—. Lo primero que hizo fue preguntar por ti.
Brian sonrió. No pudo evitarlo. Agradeció y entró.
— Brian —sintió la voz débil del rubio hablar.
Caminó rápidamente hacia él y besó sus labios con suavidad, tomando sus mejillas en el acto.
— Perdóname por lo del libro, por favor... —dijo.
— No te preocupes, bebé... —dijo abrazándolo sin llegar a asfixiarlo—. Todo está bien, no estoy molesto...
— Gracias —musitó escondiendo el rostro entre el cuello y los rizos del mayor—. Gracias.
Brian acarició su cabello e hizo que lo mirara a los ojos mientras le corría un mechón de cabello, Roger apartó la mirada avergonzado.
— Estoy horrible... —dijo—. No quiero que me veas así...
Brian tomó su mentón y depositó suaves besos en los labios contrarios. Haciéndolo sonreír levemente.
— No estás horrible, mi amor —repuso—. Estás precioso, como siempre.
Roger sonrió y volvió a acurrucarse entre su cuello y sus rizos. Incluso se atrevió a dejar un beso suave en la zona.
— Me asusté tanto por ti... —dijo acariciando su cabello—. ¿Qué sucedió?
Roger no respondió, solo siguió depositando besos suaves e inocentes en su cuello, y aunque a Brian aquello le pareció adorable, insistió.
— Roggie, ¿quién te hizo esto?
Siguió sintiendo el rostro del nombrado sobre su hombro, en silencio.
— Fue Marty, ¿no es así?
Roger se limitó a asentir, sin soltarlo. Necesitaba su calor y amor en aquellos momentos más que nada.
— Le partiré el rostro —masculló Brian logrando sacar una sonrisa por parte del rubio.
— Me veo horrible, ¿no es así? —preguntó.
— Roggie, ya te lo he dicho —respondió—. Estás precioso, como siempre. Y de todas formas, estes como estés te amaré igual.
Roger se sonrojó y volvió a sonreír. Brian causaba ese mágico efecto en él. Alegría.
Y en eso se basaron los instantes que ocurrieron mientras estaban juntos en la sala, en abrazos, besos inocentes y palabras de amor que quedaría grabadas profundamente en ambos corazones.
Y les transmitía un sentimiento de alegría.
(...)
— Ahora necesito que sean claros, precisos —habló—. Roger pudo haber puerto si no hubiese sido tratado, la prensa se está viniendo en nuestra contra, así que necesitamos saber ¿qué saben de lo sucedido?
Katherine y Jeremy se miraron.
— No mucho —respondió el chico—. Lo encontramos así. En el suelo.
— Desfigurado —musitó Katherine con la cara pálida como la luna.
— Por suerte comprobamos y su ropa estaba en orden —dijo Jeremy—. Solo tenía la cara húmeda.
— ¿Húmeda...? —el director negó para sí mismo anotando aquello en un papel—. ¿Encontraron alguna pertenencia de Roger?
— Sus lentes rotos y su celular... también roto —respondió Katherine—. Creo que aún lo tengo, ¿o te lo pasé a ti?
— No, tú lo tienes —respondió Jeremy.
— En ese caso quizás haya algo ahí que nos ayude —el hombre se encogió de hombros.
— ¡Ah! También había maní por todas partes —exclamó Jeremy—. Estoy seguro que alguien se lo dio o se lo lanzó, Roger es alérgico al maní.
Claro estaba que era aquello, pero no podían pasar por desapercibida la posibilidad de que aquello hubiese sido un intento suicida fallido. En ese caso deberían activar todos los protocolos y evitar que Roger lo intente de nuevo mientras que tendrían que alejarlo de progenitor.
Sin embargo, primero debían saber lo que sucedía.
— Entonces dicen que el alumno Taylor es alérgico al maní y alguien le lanzó este o se lo hizo comer o lo que sea.
Los dos amigos asintieron.
— Bien... —suspiró—. Gracias, pueden retirarse.
Los dos se retiraron tras una leve despedida.
— Algo anda mal aquí —masculló el director una vez que la puerta se cerró.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top