«31»

¿Qué diablos estaba pasando?

Solo reaccionaba a intentar separar al hombre de Roger, para que dejara de golpearlo.

¿Por qué Roger solo reía?

No comprendía nada de lo que sucedía, solo que de la nada, era él quien golpeaba al hombre y Roger retrocedía, con un corte en la mejilla y sangre saliendo de su nariz.

Finalmente, el hombre se soltó y lo golpeó a él, Roger se interpuso.

— ¡Y-Ya paren! —exclamó.

— ¡Tú no me vienes a dar órdenes! —gritó su padre.

Roger no sabía qué hacer, pero no permitiría que siguiera golpeando a Brian y a él.

Y esta vez fue él quien dio el golpe.

El hombre lo miró sorprendido al rubio, luego sonrió.

— Después hablamos —dijo y cerró la puerta.

— ¿Qué diablos..?

— ¡Demonios! ¿Estás bien? —acarició su rostro e intentó secar la sangre que salía por su nariz.

— Eh... sí, estoy bien —respondió Roger aún perplejo por lo que acababa de ocurrir.

— ¿Dónde está tu madre? —preguntó Brian.

— Y-Ya no vive aquí.

— ¿Ah?

— Mi papá tiene mi custodia... —explicó cabizbajo—. Pero... me queda un mes y podré irme —dijo—. ¡P-Por fin me libraré de esto! Iré a vivir con mi mamá... y... todo mejorará.

— ¿Desde hace cuánto vives con él? —preguntó Brian preocupado.

— Un año —respondió Roger—. No importa, ¿me besarías? Te extraño mucho, y...

— Roggie, por favor explícame qué sucede... —besó sus labios suavemente sin ser capaz de negar su petición—. ¿Hace cuánto exactamente?

— Un mes antes que te fueras, más o menos —respondió. No quería hablar de lo vivido con nadie, siquiera con Brian. Prefería guardárselo.

Brian se sintió terrible por no haberse dado cuenta. Por no haber intentado indagar más.

Por haberlo dejado solo.

Roger se rascó una oreja, Brian pudo notar como su manga se corría un poco, notando una línea roja en su brazo.

Arrugando el entrecejo, tomó con delicadeza su brazo y levantó la manga. Roger comenzó a entrar en pánico y se soltó rápidamente, sin embargo, ya era tarde.

Brian había visto las marcas.

— ¿Q-Qué era eso?

— Nada, Clark me rasguñó...

— ¿Quién es Clark?

— Oh, cierto —sonrió Roger—. Lo conociste como Puki. Le cambié el nombre.

— ¿Le cambiaste el nombre..? —sacudió la cabeza—. Roger, ¿qué te pasó?

— Nada, de verdad —se acomodó la manga bajándola para dejar la cicatriz invisible nuevamente—. ¿Por cuánto tiempo te quedas?

Brian lo miró con desconfianza. Retomaría el tema después, pero por el momento Roger parecía no querer contar nada.

— Por el momento... de forma definitiva —respondió Brian—. Mi papá pidió que volviéramos y que no volvieran a transferirlo...

Roger sonrió.

— Eso me alegra muchísimo —admitió.

— Volveré a la escuela en Otoño junto con los chicos...

— ¿De verdad?

— Sí, pasaré mi último año contigo, Roggie.

— Solo que ya no somos novios —sonrió tristemente.

— ¿Y quién dice que no volveremos a serlo?

Roger le dio un beso fugaz tomando su mejilla y luego lo miró a los ojos manteniendo la sonrisa triste.

— Las cosas no salen como uno las planea, Bri.

— Esta vez sí —tomó su mano.

Roger miró sus manos tomadas con la vista algo nublada. Seguía pensando que quizás aquello era un sueño, o una pesadilla, dependiendo de cómo terminara. O que simplemente se había matado y aquello era lo que veía en el cielo.

— ¿Por qué reías cuando tu papá te estaba pegando? —preguntó Brian.

— ¿Cuando mi padre me estaba golpeando? —repitió la pregunta—. Es que... ¡es tan obvio! —rió con lágrimas en sus orbes—. Tan cliché, tan... típico suyo... es como que no se le ocurriera nada más.

— Oh, Rog...

— Pero no importa, estoy acostumbrado —dijo.

— Sé que no solo te ha pasado eso —dijo—. Por favor, Roger... por favor dime qué te está pasando.

— Solo maduré —musitó.

— Rog...

Roger parecía reacio a hablar, pero ya no sacaba nada más con fingir.

Y comenzó a contar.

Soltó todo lo guardado, quitándose pesadas cargas de la espalda.

Sí, lloró, pero se deshizo de los confortables brazos de Brian. Ya había sufrido solo y seguiría así.

— L-Lo lamento tanto... —musitó el mayor.

— No es tu culpa —sonrió Roger tristemente—. No es de nadie, solo mía.

— ¿Por qué sería tuya?

— Porque soy débil —respondió mirando al suelo.

— No, Rog —repuso Brian—. No eres débil. Alguien débil se hubiese matado hace meses. Tú sigues aquí, luchando, y eso es algo realmente admirable.

— Solo lo dices porque me amas, o me amaste o fingiste hacerlo, no porque sea verdad —respondió.

— Roggie, primero que nada, te amo, te amé y siempre te amaré —repuso—. Segundo, es verdad, porque lo es, no por mis sentimientos hacia ti, porque eres alguien fuerte, Roger, y en eso no miento.

Roger se pasó la mano por las mejillas en un intento de sacar las lágrimas que escurrían por estas.

— Ya no confío en nadie —musitó.

— Pero...

— Incluyéndote —siguió.

Brian agachó la cabeza y se rascó la nuca.

— Lamento haberte dejado solo —dijo.

— No importa —respondió él—. Supongo que esto me ayudó a madurar y era algo que debía hacer, ¿no? A fin de cuentas un idiota de más de quince años que actúa como un niño de ocho no es nada agradable.

— Roger...

— De seguro pronto ibas a aburrirte de mí —siguió—. Como todos los demás.

— Rog, jamás me aburriría de ti, del Roggie que me sacaba sonrisas con lo que decía y hacía, que era dulce, inocente y que era como él mismo quería ser, sin importarle lo que el resto piense. Que si quería, vestía con zapatillas rosadas con brillos, que si quería se colocaba un gorro con orejas de gato —rió recordando aquella navidad que ambos compartieron—. Que era feliz con tan poco, y que me aceptó para ser feliz junto a él.

— Sigues siendo igual de chupa medias —rió—. Extrañaba eso...

— Yo te extrañaba a ti.

Roger sonrió, recordando lo agradable que era hacerlo sin tener que fingir, y lo agradable que era tener a Brian su lado.

— ¿De verdad estás aquí? —preguntó.

— Por supuesto que sí —rió un poco—. ¿Por qué no?

— No importa —respondió sin dejar de sonreír y rascándose la nuca, luego lo miró a los ojos.

— Perdón por todo lo que te sucedió —dijo Brian tras un silencio.

— Bri... te he dicho mil veces que no fue tu culpa.

— No, pero... de solo pensar en ese idiota de Larsen intentando... ¡diablos! Maldito cerdo —escupió—. Nadie debería tratarte así. Nadie.

— Ya lo hizo —suspiró el rubio—. Y no importa, ya no puedo retroceder el tiempo, por más asco que me diera lo que intentó.

— Yo nunca me pasé —masculló el mayor con el ceño fruncido.

— Siempre fuiste dulce y tierno —corroboró él—. Fuiste lo mejor que tuve.

— Tú también lo fuiste para mí —dijo el mayor acariciando su mejilla y logrando sonrojarlo.

Roger puso su mano sobre la de Brian y lo miró a los ojos sonriendo débilmente, para comenzar a acariciarla con el pulgar.

— ¿De verdad aún me amas? —musitó básicamente pensándolo.

— Jamás dejaría de hacerlo —susurró a modo de respuesta acercándose cada vez más a su rostro.

Cerraron los ojos y volvieron a besarse, mientras una sonrisa comenzaba a iluminar los rostros de ambos, aunque claro, sin separarse.

Finalmente sí lo hicieron por la falta de aire.

— Y tengo más certeza de ello ahora que estuve tanto tiempo lejos de ti —continuó el mayor.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top