«18»
Cerró el casillero y al darse vuelta logró ver al rizado apoyado en el continuo y mirándolo sonriente.
— Hola, Roggie —saludó.
— Hola, Bri —le sonrió Roger—. ¿Necesitas algo...?
— Tus labios —respondió—. Pero quizás aquello pueda esperar...
Roger se sonrojó, pero dejó que el chico subiera hablando.
— En fin, me preguntaba si querías ir al parque de diversiones conmigo el sábado... —le propuso con tono de seguridad, aunque en su interior hervía en nervios.
— ¡Sí! —exclamó Roger a modo de respuesta alargando la vocal, muy alegre—. ¿A qué hora?
— Pasaré por tu casa a las seis —sonrió Brian relajándose un poco—. Demonios, faltan siglos...
— Solo dos días, Brimi —sonrió el rubio provocando un pequeño tono carmesí en las mejillas del de rizos, esto debido al apodo—. Estoy muy emocionado.
— Yo también, Roggie.
(...)
Ya era sábado, nada muy importante había pasado, solo unos besos de por medio y el hecho de que el vuelo de su padre se había atrasado, así que llegaría unos días después de lo planeado.
Para Roger las cosas estaban mejor así.
Convivía tranquilamente con su madre, iba a ver a Clare al hospital en la tarde y evitaba cualquier "situación" que pudiese ocurrir.
Estaba terminando de arreglarse para su cita con Brian, manteniendo los nervios algo de punta, pero sin quitar de su rostro aquella sonrisa que lo caracterizaba. Se había lavado los dientes siete veces, bañado ocho veces y peinado unas cinco. Sí, estaba nervioso.
Entonces sintió el timbre y decidió mirar por la ventana para verificar si era el de rizos o no.
Temía hablar con extraños, por lo cual jamás les abría la puerta. Todo desde aquella vez cuando...
Bueno, quitó cualquier amargo recuerdo de su mente al verificar que era Brian y corrió a abrir la puerta, encontrándose así con el de rizos, quien sostenía en su mano un ramo con rosas azules y le sonreía.
— Hola —le saludó Brian.
— Hola —saludó devuelta Roger.
— Oh —exclamó el chico entregándole el ramo de rosas—. Son para ti, no pude evitar recordarte cuando las vi... son como tus ojos, pero me gustan más ellos que las rosas.
Roger sonrió sonrojado y le agradeció con la palabra comúnmente utilizada seguida de un beso en la mejilla.
— Iré a ponerlas en agua, pasa —le dijo mientras entraba nuevamente a la vivienda con las flores en la mano, a lo que Brian obedeció y cerró la puerta tras él.
Roger subió las escaleras rápidamente mientras el chico se sentaba en la sala de estar. Al llegar a su habitación sacó la rosa roja que anteriormente Brian le había dado con la nota para colocar en el florero el ramo que acababa de recibir. Luego guardó la otra rosa dentro de una pequeña caja con corazones y arcoíris dibujados en ella.
La caja que le había hecho Clare.
Luego de ponerla allí decidió volver a guardar la caja dentro del armario y bajar las escaleras corriendo.
— ¿Vamos?
— Vamos.
Se fueron caminando con sus manos entrelazadas hacia el parque de diversiones. Este no quedaba tan lejos, a unas cuadras más allá. Además hacía un día bastante agradable.
Mientras caminaban, conversaban. Brian miraba el perfil de Roger, quien hablaba alegremente casi sin parar con la vista hacia delante.
Se dio cuenta de lo mucho que le gustaba su perfil. Es más, le fascinaba. Su nariz recta, pero pequeña, sus pestañas largas, su mirada dulce... Le encantaba.
¿Cómo había podido rechazarlo de esa forma? Cuando el rubio daba señales de sentir temor respecto a volver a vivir lo sufrido, Brian no dejaba de pensar en que si se hubiese dado cuenta antes de que le gustaba, quizás para aquel entonces, Roger Taylor ya sería su novio y podría besarlo, protegerlo, amarlo, abrazarlo y decirle cursilerías que venían directamente de su corazón cada vez que quisiera.
Entonces ya no aguantó más y tomó al rubio por la cintura para luego besarlo dulcemente en los labios.
Roger sonrió correspondiendo y acomodó sus manos detrás del cuello del mayor mientras ambos se sentían inundados por mariposas en sus estómagos.
— Prometo cuidarte siempre, Roggie —le dijo tras separarse sin soltar su cintura.
Roger asintió y sonrió para luego plantarle otro beso en los labios mientras le acariciaba a Brian el pelo en su nuca, quién rió debido a la ternura que le provocaba el rubio.
— ¿Qué pasa? —preguntó con cierto nerviosismo.
— Tranquilo Roggie —le sonrió Brian—. Solo que se siente genial.
— ¿El cariño en el cabello?
— Sí —lo besó—. Estupendamente. Más viniendo de ti.
Roger sonrió mirando al suelo, pero sin cambiar de posición con Brian, quien lo miraba enternecido.
— ¿Cuándo me dejarás ser tu novio, bebé? —le preguntó mientras lo acercaba más a él.
— Hm...
— Porque si no estás convencido, puedo convencerte —siguió Brian—. Te lo aseguro.
Roger rió levemente.
— Si estás esperando que te lo pida de forma más adecuada, solo espera un poco.
— ¿En serio? —preguntó Roger algo sorprendido.
— Claro —sonrió Brian tratando de añadirle algo de misterio a la situación—. Solo espera y verás.
— ¡Hey, no me dejes con la duda! —exclamó el rubio corriendo hacia Brian quien comenzaba a caminar otra vez.
Al llegar hacia donde estaba este lo abrazó por la espalda y le dio un suave e inocente beso en el cuello, lo cual enterneció mucho al mayor quien sonrió.
— ¿Y eso? —le preguntó sin borrar la sonrisa de su rostro.
— No sé, se me ocurrió —respondió Roger encogiéndose de hombros y sin soltarlo, manteniéndose acurrucado junto a su espalda.
— Eres adorable —sonrió Brian.
— No lo soy —respondió Roger haciendo un puchero y abrazándolo con un poco más de fuerza.
— Aw... sí lo eres —le dijo Brian dándose vuelta y dándole nuevamente un beso en los labios.
— Me gusta esto de besarse —comentó Roger.
— ¿Sí?
— Sip —respondió—. Nunca lo había hecho —añadió con algo de vergüenza—. Bueno, hasta que nos besamos por primera vez, claro...
— A mí también me gusta —sonrió Brian—. Y para esa vez haber sido tu primer beso, estuviste increíble, aunque igual lo hubieses estado si no lo hubiese sido.
— Aw... qué tierno eres —dijo Roger.
— Normalmente no lo soy —repuso Brian—. Solo contigo.
— ¿De verdad?
El mayor asintió.
— Solo contigo, Roggie.
Luego se dispusieron a seguir caminando. En el camino había una obra de construcción, y al pasar Roger algunos de los obreros le lanzaron piropos ofensivos pensando que era una chica.
Brian estaba por ir a golpearlos él mismo, pero Roger se interpuso algo incómodo y se lo llevó rápidamente.
— ¿Por qué no me dejaste que te defendiera? —le preguntó.
— Solo... quise evitar problemas —explicó.
Brian suspiró.
— Si devuelta vuelven a hacerlo...
— Ahí puedes defenderme, Brimi —le sonrió Roger—. Aunque dudo que lo hagan.
Brian asintió.
Finalmente llegaron, se subieron a numerosos juegos, Brian intentó en vano ganar un peluche para Roger en uno de esos típicos juegos de acertarle a una botella con una pelota, así que, entre risas, Roger decidió jugar él y ganó el peluche.
Iba a dárselo a Brian, pero este se negó diciendo que le correspondía a él porque el mismo rizado no había podido ganarlo antes. Roger asintió, después de todo, amaba a los peluches.
Luego compraron algodón de dulce, y mientras comían Roger quiso ir a la casa del terror.
Esperaron un rato en la fila hasta que fue su turno y entraron.
— Roggie, ¿seguro que quieres entrar? —le preguntó Brian ya por enésima vez.
— Sí, Brimi —respondió Roger—. Todo estará b-
Se interrumpió para gritar por un hombre disfrazado de muerto viviente que acababa de aparecer literalmente de la nada, Roger se apegó a Brian sin dejar de gritar de forma sumamente aguda, el de rizos lo abrazó y rió un poco.
— Te dije que te asustarías —le sonrió.
— ¡No seas aguafiestas! Solo... me tomó por sorpresa —se justificó el rubio.
— Sí, seguro.
— ¡Te estoy diciendo que sí! —reclamó, pero pronto volvió a gritar porque un animatrónico de un hombre lobo se aparecía súbitamente.
— Tranquilo, Roggie —le dijo Brian—. prometí protegerte y eso es justamente lo que haré, ¿sí?
Roger asintió sin dejar de abrazarlo y siguieron caminando.
Finalmente salieron, Roger gritó y se asustó numerosas veces, pero Brian lo trató de tranquilizar en todas proporcionándole abrazos y alguno que otro beso.
Luego de salir, subieron a la rueda de la fortuna, cuando esta ya había dado algunas vueltas el de rizos se decidió por hacer lo que ya llevaba tiempo planeando.
— Hey, bebé... —le dijo Brian tomando su mano, Roger miró la acción y luego los hazeles orbes del de rizos.
— ¿Qué pasa, Brimi?
— Yo... —suspiró—. Roger, primero que nada... quiero pedirte perdón por como fui antes contigo... por haber sido así de cruel... por haberte hecho sufrir...
— Oh, Brimi, no tienes que disculparte —le dijo Roger acariciando su mano—. Eso ya pasó y ahora todo está bien, ¿no?
— Sí, pero aún así me siento mal por como te traté...
— No importa —le dio un suave beso en los labios.
Brian sonrió.
— Bueno... a lo que iba... —siguió—. Yo... me di cuenta de lo importante que eres para mí, ¿sabes? Y... no quiero que solo seamos "andantes" ¿me entiendes?
Roger parecía algo perplejo, puesto que no sabía a lo que se refería aquel término.
— La cosa es que... —suspiró nervioso—. Al diablo con tanto drama, Roger, ¿serías mi novio?
Roger sonrió y asintió, para luego añadir un "por supuesto, Bri".
Supuso que Brian no sería capaz de volver a dañarlo.
¿Se habría equivocado?
Borró aquella duda cuando sintió la dulce y tierna forma en la que Brian lo besaba.
Y supuso que aquel amor era uno verdadero.
Y por supuesto, no se equivocaba.
.º+_*.
adivinen quién va a estar de cumpleaños el sábado B)
Asies, YO BITCHES
WUUU
el que adivina mi edad se gana todo mi amor.
Bueno, además, quería aprovechar de felicitar a todos los ganadores de los Delilah Adwards, porque a pesar de que no hay ganado, hay que aprender a ser buen perdedor. ¡felicitaciones! Lo merecen totalmente uwu
Ah, espero sus próximas teorías, espero que hayan captado la indirecta jsjs
cjau
- Em
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